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Los sobrinos por Tananlobo

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Notas del capitulo:

Capítulo 2, espero que os guste.

Al día siguiente Kaoru fue el primero en despertar y se sorprendió al ver que durante la noche había terminado abrazando a su novio por detrás. Byo tenía la espalda apoyada en el pecho de Kaoru, que se movía rítmicamente todavía dormido. Se tomó unos minutos para espabilarse y situarse, pero esa noche había dormido bien, había descansado y ahora se encontraba como nuevo. Después llevó la mirada a las cortinas cerradas que dejaban pasar bastante luz. Miró el reloj curioso por saber la hora y efectivamente ya eran más de las ocho por lo que el día estaba muy soleado. A continuación dedicó otros buenos minutos a admirar el rostro dormido de su chico, a analizar y guardar en la memoria cada de uno de sus rasgos. Tenía muchas ganas de intimar con él pero no lo despertaría, ahora no era el momento y además los niños estaban durmiendo en la habitación de al lado. Tras unos instantes, Byo finalmente despertó debido al movimiento de Kaoru. Abrió un ojo lentamente y se percató de que ya era de día por lo que terminó abriendo los dos ojos.

—Buenos días —le susurró Kaoru sin moverse de su posición, manteniéndolo aun posesivamente abrazado.

—Buenos días —contestó Byo dejando escapar una risa por las cosquillas que le causaban los besos de Kaoru en el hombro.

El mayor siguió besándole suavemente el hombro descubierto, rozando su piel con la propia y eso le causaba cosquillas al menor.

—¡Para! —se quejó divertido.

—No quiero —replicó Kaoru caprichoso y a continuación le mordió el hombro sensualmente.

Byo dejó escapar una especie de suspiro ahogado que lo encendió demasiado y cerró los ojos por instinto. Sabía que no podía dejarse llevar, pero tenía tantas ganas en ese momento. Con algo de esfuerzo liberó uno de sus brazos y lo pasó por detrás del cuello del mayor para atraerlo aún más a su cuerpo. Entonces volvió el rostro a la vez que Kaoru se levantaba levemente para mayor comodidad. Sus rostros quedaron muy juntos y ambos abrieron la boca dispuestos a desarrollar un apasionado encuentro entre sus labios. Justo cuando estaban a menos de un centímetro de por fin besarse, alguien abrió la puerta de la habitación de un golpe fuerte.

—¡Tío Masahito! —chilló Tomoya con demasiada emoción para esas horas de la mañana.

El mayor de los niños entró a la habitación tranquilamente y los otros dos niños le siguieron gritando y moviéndose entusiasmados.

—Buenos días —saludaron educadamente pese a lo alborotadores que eran.

Byo solo atinó a enterrar el rostro en la almohada, cansado y frustrado por tener que cuidar a esos tres niños hiperactivos ya de buena mañana. Pero lo que más le molestaba era que le hubieran cortado ese beso con Kaoru. El mayor solo se rió nervioso y se separó de su chico.

—Hora de levantarse, tío Masahito.

—Ya es de día —añadió Satoshi.

Byo suspiró resignado, pero no iba a terminar el asunto sin antes intentarlo.

—Sí, id a vuestra habitación que ahora voy yo —dijo sonando desinteresado.

—No, levántate ya —Negación rotunda por parte de los niños.

Solo quería que lo dejaran dos minutos, besar a Kaoru y poder empezar bien el día, pero no había manera.

—Ahora me levanto, ya voy —insistió.

Pero los niños eran realmente listos y se volvieron a negar. No contentos con eso se lanzaron encima de su tío y empezaron a agarrarlo para que se levantara. Viendo el espectáculo Kaoru se levantó y salió de la habitación sigilosamente para dirigirse al baño.

—Tío Masahito, tengo pis —comenzó la pequeña Natsumi, que ya no se podía aguantar más las ganas de ir al baño.

—Ve tu solita —replicó con desgana, aún medio adormilado.

—No puedo, tengo pis, tío Masahito —insistió.

—Pídele al tío Kaoru que te acompañe —dijo, pero entonces se percató de que se había quedado solo en la habitación con los tres niños.

No le quedó más remedio que levantarse, llevar los niños al baño y espabilarse para empezar el día. Mientras tanto Kaoru se había apresurado en preparar el desayuno, pues se moría de hambre y tenía muchas ganas de volver a comer un desayuno típico japonés después de haber estado dos meses fuera. Sonrió satisfecho al ver que Byo había hecho las compras de sus ingredientes favoritos para cuando llegara. Un cuarto de hora después, tanto el desayuno como los niños ya estaban listos.

—A desayunar, va —dijo Kaoru mientras llevaban los platos a la mesa.

Los niños asintieron emocionados ya que ellos también tenían hambre. Byo se los quedó mirando desde la puerta de la cocina y bostezó. Aún se sentía adormecido y necesitaba una buena ducha para despejarse y poder comenzar el día.

—Desayunad con el tío Kaoru mientras yo me doy una ducha.

—¡Sí!

—¿Eh? No me dejes solo con ellos —se quejó Kaoru, pero Byo ya se había escabullido al baño y no pensaba hacerle caso.

Era su venganza por haberle abandonado recién levantados. Disfrutó de esos diez minutos de tranquilidad y relajación que el baño le ofrecía, pero no quiso tardar mucho puesto que Kaoru estaba solo con los niños.

Al comienzo Kaoru se asustó un poco al quedarse solo con ellos pero supo llevar bien el desayuno y además le sirvió para preguntarles cosas a los niños y saber más de ellos. Poco después salió Byo del baño tan solo con una toalla rodeándole la cintura y con otra más pequeña para secarse el cabello y se acercó a ellos.

—¿Os lo habéis comido todo? —preguntó mientras se acercaba para controlar el contenido de los platos.

—¡Sí! —respondieron los niños enérgicamente.

—Vístete, por favor.

Ese susurro grave que dejó escapar Kaoru le había asustado. Apenas había pensado en la situación pero después se dio cuenta de que Kaoru no podía apartar la vista del delicioso manjar que se le ofrecía ante los ojos.

—Sí, lo siento —admitió avergonzado por esa mirada tan penetrante y deseosa que su novio le dedicaba.

Rápidamente se metió en la habitación para cambiarse y cuando salió ya vestido, los niños habían terminado de desayunar y se disponían a ir a jugar a la habitación. Kaoru y Byo aprovecharían ese momento para desayunar ellos.

—Parece delicioso —comentó el menor cuando se sentó en la silla, dispuesto a devorar la comida que tenía delante.

—Comamos —dijo Kaoru con una sonrisa.

A continuación comenzaron a desayunar con ganas, pues ambos tenían hambre.

—¡Mmh, está muy bueno! —exclamó Byo al probar el primer bocado.

Kaoru asintió divertido.

—Me alegra que te guste.

Byo quiso acercarse a su novio y besarle a modo de agradecimiento por ese delicioso desayuno. Aprovechando que los niños estaban en la habitación jugando y no los veían, se acercó sigilosamente al cuerpo de su chico. Pero todo parecía demasiado bonito.

—¡Tío Masahito! —Un fuerte grito y un niño en la cocina los distrajo de su tarea y tuvieron que separarse de nuevo.

—Joder —murmuró Byo bastante fastidiado y se volteó para mirar a Satoshi—. ¿Qué pasa?

—Ven, ven.

—Estoy desayunando —se quejó con un puchero delicioso en los labios.

—Pero hemos encontrado una cosa que…

—¿Qué pasa?

—¡Ven! —insistió el niño mientras lo agarraba del brazo para levantarlo de la silla y que fuera con él.

No le quedó más remedio que levantarse e ir a ver qué habían encontrado los niños. Cuando llegó a la habitación vio que se trataba de un complemento de la guitarra de Kaoru. Como la habitación de invitados estaba vacía, la aprovechaban para guardar sus cosas.

—¡No, eso no lo toquéis! —exclamó asustado al ver lo que tenían los niños entre manos y toqueteaban sin ningún cuidado.

Tardó unos minutos en calmar a los niños y poder terminar el desayuno en paz. Después los niños hiperactivos no le dejaron descansar y estuvieron jugando un buen rato. Bien entrada la mañana se prepararon para irse al hospital. Byo estaba contento con eso ya que por fin podría liberarse de esas criaturas y por fin quedarse a solas con Kaoru.

—¡Ya estamos aquí! —anunció feliz cuando llegaron al hospital.

Estuvieron allí charlando de nuevo con su hermano y su cuñada y demás familia, además de amigos que también habían ido a visitar a la recién nacida. Estuvieron allí hasta la hora de comer y cuando Masahito pensó que por fin podría irse, aprovechando la excusa de ir a comer, apareció la madre de los tres hermanos con una propuesta.

—¡Os invito a comer a todos para celebrar el nacimiento de Miki! —exclamó la mujer entusiasmada.

Byo suspiró totalmente frustrado y resignado, pero no podía rechazarlo. Tuvieron que quedarse a comer con toda la familia. Después de comer y una vez volvieron al hospital, Byo empezó a recoger sus cosas con rapidez. Quería largarse de allí ya, justo en ese momento.

—Ahora sí que nos vamos —anunció mientras salía por la puerta.

—¡Espera!

Otra vez lo interrumpían y esto ya empezaba a sacarlo de sus casillas.

—Tengo que ir a casa a cambiarme y a buscar unas cosas, quédate con ellos hasta que vuelva.

—Pero si ya está mamá aquí —se quejó medio lloriqueando.

—No vas a dejarla sola cuidando de los tres niños, ¿verdad?

Byo gruñó en respuesta.

—Te prometo que será rápido.

Y ahí estaba Byo de nuevo, cuidando de sus tres queridos sobrinos mientras Kaoru le ayudaba en lo que podía. Una media hora después apareció su hermano pequeño con una maleta pequeña un tanto sospechosa, pero no quiso darle importancia quería largarse de allí ya. Kaoru bajó primero pues le apetecía fumarse un cigarro y así le esperaría fuera. Pensó que como Shuuji ya estaba allí, él se encargaría de los niños y él podría irse, pero justo cuando se dirigía al ascensor para salir, su hermano mediando Takeru apareció por allí con dos maletas pequeñas muy sospechosas.

—Me puedo ir ya, ¿verdad? —preguntó apenas sin mirarlo y saliendo de allí rápidamente.

—¡Espera! —Takeru le agarró del brazo para impedir que se marchara.

Byo ya estaba a punto de llorar o de estampar a sus queridos hermanos contra la pared.

—Quédate con ellos esta semana por favor —pidió de nuevo.

—¿¡Toda la semana!? ¡Ni loco! —se negó rotundamente.

—Nozomi y yo tenemos que estar en el hospital y no tienen con quién quedarse. Además como están de vacaciones no tenemos tiempo para cuidarlos.

—Yo me tengo que ir mañana de viaje por el trabajo y estaré fuera toda la semana. No puedo dejar a Ayana sola con Satoshi porque ella ahora necesita reposo, que está en una etapa clave del embarazo —explicó Shuuji, el menor.

—Pero es mi semana de vacaciones, con Kaoru… —lloriqueó como niño pequeño.

—Los niños dicen que les encantaría quedarse contigo.

—Son mis vacaciones, ¡no!

—Por favor, tío Masahito, queremos ir contigo —Los niños se acercaron a él para pedirle.

—Por favor, por favor.

—¡He dicho que no! —negó volteando el rostro.

—Por favor, por favor…

Los niños terminaron agarrados a sus piernas y por mucho que se moviera no parecían querer soltarle, lo cual le estaba empezando a enfadar de verdad.

—¡Soltadme! —exclamó tras unos instantes ya muy molesto.

Terminó agarrando a los niños bruscamente que se quejaron por ese trato duro y frio y se pusieron a llorar.

—Queremos ir…

Los niños empezaron a llorar, a patalear, a chillar y aquello era insoportable. No lo podía tolerar. Estuvo unos minutos intentando explicarles que no podían, pero nada parecía convencer a los pequeños, que no dejaban de llorar y montar un buen espectáculo en el hospital.

—Por favor, tío Masahito.

Poco a poco Byo se fue dando por vencido. Parecía que tenía que llevárselos sí o sí.

—Vamos —gruñó finalmente entre dientes.

Entonces tanto Takeru como Shuuji se apresuraron en darle las maletas que previamente habían preparado con la ropa, las cosas y los juguetes de los niños.

—Ya he preparado las maletas con sus cosas, oblígales a lavarse los dientes todos los días—Entonces se volvió a los niños—. Hacedle caso a vuestro tío. Tomoya, eres el mayor así que tienes que cuidar a tu primo y a tu hermana —añadió.

—¡Sí!

En cuanto oyeron a su tío los niños cambiaron radicalmente de estado de ánimo y ahora estaban más entusiasmados y contentos que nunca.

—Portaos bien —se despidió finalmente Shuuji mientras agitaba la mano con una sonrisa triunfal en el rostro.

—Esta me la vais a pagar muy cara —replicó Masahito con rabia.

Cuando Kaoru lo vio salir del hospital rodeado de niños y cargado con las maletas se puso a reír por no llorar. ¿Qué significaba eso?

—Ayúdame, por favor —pidió cansado por tener que llevar las maletas.

—¿Qué pasó? —preguntó Kaoru confuso.

—Una semanita con ellos, todos para nosotros.

—¡No puede ser! Pero… ¿Y nosotros, nuestras vacaciones?

—¡Se han ido a la mierda! —exclamó realmente enfadado y molesto.

Enseguida se montaron en el coche y Byo no dijo nada de camino a casa. Estaba bastante cabreado pero de alguna manera consiguió calmarse. No debía mostrarse así delante de sus sobrinos. En cuanto llegaron Kaoru fue el que ayudó a los niños, llevó las maletas y les hacía caso porque Byo se mantenía callado y con el rostro serio, pero cuando llegaron a casa su humor cambió levemente. Primero bañaron a los niños por turnos y después prepararon la cena entre todos. Una vez cenados se sentaron en el sofá para ver una película tranquilamente. Habían pasado un rato agradable y se había divertido al jugar con sus sobrinos.  Finalmente acostaron a los niños y ellos se metieron en su habitación, respirando en poco de paz y tranquilidad.

—Por fin tranquilos —comentó Byo mientras se dejaba caer en la cama con los brazos abiertos y con una expresión cansada. Con tanto niño se sentía agotado.

—¿Ya se te pasó el malhumor? —preguntó Kaoru divertido al verlo mientras se sentaba también en la cama.

—Sí, lo siento. Me comporté como un tonto pero es que esos niños me pueden —contestó.

—Te entiendo.

—Gracias por ayudarme con ellos. Si estuviera yo solo me habría vuelto loco.

Kaoru rió por ese comentario.

—Y lo siento por involucrarte en estas cosas y no poder disfrutar de nuestras vacaciones —se disculpó sinceramente el menor mientras le acariciaba suavemente el brazo con tan solo dos dedos.

—Ya no importa.

—Pero ahora que están aquí voy a aprovechar el tiempo con ellos. Al fin y al cabo son mis sobrinos, son divertidos y los quiero mucho —añadió el menor en un tono gracioso.

—¿Te han dado ganas de tener niños? —se burló Kaoru.

—No, gracias. Con estos ya tengo más que suficiente —respondió rápidamente.

Entonces hubo unos instantes de silencio y finalmente Byo abrió los ojos ya que los había mantenido cerrados todo este tiempo para tratar de relajarse y recuperar energías. Se incorporó en la cama y se sentó detrás de Kaoru. Acercó su rostro al sensible oído del mayor mientras metía las manos por debajo de la camiseta que vestía para acariciar todo su vientre y su torso con pasión.

—Aunque podríamos intentarlo —susurró juguetón—. ¿Probamos? —preguntó sensualmente en su oído.

—No —se negó Kaoru rápidamente aunque dejó que las manos de su novio se pasearan por todo su pecho.

—¿Por qué? —se quejó con tono y puchero de niño caprichoso.

—Porque chillas mucho y tus sobrinos están durmiendo aquí al lado.

Eso no le impidió sacarle la camiseta a su novio y admirar y acariciar su pecho desnudo. Paseó los dedos con avidez para guardar ese tacto en su memoria.

—Al menos dame un beso —pidió mientras se acercaba a su rostro.

A eso sí que no se iba a negar Kaoru. Acercaron sus rostros hasta que sus respiraciones chocaron. Intercambiaron el aliento y cerraron los ojos justo antes de juntar los labios definitivamente. Parecía que por fin Byo iba a tener su beso tan deseado y se sentía ansioso por eso. Pero justo en ese momento.

—¡Tío Masahito, tengo pis! —Satoshi entró a la habitación rápidamente sin fijarse en nada más.

Tan rápido había llegado que ni siquiera les dio tiempo de separarse y el niño los pilló infraganti.

—¿Por qué está el tío Kaoru sin camiseta? —preguntó inocentemente.

Byo se llevó la mano a la cara totalmente sonrojado, no sabía qué decir pero Kaoru se le adelantó.

—Porque hace calor y vamos a dormir.

Entonces Byo se levantó y guió a Satoshi hasta el baño para que hiciera sus necesidades.

—Vamos al baño, va.

Una vez hubo terminado se aseguró completamente de que los niños dormían y de que ya no los iban a molestar. Entró a la habitación nuevamente donde lo esperaba Kaoru y le dedicó una mirada seductora.

—Ahora sí, mi beso.

Kaoru sonrió en respuesta y lo miró pícaramente mientras se acercaba a su cuerpo. Le acarició todo el pecho para después rodearle el cuello en un abrazo a la vez que Kaoru lo agarró por la cintura. Rápidamente juntaron sus rostros y de nuevo estaban a menos de un centímetro de besarse por fin.

—¡Ah! Tomoya me ha pegado.

Natsumi entró a la habitación llorando escandalosamente y con una mano en la cabeza. A continuación apareció Tomoya y poco después Satoshi.

—No es verdad, ella me estaba molestando y yo solo la he apartado —se defendió Tomoya como pudo.

—¡Mentira! —exclamó Natsumi aún perdida en un mar de lágrimas.

 —¡Joder, quiero mi puto beso! —chilló Byo totalmente colérico y fuera de sí.

Ya era la cuarta vez que le interrumpían ese día y de verdad se moría de ganas de besar los labios de su novio. Kaoru tan solo observaba la escena divertido.

—Uh, beso, beso —murmuraron Tomoya y Satoshi, riéndose por lo bajo.

—¡Callad! —ordenó Byo totalmente serio mientras se levantaba para ayudar a la pequeña que no dejaba de llorar.

—A ver, Natsumi, ¿qué ha pasado?

—Tomoya me ha pegado aquí.

—No es verdad… —trató de defenderse el hermano mayor pero la mirada gélida que le echó Byo lo calló enseguida.

—Déjame ver, no tienes nada. Ya está, ya pasó. Deja de llorar, Natsumi —la consoló y la abrazó suavemente, pero no parecía dejar de llorar—. Pídele perdón, Tomoya.

—Pero yo…

—Ahora —De nuevo esa mirada gélida a la cual era imposible desobedecer.

—Perdón, Natsumi.

Finalmente la pequeña dejó de llorar y parecía que todo volvía a estar bien.

—¿Ves? Todo arreglado, ahora volved a la habitación a dormir que ya es tarde.

Byo los acompañó a la habitación y se aseguró de que los niños estuvieran tranquilos y no pasara nada que los interrumpiera de nuevo.

—Buenas noches —se despidieron los niños.

—Buenas noches. ¡Y como os volváis a levantar mañana os quedáis sin desayuno! —los amenazó en un tono severo.

Finalmente, Byo volvió a la habitación totalmente exhausto.

—Por esto no quiero niños —comentó mientras se acercaba a la cama.

Los dos chicos se tumbaron boca abajo, uno al lado del otro y estuvieron prácticamente una hora hablando calmadamente. Hacía más de dos meses que no se veían y tenían muchas ganas de quedarse a solas, de explicarse historias y de compartir su intimidad. Eso les ayudó a calmarse y pasaron un buen rato en esa charla.

—¿Aún quieres tu beso? —preguntó Kaoru tras unos instantes de silencio.

Durante unos instantes Byo se había olvidado de eso pero ahora que Kaoru se lo recordaba todo su deseo reprimido volvió y tan solo con esa pregunta se encendió. Se acercó al rostro de su novio y finalmente lo besó poniendo todos sus sentimientos en ello. Compartieron un beso fogoso y apasionado pero dulce y cariñoso a la vez, entrelazando sus lenguas, mezclando sus sabores y compartiendo el mismo aire. Se separaron poco después y se quedaron mirándose a escasos centímetros, observando detenidamente el rostro del otro.

—Joder, como extrañaba esto —comentó Kaoru en un susurro sin dejar de mirar esos labios tan apetitosos que se le ofrecían y que tan bien le sabían después de tanto tiempo.

Byo sonrió con picardía y se acercó de nuevo a su novio para volver a besarlo de forma demandante. Ninguno de los dos se detuvo ni se reprimió y ahora las manos de ambos parecían tentáculos que buscaban acariciar todo lo que pudieran del cuerpo contrario. Poco a poco Byo fue subiéndose encima del cuerpo de su novio. Kaoru le acarició la cintura con una mano mientras la otra la tenía presionada en la nuca del menor para profundizar aún más los besos descontrolados que se daban y que parecían no tener fin. Byo por su parte paseaba las manos por el fornido pecho de su novio, deleitándose con ese tacto. Se separaron unos instantes pero enseguida volvieron a besarse de forma necesitada. Ambas entrepiernas estaban despertando y Byo se frotó contra la cadera de su novio, donde estaba sentado, para aliviar de alguna manera la necesidad. Al sentir ese movimiento encima, Kaoru llevó una mano por dentro del pantalón del menor y apretó con demasiada fuerza su nalga izquierda.

—Kaoru —gimió el menor en cuanto sintió esa caricia dura y demandante.

Eso los hizo separarse y reaccionar de alguna manera.

—Byo, para —le pidió agarrándolo por la cintura para detener ese bendito movimiento de caderas que tan loco lo estaba volviendo, pero ahora no era el momento.

Byo acabó aceptando que el otro tenía razón y aunque le costó horrores separarse sabía que eso era lo correcto. Terminaron recostados uno al lado del otro, tratando de normalizar sus agitadas respiraciones y su excitación.

—Joder, llevo encima una calentura de mil demonios —comentó Byo para nada pudoroso y en un tono que sonó más a ladrido de perro que a voz humana.

—No eres el único —respondió el mayor.

Entonces Byo se acercó al cuerpo de su chico para que lo abrazara, al menos necesitaba ese consuelo, pero parecía que el otro malinterpretó sus intenciones.

—No te me acerques, Byo —le pidió suavemente pero con decisión.

Lo que menos necesitaba en ese momento era que el menor se le acercara pues estaba seguro que con solo un roce de su piel ya no podría controlarse más.

—Solo quería un abrazo —se quejó.

Kaoru se tomó unos minutos más para calmarse definitivamente y pensar en las cosas más antieróticas posibles para que se le bajara la calentura. Entonces se sintió mal con su chico y estiró los brazos.

—Anda, ven —dijo cariñosamente.

Byo no rechazó el tierno abrazo que el otro le ofrecía. Kaoru le rodeó el pecho y lo acercó a su cuerpo. Byo le rodeó la cintura con un brazo de forma que quedó un poco más abajo que el otro, pero no le importaba porque así podía esconder su rostro en el cuello del mayor y aspirar su aroma. Así quedaron los dos frente a frente y Byo soltó un suspiro de comodidad. Estuvieron unos minutos en silencio, simplemente disfrutando de la compañía y la tranquilidad.

—Te quiero, Byo —confesó Kaoru a la vez que le besaba la frente de forma muy cariñosa.

—Yo también te quiero, Kaoru —contestó y entonces se acercó a sus labios para besarlos muy delicadamente, apenas un roce—. Buenas noches —añadió cuando se separaron y se acomodó para dormir.

Ya era tarde y estaban cansados, así que lo mejor era dormir. Ahora estaban algo más satisfechos, por lo menos habían podido besarse y calmar sus ansias —o despertarlas aún más— de alguna manera.

—Buenas noches, cariño —replicó el mayor.

Y así, finalmente, ambos se durmieron.

Notas finales:

¡Muchas gracias! ¿Qué os ha parecido? Espero ver vuestros comentarios y opiniones.


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