Tras la partida de Diego, Nicolás sintió frio, quizá porque estaba desnudo y su cabello húmedo se pegaba a su frente, además del semen que aun salía de su cuerpo.
O porque Diego no contestó nada cuando le dijo que le quería.
Se levantó del sofá para ir a levantar su ropa, con ella en las manos fue hacia su habitación para dejarla en el cesto de ropa sucia, luego tomó unos bóxers limpios y su pijama. Caminó hacia su baño para darse una ducha rápida y salir para anotar eso que dijo Diego.
Al mismo tiempo el criminólogo estaba abriendo la puerta de su departamento.
Entró cansado pero satisfecho.
El cuerpo de Nicolás seguía teniendo “su toque” no como el de las otras que con el tiempo dejaban de resultar atractivas y deliciosas.
Caminó hacia su habitación, tomó ropa limpia pero antes de ir a bañarse pasó a su oficina para alimentar a sus tortugas. Las acarició en el caparazón que éstas escondieron sus cabezas.
Sonrió para erguirse y retomar lo que inicialmente iba a hacer.
Después de salir limpio y fresco tomó su laptop y fue hacia su cama. La abrió y encendió para revisar si tenía algo nuevo en qué trabajar. Como criminólogo ofrecía sus servicios como peritajes y juicios orales, pero de vez en cuando, hacia proyectos de prevención que vendía a instituciones interesadas.
Así que estaba esperando la respuesta de una de esas instituciones.
Pero al abrir su bandeja de entrada encontró mensajes de Wendy, reclamándole el no asistir a su cita para comer.
“Lo siento, sabes como es mi trabajo, surgió un contratiempo con el juez, mañana será.” Contestó.
…
-¿Quieres ir a comer algo?- preguntó a través del celular.
-¿No estás ocupado?- preguntó Nicolás, estaba con sus amigos trabajando en su nueva tarea.
-Para ti siempre tengo tiempo.- contestó sonriendo, tenía hambre, seguro se lo comería.
-Dame unos minutos, ¿en dónde te veo?- preguntó sonriendo.
-Paso por ti. ¿En dónde estás?- siempre era bueno tener el control, y eso no dejaba exento a Nicolás.
-En un café. CoffeFriend.- contestó mirando a sus amigos, estos seguían trabajando.
-Voy para allá.- ¡sería la oportunidad de oro para demostrarles que sí había amor!
-Te espero.- susurró feliz. –Chicos, tengo que irme.- avisó guardando su celular y posteriormente sus cuadernos.
-Aun no terminamos.- lo miró Kevin preocupado, ese trabajo costaría un punto para el parcial.
-Haré mi parte.- salió del café rumbo al auto gris que estaba estacionado enfrente. –Hola.- abrió la puerta y entró.
Antes de decir algo más, tomó la barbilla de Nicolás para besarlo.
Sus amigos miraron esa escena.
-Otra vez.- susurró Kevin cansado.
-Es masoquista.- contestó Gerardo.
El auto se fue, aparcó en el estacionamiento de un lujoso restaurante, los labios de Nicolás hacían presión en el miembro de Diego, este manipulaba al menor con sus manos, sentía la lengua pequeña delinear el glande y embestir contra el orificio que no soportó más y terminó llenando las mejillas y garganta ajena de semen.