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Ángel de la oscuridad por SebbyPhantomhive

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Notas del fanfic:

 

 

 

Notas del capitulo:

podria contener spoiler---- (manga, del arco de la Campania)

https://www.youtube.com/watch?v=2dYcVXvq0b4

En la penumbra de la noche se observa con dificultad una silueta que pareciera volar en medio de la oscuridad, la luna con su tenue resplandor era lo único que alumbraba y hacia un poco visible el brillo carmesí de unos puntos que se movía titilante.

-¡Sebastian…! Gritaba el joven de mirada bicolor, en su ojo donde yacía el sello del contrato deslumbraba fuertemente, era su manera de animarlo pues una batalla se libraba en medio de ese pueblo donde habían pasado para llegar a Londres, con dificultad seguía cada movimiento de su valiente y feroz mayordomo que sonreía desafiante ante esos seres que pretendían dañarlo, la sangre salpicaba el lugar el demonio se sentía complacido, hasta podría decirse excitado, pues como mayordomo por más de tres años había olvidado ese pasatiempo de bañarse con sangre.

-Joven amo-Murmuró el apuesto mayordomo al escuchar el sonido de la pistola descargándose contra algo, -¿Estás bien querido?- Decía con una sonrisa sínica el demonio mirando de reojo a su amo a unos pocos metros de él, quien estaba sobre una roca grande para resguardarse de esos seres que pretendían comerlo.

-Claro que no idiota… quieren comerme- Respondió con molestia el conde halando el gatillo ya no salían más balas, rebuscó de prisa en sus bolsillos y tampoco tenía, y esos molestos zombies se ponían  más agresivos que parecían con saltos alcanzarlos, su pie tembló y le hizo perder el equilibrio, ya pensando que caería solo sintió como sangre lo bañaba ahora a él y los quejidos de esos seres se escuchaban más fuertes, y las partes de su cuerpo destrozarse, todo en unos segundos mientras caia sentado sobre la roca.

-Mira cómo has quedado- Murmuraba Sebastian con tono seductor acercándose a su amo, que avergonzado agachaba la mirada. –Es tu culpa- Refutó el jovencito con aparente molestia pero no miraba a Sebastian quien sonreía tiernamente ante la reacción tan tímida de su amo.

-¿Te  gusta el paisaje?- Cuestionó con una pequeña sonrisa el demonio sentándose sobre la roca, junto a su amo que sutilmente se acercaba a él. –No seas tan timido- Susurraba el demonio con mirada comprensiva sin burla ni sinismo, a la vez que colocaba sobre sus hombros su brazo, esto hizo sonrojar al joven pero tampoco se negó a esa muestra de afecto.

-con el rostro ensangrentado no puedo distinguir tus mejillas ruborizadas- Hablaba con coquetería el mayordomo sujetando con su mano libre el bello rostro de su amo, ambos se quedaron viendo fijamente y poco a poco sus rostros sucios de sangre se acercaban a la luz tenue de la luna fue cuando sus labios se juntaron en un pequeño beso que ambos discretamente anhelaban, aunque no era el primero sentían la magia como si fuera el primero, con los ojos cerrados saboreaban con dulzura sus labios y sus brazos se rodeaban entre sí, pero el olor a sangre era fuerte y esto hizo asquear un poco al pequeño conde, separándose de los labios de su amado.

-¿La sangre?- Cuestionó divertido el mayordomo. –Soy un humano después de todo, me asquea el olor penetrante de sangre- Dijo el conde desviando la mirada. –A ti te excita esto pero a mí no- Terminaba de decir Ciel con el ceño fruncido, el otro que embelesado lo miraba sonreía y sus manos no dejaban de acariciar el rostro hermoso de su niño.

- Si realmente me excitara…- dijo sugerente el demonio. -¿Qué?- Preguntaba el conde con curiosidad. –Estaríamos haciendo otra cosa ahora mismo.- Respondió el mayor con una sonrisa sugestiva y le guiñaba coqueto el ojo a su amo, que enojado más bien avergonzado al imaginar que otras cosas eran las que insinuaba lo empujó con fuerza haciéndolo caer sobre los cadáveres a su alrededor.

-Esto es asqueroso… querido- Dijo con mala cara el demonio al sentirse ahora no solo bañado en sangre sino en vísceras y piel de esos zombies en los que había caído. –Eso te pasa por pervertido- Advirtió el joven conteniendo su risa.

-Pero si no he te hecho perversiones- Reclamaba con resentimiento el mayordomo tratando de pararse -Pero las pensaste- Recalcó con seriedad el conde mirándolo mal. -Y tú también- refutaba el otro halando a Ciel para sí y abrazarlo con ternura, sonriendo decidieron ir a una casa de ese pueblo que ahora estaba desolado.

-Otro pueblo más consumido por esta maldita plaga- Decía con enojo el conde apretando sus puños con frustración. -No pensé que se esparciera tan rápido todo esto- Le hablaba su demonio con seriedad mirando su alrededor y ver sangre en el camino que recorrían, llegaron hasta una casa pues debían asearse y descansar un rato.

-Las noches se hacen largas…-  Decía en medio de un suspiro el conde vistiendo la ropa limpia que le daba Sebastian a la vez que este estaba aseado también y con su traje reluciente como si nada hubiera pasado. -Podemos acortarla…- Insinuó el demonio acariciando sus delgadas piernas esta caricia inesperada hizo estremecer al conde. -Ni lo sueñes- Refutaba con molestia ocultando su vergüenza.

-Oh vamos… estamos en medio de una masacre post-apocalíptica…la humanidad podría perecer… es el momento perfecto para desatar pasiones- Seguia insinuando el demonio con un susurro al oído de Ciel que se debatía internamente el ceder o no. -No me convencerás Sebastian,  basta con que te deje besarme y tocarme.- Se escuchaba la respuesta del menor con un notorio sonrojo.

-¿Quieres morir virgen?- Seguia insistiendo el demonio y con su mirada penetrante trataba como de hipnotizar al pequeño para que cayera en sus redes, pero Ciel esbozó una sonrisa desafiante en sus pequeños labios y le dijo, -¿Quién dijo  que moriré?.

-Acaso mi demonio me dejara morir… ¿Vas a dejarme morir?- Hablaba el conde ahora él acariciando el rostro de su demonio que algo confundido, no se dio cuenta de cuando sus palabras jugaban en su contra pues él no deseaba por nada del mundo ver morir a su amo. –Nunca- Musitó el demonio con certeza y aprovechó que su amo desviaba la mirada para recostarlo en el sofá en que estaban sentados.

-Eso pensé- Murmuró el conde como cediendo ante los encantos de su demonio. -Eres un buen mayordomo- terminaba de decir enredando sus delgados brazos al cuello de Sebastian que sonriente no dejaba de devorarlo con la mirada.

-El mejor…- Susurraba el demonio con jactancia, entonces sus labios tomaron con firmeza y profundidad los labios de su pequeño amo, que aunque trataba de aparentar que se resistía lo estaba disfrutando, le gustaba sentir esa lengua saborear la suya con delicia, pensaba que en pocas horas desde ese suceso misterioso donde surgían zombies los dos habían confrontado sus sentimientos.

-Nhn…- jadeaba el conde al sentir la excitación correr por su ser entero, ese asfixiante beso lo alteraba en cuerpo y alma, al parecer Sebastian estaba sintiéndose igual pues levemente sonrojado lo acariciaba y besaba. -Tú también lo deseas…- Se escuchaba la voz seductora del mayordomo al pretender quitar la ropa casi recién puesta de su amo.

-¡No!- Advirtió Ciel como entrando en razón levantándose del sofá dejaba a su mayordomo con evidente malhumor. -Debemos irnos…- le aclaraba con seriedad el conde arreglándose su ropa.-¿quieres que te cargue?- Dijo Sebastian sin querer darse por vencido y lo abrazaba amoroso por la espalda.

-Quieres manosearme eso es lo que quieres…- advertía malhumorado el jovencito mirando de forma siniestra pues ya conocía esa rutina de llevarlo cargando, era el momento perfecto para el demonio de tocar su cuerpo de forma sutil, salieron de la casa, a la vez que se disponían a dejar el pueblo donde no había algo que hacer, Sebastian veía como su amo no le dirigía la palabra y lo ignoraba a pesar de estar caminando juntos por un sendero vacío y casi oscuro.

-¿Por qué el mal humor? Le preguntó Sebastian pues ya estaba cansado de permanecer en silencio, Ciel lo miró de reojo y decidió responderle, -Pues será que es de madrugada, caminando en la nada a la expectativa de que en cualquier momento nos ataque unos de esos zombie y con un demonio que solo quiere aprovecharse de mi.-Hablaba él con mala cara sin detener su paso. -¿entiendes mi malhumor?- Terminaba de decir apuntando con su dedo al demonio.

 -Pues no- Era la respuesta tajante del demonio ante esa acusación. -Yo lo veo así, es una noche romántica caminando con la persona que amas,  a pesar de ser un pequeño gruñón es divertido, y esperando deseoso bañarme en sangre de nuevo. ¿Qué tiene de malo?-justificaba su respuesta el demonio con esa típica sonrisa sínica que tanto molestaba al conde.

-tu y yo vemos las cosas de diferentes perspectivas.- Aclaró con resignación el jovencito en medio de un suspiro. -no estés de mal humor, prometo que cuando esto acabe te preparé el mejor y más delicioso pastel de chocolate. Trataba de cambiar el ánimo de su amo el amoroso mayordomo que le acariciaba el rostro con cariño.

-Eso suena bien…- Dijo Ciel con mejor ánimo, pensando en un mañana mejor que el de ahora, pero su tranquilidad se tornaba en enojo nuevamente al escuchar la insinuación de su mayordomo al decir -Y lo comeremos en nuestra cama y después…-

-No sigas…- Le interrumpió avergonzado el conde empujándolo y siguiendo su camino.- Ves por tonterías como esas me pones de malhumor- Le reclamaba el jovencito en un refunfuño mientras caminaban en ese solitario camino lleno de árboles.

-Por fin te has callado- Replicó con una sonrisa el conde al no escuchar otra tontería de su demonio fue cuando sintió el dedo de su demonio callar sus labios -Shhh…- Le silenciaba con seriedad el mayordomo.

-Ya veo- Murmuró muy bajo el jovencito poniéndose detrás de Sebastian para que lo proteja, quien lo agarró y lo colocó en la rama gruesa de un frondoso árbol, si los zombies se acercaban no lo alcanzarían tan fácil. -Quédate aquí, terminaré esto rápido…- Le dijo al oído con dulzura y juntaron sus labios en un rápido pero dulce beso.

-Se… bas…tian…- Murmuraba Ciel sobre los labios de su demonio después de ese dulce beso, sentía como su corazón latía sin parar, estaba enamorado sin duda alguna de su demonio. -Un beso de la buena suerte- le susurró tiernamente el mayor mientras le acariciaba los labios con un dedo, y la luz de la luna parecía más resaltar la romántica escena, cuando aquello fue interrumpido por una risa muy conocida para ambos y retumbó el silencio que embargaba ese bosque.

 -¿Undertaker?-Se cuestionó Ciel con sorpresa era el a quien buscaban por saber que era el causante de ese “virus zombie” como podría decirse, y ahora se les aparecía de repente, la situación les resultaba en desventaja y eso asustaba mucho al conde que apretaba con fuerza la mano de su demonio que permanecía a su lado.

-¡Oh veo gratamente que esta situación ha fortalecido sus lazos…! Se escuchaba su voz burlona pero todavía no acertaban a verlo solo oírlo, con la mirada buscaban a su alrededor. -¡Cállate! ¡Detén esto de una vez!- Era la voz del conde que con enojo le ordenaba dejar de jugar ese tétrico juego de zombies, que estaba acabando con los humanos.

-¿Por qué si todos lo estamos disfrutando? Aclaraba el antiguo shinigami sin ser visto todavía, esto molestó más al conde soltando la mano de su Sebastian le daría una nueva orden.

-Es una orden Sebastian, mata a Undertaker…- retumbaba en el bosque y la risa de Undertaker también resonó a modo de burla. -¿Está seguro?-Cuestionaba algo dudoso el demonio.  -Si lo mato tal vez esto no se detenga…- Trataba de explicarle a su amo porque no conocían si ese experimento se detendría al matarlo o no, tal vez solo complicarían más la situación, Ciel lo pensó y segundos después estaba listo a dar su nueva orden.

-Entonces derrótalo, y tráelo ante mí…- Decía con firmeza el conde destellando ese peculiar brillo en su ojo del contrato. -Suena más lógico, querido- Murmuró de forma inesperada Sebastian sonriéndole a su amo, este solo se sonrojó y desviaba la mirada.

-El amor está en el aire- Exclamaba entre risas el shinigami de cabello platinado viendo a la pareja por fin dejándose ver y el demonio se lanzó contra él para emprender la batalla.

-Yo sé que tú puedes Sebastian… Decia Ciel dándole ánimo desde esa rama del árbol, Sebastian sonrió al escuchar a su amo apoyarle. -Si logro vencerlo… ¿Estaremos juntos?- Dijo él con una sonrisa a pesar de estar esquivando unos certeros golpes del shinigami con su guadaña.

-Ya lo estamos…- Respondió Ciel ante la interrogante de su demonio -Me refiero de la otra forma- Aclaró con tono sugerente el demonio lazando contra un árbol al shinigami.

-No digas tonterías sigue peleando- Habló entre enojado y avergonzado el conde sin dar en si una respuesta. -El dilema de dejarme ganar solo para que el hermoso conde pierda su virginidad- Dijo divertido el shinigami levantándose y lanzándose al ataque con el demonio.

-Ese no es asunto tuyo- Le gritó Ciel muy avergonzado, a lo que Sebastian sonrió y en ese mínimo descuido fue herido en uno de sus brazos con gravedad lanzándolo al suelo. -Deberías concentrarte más…-Insinuó con una enorme sonrisa el shinigami.

-Maldición- Decian amo y mayordomo en la distancia entre sí,  pues ahora la situación era desfavorable para el demonio que adolorido trataba de levantarse. -Sebastian…- Le llamaba el conde con fuerza. -Sígueme llamando tu voz me da fuerza- Hablaba el demonio poniéndose de pie con mucho esfuerzo y estaba listo para enfrentarse de nuevo a Undertaker que sonriente le desafiaba con la mirada.

-Eres ridículo- Le gritó Ciel ante esa cursi frase antes mencionada por su demonio. -Los jóvenes de ahora no entienden el romanticismo- Murmuraba el de cabellos platinado con resignación viendo al conde de lejos. -Solo en eso concuerdo ahora contigo- Dijo el demonio con una pequeña sonrisa confirmando aquello dicho por su contrincante, pero a cambio de eso solo sintió una fuerte patada por parte de él, lanzándolo de nuevo al frio suelo, y con el corazón lleno de angustia Ciel veía como derrotaban a su amado demonio.

-¡Sebastian!-Le gritaba con todas sus fuerzas, se sentía impotente de no poder ayudarlo, fue cuando vio como Undertaker daba un silbido y algo se movía entre los verdes arbustos y más le invadió la angustia al imaginarse que podría ser. -¡No…! Gritaba de nuevo al ver a esos zombies querer acercarse a su amado, desesperado trataba de bajarse de la rama para ayudarlo no sabía como pero quería rescatarlo.

-No te dejaré morir…- Decía tratando de bajarse pero frustrado sabía que no podría, cuando sintió a alguien junto a él.  -¿Qué harás? Eres débil… sin tu mayordomo eres lo mismo que nada…- Murmuraba con malicia el shinigami al oído del conde que le dolían esas palabras porque eran la triste verdad, era un completo inútil, tanta era su frustración y rabia que unas lágrimas rodaron por sus mejillas sin poder contenerlas.

-Pues no le veo sentido a la vida sin él.- Susurró el conde con gran tristeza pero a la vez con amor mirando a Sebastian que trataba de levantarse antes de que se le acercaran esos zombies, además veía  a su amo junto al shinigami, no sabía de qué era capaz de hacerle.

-¿Quién es el ridículo ahora?- Insinuó divertido el peliblanco con una enorme sonrisa, entonces vio como el conde le sonreía también y se lanzó de la rama, se torció un poco el pie al caer pero con esfuerzo se acercó a Sebastian. -Él es mío… Nadie toca a mí demonio.-Se escuchaba decir con decisión y valentía al conde parándose frente a su demonio que sentado en el suelo trataba de pararse, no quería ver a su amado conde morir frente a sus ojos por unos zombies idiotas.

-Has venido a rescatarme… moriré feliz.- Murmuró con una sonrisa Sebastian a pesar de la angustia que sentía, ver actuar así a su amo le llenaba de una enorme felicidad. ¿Felicidad? Se cuestionaba internamente, solo con ese pequeño y hermoso conde había conocido el significado verdadero de esa palabra.

-Tú no morirás,-Advirtió Ciel lanzándose en los brazos de Sebastian para abrazarse los dos con fuerza y esperar ese final que les deparaba el destino, por lo menos morirían juntos pensaban los dos y se regalaban lo que pensaban un último beso. -Que linda parejita- Hablaba con una risa que no podía contener el shinigami con una señal los zombies detenían su andar.

-Ya conseguí lo que quería, una enorme risa de todo esto.- Murmuró Undertaker ahogándose de la risa ante los rostros confundidos de la pareja que se miraban entre sí. -¿Qué?-musitaron los dos en su confusión.

-Nos veremos en una próxima ocasión- Se despedía Undertaker y los zombies caían ya inertes frente a ellos entendieron que ese mal había acabado aunque no entendieron el propósito de todo esto. -Pero… el masacró humanos por esto…- Murmuraba confundido y molesto el conde al pensar en las vidas perdidas por una tontería así, ese shinigami loco ¿solo quería ver a un enamorado Ciel Phantomhive? Pensar que fue el centro de un juego estúpido le enojaba mucho, fue cuando sintió como Sebastian lo halaba y ambos terminaron recostados sobre el frio suelo y a su alrededor con zombies que no sabían si de verdad estaban ya de verdad “muertos”.

-Me siento mal… Ciel…- Murmuraba Sebastian con poca fuerza sintiendo a su amo sobre él que lo miraba preocupado, fue cuando el conde sonrió travieso. -Creo que te daré fuerzas…- Murmuró el conde sacándose la camisa y sensualmente se restregaba a su mayordomo quien sin pensarlo lo haló para sí y lo besaba con profundidad…. Todo se tornaba oscuro alrededor de Ciel y abriendo los ojos encontró a su mayordomo con gesto dudoso frente a él.

-Lo siento lo vi agitado y…- Decía el mayordomo mirándolo con extrañeza, ya no estaban en el bosque, estaban en la habitación del conde, quien confundido miraba a su alrededor. -¿Está bien?- Preguntó con preocupación sin dejar de ver el rostro confundido de su amo.

-Fue un sueño…- Susurraba algo decepcionado el conde cerrando los ojos, pues ese fue un sueño muy realista. -Parece que fue un interesante sueño.- Acertó a decir el mayordomo al notar la decepción de su amo y el sonrojo de sus mejillas.

-Para nada…- Dijo Ciel pretendiendo no dar importancia a ese sueño se quedaron en silencio los dos. -Sebastian,  quiero dar un paseo- fue la petición del joven sentándose decidido en la cama ante la mirada extrañada de su sirviente.

-Claro en la mañana podríamos salir.-Le respondió ante esa inesperada petición y se prestaba a acomodar sus sabanas para que siguiera durmiendo.-No mañana… ahora. Aclaraba con seriedad el conde. -¿ahora?, Pero es de madrugada- Sebastian le decía tratando de que entendiera la extraña petición dada el jovencito lo miró fijamente y se disponía a hablarle.

-Es una orden- Fueron sus palabras, y con ellas su petición seria cumplida sin reproches por un resignado mayordomo que en medio de un suspiro se disponía a ponerle unas medias y abrigo para salir en esa fría noche, minutos después se veía al demonio que parecía volar con Ciel en sus brazos en esa noche estrellada y con la luna como testigo de su paseo nocturno.

-Si solo querías que te abrazara bastaba con que me lo hubieras pedido.- Hablaba con una sonrisa Sebastian sintiendo el fuerte abrazo de Ciel que parecía aferrarse a él con algo de desespero. -¡Cállate!- Se escuchaba decir al conde con algo de vergüenza pero después le daba un tierno beso en la mejilla de su demonio quien le sonrió y le devolvió el beso pero uno pequeño en los labios, el conde al sentirse besado con vergüenza escondió tierna y tímidamente su rostro en el regazo de su demonio.

-Niño consentido…- Fueron las palabras de Sebastian que sonreía traviesamente, pues sabía que ese sueño había despertado aún más el amor de Ciel por él o por lo menos que de ahora en adelante se lo demostraría un poco más, así las dos siluetas se perdían en la oscuridad de la noche cada uno en sus pensamientos, eran una especie de ángel, ese ángel de la oscuridad en que podían refugiarse mutuamente para sentirse  a salvo, los dos lo pensaban en silencio  sin decírselo en palabras lo expresaban en el abrazo que se regalaban en medio de la brisa fría del cielo nocturno. 

Notas finales:

muchas gracias por haber leido esta historia repentina...

esperaré sus opiniones 

besos :*


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