-“Buenos días criminólogo~”- reprodujo el audio que le mandó Nicolás.
-¿Buenos días?- preguntó mirando la hora en la esquina superior derecha de su celular, dos minutos a la una de la tarde.
-Aquí está el expediente.- la secretaría dejó caer una carpeta gorda, llena de documentos que tendría que leer. –Trabajas para la abogada Astrid.- tomó la carpeta para abrirla, “homicidio”.
-¿Para cuándo?- preguntó hojeando los papeles, había fotografías del cuerpo en las que se detuvo a observar.
-Cinco días.- contestó la secretaria. –También llamó una tal Wendy que te dejó un mensaje, pero quiere hablar contigo hoy a las cinco de la tarde.- Diego asintió, cerró la carpeta para tomarla y levantarse de su silla con rueditas. –¿Ya va a salir?-
-Tengo que hacer el trabajo para Astrid, voy a mi casa.- dijo sacando un cigarrillo de la cajilla que llevaba en su saco. –Si alguien más me busca, no estoy.- miró a su secretaria hasta que asintió. –Gracias.- susurró tocando las bolsas de su pantalón, buscando el encendedor. –¿Tienes una flamita?-
La secretaría asintió efusivamente. Sacó de su saco sastre un encendedor que accionó para darle fuego al cigarrillo de Diego.
-Te debo una.- susurró sonriéndole, con el cigarrillo en los labios.
-No, no hay cuidado.- contestó agitada.
Diego salió de su oficina para ir hacia su auto. Dejó el expediente en el asiento de copiloto y sacó su celular del bolsillo del su pantalón, tenía más mensajes de Nicolás por leer. Así que mientras fumaba el cigarrillo los leyó.
“Espero que estés bien”
“Sé que estás trabajando, ya me voy a la Universidad”
“Ten un lindo día”
Apagó la colilla del cigarro y cerró la ventana del auto.
Tomó su celular para llamarle a Nicolás, preguntándole por su horario vespertino, necesitaba tener sexo pero aunque sabía que Wendy lo estaba buscando, tendría que charlar y eso es lo que menos quería.
-Diego.- contestaron. –¿Cómo estás?- Nicolás sonrió, ¡había esperado una respuesta de su parte todo el día!
-Bien, tengo trabajo pero antes puedo verte. ¿Tienes tiempo?- relamió su labios superior ansioso.
-¡Sí! Tengo tarea pero puedo verte.- susurró feliz, incluso Diego podría ayudarle.
-Voy hacia tu casa.- finalizó. Encendió el auto y pisó el acelerador para salir rápido hacia su presa.
Al llegar Nicolás le sonrió pero Diego fue directo a esa sonrisa para devorarla. Sin separarse una de sus manos fue hasta el botón del pantalón, que desabrochó y comenzó a bajar igual que el resto de la ropa íntima de Nicolás.
Este regresó a su tarea, mientras escribía un ensayo sentado en la pelvis de Diego y éste le embestía, los gemidos de Nicolás se incrementaban al ritmo de las certeras embestidas.
Este presionaba su mano en el lápiz, sentía que el falo de Diego iba más adentro de su cuerpo, sus pompis chocaban contra la pelvis, sentía incluso la base de los testículos de Diego.
-Ah~ ah… ¡Diego!- una última embestida hasta el fondo de Nicolás bastó para llenarlo del esperma caliente. –Ahhhh…-