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Blank Space. por MitcheKiller117

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—Diálogos.

Puntos a remarcar.

"Mensajes de texto".

Palabras escritas.

.

 

Gracias por la paciencia infinita y una disculpa enorme por la espera.

¡Feliz cumpleaños, Sasu, sí, tú! ♥

So it’s gonna be forever or it’s gonna go down in flames.

- - -

 

Sorprendentemente para el mes en que estaban viviendo, no hacía calor cuando el coche se estacionó frente a la banqueta del Instituto esa mañana.

El hecho de que YiFan hubiese decidido usar el suyo por cualquiera que fuese el motivo o razón, solo había logrado provocarle a BaekHyun extrañas sensaciones placenteras en el estómago, cada vez que sus dedos rozaban el cuero bajo su cuerpo, recordando claramente cómo Park estuvo sentado sobre el mismo asiento copiloto forrado de negro ahora asistido por su persona un par de noches atrás.

Comparada con otras, la suya estaba siendo una mañana inigualablemente tranquila y, aunque realmente era de extrañar, Baek estaba demasiado ocupado soñando despierto en un principio como para reparar en ello.

YiFan terminó de parquear el auto y no apagó el motor en esa ocasión, advirtiéndole así a su hermano menor que era hora de bajar y asistir a sus clases con puntualidad.

Un aura sombría llevaba emanando de su cuerpo desde que BaekHyun le vio por primera vez la noche del sábado, después de su cita y, de lo que él no sabía, había sido un reencuentro desastroso con su mejor amigo.

El alto recargó la cabeza contra el cristal, mirando fijamente algún punto en el grisáceo firmamento, como si fuese la cosa más interesante en el universo o como si simplemente no tuviese ganas de moverse.

Al principio, el menor había asociado el comportamiento de su hermano mayor con la pereza matutina pero, girando la cabeza para despedirlo como acostumbraba, se dio cuenta de lo depresivo que el rostro de YiFan en realidad lucía…

—Oye… — Baek sacudió su gran hombro amistosamente con una pequeña mano.

El alto siquiera se molestó en dedicarle una mirada interesada. Las nubes en el cielo se aglomeraban tan catastróficamente como sus emociones dentro de su cerebro. Daba la impresión de que si no las controlaba… una tormenta terminaría arrasando con todo a su paso, lo más estable, incluso.

—¡YiFan, oye!

El aludido finalmente meció la cabeza, girándola solo un poco momentos después. — ¿Qué dices?

La indiferencia en su voz, le causó un escalofrío a Byun, quien de inmediato frunció el ceño en dirección al más alto, reprendiéndolo con la mirada. — Estaba preguntándote si te encuentras bien.

Sus ojos se encontraron por un efímero instante antes de que el antiguo basquetbolista volviese a fijar la vista en el cielo, asintiendo lentamente antes de recargar una vez más la cabeza contra el cristal.

BaekHyun lo miró preocupado.

No le creía nada pero, mirando su reloj, se dio cuenta de que si seguía insistiendo, lo único que terminaría consiguiendo sería llegar tarde. Y peor aún. Sin una respuesta certera todavía dada.

Un suspiro se le escapó de los labios cuando tiró de la puerta hacia afuera para abrirla, dedicándole una última mirada de advertencia al mayor antes de bajar. — Ten cuidado, ¿sí? Te espero en la tarde y, YiFan…

Ante el llamado bajo su antiguo nombre, el aludido apenas y giró el rostro mientras pegaba las manos al volante.

BaekHyun le sonrió, mostrándole apoyo y un pulgar medio alzado hacia arriba. —Sea lo que sea, estará bien.

La puerta se cerró con un ruido que el más alto no oyó.

Su hermanito saludó a alguien cerca de la escalera en la entrada y sus ojos no pudieron apartarse de inmediato de esa cabizbaja figura.

Llegaba solo esa mañana, lucía quizá un poco más ojeroso de lo normal y YiFan apretó el volante con impotencia cuando un largo brazo se apoderó de sus caídos hombros.

Ese niño, Oh SeHun, parecía no tener límites.

Y lo peor del caso, era que YiFan no estaba en condiciones de bajar del auto y armar un drama al respecto.

Solo deseaba que su hermanito estuviese teniendo razón. Esperaba que todo terminase estando bien.

 

- - -

 

 

Cuando se agitó al subir las escaleras del primer piso, BaekHyun llegó a la conclusión de que definitivamente necesitaba ejercitarse para poner su cuerpo en forma.

Y no era que fuese un holgazán durante el día, pero tampoco un deportista escultural. Bueno, quizá sí era un holgazán después de todo. Pero ver películas mientras comía palomitas, devorar las deliciosas golosinas preparadas por Bo Ah y acurrucarse a comer los increíbles festines que le traía su nana como postres, también debía comenzar a ser considerado deporte, así BaekHyun ganaría un primer lugar por una vez en su vida.

Aunque se había percatado ya de la susodicha medalla por comer Nutella en exceso y estaba definitivamente trabajando duro para poder obtenerla.

Se acomodó rápidamente el flequillo negro, percibiendo humedad en el clima pese a las nubes grisáceas trayendo consigo un ambiente templado a la ciudad.

Una perlada gota de sudor resbalaba por su nariz en el momento exacto en que el tiempo se detuvo.

Y, seguramente, a nadie le hubiese gustado que el tiempo se detuviera mientras una asquerosa gota escurre por tu nariz. Pero BaekHyun lo olvidó por completo, así como olvidó también cómo se llamaba y todos los torpes progresos que había tenido con su gigante ese mismo fin de semana.

Progresos que involucraban tímidos buenos días escritos en un mensaje de texto. O pequeñas caritas con la trompa bien parada, dispuestas a lanzar besos por montón.

BaekHyun todavía no podía creer que existiese un ser tan celestial como el que sus ojos observaban. Y lo mejor debía ser, que venía a gran escala y, oh joder, era suyo. Absurda y malditamente suyo.

ChanYeol detuvo sus pasos antes de arrollar al más pequeño con ellos.

Sus miradas permanecieron fijas la una sobre la otra antes de que un divertido titubeo se le escapase al menor de los labios de forma estúpida. Solo entonces, Byun agachó la mirada y se cubrió la boca con ambas manos antes de reír.

El rostro de Park ardió en vergüenza y se jaló uno de los infinitos rizos con cautela, como si pretendiese ocultarse bajo algo tan pequeño como eso.

—B-Baek…

Una de las manos del pequeño se deslizó sobre el torso del otro, bajando lentamente hasta alcanzar uno de los bolsillos delanteros del holgado pantalón escolar que el rizado estaba llevando, y tirando levemente de él para traerlo más cerca.

El corazón del gigante latió desenfrenado ante la repentina cercanía. Se le había olvidado incluso cómo respirar…

Los ojos delineados del pequeño buscaron los suyos, encontrándose primero con su barbilla debido a la posición en que se encontraba parado. Un peldaño antes de llegar al final de las escaleras por las cuales Park antes había intentado bajar.

—Buenos días… —El bajito susurró cuando consideró que estuvo lo suficientemente cerca como para que el murmullo pareciese un secreto.

ChanYeol parpadeó con aturdimiento en su dirección, con los nervios corriendo por sus venas y unas tremendas ganas de largarse corriendo por haberse quedado sin palabras.

Pero la delicada y suave mano de BaekHyun lo trajo de vuelta a la realidad, sacando la suya del bolsillo donde había permanecido escondida y tomándola con dulzura entre sus delgados dedos…

En ese momento exacto, ChanYeol correspondió el agarre y avanzó solo un paso, reduciendo la distancia entre ambos a nada.

La nariz del bajito golpeó contra su estómago.

Los brazos de Park no tardaron demasiado en rodear su precioso cuerpo.

La mañana dejó de ser templada, pasando repentinamente a ser la más cálida que ambos recordaban haber vivido en años.

Los alumnos no dejaron de abrirse paso para subir o bajar a sus respectivas aulas, llenándolos de miradas tanto inquisitivas como reprobatorias, pero ninguno de los dos pudo moverse en los siguientes minutos. Demasiado perdidos en las sensaciones que ese abrazo les había traído como para detenerse a pensar en algo más.

Cuando se separaron, casi en cámara lenta, Baek le dedicó una sonrisa divina, de esas que a ChanYeol le hubiese gustado poder fotografiar para siempre conservar en lo más profundo de una caja además de dentro de su corazón.

Y a Park… A Park se le escapó una oración probablemente ridícula. Pero no para Baek, nunca para BaekHyun.

—Siento que han pasado años desde el sábado.

El bajito le pestañeó con coquetería. — ¿Significa eso que me extrañaste?

Park sonrió apenado, pero no había forma en el universo de que pudiese decir no a lo que Byun preguntaba. Las abultadas mejillas del pelinegro se tiñeron de rojo y después sus pies se movieron, llevándolo al peldaño final.

ChanYeol lo sujetó por la cintura, asustado de que el más bajo pudiese caer.

Al contrario, BaekHyun lo miró fijamente sin preocupación alguna, como si las manos del gigante alrededor de su cintura hiciesen que se regodease de seguridad.

—¿Debería decir que te extrañe aunque tú no lo hayas hecho antes, gigante?

El aludido presionó los labios, rogando que no se le fuesen a colorar las ridículas orejas, aunque probablemente ya era demasiado tarde como para preocuparse por ello.

Asintiendo levemente, ChanYeol se inclinó sobre la figura del pequeño. — Tal v-vez podemos intentar no ser una de esas parejas que intentan que t-todo sea perfecto, ¿n-no lo crees?

BaekHyun se alzó sobre las puntas de sus pies solo lo suficiente como para lograr que sus narices se rozaran cariñosamente.

—Sí, por favor.

Estaban tan cerca, que difícilmente uno hubiese podido adivinar cuál era la respiración de uno y cuál era la de otro.

El labio superior de Baek tocaba ligeramente el inferior de ChanYeol. Sus corazones agitaban sus cuerpos, privándolos de la cordura y  también de la vergüenza.

Quería besarlo.

Y el pensamiento era tan unánime, que era imposible saber de quién había venido primero.

El pulgar de ChanYeol frotó levemente el hueso de la cintura del bajito sobre la tela de su camisa. BaekHyun cerró los ojos, levantando solo un poco más el rostro antes de sentir suavidad plena contra su boca.

Los labios de ChanYeol eran tan esponjosos como había pasado el fin de semana entero imaginándolos. Los labios de BaekHyun eran tan dulces como llevaba semanas saboreando.

Sus bocas se amoldaron perfectamente, la una encajando bajo la otra. Sus rostros se giraron hacía el lado contrario por mera inercia, haciendo la caricia mucho más tentadora y ridículamente hechizándote.

Baek pudo sentir como una de las manos del gigante sujetaba su mejilla temblorosamente. Y no tenía idea de si debería o no, pero se atrevió a lamer juguetonamente la línea en la boca del gigante, dejándoles una sonrisa plasmada en el rostro a ambos antes de abrir los ojos.

Park estaba tan nervioso que sudaba. Baek podía ver las perladas gotas de sudor planeando resbalar por su frente… Había un conmovedor temblor en sus manos. BaekHyun estuvo seguro de que olvidó hasta cómo se llamaba en el mismo instante en que sus ojos volvieron a encontrarse.

Sus respiraciones se contuvieron.

Al mayor le hizo gracia imaginarlos siendo llevados por una ambulancia luego del suceso probablemente más esperado de sus vidas.

Ambos se echaron a reír al mismo tiempo, volviendo a respirar y juntando una vez más de forma torpe sus bocas. Y cualquiera que lo viese, diría que era ridículo como Byun estiraba sus labios para alcanzar tentativamente los del más alto, pero lo cierto era que solo era un niño jugando a ser grande. Y ChanYeol, ChanYeol era el caramelo que tan desesperadamente había deseado tener.

En el lugar menos esperado, lejos de ser un beso perfecto o de película, el suyo había sido el primer beso más maravilloso.

 

 

- - -

 

 

KyungSoo se aseguró de mirar a su alrededor dos veces antes de cerrar su casillero.

Había planeado mentalmente cómo huir de ahí exactamente dos minutos antes, cuando vio a Kim JongIn utilizando las escaleras izquierdas del edificio para subir a su piso… Todo lo que él tenía qué hacer, era moverse por el lado opuesto del edificio, rodear el pasillo, esperar fuera hasta que sonase la campana y abordar el salón por la puerta trasera esperando no ser visto por el moreno.

Todo estaba fríamente calculado, así que cuando cerró la puerta con un suspiró y miró hacia abajo buscando que los cordones de sus zapatos estuviesen en orden, le fue inevitable pegar un gritito aterrado.

—¡Demonios, LuHan, ¿qué estás haciendo aquí?!

De alguna forma, el ojos de ciervo había logrado meter la cabeza bajo su cuerpo y su mirada lucía tan tenebrosa, que al más bajito por poco y se le para el corazón.

—¡Me asustaste, joder!

El chino río sin gracia, como cuando alguien cuenta un chiste terrible y de todos modos te ves obligado a reír por pura educación. — ¿Te asuste, eh? Bueno, no esperaba menos.

Los grandes ojos redondos de KyungSoo lo miraron con desaprobación. — ¿No esperabas menos?

LuHan se le adelantó a lucir amenazante, volviendo a abrir la puerta de su casillero para azotarla después por su cuenta.

Soo parpadeó, siendo acorralado contra el casillero contiguo por el debilucho cuerpo de su mejor amigo. Porque bueno, sí, el chino tenía sus cosas y definitivamente más condición que la de Baek, pero lo suyo estaba en sus piernas únicamente, mientras que lo de KyungSoo estaba en sus brazos.

Ninguno era como Minseok, que era irremediablemente fuerte por donde lo tocaras.

El huesudo brazo de LuHan acorraló el cuello de KyungSoo contra el frio metal. Muchas veces habían jugado de esa manera, pero para ser francos, el menor estaba sorprendido por la actitud de su Hyung, ya que siempre terminaba siendo él quien golpeaba al resto y no por el contrario.

—Pudo haber sido la primer no-cita más increíble del universo.

Do parpadeó, sintiéndose repentinamente confundido.

—Él y yo pudimos comer una hamburguesa, luego helado. Pudimos ir al cine y pretender espiar a Baek con Park. Pudimos tomar nuestras manos para volver a casa y besarnos bajo el umbral de mi complejo departamental.

Los ojos de ciervo que LuHan tenía, brillaban como si las palabras saliendo de su boca fuesen más un anhelo que una completa afirmación.

Por algún motivo, a KyungSoo le entraron ganas de golpearlo duro para que abriese los ojos.

—Él pudo haberme mandado mensajes el resto del fin de semana luego de haber caído bajo mis encantos. ¡Pudo haber sido perfecto KyungSoo! ¡Hubiese sido así de no ser por tu maldición!

El más bajito rodó los ojos, habiendo entendido ya por dónde iba el asunto.

—¿Esto es sobre SeHun?

LuHan entrecerró los preciosos suyos. — ¡Por supuesto que es sobre SeHun! ¡¿Sobre qué más iba a ser?!

KyungSoo solo necesitó poner sus manos sobre el pecho del mayor y empujar levemente para apartarlo lejos, sacudiéndose después el saco del uniforme como si el otro lo hubiese ensuciado, y mirándolo por encima del hombro.

—SeHun no te hubiese besado de todas formas porque él no es gay, LuHan.

El aludido apretó los puños e hizo un divertido puchero. — ¡Pero puede serlo! Además, ¡eso no quita que tú —lo señaló acusadoramente con un índice— tú, engendro del mal, me hayas provocado diarrea!

KyungSoo se llevó las manos a la cara y luego suspiró ruidosamente. — ¡LuHan, idiota, yo no te provoqué nada!

El mayor comenzó a hacer una danza extraña a modo de berrinche y se llevó ambas manos como puños a los ojos, limpiándose las inexistentes lágrimas con el dorso de ellos.

—¡Claro que lo hiciste, eres el demonio, KyungSoo, tú me maldijiste!

La sola idea de que el más alto realmente hubiese pescado malestar estomacal ese día, le causó gracia infinita al menor, pero intentó ahorrarse la carcajada más por respeto y porque tampoco era que el sábado hubiese sido el mejor día para él, había cometido la estupidez de darle una oportunidad a Kim JongIn o algo así, después de todo.

—¿Quieres parar ya, Hyung? — Espetó mordazmente, como si intentase recordarle al chino su lugar.

Pero lo único que consiguió en lugar de ello, fue que el mayor en efecto se detuviese, pero lo apuntase con uno de sus brazos y el ceño fruncido.

KyungSoo volvió a suspirar y se echó a andar rápidamente sobre sus pequeños pies, sabiendo que fuese lo que fuese que se avecinaba, no era nada bueno en absoluto.

—No lo conozco… — alcanzó a murmurar para sí mismo antes de que la chillona voz del chino le taladrase los oídos a él y a sus compañeros de edificio.

—¡Yo te maldigo, Do KyungSoo! ¡Vas a enamorarte y a terminar vestido de blanco en esa estúpida parroquia de Myeongdong, te lo prometo!

Todo el rostro usualmente pálido del ojón se tiñó de rojo.

Bueeh, por lo menos el idiota no había implicado a alguien en específico. Aunque ya se imaginaba Do en quién LuHan exactamente estaba pensando.

 

 

- - -

 

 

—Es un puto de todas formas, no podemos permitir que algo como eso suceda.

Tao parpadeó en dirección a la ventana una vez más.

Llevaba prácticamente la mañana entera con los ojos pegados a ella, como si el cielo nublado sobre Seúl fuese una novedad o como si nunca antes hubiese sido capaz de apreciar un día nuboso.

Pero lo cierto era que miraba sin ver, así como oía sin escuchar.

Giró la cabeza para mirar a sus compañeros de clase, dándose cuenta de cómo éstos le dedicaban toda su atención en un minuto y preguntándose si su tema de conversación era realmente de su incumbencia.

Tao se miró las uñas.

Una línea recta entre sus labios, todavía dibujada. Los recuerdos tormentosos del sábado como pintura fresca en su corazón y todo su cuerpo habiendo sido cerrado por reparación.

Le dolían los labios.

No realmente, porque las mordidas de YiFan habían sido suaves y espectaculares. Era más bien un dolor sentimental que uno físico. Uno que le taladraba el alma y no la boca.

Era el humillante recuerdo de un año atrás todavía latiente entre sus dedos. Algo que simplemente no podía permitirse olvidar, y por primera vez, tanto su cerebro como su corazón parecían haberse puesto de acuerdo en algo.

Un ligero golpe en su hombro hizo que girara la cabeza.

SeHun estaba recargado sobre la superficie de madera del pupitre, mirando a sus compañeros de clase con aparente indiferencia como siempre solía.

Tao no quería ni podía verlo todavía.

SeHun se había esforzado muchísimo cuidando de él, ¿y que había hecho Tao? Fallarle. Besarse con Wu a sus espaldas, dentro del jodido armario de un cinema público pero lejos de los ojos de todos aquellos que realmente le importaban.

Tao no podía siquiera pensar en Oh sin sentir las lágrimas acumulársele en el borde de los ojos. Hubiese ido a donde hubiese ido durante un par de años, SeHun siempre sería la clase de mejor amigo que te jode defraudar.

—¿Te vas a quedar callado escuchando algo como eso o vas a hacer algo al respecto?

Sin entender la pregunta, Tao impulsó sus manos sobre la madera de su silla y se puso de pie. SeHun buscó su mirada de inmediato, luciendo terriblemente sorprendido por sus acciones.

Por supuesto que el más moreno no le devolvió la mirada en ningún instante, provocando que el menor cerrase sus puños sobre la mesita.

—N-Necesito lavarme la cara.

Mientras el ojeroso le daba la espalda, SeHun suspiró.

Por supuesto que se había dado cuenta de la ausencia de su mejor amigo de la infancia pese a que había intentado pretender muy bien que todo estaba en orden. Oh no era alguien a quién pudieses engañar con facilidad, sobre todo si te conocía.

Y él conocía al panda, más de lo que debería probablemente. Porque lo conocía lo suficiente como para decir que lo que le ocurría, tenía nombre y apellido.

Uno que no le simpatizaba mucho, por cierto.

Cuando la puerta se cerró, con todos los pares de ojos clavados sobre ella, la chica que había estado hablando cual arpía continuó con la que parecía ser una sentencia de muerte y SeHun se dijo a sí mismo que nunca se lo perdonaría si la dejaba continuar.

ZiTao podía estar todo lo ausente que quisiese sin sentirse culpable.

Cada persona estaba en su derecho de perderse en lo profundo de sus pensamientos o problemas cuando se le viniese en gana, él era una de los más conscientes de ello. Sin embargo, permitir que la difamación siguiera sin intervenir…

Permitir que las palabras fuesen dichas sin objeción alguna, era algo que no hacía más que hacer sentir sucio a Oh.

Así que abrió la ventana de un mensaje nuevo en su aplicación de WhatsAppp y tecleó rápidamente en la conversación adecuada…

—¿O quieren permitirlo? ¿Qué siga haciendo de las suyas? Ese maldito puto de-

Oh colocó una sonrisa cínica en sus labios, una que le gustaba usar y que sin embargo muy pocas personas habían tenido el infortunio de ver.

—Y, por qué no nos cuentas, Santara.

La chica delgada rubia se giró hacia él con una mirada fulminante. Sus seguidores la imitaron con un poco menos de euforia.

—Es Sandara. — Ella corrigió de inmediato, con un toque de indignación. Aunque por el aura poco significativa en su mirada, dudó que SeHun la hubiese escuchado en absoluto, por lo que prosiguió  ¿Qué es lo que quieres que les cuente, Oh?

El aludido envió el texto que hubo estado escribiendo con un solo dedo y cerró la aplicación con un desliz después. Su mirada se fijó en la muchacha, entre divertida e increíblemente irritada.

—¿Cuándo fue que te enamoraste de Park ChanYeol? — le espetó con dureza — ¿Fue antes o después de que se convirtiese en capitán del equipo de Basquetbol? ¿Fue antes o después de que ganase el decatlón académico?

El salón de clases se hundió en un pesado silencio.

SeHun no esperó por una respuesta antes de levantarse y marcharse por la puerta delantera sin ninguna prisa y las manos en los bolsillos.

Sus seguidores se apresuraron a preguntarle si estaba bien… Dara sonrió.

 

- - -

 

 

Esa debía ser la mañana más hermosa en un par de meses.

A KyungSoo no le gustaba en absoluto no poder disfrutar de ella.

¿Y la razón? Tan simple como un negro atosigándolo minuto a minuto.

KyungSoo incluso podía sentir su mirada pesada sobre su cabeza, torturándolo con el peso de sus decisiones. Haciendo que se preguntase si el sábado había estado drogado o algo por él estilo. Quién sabe… esa era una idea que todavía no era capaz de descartar porque bueno, JongIn bien podía usar fragancias ilícitas como colonia y nadie se atrevería a decirle nada.

El profesor de la hora antes del almuerzo, como era conocido en lugar de por su nombre o el nombre de la materia, terminó de guardar sus cosas dentro del portafolios y Do recorrió sus acciones con ambos ojos, aterrado.

—¿Alguien puede borrar la pizarra por mí? Llevo algo de prisa… — Comentó con una sonrisa el hombre, ganándose no más de un me ofrezco como voluntaria por parte de sus estúpidas compañeras de clase para quienes el tipo parecía irresistible. — Gracias. Pueden salir a almorzar chicos… Oigan chicas, tranquilas, no peleen por ese borrador.

KyungSoo se llevó ambas manos al pelo negro, despeinándose.

Aunque no sabía ya si lo que le estresaba era la estupidez de sus compañeras de clase o el hecho de que pudo escuchar perfectamente cómo una silla se recorría un par de filas atrás.

Era el fin…

El plan de pedir permiso para ir al baño cinco minutos antes de que la campana sonase, se evaporaba ante la repentina decisión de su profesor de marcharse temprano.

KyungSoo comúnmente no odiaba a ese hombre. Y no, no porque fuese guapo y joven, sino porque le gustaba la forma en que impartía la clase. Pero ahora… Do sabía que las ganas que tenía de apretarle el cuello hasta sofocarlo, no podría saciarlas con nadie más.

Tal como predijo, una figura se presentó frente a él antes de que pudiese parpadear más de dos veces.

—Hola, KyungSoo.

Intentó ignorarlo, pasando lentamente las hojas de su libro de texto para cerrarlo. Era difícil, tenía que admitirlo, porque Kim JongIn se sentó sobre la superficie de su mesita como si hacerlo fuese lo más natural del universo.

—Tengo la impresión de que me has estado evitando toda la mañana, ¿no es gracioso?

El bajito no río, aunque estaba seguro de que el moreno no esperaba que lo hiciera. Las piernas del bailarín se mecieron como si estuviese en un columpio.

—No, tal vez no. Porque no es solo una impresión, ¿no?

Soo ni negó ni asintió, únicamente se dedicó a guardar su libro y su cuaderno dentro de su bolso café. El mismo que BaekHyun le había regalado por su segundo aniversario de amistad, porque sí, su grupo de amigos era tan gay, que celebraban cosas como esa.

Cuando levantó la mirada, harto del repentino silencio que lo rodeaba, Do se encontró con la mirada profunda de JongIn sobre él. Fija e inmutable.

—¿No me vas a responder?

KyungSoo se encogió de hombros, intentando parecer indiferente y oh, como odiaba a SeHun en esos momentos por lograr ser tan… tan él. — Creí que la respuesta estaba implícita en mis acciones.

Kai apretó los labios con fuerza, como si estuviese conteniendo una maldición dentro de su boca.

—El sábado…

El bajito suspiró, llenando de un brillo extraño los ojos del de piel acanelada. — Creí que tenía tatuado en la frente que lo del sábado fue un error.

JongIn frunció el ceño ésta vez, saltando fuera de su cómodo asiento y enfrentando a KyungSoo frente a frente cuando éste se puso también de pie, buscando la manera de huir de ahí despavorido.

—No, no lo tienes tatuado. De hecho ni siquiera creo que lo pienses.

Frustrado, KyungSoo golpeó el pecho del moreno acusadoramente con uno de sus dedos. — Respeta a tus mayores, tú… idiota.

Pero el bailarín lo tomó por los hombros de todas formas cuando intentó marcharse, deteniéndolo con firmeza. — No, no lo tienes tatuado. De hecho ni siquiera creo que lo pienses, Hyung. — Repitió, asegurándose de referirse al mayor con respeto esta vez.

Las mejillas del bajito se coloraron.

—Suéltame…

Pero JongIn no estaba dispuesto a dejarlo ir, por lo menos no de ese modo. — Hyung, escucha… Estuve ahí, escuché claramente cada una de tus palabras y me asegure de que escuchases las mías. Sé que no te arrepientes de lo del sábado, pero también sé que estás asustado, no voy a dejar de arruines esto porque tienes miedo.

El menor abrió la boca, sorprendido. Pero de sus labios acorazonados no salió ni una sola sílaba que pudiese contradecir al bailarín.

—Podemos enfrentarlo juntos, Hyung. Te lo dije, no soy como ellos. Te lo dije y puedo decírtelo cada vez que estés a punto de olvidarlo, Hyung, te quiero…

Los grandes ojos de KyungSoo rodaron por el salón de clases, encontrándose con la mirada desaprobatoria de Lee TaeMin y compañía, los siempre fieles seguidores del moreno que estaba sujetándolo con firmeza.

Quería preguntarse si el maldito lobo estaba jugando o no.

Quería tener dudas sobre sus palabras. Las agallas de preguntarle qué ganaba él o a qué estaba jugando. Pero lo cierto era que solo quería porque no sentía nada de eso en absoluto…

Le creía, maldita sea.

Le creía como llevaba mucho tiempo sin creerle a un sinfín de personas.

Y no importaba Lee TaeMin, ni su amor frustrado por el chico que tenía enfrente. Ni el resto de los chicos o chicas que fuesen a decir cualquier cosa sobre su persona por aceptar salir con ese idiota, no importaban siquiera sus amigos, porque la elección era totalmente suya.

JongIn le rogó que se quedase con la mirada.

KyungSoo titubeó un instante…

—No voy a dejar de ser un imbécil tan fácilmente.

El bailarín sonrió cálidamente en su dirección, llevando sus pulgares a la comisura de los labios del pálido bajito. — No esperaba que lo hicieses.

KyungSoo suspiró ruidosamente, impulsándose sobre los dedos de sus pies para poder descansar su cabeza en el definido hombro del moreno.

—Nada de demostraciones públicas de afecto que vayan más allá de un abrazo, ¿está bien?

Kai se relamió los labios, tomando posesión de su cintura con esos esculturales brazos que tenía. — Supongo que está bien mientras lleguemos más allá estando solos.

El pequeñito se apartó lo suficiente como para pisarlo y luego se acomodó el flequillo con un solo meneo de cabeza.

—Y más te vale dejar de ser tan idiota, Kim.

El moreno se apresuró a abrazarlo por la espalda, hundiendo su nariz en el cuello del lindo hobitt. — Creo que puedo aprender si me dejas acostumbrarme a esto.

KyungSoo no respondió, ni tampoco miró a Lee cuando pasaron por su lado.

Se mantuvo con la cabeza en alto incluso en el pasillo, bajo las bochornosas miradas que el mundo entero les dedicaba.

—Más te vale no ser un idiota. — Advirtió por última vez, permitiéndose sonreír bajo el negro flequillo.

Los brazos de Kim eran cálidos.

Fuertes.

Lo hacían sentir seguro.

 

- - -

 

 

—¡Oye!

ChanYeol dijo a Chen cuando finalmente lo encontró al finalizar la hora del almuerzo.

El más alto se hundió en los libros de la biblioteca luego de tan preciosa sensación experimentada a primera hora de la mañana, su mejor amigo, sin embargo, no lucía preocupado por su ausencia en absoluto. Si no que se veía igual de radiante que él.

Tenía una de esas sonrisas delatoras y gatunas, bonita. Apostaba a que Minseok le encantaba.

—¡Tú! ¿Dónde te habías metido? No viniste a almorzar.

El gigante negó y señaló con una cabezada los libros que estaba llevando encima. — Me quedé para terminar una práctica.

El castaño liso negó y palmeó el hombro de su mejor amigo, como si estuviese compadeciendolo por algún motivo desconocido. — Algún día… — Comenzó el sonriente JongDae — Te vas a enamorar como yo lo he hecho y no volverás a ver la maldita biblioteca, amigo.

Las cejas del rizado de inmediato se fruncieron y golpeó al pequeño de estatura con un libro de inmediato. — ¿Qué te hace pensar que yo no estoy enamorado, uh?

Los ojos en blanco de Chen le dijeron que la respuesta seguramente era obvia.

ChanYeol se mordió los labios e instantáneamente recordó los esponjosos de Baek. Sus mejillas se tiñeron de rojo bajo el grueso armazón de las gafas… JongDae levantó una ceja en su dirección.

—Bien. Acabas de ponerte colorado de la nada. — Puntualizó el bajito, llevándose una mano al mentón. — ¡Cuéntamelo todo!

Tal vez el chico no era el mejor de los amigos ni se preocupaba por todo, pero Park sabía que siempre terminaba interesándose por sus asuntos. Aunque sabía que lo más seguro, era que simplemente estuviese siendo un chismoso, como acostumbraba.

ChanYeol tomó uno de sus rizos entre sus dedos, jugando interesadamente con él.

Chen frunció el ceño, como si su mejor amigo repentinamente se hubiese convertido en una colegiala enamorada en faldas.

—¿Tan bueno es? — Curioseó acercándose más, en lugar de reprender al grandote por actuar como niñita.

El gigante asintió, sintiendo su pecho acelerarse y sintiéndose también orgulloso de sí mismo. De lo lejos que había sido capaz de llegar…

Ya se sentía él en segunda base con apenas un beso. Lo que sí debemos admitir, era que de que se le trabase la lengua cada segundo a eso, sí había un gran avance.

—Uhm… B-BaekHyun y yo n-

Los pequeños ojos de su mejor amigo se abrieron con sorpresa. — ¡Cállate!

ChanYeol se echó hacia atrás al escuchar la exclamación del castaño, preguntándose si lo que había pretendido contar debía tratarse con más discreción.

Giró la cabeza para mirar a su alrededor, verificando que efectivamente, en ese pasillo no había nadie más que ellos. Además de que, claro, él no había estado gritando ni nada…

Cuando volvió a mirarlo, sin embargo, se encontró con la mirada ansiosa de Chen asintiendo efusivamente en su dirección, casi rogándole que continuase.

—¡Vamos ChanYeol, dame todos los detalles!

El gigante frunció el ceño y se cruzó de brazos, evidentemente confundido y sin motivos para ocultarlo. — ¿Detalles? Pues si sólo nos besamos y ya, ¿qué detalles quieres que te cuente?

Un poco decepcionado, el bajito dejó caer los hombros. — ¡Joder, hombre! ¡Creí que habían follado, necesitas ser más específico cuando hablas!

Con las mejillas furiosamente rojas, el rizado volvió a golpear a su mejor amigo con uno de los libros que llevaba encima. — ¡Qué idiota, Chen, tú fuiste quien me interrumpió! A-Además…

Como siempre sin poder esperar a que el grandote terminase su oración, JongDae se balanceó sobre sus pies primero adelante y luego atrás, jugando nerviosamente con sus dedos.

—M-Minseok y yo también.

ChanYeol levantó una ceja, dándole a entender silenciosamente que especificara.

El castaño liso suspiró ruidosamente y luego cubrió su abochornada cara con sus manos. — ¡Nos besamos, quiero decir!

El gigante rodeó sus hombros con uno de sus brazos difícilmente pero demostrando interés, tratando de que no se le fuesen a caer los libros de la otra mano. — ¿Y cómo fue?

JongDae levantó la mirada y luego zarandeó la cabeza, dejando escapar una carcajada. — Terrible, hombre, terrible pero hermoso. Nunca creí ser así de torpe.

Yeol se mordió los labios, recordando el beso de esa mañana y asintiendo de acuerdo. — Yo tampoco lo creí.

El pequeño le dedicó una reprobatoria mirada incrédula. ChanYeol amenazó con volver a golpearlo y éste lo calmó con un par de golpecitos sobre su espalda.

—Debemos dejar de actuar como niñas, somos los hombres de nuestras relaciones, ¿no?

Queriendo o no, el gigante asintió. JongDae tenía razón, después de todo, se moría de ganas por tratar a BaekHyun como su princesa… Porque lo merecía, porque sabía que lo era.

—¡Oh, casi lo olvido! — JongDae exclamó con una sonrisa gatuna firme sobre su boca—. Una chica me dijo que Baek quería hablarte, dijo que estaba esperándote en tu casillero.

Una sensación de extrañeza golpeó al gigante en el pecho.

—¿Ah, sí?

—¡Sí! — JongDae parecía realmente convencido al respecto.

ChanYeol revisó su móvil con incredulidad, encontrando su historial limpio. — Uhm, iré entonces…

Su mejor amigo lo despidió con un empujón pícaro en la espalda y dijo algo sobre asegúrate de meter las bolas donde van antes de marcharse por el pasillo.

ChanYeol sonrió pese a la incertidumbre en su pecho.

Le resultaba extraño porque siempre que quería comunicarse con él, Baek no hacía más que pulsar el botón de llamada o enviarle rápidamente un texto. Los mensajes con otras personas nunca fueron necesarios… pero convenciéndose de que estaba exagerando, de que siempre había una primera vez y de que seguramente había una razón detrás de la ausencia de mensajes de texto, ChanYeol se encaminó a su casillero.

 

- - -

 

 

“Hay algo malo con BaekHyun. Ve al casillero de Park”.

LuHan, que recién había terminado de correr por la cancha en su hora libre antes del almuerzo que se extendió hasta después de éste, dejó caer su botella con agua y se colgó la bolsa con su uniforme dentro del hombro.

No había tiempo para cambiarse.

Había recibido el mensaje de parte de SeHun más de una hora atrás…

Se echó a correr, rogando que no fuese demasiado tarde para lo que fuera que estuviese pasando.

 

 

- - -

 

 

Minseok saludó a JongDae con una cabezada más temprano.

Una tímida y torpe, pero decidió no acercarse más dado que se lo debía a BaekHyun, que caminaba junto a él.

—Deberías ir si quieres saludarlo. — El del delineador en los ojos susurró a su Hyung con una sonrisa.

Una que no había dejado de estar dibujada en sus labios desde muy temprano.

Minseok sacudió la cabeza para negar mientras se alejaban por el pasillo, JongDae parecía realmente ansioso y, por un momento, al mayor se le ocurrió que probablemente esperaba que Byun se encontrase con Park para poder terminar ellos dos juntos.

No le hubiese resultado extraño en absoluto que Chen estuviese detrás de la nota para Baek que ChanYeol había dejado en su casillero más temprano. Pero a decir verdad, le había parecido demasiado romántico como para que su querido chico de sonrisa gatuna hubiese tenido algo que ver en eso.

BaekHyun lucía un poco nervioso pero no dejaba de radiar felicidad.

Minseok no recordaba haberse sentido tan feliz por el chico en mucho tiempo, aunque todavía no tenía ni la menor idea de cómo se iban desarrollando las cosas con el gigantesco capitán del equipo de basquetbol.

Tomó su mano delicadamente para brindarle su apoyo cuando estuvieron a punto de girar en una esquina y Baek lo deslumbró con su sonrisa, haciéndole saber que se encontraba bien…

Ninguno de los dos estaba preparado para la imagen que surcó sus ojos entonces.

 

Byun BaekHyun es un perdedor.

Aléjate de él.

Lo único que quiere es hacerte daño.

No caigas en su juego.

Byun BaekHyun es un puto.

Es una trampa.

Todos estamos contigo, Park.

 

La nota donde el gigante supuestamente le pedía reunirse en ese lugar, se le cayó a BaekHyun de las manos.

Parado, frente a todas esas pancartas con cosas terriblemente escritas pegadas a la fuerza sobre el metal de su casillero, y siendo rodeado por un montón de gente que estaba seguro de haber visto antes pero no conocer, estaba Park ChanYeol, dándole la espalda.

Mantenía la cabeza alta y aunque seguramente ya lo había leído una vez, conservaba sus ojos bien abiertos sobre cada uno de los garabatos groseramente ahí escritos.

Minseok retrocedió dos pasos sin saber qué hacer.

Los alumnos comenzaron a señalar a BaekHyun con sus acusadores índices, como si fueran quienes para juzgar a alguien.

—¿G-Gigante? — BaekHyun lo llamó, apenas entonces dándose cuenta de lo rota que estaba su voz.

El aludido se estremeció cuando la voz llegó a sus oídos, más no se giró de inmediato.

La multitud comenzó a hablar más alto, pero Baek no podía escuchar más que palabras vagas como maldito, puto, aléjate de él, no dejaremos que le hagas daño.

¿Y quiénes eran ellos?

Las lágrimas desbordaron sus ojos, llevándose consigo el perfecto maquillaje.

Una rubia de apariencia encantadora le lanzó una bola de papel en la cabeza. — ¡Park merece algo mucho mejor que tú, Byun BaekHyun!

¿Quién? ¿Por qué? ¿Quién era ella?

El aludido se quedó parado en su lugar, completamente inmóvil.

ChanYeol se giró sobre la punta de sus pies.

Había lágrimas apunto de correr fuera de sus preciosos ojos, bajo la montura gruesa de sus siempre especiales gafas. La inestable línea dibujada en sus labios hacía que BaekHyun desease tener las fuerzas para abrazarlo. Park no lo miró cuando avanzó, sin embargo… Y el miedo hizo que los hombros de Baek cayesen haciéndolo parecer rendido.

Si iba a dejarlo…

Si era el fin en pleno comienzo…

El brazo del alto rozó con su costado cuando pasó por su lado.

Todo BaekHyun se deshizo en temblores cuando se giró para ver la espalda del gigante.

Puños cerrados y nudillos blancos.

BaekHyun sabe que probablemente va a dejarlo pero se niega a pensar que lo último que tendrá de su gigante es una amplia espalda y ojos llorosos.

La voz del gigante fue terriblemente áspera cuando habló.

Silencio.

 

Notas finales:

¿Les había dicho alguna vez a ustedes que me encanta el drama?

Ayer, cuando venía en el camión de la Universidad, me dije... Voy a llegar y escribir algo super dramático para Blank Space. Va a pasar esto y esto y esto y esto. No voy a mentir, no lo escribí ayer. Ayer me dormí todo el día, practicamente. Lo escribí hoy pero con el mismo sentimiento(? Yo espero que les llegue, porque bueno, hemos vuelto al foco de la historia.

El maldito cuaderno.

¿Qué creen ustedes que el gigante dirá? nwn

Pueden decirmelo en un comentario.

Gracias por sus reviews ;_; llegamos a 200, me hacen sentir muy feliz y pues me dan ganas de escribir aunque me la pase con sueño. Los quiero mucho en verdad >.< espero que sigan conmigo hasta el final y espero también leerlos de nuevo por aquí.

Responderé entre hoy y mañana, lentamente porque ya saben, lo hago por el celu.

Escribí un TaoRis :c Ojalá lo lean: El hombre de los ojos tristes. Sé que todavía debo el ChanHun y el ChanBaek, pero no quiero escribir algo horrible, esperen por mí, por favor u.u

Buenas las tengan todos c: espero traer actualización lo más pronto que me sea posible.

Repito, ¡Feliz cumpleaños sasu! Lo siento :*


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