Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Blank Space. por MitcheKiller117

[Reviews - 306]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aclaraciones:

—Diálogos.

"Pensamientos".

Puntos a remarcar.

Cosas escritas en la hoja.

Lean las notas finales, por favor.

 

 

Screaming, crying, perfect storms. I can make all the tables turn.

 

 

 

 

- - -

 

 

 

—¡Al fin es viernes!

Torciendo los ojos, Tao se giró sobre la silla de su pupitre para mirar a SeHun. — ¿Hay algún motivo por el cuál deba alegrarme de que es viernes?

—El hecho de que sea viernes ya es ganancia, así que quita esa cara, bebé amargado. —El Oh contestó, estirándose para desperezarse, luego de haber dejado su mochila ahora llena sobre la superficie de su mesita.

El de ojeras suspiró y volvió a sentarse correctamente, recargando sus codos en la mesita para sostener entre sus manos su mentón. — Deja de llamarme así si quieres mantener tu imagen súper heterosexual, hombre.

El menor levantó su silla y se la llevó consigo para acomodarse junto al chino, provocándole un suspiro nervioso. A SeHun no le gustaba cuando lo veía así y guardaba repentinamente su móvil en el bolsillo…

Pero lo cierto era que desde su llegada, Tao podía pasarse días enteros mirando la pantalla de esa cosa.

—¿Qué tienes ahí? —el más blanco de piel estiró el cuello, intentando husmear, aunque por supuesto, el otro no se lo permitió, cosa que provocó que éste frunciese el ceño. — ¿Nos alejamos unos años y ya me escondes cosas?

El mayor rodó los ojos y abrió la boca para decir algo increíblemente contundente que justificase su actitud cuando, su siempre perceptiva oreja, alcanzó a escuchar algo bastante interesante tres mesas adelante.

—Pues yo escuché que saldrían este fin de semana…

—Pero eso no es posible, Him Chan, — uno de las tres personas que se encontraban cuchicheando, se inclinó un poco para barrer el salón con su vista, como si no quisiese ser escuchada por nadie, aunque por el tono exagerado en que hablaba, era evidente que la actitud no era más que patéticamente sobreactuada. — BaekHyun no sale los fines de semana, eso todos lo sabemos.

El aludido tiró más cerca de la muchacha pero no bajó el tono de su voz. —BaekHyun puede cambiar sus tácticas si la víctima se resiste, Seulgi.

Una sonrisa se trazó en los labios del descarado que asintió levemente con la cabeza en su dirección. Por la intensidad de su mirada fija, ZiTao supo que estaba en sus planes ser escuchado. Y probablemente fue eso lo que logró que sus puños se cerrasen sobre la superficie del banco, SeHun, sin embargo, tiró de su manga, empeñado en volver a ser el centro de su atención.

—No estás respondiéndome. — Masculló.

—SeHun-ah, ahora mismo estoy en medio de…

El menor puso los ojos en blanco y se movió más cerca, pasando un brazo sobre los anchos hombros del otro y agachando la cabeza para murmurar sin ser escuchado. — Podemos hacer como que no estamos escuchando, ¿sabes? No soy idiota, Tao, hay niveles y el nuestro es definitivamente mucho más alto.

Habiendo finalmente captado la idea, porque no sabía por qué pero últimamente estaba increíblemente distraído, el mayor de los dos se recargó sobre una de sus manos y puso su mejor mirada de desinterés.

Esa con la que solía congelar a cualquiera que pretendiese siquiera acercársele.

—A veces yo también necesito privacidad, SeHun-ee.

El aludido abrió la boca para responder pero se quedó con las palabras en la boca cuando el tal Him Chan volvió a hablar...

—Lo que me pregunto es qué hará después. No creo que Park sea un experto en sexo, después de todo.

El nombre del gigantón encendió una llamarada de ideas en el cerebro de Tao, que miró alarmado a su mejor amigo. SeHun permaneció en silencio un instante y después prosiguió con lo que iba a decir antes de ser interrumpido. — Todos necesitamos privacidad, Tao-ssi, el problema es que las personas suelen ser tan entrometidas que pedirla resulta imposible.

El Oh nunca había sido la clase de persona que habla con voz demasiado alta o particularmente entonada con algún tipo de emoción. En todo el tiempo que llevaba de conocerlo, y era bastante según sus cuentas, Tao solo lo había visto molesto en dos ocasiones. Cuando en el jardín de niños una niña rechazó a Tao y lo llamó feo, y SeHun incluso había pegado goma de mascar en sus largas trencitas. Y aquel día en la primaria en que alguien llamó por primera vez a Tao marica, y Seok Jin repetiría por los siglos de los siglos lo duros que eran los nudillos del flacucho novio del chino feo.

Pero, sin embargo, si sus oídos no habían comenzado a fallarle ya y había escuchado bien, SeHun realmente sonaba molesto en ese momento.

Him Chan levantó la quijada orgullosamente.

—¿Me llamaste entrometido, Oh?

SeHun lo miró con indiferencia, pero había una llama particularmente encendida en el brillo oculto de sus ojos, Tao podía verla.

—El saco le queda a quién se lo ponga.

¡Demonios! SeHun siempre había sido un descarado. Y el hecho de que era seguramente el menor en todo el instituto y siquiera se refería a sus Hyungs por sus nombres, lo decía todo.

—¿Piensas que debería ser más directo y preguntárselo a tu amiguita, entonces? — El muchacho le espetó con una sonrisa cínica.

Los hombros de al que iba dirigida la pregunta se pusieron rígidos, Tao acarició su rodilla, como recordaba haberlo hecho miles de veces en el pasado para hacerle saber que algo no le importaba en absoluto.

—No, estoy sugiriendo muy directamente que deberías aprender a cerrar la boca, aunque por supuesto, con el nivel intelectual que posees, no me sorprende que no lograses entenderlo.

Los dientes de Him Chan hicieron un sonido molesto cuando los juntó rabiosamente, pero en lugar de decir algo, simplemente se puso de pie y caminó hacía ellos con furia.

ZiTao recorrió la silla hacía atrás bruscamente, trayendo la de SeHun consigo porque incluso llegó a pensar que el idiota de su compañero de clases podía cometer una idiotez como abalanzarse sobre él.

Lo conocía, se caracterizaba por ser un imbécil impulsivo y boca suelta, era precisamente por eso que aunque escuchaba todo lo que tenía para cuchichear siempre, Tao nunca le daba importancia.

El chico, pese a todo lo esperado, únicamente estampó una arrugada hoja de papel contra la mesita de madera, logrando que el chino de ojeras diese un respingo y frunciese el ceño en su dirección.

—¿Qué hay con eso?

SeHun estiró la mano para tomarla pero Him Chan se le adelantó y luego la tiro sobre el rostro del panda.

—Tao… — El Oh gruñó.

Pero era demasiado tarde, porque los ojos del aludido ya estaban abriéndose con sorpresa ante lo que leían…

Un segundo paso y luego otro.

El coreano de los amigos se puso de pie, dispuesto a darle una patada en el trasero a Him Chan por chismoso, si era necesario, pero la voz de Tao, titilando de furia, hizo que volviese rápidamente el rostro para mirarlo justo cuando se daba a la tarea de tomar a su compañero de clases por el cuello de la camisa.

—¿Quién demonios escribió esto?

La sonrisa cínica del muchacho se expandió sobre sus labios. —Oh, todo el mundo, querido. Pero, ¿por qué estás tan sorprendido? ¿No es ya natural que el instituto entero se ponga a hablar de tu amiga la zorra?

Contando hasta tres, el de grandes ojeras respiró profundo y luego le dedicó una mirada molesta a SeHun.

—¿Tú lo sabías?

El Oh se congeló sobre sus pies, recordando el instante en que la misma hoja había llegado a su pupitre temprano en la mañana… Así que respondió con un quedo porque ni era de los que mentían, ni lo había hecho nunca con ZiTao.

Esta vez, fueron los nudillos del mayor los que se tiñeron de blanco.

—¿No pensabas decírmelo?

Him Chan se echó a reír, murmurando algo acerca de las discusiones de pareja, pero los otros dos estaban demasiado ocupados reprochándose con la mirada como para reparar en sus palabras.

SeHun lo soltó finalmente y se sacudió las manos, guardándolas después en los bolsillos de sus pantalones mientras se dirigía al chino. — Escribí ahí lo que pensaba, ¿qué falta hacía de que te enteraras si son solo rumores estúpidos?

Pero aunque las palabras de su amigo fuesen certeras, Tao estaba muy seguro de que algunas de las cosas en la hoja de papel escritas, eran todo menos sólo rumores.

Así que arrugó el papel furiosamente y se lo lanzó al Oh en la cara del mismo modo en que Him Chan lo había hecho con él.

—¿Escribiste algo aquí también? Vete a la mierda, SeHun.

—Tao…

—Eres igual que el montón de imbéciles que han estado rodeándome todo el maldito año.

—Tao…

—¡Cállate!

Como lo pidió, el menor cerró la boca con una línea recta entre los labios. Tao lo miró mal por un segundo más y después se dio la vuelta, comenzando a caminar rápidamente para salir de ahí.

Y entonces SeHun observó su espalda ancha, esa que siempre le había parecido reflejaba un aspecto muy importante de su ser. Pero la notó distinta y eso fue suficiente como para hacerle saber qué era exactamente lo que había estado preocupando a su amigo últimamente, el motivo de sus cambios de humor, el peso que encorvaba su espina dorsal.

Recogió la hoja que había ido a parar al suelo y suspiró cuando la puerta del salón se deslizó bruscamente hasta cerrarse tras una salida dramática, escuchando solamente los alaridos de Him Chan y las burlas de su séquito de idiotas, con la pobre Seulgi incluida.

La chica enserio debía estar muy desesperada como para emparejarse con un tipo como ese.

SeHun rodó los ojos y se dejó caer sobre su silla perezosamente.

—¿No vas a ir tras tu chica, uh?

SeHun se estiró como si nada hubiese pasado y levantó la barbilla en dirección a quien lo interrogaba en un patético intento de burlarse de él.

—No es mi chico. Y no, ¿te parece que me importa?

Him Chan pasó saliva con la boca entreabierta.

SeHun suspiró y se dejó caer en medio de sus brazos cruzados sobre la superficie de la mesita.

Ya más tarde iría con Tao, cuando se le hubiese pasado su momento florecilla del día, cómo el solía llamarlo con una pizca de humor. Lo conocía lo suficiente como para saber que acercarse a él cuando estaba en esos momentos del día, solo implicaría sangre corriendo libremente por ahí y él ya no quería perder más de ese líquido tan vital para su cuerpo.

Solo esperaba que Tao no fuese muy lejos, porque tenía un mal presentimiento y, lamentablemente, siempre algo malo pasaba cuando lo predecía.

 

 

- - -

 

 

SeHun no creyó que su día fuese a ser peor pero confirmó que se equivocaba cuando se estaba ligando a una de las animadoras del equipo del instituto frente a su casillero.

Se llamaba Irene o algo así, SeHun no era del tipo de aprenderse los nombres muy rápido de todas formas.

La chica estaba en Inglés con él y era tan buena como él, ósease pésima, así que el Oh creyó que podían llevarse especialmente bien y, como era bonita, hasta simpatizar y llegar mucho más lejos.

Le fue mucho más satisfactorio cuando la mujer le pestañeó coquetamente y se pegó a él como goma de mascar a la suela de un zapato.

El problema era que no hablaba mucho y solo quería tocarlo.

A SeHun le gustaba la acción, pero también el calentamiento y de bromear mejor ni hablamos.

—Entonces… ¿qué dices de ir a-

Y justo cuando estaba a punto de hacer su jugada, porque creía que todavía podía darle una oportunidad, la chica palideció mirando a sus espaldas, como si hubiese visto un fantasma.

SeHun estuvo a punto de voltear, pero afortunadamente fue detenido por unas manos cubriendo sus ojos, porque de no haberlo hecho, se habría encontrado con el tétrico rostro que LuHan había comenzado a usar con las muchachas que se le acercaban usualmente.

Y es que el Oh se había llegado incluso a preguntar si olía mal, y le hizo el comentario a ZiTao una vez, pero el muy idiota se hizo el desentendido y se carcajeó en su cara el resto de la clase. SeHun juró que lo mataría después, sobre todo si llegaba a casa y se daba cuenta de que había un frijol en uno de sus dientes.

—¿Quién soy? — El chino canturreó alegremente y el más alto hubiese rodado los ojos de haber podido hacerlo, pero lo único que atinó a hacer, fue a zafarse del agarre del mayor. — Ah, hola Irene, fíjate que no te había visto…

El Oh puso los ojos en blanco, porque eso había sonado tan absurdo como la presencia del chino ahí mismo, o eso creía él, porque la aludida continuaba igual de pálida.

—¿Te encuentras mal? — LuHan entonó dulcemente.

Irene negó precipitadamente con la cabeza y retrocedió con terror. — N-No, y-yo ya me iba.

El ceño del rubio se frunció inmediatamente. — Oye, pero no me dijiste si querías ir a-

—¡N-NO!

¿Q,u,é?

La muchacha salió corriendo despavorida por el pasillo.

SeHun la vio desaparecer tras unas puertas y luego se giró lentamente para ver al chino, que le estaba sonriendo tan dulcemente, que resultaba aterrador.

Con un suspiro, el menor se rindió y abrió su casillero, comenzando a vaciar sus bolsillos, aunque pronto se encontró con el papel que tanto había hecho enfurecer a Tao y se le quedó mirando por un instante.

Mala idea, porque el chino además de tener ojos de ciervo, era un completo chis- Nah, comunicativo, en palabras de BaekHyun.

—¿Qué tienes ahí?

LuHan incluso tuvo que ponerse de puntitas para arrebatarle el papel al alto de la mano. El menor rodó los ojos y bebió de su yogurt sin inmutarse, porque poco le importaba que el chico que tenía enfrente se enterase o no de lo que ahí había escrito.

De hecho, después de haber visto la reacción de Tao, SeHun sentía que podía pagar por ver la del resto de la pandilla pelos negros, como había decidido llamarlos recientemente.

Porque lo cierto era que aunque le molestase la forma en que todo el mundo ahí se refería a su mejor amigo desde la infancia, a SeHun seguían divirtiéndole sus reacciones de reina del drama, porque era precisamente eso lo que siempre sería.

Aunque por supuesto, el hecho era que él todavía no conocía a…

—¡PERO ¿QUÉ DEMONIOS ES ESTO?!

SeHun dio un saltito delicado sobre las puntas de sus pies, asustado. Y las personas en el pasillo se giraron para dedicarles miradas alarmantes.

Los saltones ojos bonitos de LuHan se movían a toda velocidad recorriendo la hoja en que prácticamente todo su salón de clases había escrito…

¿Qué es lo que busca de todas formas? ¿Llevárselo a la cama? ¿Ahora va tras los más vírgenes que el aceite de oliva extra virgen?

Siempre me he preguntado qué hace exactamente con todas sus víctimas.

¿Acaso nadie lo sabe?

¡¿Cómo se llamaría esa pareja?!

Había una flechita señalando el renglón de arriba: ¿Para qué quieres saberlo? No durará más allá del domingo.

Ese pequeño imbécil, deberían expulsarlo por maricón. Debió haber sido corregido más adelante, porque había tachado las dos últimas palabras con una línea roja y añadido otro par en tinta negra: Por abusador.

¿Por maricón? Entonces la mitad de la población estaría fuera. Sí, definitivamente corregido.

Apoyo la moción.

Y yo.

Y yo.

Y yo.

¿Quiénes son ustedes, además de una manada de imbéciles, para decidir a quién se expulsa de la institución o no? La letra era pulcra y la tinta tan fina como rosa. Yo, personalmente, lo admiro.

¿¡QUIÉN LO ADMIRA!?

Tenemos una zorrita en la clase, ¡CUIDADO!

Sobre la última frase, había algo garabateado con lapicero rosa: No sabes nada y soy LEE TAEMIN, por cierto.

El corazón de LuHan latía alarmado sin entender demasiado. SeHun estiró el cuello para husmear lo que veía y rodó los ojos, alcanzando el papel con la mano para desdoblarlo. El chino parecía ser realmente idiota sin siquiera proponérselo, pues ni había comenzado a leer correctamente el contenido de la hoja.

LuHan le agradeció con una reverencia tímida y volvió a mover sus ojos sobre el papel.

¿Escucharon que BYUN BAEKHYUN tiene una nueva víctima?

¿Quién es esta vez?

¿Quién es?

¿Quién?

Oh, sí, Park ChanYeol.

¿¡PARK CHANYEOL!?

Nah, no creo. ¿Por qué Byun se fijaría en un alma tan pura como la del nerd ese?

Nerd o no, está bueno y es guapísimo.

Pues bueno sí, porque lo de guapo no estoy muy segura.

Es Park ChanYeol, ténganlo por seguro.

Pobre Park. Ese alguien había dibujado una dramática carita llorando.

Lo compadezco tanto, no tiene idea de que va a ser utilizado y desechado.

¿No sabe? Creí que era el chico más inteligente del instituto o algo así. ¡Por favor, hombre, está en tercero ya! Él sabe lo que hace, mejor pónganle atención al profesor de matemática.

Muchas flechas señalaban el mensaje de arriba graciosamente, e incluso había vulgares dibujos de penes junto a él.

¿JinKi, eres tú?

¡Nooooo, Byun sólo lastimará a Park!

Deberíamos advertirle, eso pienso.

El ceño de LuHan se frunció al mismo tiempo en que sus manos arrugaban el borde de la hoja que había estado sosteniendo mientras leía. La boca de su estómago ardía en ira, pero justo cuando pensó en lanzar ese pedazo de mierda al suelo y bailar arriba de él, un interesante renglón con letra distraídamente escrita llamó su atención…

¿Qué hay de meter la nariz en sus propios asuntos? Si Byun quiere follarse a Park, que se lo folle, no creo que el mastodonte sea tan imbécil como para no tener decisión propia. Consíganse una maldita vida.

El chino se volvió hacía SeHun, que no pudo evitar inflar el pecho con orgullo por más que lo intentó, y lo miró con algo parecido al orgullo.

—¿Tu escribiste esto?

—Tal vez lo hice.

LuHan colocó una media sonrisa en su boca. — ¿Por eso vi a Tao marcharse más temprano?

—¿Lo viste? —El menor lo miró con interés.

El mayor suspiró y dejó que su cabeza cayera en un asentimiento, girándose después y avanzando un par de pasos hasta el contenedor de basura.

—Oye, ¿qué estás haciendo?

Ignorando por completo la monótona voz del rubio, LuHan comenzó a desgarrar la hoja llena de estupideces cachito a cachito.

—No necesitamos esto, ¿o sí? — Con una dulce sonrisa, el ciervo lanzó los restos al contenedor y se giró dulcemente hacía SeHun, cerrando sus dos manos juntas tras su espalda.

El menor realmente no entendía la actitud de ese Hyung, debía ser bipolar o algo por el estilo. Porque en ocasiones se ponía tan nervioso que parecía que colapsaría y, en cambio, en momentos como ese, se veía tan seguro como una florecilla campestre en primavera.

Observó el contenido del bote y negó finalmente, dejando escapar un suspiro antes de recargar su espalda contra la pared. — Supongo que no.

Y cerró los ojos, poniéndose a pensar en todas las cosas que debía de hacer llegando a casa. Se había mudado sin el consentimiento de su madre y por ello le tocaba sufrir las consecuencias. No le mandaban el suficiente dinero y, a ese paso, terminaría acabando con sus ahorros y necesitando un trabajo como ese Hyung con cabello en forma de honguito.

Qué problemático lidiar con tareas domésticas, escolares y a eso sumarle las responsabilidades de un trabajo.

SeHun podría explotar si tenía que hacer todo eso. Y su compañero de cuarto no ayudaba mucho, a decir verdad.

Se llamaba Kialgo y no era más que una diva caprichosa.

SeHun recuerda haber tenido que lidiar con su ropa interior rosada una vez la semana anterior, había sido terrible. El chico ni usaba bóxer…

—… Y entonces, ¿qué piensas?

La voz de LuHan lo sacó de lo profundo de sus pensamientos y finalmente abrió los ojos, encontrándose con que su Hyung estaba probablemente demasiado cerca de su rostro y…

Oh, tenía ojos muy bonitos.

Y rasgos muy femeninos.

Si ladeaba un poco el rostro, incluso parecía una mujer.

Zarandeó la cabeza, deshaciéndose de esos pensamientos abominables que no tenía ni idea de por qué habían cruzado por su cabeza. — ¿Qué dices?

Un sonrojo abrumador tiñó las mejillas del ojos de ciervo, que se apartó un poco muy tímidamente, para el gusto de SeHun.

—Decía que deberíamos salir el sábado, ya sabes, con motivos totalmente científicos.

Primero, el Oh frunció el ceño y después, levantó una ceja. — ¿Y qué motivos científicos son esos exactamente?

LuHan estaba pestañeando taan exageradamente, que al más alto le daban ganas de salir corriendo… Y sin embargo, no lo hizo. Estaba inmóvil sobre el suelo. Aunque no fascinado, definitivamente no. Solo quería saber a qué se refería ese tipo, , eso era.

—Pues, ya sabes —el chino alargó quizá demasiado la pronunciación de la e en todas las palabras implicadas. SeHun no podía verlo, pero su imaginación le decía que seguramente estaba retorciéndose las manos tras la espalda. — es la primera cita de Baek, quisiera cerciorarme de que todo fuese perfecto.

Un bombardeo de ideas colapsó sobre el cerebro del Oh.

El problema quizá fue que no supo ordenarlas.

—Uhm, supongo que está bien.

Uf.

¿Qué?

¡¿De, dónde, carajos, había, salido, eso?!

¿¡DE SU MALDITA BOCA!?

LuHan dio un saltito y SeHun nunca sabría decir si fue más afeminado o exagerado.

—¡Genial! ¡Te llamaré! — Exclamó entusiasta, comenzando a alejarse por el pasillo sin la necesidad de girarse, el Oh abrió la boca pero el chico no lo dejó hablar — ¡Nos vemos mañana entonces!

SeHun cerró la boca al mismo tiempo en que LuHan cayó bruscamente al suelo luego de tropezar con sus propios pies y una muchacha de segundo año. La misma que lo fulminó por la mirada por ponerse de pie de un salto volándole la falda, sin siquiera tener la delicadeza de ofrecerle una mano.

—¡Ay dios mío, pero qué torpe! —El chino exagerado casi gritó, llamando más la atención, si eso era posible y moviendo las manos dramáticamente hacía el coreano — ¡Estoy bien SeHun-ah! ¡No te preocupes por mí! ¡Nos vemos mañana!

El aludido suspiró y regresó a su casillero para asegurarlo mientras rodaba los ojos, pero por alguna razón, la línea sobre sus labios se curvó levemente.

LuHan era un idiota.

Pero uno muy divertido.

 

 

- - -

 

 

—¿Te escuché decirle a Oh SeHun que lo llamarías o fue solamente mi imaginación?

LuHan, que creyó haber estado haciendo bailecitos ridículos mentalmente, agachó la cabeza para mirar el ceño fruncido de KyungSoo.

—Eso depende.

El bajito bufó. —¿Depende de qué?

—De si vas o no a ir a misa con Kim JongIn, alias la sexy máquina de baile, Kai.— El ciervo incluso levantó las manos para hacer un par de comillas con sus dedos.

El de corte de honguito y mirada diabólica enrojeció y, de no haber sido porque lo conocía, LuHan hubiese pensado que estaba terriblemente avergonzado. Porque el hecho era que el Xi tenía la teoría de que KyungSoo enrojecía porque era el hijo de satán y el infierno es rojo, aunque XiuMin siempre lo golpeaba con un libro grueso que sacaba de quién sabe dónde cuando lo decía en voz alta.

—No voy a ningún lado con ese idiota.

—KiBum no dice lo mismo —el chino canturreó, comenzando a danzar extrañamente alrededor del bajito de su malévolo amigo.

—Ugh, no me digas que ese chico enserio te creyó cuando le dijiste que primero tenías que entrenarlo para formar parte de nosotros y para eso tenía que ser tu esclavo.

Los ojos del mayor brillaron cuando juntó ambas manos frente a su rostro y silbó un exagerado sí. — ¡Y está viviendo con SeHun, ¿puedes creerlo?! ¡Es tan útil!

El menor rodó los ojos. — Minseok va a matarte cuando se entere.

El otro se cruzó de brazos. — Oh, que Minseok se ocupe del tal Chen y sus asuntos.

KyungSoo hasta se permitió echarse a reír cuando lo escuchó, porque LuHan era tan obvio con sus celos, que el mismísimo Kim JongDae debió haber notado ya el enamoramiento que el ojos de ciervo tenía con su mejor amigo.

—¿Qué tienes ahí? — El Xi curioseó.

SeHun arrugó en su puño los despedazados trozos de una hoja de papel. LuHan los tomó por él y los depositó rápidamente en un bote de basura.

—¿En tu salón también?

Los grandes ojos del Do se abrieron con sorpresa. — ¿E-En el tuyo…

El mayor se apresuró a tranquilizarlo negando con la cabeza. — No, pero en el de Tao sí.

Soo suspiró. — También en el de XiuMin Hyung.

—¿Él la tiene?

El pequeño asintió con una mueca en la boca, LuHan lo empujó levemente por el hombro buscando animarlo y pensando rápidamente en algo qué decir, el mayor llegó a la conclusión de que debía hacer lo que fuese necesario para aliviar esos momentos de tensión.

Arriesgar su vida, incluso.

—¿Crees que SeHun vaya a besarme mañana?

El Do no pudo reprimir una carcajada.

—Oh, ríete ahora, KyungSoo, pero no te rías en misa cuando tú y JongIn vayan a formarse para comulgar.

El enano lo piso tan fuerte, que el chillido del chino debió haberlo escuchado hasta su madre allá en los cinco picos.

—¡Oye tranquilo viejo, que intenso eres!

El rostro enrojecido del pequeñito lo puso a dudar esta vez. —¡No me gusta Kim JongIn y jamás me gustara!

—¡Tómalo con calma, está bien!

Soo se cruzó de brazos y cerró de un portazo su casillero, girándose para mirar una última vez a uno de sus mejores amigos con el ceño exageradamente fruncido.

—Ojalá que te dé diarrea mañana cuando salgas con SeHun.

LuHan lo miró con la boca abierta.

KyungSoo se retiró triunfal y con la cabeza en alto.

 

 

- - -

 

 

Demasiado molesto como para quedarse en el instituto, ZiTao había tomado su mochila y gracias a su magnífica flexibilidad, se había brincado la cerca para escaparse.

Había vagado por algunas calles mientras sentía su caliente estómago enfriarse, se había pasado con SeHun y no era justo, lo sabía. Era el jodido rey del drama y no era culpa de nadie más que suya.

Bien se había molestado con lo que leyó en la hoja, porque no había nada que detestase más que las suposiciones de la gente cuando de BaekHyun se trataba. Porque aunque debía dejar de hacer cosas buenas que pareciesen malas, su mejor amigo era… bueno, todo un caso. Tao zarandeó la cabeza para dejar de pensar en ello y visualizó un pequeño supermercado a unas cuantas calles, así que se cruzó cuidadosamente por un cruce peatonal y avanzó con seguridad, aferrándose a las correas de su mochila.

Ya se disculparía con SeHun comprándole de comer y se aseguraría de ponerle una paliza a todo el que se atreviese a intentar arruinarle el día a BaekHyun.

No sabía mucho sobre lo de Park, lo que sabía, porque XiuMin le había ido con el… comunicado, era que el chico del delineador parecía muy emocionado con cierto gigante y, por supuesto, que incluso había suspirado durante una llamada telefónica y dejado de lado sus planes para los fines de semana.

Tao estaba sorprendido, porque las decisiones que ese chico tomaba, nunca afectaban sus deberes personalmente adquiridos para sábados y domingos. Pero después pensó en lo increíble que sería ver a Baek feliz junto a alguien que supiese valorarlo y se olvidó de todo.

Baek era tan importante para él, que a Tao no le importaba ponerlo primero que a sí mismo.

Con cuidado, empujó la puerta del supermercado y se adentró en él, yendo directamente a los refrigeradores al final de éste para tomar un café helado.

Se entretuvo mirando las etiquetas, porque sabía que de todos modos no había nada más interesante qué hacer después, y cuando finalmente se hubo decidido por uno de los productos lo tomó y se giró.

Fue entonces cuando lo vio, demasiado cerca como para poder evitar el encuentro.

Y joder, maldito sea el tiempo. Porque si él hubiese podido detenerlo, lo hubiese hecho únicamente para contemplarlo durante todo un día.

Estaba tan perfecto como lo recordaba.

Y, para su desgracia, lo estaba mirando.

—Tao.

Los pies de ZiTao se congelaron bajo el peso de la sonrisa ajena.

Verlo ahí, parado, frente a él, siendo todo lo que alguna vez fue en el pasado, hacía que el panda sintiese todo el mundo que tan laboriosamente había construido en todo ese tiempo en que se encontró ausente, desmoronarse.

Porque YiFan todavía estaba sonriéndole, como lo hacía cada vez que tenía la oportunidad en el pasado. Y cada una de sus facciones seguía componiendo su ser. Tao no podía estar seguro de ello, pero apostaba porque fuese un poco más alto que antes y, aunque carecía de razones para pensarlo, algo en su mirada le decía que no todo era tan idéntico en su persona.

Pero le dolía, verlo sonreír de esa manera.

Y estaba matándolo.

Lo aniquilaba de a poco recordar cómo con cada palabra brotando de sus labios, Kris había destruido su corazón y sin embargo, él había continuado como si nada mientras Tao sufría, viviendo a lo grande en el extranjero mientras Tao lloraba, mientras tan cansinamente buscaba mil formas para ponerse de pie, con la sonrisa fingida más ensayada siendo un peso más sobre sus hombros.

—¿Tao?

El aludido levantó incrédulamente la mirada.

El Wu se acercó a paso vacilante pero, como si hubiese estado preparado para ello, Tao retrocedió.

Los pequeños ojos del otro buscaron los suyos, fallando irremediablemente en encontrarlos.

—¿Qué quieres, YiFan gege? —se forzó a entonar.

Gege…

Aunque al principio se había empeñado en negarlo, los recuerdos más preciados del más alto siempre involucraban al pequeño que tenía enfrente llamándolo de ese modo. Pero ahora todo era distinto.

Porque no había ojos brillosos mirando en dirección a los suyos, ni sonrojos furtivos. No había movimientos vacilantes y, sobre todo, no había emoción alguna en su voz que lo hiciese sentir esa reconfortante sensación que tanto había extrañado en el estómago.

En su lugar, se instaló un profundo vacío y cuando estiró la mano para intentar tocar aquello que tan repentinamente se había vuelto inalcanzable, Kris supo que tenía un largo camino por delante.

Porque Tao echó los hombros hacía atrás, impulsándose del mismo modo sobre las puntas de sus pies y luego, luego frunció el ceño en su dirección.

—¿Estás siguiéndome?

“Sí”.

Kris tenía excusas perfectamente planeadas por sí el menor se atrevía a preguntar algo como eso, como que estaba preocupado por él o que lo había visto casualmente al cruzar la calle, atrapadas en la punta de su lengua pero la actitud de Tao las había devuelto al fondo de su garganta con un pase de saliva.

El hecho sin embargo, es que se había parado desde el mediodía frente al instituto en su lujoso auto, esperando por verlo salir.

Y el hecho de que se encontraba solo cuando finalmente lo vio, lo impulsó a cometer acciones estúpidas como esa.

Después de tragar, una línea que falló en pretender ser desinteresada se trazó sobre sus pequeños labios.

—No, vine por un café y entonces te vi, ¿está tan mal pasar a salu…? ¿Tao?

Para cuando tuvo tiempo de levantar la mirada, el nombrado ya no estaba al alcance de su visión. Siendo tomado por sorpresa, el alto se giró sobre su mismo primero hacía la derecha y luego hacía la izquierda, enfocando la mata de cabello negro del menor al final de la fila de una de las cajas.

Joder.

—¿No te han dicho que es de mala educación dejar hablando solas a las personas?

El más bajo de los dos no se movió cuando lo escuchó, salvó para juguetear con los dulces en las estanterías de las cajas.

Kris carraspeó, desesperado por un poco de atención.

Tao rodó los ojos, frustrado. — ¿Enserio estás intentando darme lecciones de vida tú a mí?

Oh, joder, joder…

—Nunca es tarde para rectificar ciertas actitudes.

Debió haber dado justo en el blanco, porque la preciosa espalda del panda se tensó de inmediato. Casi podía ver los músculos tensos de su mandíbula plasmados sobre la línea de su cuello…

—Te equivocas — escupió, aunque parecía haber soltado las palabras contra su voluntad, dada la expresión consternada en su rostro. Luego se giró parcialmente para mirarlo, como si no le quedase más remedio que concluir con lo que había empezado. — Te equivocas, sí que es tarde para rectificar algunas.

Kris lo tomó por el brazo. — Tao…

Pero Tao no quería escucharlo.

No quería una disculpa poco honesta sin sentimientos de por medio en las palabras. No quería un recuerdo más tormentoso que el otro. No quería excusas o motivos, ninguna explicación. Tao no quería escucharlo y esa era toda la verdad existente posible.

Así que se soltó bruscamente de su agarre y abrió los labios para gritarle que lo dejara en paz, que no quería tener que verlo más, que había sido suficiente… Que nada de lo que tuviera que decir, le importaba.

Pero las palabras nunca llegaron a su boca y lo único que pudo hacer, fue sentir las lágrimas acumulándosele en el borde de los ojos mientras la impotencia destilaba por su sangre.

YiFan se movió un poco más cerca.

Tao sabía que iba a abrazarlo, así como sabía que él jamás tendría la fuerza necesaria como para apartarse.

Y lo odiaba.

Tanto como al Wu.

Tanto como a todo lo que le había hecho sentir.

Pero entonces, sintió un brazo ajeno sujetarse al suyo perezosamente, tirando de él para que se girara y la mirada indescifrable de SeHun, trajo consigo la calma.

—¿Me compraste los chocolates que te pedí?

Tao frunció el ceño, evidentemente confundido. — ¿Uh?

El brazo libre del menor se estiró sobre su cabeza para proporcionarle un leve golpecito en la coronilla. — Yah, y luego me preguntas por qué no confío en ti.

Sus cejas se alzaron y por fin el de ojeras entendió a lo que se estaba refiriendo, así que se aclaró la voz y cabeceó en dirección a los chocolates con los que había estado jugueteando antes de que Kris lo hubiese tocado.

No había chocolates. SeHun había sido afortunadamente inoportuno al alcanzarlo pese a haber estado comportándose tan insoportable la mañana entera.

—¿Te comieron la lengua los ratones? — El coreano se inclinó un poco sobre la figura de su amigo para alcanzar los caramelos que supuestamente había ido a recordarle comprar.

El chino se apresuró a negar, intentando por todos los medios posibles que su voz saliese en perfecto estado cuando por fin habló. — La fila avanza demasiado lento.

El Oh rodó los ojos, tirando más fuerte del brazo del mayor para apegarlo más a su cuerpo, como si lo estuviese defendiendo de algún peligro. — No te preocupes, nos vamos a casa pronto.

¿A casa?

¿Quién jodidos se creía ese niñito que era?

El ceño de Kris topó con el inicio de sus ojos. Su mano tiró del brazo de ZiTao que no estaba siendo tomado por el del escuincle que había llegado para arruinar el que estaba seguro de que iba a ser su momento.

—Tao, estábamos en medio de una conversación.

SeHun se apresuró a apartar su agarre del chico, como si fuese una brasa en llamas. — Tú lo dijiste, estaban.

Los nudillos del más alto no tardaron en volverse blancos.

El menor de los presentes se forzó a trazar una media sonrisa en sus labios mientras le miraba. — Soy un poco celoso, y a Tao no le gusta que me enoje, ¿sabes?

Kris no podía creer algo como eso porque simplemente no podía ser verdad. Así que miró expectantemente al Huang, esperando que éste lo contradijese de algún modo pero eso nunca sucedió.

La señora rechoncha que había estado comprando por delante del chino por fin se movió y la cajera les dedicó a los implicados una mirada expectante, que no hacía más que reflejar impaciencia.

SeHun arrojó los chocolates cerca del café helado que Tao había puesto sobre la barra antes y se sacó hábilmente la cartera del bolsillo trasero de su ajustado pantalón escolar.

—Son diecinueve noventa, por favor.

Mujer inoportuna….

El menor le ofreció efectivo y luego tiró del brazo de su amigo con fuerza, apartándolo así por fin de Kris.

—Quédese con el cambio.

No podía dejarlo ir así.

—Tao…

El aludido levantó la mirada una última vez.

Los ojos de Kris titilaban desesperados y el corazón del menor latió emocionado por la idea de que al más alto no le hubiese gustado verlo con SeHun. Aunque la idea se desvaneció un segundo más tarde de sus pensamientos y con ella, las ganas de permanecer un momento más ahí parado.

Porque aunque ahora se hiciese llamar Kris y hubiese ido a buscarlo, su cerebro le decía que debía ser más inteligente y ya saber bien que seguía siendo el mismo YiFan de antes, el que le rompió el corazón, él que se había reído de él…

Y el solo recuerdo habló por sí solo, deslizándose tal cual súplica fuera de sus labios.

Adiós, YiFan gege.

La forma en que lo dijo y sus ojos enrojecidos, le dijeron a Kris que la suya pretendía ser una despedida permanente.

Y esta vez, fue él quien se quedó con los pies inmóviles sobre algún lugar de la tierra y el corazón latiendo trabajosamente, como si se le estuviese cayendo en pedazos.

Y ahí, con todas las personas mirando y viendo cómo el otro se marchaba de la mano de alguien más, Kris se preguntó si Tao se había sentido de ese modo un año atrás.

Maldijo por lo bajo.

De verdad había sido un gran idiota.

 

Notas finales:

I’M BACK.

-Le tiran toda clase de piedras y la patean cruelmente-

PERDÓOOOOOOOOOOOOOOOOOOON.

Estaré respondiendo A TODOS LOS COMENTARIOS QUE ME HACEN FALTA ESTOS DÍAS, POR FAVOR NO PIENSEN QUE ME HE OLVIDADO DE USTEDES O MAL DE MÍ. No me creo mucho ni nada como para no responderles :C en verdad mi compu no servía para nada, se trababa taaaanto, incluso sin usar internet, sigue siendo un asco (con decir que estoy vía Internet explorer(?) pero ahora milagrosamente reacciona(? Celu tengo uno que está peor, así que ni hablar. A eso añádanle el hecho de que estaba/estoy (me falta uno) en exámenes y UGH, me dejan sin cabeza para nada. Acabo de escribir TOOODO esto, ando increíblemente sentimental así que lo siento.

Sé que estamos pasando por momentos duros, pero espero que ninguno de ustedes le mande odio a mi Tao-ssi. Apoyémoslo en todo lo que decida, por favor. Pensemos en él antes que en nosotras. Démosle todo el amor que sabemos está necesitando y hagámoselo saber mediante hashtags como #WeBelieveInYouTao o #WeLoveYouTao y no como #DontGo. Por favor, no lo orillemos a tomar una decisión letal para su salud, sé que esto a él le duele más que a nosotras.

Es un poco largo, pero espero que les guste. Les alegrará saber que tengo unos días de puente(?? Y otros la próxima semana, así que me verán por aquí. Y en verdad, en verdad, les debo una enorme disculpa –les hace una reverencia coreana-.

Mitche los ama, mucho, no tienen idea de cuánto. NO ME DEJEN –se muere-.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).