-Hola bebé, ¿cómo has estado?- preguntó Diego sosteniendo el celular en su oído.
Nicolás sonreía como nunca, mirando por la ventana de su departamento.
-¿Sabes en qué estoy pensando?- preguntó Nicolás sonriendo, mientras miraba el cielo estrellado.
-En mí.-
-Además de ti, estaba pensando en la poesía que estaba escribiendo cuando te conocí.- susurró, Diego alzó una ceja, quién sabe qué tontería estaba diciendo ese chico cuando lo vio y decidió que sería su próxima presa. –¿La recuerdas?- preguntó emocionado.
¡Era rima los había conectado! Era especial y pensaba que para Diego también tendría que serlo.
-Claro.-
-Rum rum, hace mi moto, y a las estrellas me voy con ella.- dijo sonriendo, dejando de ver al cielo. –No sé, no quiero que te asustes, o que pienses que estoy loco, pero… me gustas.- presionó los ojos preocupado, quizá era muy pronto para decirlo pero llevaban más de dos semanas saliendo y al menos, diez días intimando, ya era tiempo de que Diego lo supiera.
-¿Estás en tu casa?-
-Sí.- contestó levantándose del sofá para correr hacia su habitación y mirarse al espejo. –¿Vas a venir?- ¡tenía que arreglar su cabello, cambiar su ropa, bañarse!
-Voy para allá.- alzó las cejas para mirar el celular y luego ver que la llamada había finalizado.
Antes de cambiarse la ropa, su timbre sonó, lo que menos quería era dejar a Diego esperándolo, así que corrió hasta abrir la puerta, ahí estaba ese criminólogo que hacía que su corazón comenzara a latir más fuerte.
-Hola.- susurró apenado, moviéndose para que Diego entrara a su departamento.
-Linda pijama.- pues Nicolás llevaba un pantalón con figuritas animadas y además pantuflas cómodas, sin olvidar la camisa de botones. –Te ves adorable.- Diego cerró la puerta tras de sí.
-Sobre lo que te dije…- de repente se sintió muy nervioso, él sólo era un estudiante de Filosofía y Letras, Diego ya era un profesionista exitoso. Además, la manera en la que estaba parado con un porte bastante firme, mirándolo con una ceja alzada. –De que me gustabas…-
-Tú también me gustas.- susurró Diego, analizando la expresión facial de Nicolás. Se acercó lento, puso su mano en la barbilla ajena para elevarla y hacer contacto visual, Nicolás pasó saliva mirando los ojos negros, luego miró los labios.
Sintió presión sobre los suyos, moviéndolos lentamente logró apreciar los de Diego. Lo hacía lentamente para disfrutar de ese beso.
La mano de Diego se deslizó por el pecho de Nicolás hasta llegar a su pantalón, introdujo su mano para tomar el miembro flácido del menor y comenzar a estimularlo. Lo llevó caminando lento hacia el sofá, en dónde lo recostó, su mano bajó más hasta que tentó el esfínter anal de Nicolás, luego introdujo un dígito.
Colocó los tobillos de Nicolás sobre sus hombros, bajó la cremallera de su pantalón y perfiló su miembro contra el cuerpo contrario.
-Diego.- gimió abriendo sus ojos. –Me gustas.- el calor del glande le hizo temblar. –Me gustas mucho- Diego sonrió mientras empujaba su pelvis.