Llegó al cuarto que compartía con su esposo, y se acercó hasta la ropa del mismo, dejando entre ella un sobre blanco con una carta dentro.
Hacía tiempo que le había escrito un poema, o intento de uno, y que tituló "Te amo" porque, eso exactamente, era lo que sentía por el moreno, un amor eterno que, a pesar de los 5 años que llevaban juntos, no se acababa, sino que se hacía cada vez más fuerte.
Te amo por tus palabras, por tus abrazos, por la forma tan dulce en la que dices que cuidarás siempre de mí. Por nunca apararme de tu lado, aun cuando muchas veces lastimé tu corazón.
Te amo por tu pureza, tu cariño, tu calidez.
Te amo por pensar en mí antes de ti, por ser lo primero que veo al despertar.
Amo tus celos, mismos que creo que tienes, pero que nunca has dejado ver.
Te amo por ser mío. Te amo porque soy tuyo. Mi cuerpo, mi alma, mis sueños, los suspiros, todo. Te pertenezco completamente.
Te amo con locura, con pasión. Como nunca he amado a nadie.
Eres mi oxígeno, mi luz, la razón por la que a diario despierto y me levanto.
Sin ti no soy más que un cuerpo sin vida, sin sentimientos, sin ganas de seguir respirando.
Eres mi alma, mi calor, mi corazón.
Las palabras no son suficientes para expresarte mi amor, mis sentimientos.
Recuerda siempre, mi vida, que soy la persona que te amó, te ama, y que siempre te amará. Pase lo que pase, mis sentimientos solo tú los puedes cambiar.
Y luego de dejar la carta se alejó, después de todo debía cuidar a su hija. Su pequeña tenía dos años, y llevaba el apellido del mayor de los dos: Bang. Y era su adoración, su pequeña princesa.
Al llegar Bang Yong Guk del trabajo saludó a su esposo con un beso en los labios, y a su pequeña hija con un abrazo y un nuevo peluche –un tigger, pues el amor al personaje fue lo primero que la niña aprendió.- Antes de comer entró a su habitación y se dio una ducha; tomó una playera básica sin mangas y unos pantalones cortos. El sobre cayó de entre la ropa. Lo tomó entre sus manos y lo abrió.
Al terminar de alistarse lo primero que hizo fue abrazar a su esposo por la espalda, Him Chan lo supo al ver su sonrisa.
—Tal vez soy un egoísta, pero te quiero solo para mí. Tus suspiros, tus pensamientos, tus labios. Quiero estar en todos tus sueños, Kim Him Chan –Le susurró el mayor.
Y con su pequeña princesa mirando televisión, ambos sellaron ese momento con un dulce y verdadero beso.
Te amo por tus palabras, por tus abrazos, por la forma tan dulce en la que dices que cuidarás siempre de mí. Por nunca apararme de tu lado, aun cuando muchas veces lastimé tu corazón.
Te amo por tu pureza, tu cariño, tu calidez.
Te amo por pensar en mí antes de ti, por ser lo primero que veo al despertar.
Amo tus celos, mismos que creo que tienes, pero que nunca has dejado ver.
Te amo por ser mío. Te amo porque soy tuyo. Mi cuerpo, mi alma, mis sueños, los suspiros, todo. Te pertenezco completamente.
Te amo con locura, con pasión. Como nunca he amado a nadie.
Eres mi oxígeno, mi luz, la razón por la que a diario despierto y me levanto.
Sin ti no soy más que un cuerpo sin vida, sin sentimientos, sin ganas de seguir respirando.
Eres mi alma, mi calor, mi corazón.
Las palabras no son suficientes para expresarte mi amor, mis sentimientos.
Recuerda siempre, mi vida, que soy la persona que te amó, te ama, y que siempre te amará. Pase lo que pase, mis sentimientos solo tú los puedes cambiar.