Abrió la puerta y observó al muchacho de cabellos azabache en ella.
Se preguntó cuantas veces habían hecho lo mismo; cuantas veces se habían dejado llevar por los brazos del placer sin ningún miramiento ni moral. Eran incontables. Cada vez que lo veía allí parado, con aquella sonrisa lastimera no se podía contener. Necesitaba devorar sus labios y recorrer cada centímetro de su dermis, ignorando cualquier alerta de que no debía hacer aquello, de que era incorrecto. ¿Pero como algo incorrecto se podía sentir tan jodidamente bien? Sí, de acuerdo, era su alumno, pero no lo podía evitar. Le encantaba, lo volvía loco y lo hacía prenderse como ninguna prostituta lo había logrado. Él era diferente, por supuesto.
Antes de siquiera poder saludar al más pequeño las manos del contrario le quitaron la máscara y sus labios lo apresaron desesperadamente, dándole apenas tiempo de cerrar la puerta antes de chocar contra la mesa del comedor.
—Sasuke, cálmate... —Jadeó el peligris, tomando al menor de la nuca para separarlo- ¿Qué ha sucedido?
El pelinegro soltó un bufido molesto y se alejo de su profesor, desviando la mirada a otro lado. Realmente esperaba que Kakashi únicamente se limitara a responder a sus necesidades sin hacer preguntas. Pero vamos, ¿a quién engañaba? Su profesor sabía como darse cuenta cuando algo no iba bien, y eso era la mayoría de las veces que tenían sexo.
—Solo tenía ganas de verte—Sasuke sabía que el peligris no le creía, pero el mayor no dijo nada.
Era preferible no hacerlo.
Kakashi lo miró de arriba abajo, primero con seriedad, y luego esbozó una sonrisa. Fuera la razón que fuera, el pelinegro había recurrido a él y no a Sakura o a cualquier puta barata que se le cruzara por el camino. Sí, era rebajarse, pero su aprecio hacia el menor era inmenso, y no le gustaba la idea de que se tirara a otra persona que no fuera él.
Optó por ignorar las razones de su llegada y tomó la barbilla del menor, mordiendo su labio inferior antes de rozar el mismo con su lengua. Sabía que eso enloquecía a Sasuke. Observó con suficiencia el pequeño jadeo que soltaba el menor y como se acercaba más intentando fundir sus labios con los del peligris. Pero no, quería torturarlo un poco más; lo encontraba divertido.
Llevó sus manos a sus mejillas y las rozó con la yema de los dedos, ocasionando pequeñas descargas eléctricas en la columna del contrario, que se estremeció. Posó sus labios sobre la oreja derecha del menor y exhaló ligeramente, acariciando con sus labios el lóbulo de la misma.
—¿Qué sucede? —Preguntó el mayor, llevando una de sus manos a la cintura del azabache—¿Por qué quieres llorar?
Un pequeño jadeo llegó a los oídos de Kakashi, si, definitivamente Sasuke había contenido un sollozo. Las manos del menor se aferraron a la camisa ajena y hundió su rostro en el cuello del profesor, notando como ligeros espasmos empezaban a invadirlo y su respiración se hacía irregular.
—Itachi…—Susurró casi inaudiblemente, con la voz quebrada—Itachi…Itachi…
—Shhh, tranquilo, Sasuke—El mayor acarició aquellos cabellos azabaches que tanto amaba y suspiró, ya sabía lo que venía después.
—Duele mucho, Kakashi—Sasuke sorbió un poco—Duele mucho amar a alguien que está muerto.