Estaba preparando el desayuno cuando sentí los brazos de Dirk rodearme — sonreí dejando que me besara.—
— Buenos días. — me susurró.
— Buenos días. — respondí con cuidado de que las tortillas no se me quemaran.
— ¿A dónde vas que ya estas vestido y al parecer ya has desayunado? — preguntó arqueando una ceja.
— Al instituto. — le respondí ganándome una desconcertada mirada de su parte. Suspiré —: Mi padre ya ha justificado mis faltas solo tengo que entregar unos cuantos trabajos y me pondré al día. — aclaré.
— Espera, espera, espera, ¿tu padre lo sabe?
Le serví las tortitas y medite lo ocurrido sopesando lo que debía responderle.
Flashback.
Ashton, mi padre y yo estábamos viendo una película en el salón.
— Señor Ross su hijo ha estado desaparecido porque tiene un romance con un mafioso hombre lobo que lo dejo en cinta y después lo acabo arreglando, iba a ser abuelo.
Mi mandíbula estaba en el suelo.
— ¡Ashton! — le grité pegándole un puñetazo en el brazo.
— Me estaba intimidando, sabes que no soy bueno guardando secretos bajo presión.
— ¡Si ni siquiera te estaba mirando! — me cruce de brazos enfadado y me hundí en el sofá. — Gilipollas… — murmuré entre dientes mientras mi padre intentaba no ahogarse con la cerveza.
Fin del flashback
— Se puede puede decir que Ashton no sabe guardar secretos bajo presión. — Dirk estaba por abrir la boca para protestar pero lo calle con un beso. Le deje el desayuno sobre la barra americana de la cocina para que desayunara y me dispuse a irme — Nos vemos Ashton ya me esta esperando afuera.
Me monté en el BMW negro de mi mejor amigo y nos dispusimos a ir al instituto.
Fuimos a secretaria para recoger su horario y él al ver que estábamos en la misma clase sonrió como un niño.
— Ashton.
Me miró con esa sonrisa ladeada tan característica suya.
— Jude.
— No. — le advertí a lo que él se rió. — No, Ashton. Te estoy hablando en serio, como la líes no me hables.
Las horas estaban transcurrido adecuadamente, algo increíble con Ashton al lado pero bueno. Había llegado la última clase del día, educación física y me tocaba con el gilipollas de Kenny y sus amigos.
— Vaya, vaya, ¿a quien tenemos aquí? Al parecer te has dignado a volver, Ross.
¿Por qué todos los gilipollas me tocaban a mí?
— Yo que tu me callaría, Kenny. — advertí cansado.
— ¿Eh, tú? — saltó Ashton. Ya la liamos.
— ¿Y tu quién coño eres? — gruño con asco Kenny.
— Ashton, no. — dios parecía que le estaba hablando a un perro, sí, a un rottweiler.
***
Suspiré sentado en el despacho del director. A mi derecha estaba Kenny, con el ojo morado y la nariz rota y a mi izquierda el responsable, Ashton con esa media sonrisa en su cara. Lo que tenía que soportar, Dios…
Tuve que tragarme yo también la charla entera del directo y cuando por fin nos dejaron irnos a casa me vino a la mente la incógnita de anoche sobre de quien era la sangre que manchaba por completo a Dirk. ¿Es que no podía tener una vida normal?
Antes de bajar del coche de Ashton le eche una buena reprimenda, después le dije que le dijera a mi padre que más tarde lo llamaría y ya una vez terminé baje del coche y me adentré a la mansión.
Busqué a Dirk por la casa hasta — al fin — dar con él en su despacho. Leia unos documentos. Sonreí al ver que se percataba de mi presencia y fui hasta él, me senté en su regazo y le di un beso.
— ¿Cómo te ha ido?
— No me puedo quejar, — respondí quitándole importancia — ¿y a ti?
Sabía que desde ayer algo iba mal.
— Bien, con el papeleo.
Note que la sonrisa que me dedicaba era tan solo una máscara, pero igual se la devolví e intente animarlo.
— Creía que tenías una secretaria sexy que hacia eso por ti — bromeé arqueando una ceja.
— La verdad es que si, pero estos papeles son demasiado importantes como para que se encarga una simple secretaria sexy.
— ¡Oye! — le regañé haciéndolo reír.
— ¿Quien necesita una secretaria sexy teniéndote a ti?
Sonreí y lo volví a besar.
Llego la noche y estamos en pijama juntos viendo una película en el salón y comiendo palomitas cuando tocaron a la puerta. Él se levanto y fue a ver quien era, yo solo me quede en el salón intentando enterarme de quien se trataba.
— Jefe, lobos nómadas han pasado las fronteras y usted todavía no a reclamado a su pareja.
En menos de un segundo ya tenía otra vez a Dirk en frente.
— Vístete tenemos que irnos.