Salió de la oficina. Sin saber realmente a dónde se dirigía. Su estómago daba gritos lastimeros. El no haber comido nada en todo el día y haber trabajado bajo los rayos del sol lo tenían realmente agotado y desorientado. Aparte de esos malestares físicos también los tenía emocionales. Predominaba el rencor hacia su padre. Si tan sólo hubiera dejado que el chofer lo llevara a su nueva vida, estaría allí con su guitarra. Tal vez aun así estaría hambriento y agotado, pero podría pensar en tocar alguna canción y eso lo ayudaría a despejarse un poco de aquel ambiente. Caminó por un largo pasillo y se dio cuenta que había vuelto a los dormitorios ¿Por qué todo estaba conectado? Siguió caminando hasta que escuchó el ruido de una multitud hablando a la vez. Se estaba acercando. Vio una puerta con una ventana refina y varias cabezas se podían ver por ahí.
Los murmullos reinaban el lugar, eran tan altos que incluso desesperaban. Todos los soldados estaban sentados, no precisamente comiendo, pero estaban en el comedor. Y parecía ser el único lugar en el que todos se relajaban, incluso los superiores. ChanYeol escuchó su nombre, y casi inmediatamente después pudo ubicar con la vista a JongIn, quien estaba levantando su mano. Se dirigió ahí, notando que había un lugar vacío, esperando por él. A un lado de JongIn, para su sorpresa, estaban aquellos tres hombres que había conocido el primer día, al parecer eran amigos.
-Vaya, que se han tardado- habló JongIn con la boca llena. ChanYeol sólo sonrió, viendo de reojo al tipo con actitud poco paciente. Kris estaba comiendo, todos hablaban, pero él estaba serio. A su lado estaba SuHo, quien, apenas cruzaron miradas, le dirigió una sonrisa. Y ShinDong, comiendo tanto como aparentaba.
Había varias mesas con muchas sillas, suficientes para qué todos pudieran comer ahí. La comida no sabía especialmente bien, pero no era mala.
ChanYeol pasó su vista por las personas qué alcanzaba ver. Todos hombres. Algunos más fornidos y altos qué otros, pero todos hombres. Identificó un rostro. Lee HyukJae estaba sentado a un lado de un varonil hombre. Sonriendo.
-¿Ya te acostumbraste?- preguntó SuHo distrayéndolo ¿Acostumbrarse? ¿Era posible?
-Sí, un poco- mintió.
-Es fácil- finalizó la pequeña conversación, pero ChanYeol la reanudó al recordar algo.
-¿Podemos tener instrumentos aquí?- todos voltearon a verlo.
-Depende de qué tipo. De tortura, definitivamente sí- respondió JongIn hábilmente, provocando estruendosas risas en los demás ¿Cómo podían estar tan felices?
-Me refiero a... música- vivió a hablar ignorando las carcajadas de los demás.
-No lo sé- dijo SuHo -Nunca he visto a nadie con uno- ¿Nunca? Un instrumento musical no era algo que se podía disimular fácilmente, tarde o temprano tenía que hacer ruido. Pues era precisamente eso, para hacer producirlo. Música.
-No puedes traer nada que produzca felicidad- soltó frío Kris. Pero ChanYeol estaba seguro de haber visto una guitarra. No sólo eso, una persona estaba tocándola. Pero agota que analizaba todo a fondo, parecía estar escondido, en un lugar abandonado al que ya nadie iba. Con puntas de oficina de película de terror. Muebles polvorosos y luz escasa, sumados a la triste melodía que empezó a tocar el hombre sobre el escritorio. Que se apagó completamente cuando ChanYeol abrió la puerta, impidiéndole escuchar más de esa dulce y nostálgica canción. Dejándole ver sólo el cuerpo de aquel hombre volteando a verlo, con cara indiferente.
Muebles polvorientos en una habitación a la que apenas si podía entrar la luz de afuera por una ventana tapada con periódicos, y en el centro, encima de un gran escritorio, el cuerpo de un hombre se contoneaba un poco al ritmo de la música. Aunque ChanYeol no era un gran admirador de las canciones tristes, esta le estaba gustando, y mucho. Tal vez era porque ese hombre tenía verdadero talento y espíritu para la música, o tal vez era que hace días no escuchaba algo así de lindo y relajante. Quién sabe. Pero esa melodía lo estaba atrapando. De pronto, en seco, como la vez anterior, se detuvo. El intérprete volteó lentamente, dando un toque un poco tétrico. Lo murió de arriba a abajo, ChanYeol no pudo evitar sentirse un poco intimidado, de no ser por qué ya lo conocía. Y a pesar de ser un chico serio, estaba seguro que no debía tener. Tal vez no estaba completamente en lo cierto. El hombre volvió a voltearse y continuó tocando la triste canción. Pero no tan sueltamente como antes. Duró unos momentos, hasta que soltó de golpe las cuerdas, haciendo sonar un ruido desafinado. Volteó a verlo con cara irritada.
-¿Qué mierda quieres?- soltó con tono desesperado. ChanYeol no dijo nada, sólo lo vio con los ojos completamente abiertos ¿Por qué todos ahí eran tan groseros? De un salto bajo del escritorio y, con guitarra en mano, salió de esa polvorienta oficina, pasando a un lado de ChanYeol a una distancia relativamente nula, chocando sus hombros. Lee HyukJae era una persona extraña.