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La vida es bella. por DcHenri

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Notas del capitulo:

¡He vuelto después de mucho! *o*

Muchas gracias por leer y por dejarme sus mensajitos, se los agradezco mucho.

Sin más demora a leer:3 

Me miraba en el espejo mientras me echaba algo de maquillaje para cubrir las ojeras y la palidez de mi rostro. No estaba acostumbrado a eso pero no quería que al salir me viesen demacrado. Acabado. El día estaba esplendido como para quedarse encerrado, quería tomar aire fresco y prepararme para los viajes que estoy próximo a hacer. Ya que aparte de salir con Peter a disfrutar del mundo tenía que mentalizarme para estar consiente que del viaje que iba a emprender tanto como de mente y de espíritu no iba a haber retorno. Sería un trayecto con final. Ya me había cansado de llorar, de maldecir y de tratar de encontrar justificación a algo irremediable.

Este era ahora mi presente y estoy decidido a caminar, porque el camino aún continúa.

Esto se acaba hasta que se acaba.

Sonreí al terminar de abrochar todos los botones de la camisa y volviendo a echar un vistazo corroboré que me veía impecable para un día soleado. Tocaron a la puerta y accedí a que entraran.

─ Gracias Ronald.─ Y entró a mi habitación no sin agradecer antes a mi mayordomo.─ Luce muy guapo señor Osborn.─ Ella me sonrió con melancolía, mirándome a través del espejo. Podía hasta oler su tristeza y como me veía desde lejos, con los ojos apagados.─ Felicia ya te he dicho que me llames Harry.─ Volvió a sonreír cohibida mientras se acercaba hacía mí. Más de diez años trabajando para la empresa y ella aún insistía en mantener la formalidad.─ ¿Cómo se siente?─ Su pregunta me hizo suspirar mientras que ella posaba su delicada mano en mi hombro.

─Estoy bien Felicia. Pero necesito tu fuerza no tu lastima.─ Contesté dando la vuelta y quedando de frente. Sus ojos ya estaban empañados. Resbaló una lágrima por su mejilla y la intercepté en el camino. Trabajó con mi padre como su asistente y la conocí cuando yo solo tenía once, y ahora estaba frente a mí luciendo un hermoso vestido azul celeste con unos delicados pendientes y zapatos bajos, perfectos para un día en el parque. Recuerdo cuando solo era una primeriza en la empresa y su trabajo consistía en ir por mí a la escuela y encargarse de mi cuidado. De a poco se ganó mi confianza y me mimaba a escondidas de mi padre. Y en este momento estaba aquí, llorando por mi inevitable destino. La lágrima se convirtió en otras más.

─Lo siento solo que… ─ Y se colgó a mi cuello en un abrazo. Y en ese momento supe que era la única familia que me rodeaba. Acaricié su cabello castaño.─ Estaré bien.─ Se lo dije en un murmuro y fue suficiente para que se separara de mí y me sonriera, acariciando mi mejilla.

─Disculpe mi comportamiento señor Osborn. ─ Dijo ahora limpiándose los restos de lágrimas.

─Descuida solo necesito dos cosas Felicia.─ Ella asintió.─ La primera hoy como sabrás te mandé a llamar porque aparte de ir a desayunar, iremos de compras y pasearemos por el parque.─ Vi como su humor mejoraba al darse cuenta que en mis palabras ya no había rastros de amargura, sino todo lo contrario.─ Y en segunda cada vez que me digas señor Osborn te ignoraré, dime solo Harry. De niño no me bajabas de niño Osborn y ahora señor. Sigo joven.

Rio sonrojándose.

Me acerque hasta mi tocador y tome mis lentes de sol y las llaves del auto mientras que sentía como me abrazaba por la espalda.

─Lo que usted diga joven Osborn.

Y reí ante la ocurrencia.

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Estaba tan distraído que veía a Gwen mover los labios y la escuchaba, pero no entendía nada de lo que decía. Estábamos desayunando en el pequeño comedor de nuestro departamento y la televisión se oía de fondo. Yo estaba ahí pero mis pensamientos seguían en el día en que Harry me comentó sobre su enfermedad, lo de su viaje, lo de su partida. Me encontraba en esa clase de conmoción, donde sigo imaginando y creyendo que todo lo que paso fue irreal, una pesadilla quizá.

─ ¿Me estás prestando atención Peter?─ Su pregunta me regreso a la realidad. Y asentí repetidas veces. Aún no le comentaba nada acerca de la situación a Gwen.─ Pues no te creo pero resumiendo lo que dije es acerca del pago del internet. Llegó un aviso que…

─Harry tiene cáncer.─ Lo dije repentinamente, cortando así su plática. Ella guardó silencio como analizando las palabras que deje salir sin premeditación.─ Esto es impresionante…es que yo la última vez que lo vi… se veía tan sano, tan… ¿Cómo es que tomo la noticia? ¿Cómo está ahora?─ Me dijo mezclando las palabras sin saber del todo que decir primero y que después. Se veía notablemente impactada por la notica.─ Pues cuando lo supo fue fulminante, pero ahora está mejor aunque es muy notable que algo de a poco se va perdiendo en él.

Gwen asintió pensativa, como queriendo encajar cada pieza en su lugar. Aun sabiendo que nada encajaba.

─Debemos irlo a ver.

─De hecho de eso quería hablarte. Él quiere venir a cenar esta noche.─ Ella asintió a mi petición sin meditarlo.─ Es una estupenda idea. Entonces me apuraré en la cafetería para estar de vuelta cuanto antes y ayudarte en la cocina.─ Yo solo moví la cabeza en símbolo de afirmación. Tenía la cabeza agachada y sentí como sus ojos azules se posaban en mí. Y tomó de repente mi mano inquieta que tamboreaba la mesa. La apretó con fuerza.─ Él es mi amigo, es parte de mi todo…

Y dejé las palabras al aire. Fue suficiente para que ella se levantase de su asiento para abrazarme.

─Hay cosas que llegan sin avisar. Solo no lo dejes caer, eres su soporte desde ahora así que no puedes flaquear, Peter.

Y usó su don de leer los pensamientos. Ya que se dio cuenta que esto me había golpeado de una manera dura e inesperada. Y siempre tenía las palabras correctas para dar justo en el clavo, para hacerme sentir con más valor aunque eso signifique que por dentro aun este incrédulo.

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Tomábamos un helado sentados en una banca. El centro comercial a pesar de ser entre semana se encontraba lleno. Primero habíamos ido a desayunar a un restaurante donde servían los mejores hot cakes de Nueva York, después dimos una caminata en el parque, donde le conté a Felicia sobre mis planes y lo que tengo pensado hacer con Peter. Ella se comportó atenta y me dijo que se encargaría del itinerario del viaje, de las reservaciones y de los detalles. Y sé que si se encarga no habrá falla alguna. Inclusive se ofreció a buscar al mejor doctor para la asesoría de los medicamentos para llevar a cabo mi muerte.

─ ¿Y cómo esta Nathan?─ Pregunté ya harto de hablar de mí y dispuesto a ahora escucharla mientras degustaba la mezcla de la vainilla y del chocolate de mi helado.─ Está muy bien. En la escuela dicen que cada vez se comporta mejor.─ Contestó con un deje de emoción en su voz. El hijo de Felicia sufría autismo y ella, al ser madre soltera la situación cada vez se le veía más difícil. Había días en que iba al trabajo sin dormir y muchas veces me tocó verla escondida y llorando. Yo conozco al pequeño y muchas veces suelo ir a visitarlo a su casa. No entiendo como el padre tuvo corazón para abandonarlos a su suerte.

─Me da mucho gusto, y dile que si sigue así de bien en la escuela le compraré el balón de futbol que tanto quiere.─ Felicia asintió sonriendo y rascando con la cuchara las chispas de chocolate pegadas en su vasito. Creo que era el momento justo para decirle.

Así que me terminé el cono del helado de un solo mordisco y me levanté tomando su mano y la conduje hasta una hermosa tienda de una marca reconocida mundialmente. Al entrar vi que ya no tenía el vasito en las manos y me miraba con cara de no comprender el porqué de todo.─ Joven, digo señor, digo Harry, ¿Qué hacemos aquí? Esta es una tienda exclusiva para mujeres.─ Me dijo recobrando el aliento ya que ni si quiera la dejé respirar en el trayecto a la tienda. Yo sonreí.─ No he perdido la cabeza del todo así que esta ropa no es para mí. Es para ti.─ Frunció el ceño al escucharme. Claramente se veía lo confundida que estaba.─ ¿Cómo dice?

─Necesitas sacos, vestidos, faldas, zapatos y cosas nuevas.

─ ¿Yo?─ Dijo extrañada y dando dos pasos hacia atrás.─ En lo que yo este fuera tú serás la presidenta temporal de Oscorp. Me encargaré que en lo que asumes tus nuevas funciones alguien cuide a Nathan y aparte tendrás personal de limpieza en tu casa, así que no tendrás que preocuparte por nada más que por hacer feliz a Nat y por ocupar tu puesto.

Una empleada ya estaba a nuestro lado en silencio, observando la situación y esperando a que termináramos de hablar para poder acercarse.─ Yo no puedo… soy solo la asistente. Ni si quiera soy accionista ni ejecutiva. Soy la que trae el café y saca las copias.─ La tomé de los hombros y la miré fijamente.─ Te harás cargo del puesto, porque soy tu jefe y te lo ordeno.─ Sus mejillas se tiñeron carmesí.─ Así que, señorita, muéstrele sus mejores vestidos y zapatos. Se necesita ver como toda una líder.─ Dije alzando la voz y llamando la atención de la encargada. Esta me sonrió y le dijo a Felicia que la siguiera, que le enseñaría lo mejor de su tienda. Pero antes de marcharse ella se voltio y corrió a abrazarme. Hoy estaba más sentimental que otros días.

─Gracias por confiar en mí.

─ Siempre se debe confiar en la familia.

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Estaba con mi mandil de “bese al cocinero” y batallaba con la estufa. Lo mío podía ser todo menos cocinar, ya había preparado el espagueti que acompañaría a la pechuga, pero este tenía un sabor extraño, pero por lo menos decente, o bueno eso creía yo. Necesitaba que Gwen estuviera de vuelta y que usara sus poderes mágicos en la cocina y arreglara mi desastre. Traté de prender por tercera vez la hornilla para poder calentar un puré de papá que había en el refrigerador y que así pudiese también acompañar el platillo que se supone que debería hacer. Aunque lo único que había ahí era un espagueti medio amarillo y medio naranja, un vaso a medio acabar de agua, un puré aun frío y dos quemaduras que ardían en mis manos. Solo de milagro no se había incendiado el departamento.

Oí como la puerta se abría y le daba paso a Gwen que traía cargando varias bolsas del super mercado y aparte hablaba por celular. Al ver mi desastre y mi cara de preocupación rodó los ojos. Ya se había dado cuenta que dejarme a cargo fue mala idea.

─Mire sí, yo mañana le devuelvo la llamada es que me ha surgido un problema, no se preocupe, si, nada grave. Hasta luego.─ Retiró el aparato de su oído al finalizar la llamada. Me miró seria.─ Solo dime que los bomberos no vinieron a apagar algún incendio provocado por tus torpes manos.─ Y sonreía inocentemente cual niño que no rompe ningún plato.─ Agradece, que a pesar de todo hice el espagueti.─ Se acercó hasta la cacerola donde tenía la comida y miró sorprendida el contenido.─ Está bien, mejor ve y ponte a limpiar el lugar en lo que yo preparo algo más decente que tus gusanos, digo que tu espagueti.─ Y se me acercó para depositar un casto beso en mis labios. Y le sonreí y me quité el mandil para salir de la cocina de una buena vez e irme a hacer otras cosas.

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Me arreglaba el cuello del saco mientras me ponía más color en la cara, usando algo de polvo y rubor. Algo discreto claro está. Felicia estaba sentada leyendo una revista de chismes. Estábamos en mi cuarto después de un largo día, aunque casi toda mi habitación estaba llena de bolsas de compra. Jamás había visto a Felicia tan feliz, tan llena de vida. Como si en cualquier instante fuese a explotar por tanta emoción. Podía yo tener a mi corta edad cualquier cosa con solo chasquear los dedos, pero regresarle toda la felicidad que en algún momento de mi vida me hizo experimentar, es lo más placentero que he sentido. Las cosas materiales tarde que temprano pierden su valor, pero hacer algo que cambia la vida para buen rumbo de una persona jamás se extingue su verdadero precio. Ella jamás ha tenido para lujos porque los gastos de su hogar son más asfixiantes como para derrochar el dinero en cosas innecesarias. Pero hoy, quise tratarla como si fuese una reina. Aparte de llevarla de compras y de comprarle algunas cosas a Nathan, la llevé a un salón de belleza, donde la arreglaron de pies a cabeza, y ahora lucía radiante. El cambio de look la había dejado más que hermosa, pero yo me refería que sus ojos ahora brillaban ilusionados, brillaban con más luz.

FLASHBACK

─Yo… no sé cómo podré pagarle todo esto señor.─ Me dijo al salir del probador con un vestido Prada color rojo. De corte imperio corto, con un delicado escote en la parte de la espalda y una cintilla en forma de moño rodeándole la cintura. Tenía la mirada perdida en el piso y las manos las retorcía nerviosamente.

─No tienes por qué agradecerme nada, con solo mirarte enfundada en ese vestido me basta.─ Ella aun con la mirada baja acerco una de sus frágiles manos al rostro para limpiarse las lágrimas que ya escurrían. 

─Es que… nunca nadie me había tratado como hasta ahora. Yo ni en mis sueños me podría ver vestida de esta manera ni mucho menos tomar la presidencia temporal de una gigantesca empresa. Pensé que nadie notaría jamás mi existencia. Y ahora verme aquí, frente al niño travieso que me hicieron cuidar convertido en un hombre y tratando a su asistente como si fuese la misma reina de Inglaterra. Es… imposible.─ Y aun nuestros ojos no hacían contacto. Prosiguió hablando.─ Había días en que no tenía ni para el transporte público, ni para comer y ahora esto… Gracias.

FIN DEL FLASHBACK

Sonreí al verla concentrada aun leyendo.

─Espero le gusten las cosas que le compramos a Nat.─ Dije llamando su atención ya dándome una última pasada con la plancha. Para que el cabello me quedase tal y como me gustaba. Despegó la vista de la revista y me sonrió.─ Pues claro que sí.

─Eso es bueno.

Ella se me acercó, dejando de lado la lectura y me miró de pies a cabeza.

─No cabe duda que luces muy bien Harry. Espero te vaya muy bien en tu cena.─ Y en un gesto maternal me acarició la mejilla. Y asentí con los ojos cerrados.

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Tocaron a la puerta y arreglé de prisa mi peinado antes de abrir. Me encontraba ansioso, quería ver ya a Harry. No había hablado con él en todo el día. Y estaba preocupado y necesitado de él.

Abrí la puerta mientras que Gwen estaba en el baño arreglándose aún. Él me miró sonriendo mientras que traía en una mano una botella de vino y en la otra un ramo de rosas rojas. Se veía indudablemente atractivo. Sus ojos ya habían recobrado esa singular dulzura y su porte volvía a hacer el del chico elegante y sofisticado.─ Quiero creer que las rosas son para mí.─ Y me acerqué a él al decirle eso. Dándole un caluroso beso en la mejilla, muy cerca de los labios.─ Ya quisieras Peter.─ Al decirme eso, como seguíamos muy juntos pude sentir su aliento contra el mío. De una forma tan incitante.

─Peter, ¿Quién es? ¿Ya llegó Harry?─ Escuché la voz de Gwen y ahora sí, quitándome de la puerta lo deje pasar. El departamento se veía limpio y todo estaba arreglado. La mesa para tres ya estaba puesta. Con un mantel blanco con bordados de pájaros de colores en cada extremo y el toque final, el centro de mesa con unos lirios morados dentro de un jarrón transparente. Todo era sencillo pero adecuado para la velada. Él puso la botella en la mesa mientras escuchábamos como Gwen salía del baño luciendo un agradable conjunto y con su cabello rizado y agarrado en media coleta. Abrazó a Harry sin pensarlo y él la estrechó con fuerza aun sin soltar el ramo de rosas.

─ Luces increíble y muy guapo.─ Dijo ella sonriendo, mostrando sus dientes.

─Tu igual luces muy bella. Y por cierto este ramo es para ti.─ Y le tendió las flores que ya habían inundado la habitación con su dulzón y fresco olor. Sonreí al ver la escena.─ Nadie me ha dicho lo guapo que luzco.─ Dije fingiendo decepción haciendo que Gwen riera y me soltase un codazo.

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La cena transcurrió entretenida y especial. Hablamos solo lo esencial sobre mi enfermedad y ya de ahí no quise ser el centro de atención con eso, y procedimos a hablar sobre otras cosas. Aunque Gwen en todo momento se mostró solidaria y en incontables momentos me demostró su apoyo. Es una mujer excepcional, de eso no había duda y más con el platillo que me deleitó por completo; que fue un exquisito pollo con costra de parmesano a la italiana. El cual volvió a demostrar que Gwen Stacy era toda una maestra en la cocina.

─Estuvo delicioso todo.

─ ¿Inclusive mi espagueti?─ Preguntó Peter sonriendo.─ Me costó casi cuatro horas acabarlo.

Todos reímos ante la confesión a lo que Peter simplemente fingió enojo.─ Pues espero esas risas signifiquen un “gracias Pit”.─ Dijo levantándose de la mesa.─ Y mientras se ponen de acuerdo en agradecerme como se debe por mi platillo iré al baño.─ Y guiñó el ojo antes de retirarse del comedor mientras que yo bebía de mi copa. Por lo que hemos platicado en la cena Gwen aún no estaba al tanto del viaje que quería hacer con Peter, y estaba seguro que él no había hallado el momento justo para comentárselo.

─Quisiera decirte algo.─ Dije de manera casual. A lo que sus ojos azules se clavaron en los míos y sonrió.─ Adelante, soy toda oídos.

Carraspeé antes de seguir hablando.

─Ya estoy programando la fecha de mi muerte.─ Y al decir eso su sonrisa se desvaneció de a poco.─ Pero antes de eso quisiera irme de viaje y conocer los lugares que nunca he podido visitar.─ Ella asintió recobrando la anteriormente borrada sonrisa a lo que yo se la devolví.─ Eso es increíble Harry, es una muy buena idea.─ Me dijo ahora tomando mi mano. Estaba por hablar pero me le adelanté.─ Pero quisiera que me hicieras un favor.

Ella asintió sin pensarlo. De manera decidida.─ Sabes que estoy para ayudarte.

─Quiero que Peter vaya conmigo.─ Y hubo un silencio antes de que retomara la plática.─ Él es el único amigo que tengo, es parte de mi todo o mejor dicho no tengo nada después de él. Y estoy dispuesto a pagarte por el favor, porque sé que Peter trabaja en el taller y que si se va, no habrá la suficiente entrada económica y no quiero que te las veas difíciles si él no está. Y también estoy consciente que planeaban ya organizar la boda. Y quiero llevarme los gastos más fuertes para ayudarles. Yo…─ Me cortó las palabras apretando con fuerza mi mano puesta en la mesa.

─No tienes por qué devolver el favor. Yo sé que tú y Peter tienen una amistad inquebrantable. Que por cierto ya lleva aproximadamente quince años. Y estoy consciente que  estás pasando por algo muy difícil y crucial, y entiendo. Si este es tu deseo, adelante. Yo sé que él no será feliz si no se va contigo. La boda puede esperar pero…

─Yo no.─ Dije con un nudo en mi garganta. Ella me miró sorprendida y negó.

─No me malentiendas. Eres una persona muy fuerte al tomar esa decisión y yo no soy nadie para impedirla. Hay que darle primordialidad a las cosas que realmente son importantes. Y tú lo eres. Por el momento puedo esperar por el papel que diga que soy la señora Parker. Eso es lo de menos.─ Y se levantó de su asiento para abrazarme a lo que yo accedí. No había la menor duda de que Gwen era la chica perfecta y ahora me queda más que claro el por qué Peter la eligió.

─Solo una condición.─ Dijo mientras aun seguíamos abrazados.─ Dime.

─Me traen un recuerdo de cada parte que visiten.

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Ya pasaba de la media noche y la botella de vino ya estaba vacía cuando acompañé a Harry a la recepción del viejo edificio donde vivía. Ya era tarde y mañana tendríamos que empacar las maletas y prepararnos. Estaba ansioso y temeroso a la vez. Porque preferiría mil veces no salir de Nueva York nunca y que Harry viviera mucho más, a salir a conocer el mundo, para después decirle adiós al que era mi mundo. Al escuchar como Gwen me decía frente a él que ya habían comentado lo del viaje primero me hizo sentir nervioso pero después, al escuchar que no había problema y que la boda se retrasaría un poco más me sentí más relajado. Tomé su mano al salir del edificio. El clima frío me hacía tiritar.

─ ¿Y cuál será nuestra primera parada?─ Dije mientras entrelazaba nuestros dedos.

─No te puedo decir, mañana sabrás.─ Me dijo inocentemente mientras cruzábamos la calle para dirigirnos a su auto.─ Eso es trampa.─ Él rió ligeramente por mi comentario.─ Y por cierto, ¿dejarás la empresa así a la deriva?─ Pregunté al ya estar del otro lado de la calle. La noche aparte de fría, estaba silenciosa, mientras que un ligero viento corría estremeciendo a su paso.─ Ya me encargué de eso.

Me dijo ahora mirándome con esos ojos azules que tan bellos se veían ante la oscura noche. Él y Gwen tenían ojos azules, pero a pesar de que el color era el mismo. Eran abismalmente diferentes. Los de ella tenían una mezcla entre verdes y grises. Dando un aire de misterio a su mirada, que aparte desprendía seguridad y alegría. Mientras que los de él eran de un potente azul que fácilmente le podían hacer competencia al cielo matutino. Eran cálidos pero a la vez turbulentos. No había comparación entre ellos. Cada par tenía su propia vida. Porque los amaba a los dos, cada quien de diferente manera. Sé que no podría vivir si me faltase uno, y sé de igual manera que el egoísmo aflora en mí, pero era nada más que la verdad. Gwen era mi compañera de vida, la mujer ideal y mi futura esposa. Encajaban nuestros defectos y virtudes a la perfección.

Y Harry, era mi historia. Con él nos podíamos conectar sin necesidad de palabras, podíamos sentir sin necesidad de ver. Podíamos padecer nuestras desgracias y celebrar nuestros triunfos con solo mirarnos. Era mi descontrol y mi calma. Era más de lo que yo podía decir. Mi mejor amigo y mi hermano. Pero después de eso, había más sentimiento del que se debía permitir. Nos amábamos con locura y desenfreno pero a la vez tan dulce y sutil que era encantador. Toda una fusión de emociones. Cada quien era parte de mí.

─Te amo Harry.─ Le dije acercándome a él y acorralándolo entre mi cuerpo y su carro.

─ Y yo a ti Pit.─ Y nos besamos compartiendo el frío de nuestros cuerpos debido a la noche. Nos separamos a lo que relamí mis labios en busca aún de su calor.

 

Notas finales:

Ya saben que sus opiniones y sugerencias son bien recibidas. 

¡Nos leemos pronto!<3

Y los que siguen "Academía Shield" nos leeremos más pronto. Saludotes:3


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