---Cap 2---
Día tras día era lo mismo, sin embargo no me importaba. Tenía los besos y las caricias de Aoi. Poco tiempo, pero las tenía. Algún día volverá a decirme que me quiere, porque aún lo hace, yo… sé que aún me quiere.
El paisaje por la ventana es hermoso, todos los días me sentaba a mirarlo. Antes me sentaba a pintar lo que veía, deje a hacerlo cuando a Aoi comenzó a parecerle una pérdida de tiempo. Estaba soleado, había muchas personas afuera.
Tuve que dejar de mirar cuando escuché que tocaban a la puerta, no sabía quién era. Después de todo nadie venía y Aoi tenía llaves.
Me levante y a pasos lentos me dirigí a la puerta. Abrí y me escondí tras la puerta, asomando mi cabeza para ver quién era. Me sorprendí al ver esa rubia cabellera, era Reita.
—¿A-kira?, ¿Qué haces aquí?
—Pues vengo a verte. Quiero que salgamos, ya ni siquiera sé de ti.
—No creo… a Aoi no le gusta que salga. De hecho, no me deja.
—Eres libre de salir cuando y con quien quieras. Tampoco vas a hacer nada malo. Venga, vamos.
—Me gustaría ir, pero no quiero que Aoi…
—Aoi, Aoi, Aoi, Aoi, -Me vi interrumpido por Reita.- ¿Puedes formular una oración que no lleve Aoi?, No puedes seguir así, no eres su esclavo.
—No es eso. Tal vez otro día, ahora no puedo.
—Vas a ir conmigo –Me tomó por la mano y me llevó con él. Al principio me resistí, pero terminé cediendo, después de todo era cierto que no lo había visto desde hace mucho tiempo.-
Caminamos hasta un parque, nuestros dedos aún estaban entrelazados. Era un poco extraño y hasta algo incómodo.
—Reita… tu mano –le dije en un tono casi inaudible.-
—¿Eh?, ¿Qué tiene?
—Nada… no es nada, olvídalo.
Estaba nervioso, no dejaba de pensar en que Aoi se molestaría. Sin embargo, poco a poco comencé a sentirme seguro con Reita. No me di cuenta cuando ya estaba saltando de un lado a otro, quería ir de aquí para allá y de allá para acá.
Veía tantas cosas y las quería todas. Akira sólo reía y compraba le pedía, luego me sentía mal porqué él pagara todo. Pero, aun así me lo quedaba.
Pasamos por una feria, parecía un niño pequeño la primera vez que visita algo así. Ya nos habíamos subido a algunos juegos, habíamos comprado algo para comer, helado, algodón de azúcar, palomitas. El sol ya se había escondido para ese entonces. Tenía tanto tiempo que no hacía nada parecido, no recuerdo la última vez. Me divertí mucho, cabe señalar.
Todo se me olvidó hasta que me llegó una llamada de Aoi. Fue entonces cuando caí en cuenta de que era tarde y seguramente se había dado cuenta de que salí. El latido de mi corazón de aceleró y empalidecí de puro nerviosismo.
—M… -No pude decir ni una sola palabra cuando ya tenía a Aoi gritándome.-
—¿Dónde carajos estas?, Sabes que no tienes permiso de salir, quiero verte aquí, en este momento.
—Sí.. ya –y me vi interrumpido por Reita, quien me quitó el celular.-
—No vas a ir a ninguna parte, vas a quedarte conmigo –colgó la llamada y apagó mi teléfono.-
—Aoi está molesto y prefiero que no se enfade más.
—No voy a dejarte ir, no sé qué puede hacerte. No voy a exponerte.
—Por favor, sólo dame mi celular y deja que me vaya.
—No lo haré, te quedas conmigo.
Entre sí y no. Terminé en la casa de Reita, no iba a dejarme ir bajo ningún motivo. No me quedaba de otra. Sin embargo, estaba comiéndome las uñas, preguntándome que pasaría con Aoi, a la vez tenía miedo. Era una mezcla de emociones enorme.
Esa noche dormí con Reita. Bueno, si es que se le puede llamar dormir. No podía conciliar el sueño. No fue hasta que entre sueños me abrazó, me sentí protegido y sólo así conseguí dormir unas horas. Esa fue también la primera vez que dormí con alguien sin hacer nada más. Sólo dormir abrazados.
Cuando desperté aún no había amanecido, estaba cansado. Sin embargo, no había ni una señal de que quisiera volver a dormir. No iba a hacerlo
Noté que Akira seguía perdido y como tenía el sueño pesado me levanté con cuidado, tomé mi celular y lo encendí. Tenía bastantes mensajes, todos de Aoi.
“¿Con quién estás?”
“¿Te crees muy listo?”
“Contéstame el maldito teléfono y dime con quien estás”.
“Te queda una sola oportunidad, te quiero aquí. ¡En este momento!”.
“Bien, déjame decirte que tengo incontables remplazos igual que tú. No vuelvas a buscarme”.
Me quedé en quieto y en silencio un momento antes de romper en llanto.
Obviamente Akira se despertó.
—¿Qué pasa?, ¿Qué tienes? –Se levantó y se dirigió hacia mí.-
—¡Eres un maldito idiota! –Intenté apartarlo cuando se acercó, mas no lo logré.- Aoi no quiere volver a saber de mí.
—Pues aún mejor –Tomó mis manos para que no pudiera apartarlo e hizo que lo mirara a los ojos.- Voy a hacer que te des cuenta que hay mejores personas que él. Y que yo sí estoy dispuesto a hacerte feliz.