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우리 coffee shop por Kimi Chan

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Notas del fanfic:

¡Hoy! Luego de terminar Homofobia, vengo un este one shot banghim. 

Los extrañaba mucho, así que les he traído algo corto :3

Notas del capitulo:

Es el mejor trabajo que pude hacer luego de ser vigilada por tooda la familia -y el novio de mi herman-, espeor que les guste :)

El cielo era azul cuando lo conoció. El cielo era azul cuando él se alejó. Y hoy, bajo el mismo azul del cielo, luego de cinco largos años, ahí está, delante de él. Y sigue igual. No ha cambiado. Sus ojos aún son bellos, pequeños, rasgados. Sus labios aún lucen suaves, finos, delicados. Arriba de los mismos hay una mancha grisácea que no es más que el escaso bigote que olvidó afeitarse. Inclusive hasta el cabello lo conserva igual: mismo corte, mismo color, cubriendo sus cejas, justo al ras de sus ojos. 

¿Quién le aseguraría hace cinco años a Bang Yong Guk que vería al joven con sonrisa de roedor en donde nunca pensó encontrarlo? 

 

El día era soleado y hacía calor, clásico día de verano en Seúl, en dónde es necesario salir casi desnudo si no deseas morir de calor. Aunque él tenía suerte, ya que se encontraba adentro de la cafetería preparando bebidas. Se compadecía de sus compañeros, Dae Hyun y Jun Hong, por ser meseros a ellos les tocaba salir y atender a los clientes, mientras que Young Jae y Jong Up atendían a los clientes que se encontraban en las mesas adentro del local. 

—Yong Guk, tienes que suplir a Jun Hong, yo me quedaré detrás de la barra. – Ordenó su jefe, el señor Kang.

— ¿Él se encuentra bien? – Preguntó el moreno preocupado. El chico al que reemplazaría tenía solamente 14 años, y el ver a su jefe cargar al niño casi inconsciente le erizó la piel.

— Estará bien, solo necesita un descanso. No ha comido nada desde que llegó y parece que ha tenido una recaída, Hana se encargará de él. – Hana era la sobrina de Kang, también trabajaba en la cafetería, aunque ella en el área interna de la cocina, lavando todo lo que Ji Eun y Hyo Sung usaban. 

 

Al rapero no le quedó opción más que asentir. Tomó una pequeña libreta, una pluma y salió hacia el fatigante calor.

 

Entre pedido y pedido al joven se la habían pasado las horas. Ese día la cafetería estaba llena en su totalidad. ¿A caso era moda ir a Mato Casttle? 

Apenas tuvo oportunidad tomó una silla y se sentó bajo la sombra. Sus pies dolían y estaba sudando hasta en zonas que jamás pensó; parecía que hubiesen tomado una manguera y lo hubieran mojado. Ahora recordaba por qué prefería el invierno.

Suspiró cansado. Limpió con su manga el sudor que resbalaba por sus cienes y miró al cielo. Azul en su totalidad. No había nubes a la vista. 

 

—Disculpa, ¿puedes traerme un americano frío? – bufó. ¿A quién se le ocurría molestarlo cuando estaba descansando? ¿Es qué no sabía que había estado de un lado a otro por alrededor de cuatro horas? 

— ¿Tamaño? – cuestionó irritado, se levantó de su sitio y observó a quien le había molestado.

 

El chico, que ahora notaba tenía la piel blanca, era también poseedor de unos labios finos y rosados, cual encantadora geisha. Tenía también el cabello castaño, que le cubría a duras penas un poco de las orejas, y la frente, tenía el corte justo al ras de los ojos. Un par de orbes pequeños, rasgados, y con un brillo peculiar y llamativo adornándolos. 

El muchacho no tenía más de 18, o eso le calculaba Yong Guk.

 

— Mediano... por favor – repitió el joven. Sus mejillas habían adquirido un color rojizo, estaba avergonzado, pues el moreno no dejaba de verlo.

— ¿Eh...? ¡Ah sí! Mediano. En un momento lo traigo.

 

Entró al local y pidió a su jefe, el señor Kang, el americano frío que el joven de hermoso rostro había ordenado.

—Un capuchino latte... no, americano... eh... frío. ¿Sí era frío? –Divagó delante del hombre, aún se encontraba embobado por el rostro blanco y sonrojado del chico.

—Bang ¿estás bien? ¿También necesitas un descanso? –El nombrado negó.

— Un americano frío mediano. –Por fin dijo prestando atención. El dueño le ofreció llevar la bebida él para que el rapero pudiese descansar, pero se negó excusándose con que era su trabajo, aunque la verdadera razón era que quería seguir viendo al chico, conocer su nombre y tal vez hablar un poco con él.

—Aquí tienes. –le sonrió y dejó el café sobre la mesa ofreciendo una amplia sonrisa al joven, quien agradeció con una hermosa sonrisa, eso pensaba Yong Guk.

Bang suspiró, no había nadie a quien atender, al fin podría descansar. Se sentó una mesa alejada de la que había atendido segundos antes. No retiraba la mirada del castaño. Se preguntaba si estaba esperando a alguien, eso parecía, ya que no dejaba de mirar el reloj o el celular. Apenas había probado su bebida.

Y luego de unos minutos, el joven de la sonrisa linda le invito a sentarse a su lado. El rostro del chico parecía un tomate, igual de rojo. Eso le hacía lucir lindo, o eso pensaba Yong Guk.

 

Y mientras le observaba, parado al pie de la puerta, en esa cafetería en la que se habían conocido, los recuerdos atacaban su mente como balas, igual de rápido, igual de doloroso. Lo odiaba, pero también lo amaba.

 

—Yo… yo ya no puedo seguir con esto. –El castaño lo miró. –Esto se acabó. Eres un buen hombre, en… –el moreno le interrumpió.

— ¿Estás… terminando? ¿He hecho algo mal? –miró a su novio afligido. –Esto es por Min Ho ¿verdad?

— Yong Guk… –murmuró el otro –por favor, no lo hagas más difícil.

 

Esas fueron las últimas palabras que Kim Him Chan le dijo a Yong Guk. A los días, el chico se enteró de que, su ahora ex novio, había viajado a Nueva York junto a su “amigo” Song Min Ho, mismo que siempre había estado presente en la vida del más joven de los tres; lo veía en fiestas, citas con amigos, en casa del ulzzang, siempre salía a flote en las conversaciones de la pareja, incluso durmió algunos días con ellos, cuando decidieron vivir juntos, y luego de dos años de noviazgo.

 

Tragándose todo aquello que quería decirle, se acercó a él, y con una sonrisa fingida, las piernas temblando como gelatina, una revolución de mariposas en su estómago, le habló.

 

—¿Desea tomar algo, señor?

 

El cielo era azul cuando lo conoció. El cielo era azul cuando él se alejó. Y hoy, bajo el mismo azul del cielo, luego de cinco largos años, Bang Yong Guk le trataba como el cliente que era. Como si no tuvieran un pasado. Como si sus miradas nunca se hubieran encontrado algún día. Dejando atrás el pequeño detalle de lo bien que se conocían, en todo aspecto.

 

 

Notas finales:

¿Les gustó? Los extrañaba mucho :'( 

Gracias a todos por leer :D

Dejenme su opinión :)

Pronto vendré con más historias, más fanfics, más banghim y un Daejae ;D


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