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Si quieres algo, déjalo ir. (Wigetta) por PinketDiana

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Si quieres algo, déjalo ir.    

 

 

 

Pov: 3º persona. 

 

 

 

Pasar Noche Buena, una fecha especial, separado de la persona que te importa, no es nada agradable, y Guillermo lo podía verificar completamente. Por supuesto que él le había insistido a Samuel para que se quedase hasta pasada esa fecha junto a él, pero también tenía que entender que el mayor extrañaba mucho a su familia, por lo que lo dejó ir. 

 

“Si quieres algo, déjalo ir; si te quiere volverá”- Le había dicho Luzu dos días antes, y en parte, ese dicho era una auténtica tontería y es que.. ¿por qué vas a dejar ir algo a lo que quieres?. Pero cuando llamó a Samuel hace un día, más o menos, lo entendió todo. Esa felicidad que desprendía el mayor cuando le llamó le hizo estremecerse y entristecerse a partes iguales, ya que... estaba realmente contento de estar allí, en España, y el menor no pudo evitar preguntarse si Samuel era infeliz a su lado. 

 

“Déjalo ir, Guillermo”

 

El sonido de su móvil lo sacó de sus pensamientos. 

 

-¿Quién es?- Al darse cuenta de que no había si tan siquiera mirado el contacto se reprendió a si mismo. 

 

-Debes mirar quien te llama, Willy.- Allí estaba él, al otro lado del altavoz, a miles de kilómetros, reprochándole como lo haría un padre, o un hermano mayor... 

 

-Cállate, cara píe.- Estaba tumbado en su cama, pensando que era lo que debía hacer. Si Samuel era dichoso sin estar con él... ¿Qué haría?. Él solo deseaba que el mayor lo dejase quedarse a su lado, fuese como fuese, solo a su lado, para escuchar sus tonterías, sus bromas malas, ver sus sonrisas, el brillo de sus ojos, limpiar sus lágrimas, hacerle olvidar de todas aquellas preocupaciones... simplemente estar con él, pero... ¿el mayor anhelaba eso tanto como él?. 

 

Al final, sin saber cómo, al escuchar aquella escandalosa risa de su compañero, no pudo evitar reír igualmente, aunque no sintiese aquella sonrisa como verdadera. 

 

-¿Qué te pasa, pequeño?- Le preguntó Samuel, claramente preocupado. El tono del de los ojos rasgados sonaba decaído. ¿Se sentíria solo?. ¿Le habría pasado algo?. 

 

-Nada... solo...- Y no supo cómo contestar, quería sincerarse y decirle que si de verdad era feliz en España, que se quedase allí, porque a Guillermo solo le importaba que Samuel tuviese su felicidad, más que merecida a decir verdad, pero... el miedo a levantarse día a día y no verlo, lo consumía por dentro.- He tenido un mal día.- Susurró simplemente, no buscando mentir, ya que eso era verdad. Su día sin Samuel, como solía pasar cuando la presencia de su alborotador compañero de piso se disipaba, eran horribles.- Solo eso...- Y se preguntó internamente cuando tardaría en derramar la primera lágrima, ya que el nudo en su garganta se acentuó. 

 

El mayor se estremeció al notarlo. ¿Cómo iba a consolar a su pequeño Guillermo cuando los separaban tantos kilómetros?. Ahora deseaba estar allí, junto a él, abrazándolo como tantas veces había hecho, mientras le decía una y otra vez que todo iría bien. Vale, el menor no había salido ni un solo segundo de su cabeza desde que pisó el aeropuerto, pero ahora, al saber que estaba mal, se sintió con más ganas que nunca de estar con él, seguramente sentados en la cama del moreno, hablando y riéndose como tontos. 

 

-Tranquilo, mi Willy, que todo se solucionará cuando yo esté allí.- Y no supo porqué dijo aquello, de hecho seguramente, pronunciar aquellas palabras habían sido un error, pero necesitaba Willy supiese que él iba a permanecer a su lado, a pesar de todo. 

 

Silencio. 

 

Silencio. 

 

Más silencio. 

 

-¿Guillermo?- Miró su móvil para ver si la llamada seguía activa, pero estaba seguro de que sí ya que se escuchaba la respiración al otro lado de la línea. 

 

-¿Tú eres feliz conmigo?- La pregunta le sorprendió bastante, y es que... ¿a qué venía preguntar esa tontería?. 

 

-¿A qué viene eso, cabezón?- No quería parecer serio, aunque al igual que la pregunta, la respuesta debía ser seria. 

 

-Yo... Samu, ¿eres feliz conmigo?.- Vegetta se estremeció, y no solo porque lo llamase por su nombre, el cuál pocas veces escuchaba de los labios del otro, si no porque, ¿qué hacía Willy preguntándole eso?. ¿Cómo podía dudar de que él era sumamente feliz a su lado?. 

 

-Tienes unas cosas, chiqui.- Suspiró, intentando soltar una carcajada.- ¿Tú crees que si no fuese feliz a tu lado seguiría aguantando tus tonterías?. Claro que lo soy, a tu lado me siento único, especial. Nunca lo dudes, Guille, a tú lado soy la persona más feliz del mundo, porque tu me haces sentir bien, completo... porque allá donde tú estés, ese es mi hogar, pequeño.- Se recriminó un poco por haber sido tan cursi, pero... es que a veces las inseguridades de su novio debía alejarlas hablando con el corazón en la mano, y... esto es lo que le salió esta vez. 

 

Escuchó algo parecido a un sollozo al otro lado de la línea y se preguntó si había dicho algo malo. 

 

-Eres más tonto...- Aquel tono de voz dulce le dijo que no, simplemente había conseguido enternecer a aquel trozo de hielo que era a veces el menor.- Gracias, Samu.... Te quiero

 

El mencionado no pudo evitar sonrojarse, y es que cada vez que escuchaba esas dos palabras tan sencillas de la boca del contrario, pero que tenían tanto sentimiento, no podía evitarlo. Hacía que se le agitase el corazón, el puso aumentase considerablemente, sintiese una agitación en la boca del estómago... y un sin fin de sensaciones deliciosas que deseaba sentir el resto de su vida junto al menor. 

 

-¿¡Samuel?!- Este saltó ante el grito. 

 

-¿Qué?- Preguntó por inercia, aunque después volvió en si.- Lo siento estaba pensando, ¿qué decías?.- Su voz volvió a aquel tono tierno. 

 

-Entonces, ¿volverás conmigo dentro de poco?- Y allí estaba de nuevo aquellas sensaciones tan placenteras. 

 

-Siempre volveré contigo, hasta el fin del mundo, cabezón.- Y después de un rato hablando, algún que otro 'Te quiero' y varias cursiladas de por medio, se despidieron hasta dentro de unos días, donde se volverían a encontrar en persona. 

 

“Y volverá”- Y Guillermo por fin estaba seguro de que Samuel si lo quería, y que siempre volvería con él. 

 


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