Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cajita Musical. por YazzSiHan

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Parejas: SiHan. (Choi SiWon & HanGeng)
Fandom: Super Junior.

Y es que con tan sólo abrir esa cajita de música, y escuchar las suaves notas... Siento que mi corazón se enamora.



-



Acomodando las solapas de su traje, las mancuernillas con el escudo perteneciente a su aristócrata familia, se encuentra SiWon Choi alistandose para la cena más importante de su vida, aquella donde dirá a todos su compromiso con ese hombre extranjero que lo ha enamorado por completo.


Se alcanza a escuchar un suave suspiro cuando ha terminado con su aspecto, y agachando el torso ligeramente, sonríe acariciando la madera de esa caja de música poco antes de cerrarla, terminando con esa dulce tonada.


A paso lento sale de esa lujosa habitación, y tomando una bocanada de aire, baja las escaleras más seguro que nada, y en ese transcurso, un millar de recuerdos llegan a su mente.



*


Aquella navidad, teniéndo once años de edad, jugueteando en la sala de estar, sobre la alfombra color vino, sucedió uno de los momentos más importantes para SiWon.

Aún recuerda las dulces palabras que su abuela le dijo, y ese hermoso objeto que le entregó.


—¿Qué es esto abuela? Es verdaderamente bello, mira la madera. — Mencionó SiWon al recibir ese objeto entre sus manos, acariciando la madera fina de este.


—Estoy consciente, hijo mío, de que el cedro de esta cajita, es precioso, pero no te fijes en aquello, sino en lo que hay dentro— Respondió con certeza la mujer de edad avanzada.


Y entonces SiWon abrió la cajita con cuidado, emanando una dulce melodía, tan tranquila y hermosa, que podría gustar a cualquiera. SiWon sonrió.


—¿Te gusta, mi niño?—


—Mucho abuela—


—No está de más decirte que justo así es el amor...—



SiWon miró a su abuela con confusión, sin entender, que tenía que ver la cajita de música con lo que ahora ella menciona.


—Si cariño, aunque no lo creas.— Ella sonrió. —Podrás enamorarte del exterior de una persona, pero sino miras su interior... Su corazón.— Al decir esto, su abuela acaricia al pequeño muñeco que dentro de la caja está, como un bailarín. —No podrás decir que eso es amor.— Continuó.


SiWon la miro, y luego volvió su vista a la cajita de musica, admirando los detalles del bailarín dentro de ella.

Podía decir que el muñeco era perfecto, las facciones, sus ojos...



—"Tan sólo es un muñequito de una caja de música"— Pensó para sí mismo.


Entonces, dejando un beso en la mejilla de su abuela, y un cálido abrazo, demostró su agradecimiento.


Uno de los mejores momentos sin duda, y ese, el regalo más preciado que él conserva aún; ya que después de ese hermoso día, jamás se imaginaría, que al día siguiente, su abuela fallecería...




*



Y entonces, el príncipe estando de pie en el salón, mirando hacia arriba en las escaleras, ancioso por ver a ese hombre que tanto ama.

Y fué cuando la silueta de ese hermoso ser, se asomó por sobre las escaleras, que un nuevo recuerdo llegó a la mente del príncipe Choi.




*




Una noche como muchas, él en una fiesta con sus amigos, entre música y bebidas, risas que no cesan. Todo es tan normal a como suele ser.


Entonces, un grupo de bailarinas, salen al escenario para entretener a los presentes de dicha celebración; todos admirando el gran baile.
Pero fué cuando el príncipe SiWon, bebía de su copa, y paró en seco al ver al estelar de esa escena de baile.


Sus movimientos delicados, bailaba conforme el viento y las notas dulces de la música lo llevan.
Su cuerpo delgado, piel clara y preciosa, sus ojos razgados, con un brillo sin igual. Y recordó al muñequito en su preciada caja de musica.



Choi, quedándose ensímismado con aquel hombre mientras bailaba, y en el momento en el que la música se detuvo, ambos cruzaron miradas, el par de segundos más eternos de su vida, hasta ahora...
Y uno de ellos sonrió, marcandose los hoyuelos de sus mejillas; el otro sonrojó y bajo la mirada.


—"Demasiado lindo".— Pensó el menor de ellos.




*



—Es hermoso...— Musitó el príncipe, casi para sí mismo, al verle bajar las escaleras.



*



—"Podrás enamorarte del exterior de una persona, pero sino miras su interior... Su corazón, no podrás decir que eso es amor".—



*



—Hey!— Gritó el príncipe entre risas divertidas después de haber recibido un leve golpe en el pecho, con la bola de nieve.


Entonces el contrario se echó a correr, riéndo con ternura, a como dice SiWon, a como lo considera él.


Corriéndo tras ese hombre travieso, finge perderlo de vista al notarlo esconderse, y sigiloso se acerca a él sorpendiéndolo por la espalda al abrazarlo de esa manera, recargándose en su hombro a la par que estrecha sus manos en el vientre contrario.



—Te encontré...—Susurró el príncipe SiWon en el oído contrario, haciéndole sentir su respiración, su aliento.


El otro se estremeció, se sonrojó mientras sonreía sutilmente. Tembló, se estremeció al sentirlo tan cerca de él.



—¿Acaso el príncipe SiWonnie me castigará?— Dijo el mayor acurrucandose en su pecho.


…l rió.

—¿Crees merecerlo?.—


El otro no supo que decir. Guardó silencio.



—Fuiste un niño travieso, HanGeng.—


Ambos riéron, y SiWon dió tiernos besos en su oreja, lo que provocó a HanGeng estremecerse.


—Mi dulce novio... Mi bailarín de cajita musical...—




*




El príncipe extendió su mano ante él, y HanGeng, terminando el cmino de las escaleras, la tomo entre la suya.


Vestido de un traje de gala de príncipe, azul claro, lucía tan precioso a los ojos de SiWon.


La mirada brillante del príncipe, que acompañada de una sonrisa inigualable, lucían una diferente aura que junto a su acompañante robaban las miradas que admirados se inclinaban para recibir su llegada a la enorme mesa, aquella que decorada con un mantel grueso color rojo y adornos dorados, presumía la elegante y exquisita cena especial que había mandado a ser cocinada.



Avanzando con elegancia el príncipe acomodó a su acompañante en aquella silla de madera que se postraba al costado derecho de la cabeza de la mesa, aquel lugar que pertenecía al príncipe.


HanGeng podía sentir el latir de su corazón sobre su pecho, sentía nervios quizá miedo.


Antes de que el príncipe SiWon tomara su lugar se inclinó ayudando a HanGeng a acomodar la servilleta sobre sus piernas, aprovechando para acercar sus labios al oído ajeno.


—Te amo...—


El tono de su voz hacía buena combinación con su postura. Digno tono de un príncipe.


Provocando un rubor dulce sobre aquellas mejillas cálidas de un joven enamorado.



SiWon al fin tomó su lugar justo frente a ojos de los invitados quiénes esperaban atentos por la señal del príncipe para saber que continuaría posteriormente.



La vista de SiWon se posaba en las miradas que lo estaban observando, su propio corazón había adquirido una punzante palpitación donde sabía que el dueño de esa emoción era su hermoso bailarín de cajita de música que alcanzó con su mirada.



Tomando una copa alargada de vidrio, y un cubierto de plata, tintinió dentro del enorme salón que al instante dejo un eco susurrante en el aire, un eco que hizo que hasta el más distraído dirigera su mirada en dirección al origen del sonido.



—Damas y caballeros, esta noche os he de agradecer vuestra apreciable presencia. Ya que os habéis de cuestionar ¿Cúal es tal motivo para reuniros aquí esta noche de luna llena?—

Los ojos curiosos se posaban en el príncipe Choi, que sin prejucios ni dudas esperaban por la noticia.

—Antes de daros a conocer aquel motivo de tan amplia importancia, os debeís saber que vuestro príncipe ha decidido unir su vida, ha decidido que el momento en que el palacio de su corazón, reine el amor, ha llegado junto a una persona importante, que con tan sólo un andad suave y preciso, logró llenar mi atención, y que al instante de entablar palabras acordes a una conversación sana y brillante, vuestro príncipe ha concebido que la dicha llega a su reino y que en compañía de ese amor aquí os presento al dueño de quien pertenece ésta humilde descripción...—



La mano del príncipe se extendió en dirección a HanGeng, aquel hermoso jóven que con un tenue rubor en sus pómulos, enseguida tomó aceptando la mano de su príncipe quien lo atrajo con delicadeza a su lado.



—Damas y caballeros, os presento a HanGeng dueño de mi corazón, mi futuro esposo.—



La mirada de SiWon admiró el dulce gesto de HanGeng y viceversa.
En un segundo sólo eran los dos, sólo los dos.



*


Por fin el día que ambos esperaban, ambos frente al altar, mirandose frente a frente, con una sonrisa de indescriptible amor.



El príncipe SiWon vestido de azul marino, con su típico traje de aristócrata, HanGeng con un traje blanco, tan puro como él mismo.


A HanGeng le llegan un sin fin de recuerdos en ese momento en el que su corazón late como nunca.




*



Ambos jugando por todo el castillo, correteandose como niños pequeños, ellos siempre disfrutaban de momentos como ese.


El mayor entró a esconderse a la habitación de SiWon, riéndo tan divertido, descansando un poco, pensando que el otro no lo encontraría allí.


Recuperando el aliento, observa en el tocador una caja de madera fina, realmente hermosa.


Se acerca lentamente a la dicha, abriendola lentamente, de inmediato emanando de ella una dulce canción, tan tranquila y hermosa, pero lo que más le llamó la atención, fué el muñeco que adornaba el centro interior de ella. Lo admiró, Era tan parecido a él, demasiado parecido.

Y fué entonces cuando vió un anillo de oro blanco en los pies del pequeño muñeco.


—Ese bailarín... Eres tú.—


Dió un brinco al ser sorpendido por aquel susurro tras de él, notando que SiWon era el dueño de este.


—¿Y - Yo?— Cuestionó con tímidez.


—Uhum.— Contestó el príncipe, agachándose un poco para estar a su altura. —Y este anillo...— El mayor lo miró mientras SiWon tomaba el dicho de la cajita. —Mi precioso bailarín de cajita musical... ¿Quieres casarte conmigo?—



*



—SiWon Choi. ¿Aceptas a HanGeng como tu esposo?— Dijo el sacerdote, sacando al mayor de sus recuerdos.


—Acepto.— HanGeng tembló al escuchar la respuesta ajena.



—HanGeng, ¿Aceptas a SiWon Choi como tu esposo?—


Sus ojos se llenaron de lágrimas, lágrimas de felicidad.



—Acepto.—


—Entonces, SiWon Choi y HanGeng, los nombro esposos, lo que no separa Dios, que no lo separe el hombre. SiWon, puedes besar a Geng.—


Y acariciando su mejilla sonrojada, con las lágrimas cayendo sobre ellas, SiWon besó a HanGeng, dulce, lleno de amor, el beso más precioso de toda su vida. El primero como esposos, el primero con el que SiWon sintió completamente suyo, a aquel bailarín de la caja de música.




Fin.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).