Nos sentamos en la sala de espera fuera del lugar hacen eso que Gumball dijo que se llamaban… ultrasonidos (¿si era así?) como sea, estoy muerto de miedo; ¿Qué pasa si algo está mal con ellos? ¿y si tienen algo malo por mis genes, o si no me cuide como debía y eso los perjudica? Y es justo ahora cuando me pongo a meditar todo esto.
Me sudan las manos, mi rodilla se mueve de arriba abajo a un ritmo ligeramente más acelerado que mi corazón, mientras, Buba está organizando todos los papeles, solo estamos nosotros y dos mujeres más que llegaron después que nosotros. Quizá debió ser mejor que mi embarazo fuera atendido en la nocheosfera, así no tendría que soportar estas miradas encima de mí, o peor, en mi vientre.
-¿Cómo te sientes?-salte un poco. No me di cuenta de cuando Buba se sentó a mi lado. No me atreví a mirarlo, si lo hacía era muy probable que descubriera mi nerviosismo, lo cual sería vergonzoso después de que yo le dije que no tenía por que sentirse así.
-¿cuándo nos toca pasar?-preferí cambiar el tema.
-cuando salga el ultimo nos toca a nosotros.-¿Por qué tuvimos que llegar tan temprano?
-¡e-eso es genial!-es mejor aparentar felicidad frente a él.
-lo se.-otra vez su sonrisa dulce, normalmente eso me relaja ¡pero no ahora! Ahora lo único que ocupa mi mente es las posibles malas noticias que me pueden dar. Y… tengo miedo, ¿que tal si mis genes no concuerdan con los de Buba y salen mal?
-Prince Gumball y el Señor Lee, les toca.-llamó la enfermera de roca.
Tal vez… puedo pasar esto… si Buba está conmigo.
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Primero pasamos al consultorio del doctor príncipe, donde me hizo preguntas sobre cómo me había sentido y cosas así, luego me dio algunas recomendaciones sobre los cuidados que debía tener durante esta etapa de la gestación. Cuando terminamos esa platica nos fuimos a un cuarto donde había una silla que tenía una pantalla integrada enfrente, supongo que yo estare en esa silla y vere a los niños por esa pantalla. También hay una especie de computadora, solo que esta tiene más botones y no veo ningún mouse pero me llama la atención una pequeña bolita redonda enterrada en el teclado. Pegado a la pared hay un trinchador, encima tiene un frasco con una sustancia azul viscosa (o al menos así se ve) y una caja de pañuelos, eso es todo lo que alcanzo a distinguir.
El doctor me indica que me siente en esa silla con pantalla mientras enciende la computadora rara, y a Gumball que se siente en un banco de metal a lado. El medico se pone unos guantes blancos mientras se dirige al trinchador de donde agarra ese frasco con la sustancia azul que viéndola bien es más gelatinosa que viscosa. Me indica que me suba la camisa hasta el pecho y que baje un poco el pantalón, cuando lo hago me frota de esa cosa azul. Es raro, normalmente no me afecta el frio, y está vez temblé al contacto con esa cosa.
-bien, aquí vamos.-dijo el doctor empezando a pasar un control conectado a la computadora por todo mi vientre, haciendo una ligera presión. Me concentre tanto viendo la mano del Doctor paseando mi redondez que no me di cuenta cuando apagó la luz ni cuando empezaron a aparecer esas raras imagines de la compu en frente mío.- ¡miren ahí están!
Y luego ahí estaban, pude verlos perfectamente acomodados en la pantalla, moviéndose, no es como si mis preocupaciones se hubieran esfumado mágicamente, pero si me sentí un poco más aliviado. No soy un experto descifrando imágenes, sin embargo, a mi vista no veo nada malo.
Ahora puedo respirar.
Siento un poco de calor en la mano izquierdo y es cuando miro que Gumball me sostiene la mano. Puedo sentir su emoción, y tal vez el siente mi miedo, pero ya no más. Quiero sentir seguridad, y también voy a transmitirla, por que yo quiero que Gumball sienta que esta extraña relación que tenemos es estable, y no voy a dejar que se vuelva inestable por mi miedo. Sere valiente y dejare de sentir tanto pánico por esto. Entrelacé mis dedos con los suyos para transmitirle la seguradida que intento y logro sentir.
De pronto se escuchan ruidos en la sala “bum-bum bum-bum” Sin avisar su majestad de la medicina puso los latidos de sus corazones, por un minuto pensé que iban muy rápido pero me calme y escuche que gracias a dios eso era normal, según Dr. Prince.
Ya lo decidi, los quiero. Quiero a mis hijos, quiero tenerlos en mis brazos, quiero verlos crecer, quiero abrazarlos y estar con ellos, quiero protegerlos y… amarlos. Son míos, míos y de Buba, son nuestros, de nadie más.