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Blank Space. por MitcheKiller117

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Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—Diálogos.

Puntos a remarcar.

 

Agarrense de donde puedan y abrochense los cinturones porque he vuelto.

“Take me down into your Paradise, don’t be scared because I’m your body type”.

 

- - - - -

 

 

 

 

Con su hermosa cabellera azabache ondeando la luz del pasillo luego de una increíble maroma, sus tacones se impactaron con fuerza sobre el suelo. Y, cualquiera que hubiese estado atento al montón de idioteces que había estado haciendo desde que salió de la casa y hacia siempre, no se hubiese sorprendido jamás de que las resistentes zapatillas no se le hubiesen roto ya.

Sin embargo nadie la conocía en ese establecimiento, sobre todo porque a la mayor, que caminaba frente a ella como si ya estuviese acostumbrada a lidiar con sus fatídicas acciones y no la conociese, no le gustaba frecuentar los mismos supermercados jamás, aunque ella no tenía la menor idea de por qué.

La misión ese día era tan clara como el color de su piel: Surtir la despensa. Pero, si había algo que la inigualable guapura que se conducía a saltitos y tropezones por el pasillo número dos debía admitir, entonces eso era que había perdido la familiaridad con los lugares coreanos.

Durante su estancia en Canadá, las cosas habían sido terriblemente tranquilas, sobre todo porque no tenía que hacer lo que estaba haciendo en ese preciso momento: Caminando a hurtadillas, pegándose a las repisas, mirando antes de atravesar el siguiente pasillo, escondiéndose tras una caja de galletas…

—¡Stephanie Wang! — Yeri le arrebató las Canelitas, mirando con severidad su aniñado rostro temeroso.

—¿Qué demonios haces, Yeri? ¡Dame eso, lo necesito!

Su finita voz fue interrumpida por el chisteo de la rubia. — ¿Para qué? ¿Para esconderte? ¡Aquí no hay nadie, mujer!

La menor se cruzó de brazos pronunciando un airado aish con los mofletes inflados, tan infantil como siempre al parecer de Yeri, que rodó los ojos antes de depositar la caja de galletas en el carrito del supermercado ya surtido con una extensa variedad de productos 100% azucarados y ricos en calorías que ni con dos días en el Gimnasio alguna de ellas podría bajar. Si tuviesen tiempo de ir al Gimnasio, por supuesto…

—¡La conoces, ella podría simplemente aparecer!

Bostezando como si estuviese aburrida, la rubia avanzó con el carrito siendo inmediatamente seguida por la azabache pisándole los talones y usando sus mechones güeros teñidos como bigote de camuflaje.

Yeri se giró con los ojos en blanco. — ¡De verdad, Tiff, supéralo! Estoy segura de que si esa mujer quisiese encontrarte ya lo hubiese hecho. Déjalo, fue un año el que te fuiste… Te superó, es obvio.

La carcajada de la aludida hizo que se cruzase de brazos.

—¡¿Es que tu no lo entiendes?! ¡De Taeyeon estamos hablando! — Y pronunció su nombre quedito, mirando hacía todos lados, como si tuviese miedo de que fuese a aparecer de un segundo a otro por arte de magia —. ¡Kim Taeyeon, no un acosador cualquiera!

—Estás exagerando — La Kim le aseguró, girándose para continuar con su camino, ya con el carrito lleno y direccionándose hacía la caja para pagar.

Su labor esa mañana había sido sencilla… BaekHyun le había mencionado casualmente que sus amigos pasarían por la casa esa noche para tener una pijamada, comentando también que esperaba pudiese ir a comprarles algunos bocadillos. Pero Kim Yerim no era una estúpida primeriza en absoluto. Ella sabía lo que pijamada significaba y, pijamada, era precisamente una alerta roja: Una palabra de alto riesgo.

Pijamada en casa de los Byun no es más que la palabra desastre catastróficamente censurada por vocales y consonantes.

Kim Yerim es como una madre, y una madre conoce a sus hijos, así como a los amigos de éstos. Revoltosos, maleducados, gritones pero sobre todo tragones. Una caja de galletas no era lo que tenía que comprar, sino diez o hasta veinte en el peor de los casos.

La cajera comenzó su cuenta con unos malvaviscos y continuó mirando la larga hilera de productos chatarra que Yeri había surtido sin reparar en gastos… Tiffany, por su cuenta, fingía leer una revista para taparse la cara.

Cuando las compras estaban una vez más sobre el carrito pero distribuidas en flexibles bolsas, nana Yeri creyó haberlo logrado sin incidente alguno. Satisfecha, empujó el carrito mientras giraba la cara para mirar a la simpática de su compañera, que se había descuidado para sacar la cartera y dejarle un poco de propina al adorable niño que les había empacado todo.

Y es que si había una palabra para definir perfectamente a esa mujer, entonces esa era adorable.

La rubia dio un salto sobre sus propios tacones cuando su carrito golpeó contra algo duro, obligándola a volverse para mirar qué demonios había pasado y fue entonces cuando lo supo.

Supo que las cosas nunca iban a salir como ella quería y que había sido demasiado raro que ningún incidente se les hubiese presentado hasta entonces.

—¡Puta madre!

Las compras del carrito con el que accidentalmente había chocado el suyo estaban revueltas. Era gracioso escuchar palabras tan escandalosamente groseras de una boquita tan bonita y pintada de rojo. Al parecer, las voces no cambian ni con el tiempo y Tiffany Hwang lo sabía. Lo sabía tanto como Yeri al momento en que un escalofrío bajaba por su espina dorsal.

—O-Oh, yo lo siento…

La rubia la miró temerosamente: Piel blanca, inexistente nariz y estatura común… Como un minión. Kim Taeyeon seguía siendo exactamente la misma a pesar del cabello más largo en caireles y de un rubio fogoso increíblemente majestuoso.

La mujer la miró como si estuviese tratando de identificarla y Yeri al instante agachó la cabeza, deseando poder desaparecer y ni imaginándose lo que Tiffany pudiese estar sintiendo en un momento como ese.

—¿Te conozco?

Poniendo su cerebro a trabajar para pensar en una respuesta congruente, la nana apenas reparó en el estruendoso sonido de un montón de cajas cayéndose al suelo en el pasillo de al lado. Su rostro volteó por inercia justo a tiempo para alcanzar a ver el tacón rojo de su compañera azabache caer al suelo del otro lado de las cajas y verla a ella corriendo con el otro en la mano en su dirección.

Ella realmente había derrumbado la torre de Gansitos con su tacón para armar una especie de distracción.

Tiffany estuvo a su lado un segundo después, empujando el carrito y tomándola de la mano para tirar de ella, no dándole el tiempo suficiente como para analizar al joven muchacho que se había agachado para acomodar las compras de la que debía ser su madre en el carrito. Correr en tacones era una de las cosas que Yerim más detestaba hacer y sin embargo comprendía a Hwang, la comprendía totalmente.

—¿¡Stephanie!? ¿¡Eres tú!? — La chillona voz de Kim Taeyeon las hizo estremecer mientras corrían hacia el estacionamiento a toda velocidad.

¡Vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta!

Yeri probablemente nunca estará segura, pero casi puede jurar que escuchó a la otra replicar cantarinamente un jamás te pude comprender.

Sus ojos rodaron mientras su trasero botaba en el asiento copiloto, Tiffany vociferando instrucciones con voz chillona siniestra para que el chofer encendiese los motores y pusiese ese cochino auto en maldita marcha.

Sí, esas dos cabras locas eran la una para la otra.

 

 

 

- - - - -

 

 

 

—Buenos días, BaekHyun… ¿te apetece algo en particular para el desayuno?

Los caídos ojos del aludido le dedicaron una rápida mirada a Bo Ah antes de conducirse al resto de la estancia, extrañado ante la ausencia de quien lo había recibido todas las mañanas desde que recordaba.

—Uhm, no, creo que comeré un poco de fruta. — Masculló, una ceja arriba obviando la preocupación que recientemente se había dado cuenta que sentía — ¿Yeri?

La fabulosa cocinera con el cabello perfectamente recogido le dedicó una amable sonrisa, caminando tras la barra de la cocina con destino al refrigerador para encontrar dentro un poco de lo que el joven Byun había pedido.

—Salió de compras muy temprano esta mañana, con Tiff.

Sintiéndose satisfecho con la respuesta, el pelinegro se sentó sobre uno de los taburetes del lado opuesto de la barra y tomó el periódico para hojearlo. — ¿YiFan ya desayunó?

Bo Ah se acomodó cerca, tomando un par de fresas de huerto y alineándolas sobre una tablilla antes de comenzar a cortarlas. — El joven Kris salió muy temprano también, dijo que iría a correr.

A BaekHyun esas palabras no le hubiesen sorprendido en absoluto, porque su hermano era de los que, todo lo contrario de él, sí se ejercitaban y sin embargo, pese a tener la posibilidad de pagarse la membresía del mejor de los Gimnasios, prefería hacer las cosas al aire libre.

Fue precisamente lo que su cocinera añadió lo que lo hizo rodar los ojos y resoplar. — Muy guapo y perfumado, hasta llevaba sus mejores zapatos, creo yo.

Su hermano era un imbécil.

Seguramente se había ido a perseguir a Tao en sábado también. Pobre diablillo, no quería ni imaginarse cómo se comportaría esa noche cuando se diese cuenta de que su mejor amigo iba a estar durmiendo a tan solo un par de habitaciones de la suya. Lo único que BaekHyun esperaba, era que no se le fuese a ocurrir querer unírseles o algo patético por el estilo.

—Pensé en preparar un delicioso pastel para esta noche… ¿De fresa con crema estaría bien?

El bajito le sonrió con dulzura. — Cualquier cosa que cocinases para nosotros sería increíble, Bo. Fresa con crema suena delicioso.

La mujer depositó un plato con frutas apetitosas frente a él y se limpió las manos con un trapo antes de apretarle los cachetes simpáticamente al pequeño Byun.

—Eres un niño muy dulce, BaekHyunee.

La sonrisa del bajito se ensanchó en el momento exacto en que dos ruidosas mujeres entaconadas atravesaron el umbral de la cocina. Tiffany venía hablando en un fluido inglés que a los oídos de un no muy conocedor del idioma BaekHyun sonaba muy grosero, pero Yeri la hizo callar cuando sus ojos cayeron sobre la figura del Byun sentado en la barra.

—Veo que ya estás desayunando.

El chofer y la azabache depositaron las compras sobre la barra, casi arrollando el plato recién servido frente a Baek con ellas, afortunadamente el pelinegro alcanzó a tomarlo con las manos y apartarlo del desastre.

—¿Pasó algo?

La cuestión era totalmente comprensible cuando del atuendo totalmente estropeado de su nana se trataba. Ni hablar de Tiff, cuyo cabello parecía haber combatido contra un mismísimo huracán, y todavía sin mencionar las perladas gotas de sudor en la frente del chofer, Yong Hwa.

Yeri suspiró, su probable protesta siendo interrumpida por los pasos bailarines de la siempre alegre SeoHyun entrando por la puerta. — ¡BaekHyun, tu amigo Minseok está aquí muy guapo como siempre!

El nombrado de regordetas mejillas entró pisándole los talones, con una bonita sonrisa pese a lo desarreglado de su cabello, cosa que secretamente Byun quería atribuirle al tonto de JongDae. Aunque lo que no entendía era por qué si el chico se había disculpado de antemano por llegar tarde, estaba ahí parado mucho antes que nadie.

—¡Cariño! — Yeri exclamó yendo a su encuentro, utilizando sus delgadas manos para peinar las desarregladas hebras de cabello azabache — Pero, ¿qué fue lo que te paso, eh?

Las mejillas del chico se sonrojaron de inmediato. — N-No es nada, nana Yeri, un imprevisto antes de llegar aquí.

Los luminosos ojos de la mujer parpadearon en su dirección, deslumbrándolos a todos con su impropia belleza siempre postiza. — ¿No serás uno de los niños que el tonto de Yong Hwa casi arrolla de camino aquí, o sí?

Minseok se apresuró a sacudir la cabeza con tranquilidad y su sonrisa disminuyó la preocupación en el rostro del chofer, que parecía cien mil veces más culpable que Tiffany, quien se limaba las uñas desinteresadamente sobre la barra, aunque BaekHyun podría haber jurado que notó un atisbo de ansiedad en sus acciones.

—Para nada, es que mamá maneja como una loca.

Byun asintió, recordando las numerosas veces en que la mujer se había estacionado ruidosamente fuera para dejar a su hijo, así como la extravagante manera de la mujer de arrojarlo fuera del fogoso automóvil rojo empujando su espalda con sus carísimas zapatillas.

Minseok podía no hablar mucho de su madre, pese a que era obvio lo muchísimo que la quería, todos habían supuesto que se trataba de lo rara que ésta era, así como lo ocupada que siempre parecía estar.

Después de pararse y estirarse las manos, Baek tomó el plato todavía intacto con fruta y se acercó a su mejor amigo, quien lo recibió con una sonrisa apenas trazada. Al menor no le gustaba demasiado ponerse a pensar en ello, pero desde un tiempo atrás su Hyung había comenzado a mirarlo de una manera casi lastimera.

—Estaré en mi habitación con Minseok Hyung, si a algún otro de los chicos se le hace temprano, díganles que estamos arriba.

 

 

 

- - - - -

 

 

 

Los largos dedos del más alto recorrieron sus piernas, bajando lentamente hasta alcanzar sus pantorrillas, haciéndole cosquillas en el trayecto.

El cuerpo del menor estaba recostado sobre la superficie blanda de la cama y, no era la primera vez que el fornido mayor se cernía sobre él, cortándole la respiración. Sus manos ascendieron una vez sus pantalones estuvieron fuera del juego, colándose por sus caderas y deslizándose al fondo, tocando un punto en los huesos de su espalda que le provocó uno de esos quedos gemidos.

Su mirada intensa se posó sobre la suya. Jamás había necesitado de palabra alguna para enterarse de lo mucho que al mayor realmente le encantaba cuando un jadeo se le escapaba… Su delgada mano entre la del rubio y luego esos pequeños labios besando su piel, consumiéndolo de a poco y encendiendo una llamarada en su estómago, la misma que no tardo demasiado en bajar hacia su entrepierna.

Sus dientes se cerraron sobre su frágil hombro, un escalofrío recorriéndolo de pies a cabeza, la gigantona mano ajena abriéndose paso entre los botones de la camisa negra que tan cuidadosamente había decidido usar para la ocasión.

Sus ojos apasionados volvieron a encontrarse en la oscuridad, brillantes y deseosos por más.

—B-Bésame…

Sus peticiones siempre habían sido tímidas cuando de ese chico se trataba, pero él, pese a todo lo que su relación no era, siempre estaba dispuesto a cumplirle hasta el más mínimo capricho.

Sus labios ardientes no tardaron demasiado en encontrarse con los suyos, jugosos: Una lengua jugando a ser más fuerte que la otra, explorándose como si no se conociesen ya lo suficiente.

Sus besos descendiendo lentamente por su rostro, encontrando un camino a seguir por su cuello y filtrándose sin delicadeza hasta alcanzar el pecho que segundos atrás había descubierto con sus propias manos. El cuerpo del menor se arqueó extasiado cuando esa maravillosa mano lo toco ahí.

Ahí donde solo a él le pertenecía. Ahí donde nadie más lo había tocado nunca.

—¡G-Gege!

No podía verlo pero apostaba porque estaba sonriendo, había algo malicioso en esos besos traviesos descendiendo hasta sus piernas que lo decían todo.

No quería pensar en que YiFan probablemente no lo amase, no quería y no lo haría: Porque lo amase o no, YiFan gustaba lo suficiente de él como para hacer lo que hacía, una y otra vez, por lo menos un millón de veces.

El silencio nunca fue duradero aún en la penumbra de la habitación.

Los gemidos de Tao, aunque queditos, siempre sacudían las paredes y rebotaban contra ellos, restregando la palabra secreto en lo profundo de sus mentes.

El menor apretó los ojos con fuerza, su cabeza moviéndose involuntariamente de lado a lado, golpeando contra la blanda almohada en la que YiFan recargaba la cabeza cada noche antes de dormir. Y él se sentía afortunado, mientras el otro besaba el interior de su muslo izquierdo y usaba esas asombrosas manos para abrirle las piernas… Patéticamente afortunado.

Los labios pequeños del mayor lo buscaron una vez más, su húmeda lengua recorriendo el espacio sobre su palpitante y despierto eje, sus manos tanteando en la penumbra, apretando su trasero y abriéndolo únicamente para él.

Las manos de Tao lo siguieron, aferrándose lentamente a su cabello.

Gege, gege, gege.

Por favor.

Un poco más.

Esos largos dedos invadiendo su interior, privándolo de la facultad de la respiración, involucrando ruidosos gemidos apenas quejumbrosos y aumentando el ritmo cardiaco de los molestos latidos de su corazón.

Uhm, eres tan delicioso. Tao abrió los ojos aún sin poder ver nada, preguntándose muy en lo profundo si lo que había escuchado era real o solo parte de su imaginación.

Y era precisamente eso lo que tanto detestaba de la oscuridad en que siempre estaban hundidos: Que nunca era capaz de diferenciar la realidad de un sueño, que siempre terminaba preguntándose qué tan certero era lo que acababa de sentir, que cuando despertaba y efectivamente YiFan no estaba sosteniéndolo entre sus brazos, dudaba tanto haber estado entre ellos alguna vez.

Pero no en ese momento, no cuando el alto se hundía en él una y otra vez. Y los jadeos ansiosos se volvían prolongados, nunca malditamente ahogados porque sabía lo mucho que le gustaba escucharlos. Y aunque sus dientes se clavaban en la piel blanca de Wu mil veces, intentando marcar algo que jamás le había pertenecido, al final siempre era él quien se encontraba recorriendo moratones con la mirada frente al espejo en las mañanas.

Un hilo de saliva se tendió fuera de su boca. El impacto de la pelvis de Kris contra su trasero era asombroso, la sensación de nunca estar vacío, de realmente ser suyo… Tao lo amaba tanto.

Esas manos acariciando su pecho, esos dientes mordiendo su cuello, cada increíble detalle que lo mantenía con la boca abierta, gimiendo alto, preguntándole si le gustaba, si se sentía bien estar dentro de él.

Y por primera vez, es la nariz mojada de Wu la que resbala sobre sus clavículas, su respiración agitada poniéndole todos y cada uno de los vellos de punta.

—Sí, Tao, sí…

Y la cabeza del aludido es un mar de pensamientos nunca en orden, su corazón un fuego artificial a punto de estallar y sus labios se juntan con los ajenos. No sabe si de verdad ha escuchado su nombre siendo pronunciado por esos labios tan bonitos, tan suaves… Pero lo cree. Quiere creerlo.

Y YiFan lo aplasta con su peso, agotado y Tao envuelve sus piernas alrededor de su precioso cuerpo, esperando poder despertar junto a él… Y es solo entonces cuando sus ojos se abren.

Su pecho sube y baja.

El techo es blanco y está descuidado y definitivamente no es el de la habitación de Wu YiFan.

Tao se lleva ambas manos a la frente y las desciende lentamente por el resto de su rostro. Está empapado y por lo que puede sentir un poco más abajo, nada de lo que haga le impedirá tener una cita con su mano en la ducha.

Se incorporó lentamente, girando el cuerpo al instante en que no encontró ganas en su anatomía como para levantarse y encontrándose con la aterradora sonrisa socarrona de Oh SeHun.

—¿Qué mejor manera de empezar el día, no lo crees?

Las mejillas apenas tostadas de ZiTao se tiñeron de rojo inmediatamente, sus manos buscando algo con lo que cubrirse la parte baja del cuerpo despierta. El sarcasmo está cargado en la voz de su mejor amigo, pero de todas formas se arriesga a contestar: —Todos tenemos erecciones matutinas.

—Por supuesto — SeHun se acomodó, enderezándose un poco. — Así que lo que pasa contigo sería perfectamente normal, si no fuesen las cinco de la tarde y estuvieses empapado.

Tao le sacó la lengua infantilmente, el rubio le arrojó un cojín en la cara.

—¡¿Qué pasa contigo?!

Irritado, Oh lo miró de forma siniestra. — ¡Me pasa que mi camita jamás podrá volver a oler a Suavitel momentos mágicos y es tu culpa!

El mayor de los dos rodó los ojos, como si lo que dijese fuese estúpido. — Supéralo, Oh, tampoco es como si me hubiese hecho pipí. Y no te hagas el que mucho te importa porque KiBum te lava las sábanas de todas formas. ¡Además, a esto no se le puede llamar cama!

—¿Terminaste ya de criticar mi humilde morada? — SeHun espetó con recelo, los ojos ligeramente entrecerrados, pero es coreano así que Tao no está completamente seguro de ello.

—¡Sal de aquí para que pueda levantarme! — El panda se cruzó de brazos, su mejor amigo se echó a reír, irritándolo. — ¿Qué? ¡¿Qué es gracioso?!

La sonrisa torcida que el menor le dedicó, le hizo pensar dos veces en que tono debía usar para con él en el futuro.

—Sucede que alguien vino a tener sueños mojaditos a la casa de otro… — SeHun murmuró triunfante, levantando el móvil que convenientemente había permanecido en sus manos pero en el que Tao no había reparado hasta ese preciso instante — Y tienes un amigo lo suficientemente listo como para haberse atrevido a inmortalizar tan vergonzoso recuerdo.

Sin pensarlo dos veces, el más moreno se abalanzó sobre el pequeño idiota y se montó sobre él, intentando ahorcarlo. Lo raro de SeHun era que nunca se reír, a menos que estuviese a punto de morir, como en ese preciso instante.

—¡Dame ese jodido teléfono, psicópata imbécil!

Oh se las arregló para golpear su estómago con una pierna y apartarlo lejos, ambos se estremecieron en el proceso pero el menor alcanzó a levantarse con agilidad mucho antes de que Tao pudiese siquiera tener tiempo de pestañear.

—¡Qué asco, hombre, estás duro como una maldita roca! ¡Sal de mi cama, pervertido asqueroso!

Avergonzado, Huang se cubrió sus partes con las manos y volvió a sacarle infantilmente la lengua al otro. — ¡Eso te pasa por andar tocando donde no debes! ¡Dame ese maldito teléfono Oh SeHun o yo te mato, cabrón!

El aludido rodó los ojos, caminando cantarinamente hacia la puerta de su mugrienta habitación… Y lo que Tao escuchó entonces lo dejó completamente helado.

¡Gege, uhm, gege por favor, más!

SeHun levantó una ceja, sintiéndose victorioso después de haberlo imitado con la voz más jodidamente vergonzosa que el mayor había escuchado en su vida. Oh incluso podría haber rebasado una jodida película porno.

El ceño de Huang cayó en picada, su cerebro maquinando un plan muchísimo más perfecto para hacerle daño a su mejor amigo que lanzarse sobre él y molerlo a golpes.

Sus puños se cerraron, estaba evidentemente cabreado.  — S-SeHun…

—¿Qué? — el aludido se volvió hacia él, interesado por el sano tono de voz con el que el panda se había referido a él.

Tao sonrió maliciosamente antes de levantar la mirada para enfrentarlo. Si bien había ido a la casa del menor para poder distraerse un rato antes de la mejor noche de su jodida existencia, nunca se imaginó que terminaría durmiéndose: Su cerebro con la ocurrente necesidad de mezclar recuerdos con fantasías para hacerlo despertar duro cual roca.

Es la sonrisa más terrorífica que SeHun ha visto en ese tipo en toda su jodida vida, pero la petición sale tan inofensiva, que por un momento Oh se pregunta si verdaderamente ha hecho mal en burlarse de su amigo.

—Hay un lugar al que quiero que me acompañes

 

 

 

- - - - -

 

 

 

Apenas hubo cerrado la puerta de su habitación, BaekHyun casi se ve en la penosa necesidad de soltar el plato con frutas que estaba llevando encima.

Sorpresivamente, por lo menos para él, los brazos de Minseok estaban rodeando su cintura, aprisionando su espalda contra su pecho. El silencio se extendió incómodamente por toda la habitación… BaekHyun intentó no moverse, y podía sentir los lastimeros latidos del corazón de su Hyung en algún punto de su espalda.

—¿M-Minseok Hyung?

El aludido movió la cabeza, restregándola contra su espalda, donde la había escondido. Murmuró algo sobre la tela de la camisilla que el menor estaba llevando, aunque por supuesto que Byun no lo entendió.

Sus manos ascendieron hasta encontrar la unión de las ajenas, sujetándolas temerosamente, no quería ni pensar en escuchar malas noticias de su mayor.

—¿Qué sucede, Minseok Hyung? Puedes contarme… Nosotros podemos solucionarlo juntos.

Casi le pareció distinguir un sollozo ahogado y todo su sistema entró en una alerta roja. Se movió, intentando zafarse del agarre y fracasando en primera instancia, aunque resultando exitoso un momento después, cuando XiuMin bajó la guardia y simplemente se quedó ahí parado, mirando algún punto intacto del pulcro suelo.

—Lo siento… — le susurró.

BaekHyun, aunque temeroso, se armó de valor para levantar ese precioso mentón que su Hyung tenía y que así éste finalmente lo mirase a los ojos. — ¿Qué sucede, Hyung? ¿Por qué te disculpas?

El aludido suspiró ruidosamente, llevándose las manos al rostro para enjugarse las traviesas lágrimas jugando en la comisura de sus ojos sin atreverse a resbalar por esas regordetas mejillas.

—¡BaekHyun lo siento tanto! ¡Por dios, yo te juro que quería decir algo! Nunca fue mi intención dejarte solo, y-yo simplemente… Baek…

El chico no tuvo que pronunciar ni una sola palabra más para que Byun se enterase de a lo que se estaba refiriendo. Y por suerte ésta vez fueron los tímidos brazos de BaekHyun los que se atrevieron a rodear su tembloroso cuerpo, refugiándolo en el calor que emanaba.

—Todos estaban ahí, haciéndote daño y… y y-yo no pude… no pude…

El menor lo apretó contra su cuerpo, esperando a que las palabras simplemente saliesen. A que su Hyung finalmente ahogase sus penas para deshacerse de ellas…

Recordaba el día en el casillero de Park ChanYeol como si fuese una ventana abierta a un profundo acantilado. Se recordaba a sí mismo cayendo por ella, como si jamás fuese a tocar fondo… Recordaba la voz de Minseok Hyung pidiendo a gritos que se detuvieran. Luego todo era blanco. Tan blanco y puro como Park ChanYeol.

Sus manos se deslizaron hasta alcanzar el rostro de XiuMin para enmarcarlo. El otro lo miró por debajo de sus mojadas pestañas, como timidez, como si estuviese verdaderamente avergonzado de algo que jamás había hecho.

—Escúchame, Hyung… No llores, tú no has hecho nada mal.

El mayor parpadeó lentamente en su dirección. — P-Pero cuando…

La sonrisa de BaekHyun le prometía que las cosas estaban bien, le aseguraba que no estaba molesto por el hecho de que no hubiese podido hacer nada, alivió un poco el profundo dolor que había estado sintiendo durante semanas en su pecho.

—Somos amigos, Minseok Hyung… Estoy completamente seguro de que en otras circunstancias lo hubieses hecho todo por mí del mismo modo en que yo lo haría por ti. No te culpo, en realidad estoy jodidamente agradecido de que hayas sido tan fuerte… Jamás debiste haber presenciado algo como eso.

El aludido se limpió las lágrimas, repentinamente avergonzado de que éstas no encontrasen la forma de parar de brotar. — N-No digas eso, Baek, tú eres quien jamás debió haber estado ahí. Esa chica está completamente lo…

BaekHyun hizo que se detuviese con una seña, restándole importancia al asunto mientras se sentaba en la cama: El plato de fruta levemente regada haciéndole compañía.

—Eso ya no importa, Minseok Hyung, porque ChanYeol lo detuvo todo y… — la sonrisa en sus labios carnosos hizo que el corazón del mayor se estremeciese — Lo quiero, Hyung. ¿Hago bien en quererlo?

No tuvo que pasar demasiado tiempo para que XiuMin se encontrase a sí mismo sentándose junto a él en el borde de la cama, una sonrisa creciendo en su boca y el pulso acelerado. Sus manos cubrieron las de Baek sobreprotectoramente…

—ChanYeol es un chico maravilloso, ¿verdad que sí?

Con las mejillas rojas por la vergüenza, el menor asintió. XiuMin se recostó en la cama, jalándolo para que hiciese lo mismo. Las estrellas pintadas sobre el techo arrullaron sus parpados… BaekHyun se recostó sobre el hombro de ese Hyung tan adorable a quien quería tanto.

Y Minseok nunca se sintió tan feliz…

—Quiérelo mucho, Baek. Quiérelo como a nadie.

 

 

 

- - - - -

 

 

 

Teniendo cuidado de no hacer ningún ruido, Kris cerró la puerta de la habitación de su hermano y se recargó casi inmediatamente sobre la pared del pasillo.

Había escuchado la conversación casi desde el principio y, aunque los Byun llevaban años tratando de hacerle entender que husmear tras los huecos de las puertas estaba muy mal: Lo que le quedaba de Wu en la sangre todavía lo hacía actuar de forma impertinente.

A veces, en momentos como ese, YiFan extrañaba a su madre.

Estaba completamente seguro de que ella estaría ahí para confortar a BaekHyun en los peores momentos, y de que su hermano le contaría sus peores secretos, esos que todavía no se atrevía a contarle a nadie.

A veces y solo a veces, sintiéndose afortunado de que nadie pudiese penetrar en lo profundo de sus pensamientos, le gustaba imaginar su figura surcando los pasillos de la gran casa, caminando con un vaivén tranquilo, tarareando una canción de cuna…

Kris se asustaba cuando no podía recordar detalles en su rostro que antes estaban perfectamente claros. Solo entonces se encerraba en la biblioteca, tras los libreros donde su padre adoptivo guardaba en cajas los viejos álbumes de su infancia que tan dolorosos recuerdos le traían, y entonces, solo entonces, se encontraba a sí mismo fascinado mirando sus fotografías.

Era tan hermosa como hubiese podido recordar. Su imagen todavía latía fresca en alguna parte de su cabeza y Kris sabía, o quería pensar, que donde quiera que estuviese ella todavía los cuidaba.

Que cuidaba de BaekHyun y todo ese montón de malas decisiones que con un poco de suerte pronto estarían transformándose en buenas. Y también, solo quizá, cuidaba de él…

YiFan se preguntaba si se sentía tan decepcionado como él mismo de sus acciones y de lo que tan tristemente le había hecho a Tao un año atrás. Se preguntaba si ella lo hubiese abrazado una de las noches en que lloró culpable, si sus cálidas manos lo hubiesen confortado y le hubiesen susurrado lo correcto al oído.

Y lo cierto era que no tenía idea y tampoco podía saberlo, pero Kris esperaba con todas sus fuerzas que ella aprobase lo que estaba a punto de hacer.

Tao era importante y, aunque se había tardado probablemente demasiado en darse cuenta de ello, Kris ya había tomado una decisión.

Iba a volver a conquistar a ese chico, iba a hacer todo lo que estuviese en sus manos para que lo perdonara. Iba a volar más allá del infinito si era necesario… Probablemente ni en un millón de años sería capaz de merecerlo, pero nada iba a impedir que lo intentara de todas formas.

 

 

 

- - - - -

 

 

 

Inquieto, ChanYeol se removió en la parte trasera del auto. — J-JongDae, ¿estás completamente seguro de esto?

El de sonrisa gatuna se giró sobre el asiento del copiloto, sentándose tradicionalmente y mirándolo con torpeza, como si de pronto ni siquiera él estuviese del todo convencido de sus acciones.

—¡Ya no sé, hombre!

Se miraron como si fuesen las últimas personas poblando la tierra y se desagradasen a sí mismos y tuviesen que comenzar a reproducirse para salvar el planeta. El auto frenó y Chen casi se estrella contra el cristal.

—¡Pero qué carajos!

Quien ocupaba el asiento del conductor lo miró con el ceño fruncido. — ¡Te dije que te pusieras el cinturón de seguridad así que te callas!

Te dije que te pusieras el cinturón de seguridad así que te callas… —JongDae lo arremedó con voz de niña, como cualquiera que lo conociese hubiera esperado que hiciera.

ChanYeol se aferró al asiento de su amigo como si la vida dependiese de ello, como si le aterrase la idea de cualquiera que fuese la cosa que estaban a punto de hacer, sus gigantonas piernas apenas cabiendo con prudencia ahí atrás. — ¡Deberías decirle que detenga el auto en lo que lo pensamos o algo!

El conductor volvió a pisar el freno y se volvió hacia ellos con el ceño fruncido. — ¿Quieren cerrar la maldita boca? ¡Hace cinco minutos los dos estaban muy seguros de hacer esto!

El más alto, que había permanecido muy ocupado frotándose la cabeza donde acababa de golpearse por asuntos de inercia, miró a su mejor amigo con desprecio. — ¡Yo nunca dije nada, esto es tu culpa, Chen!

Tapándose las orejas, porque desde la infancia le gustaba hacerlo y no había crecido ni tantito, JongDae hizo oídos sordos y se volvió hacia el negro. — Escucha Kai, amigo, tal vez ya nos arrepentimos un poco.

Las manos morenas del tipo se aferraron al volante. — ¡No pueden simplemente arrepentirse, joder! ¡Oigan chicos, va a ser grandioso, se los juro!

ChanYeol suspiró ruidosamente, mirando al chico que acaba de hablar con súplica. — No lo sé, JongIn. ¿Seguro que a KyungSoo no le importara?

El aludido rodó los ojos hacia enfrente, comenzando a chiflar como si no lo estuviese escuchando. — ¿KyungSoo? ¿Quién es KyungSoo? Te juro que no sé de qué me hablas, bro.

El gigante estuvo a punto de alegar que KyungSoo era el diminuto chico pequeñito que se juntaba con BaekHyun, pero un carraspeo seguido de un curioso gruñido lo hizo girar el rostro, así como al resto de los pasajeros.

—¿Acaso a nadie aquí le interesa mi maldita opinión?

JongDae y JongIn parpadearon en su dirección un segundo antes de negar con la cabeza al mismo tiempo. ChanYeol asintió humildemente y JoonMyun se lo agradeció con una mirada medio cálida antes de volver a estallar en cólera.

—¡Este es mi jodido auto!

 —Vamos primito — el de sonrisa gatuna canturreó — bien que te gustan las aventuras, solo que te haces el amargadito.

—¡Me engañaste! — SuHo lo apuntó acusadoramente con uno de su regordetes dedos — ¡Dijiste que iríamos a comprar una crepa y después volveríamos a casa, no que nos íbamos a encontrar con tus amigotes para invadir la casa de quién sabe quién y que hasta traes un pijama metido quién sabe dónde para prestarme!

Sin vergüenza alguna, Chen se levantó la camisa manga larga que había decidido usar porque ese había sido un sábado lluvioso y le mostró a los pasajeros la pijama verde mal abotonada que traía puesta por debajo. — Por supuesto que esta no es la tuya… La tuya es rosa y está más abajito, primita, ¡ups, primito!

JoonMyun gruñó y ChanYeol tuvo que sujetarlo para que no se abalanzase sobre el copiloto para degollar a su mejor amigo.

Impaciente, JongIn golpeteó el volante con sus manos de morena piel. — ¡¿Entonces vamos o que chingaos?!

—¡Oye tranquilo viejo! Dejemos tu patria latina a un lado por favor.

El gigante se golpeó la frente contra el respaldo del asiento, JongDae sí que iba a terminar con un ojo morado uno de estos días si no aprendía a mantener la maldita boca cerrada.

Sin inmutarse, Kai abrió los ojos de forma exasperante, como esperando respuestas. Chen apartó al molesto de su primo para mirar a su mejor amigo a los ojos, casi como si le estuviese suplicando: Su labio inferior incluso se abultó en un puchero, que de no haber sido porque se trataba de JongDae, a cualquiera le hubiese resultado adorable.

Una vocecita le decía a Park ChanYeol que no aceptara, que debía huir, que estaba mal. Y sin embargo, apenas bastó un quedo susurro de la otra para hacerlo asentir levemente con la cabeza… No importaba si lo que hacían no estaba del todo bien, ChanYeol quería ver a BaekHyun.

Kai no necesitó más para ejercer presión sobre el acelerador y pese a ello, el auto apenas se movió cuando ya estaba frenando una vez más, los neumáticos chirreando sobre el asfalto.

—¿Qué no es ese Yixing?

Kim JoonMyun perdió todos los colores del rostro al mismo tiempo que el bailarín moreno bajaba el vidrio de su ventana. — ¡Eh, Yixing! ¿Vamos a dar una vuelta?

SuHo se hundió en su asiento.

Alguien debía recordarle asesinar a JongDae: La suya prometía ser una larga noche.

 

Notas finales:

¿Tiene algún caso que pida perdón mil veces?

Yo no lo creo… Me puse mal, hay cosas que a muchas personas les parecen estúpidas y sin importancia, cosas que sin embargo, a mí me afectan un montón. Tengo muy, muy baja autoestima y eso lamentablemente puede con mis días. Cuando no hay algo que me motive, tiendo a creer que soy mala en lo que hago y no paro hasta convencerme de ello. Precisamente no me detuve hasta pensar eso de mí y esta historia: Me hice mucho, mucho daño a mí misma y decidí pausarla por dos causas.

La primera es que no creí que mereciese ser continuada por lo mala que era. La segunda es que, como yo en el fondo de verdad quería terminarla, no quería que mis emociones afectasen lo que pasa con los personajes dentro de la historia.

Sin embargo estoy aquí, de vuelta en el juego. Cosa que no significa que mis actualizaciones vayan a ser de cada tres días, pero he decidido dejar el hiatus y ponerme a escribir de una buena vez, sobre todo porque una parte de mí, la valiente, está ansiosa por comprender que no importa que solo a un par de personas les guste mi trabajo, mientras yo este feliz con él, las cosas van a estar bien.

Si no me abandonaron ni me abandonarán, muchas gracias, estoy de vuelta: Si quieren comentar y hacerme el día, entonces bienvenidos. Si no quieren hacerlo… Bueno, lo lamento, porque yo sé que nada en el mundo va a cambiar eso.

Nos leemos lo más pronto que me sea posible. Amor para todos en forma de letristas y besitos ChanBaek. Pueden encontrar las fotos gheis de mis capítulos en Instagram: @mitcheetommo y no se olviden de visitar mi página en Wattpad: mitchekiller117. Así como los OS que recientemente he hecho, si les apetece.

Pd: He estado pensando en cambiar el resumen porque, bueno, ya saben: Solo es ChanBaek y se puede prestar a malinterpretaciones, pero no estoy convencida, ¿ustedes qué piensan?


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