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Do you remember...? por Shiza-chan

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Notas del fanfic:

Bueno, pues este es un pequeño especial de San Valentin que espero disfruten.

Perdón si hay mucha cursilería y miel en exceso xD

Notas del capitulo:

Bueno pues como siempre espero que les guste y me digan qué les parecio:3

 

Do you remember…?

Alex, mi querido Alex. ¿Sabes? Siempre creí que la vida de ese tipo de cosas que se disfrutan más pero, de igual manera, que era de las que podían esfumarse con mayor facilidad. Tú decías “pesimista”, yo pensaba “realista”.

Tal parece que no me equivoque. 

 

¿Te acuerdas de aquel San Valentín, ese en el que un idiota ebrio choco conmigo  cuando iba camino a verte en el parque, tal y como habíamos acordado el día anterior?

 

Luego de toda la conmoción inicial y de que el mundo se volviera borroso para luego recuperar su color, yo estaba tirado en el suelo como a dos o tres metros de donde había estado segund­­os antes, con la cabeza dándome tumbos y el cuerpo entumecido. No lo sentía pero presentía que estaba sangrando o cuando menos tenía algo roto, era obvio, no iba a salir ileso de un golpe así; sería pedir demasiado.

 

Recuerdo que mis manos temblaban y de un momento a otro me costaba demasiado respirar. Sentía una horrible opresión en el pecho. Las personas comenzaron a agolparse a mí alrededor, algunos le gritaban al teléfono pidiéndole a la  ambulancia que llegara lo más rápido posible; otros se quedaban observando y, muchos otros, simplemente pasaban de largo la escena, y estaba bien, yo habría hecho lo mismo en su lugar. Pero en ese momento estaba tan asustado, tan sólo quería que alguien se acercara y me dijera que todo iba a estar bien –Aunque en realidad no fuese así- únicamente quería algo a lo que aferrarme.

 

Entonces de entre toda la multitud una cabeza de cabellos negros logro abrirse paso hasta llegar a mí. Resulto que eras tú.

Para ser sincero, no me extraño que hubieras llegado tan rápido, después de todo, el parque no estaba a más de una cuadra y media del lugar en el que estábamos, y por si eso no fuera suficiente, las personas conmocionadas pueden hacer el suficiente ruido como para llamar la atención, o al menos eso creo yo.

Esa vez tu expresión era de esas que se veían en las malas películas de terror, justo como para haber tomado una fotografía, de haber podido me habría reído a carcajadas. Lástima que no tenía una cámara.

 

Te arrodillaste a mi lado y miraste de arriba abajo mi cuerpo, apreciando los daños que aquel sujeto había causado, entonces tu expresión empeoro y yo supe que todo estaba jodido. Giraste tu vista a mi rostro e intentaste sonreír, pero no lograste hacer más que una mueca. Eso en verdad me dio gracia, logrando sacarme una risita que no llego a ser algo más allá de un gruñido sofocado.

 

-          Hola bebé – Dijiste llevando una mano a mi mejilla para rosarla con la misma suavidad habitual.

-          Hola – Susurre. Sonreí e incline un poco la cabeza para poder sentir más su tacto. El roce de tus dedos era cálido; tranquilizante y a la vez adormecedor, te hacía tener ganas de dormir.

-          Vamos nene, no cierres los ojos, por favor. Te vas a poner bien, te lo prometo. –

 

Pediste dándome suaves palmaditas en el rostro. Abrí los ojos y te mire, y al igual que a ti los ojos se me llenaron de lágrimas. Tome con una de mis manos la tuya –La que seguía sosteniendo mi rostro- y la presione más contra mi piel.

 

-          Los dos sabemos que eso no es cierto. – Sollozaste en el momento que dije aquello, y las lágrimas que ambos conteníamos rodaron por nuestros rostros hasta llegar al suelo. Tenías miedo, yo también. Los dos estábamos en las mismas.

-          No, eso no puede ser…t-tú…tú no puedes…

-          Claro que puedo, es algo natural – Te dije con sarcasmo y me miraste de manera dolida.

-          Calla, tonto, sabes perfectamente a lo que me refiero – Otro sollozo escapo de tus labios. Apretaste con suavidad mi mano derecha y la llevaste a tus labios para besarla con ternura. Un gesto tan simple y pero que a la vez me llenaba de calidez.

-          Alex

-          ¿Q-qué?

-          Te amo

-          ¡NO! Ni se te ocurra, Edward. Por favor no… no lo digas, no ahora – Rogaste viéndome con desesperación. Entonces tus ojos se iluminaron al escuchar las sirenas  de la ambulancia acercarse. Tomaste mi rostro con ambas manos y te inclinaste hasta rozar mis labios como  tantas veces antes  y dijiste: – Ves, tan sólo aguarda un poco más, amor. Te amo, así que por favor, sólo un poco, Ed,  te lo pido.

 

Asentí y sonreí junto a tus labios. Me sentí mal por mentirte de una manera tan cruel, pero habías dicho lo único que necesitaba escuchar. Todo se volvió repentinamente ligero y el dolor se esfumo, mi vida también.

Para cuando la ambulancia llego yo ya me había ido.  

Cuando te diste cuenta lloraste, gritaste, suplicaste, creo que incluso rezaste, a pesar de ser ateo

¿Sabes? Yo hubiera hecho lo mismo de haber podido, porque ese día te perdí, y tú me perdiste a mí. Los dos sufrimos ese día.

 

Fue un 14 de febrero triste.

 

A veces la vida es demasiado dura, y nosotros somos demasiado frágiles. Es un juego de piedra contra cristal en el cual nosotros siempre seremos los que acabemos agrietados, rotos. Es peligroso, y aterrador, y emocionante, y hermoso.

Al final nunca podremos hacer nada, pero, siempre y cuando disfrutemos mientras podamos todo estará bien.

 

Tú me enseñaste a ser feliz, de entre todas las personas que estaban dispuestas a entregarte su corazón, me elegiste a mí, al “chico raro” de la clase, me aceptaste sin la intensión de cambiarme en lo más mínimo. Me diste tu tiempo, tus sonrisas, tus tristezas, tu amor, y de igual manera, yo te di el mío. Fuiste la decisión más acertada que tome en mi vida, de eso no hay duda.

Por eso me alegro de que lo último que haya visto fueran tus ojos cuyo color el cielo envidiaba, esos que me miraron con ternura y cariño días y noches. Es gracioso que ahora que no puedes oírme sea cursi y meloso, pero bueno, qué se le va a hacer.

 

Y ahora llegamos al final. Las despedidas siempre duelen, de cierta manera nos hieren, son desgarradoras, más aún cuando sabes que no volverás a ver a esa persona; Por eso hoy te propongo algo, no diremos adiós, tan sólo un “hasta luego” porque así como la muerte separa, la vida también vuelve a juntar, y algún día te volveré a ver, no sé cómo, ni cuándo, pero te prometo que estaré allí, de la manera adecuada y en el momento adecuado. Pero por favor, tomate tu tiempo y sobre todo, se feliz.

 

Te amo, Alex.

 


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