" No tengo la más mínima y remota idea de cuando comencé a sentir esto. Tal vez fue desde la primera vez que te vi bailar, en los ensayos, con esa manera de mover todo tu cuerpo al ritmo de la música. Esa forma tan peculiar que posees tú de mover tus caderas a tu antojo, haciendo que a varios, incluidos yo, soltemos suspiros con tan solo ver aquel excitante show.
Quizás no fue eso; tal vez fue tu manera peculiar de comportarte lo que me atrapo. Esos lindos pucheros que haces para convencer a cuanta gente se cruce en tu camino. Resulta increíble como con solo inflar tus cachetes, fruncir un poco tu seño y torcer un poco tus labios consigues que, hasta Manager Hyung caiga a tus pies, cumpliéndote tus caprichos.
Puede que tampoco haya sido eso. Puede que me hayas cautivado con ese hermoso rostro que posees. Esas facciones tan delicadas que tienes. Créeme, nunca en mis cortos 19 años había visto facciones tan bellas como las tuyas, ni siquiera en una mujer, de hecho, no estaba en mis planes enamorarme, y mucho menos de un hombre mayor que yo. Pero tú cambiaste todo eso.
Para serte sincero, estaba realmente asustado, pues no sabía porque me sentía tan jodidamente bien a tu lado o porque sentía que mi sangre hervía cada vez que te portabas tan atento y cariñoso con otros. Otros que no fueran yo. Algo dentro de mí quería toda esa atención centrada única y especialmente en mí. En nadie más.
No sabía porque pensaba todo eso, e inclusive varias veces, a altas horas de la madrugada, cuando tu dormías plácidamente, yo fingía hacerlo también pues me quebraba la cabeza por saber qué rayos me pasaba, que carajo provocabas en mi, y porque.
Varias veces intente deshacerme de de esos ‘ridículos e insanos’ sentimientos. Muchas veces, a la mitad de la madrugada, aun con mi dolor de cabeza, sin importarme que pudieras despertarte y me descubrieras; me levantaba de mi cama para arrodillarme frente al borde de tu cama, justo frente a tu rostro, contemplando tu angelical rostro, siendo víctima de mis impulsos, tocando la suave piel de tu rostro de porcelana que tanto posees, deseando a mares saborear esos carnosos labios tuyos. Pero mi conciencia y mi sentido común siempre me ganan la partida.
Te metiste por todos lados. En mis ojos. En mi oídos. En mi corazón. En mis sueños y hasta en mis pesadillas. Y cuando por fin había desechado mi estúpido sentido común y mi prejuicio; pude darme cuenta, de que siempre estuve enamorado de ti.
A pesar de que, en la actualidad, aun no encuentro las palabras perfectas para decirte todo lo que en mi corazón provocas, a pesar de que mi temor al rechazo se oponga justo en el preciso momento en el que tengo todo a mi favor para confesarte esto; algo me hace retroceder. Aun no comprendo del todo que es ese ‘algo’, pero sé que uno de estos días te daré una sorpresa, solo espero me sepas corresponder, como yo a ti.
Mientras tanto, mientras ese momento en el que me armare de valor y te besare como nunca ante te habían besado, arrancándote más de un suspiro proveniente de tus labios, para después tomarte entre mis brazos, viendo cómo te ruborizas y susurras mi nombre, correspondiendo a mi abrazo y acariciando mi espalda con tus manitas, declarándote todo mi amor, escuchando unas risitas provenientes de tu boca.
Hasta que ese día llegue, yo seguiré teniendo estos mismos dulces sueños. Inclusive esas hermosas pesadillas donde te hago mío miles de veces, escuchándote gemir mi nombre, pidiéndome por más. Ambos disfrutando que ese acto tan mundanamente prohibido.
Mientras ese glorioso día llegue, yo seguiré loco por ti, completamente enamorado de tus caderas, de tu angelical rostro, de tu hermosa sonrisa, de tus adorables pucheros, de tu manera de ser, de tus labios.
Seguiré completa y locamente enamorado de ti… de ti Lee SungMin… solo de ti. "
-…- el mayor dobló nuevamente aquel pedazo de papel que había encontrado ‘accidentalmente’ entre los cajones del Maknae.
Una peculiar y chillona risita, típica de él, escapó de sus labios. Apretando aquellos pensamientos plasmados en papel contra su pecho.
-SungMin Hyung, has visto mi… ¿q-que tienes ahí? - preguntó el Magnae saliendo del baño, observando al mayor sentado a la orilla de su cama, reconociendo aquel pedazo de papel que tenía entre sus manos.
-Na~~da… una cosita muy bonita que me encontré- respondió con una enorme sonrisa en su rostro viendo, el ahora, enrojecido rostro de KyuHyun. Se levantó de la cama, acercándose lenta e inocentemente al menor.
-Hyung…- lo miró dubitativo al ver aquella falsa ingenuidad en los ojos del más viejo.
-Así que… estas, ‘Completa y locamente enamorado de mi’- recitó SungMin con cierto tono de burla, entonándolo como si estuviera en un concurso de oratoria. Riéndose de la cara del menor.
-Yo… n-no yo solo… yhaa~!... Hyung, yo no leo tus cosas personales!- grito el menor en reclamo por aquella violación a su privacidad, sintiéndose avergonzado de que SungMin hubiese leído aquellos cursis pensamientos que había escrito hacía ya casi 3 años.
-Aigo~- el mayor se acerco a KyuHyun, hundiendo sus dedos entre el cabello del Maknae, sonriendo de una manera tan dulce, que de haber sido posible, el más alto hubiera sufrido un coma diabético por tanta dulzura que su pequeño Hyung irradiaba.
Ambos se quedaron un momento en silencio, contemplándose, sonriendo.
El menor paso sus manos por la cadera de SungMin, atrayéndolo suavemente hasta sentir el pecho de este contra el suyo, haciendo desaparecer aquel rubor de sus mejillas, cambiándolo por una de esas sonrisas que muy pocos conocían, pero que solo SungMin privilegiando en ver.
Lentamente, ambos fueron acercándose, disfrutando de aquel inocente roce de sus narices, sintiéndose el aliento, con los ojos cerrados. KyuHyun sobando las adictivas caderas del más viejo por debajo de la polera. SungMin enterrando los dedos de su mano derecha entre la nuca del menor mientras, con la otra, no soltaba aquel pedazo de sentimientos plasmados por su Magnae.
SungMin decidió acortar aquella ridícula distancia que había entre sus labios y los del menor, atrayéndolo suavemente por la nuca; ladeo un poco su cabeza, sintiendo por fin aquellos carnosos y deliciosos labios en un simple contacto, sin llegar a mas; un simple, sencillo e inocente roce.
Se separaron solo un poco, juntando sus frente, viéndose a los ojos.
Ambos sonrieron.
-Entonces… ¿estás loco por mi?- cuestiono divertido el mayor, pasando su ambos brazos por el cuello del más alto; sin soltar el papel.
-… no te lo diré, lo acabas de leer- rezongo KyuHyun besando la punta de la nariz del mayor.
-Kyu~~- y el mayor hizo función de aquel infalible plan, aquel que nunca fallaba. Frunció levemente su entrecejo, inflo sus cachetes, torció sus labios y coloco los ojos más lindos que poseía.
-No hagas eso Hyung… yo…- reclamo el menor desviándole la mirada al otro. Sintiendo que sus mejillas volvían a arder.
-Vamos, solo dilo ¿sí?- exigía el mayor colgándose infantilmente del cuello de KyuHyun.
-¡Está bien!... b-bueno, yo… yo ya no caigo en tus jueguitos Hyung!- y diciendo esto el menor le arrebato el papel al mayor, depositando un fugaz beso en los labios de este para después mostrarle la lengua y salir de la habitación.
-… p-pe-pero Kyu… esih~~- formo un puchero de molestia en su rostro y se cruzó de brazos viendo como el menor salía de la habitación con el papel en sus manos.
Tal vez SungMin se quedó con las ganas de escuchar aquello, y por eso tendría que cambiar de estrategia para la próxima vez. Lo que nunca sabría SungMin, era el esfuerzo sobrehumano que tenía que hacer Cho KyuHyun para resistirse ante aquellos gestos.
Por más que KyuHyun estuviera locamente enamorado de SungMin, este nunca lo admitiría.
Fin