Capítulo dos. Ódiate.
El primer día no es nada fácil, apenas y he logrado llegar temprano a la escuela gracias a que el doctor me ha mirado de forma reprobatoria y el policía me quita las esposas.
El director me dijo que tenía que pasar a su oficina, ahí conoceré a las sombras que tendría debajo de mí. Aunque la idea me sigue sonando patética y sin retorno, he aceptado por el cambio. No soy bueno en nada, pero el poco talento que me queda es arruinarlo todo y si ellos pueden ver en mí algo que yo jamás veré, haré el intento de ser la vela que ellos puedan encender.
Entro a la dirección y veo a la secretaria esbozar una sonrisa comprensiva, me hace cuestionarme si alguien más le ha contado acerca de mi ‘gran intento fallido’. ¿Cuándo entenderán que es un hobby, no un acto estúpido de arrancarme la vida en miles de tormentosas cortadas? Aunque de igual manera, en algún tiempo alguien tendría que haberse enterado de tal chico que hace tales cosas como aquellas.
Tomo la perilla y mi cuerpo sufre de pequeños espasmos, recorriéndome la sangre fría y helada, no puedo ni siquiera girarla porque en ese momento se abre dejando ver un chico mucho más alto que yo.
Dios mío.
No hago el intento de moverme, porque sé que no lo haré, me quedaré un rato ahí parado como un tonto esperando que el director me llame varias veces trayéndome a la realidad, porque lo que he presenciado con mis ojos es lo más extravagante. Y eso pasa justo después de que piense que el chico al que visualicé tiene la extraña costumbre de sonreírle a cualquiera y es el primero en toda mi vida que lo hace de aquella manera sincera.
-¿Te gustan los cambios, Jinyoung?-el director me pregunta una vez que estoy sentado frente a él y los otros 6 se mantienen en silencio. Nunca había recibido tanta atención y no me gusta, porque ya estoy acostumbrado a estar debajo por los demás. La palabra ‘cambio’ hace un clic instantáneo, pero no puedo responder sí o no, tal vez porque sí quiero cambiar, pero no quiero hacerlo ahora, o tal vez nunca.
Nunca suena muy lejano para mí, así que sólo me limito a asentir con la cabeza esperando que esa acción sólo baste para ya irme al salón y terminar la tortura de 7 pares de ojos sobre mí. Y las ansias vuelven a aparecer.
Nunca tienes suficiente.
-Entonces conoce a tu cambio.-me señala a los que aún están detrás de mí, volteo encontrándome con sus miradas serias y rostros neutros, hasta del chico que he notado tiene una sonrisa muy bonita, cómo me gustaría que la mía tuviese la misma intensidad.
Después de escuchar sus nombres, el director me explica el plan de condicionamiento. Me dice mis obligaciones las cuales son respetarlos y obedecerles. También escucho las suyas: no deben dejarme solo en ningún momento y mucho menos contarle a alguien mi ‘problema’.
Sí, a todos les viene importando nada que el ‘chico suicida’ no es realmente suicida. Lo fui, lo acepto, pero una vez que sabes que el dolor físico es mejor que dejar de sentirlo porque has muerto, lo del suicido se vuelve punto y aparte. Y sólo porque alguien les fue con el chisme de que estaba medio muerto, ya se jactan de que han resuelto mi situación.
Pues que los arrolle un tren, a todos, al director, al doctor, al policía, a Mark, a Jackson, a Jaebum, a Youngjae, a BamBam y a Yugyeom.
Qué más quisiera yo que entendieran mi situación, pero no hacen más que sacar sus conclusiones, ante todo, ante nada, y luego se quejan de que Jinyoung sólo puede ver la salida en la muerte. Sin embargo, no es así.
Empiezo a mover mi pierna incómodo en medio de la sala, siento el sudor frío en mi frente pero no quiero mostrar mi quiebre ante ellos, no pueden saber que Park Jinyoung no puede durar 5 horas sin ver, sin sentir el corte en su brazo.
Aunque ya me daría igual si me viesen rozando el objeto metálico contra mi piel. De pronto me doy cuenta de que, si nunca he cambiado a pesar de tanta ayudan que me dan, ¿por qué lo haría ahora? Y entiendo que a ellos no les interesa mi bienestar, puedo apostar mi dignidad, la poca que me queda, a que han venido por obligación y no por gusto, porque, claro está, que nadie vendría a un idiota porque quiere ayudarlo.
El director sigue diciendo unas cuantas palabras que me parecen de sobra, bueno, hasta que toca el asunto de que todos viviremos en un mismo departamento.
-No pueden.-digo lo más alto posible, no dejo que continúe con su explicación.-No podemos vivir todos juntos.
-Joven Park, usted no decide eso.-mi ceño se frunce ante tal respuesta.-Usted aceptó el tratamiento y es así. No podemos dejarlo solo, no cuando vemos ahora claramente que sufre de un ataque de ansiedad.
Y la bomba explota entre mis vendajes, el brazo entero me pica a horrores.
-Déjenme hacerlo…-susurro mientras trato de quitar la venda lo más rápido posible. Los otros reaccionan tan rápido que muy apenas y he podido liberar un poco mi brazo.
Todos me detienen y yo lucho para que me dejen hacerlo.
-¡No moriré, lo juro!-les prometo en vano mientras siguen tomándome de los brazos.
7 contra 1. Al final ellos tenían que ganar.
Una vez que salimos de ahí, los siete dirigimos nuestros pasos hacia el salón. Por mi parte, sentir vergüenza ya es lo de menos. Recuerdo mi piel, llena de cortes, uno arriba de otro, sin orden; me dedico a pensar en cada gota que ha caído de mi brazo durante esos siete años que hacen que lleve un peso extra en mi cuerpo.
También recuerdo la voz de mi madre cuando desperté en el hospital la primera vez, recuerdo su tono preocupado, su rostro desvelado. Recuerdo a mi padre ir de un lado a otro hasta que nota que abrí los ojos. Esa mañana fue la peor de todas, me di cuenta de que seguía vivo.
No es que “todo había empezado de tal modo que…”, porque había sido diferente. Al principio sólo era un juego, algo inocente, pero después entendí que ese juego puede manejarse de tantas maneras que acabas por pensar que una cortada más ya no puede hacerte daño. Pero el inicio no fue con un problema, una navaja y piel.
Primero eran somníferos. Algo débil, tonto, si es que no quieres sufrir. Tras estar probando cantidades pequeñas, lo ‘normal’, decidí por comenzar con objetos punzocortantes, lo que fuese, un vidrio, un cuchillo, etc.
Y fue ahí que el juego se volvió peligroso.
Después de comprender que algún día podría morir de aquella forma, a mis 13 años ya sabía el método exacto para no ‘morir en el intento’. Pero las cosas fallan en algún punto, por ejemplo, yo no sabía que mi novio de ese tiempo, quería tener relaciones conmigo.
Y al él ser mayor que yo por dos años, no le fue difícil conseguirlo. Así que a la mañana siguiente me desperté sin virginidad y sin novio.
Tenía mi problema, tenía mi navaja y tenía mi piel, ¿qué más podía pedir? Y aunque sabía que estaba cortando más de lo necesario, más de ese límite que no debes de traspasar, yo lo hice, pensando mil y un veces en el idiota que se había robado mi inocencia. Lo hice sin que me importara un comino que estaba en la escuela, en los baños, mientras escuchaba a mi ex novio cogerse a alguien más.
Llevo a los otros seis caminar detrás de mí como guardaespaldas, no pueden notar las lágrimas que mojan mi rostro. Los escucho reír, jugar, conversar entre ellos y yo sólo sigo recordando el pasado. En esos momentos es cuando quiero deshacerme de mí completamente, pero ellos podrían usar hasta los golpes para hacerme reaccionar.
A como yo lo veo, no tengo solución, nunca la he tenido, alguien que está roto no merece una vida, no merece amar ni, mucho menos, ser amado. Y si yo no puedo tener esas cosas, ¿por qué adueñarme de ellas? La única razón por la que sigo vivo, es por el placer que siento ante el dolor, es la única cosa que me hace sentir vivo y a la vez tan muerto.
-¿Jinyoung, porqué escogiste esta carrera?-BamBam se sitúa a mi lado con una sonrisa. Hasta ahora es el único que me dirige la palabra después del espectáculo en la oficina del director.
-Sí, lo sé, sé que no me va psicología.-digo esbozando una sonrisa también.
-No es eso, a ti te va bien cualquier carrera, es sólo que…-sé a lo que se refiere en esa pausa, sé que no quiere escucharse tan cruel ante lo que está pensando.
-Quiero entenderme.-susurro esa respuesta sin meditarlo.
¿De verdad quiero hacerlo?
Llegamos al salón sin una palabra más de por medio, me voy y me siento al final, como el primer día, sólo que el tipo de al lado ya no sería el mismo, sino que ahora estaría Mark ahí, él único del salón con el cabello teñido de rojo. Se están tomando muy en serio eso de no dejarme solo nunca.
Las clases transcurren de forma antipática, pero la sensación está ahí, algo leve, pero sigue. Cuando no doy para más en la cuarta clase, me recargo en el asiento y levantó un poco la manga, Mark voltea a verme inmediatamente.
-No lo hagas.-susurra leve, pero el tono de su voz es fuerte aún así.
Poso mis dedos por encima de la venda y recorro con las yemas todo el lugar, cuánto anhelo hacerlo ahora, sin importarme que sus ojos sigan encima de mí y que esté nervioso por eso. Suspiro y niego con la cabeza, en otro momento.
O tal vez nunca.
Al fin salimos a descanso y nos dirigimos a la cafetería cosa que fue mala idea cuando Jongin, el mismo saco de basura que me mandó la nota el primer día, se acerca a nosotros, o únicamente a mí, más bien.
-Lindura, ¿ya tan rápido te hiciste de amigos?-la pregunta sólo la debo de contestar yo, pero no tengo ganas de siquiera idear una respuesta lógica.
-Lárgate.-susurro un poco alto, aún no soy capaz de levantar mi voz y convertirla en una orden autoritaria, no puedo mirarle con desdén.
-Está bien, me voy, pero avísame cuando estés disponible.-guiña un ojo y aún sigue aquí esperando una acción de mi parte, un suspiro, un parpadeo, pero sólo me dedico a llevar la mano a mi brazo izquierdo tratando de recordar algo. Yugyeom quien está a un lado, pone una mano sobre la mía, sé lo que significa eso.
-No está disponible, nunca lo estará, Jongin.-el repentino comentario de Mark me hace levantar la vista desconcertado.-Así que, o te vas yendo o Jackson te va mostrando el camino.
Ellos saben lo mal que me ponen los cambios rápidos de humor, por eso es que han alejado al moreno lo más rápido posible. Aún así todo sigue dentro de mí, tan sólo por el hecho de que hace más de 12 horas que no he tomado la pequeña navaja que llevo entre mis cosas.
Y no es como si no quisiese hacerlo, sino que no he tenido la oportunidad de hacerlo. Así de simple.
Todos empiezan a comer mientras que yo miro mi comida, han cambiado mi tenedor por una cuchara, les da miedo que en un ataque de ansiedad me lo encaje en el brazo, suena estúpido pero sé que podría hacerlo, de cualquier modo, el punto es sentir algo.
Youngjae carraspea y me mira fijamente. Hasta ahora es el único que parece ser consciente de lo que pasa a nuestro alrededor, no se la pasa agobiándome con su insistente presencia, ni siquiera puedo reconocerle como una autoridad. Esas son algunas de las cosas por las que es mi favorito hasta ahora.
-¿Qué sientes cuando lo haces?