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Blank Space. por MitcheKiller117

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—Diálogos.

"Pensamientos".

Puntos a remarcar.

 

¡Advertencia!: Cursilerias estúpidas, crack voluptuoso, parejas secundarias dándose amor, repentinos cambios de actitud y un prolongado número de párrafos! Les debo a todos una gran disculpa, espero sepan disculparme, nos leemos en las notas finales ♥

 

“Just because you’re clean doesn’t mean you don’t miss it”.

 

 

.

 

 

Minseok le dedicó una tierna sonrisa después de ayudarlo a levantar y, con la intención de alejarse, soltó lentamente sus manos.

Con el único e inocente pensamiento de que SeHun era totalmente ajeno a todo lo que LuHan le había hecho sentir, y de que, por ende, no había motivos para hacerlo sufrir.

Observó al alto suspirar mientras sus dedos se escapaban de los suyos. Incluso llegó a creer que probablemente se había pasado de infantil habiendo arruinado su laboriosa partida en SuperStar SMTown cuando el menor fue apartado de la visión frente a sus ojos de un empujón.

A XiuMin no le quedó tiempo ni de parpadear cuando sintió un fuerte agarre protector sobre uno de sus brazos.

Y estaría de más agregar lo sorprendido que estuvo cuando giró un poco la cabeza y se encontró con el ceño fruncido de Kim JongDae mirando directamente a Oh.

—¿Cuál es tu problema? —SeHun contestó a su agresión, sacudiéndose el pecho como si hubiese sido ensuciado.

Las uñas del menor de los Kim se aferraron a la bonita y sensible piel de Minseok, haciéndolo gemir.

Oh avanzó un paso e intentó librarlo de su agarre pero Chen se lo impidió, retrocediendo dos y trayendo al mayor consigo.

Aparta tus repulsivas manos de Minseok.

¿Repulsivas? SeHun levantó una ceja fingiendo impresión, estaba seguro de que ese pequeñín acababa de tener una cita con el diccionario. O, ¿no era esa una de las frases cliché de las películas románticas?

Intentando zafarse del agarre del de sonrisa gatuna, el de mejillas regordetas lo forzó, ganándose una mirada reprobatoria por parte del primero.

—¿Entonces es cierto esto? — Las cejas de Chen estaban tan pronunciadas que podían confundirse a simple vista con el borde superior de sus ojos. — ¿No vas a negarlo?

Los saltones ojos del mayor se abrieron con impresión e inmediatamente zarandeó la cabeza en negación. — J-JongDae, n-no sé de qué estás hablando p-pero me lastimas… — entonó con una leve mueca de dolor.

Impactado, el castaño lo liberó inmediatamente. — ¡Oh por dios, lo siento tanto Minseok!

El mayor se apresuró a zarandear la cabeza en negación y dedicarle una bonita sonrisa. — N-No te preocupes, no fue intencional…

“Por supuesto que no lo fue, no quiero hacerte daño, nadie te hará daño mientras estemos juntos” pensó, mirando de mala gana a Oh, que todavía yacía parado frente a ellos.

—Hyung, no  hay tiempo que perder. Se fueron por allá —El alto pronunció, señalando el cine y haciendo una mueca en lugar de una sonrisa, como siempre.

El aludido estuvo a punto de preguntarle desde cuándo le interesaba lo que pasase con Baek y Park cuando se mordió la lengua. Mirando a JongDae, el mejor amigo de la cita de su mejor amigo, era mejor si mantenía la boca cerrada y se ahorraba los detalles.

—P-Pero… ¿Cómo vamos a saber dónde han entrado, SeHun-ee?

SeHun-ee…

Si las miradas mataran, seguramente ahora estarían camino al funeral de Oh y no a punto de entrar a un establecimiento cuyas entradas él no podía pagar.

Maldita la hora en que su padre decidió que su hermano merecía hacerse cargo de la empresa a su favor. ¡Maldito el día en que Kim JoonMyun nació en traje de pingüino!

—No te preocupes por eso. Tengo instinto… — La alimaña con patas tomó el brazo de mayor y tiró de él, intentando llevárselo lejos.

Intentando apartarlo de su Minseok.

Su.

JongDae se apresuró a tirar del brazo libre del de mejillas regordetas. — ¡Yo también voy!

SeHun rodó los ojos. — No sabes ni a dónde vamos.

—Sí lo sé.

—¿Ah, sí?

—Al cine. — El castaño sonrió victorioso, comenzando a caminar también.

Minseok se dejó llevar arrastrado por los dos hombres mientras se preguntaba qué jodidos estaba pasando ahí.

 

 

- - -

 

Ya dentro de la sala, ChanYeol había sentido la horrible necesidad de sacarse la chaqueta negra de encima para no arriesgarse a ponerse a sudar al salir de la función.

BaekHyun se había sentado primero, asumiendo que tenía que darle un poco de libertad a su gigante y soltando finalmente su mano, aunque haciendo un puchero con sus labios mientras se veía obligado a hacerlo.

Afortunadamente, las luces aunque encendidas, eran tenues y pese a que podían ver las líneas en sus rostros, no eran totalmente conscientes de sus tanto nerviosas como abochornadas expresiones.

Luego de que el pequeño deshiciese el agarre de sus manos, el alto se preguntó de dónde carajos había sacado tanto valor para actuar ¡finalmente! De acuerdo al plan. Ahora bien, siendo cuidadoso con las cosas que llevaba encima, o por lo menos lo suficiente como para no tirarlas y quedar como un idiota, el gigante tomó asiento junto al pelinegro, rozando peligrosamente las pieles de sus brazos en el proceso.

Una corriente eléctrica se desprendió de sus espinas dorsales.

Era como si sus cuerpos se atrajeran y reaccionasen al más mínimo contacto.

Luego de tragar duro, el pequeñito de armó de valor para alzar la mirada y mirar a través de sus largas pestañas al gigante, que estaba sonriéndole, con nerviosismo, pero sonriéndole a final de cuentas. Y BaekHyun encontró en esa deslumbrante sonrisa un motivo por el cuál armarse de valor y enganchar su brazo firmemente al ajeno mientras las luces de la sala comenzaban a escasear.

Únicamente podía escuchar el sonido de su corazón palpitando con rapidez dentro de su pecho. Y, fuese como fuese, esperaba que ChanYeol no pudiese escucharlo también...

—Y, uhm… ¿emocionado?

Le tomó casi un minuto al alto descifrar el hecho de que Baek estaba refiriéndose a la película. Así que intentó reprimir una risa escandalosa y miró fijamente la pantalla, que ahora se encendía con luminosos cortos de futuras cintas a exhibir en la pantalla grande.

—¡Oh, claro! ¡Me encantan este tipo de películas! — Mintió, porque ahora que lo pensaba, jamás le había prestado atención al título.

BaekHyun se aferró al brazo del gigante con una sonrisa.

No podía esperar por el momento en que tuviese que acurrucarse entre sus brazos para sentirse protegido. Aunque sintiéndose como lo hacía el ese momento, el Byun comenzaba a pensar que pasase lo que pasase en la gran pantalla frente a sus ojos, él iba a terminar sin prestarle la más mínima atención.

Pero nadie podía culparlo, claro que no, sus ojos se desviaban por sí solos en busca del rizado. Si había un culpable ahí, entonces ese era Park ChanYeol y su divina cara.

Las imágenes comenzaron a moverse frente a sus cuerpos, pero los dos estaban demasiado ocupados pensando en algo definido como para notarlo. Lo cierto era que el alto mantenía sus ojos bien fijos en la pantalla para no tentarse a mirar a BaekHyun, corriendo el riesgo de ya no poder apartar la mirada…

Se preguntó entonces, ¿por qué había aceptado ir al cine?, ¿por qué no pudo armarse de valor antes e invitar al pequeño casualmente a tomar un helado?

Una sala oscura y ruidosa no era el mejor lugar para lo que él quería hacer. Cosas como reír, o mejor aún, ver a su acompañante reír. Tontear, conversar, hacer algún peligroso acercamiento o una jugada mortal… ChanYeol no podía pensar en una sola cosa inteligente que no llegase a verse malintencionada en la sepulcral oscuridad de esa sala.

Recordaba sus vagas conversaciones en su primer encuentro dentro de una pero la situación era distinta. No había tantos nervios de por medio y la multitud rodeándolos lo había hecho sentir lo suficientemente protegido como para hablar.

La sala, sin embargo, se encontraba vacía en esos instantes.

Y no había persona alguna que pudiese husmear o darse cuenta de cómo Baek estaba aferrándose a su brazo.

A nadie más se le ponía la piel chinita con la misteriosa música de fondo llenando sus oídos o la forma en que BaekHyun relamía nerviosamente sus labios para después morderlos…

¡Un momento!

¿Música misteriosa?

Los ojos del gigante volvieron de inmediato a las imágenes transmitidas en la pantalla. Una casa abandonada, jóvenes surcando el jardín con lámparas… Un negro, una rubia estúpida y su novio el fortachón, los chicos folladores…

Sí, no había duda de que se trataba de una clásica película de terror.

Todo el rostro de Park palideció inmediatamente.

Joder, joder… ¡Debió prestar más atención a la hora de elegir! ¿Qué se suponía que haría entonces? ¿¡Abrazar a BaekHyun como una nenita!? ¡Porque se suponía que él era el hombre ahí!

Los dedos comenzaron a sudarle pese al refrescante aire acondicionado y sintió una perlada gota resbalar por el costado de su frente.

Si Park ChanYeol era algo además de bueno en basquetbol y todas las materias en la escuela, era terriblemente miedoso.

 

 

- - -

 

 

Chen hizo como que nada pasaba ahí y casi se puso a tararear mientras SeHun deslizaba un par de billetes hacia la cajera.

Minseok, que estaba parado junto a él, continúo resistiéndose a rodar los ojos por lo ridículo de la situación.

Oh se giró cuando le entregaron las entradas y, intentando hacerse el gracioso por lo que el mayor observó, se colocó junto a XiuMin y lo tomó del brazo.

—Vamos, Hyung — Murmuró, porque no estaba dispuesto a decir mal su nombre frente al chico que estaba a punto de explotar a causa de los celos.

El castaño maldijo por lo bajo. Era extremadamente humillante que su rival de amores hubiese tenido que pagar su entrada por él, pero tampoco iba a permitir que intentase hacerse del de mejillas regordetas frente a sus narices.

¡Por San Siwon!

Cuando JongDae lo jaló de vuelta a su lado, el pelinegro se sintió nuevamente mareado.

Si alguien le hubiese dicho alguna vez que dos chicos iban a estar peleando por tener su atención, él, siempre tan ajeno a su real atractivo físico, se hubiese echado a reír.

Pero en ese preciso instante, comenzaba a entender por qué en ocasiones BaekHyun se sentía tan abrumado con las personas a su alrededor.

Aunque por supuesto, él sabía perfectamente que las intenciones de Oh, no eran otras más que divertirse a lo grande un buen rato. Incluso si tenía que usarlos a ellos como ratas de laboratorio.

Mientras lo observaba minuciosamente y con los ojos entrecerrados, con sus brazos todavía unidos, Minseok se preguntó, además del hecho de qué estaba exactamente tramando, si el chico era tan heterosexual cómo afirmaba ser.

Y no le gustaba ser pretencioso en absoluto, pero tampoco era tonto. Con el poco tiempo que llevaba tratándolo, ya se daba cierta idea de lo que el chico podía ser y no ser. Y, por alguna extraña razón, novio de Xi LuHan calificaba en la lista de síes y heterosexual en la de noes. Aunque la idea no dejaba de joderle el alma, en realidad.

JongDae dejó que su ceño se frunciese hasta deformarle los ojos nuevamente. Aferró el agarre a la chaqueta negra que su Hyung estaba llevando con su brazo y tiró de él un poco más cerca, conteniendo las ganas que tenía de romperle todo a Oh SeHun.

El chico le había caído bien al principio, cuando se conocieron en el trabajo de Do KyungSoo, durante el almuerzo. Pero eso fue antes, cuando no había visto el brillo de sus intenciones radiando en sus ojos y sus manos puestas sobre su Minseok.

 Sí, su Minseok.

Tenía todo el derecho a pensar de ese modo. Porque, ¿acaso Oh SeHun le había comprado hamburguesas? ¡No! ¿Se había gastado hasta los ahorros rigurosamente guardados en sus calcetines en comida para él? ¡No! ¿Había empeñado su adorada bicicleta para comprarle más comida? ¡No! ¿Había pedido un préstamo en Coppel? ¡Tampoco!

No había absolutamente nada maravilloso que Oh SeHun hubiese hecho para merecer a Minseok. JongDae, por el contrario, estaba muy orgulloso de decir que lo había hecho casi todo.

Y casi. Porque se le había olvidado el pequeño detalle de ser claro, ir al grano y bueno, pedirle oficialmente que fuese suyo. Aunque por supuesto, el ingenuo castaño parecía no tener idea de ello.

SeHun, por su parte, agradecía ser lo suficientemente alto en un momento como ese por dos razones.

La número uno era que podía ver, por el rabillo del ojo, a los enanos de sus Hyungs comportarse como idiotas enamorados pero terriblemente primitivos, sin que se dieran cuenta de ello. Mientras que la segunda era intimidar a Shim JongHae con su presencia.

Se moría de ganas por ver cómo el chico estallaba.

Y no porque no le agradase, al contrario, sino porque Miyeok le gustaba demasiado. Era un Hyung increíblemente tierno y solo le había costado un par de horas enterarse de ello, que era la mejor parte. Un Hyung que merecía ser feliz y sentirse seguro… Cosa que Shen parecía no tener muy en cuenta. Y bueno, aunque eso de dárselas de cupido nunca le había gustado, ¿qué tan mal podía resultar?

Se frotó las manos con malicia mentalmente antes de ofrecerle al empleado las entradas para que los dejase pasar a determinada sala. El tal JongHae también le parecía un poco descarado, había dejado que pagase por él y ChuMin, después de todo.

Menos mal que el par de idiotas lo habían dejado elegir la película, así cuando hiciese su triunfal salida, SeHun no tendría duda alguna de que ambos terminarían acurrucados el uno con el otro. Solo esperaba que alguno de los dos fuese lo suficientemente valiente.

Abriéndose paso por el corredor oscuro, porque según los encargados la película llevaba un par de minutos de haber comenzado, el alto le dejó el paso a Minseok en las escaleras, astutamente asegurándose de pavonearse de ello.

—Hyung, tú primero, así si caes, yo te sostendré.

El lacio castaño puso los ojos en blanco y resopló, adelantándose y tomando la mano de XiuMin entre la suya. —¿Cuántas probabilidades hay de que alguien se caiga aquí, uh? — Inquirió mordaz mente, subiendo primero y llevando al de mejillas regordetas de la mano consigo. —¡Por favor, si hasta hay lucecitas y to-

—¡JongDae!

El aludido se desplomó sobre el suelo luego de pisar con su otro pie un cordón de sus zapatos, siendo lo suficientemente astuto como para soltar la mano de Minseok a tiempo y no llevárselo al suelo consigo.

Todo su rostro ardió en vergüenza.

SeHun no se privó de la libertad de echarse a reír y tomó el brazo de XiuMin luego de que éste se agachase para ayudar a Chen a levantarse.

—¿Ves lo que te digo, Hyung? Me alegra que estés a salvo.

Las mejillas regordetas del aludido se tiñeron de rojo. Un poco porque debía contener la risa para no colapsar frente a JongDae -¡Nadie podía culparlo, había sido terriblemente gracioso!-, y otro poco por lo dicho por Oh, que parecía haberse transformado en una persona atenta.

—¿Estás bien? — El pelinegro inquirió en dirección al más bajo.

—¿Qué? Pero si no fue nada, Minseok-ee, soy un hombre fuerte.

SeHun se tragó las palabras ya lo creo y animó a su Hyung a continuar subiendo hasta encontrar sus asientos.

Afortunadamente, o por lo que creían, la sala estaba desierta y no habían causado revuelo alguno con su drama en las escaleras.

Llegaron finalmente a los asientos acordados un poco antes del pico de la sala y se sentaron. Minseok rodó los ojos cuando se dio cuenta de que lo dejaron en medio y después, cada uno de los dos colocó tentativamente sus manos en el descansabrazos.

El pelinegro cruzó sus brazos sobre su pecho apropósito. No iba a caer en el sucio juego de Oh SeHun y, por más tentativos que sus dedos le resultaran, todavía no se le olvidaba que JongDae seguramente no tenía ninguna intención de pedirle que fuesen novios.

Solo entonces, se concentró en las imágenes siendo transmitidas en la pantalla frente a sus ojos.

Oh, joder.

¡¿Una película de terror?! Minseok no veía películas de terror. Cuando su grupo de amigos con el alma negra se juntaban, él se escondía bajo las mullidas almohadas con los audífonos mientras los otros idiotas se las daban de valientes.

Jamás había visto una, por lo menos no completa…

—¿Miyeok Hyung? — SeHun le susurró y el de mejillas regordetas dio un respingo, girándose tan repentinamente que sus bocas casi llegan a juntarse accidentalmente, aunque por supuesto, nunca sabría si fue él quien se echó hacia atrás lo suficientemente rápido o JongDae quien lo jaló.

Riendo en la oscuridad, Oh volvió a inclinarse cómo si nada hubiese sucedido. — Compraré palomitas, ¿cómo te gustan?, ¿dulces?

Al pelinegro casi se le hace agua la boca de imaginar las acarameladas disolviéndose en su paladar, así que asintió fervientemente, olvidándose de que estaban en la penumbra de una sala de cine.

Chen gruñó, primero por el hecho de que ese chiquillo hubiese intuido qué sabor su Minseok prefería, luego por la maldita cercanía que parecían tener y finalmente por no tener dinero consigo para invitárselas él mismo.

—Bien, ya regreso. — Oh dijo, levantándose y metiéndose las manos en los bolsillos antes de empezar a caminar.

El plan había sido tan obvio, que dudaba que ninguno se hubiese ya dado cuenta de ello. De haber querido compartir palomitas, SeHun las hubiese comprado antes de meterse en la función…

Los sonidos terroríficos de la película volvieron a llenar los oídos del mayor cuando perdió de vista al rubio. Temeroso, se abrazó más violentamente a sí mismo, prácticamente haciéndose un ovillo sobre el asiento y dentro de su chaqueta oscura.

JongDae, que no disimulaba ni un poco estar viéndolo, se enterneció del hecho de que su Hyung estuviese asustado y decidió que si SeHun se había marchado, él tomaría todas las oportunidades que se le presentasen.

Eso era la guerra. Y en la guerra no había recesos ni tiempos fuera.

Recordó todas y cada una de las veces que había salido con Minseok en el transcurso de tiempo desde su primera cita. Le fue inevitable suspirar, porque aunque siempre era él el de la iniciativa, la parte más difícil cada vez que se reunían, era tomar su mano.

Una vez que sus dedos se entrelazaban, por más tímido que el contacto fuese, las cosas siempre se volvían mucho más amenas.

Y bueno, el castaño realmente esperaba que esa no fuese la excepción.

Su diestra buscó a tientas en la oscuridad, recorriendo el pecho del de mejillas regordetas para alcanzar su mano. Una vez que la hubo localizado, la tomó entre la suya y la deslizó hasta traerla consigo sobre su pierna derecha antes de entrelazar cuidadosamente cada uno de sus dedos.

Minseok pudo haber arrojado humo por las orejas de lo acalorado que repentinamente comenzó a sentirse.

¡Eso había sido increíblemente lindo de su parte! Sabía que no podía simplemente olvidarse del asunto, pero por un segundo, se dejó llevar por los apresurados latidos de su enamorado corazón y decidió que no importaba…

No importaba que JongDae nunca le pidiese ser su novio si siempre iba a ser de ese modo. Tan atento y siempre preocupándose por él. Comprándole comida sin reparar en gastos o poner peros. Haciéndole sorpresivos detalles, leyéndole el pensamiento… Convirtiéndose en un amigo, un protector o el más tierno de los amantes primerizos.

JongDae estaba esforzándose por él y aunque fuese únicamente un poco, XiuMin debía reconocerlo.

Así que dejó caer su cabeza sobre su hombro, dejándose embriagar por su profundo aroma.

Era tan especial… Que incluso olía de forma curiosa. Minseok no estaba seguro de si le gustaba más su divina colonia o el olor a dentífrico impregnado en su aliento tibio.

Podía sentir su hombro subir y bajar más rápido de lo que lo hace un pulso normal. Y, el solo hecho de pensar que eran sus acciones las que habían acelerado su corazón, hizo que el mayor se aferrase al agarre de sus manos y suspirara.

Estaba tan perdido… Tan hundido en JongDae, que las imágenes frente a sus ojos dejaron de ser horribles y simplemente comenzaron a carecer de sentido.

Nada era claro ni lo suficientemente interesante cuando estaba con Chen.

—Minseok-ee… — El castaño susurró, despertándolo de su ensoñación. Él movió la cabeza levemente para que se enterase de que estaba escuchándolo. El hombro de JongDae se sentía un poco tenso repentinamente… — ¿De verdad te gusta ese chico?

El aludido se incorporó casi de inmediato, provocando que el agarre que los mantenía unidos, se rompiera.

—N-No me gusta SeHun, J-JongDae tonto…

Su rostro estaba teñido de todos los colores posibles y todavía no estaba seguro de cómo logró que las palabras salieran a flote desde el fondo de su garganta. Pero el hecho era que, no importaba lo penoso que fuese, él realmente quería ser claro con el castaño… No era la clase de chico que todo el Instituto pensaba, y rezaba porque Chen no estuviese pensando eso de él.

Después de lo ocurrido en el restaurante, cuando el castaño de sonrisa gatuna guardó silencio en lugar de contradecir a SeHun por primera vez, el miedo recorrió el cuerpo del mayor de una forma horrorosa. Pero cuando lo sujetó fuerte para que no cayese, el Hyung se sintió como si todos los pedazos en que de un minuto a otro se había roto, se pegasen de inmediato.

Y ahí estaban ahora, dando un paso adelante y luego dos atrás.

XiuMin no podía adivinar las intenciones de JongDae, pero no creía que el chico fuese una mala persona tampoco. Sabía que el amor era dolor, pero sabía también que no tenían por qué herirse antes de saber que lo era.

Nervioso pero aliviado, el de sonrisa gatuna se incorporó también, deseando que las luces se encendiesen por arte de magia para poder ver al mayor a los ojos, rogándole a los cielos que a Oh no se le ocurriese aparecerse nuevamente ahí en un momento como ese.

—P-Pero ustedes… Creí que…

El pelinegro no lo dejó continuar. — V-Vine aquí para espiar a BaekHyun en su primera cita con tu amigo Park, me encontré con SeHun y lo arrastré conmigo. Eso fue todo lo que pasó, estoy perfectamente seguro de que a Lu-Ge le gusta SeHun-ee, yo jamás me interpondría entre algo así… Además, y-yo… Y-Yo ya tengo alguien que me guste.

JongDae apretó los puños y se recargó nuevamente sobre el respaldo de su asiento. No podía ver a Minseok pero el tono de su voz era capaz de confirmarle muchas cosas.

Afortunadamente las luces no se habían encendido, porque de haberlo hecho, el mayor hubiese podido ver la sonrisa estúpida en los labios del menor y la forma en que su pecho agitándose le coloreaba la cara entera.

Afortunadamente también, el filme cinematográfico decidió ponerse de su parte, porque toda la pantalla se oscureció en el momento exacto en que XiuMin colocó sus manos sobre los hombros del más delgado y se inclinó hacia adelante.

Sus labios no hicieron nada más que estamparse contra los ajenos.

No tenía idea de cómo hacerlo y estaba demasiado nervioso como para recordar cómo respirar, así que el de mejillas regordetas simplemente apretó los ojos y permaneció de ese modo.

Una sonrisa traviesa se deslizó sobre los labios de JongDae, que finalmente rompió el beso y acarició con delicadeza las mejillas del mayor, que tomó una fuerte bocanada de aire en el momento exacto antes de comenzar a ponerse morado.

Sus frentes chocaron graciosamente, provocando que le menor sobase la del mayor casi de inmediato. Luego se echaron a reír porque ese debía ser el peor de los primeros besos en la historia de los primeros besos de todas las relaciones del mundo.

Pero Chen volvió a sujetar sus mejillas a base de delicadas caricias y Minseok suspiró sobre sus labios, llenándolo con su aliento.

Pastel de tres chocolates… Capuchino.

—Me gustas muchísimo, Minseok-ee…

Finalmente lo había dicho. Los oídos del aludido se regocijaron bajo el tacto de sus palabras. Era tan dulce, que la amargura que sus pensamientos constantes le habían hecho pasar, desapareció en un instante.

Y sus narices se rozaron juguetonamente.

Y les dolía la frente pero no podían dejar de sonreír.

Y su jodida relación era desastrosa, pero seguramente podían lidiar con ello.

Y Minseok lo abrazó con fuerza, ocultando su avergonzado rostro en el cuello del menor cuando las luces se encendieron.

Esa también debió de ser la película más corta de la historia.

Quién sabe, dicen que el tiempo es relativo.

 

 

- - -

 

 

BaekHyun mentiría si dijese que no estaba aterrado.

La jodida película era un trauma en todos los malditos aspectos y creía nunca haberse arrepentido tanto de una decisión en toda su corta vida.

Mentiría también si dijese que no había reconocido las escandalosas voces en las escaleras algunos momentos atrás, o que no había reconocido a las personas sentándose un par de columnas más debajo que ellos, sin parar de moverse y causar revuelo, aunque algo le hacía estar seguro de que no tenían idea de que en realidad no estaban solos.

Pero también mentiría si dijese que hubiese preferido no entrar a ver ese jodido y asqueroso filme. Porque no importaba nada en absoluto, ni sus amigos yendo a espiarlo y terminando liándose, ni lo asustado que las imágenes en la gran pantalla lo hiciesen sentir. Nada de eso importaba cuando tenía a Park ChanYeol ocultando su rostro en su pecho.

Y sí, era el grandote quien se había hecho un ovillo difícilmente sobre su asiento y había sido BaekHyun quien había terminado pasando sus brazos alrededor de su gran cuerpo. Y se había olvidado hasta de la vergüenza porque Park prácticamente se puso a sollozar casi a los quince minutos de que la película había comenzado.

Baek sabía que era un maldito miedoso, pero si él estaba en el diez en la escala, no quería ni imaginarse dónde estaba ChanYeol.

Era divertido, sin embargo, toda la situación. Y quizá era eso lo que hacía que sonriese aunque estuviese muriéndose del miedo, pero no importaba la razón cuando podía deslizar sus dedos sobre el suave cabello del más alto sin necesidad de pretexto alguno.

Cuando podía sentir su rostro sobre la tela de su camisa a cuadros, cuando podía enterrar su rostro en sus rizos cuando estuviese demasiado asustado como para seguir mirando.

Y parecían más una bola de carne, y estaban tan unidos que no sabían dónde comenzaba el uno y terminaba el otro…. Pero eso mismo era lo terriblemente adorable de la situación.

Tal vez ChanYeol no era valiente ni estaba protegiéndolo del modo en que él se lo espero, pero estaban juntos, muy juntos… Y Baek esperaba que Park pudiese escuchar los ruidosos latidos de su corazón, y que supiese que eran su culpa y no de la estúpida película, porque no había nada más que quisiese, que hacerle saber lo mucho que le hacía sentir.

Lo escandaloso que todo su cuerpo se volvía cuando se trataba de él y sus malditas orejas.

BaekHyun quería que levantase el rostro y lo besara el resto de la función, aunque en el fondo, muy en el fondo, no quería que lo suyo comenzase en la oscuridad, sin poder ver el brillo de sus ojos cuando se separasen, ni la intranquilidad de sus labios o la inestabilidad de su pecho.

Baek quería tomar todo de ChanYeol.

Hasta el último suspiro, limpiar hasta la última de sus lágrimas, aunque no quisiese ser él el responsable.

Park se movió lentamente, ni se atrevía a mirar la pantalla desde que el fantasma número dos se apareció frente a los chicos, cuando la películas a penas y llevaba unos veinte minutos.

Estaba tan avergonzado.

Al principio, pensó en cómo podía huir y puso el disculparse para ir al baño  y después inventarse que había quedado atrapado en él como una buena excusa. Pero después pensó en Baek y en lo decepcionado que estaría, en que quizá no querría volver a verlo nunca, o en qué pensaría que ChanYeol ya no estaba más interesado y de ese modo fue que decidió quedarse.

Lo triste del asunto era que había terminado quedando como un cobarde y todos sus malditos planes se habían ido al carajo.

Siquiera era él quien había deslizado uno de sus brazos sobre el pequeño. Ni el que había acariciado su mano hasta el final de la función antes de sugerir irse a un lugar más privado o llevarlo a casa.

Solo era el cobarde Park ChanYeol que le teme a las películas de terror y ya se imaginaba el golpe que le daría JongDae cuando se lo contase.

¡Maldito idiota! Diría. ¡Debiste elegir tú la jodida película! Añadiría antes de molerlo a palos. Aunque probablemente dejaría que se acurrucase con él después e intentaría consolarlo con palabras vagas como, un día, serás valiente como yo y tendrás a alguien como Minseok Hyung.

Aunque ChanYeol no quería a alguien como Minseok, pese a lo bien que le caía. Él quería a BaekHyun y a nadie más que a BaekHyun.

Y si por una estupidez como esa, perdía todas sus oportunidades, Park jamás se lo perdonaría a sí mismo.

Y al menos ahora tendría motivos para acusar a su mejor amigo también, porque si el tarado pensaba que no se había dado cuenta de su ruidosa presencia en la sala, entonces era idiota también. Tanto o más que ChanYeol.

No entendía la insistencia de ese hombre en seguirlo, enserio. Aunque seguramente había sido para prevenir algo como la escena de la que ahora formaba parte.

Oh, maldición. Pues no había ayudado en absolutamente nada.

—¿C-ChanYeol?

Sintió como el otro se removía e instintivamente se incorporó, abandonando el calor corporal del mayor.

El rojo escarlata cubría su cara por la vergüenza y sus ojos se abrieron por la sorpresa cuando notó que las luces comenzaban a encenderse. BaekHyun parpadeó en su dirección, preguntándose sí enserio el chico estaba tan sonrojado o la suya era solo una preciosa ilusión óptica por haber permanecido tanto tiempo en la penumbra.

—La película… —el del delineador tragó y repuso después. — La película terminó ya.

Terriblemente avergonzado, Park se apresuró a ponerse de pie pero Baek sostuvo su mano y lo mantuvo cerca.

Le temblaba todo el cuerpo por los nervios, aunque no debería dada la posición en la que habían permanecido prácticamente durante dos horas.

Los dos balbucearon palabras inentendibles porque en realidad ninguno sabía qué decir. El hecho era que Byun únicamente lo sostuvo a su lado porque quería seguir sintiéndolo cerca.

El abrazador calor de sus miradas los hizo agachar la cabeza casi al mismo tiempo. El pelinegro se frotó la parte posterior del cuello, con nerviosismo… — ¿Q-Quieres ir a cenar?

—¡No! — Park ni se lo pensó y exclamó, con las cejas fruncidas hasta el puente de su nariz.

Baek levantó la mirada más rápido de lo que canta un gallo y lo miró con sobresalto. Terror fue lo que recorrió sus venas… ¿T-Tan malo había sido? ¿No iba a pensarlo ni un poco?

ChanYeol al darse cuenta de lo que había dicho y caer en la expresión del bajito, se golpeó la frente con una palma y luego zarandeó la cabeza en negación a toda velocidad.

—¡No, no, eso no! Es solo que… — suspiró ruidosamente — M-maldición, se supone que sea yo quién te lo pregunte…

La exasperación y frustración dibujados en líneas profundas sobre el rostro del rizado, hizo que el corazón de BaekHyun se estremeciese de ternura está vez, tirando de las comisuras de sus labios hacia arriba y devolviéndole la seguridad al cuerpo.

Park se llevó ambas manos a la cabeza y se despeinó, desahogando su desesperación mientras Baek se ponía de pie.

—Se suponía que yo te abrazaría, que pagaría por las entradas, que tomaría tu mano en cuanto te viese… Y… Y… t-terminé cómo un cobarde, dejándote pagar por las entradas, dejando que tú tomases mi mano primero, Dios, lo he arruinado todo, l-lo he hecho todo ma-

De algún modo, el bajito se las había arreglado para tirar de sus hombros hacia abajo y poniéndose de puntillas, había logrado que sus labios alcanzasen la comisura de los ajenos, callando al grandote con un beso tímido pero prolongado.

Luego de haber logrado su objetivo, Baek se balanceó hacia atrás y volvió a pararse correctamente sobre el pequeño pasillo entre los asientos, guardando sus manos tras su espalda y mirando a ChanYeol con fingida inocencia.

El rubor en sus mejillas delataba la pena que estaba sintiendo, pero la forma en que obligaba sus pestañas a moverse arriba y abajo, no hacían otra cosa más que decirle al basquetbolista, que su chico era un coqueto…

Se llevó la diestra al lugar que había sido besado por su pequeño y una sonrisa boba se expandió por su boca.

Baek avanzó un paso y con su pequeña mano, entrelazó cada uno de los largos dedos del otro con los suyos.

—No importa, ¿sí? — Le espetó lentamente, levantando la vista y dedicándole una mirada segura al menor. —No tienes que ser perfecto, gigante, simplemente tienes que ser

El aludido pestañeó repetidamente, aturdido, pero su cabeza cayó en un asentimiento. Baek volvió a impulsarse rápidamente sobre la punta de sus pies para besar su mejilla.

—¿Vamos? Se me antojan unos pasteles de arroz, conozco un lugar fantástico.

No pudiendo resistirse a toda la ternura que ese pequeño era, ChanYeol lo atrapó entre sus brazos antes de que pudiese seguir moviéndose y estampó un beso en la redonda mejilla del bajito por primera vez.

Se miraron intensamente, uno, dos, tres, cuatro, cinco… sin parpadear.

BaekHyun abrió la boca para decir algo, pero se encontró a sí mismo sin palabras. Park tomó la iniciativa de salir de ahí también por primera vez, tirando de sus dedos siempre entrelazados.

—Vamos entonces, me encantan los pasteles de arroz.

 

 

 

- - -

 

Si alguien le preguntase a KyungSoo cómo fue que terminó encerrado en un cubículo de baño junto al insufrible de Kim JongIn, probablemente éste respondería que todo fue culpa del idiota de ZiTao y que el Maknae definitivamente iba a pagárselas después.

Poco sabía, sin embargo, que el panda realmente se encontraba en una situación mucho peor que la suya, pero eso no viene al caso en ese preciso momento…

La nariz suavemente tostada de Kai acariciando la nívea piel de su cuello, sí.

KyungSoo no tenía idea de en qué jodidos estaban exactamente pensando los arquitectos contratados para llevar a cabo el proyecto del cine cuando diseñaron cubículos tan condenadamente estrechos, lo que sí sabía era que después correría sangre y, si era o no inocente, era algo que a él simplemente no le importaba, porque nadie había pensado en lo mucho que él estaba sufriendo en esos momentos.

—Te lo advierto, Kim JongIn… Tienes cinco segundos para quitarme tu asquerosa nariz de encima.

Idiotizado como estaba, el moreno no pensó su respuesta y ronroneó. —Oh, pero KyungSoo Hyung, hueles tan bien…

Nunca habían estado tan cerca el uno del otro. Y, las pocas oportunidades que al moreno se le presentaban, no duraban más que un par de efímeros segundos. Ya le agradecería a Huang ZiTao más tarde, ese hombre se convertiría en su Dios.

¡Y pensar que hasta esa misma mañana no le agradaba!

¡Bendita sea la hora en que sus padres decidieron concebirlo!

KyungSoo se removió, únicamente consiguiendo que el más alto encontrara espacio para sus brazos alrededor de su cintura.

El rojo carmesí se apodero de la cara del bajito de inmediato. —¿Q-Qué demonios estás haciendo?

Kai ignoró el tono amenazante en su voz y lo atrajo más cerca de sí, enterrando con ímpetu su nariz en su cuello. Si iba a morir más tarde, entonces haría que por lo menos valiese la pena.

—No tienes idea de cuánto tiempo he esperado para poder hacer esto, KyungSoo Hyung.

Lo grueso de su voz y el ronroneo pastoso al final de su frase, hicieron que un escalofrío recorriese el cuerpo del más bajito de pies a cabeza.

Guardo silencio, sin embargo. Porque era inexplicable cómo las ganas de apartarse abandonaban levemente su cuello y sus hombros caían, sintiéndose repentinamente menos reacios.

Quizá era la forma en que JongIn estaba abrazándolo, como si fuese el tesoro más valioso en la tierra, como si no hubiese nada mejor. O Tal vez las cosquillas que le hacia en el cuello, atolondrándolo y haciéndole perder la cordura.

Porque si estuviese todavía un poco cuerdo, seguramente Soo ya hubiese hundido su codo en el marcado estómago del bailarín. Pero creía ya no estarlo, porque sus manos cosquilleaban y de pronto, la idea de girarse y permanecer abrazado a ese idiota, no le parecía tan mala.

Oh, joder.

Debía ser la maldita estrechez. Tal vez KyungSoo era claustrofóbico pero nunca se lo diagnosticaron. Dicen que la claustrofobia te transforma… Sí, eso debía de ser.

Las manos de Kai subieron lentamente por su torso, dibujando pequeños círculos al darse cuenta de que el otro estaba inmóvil bajo su tacto. Inconscientemente, golpeó su entrepierna hacia adelante, tocando con ella el bonito y redondo trasero que hace un rato había estado observando con ninguna buena intención.

En el momento justo en que eso sucedió, las perladas gotas de sudor comenzaron a descender por la frente del de labios acorazonados y se obligó a tragar toda esa saliva que no sabía que sus glándulas eran capaces de producir.

¿Q-Qué, demonios, había, sido, eso?

JongIn continúo ronroneando en su cuello, pero lentamente KyungSoo había pasado a estar contra la pared del estrecho cubículo. Entre la espada y la pared, literalmente hablando.

—¿Q-Qué demonios... c-crees que estás haciendo, Kim JongIn?

El aludido no respondió inmediatamente y el más bajito se mantuvo ocupado maldiciendo por lo bajo, primero porque había cometido el terrible error de tartamudear y segundo, pero mucho más importante, porque las acciones del bailarín lo ponían lo suficientemente como para perder el aliento.

¿Cómo se respiraba?

Esa estúpida cosa presionando sobre su trasero no dejaba a su cerebro terminar de procesar nada.

Oh, joder, joder... Sabía que le gustaba al moreno idiota pero no sabía que lo deseara tanto. Sabía que causaba ese efecto en las personas, pero no sabía que lo hiciese en él.

Un montón de imágenes poco claras e inocentes se abrieron paso en su mente cuando su cuello se humedeció.

Sus rodillas flaquearon, logrando que se volviese un ovillo contra la pared y, que por supuesto, Kim se aprovechase de ello como el negro criminal que era, tomándolo por la cintura y prácticamente sentándolo sobre su regazo cuando decidió usar el excusado como asiento.

—¡S-Suéltame ahora! — Exclamó bajito el ojón, girando el rostro para mirarlo porque se había cansado de que el pervertido estuviese haciendo de las suyas y él siquiera pudiese verle la jodida cara.

Un momento… ¿Y por qué iba a querer verle la jodida cara?

Se pasó una mano por la frente, limpiándose discretamente las gotas de sudor. Tan solo pensar en el rostro de Kai mientras abría sus regordetes labios para succionarle el cuello, hacía que se derritiese.

—Vamos, Hyung, creí que te gustaba…

Girándose sobre sus piernas solo lo suficiente como para verlo a los ojos con el ceño fruncido, KyungSoo replicó — Creí que te había dejado claro que no me gustas en absoluto.

Extrañamente y para su mala suerte, el color rojo sobre sus mejillas le quitaba credibilidad a sus palabras.

JongIn sonrió pero el de labios de corazón se le adelantó, cubriendo sus bonitos labios con una de sus manos para que guardase silencio. —¿O acaso es esto lo único que quieres? — Espetó desdeñosamente, moviendo su culo adelante y atrás sobre su regazo. — ¿Lo es?

Kai no respondió de inmediato, demasiado aturdido por las placenteras sensaciones que el más bajito se empeñaba en causarle.

Sus fuertes manos se cerraron sobre su cintura y pudo percibir un brillo de decepción alcanzando los ojos del mayor, pero sonrió de todas formas.

—Así que el lobo resultó ser igual que todo el pueblo… — El bajito murmuró con pesadez, sin cesar sus movimientos pero colocando en sus labios una mueca de amargura. — ¿Si te doy lo que quieres, finalmente vas a dejarme en paz?

Las manos del moreno se aferraron con fuerza a su cintura, forzándolo a detener sus tentativos movimientos. KyungSoo abrió la boca para protestar, pero JongIn tomó la mano que el otro había puesto en su boca entre una suya y luego se inclinó hacia enfrente para besarla con dulzura.

Sus ojos se encontraron mientras el menor repetía la acción un par de veces.

El de labios de corazón entreabrió la boca, incapaz de decir algo más.

Kai estrechó su mano con fuerza entre la suya y con la otra se aseguró de traerlo más cerca para que escuchase bien lo que estaba a punto de decir. —Lo siento, pensé que si nunca podría besar tus labios, al menos podría aprovechar la oportunidad y besar tu piel.

El ojón permaneció en silencio, JongIn le dedicó una bonita e irresistible sonrisa antes de abandonar su cintura para acariciar el filo de su rostro, aunque dubitativamente ya que nunca había tenido la oportunidad de estar tan cerca…

—Pero no es eso lo que quiero, Hyung, te quiero a ti.

El corazón del bajito se estremeció.

Una sonrisa a medias se trazó sobre su boca. — ¿A mí?

El moreno asintió lentamente, deslizando sus dedos sobre la suave piel de su mejilla. — A ti, Hyung. Enojado, triste o feliz… Con el uniforme o ropa de trabajo. Con botas o converse viejos. Con el ceño fruncido o una sonrisa. Te quiero a ti, justo como eres, sin cambiarte nada, porque si lo hiciese, Hyung, ya no serías la persona de la que me enamoré...

Al mayor se le pusieron los vellos de punta con cada una de sus palabras.

Su corazón desprendió a través de su sangre un mar de sensaciones entre placenteras y desagradables. Su inseguridad le gritó que no debía creerle, su amargura le aseguró que Kim JongIn era igual o más idiota que el resto de la población estudiantil, la voz de ZiTao en su cabeza le recordó que la vida no valía la pena vivirla sin riegos y su corazón, su corazón creyó solo un poco en sus palabras, impulsándolo a poner sus cortos brazos alrededor de la espalda de Kim JongIn.

Pudo sentir su pecho presionarse contra el ajeno y la calidez de su piel más allá de la ropa… Su corazón latiendo a toda prisa, sus latidos haciendo música para sus tan delicados oídos. Y pudo, finalmente, rozar también sus labios sobre la piel morena de su largo cuello y dejarse embriagar por el potente aroma masculino de su colonia.

Tal vez era la jodida estreches del maldito cubículo donde el desgraciado de ZiTao se había empeñado en meterlos, pero ahí, bajo las titilantes luces de un viejo baño seguramente a punto de fundirse, Do KyungSoo se permitió a sí mismo susurrar mientras dejaba un par de inseguridades salir de su boca a modo de preguntas…

—¿No eres como todos ellos?

JongIn rodeó su cintura y lo apretó más fuerte. Era tan delicioso…

—No lo soy.

—¿Lo prometes?

Una sonrisa autentica surcó los labios del bailarín. — Lo prometo, Hyung. Estoy tan enamorado de ti, lo he estado todo este tiempo…

KyungSoo escuchó las palabras dame una oportunidad de su ronca voz pero decidió guardar silencio. También los quedos nunca te arrepentirás, te haré muy feliz y quiero estar así contigo por siempre, Hyung, pero decidió que no había nada más cómodo que callar y continuar de ese modo.

Simplemente abrazando a Kim JongIn y regocijándose bajo las auténticas caricias de sus palabras de amor al oído.

Le creía. Solo un poco… Pero una gran parte de él, simplemente quería hacerlo.

 

 

- - -

 

 

Las envolturas de los pasteles de arroz descansaban sobre las piernas del basquetbolista.

El auto de BaekHyun era tan monstruosamente lujoso como se imaginó que sería. De esos deportivos que un chico sueña toda su vida con tener y que seguramente el más bajito ni había tenido que elegir.

ChanYeol había hecho una pequeña broma acerca de los pies de Byun apenas alcanzando el acelerador y el freno, ambos habían reído pero el karma había podido con el más alto cuando Baek le sugirió tiernamente manejar.

Y bueno, Park no podía manejar ni una bicicleta sin salir herido, no quería pensar en lo que le haría a ese precioso auto que seguramente no podría terminar de pagar en su vida entera como ciudadano promedio. Porque no, él no era pobre.

Habían comido estacionados frente a un parque porque el auto tenía aire acondicionado y afuera hacía demasiado calor como para pretender mantener una conversación decente.

Discutieron sobre las clases pacíficamente. El más bajito alegando que las matemáticas no iban a servirle para nada el resto de su vida, ChanYeol insistiendo en que toda materia tiene su aplicación. Se burlaron de la profesora de Química, expusieron sus puntos de vista sobre los reportes hechos a mano y los exámenes orales. Hablaron también de la clase de lengua. De lo difícil que a ambos les resultaba el inglés pero de lo rápido que ChanYeol había podido aprender chino y japonés.

Rieron por cualquier cosa, estando tan nerviosos como para contener el aliento tontamente cada vez que sus manos se encontraban buscando un poco más de sus bocadillos.

BaekHyun incluso le contó al basquetbolista sobre su adorada nana y eso ya decía mucho de sus sentimientos por el grandote.

—Nana Yeri llegó a casa cuando tenía cuatro. Aparece en todas mis fotos y es sorprendente cómo han pasado todos estos años y ella no ha cambiado en nada, a veces mi cocinera Bo Ah y yo bromeamos diciendo que es un vampiro como los de Crepúsculo que nunca envejecen.

A ojos del más alto no pasó desapercibida la forma en que los bonitos ojos delineados brillaron cuando mencionó la película aquella.

—Y… Supongo que te gusta mucho, ¿no?

—¿Mi nana o Crepúsculo?

ChanYeol río. —Ambas cosas…

El bajito asintió con una sonrisa que decía que realmente amaba poder hablar de cualquier cosa con el rizado. —Me gusta mucho de leer y ver películas, cualquier clase de novela rosa está bien para mí pero también me gusta la fantasía y la ficción. Sé que suena afeminado, pero he crecido rodeado de puras mujeres, cultas debo decir y amo la forma en que me criaron…

Park lo miró interesado, recargándose cómodamente en el respaldo del asiento y comenzando a enumerar con los dedos. —Yeri es tu nana, Bo Ah tu cocinera, Joy, SeoHyun y Seulgi tus asistentes… ¿Qué hay de T…Tiffany?

Baek, que asintió a cada una de las cosas mencionadas por el otro, sonrió intensamente por el simple hecho de que el gigante hubiese recordado todos los nombres de las personas tan importantes de quienes le había estado contando momentos atrás. — Sí, Tiffany, ella es la uhm, asistente de YiF… — se detuvo para rodar los ojos, recordando los constantes reclamos de su hermano mayor — Kris. — Repuso, inclinándose para tomar la mitad del último pastelillo tradicional.

El alto miró por la ventana cuando mencionó el nombre de su excapitán.

BaekHyun continúo con su cantarina conversación sin fijarse mucho en ello. — Tiffany es una gran mujer, es adorable y tiene muchos admiradores por doquier ya que es muy sexy y porque los viernes canta en un bar junto a SeoHyun, es grandiosa, deberíamos ir a escucharla alguna vez si quieres, pero… Lo admito, me da algo de miedo. Ahí fue donde conoció a esta mujer, TaeYeon, y ella no ha dejado de acosarla desde ese día, es algo bastante aterrador… Nunca la he visto sin usar esos lentes negros y chaquetas oscuras para el camuflaje, ¡no sé cómo puede con este calor!

Park río levemente ante las ocurrencias del bajito pero su sonrisa no llegó a sus ojos ésta vez. Baek, siendo tonto pero no tanto, alcanzó a percatarse de ello.

—¿Sucede algo? Podemos hablar de otra cosa, si te estoy aburriendo…

El alto tomó el último trozo de pastel de arroz con calma y negó con la cabeza, intentando resistirse a preguntar lo que tenía en la punta de la lengua para escupirlo de todos modos.

—Kris… él, ¿vive en tú casa?

Byun parpadeó, sin entender el rumbo de su pregunta. — Uh… sí, duerme en la habitación de junto, es un ruidoso.

ChanYeol masticó lentamente y asintió de la misma forma. BaekHyun comenzaba a impacientarse porque no le gustaba el misterio que de pronto los había envuelto.

—¿Por qué lo preguntas? Creí que era obvio.

“¿Obvio?” El basquetbolista abrió los ojos con sorpresa.

—¿L-Lo es?

El pelinegro lo meditó durante un segundo y luego asintió, haciendo un nudo con sus manos en su regazo. — Pues sí, entiendo que es mayor pero… Bueno, no es lo suficientemente independiente, Tiffany podría cuidar muy bien de él pero Nana Yeri es incapaz de dejarlo ir porque sabe lo desastroso que es, nuestro padre está de acuerdo con ella y…

El orejón paró todo, girándose de inmediato. No sabía cuándo BaekHyun había comenzado a hablar tanto y le gustaba pero la información que había escuchado era la suficiente.

—¿Tu padre?

Baek asintió dos veces. — Nuestro padre, casi nunca está en casa pero se hace lo que él dice de todos modos…

—¿Kris es tu hermano?

La confusión desdibujó el rostro del más bajito mientras asentía. Un segundo después, todas las piezas se acomodaron en su lugar al ver al gigante suspirar de alivio y suprimió una carcajada apretando los labios.

ChanYeol frunció el ceño.

Baek se cubrió la boca con ambas manos para amortiguar su risa. — ¡C-Creíste que era algo más!

Enfurruñado, el más alto se cruzó de brazos e hizo un irresistiblemente adorable puchero. Sus gafas casi se le caen y BaekHyun sucumbió ante la repentina necesidad de inclinarse hacía enfrente para acomodárselas.

—N-Nadie nunca dijo que fuese tu hermano.

Baek movió lentamente sus dedos en círculos sobre el costado de su rostro. — ¿Estabas celoso?

ChanYeol tembló bajo su tacto y pregunta directa, pero terminó asintiendo de todos modos. — T-Tal vez…

El pequeño sonrió, zarandeando solo un poco la cabeza. — No somos hermanos de sangre, por eso él es Wu y yo soy Byun, pero es mi hermano aquí. — Señaló su pecho y volvió su vista al frente.

El gigante no quiso preguntar más ante la repentina aura nostálgica en que su acompañante se hundió. Pero esa noche, BaekHyun condujo hasta su casa relatándole algunas cosas importantes de su familia en voz baja, y ChanYeol escuchó muy atentamente, entrelazando su mano con la del bajito cuando éste coloco la suya sobre su pierna, estrechándola con fuerza porque estaba seguro de que había cosas que no le gustaba demasiado recordar.

Y así fue como cuando se detuvo frente a su casa, BaekHyun se giró con una adorable sonrisa para despedirlo.

El más alto se deshizo del cinturón de seguridad y suspiró, no pudiendo creer que su primera cita hubiese llegado tan pronto a su fin. Había sido simplemente maravillosa.

Divertida, absurda e incluso irritante, pero ninguno de las dos la hubiese cambiado de haber tenido la oportunidad.

Cuando abrió la puerta, Baek dejó escapar sus dedos y ChanYeol pensó que era hora de partir.

Pero BaekHyun se inclinó solo un poco sobre el asiento para rodearlo con sus manos y esconder su rostro en su pecho. No era una posición muy cómoda, estando ambos todavía sentados y dentro del auto, pero nuevamente, a Park le gustaba lo que había.

—Gracias por escuchar… Me convierto en una criatura parlanchina cuando me siento feliz.

ChanYeol sujetó su rostro con cautela cuando intentó alejarse y lo miró fija e intensamente. — ¿Eso quiere decir que hice algo bien?

El bajito parpadeó y ladeó la cabeza en confusión.

—¿Te hice sentir feliz?

Feliz, sí. Felicidad era lo que sentía calentándose en su pecho cuando estaban juntos.

Baek se mordió los labios y sintió los desgarradores latidos de su corazón resonar por todo su cuerpo. Asintió con timidez, dejando que una leve sonrisa se apoderase de su boca.

El menor también sonrió. — ¿Me dejarás hacerte feliz más seguido, entonces?

El de los ojos delineados asintió con la cabeza y lo último que supo, fue que ChanYeol se despidió con un beso en la mejilla antes de salir y cerrar la puerta.

Mentiría diciendo que no deseaba que hubiesen sido sus labios, pero BaekHyun estaba dispuesto a esperar por ellos porque sabía que cuando sucediese iba a ser increíble.

El gigante se giró en la puerta de su casa y agitó la mano para decir adiós.

Baek esperó a que estuviese dentro antes de arrancar dejando escapar un suspiro más de sus labios. Por supuesto que iba a dejar que lo hiciese feliz más seguido, si por él fuese no lo hubiese dejado ir esa noche ni ninguna otra…

—Buenas noches, gigante.

 

 

- - -

 

 

Algunas veces, Tao se preguntaba muy severamente si estaba enamorado.

Todo lo contrario que él, Wu Yi Fan siempre fue muy honesto con lo que quería.

Al principio, cuando sus encuentros eran escasos y se resumían a miradas tímidas del pelinegro más joven bajo el flequillo, Tao estaba completamente seguro de que ninguno de los dos se imaginó a dónde iba a ir a parar su relación.

Pero la admiración que el pequeño panda sintió siempre por ese peculiar Gege lo impulsó a sentarse muy cerca suyo en aquella fiesta del equipo de baloncesto a la que extrañamente, tanto él como sus amigos, habían decidido asistir.

Por aquellos entonces, YiFan llevaba un par de meses con la actitud distinta. Fue pronto que se convirtió en una persona más callada, dejando las estupideces en que su vida solía resumirse y, teniendo cuidado de que nadie se percatase de ello, ZiTao había observado cautelosamente cómo comenzó a seguir con la mirada muy atentamente a Zhang Yixing.

Y fue probablemente por ello también, o quizá la inevitable curiosidad, pero aquella noche, el menor le dedicó una fugaz sonrisa antes de entrelazar tímidamente sus dedos con los ajenos.

Kris jamás se había mostrado sorprendido al respecto, incluso si ese día llevaba un par de copas encima. Tao no sabía si era amor o no, lo único que sabía, era que le gustaba la sensación de esos cálidos y largos dedos envolviendo su delicada mano. Y la fragancia masculina del mayor en sus fosas nasales, drogándolo con su aroma mientras su boca rozaba su cuello.

Nunca fue algo que tuviesen que hablar, por lo menos no claramente.

No amor, había sido la única condición.

Tao siempre supo que lo suyo no podía ser nada oficial.

Porque cuando Kris lo pegaba contra una pared y succionaba su cuello, no podía permitir que nadie viera. Porque cuando sus dedos llegaban a juntarse, era únicamente en la oscuridad. Y cuando las mejillas del panda ardían tanto y un gemido se escapaba de sus labios pronunciando después su nombre, YiFan siempre lo callaba con un prolongado beso.

Y nunca hubo sentimiento alguno de por medio. O al menos no de parte del Wu, porque cada vez que el mayor lo tocaba, Tao sentía que podía tocar el cielo con la punta de los dedos.

Lo cierto era que, a esas alturas, con la vista nublada y un excepcional desenfoque en sus sentires, Tao no podía decir que estaba enamorado pese a tenerlo en la punta de la lengua.

Lo forzaba a deslizarse nuevamente sobre su garganta y después lo tragaba, enterrándolo en lo profundo de su ser. Porque no podía permitirse perder a Kris y, aunque le gustase muchísimo soñar, en el fondo él lo sabía…

Sabía lo que pasaría.

Y ya jamás podría sentir la textura de la rodilla de YiFan ascender por la helada pared a sus espaldas, ni su entrepierna ser sutilmente presionada por ella. La cárcel en que los largos brazos del Wu se convertían alrededor de su delgado cuerpo, simplemente caería. Y ya no podría escuchar sus prolongados suspiros en el oído, incluso aunque nunca dijese su nombre… Ni regocijarse bajo las caricias de sus manos sobre su torso, sus labios recorriendo lentamente su frente, su nariz, su boca, su barbilla…

Y Tao no estaba seguro de poder vivir sin esa su adicción. Sin su necesidad. Sin el amor correspondido que se lo follaba silenciosamente en el primer armario que encontrase, el que en raras ocasiones giraba la vista en el pasillo y dibujaba una sonrisa sobre su rostro cuando se encontraba él. Sin YiFan.

Pero la angustia y el miedo a perderlo se transformaron desgarradoramente aquella tarde de fiesta. El día de la graduación en que él simplemente ya no pudo seguir tragando. En que la necesidad se volvió desesperación ferviente reflejada en sus mejillas ardientes y salió de su boca en forma de una locura.

Sabía que atreverse a pedir hablar con él frente a su familia, era estúpido. Pero Kris lo despeinó con cariño por primera vez en público y asintió sonriente.

Tao tan solo esperaba que Yixing no hubiese aceptado salir con él finalmente, porque era ese pensamiento precisamente él que clavaba tan ferozmente sus uñas en la espalda de YiFan mientras se hundía una y otra vez en él sobre la cama.

Zhang Yixing.

El estúpido y mentiroso bailarín con cara de no matar ni una mosca.

El causante de las inseguridades de su amado, aquel responsable de su corazón roto y desolación, él mismo que llevó a Kris a sus brazos. Y Tao… Tao no dudaba en decir que lo odiaba, porque no importaba lo mucho que adorase estar con YiFan, el precio de que no lo amase de vuelta y únicamente terminase sufriendo, era demasiado alto.

—¿Qué pasa? — El alto inquirió un poco demasiado despacio.

El sonido de su voz, la melodía de sus amaneceres, sonaba más bien como el órgano tocando una canción fúnebre.

El menor levantó la mirada tímidamente, como cada vez que estaban juntos. Porque Tao podía ser rudo y grosero con el mundo entero, pero siempre era YiFan quien lo transformaba.

—Gege… T-Tengo que decirte algo.

YiFan se acercó, acorralándolo como en cada uno de sus encuentros. Levantando sus manos para llevar las suyas contra la pared y presionando ligeramente su cuerpo contra el suyo.

Pronto Tao pudo sentir su respiración tranquila contra su cuello y la sensación de su recta nariz sobre su cuello, le hizo cosquillas.

—¿Es importante, Tao-ssi? Porque se me ocurren un par de maneras en las que podrías hacerme un regalo… — Murmuró lentamente, deslizando suavemente sus pequeños labios sobre su piel expuesta. — De graduación y despedida, quiero decir — repuso con voz firmemente seductora.

Pero ZiTao no tuvo tiempo de hacer sus rodillas flaquear, como solía. Toda su mente se concentró en la única palabra a la que tanto había estado temiéndole…

Despedida.

Si tan solo Kris hubiese sido suyo, si tan solo le hubiese correspondido… Tao sabe que jamás hubiesen tenido que decir adiós.

El menor apretó los ojos y cerró los puños bajo el tacto de los dedos de Kris, evitando que lo tomara. El alto, que había comenzado a abrirse paso entre sus piernas, alejó un poco el rostro en confusión.

Era un armario y estaba oscuro.

ZiTao no podía verlo, pero lo conocía, lo conocía lo suficiente como para saber que su ceño estaba fruncido. Kris siempre lo hacía cuando tenía preguntas y no sabía cómo expresarlas.

—¿Tao-ssi?

—Es importante. — Titubeante, el más bajo respondió y agachó la cabeza.

No quería mirar cuando las palabras brotaran de sus labios.

Si YiFan iba a marcharse, ver su espalda dibujada contra el reflejo de la luz del pasillo era algo que simplemente no quería recordar.

—Está bien… —Wu se alejó, guardándose las manos en los bolsillos al no saber qué más hacer con ellas. — ¿Qué es eso tan importante, uh?

Tao gimió, conteniendo la respiración mientras se mordía los labios con fuerza.

Los segundos transcurrieron, pero la falta de oxígeno en su cerebro causó el efecto que precisamente iba buscando. Y no tuvo que pensar en ser valiente, ni en consecuencias o privilegios, porque simplemente no pudo hacerlo… Y solo entonces, las palabras brotaron naturales aunque quedas, tanto, que YiFan se inclinó un poco hacía abajo, interesado…

—¿Tao-ssi?

Oh, le hubiese gustado poder haber escuchado más claramente eso. Porque aunque no lo sabía en ese momento, más tarde se daría cuenta del hecho de que no iba a volver a escuchar su nombre ser entonado de esa cariñosa manera.

Me gustas mucho.

Silencio.

—Me gustas mucho.

Uno.

—Me gustas mucho…

Dos.

—Gege, en verdad, me gustas un montón…

Tres.

—Lo siento mucho, pero e-en verdad, YiFan gege yo…

Un sonido se escapó de los labios del mayor. Algo parecido a una risa omisa o un gemido atroz, Tao no podía estar seguro de ello.

Y entonces, solo entonces, sus ojos llenos de lágrimas miraron arriba, arrepintiéndose casi al instante de haberlo hecho.

YiFan estaba riendo un poco. —Deja de bromear, Tao, te dije que no te enamoraras de mí.

Las lágrimas cayeron mientras su corazón terminaba de caerse en pedazos.

Y siempre lo supo, que no podía ser nada oficial… que no podía ser enserio, que estaba inventándose un cuento en su cabeza y que no era real. Nada.

Ni las caricias. Ni los besos lentos cuando todo había terminado. Ni las miradas intensas en la oscuridad. Nada de lo que su absurdo corazón se había empeñado tanto en creer.

Y no era más Tao-ssi, de todos modos.

Y tuvo que mirar la espalda de Kris cuando abrió la puerta para marcharse y un bufido exausto. Pero sus lágrimas no dejaron de caer cuando el basquetbolista se marchó, ni tampoco cuando el tiempo transcurrió…

Tao pudo haber llorado cerca de mil años y, era eso precisamente, lo que hacía que se hiciese una nueva pregunta en el presente.

¿Estaba realmente limpio?

No.

Si no sentía nada por Kris, ¿qué hacían sus rodillas temblando de ese patético modo? Y su nariz, cayendo ante la tentación de su antigua droga, regocijando sus pulmones y endulzando sus mejillas con un fuerte color rojo.

¿Qué hacia su boca temblando bajo el recuerdo de sus largos dedos que había extrañado tanto? ¿Y por qué no podía seguir negándoselo a sí mismo? Que había esperado por él, que deseaba cada noche que el rechazo no hubiese sido nada más que un sueño, que todavía maldecía a Zhang Yixing cada vez que lo veía,  que no había podido dejar de ver su número escrito en la pantalla de su teléfono móvil ni una sola vez desde su regreso…

La piel de Kris sobre sus labios no era un sueño.

Era real. Tan real cómo sus pestañas perladas por agua salada. Tan real como que Tao quería mandarlo todo al demonio por abrazarlo… Por decirle…

Tao-ssi…

Ahí estaba, de vuelta y tan cerca.

Su respiración una vez más contra su rostro. La calidez de su aliento empapando las mejillas por las que ya habían comenzado a rodar lágrimas…

Lo había extrañado tanto.

Y era estúpido y masoquista, pero tampoco podía luchar contra ello. Estaba cansado. Agotado. De mentirse, de escapar, de culparse, de intentar olvidar…

Kris no podía amarlo de todas formas.

Y él era solo Tao, el mejor amigo de su hermano a quién hirió y con quién  no podía mantener una relación estable sin antes disculparse. El estúpido chiquillo con el que tuvo sexo una y otra vez para saciar su curiosidad y terminó enamorado. El chino imbécil con el que fue claro siempre y confundió las cosas…

Demonios, ojalá la verdad no fuese tan dura ni doliese tanto.

—Tao-ssi — repitió quedamente, apartando lentamente su mano de su boca y añadiendo una más a su rostro para limpiar sus escurridizas lágrimas. — No llores…

¿Tenía derecho a pedirlo?

—Lo siento tanto…

¿Qué tanto?

—Fui un imbécil, yo-

¿Cuánto tiempo exactamente le había llevado reconocerlo? ¿Lo era realmente? ¿O el único imbécil ahí, era ZiTao?

Kris suspiró… —Sé que no hay palabras que puedan remediar lo que he hecho, pero yo, Tao, realmente quiero…

¿Compensarlo? ¿Pedir perdón?

Sus emociones estaban nubladas nuevamente y su cuerpo se calentaba. Pero no había una flexible rodilla entre sus piernas causándolo está vez, ni largos dedos tocando puntos débiles, tampoco labios compartidos o amargos amores asquerosamente no correspondidos.

Nada.

Nada más que ira. Subiendo desde la boca de su estómago y apoderándose de su pecho, que subía y bajaba mientras respiraba.

—Quiero que seas tan feliz… —Respiró pesadamente sobre su cara, inclinando un poco la cabeza. El menor pudo sentir esa gloriosa nariz deslizarse sobre su empapada mejilla.— Dios, deseo tanto traer el doble de la felicidad que te quité.

Por primera vez, fue el turno de Tao para reír.

Y de nuevo no podía verlo, pero ya se imaginaba el fruncido ceño fruncido de su examante.

—¿Me quitaste felicidad?

Todavía pegado a él, Kris parpadeó. —¿U-Uh?

La diestra de Tao subió por su pecho, trepando por su cuello hasta caer sobre el rubio cabello de Wu. Luego descendió lentamente, acariciando su frente y definiendo el perfil de su cara con la yema de sus dedos antes de detenerse sobre su afilada mejilla.

—Gege… No me has quitado nada.

—P-Pero…

—¿No es cómo si no hubieses sido claro desde el principio, o sí?

Agradecía tanto la penumbra que le daba tantas fuerzas para hablar del modo en que lo hacía. Estaba seguro de que si los ojos de YiFan estuviesen en ese momento sobre los suyos, no encontraría ni una pizca de credibilidad en sus palabras.

Tao tragó duro y fue cuidadoso al reponer su voz. — Soy el dueño de mi felicidad, siempre tuve todo controlado. — Mintió, tomando ahora el rostro del más alto entre sus dos manos y frotando lentamente sus pulgares contra su suave piel. — Soy feliz ahora, Gege, tan feliz…

Usó las puntas de sus pies para impulsarse sobre el suelo y alcanzar al basquetbolista. Sus narices se rozaron con suavidad.

Podía sentir su dulce aliento mezclándose con el suyo.

Sus respiraciones agitadas, casi podía palparlas con cada una de sus manos.

El cuerpo de Kris estaba vibrando, era tan sofocante no saber el por qué.

—Gege, soy feliz. — Volvió a murmurar, tragándose sus propias mentiras para darse a sí mismo seguridad. Las lágrimas no podían dejar de rodar por sus mejillas, porque el dolor era algo que no era capaz de controlar. — Todo este tiempo, estuve esperando verte para decirte esto…

Sus labios tocaron la comisura de los ajenos, moviéndose sin sanidad. Era una locura estar tan cerca y tener que mantener el control. Eran tan grandes las ganas de olvidarlo todo y simplemente besarlo.

Pero no podía y se lo recordó a sí mismo mientras presionaba sus ojos cerrados… Simplemente no podía.

—¿Qué es?

La voz de su YiFan era tan ronca como cuando murmuraba aquellas incongruencias sobre sus oídos y su pesado cuerpo terminaba cayendo sobre el suyo.

“Oh, no, Tao… No es tu YiFan, nunca lo fue…”

Una incontable lágrima tras otra y tantas ganas de no decir nada.

Un suspiro se le escapó antes de pronunciar lentamente lo que parecía más una sentencia para él que para Wu. — Te dejé ir.

“Voy a dejarte ir”.

—Lo hice.

“Está vez lo haré”.

—Me olvidé tanto de ti…

“Sé que puedo hacerlo”.

No podía titubear. —que también olvidé por qué necesitaba hacerlo.

Aire se escapó de la boca de Kris, como si lo hubiese estado conteniendo. Tao presionó las puntas de sus pies con firmeza y finalmente lo hizo.

Ladeó el rostro y tocó sus labios con los suyos.

Era apenas un roce. Algo sin el mínimo indicio de movimiento… Pero potentes descargas eléctricas recorrieron los cuerpos de ambos.

Tao presionó las mejillas de YiFan, asegurándose a sí mismo que esa sería la última vez que probara sus labios. Que ya que lo suyo jamás pudo ni podría ser, despedirse de la forma correcta, era lo justo. Tomar un poco de aquello por lo que tanto estuvo esperando, no estuvo mal.

El beso que nunca llegó un año atrás. La despedida que nunca tocó sus cuerpos.

El paso que se saltó, sin el cual le era imposible concluir una historia.

Las fuertes manos de Kris sujetaron su cintura y su potente cuerpo se situó sobre el suyo, regresando sus talones al suelo y agachando su cabeza estirada. Presionando más fuerte y ladeando la cara en la dirección opuesta…

El agua salada que todavía corría libremente por las mejillas de Tao bañó sus bocas, dándole un toque nostálgico al beso.

Kris mordió su labio inferior y los labios de Tao se abrieron mientras se convencía de que estaba bien, de que era el último…

Sus lenguas se reencontraron después de lo que pareció ser una década, recibiéndose la una a la otra con familiaridad y estímulo, bañándolos con una sensación de vértigo y sacudiendo vigorosamente sus estómagos.

YiFan lo empujó levemente contra la pared, intentando levantarlo por la cintura sin separar su lengua enredada en la suya. La cabeza de Tao se echó hacia atrás cuando el pensamiento de que lo que hacía estaba mal, llenó de alertas su cabeza.

Pero Kris no podía dejar de repetirse que Tao simplemente no podía estar hablando enserio.

Y apenas mantenía las lágrimas dentro de sus ojos, pero sabía que estaba a punto de estallar en ellas. Y no había forma de que dejase ir a su pequeño Tao-ssi, porque era egoísta y absurdo, pero Tao no podía ser feliz sin él…

No podía.

—Kris… — Tao ahogó un suspiro cuando el otro volvió a besarlo con descontrol. — gege — terminó por gemir, intentando concentrarse en mantener sus pies literalmente sobre la tierra.

Maldición…

No podía soportar más de un segundo con sus labios lejos de los del menor, pero YiFan se arriesgó solo un poco para estrellar su puño contra la pared tras su cabeza. — Maldita sea, no puedes estar hablando enserio…

Sus palabras devolvieron al panda a la tierra, logrando que rápidamente comenzase a forcejear para zafarse de su agarre. Pero incluso con una sola mano sobre su cintura, Tao no podía escapar.

—Tus labios no pueden mentirme.

El menor intentó reír. —Lo hicieron durante muchos meses, por lo visto, porque jamás te diste cuenta de que…

El puño volvió a estamparse contra la pared, logrando que el más bajo diese un respingo. —Fui un imbécil, lo admito. Un jodido idiota de mierda, Tao… Nada de lo que haga podría cambiar eso, pero maldita sea, no puedes engañarme ahora.

Su pulgar e índice aprisionaron la afilada barbilla del aludido. — Incluso en la oscuridad, sé que sigues queriéndome, sé que no vas a ser feliz si no es conmigo.

Los ojos del menor se abrieron con sorpresa.

“¿Conmigo?”

¿No era lo único que Kris buscaba una jodida disculpa?

Los labios del otro estaban relativamente cerca, lo suficiente como para robarle un traicionero suspiro. ZiTao se concentró en recordar cómo respirar y obligó a sus pulmones a funcionar debidamente, no podía decir lo mismo de sus rodillas, sin embargo.

—E-Eres un maldito pedante.

Kris lo besó una vez más, ahogando el sabor amargo de sus palabras y después presionó su rostro contra el ajeno con ímpetu. —Lo soy… Lo soy, pero no me equivoco.

Tao volvió a forcejear sin lograr moverse ni un solo centímetro. No podía creer que se volviese tan débil estando con esa persona…

—¡Déjame ir!

—¿Eso quieres?

—¡Sí!

Kris respiró agitado, apartándose solo un poco. — Bien, pero dímelo mientras me miras a los ojos.

Todo el cuerpo de ZiTao se estremeció, repleto de sensaciones.

Tanteó casi inmediatamente el brazo del más alto, que seguramente iba en busca de un apagador y la adrenalina se deslizó sobre sus venas. Y quién sabe, tal vez fue precisamente eso lo que le devolvió la fuerza.

Porque recordó exactamente cómo hacer una de sus acrobacias y, de un instante a otro, sus largas piernas estaban saltando sobre la inmaculada espalda del alto y las puntas de sus pies deslizándose hasta la puerta.

No podía permitir que lo viese llorar... Nada iba a importar si lo veía.

Todo el cuento que recientemente había creado, iba a terminar cayéndose en pedazos.

—¡Joder, Tao!

—¡Hazme un favor y olvida que esto sucedió, quieres?!

La respuesta era no y, aunque se lo hubiese pedido de la manera más cuidadosa posible, Kris hubiese terminado negándose rotundamente.

Pero el panda no permitió que hablase más y abrió la puerta, dejando que el escandaloso reflejo de la luz azul del pasillo le encandilara los ojos, por lo que no pudo ver claramente su rostro cuando el otro se giró.

—Te olvidé, soy feliz… — repitió, aunque las palabras parecían más para él mismo que para el basquetbolista.

Todavía sintiéndose jodido por el golpe que el menor le había dado en el estómago con la rodilla para saltarlo, Kris sonrió y se incorporó para asegurarse de que el otro lo escuchase antes de que se marchara.

—Te creeré si me miras cuando lo dices la próxima vez…

Tao, con la puerta lista para ser cerrada y las palabras qué te hace creer que habrá una próxima vez picándole los labios, espero un segundo, repentinamente ansioso, entre dolido e interesado en que el otro terminase su frase.

—Y si no lloras mientras lo haces, entonces te dejaré.

Kris escuchó el clic de la puerta al cerrarse y suspiró, recargando su amplia espalda contra la pared antes de deslizarse para sentarse en el suelo.

Tao, incapaz de moverse del otro lado, recargó la frente sobre la puerta y sintió su corazón martillear en sus oídos.

Ese maldito órgano estaba latiendo como loco.

 

 

- - -

 

 

SeHun mordió nuevamente su deliciosa hamburguesa triple y le dio un prolongado sorbo a su coca cola grande.

Su preciosa adquisición llevaba mayonesa, lechuga, tomates, pepinillos, triple carne, cuádruple queso amarillo, dos capas extras de tocino, cátsup, mostaza y una gran variedad de salsas picantes. Todavía no podía creer que la octava maravilla del mundo estuviese a la venta y, todavía peor, que le cupiese en la boca.

Saboreó otro bocado, deslizando su lengua fuera de su boca para limpiarse los labios que terminaron bañados en salsa.

Luego usó sus dedos cuando se dio cuenta que su lengua no alcanzaba para limpiar los rastros y chupó cada uno de ellos con una lentitud detallada, no perdiéndose detalle, deleitándose con el sabor.

Solo cuando se llevó un par de papas fritas a la boca y volvió a morder su precioso tesoro, un foco se prendió dentro de su cabeza.

¿Seguía Xi LuHan en el baño?

Con los mofletes llenos de comida, mascó mientras buscaba su móvil para ver la hora. Pasaban de las ocho y lo había perdido de vista ya muchas horas atrás.

Se encogió de hombros luego de revisar que su historial de llamadas estuviese limpio y volvió su atención a esa deliciosa hamburguesa, exquisita y maravillosa.

Oh, él podría casarse con esa hamburguesa.

Quizá fue su imaginación, pero le pareció escuchar un grito ahogado a lo lejos.

—¡Do KyungSoo, yo te maldigo!

Quién sabe, había cada loco por los centros comerciales en esos días.

 

Notas finales:

-Se cubre y espera a que lancen la primera piedra-

Hola //uwu

Primero que nada, quiero decir que estoy terriblemente avergonzada. Yo dije que actualizaría el sábado de hace mucho  y hoy es sábado pero no es el día que prometí hacer actualización. Ya estarán cansados de mis disculpas pero de verdad lo siento mucho u.u la presión ha podido conmigo últimamente. Soy una máquina de tareas y también de estrés. Fue repentino, pero enserio perdí la inspiración. Hacía tiempo para sentarme frente a la compu y bang, pasaba como dos horas sin poder escribir ni un solo párrafo que me gustara. Tenía las ideas pero no la forma de desarrollarlas y no quería hacer un capítulo malo si ya los había hecho esperar. Así que solo hice que esperaran un poco más.

No voy a decir que actualizaré en determinada fecha. Espero con todo mi corazón poder hacerlo esta semana, pero no puedo decirlo a ciencia cierta porque tengo Examen de la unidad más importante de Cálculo y dios, ustedes ya saben que el Cálculo me mata, puede conmigo y que no le entiendo nada a Integral. NADA. Solo espero poder pasar :(

También quería decir algo importante(? En determinado momento, me pregunté a mí misma si estaba haciendo mal las cosas en la historia, poniendo mucho de las demás parejas, quiero decir… Luego me recordé que este es mi estilo y está es la forma en que hago las cosas. No voy a cambiarla y espero que se queden conmigo pese a ello.

En fin, espero no haberlas decepcionado y, ahora sí, este será el capítulo máaas largo. No pude cortarlo más porque no hubiese salido bien, pero si moví escenas que tenía planeadas para aquí al siguiente capítulo.

Gracias por tenerme paciencia :C Espero todavía tener lectores.

Estaré respondiendo a sus reviews lentamente porque lo haré por mi móvil y soy lenta escribiendo <3

Mucho amor y besitos gheis para todos.

 


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