Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

|2MIN|MI INOCENTE AMOR: Entre lo prohibido y lo inquebrantable. por MissHyde

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola!~ Este es un pequeño proyecto que llevo escribiendo desde hace unos meses, ya debería estar terminado en fisico pero soy muy vaga ;W;

Esta historia contiene dos partes, ambas dentro de la misma historia como tal. Espero les guste y regalen algunas opiniones. Agradezco de antemano por su lectura <3

Notas del capitulo:

Éste es el primer capitulo, ¡A leer!.

MI INOCENTE AMOR:

 

~Lo prohibido~

 

Intro

¿Qué es “Amor”?

El amor es aquella sensación de saber que no solo no puedes estar sin esa persona a cada minuto, a cada segundo que puedas.  Sino que... lamentablemente, te conviertes en un ser dependiente y frágil.

 

Significa no saber nada, vivir aún cuando estás muerto por dentro, es querer sin razón aparente o concreta.

Pero… ¿Qué pasa si el amor se vuelve un arma de doble filo?

Cuando es algo que va en contra de las leyes sociales ya establecidas, o cuando es algo prohibido y fuera de tu alcance ¿Qué pasa?

 

Siempre me he preguntado que significan para él mis besos, porque él no sabe que en cada uno dejo un pedacito de mi alma. Porque aún a sabiendas de que lo perdería tarde o temprano, quería dar todo de mí.

 

A mi dulce, y adorado hermano.

 

 

 

 

CAPITULO. l

 

Mi madre era una maravillosa azafata en la aerolínea de Incheon, y es la mujer más dulce del mundo. Mi padre era un turista japonés con aspiraciones de ser cantante y compositor musical. Y por obra del destino, se enamoraron y se casaron 6 meses después.

 

Mi padre, que trató en vano durante años llegar a ser un verdadero Ídolo Musical, de verdad lo intentó hasta que sus dedos sangraron derrotados. Mamá se preocupaba mucho por él, tanto, que en una ocasión no fue a su trabajo para ir a acompañarle y estar a su lado, cosa que le hizo ganarse un enorme regaño por parte de su jefa.

Las cosas no marchaban bien, la escases del dinero y de trabajo los había alcanzado. Ambos se habían mudado a un apartamento pequeño, pero la paciencia era lo que más les sobraba.

 

Un día, papá escribió una serie de canciones para una película y dichas canciones fueron tan exitosas por su letra, su  melodía, y nostalgia... Que  hicieron que su carrera despegara.

 

Mi padre en ese entonces tenía 29 años, y mi madre 28. Y en esa misma época, tuvieron su primer bebé, un adorable y gritón varón, Lee HeeChul. Era la viva imagen de nuestro padre, con ojos rasgados hacia arriba, y una cabellera color cobrizo que brillaba bajo los rayos del sol.

 

Mi madre tuvo que dejar su trabajo para hacerse cargo de su nuevo bebé, aunque según ella, fue lo mejor que le pasó en la vida. Papá siguió escribiendo canciones mientras ganaba una considerable cantidad de dinero «por cada una de ellas».

 

La familia tenía una buena base económica, y papá prácticamente trabajaba en casa.

 

Cinco años más tarde tuvieron a su segundo hijo, otro varón, a este lo llamaron Lee MinHo, éste había heredado los encantadores rasgos Coreanos de su madre aunque ciertamente tenía los ojos un poco grandes.

 

La vida de mis padres comenzaba a ser cada día más y más interesante, HeeChul había aprendido a hablar por completo y deseaba ser cantante como nuestro padre alguna vez lo deseó, mamá lo había inscrito también en certámenes de belleza. Puesto que mi hermano era un niño flor muy popular en el vecindario y todos le incentivaban a hacerlo.

 

Estaban de regreso a casa un día, cuando mi madre se desmayó de repente y la llevaron a la clínica, donde le informaron que tenía 2 semanas de embarazo.

Y  un 18 de Julio más tarde, nací yo, Lee TaeMin a sus órdenes. Con rasgos Coreanos, un parecido sutil a mi madre y ojos color almendra. Fui finalmente el último varón.

 

 

Mamá y papá estaban muy felices de tener una familia completa, estaban satisfechos. Nos mudamos a una casa más espaciosa en Seúl y mi hermano mayor HeeChul entró a la escuela elemental, mientras que mi otro hermano con apenas 2 años seguía revolcándose en el suelo de la casa como cerdito. Yo apenas era un bebé. Lo reconozco, no recuerdo mucho de esta época pero estoy seguro de que fue muy linda.

 

Comenzaron a pasar los años, tenía 4 años cuando íbamos al parque que quedaba cerca de la casa, recuerdo que me tiraba en el suelo para hacer castillos de arena con un pequeño balde de juguete, en ese entonces HeeChul era un bravucón conmigo. Él ahora tenía 11 años y yo lloraba a mares cuando destruía mis ciudades de arena.

 

HeeHee -ah, ¡¡¡Deja tranquilo a tu hermano!!! —mamá se sentaba a conversar con unas amigas, alejada, solo atinaba a gritar cuando veía que algo pasaba. Muchas veces mi hermano le hacia caso, pero cuando mamá se daba la vuelta él comenzaba de nuevo a fastidiarme, mofándose de mi baja estatura y brazos débiles.

 

Ignorando las llamadas de atención, me arrojaba arena en el cabello y me metía un poco en los pantalones, haciendo alusión a que me había hecho en mi ropa interior.

 

Odiaba tener el rostro y la ropa llenas de lodo, no me gustaba. Pero ese día todo cambiaría, lo supe al instante en el que vi a MinHo acercarse sigilosamente hacia el mayor…

 

 

—¿¡Que haces!?, ¡OYE!. —su voz se había quebrado, mi hermano había sido empujado con tanta fuerza que había caído de cara sobre la arena, haciéndole escupir un poco cuando se levantó. MinHo le había dado una cucharada de su propia medicina. Y luego le mordía la mejilla a HeeHee.

 

—¡AHHHHHHG!, ¡DUELE, DUELE! —recuerdo ese día en específico con claridad,  porque desde entonces Minho comenzó a protegerme de los ataques de nuestro hermano mayor. Era tan reconfortante… Pues gracias a ello después pude crear cientos de castillos en aquel parque.

 

Mamá se la mantenía separándolos a ellos casi todo el tiempo, HeeChul buscaba exasperadamente la forma de quitar a MinHo del medio para ir a molestarme,  y a veces, cuando lo lograba, me jalaba del cabello con tanta fuerza que me provocaba un dolor de cabeza insoportable, y aparte me ensuciaba la ropa. Creo que a mamá le costaba a veces predecir quien ganaría las batallas, HeeHee y yo teníamos el mismo color de cabello y en nuestras peleas no se sabía quien era quien, aunque él fuera más grande y más alto. Y Minho siempre me ayudaba con su increíble fuerza, que tal vez la heredo de mamá.  Pero a pesar de tener 6 años podía derribar al mayor de todos con una mordida o empujón.

 

 

A nuestra madre nunca le gustó llevarnos a guarderías, no le gustaba la idea de dejarnos con extraños, era muy celosa con nosotros. Además, disfrutaba vernos crecer cada día, así le sacáramos canas verdes o azules.

 

No recuerdo mucho antes de mis 4 años de edad, pero sé que nos bañaba a MinHo y a mí en la tina todos los días. Era muy divertido, mamá lavaba nuestras cabezas al mismo tiempo con mucho jabón y nos decía que cerráramos fuerte los ojos; o si no nos arderían y quedaríamos ciegos. Frotaba nuestras espaldas con una enorme esponja verde en forma de rana, la cual llamé Min,  porque era muy parecida a mi hermano. A él le disgustaba que lo comparara con ella, pero mamá me daba la razón y terminábamos riéndonos en su cara.

 

—¡Yah, Taemin, No me llames así! —Era tan gracioso, en serio, debían verle.

 

— ¡Croac!, ¡Croac!.

 

—¡Mamá ,dile que se detenga!.

 

Cuando el baño terminaba mamá nos secaba a ambos con una toalla, nos arropaba con ella y nos decía que camináramos con cuidado al cuarto para vestirnos.

 

—Taemin -ah, toma mi mano y no la sueltes, ¿Entendido? —el tomaba mi mano fuertemente y corríamos por el pasillo intentando no resbalarnos, cosa que era difícil porque nuestros cuerpecitos iban muy juntos y yo tenía pies muy torpes todavía.

 

Me  gustaba cuando mi hermano intentaba cepillar mi cabello, porque  aunque era liso se enredaba bastante y a veces hasta era imposible desenredarlo.

 

“Mamá terminó por comprarme una crema que olía a menta, y desde entonces mi cabello ha olido a dentífrico, ¡Pero no me malinterpreten! me agrada ese aroma refrescante.”

 

Cuando entré a la escuela elemental empecé a tener algunos cambios.

 

El primer día, mi madre me sonreía tiernamente para calmarme, ¡No podía vivir sin ella un solo día, mucho menos 6 horas! Sin embargo nuestra despedida fue pacifica y sin drama.

 

—Tae, vendré por ti a la salida, ¿Esta bien? Cuando salgas me veras aquí, justo como lo estoy ahora.

—¿Lo prometes mamá?, ¿Estarás aquí?

—Si. —besó mi frente e hizo un ademán indicándome que entrara, no lo negaré, quería correr lejos de ahí e irme a mi casa. Pero no lo hice, agarre mi lonchera de Rilakkuma fuerte y entré.

 

Había muchos niños que se acercaban a mí y me hablaban de videojuegos, o me preguntaban si quería sentarme a jugar con ellos. Nunca fui un niño tímido pero me costaba horrores entablar una conversación decente. Al terminar la primera hora, salimos al receso.

 

Caminaba lento admirando las instalaciones del lugar cuando, no muy a lo lejos, divisé una figura conocida. Estaba sentado en una pequeña banqueta amarilla, tomando su jugo de manzana,  muy rápido a decir verdad, mientras  miraba ansioso a sus alrededores, parecía buscar algo y decidí acercármele.

 

Caminé sintiendo una repentina explosión en mi pecho, y cuando estuve lo suficiente cerca como para que notara mi presencia, él dio un salto de aquella banca y me regaló la más hermosa de las sonrisas. Esas en las que tu rostro te duele por sonreír tan ampliamente.

 

—Mamá me dijo que estuviera pendiente de ti hoy, Taeminie. —Quitó mi mochila de mi espalda y me jaloneó del brazo hasta sentarnos. Recuerdo que ese día tuve una sonrisa en mi rostro durante toda la jornada, lo sé porque la profesora se lo comentó a mi madre.

 

Ir al colegio ahora ya no me parecía tan malo.

Como  MinHo estaba en 3er Grado solo podía verlo en recesos, pero eso bastaba.

Sabía que no me pasaría nada malo si él estaba cerca.

 A  mi otro hermano HeeHee no lo veía tan a menudo, para ser mas específicos solo lo veía raras veces en las noches cuando llegaba a la casa.

El ahora estaba en 2do año de Secundaria y se la mantenía con sus amigos la mayoría del tiempo, y los fines de semana salían a la biblioteca o al cine, naturalmente había perdido su interés en molestarme.

 

Había veces en las que podía escuchar las peleas que tenía con mamá, HeeChul deseaba tener un cuarto propio y privacidad. Y también pasaba mucho tiempo encerrado en el baño, no sabía porqué, pero papá me dijo que me explicaría cuando tuviera más edad.

 

Por otro lado, ya no hacia falta que nuestra madre nos enjabonara la espalda. MinHo y yo íbamos derecho al baño y nos duchábamos solos. A veces hasta nos preguntábamos  el uno al otro si queríamos ir en cierto momento o más tarde, aunque nuestra madre tomó precauciones. Para que no nos resbaláramos en aquella amplia tina de cerámica, colocó unas pegatinas en el interior de ésta para que nuestros pies tuvieran soporte. Era gracioso, puesto que las pegatinas tenían forma de ranas.

 

“Podría decir con certeza que esa época fue la más tranquila de mi vida hasta ahora…”

 

 

 

En el invierno, mis hermanos y yo fuimos a una pequeña pista de patinaje con nuestros padres.

 

Aunque yo tenía mucho miedo de caerme en el hielo, accedí a patinar cuando él  me tomó de las manos y me jaló levemente hasta que mis pies estuvieron deslizándose en el hielo.

Estaba paralizado y no me atrevía a hacerlo solo. Asique por alguna razón mi hermano se la pasó todo el tiempo cuidando de mi, de que no me resbalara en ningún momento y asegurándose de que yo no sintiera miedo.

 

—Que no te asuste Tae, solo mira a las otras personas… Ellas no se caen porque no le prestan atención a eso. —me susurraba en un tono que solo ambos éramos capaces de oír, creo que tenía frio porque sus labios tenían un leve tono azulado y de vez en cuando su cuerpo temblaba levemente—. Voy a soltarte ahora, ¿Vale?

 

Y cuando lo hizo, sentí como si estuviera desprotegido por primera vez en mi vida. Sentía un miedo casi indescriptible y sin embargo seguía deslizándome…  Hasta que me caí…

Y fue tan doloroso como lo imaginaba. Me había caído de nalgas, ¡Y vaya que me dolían mucho!.

 

—¡Taemin, se suponía que movieras los pies! ¿Estas bien?

 

—¡¡¡No estaba listo!!! —le reclamé haciendo un puchero, él me miraba con aquellos enormes ojos preocupado.

 

—No me voy a cansar hasta que aprendas a patinar, Taemin. Es mi obligación como hermano mayor. —exclamó mirando al horizonte y sonreí divertido, no obstante aquella dulce escena se fue por la borda cuando HeeChul se paró en frente de nosotros.

 

—Hasta cuando seguirás siendo el guardaespaldas de Taemin, ¿Eh, minho?. Ya tienes 9 años. Deberías ocuparte de tus propios asuntos. Y tú Taemin, levántate que ya nos vamos, antes de que te accidentes y mamá tenga que correr contigo al hospital.

 

Ese día volvimos en silencio a la casa, nuestros padres platicaban de trivialidades con HeeChul. Aunque éste estaba absorto en su celular y solo respondía “Si, ajá” a todo lo que mamá le decía.

No pude dejar de pensar en lo sucedido, pero tampoco le preste mucha atención.

 

Pasó un año y ya me había acostumbrado a mi colegio. Había entendido que no tenía que hablar correctamente o tener un tema de conversación planeado. Era un niño, podía hablar de las cosas más incoherentes y absurdas del mundo y lo hacía.

 

Me divertía mucho, tenia notas aceptables, había hecho amigos y me sentía feliz.

Comencé  a hacer casi todo con mis nuevos amigos, tanto, que me olvidé de mi hermano hasta el punto en el que ya ni siquiera le buscaba con la vista, pues sabia que el estaba por ahí, tonteando al igual que yo.

Pero llegue a sentirme culpable un día que lo vi merendar solo, sentí una especie de pellizco ahí adentro de mi pecho…

Aunque por alguna razón no me pude acercar a él. Era como si algo dentro de mi me dijese:“Hazlo.” y otra me gritaba: “Esto no está bien”.

 

“Fue ahí, cuando por primera vez sentí mi corazón latir rápido y lentamente a la vez. Sofocándome, asesinándome poco, a poco...”

 

(...)

Notas finales:

So... ¿Cual es su veredicto del primer capitulo?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).