Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Perfect Day. por cherrymusic14

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pues esto surgió por estar de ociosa e inspirarme despues de mandar mis avances de tesina ahahahahaha :'DDD

 

Notas del capitulo:

Pues, espero que les guste C': hac emucho que no subía algo sin sepso XDDD y no tan alhdlkashd, esta vez, es algo muy cursi que me hizo llorar :'DDDD

Espero sea de su agrado!!

Pocas veces he podido decir qué es lo que realmente siento cuando estoy con él. El simple hecho de recordar cómo fue que empezamos a salir, hace que me sonroje un poco.

Llegue tarde ese día, como siempre, aunque debo de admitir que fue por culpa de mi ansiedad. Era la primera vez en mucho tiempo que salía a una cita de pareja. Traté de arreglarme como siempre, pero siento que se me salió una moda un tanto extraña: entre formal e informal. Pero eso a ti no te importó, sólo te quitaste tus audífonos y me sonreíste.

Esa sonrisa me sigue causando tantas sensaciones: emoción, felicidad, ternura… simplemente es algo hermoso que admirar, ya que como una estrella fugaz, cuando aparece en tu rostro, es un evento demasiado valioso. Pocas veces se puede ver esa curva en tu rostro, es como un sentimiento agridulce, pero la mayoría de las veces, la dulzura le gana a tu carácter agrio tan característico.

Te levantaste de la banquita donde me estabas esperando, guardaste tu iPod y caminaste hacía mi. Mis piernas temblaron un poco, y mis manos estaban sudando más de lo normal. Sólo te puede contestar con una sonrisa un poco chueca y de paso no me atrevía a mirarte a la cara.

Empezamos a caminar, algo callados al principio, solo escuchábamos el bullicio de la gente y como tal, de la cuidad. Hubo un momento donde te quedaste parado admirando unos peluches, se me olvidaba que en el fondo de ese chico tan frío, hay un niño enamorado de algunos personajes de Disney; así que te hice compañía. Era bonito verte emocionado, verte con algunas actitudes infantiles. Yo no podía decir nada, puesto que también tengo esas conductas aniñadas, pero de mis labios se escapaba una risilla. Me encantaba verte así.

Te sonrojaste un poco, así que por pena empezaste a caminar dejándome un poco atrás. Desde mi perspectiva, no me gusta cuando haces eso, verte algo lejos de mi, sin poder ver ni si quiera tu rostro, no me dejas saber cómo te encuentras, y eso me pone mal. Así que corrí e instintivamente te tomé de la mano.

Te quedaste congelado y yo también. La gente pasaba junto a nosotros y parecía que nos miraban, pero en sí, ellos estaban tan metidos en sus mundos, que se olvidaban de nosotros. Así que apreté un poco tu fría y tensa mano. ¿Por qué siempre tus manos tenían que estar frías? Poco después, empezamos a caminar tomados de la mano. Seguías con tu sonrojo y yo… yo trataba de esconder el mirando hacia otro lado.

Caminamos por… ¿Una hora? Nunca supe bien por cuanto tiempo fue. Siempre que estoy contigo, tiendo a perder la noción del tiempo. Íbamos platicando de un poco, tú me platicabas de tus planes para la semana, de lo que ibas a hacer llegando a tu casa, o que tenías varios pendientes y yo… yo te preguntaba acerca de que por qué el cielo es azul, de que por qué los perros odian tanto a los gatos y viceversa y del que si habrá algo al final del arcoíris. En una pregunta te quedaste callado y te reíste, así que mejor me calle. A veces, sentía que mis temas de conversación era demasiado tontos comparados con los tuyos, por eso me quedaba en silencio, sintiendo algo de pena por tener temas tan bobos para hablar contigo. Pero tú ladeaste tu cabeza y me miraste como diciéndome que continuara; eso era algo tan tuyo, podías parecer alguien demasiado enfocado en sus cosas y muy frío, pero escuchas a la gente, tratas de interesarte en lo que ellos comentan y das una opinión neutra. Mi respuesta fue fácil, solo apreté levemente tu mano y te sonreí de nuevo.

Cuando nuestros estómagos clamaron por alimento, señalé un restaurante de ramen y mi estómago gruño como si no hubiese comido en años. Tú tan sólo te reíste de nuevo y me revolviste mis necios cabellos, aceptando pasar a comer a ese lugar. Al entrar, soltaste mi mano para poder preguntar si había lugar para dos, la mesera te daba indicaciones y tu cortésmente le sonreías. Eso hacía que salieran ciertos celos de mi parte, pero al sentir de nuevo tu grade mano en mi brazo, esos pensamientos se desvanecían. Empezamos a pedir nuestros alimentos y como siempre, pedíamos demasiado, aunque sorprendentemente siempre arrasábamos con todo. A mi me tranquilizaba verte comer, porque te ponías muy contento y tus mejillas se inflaban cuando te atiborrabas de arroz. Me gustaba verte disfrutar de un gusto tan simple como comer.

Terminamos completamente satisfechos, y por ende, el dichoso “mal del puerco” nos atacó, así que de nuevo, salimos a caminar para poder hacer algo de digestión. Platicábamos sobre la comida y que te habías enchilado con la salsa picante, pero llegando a un semáforo, te quedaste callado. En ese instante te vi pensativo, preocupado, angustiado. Esa faceta tuya no me gusta, me inquietaba mucho, me acongojaba esa cara tan inexpresiva que a veces ponías, me ponías a pensar mil y un cosas. El verde se colocaba en el semáforo para peatones pero tú seguías sin moverte. ¿Qué tanto pasaba por tu cabeza? Eso me ponía mal. Sin importar lo que pensaran, me abalancé sobre ti y te abracé fuertemente. Había días en que te ponías de esa forma y hasta habíamos discutido por eso antes de tener una relación como tal, tu melancolía era tu punto débil, un talón de Aquiles que de la nada era fracturado. Sin dejar de abrazarte te decía al oído que todo iba a estar bien, que no había de que preocuparse, sea lo que sea que te preocupaba, yo iba a estar contigo, pasase lo que pasase, nunca me separaría de ti. Lentamente pasaste una mano por mis hombros y recargaste tu cabeza en mi pequeño cuerpo; en momentos así, mi baja estatura era de ayuda. Estabas temblando un poco, y me hacías temblar a mi también. Ya no sabía que decirte, qué hacer o qué deshacer para que esa mueca de felicidad regresara a tu cara, por lo que sólo pude tomarte de un brazo y empezar a correr contigo. Durante el tiempo que corrimos, no me atreví a verte a la cara ni a voltear atrás, solo me centré en correr. Tu ibas sin decir una sola palabra.

Corrimos, corrimos tanto hasta llegar a tu departamento, mi cabeza no procesaba otra cosa más que llevarte a ese lugar. Exhaustos nos sentamos en la entrada de tu departamento, tratando de recuperar el aire que nos faltaba por tanto correr. Cuando sentí que las fuerzas regresaban a mí, me senté en mis rodillas y te tomé de la cara. ¿Qué pasó? ¿Qué Tienes? ¿Por qué pusiste esa cara? ¿Acaso hice algo mal? ¿Me burlé de ti? Tenía demasiadas preguntas pero de mis labios sólo se escapó un: perdóname. Tus ojos se abrieron un poco y ahora tu tomabas mi cara diciéndome que no dijera eso, que el que tenía que pedir perdón eras tú, ya que lo habías arruinado todo con tus ideas estúpidas. Tu mirada estaba gacha y de nuevo comenzabas a temblar.

-¡No tiembles que a mí me haces temblar al doble!- grite un poco y en seguida comprendí que había hecho mal. Cerrando mis ojos, puse mi frente junto a la tuya y suspiré. - Dime que te pasa, porque si no, no sabré cómo reaccionar yo, sabes que no me gusta verte así, y sabes que…- dos de tus dedos de la mano diestra callaron mis labios. Retrocediendo mi rostro, vi como tus labios se movían un poco y de ellos salían unas cuantas palabras.

-Simplemente no me puedo creer todo esto, mi cabeza no procesa todo esto, parece que todo es un sueño que dentro de poco va a terminar, y no quiero que acabe.- Tomaste mi mano diestra y la estrujaste contra tu cara. –Todo se me hace tan bonito, tan bello, tan… perfecto, que siento que esto no me puede pasar a mi.- tus ojos estaban algo entrecerrados, expresaban tristeza.

¿De nuevo tú y tu inseguridad? Eso me cabreaba un poco pero a la vez me dolía. Así que de un movimiento algo tosco quitaba mi mano de tu cara.

-Si tú crees que eres el único que piensa eso, estás bien mal, porque a mí también me da ese sentimiento de que no te merezco, y que no merezco esta relación. Somos demasiado diferentes, y a veces siento que no encajo en tu mundo perfeccionista, me siento fuera de tu ambiente. Pero no sabes cuánto amo verte sonreír, verte feliz, ver que con detalles mínimos se dibuja una hermosa sonrisa en tu rostro, hasta cuando duermes soy feliz, ¡porque no veo esa cara tan preocupada que siempre te cargas!- ahora mi cuerpo era el que temblaba, de verdad, odiaba ponerme así, pero debía de decirte todo. – Me duele verte mal, me duele mucho, porque me haces sentir inútil, y que tampoco soy lo suficiente para poderte hacer feliz. Sé que muchas cosas te han dejado marcado, y que por eso a veces eres así de frío, así de enojón, así de perfeccionista, y sobre todo, me duele verte tan solo… pero quiero que comprendas que lo que yo quiero es sólo ser feliz viéndote feliz a ti, y que sepas que nunca vas a estar solo de nuevo.- Mis ojos comenzaron a sentirse acuosos, ¿iba a llorar? Parecía que era de coraje pero en sí, quería llorar por sentirte tan triste. Parpadee varias veces y entre ellas, se derramaban unas cuantas lágrimas. Con la manga izquierda de mi sudadera, me iba a secar el rostro pero tus manos jalaron mi cara y sólo sentí tus gruesos labios juntándose con los míos. Tus labios se movían de forma un tanto torpe, pero era porque también estabas llorando. Cerré mis ojos instantáneamente. Era la segunda vez que nos besábamos, pero esta vez, sentía que si te besaba más profunda, dejarías de llorar. Así que me colgué de tu cuello y te besé lo más lento y profundo que podía. Quería que por medio de esta unión de labios, comprendieras que iba a estar contigo y que todo lo que sentíamos era bonito y que nos lo merecíamos, quería que te quedara claro, que yo te quería, y a parte de quererte, empezaba a enamorarme de ti. Tantos años siendo amigos, tantos años de conocerte más que a la palma de mi mano, tanto tiempo junto a ti, era obvio que sintiera más que cariño por ti. Tus brazos me estrujaban fuertemente, tus ojos seguían derramando lágrimas las cuales humedecían también mi rostro, tratabas de seguir el ritmo de ese beso pero por unos segundos sólo dejaste que te besara. Después de que el aire me faltara un poco, me separé de ti pero tu agarre era más fuerte, por lo que no dejaste que mi cuerpo se separara ni un centímetro del tuyo.

-Pe-perdóname, perdóname por todo lo malo que te he hecho pasar hoy, perdóname por haberte hecho sentir como un inútil, tratando de hacer sentir bien a un estúpido como yo, pero… pero es que es todo tan perfecto, que de verdad siento que…-

-No pienses así, tu eres una persona que se merece lo mejor de la vida, no porque te hayan pasado cosas muy crueles en el pasado, no significa que no tienes derecho a ser feliz, recuerda eso por favor, y recuerda que siempre, siempre estaré junto a ti, apoyándote aunque estés hecho una furia, aunque estés en la depresión más grande, aunque nos llegásemos a separar… siempre estaré junto a ti tratando de darte mi apoyo, tratando de hacerte sonreír, porque esa sonrisa es la que quiero proteger por toda mi maldita vida, de verdad nunca, nunca lo olvides, por favor.-

Me diste de nuevo un besito en la mejilla, recargaste tu cara en mi hombro y entrecruzaste los dedos de tu mano derecha con los de mi zurda. Yo solo pude acariciarte tu cabello y cantarte algo al oído. Te estabas tranquilizando, tus respiraciones se hacían serenas y el agarre de tu mano era menos tosco. Un suspiro de tu parte hacía que me callara y te besara la cabeza.

-Te quiero, y no sabes cuánto.-

-Yo te quiero más, al infinito y más allá y de regreso…-

-Shuu… ¿Me creerías si te dijese que quizás esté empezando a enamorarme de ti?-

-Te creo, porque yo también estoy enamorándome de ti, aunque sea muy rápido para decir que me estoy enamorando pero, todos estos años hemos conocido todo lo bueno y lo malo de nosotros, no han pasado en balde, y con esto que acaba de pasar, sé que tú vas a estar conmigo en las buenas y en las malas…-

-¿Sabes? Este día no fue un mal día, al contrario… fue un día más que perfecto. Conocí varias de tus facetas, y sobre todo, te acabas de dar cuenta de lo bonito que es poder estar enamorado y ser correspondido, y lo digo también por mi parte.-

-Te quiero, te quiero, te quiero, ¡Te quiero Satoshi!-

-Yo también te quiero demasiado, Shuu.-

Ambos nos quedamos abrazados un tiempo, hasta que empezaste a cabecear, no por nada te decían el súper dormilón del 2009. Te di un último beso y nos despedimos. Prometí que en cuanto llegara a mi casa, te iba a hablar, y tu me prometiste dormir bien en la noche. Iba a dar un paso para atrás pero me detuviste y me dijiste que le agradecías a Dios por haberme conocido, porque te había brindado una leve luz a tu oscuro camino. Sonreí ante eso y mis brazos te rodearon, no quería dejarte, quería quedarme contigo, quería… quería acompañarte todos los días, quería ver ese rostro sereno y alegre el tiempo que más pudiese, pero… pero apenas teníamos una semana de comenzar a ser novios. Así que apartando mi deseo por quedarme, te di un coscorrón y salí corriendo de tu casa, diciendo varías veces te quiero y riéndome por ver cómo te sobabas tu cabeza pero a parte de eso, estabas sonriendo.

Al bajar completamente las escaleras, lo primero que hice fue ver hacia el cielo y sonreírle. El mejor regalo del día era haber estado con la persona que más quiero, y sobre todo, haber visto esa sonrisa varias veces.

Hoy te conocí un poco más.

Hoy pasaron tantas cosas…

Hoy sé que esta relación es la más bonita que jamás me pudo haber pasado.

Hoy…

 Hoy simplemente fue un día perfecto.

Notas finales:

;_____________; Mis feelings llegaron porque me acordé de los sube y baja de ánimo de Shuu y que, Satoshi quizás siempre estuvo y está ahí para ayudarle... T___T ashdkashdaslkdhasdañsjd -se muere-

Muchas gracias por leer! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).