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The Extra, The Class 3-3 por kpoploveever

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Notas del capitulo:

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11:42 de la noche, mismo día, 1 de Diciembre del 2008
 
Ronald voltea conmocionado, viendo el perfil izquierdo de aquel pequeño niño de parche blanco, en frente de la ventana, detrás de esta, el fuego abrazador crecía, y delante, estaba él, ese rubio de rostro más que serio y helado, sin una pizca de sentir lástima, Luciano, con una daga larga y filosa en la mano derecha, dispuesto a acabar con todo, sin pensar en nada más, su obsesión ya se desbordaba, dos personas queridas suyas estaban muertas, su mejor amigo y su novio, pero sin embargo no mostraba nada de tristeza, solo molestia. Se empieza a aproximar a Danny.
 
-          ¡LUCIANO!, ¡YA BASTA!, ¡DETENTE!-
 
Grita el de cabellos marrones angustiado, toma el pasillo de al lado tratando de llegar al mismo pasillo, su intención era tanta que ni el fuego o los escombros le detuvieron el trayecto, no iba a permitir que el niño muriese, él no era el muerto, eso era lo que creía.
 
-          ¡POR FAVOR DETENTE!-
 
Entra al pasillo elevado del suelo evitando el fuego en la esquina, fijándose en como Luciano caminaba de espaldas hacia él aproximándose al pequeño. Al casi alcanzarlo, el rubio voltea dando una cuchillada al aire, el chico se agacha esquivando el ataque, se hace para atrás, terminando viéndose con Luciano frente a frente pero ambos a la defensiva.
 
-          ¡Si no lo matamos, todos vamos a morir!, ¡INCLUYENDOTE A TI!- exclama con total ira.
 
-          ¡Estás equivocado!, ¡DANNY NO ESTÁ MUERTO!-
 
Al terminar de decir esto se abalanza contra el rubio, quien vuelve a lanzar otra cuchillada hacia arriba, Ronald le esquiva, aprovechando la posición para tomar el brazo de Luciano y pegarlo a su pecho, mientras la otra mano la coloca en el mango de la daga haciendo el intento desesperado por quitársela. Sus rostros quedan uno al lado del otro, respirando agitados y con expresiones furiosas.
 
-          Si la calamidad no se detiene después de matarlo…entonces diré que tenías razón- deja que Ronald le aplique algo de fuerza, y luego de impulso lo arroja contra el barandal quebrando los maderos con el propio cuerpo del chico de gorra azul.
 
Luciano tomando ventaja de esto y ya harto de la situación, le dedica una mirada de ira a Danny y aproximándose nuevamente, el niño naturalmente como cualquiera, se asusta, pero solo retrocede unos pasos, de todas formas, no tenía a dónde huir. El rubio corre hacia él, tacleándolo y empujándolo contra el suelo sobre unas piezas de madera rotas causándole dolor al menor, eleva la daga, Danny reaccionando rápido cierra su ojo vivo aterrorizado y mueve la cabeza hacia un lado, provocando que la punta filosa solo se incrustara entre su cabello y a las tablas, Luciano saca el arma de nuevo, la alza, esta vez con más determinación y rabia, pero en un parpadeo, una explosión en la misma sala ocurre, la onda expansiva termina por derribar al rubio quien cae de cara contra los mismos maderos.
 
La casa sufre el derrumbe de más de sus piezas, Danny se levanta del suelo para alejarse de ese chico que tanto miedo le estaba provocando, casi lo logra, de no ser por su cabello largo pues Luciano alza su mano y le jala fuertemente del pelo causando el quejido del niño y seguidamente su golpe contra el suelo boca arriba, Danny lucha por volver a levantarse, pero el rubio toma su brazo y vuelve a alzar la daga, el peli negro coloca su mano como única defensa y protección de su pecho donde dentro tenía un corazón muy agitado y asustado, la daga se impulsa por Luciano, y nuevamente, una explosión los arroja a ambos al medio del pasillo elevado, el cual debido a los dos estallidos se desploma de lado con los tres chicos encima, parte del techo también cae, el polvo se eleva.
 
Danny luego de apretar los ojos por el dolor, los abre, viendo solo con uno el alrededor destruido, el lugar se caía a pedazos, se levanta, caminando lenta y extrañamente tranquilo por encima de los escombros, seguía con el mismo objetivo desde que se había separado de Ronald, sube las escaleras imperiales aún intactas, para su mala suerte Luciano aparece detrás suyo, rodeando su cuello con un brazo y mostrándole la daga de nuevo junto a un rostro desquiciado. Los dos chicos se tambalean forcejeando, uno tratando de liberarse, y el otro evitando que el cuerpo más pequeño se zafara de su agarre. Una explosión en otro lado de la casa sucede, esta vez en el lado contrario al edificio que tenía el comedor que ahora estaba casi en cenizas, la onda mueve todo el suelo, incluyendo esas escaleras, acabando por hacer perder el equilibrio a los dos chicos y seguidamente caen rodando por las escaleras, quedando en el suelo adoloridos.
 
Danny es el primero en levantarse, pero por el dolor termina de a cuatro en el suelo, y el tiempo fue suficiente para que Luciano levantara el torso del suelo, alzando la mano derecha y con el mango de la daga, tomando fuerza da un fuerte golpe a la mejilla del menor, la cual se torna roja y con un feo moretón, Danny con un quejido mira al suelo, el rubio se pone de pie, colocándose en frente de él, y dándole una patada en la quijada desde abajo, Danny pega un gritito de dolor otra vez, cerrando ambos ojos al caer de espaldas, mientras el parche blanco y el broche negro brillante se le caen, volando por el aire hasta perderse por el suelo de la gran y destruida sala.
 
Su cabeza choca contra el suelo, afortunadamente aún alfombrado reduciendo el impacto, abre sus ojos, esta vez viendo con ambos, asustándose, con un rostro suplicante, mientras Luciano descaradamente se arrodilla en su pecho, el brazo izquierdo de Danny queda bajo la pierna del rubio, con el que aún tenía libre trata de zafarse, sin lograr nada, Luciano toma su brazo derecho y lo coloca bajo su otra pierna, teniendo al niño débil, golpeado e indefenso bajo suyo mirándole con tristeza, con su mano toma el rostro del menor, haciéndolo para atrás, teniendo mejor vista del cuello pálido, donde planeaba hundir la daga. Danny abre uno de sus ojos, el vivo, el color avellana reluce viendo a su futuro asesino, Luciano sonríe de medio lado.
 
-          Acabaré con esto-
 
Eleva el arma, la vuelve a impulsar, y Ronald apareciendo de la nada le taclea fuertemente quitándolo de encima de Danny. Luciano solo usa unos segundos para levantarse, darle una mirada de cansancio y molestia a Ronald, volviendo a lo suyo parándose para regresar con el menor. Ronald ante esto se aproxima tomándole de la muñeca izquierda que no sostenía la daga, el rubio insiste, tratando de ganarle en fuerza y arrastrarlo, más el de cabellos marrones saca a relucir su verdadera fuerza lograda por tantos años de experiencia, dando un fuerte tirón y tomando ambas muñecas de Luciano, este lucha pataleando, finalmente rindiéndose, quedándose quieto pero aún muy molesto.
 
-          Te equivocas…- susurra el de gorra azul al chico.
 
Luciano se zafa del agarre en su mano izquierda, pero no el de su mano derecha, pues en esta sostenía la daga, y Ronald no le dejaría hasta que la soltara, ambos se miran. Detrás del de cabellos marrones, en el suelo de a cuatro, mirando el suelo, con aparente miedo, se encontraba Danny, no quería elevar la vista, su ojo de muñeca estaba al descubierto, y con él, podía verlo, lo que no debía ser visto, por nada del mundo quería seguir viendo a través de aquel orbe falso.
 
Ronald sostiene fuertemente la muñeca derecha de Luciano, los dos inmóviles, en medio del cuarto en llamas y casi derrumbado, las piezas enormes de madera del techo habían caído, y ahora formaban una especie de pared que los rodeaba, evitándoles el paso a la puerta principal, dejándoles solamente el camino a las escaleras imperiales, en un profundo silencio.
 
La mirada que ahora Ronald le dedicaba a Luciano, era sumamente severa, no furiosa ni hundida en ira, no llegaba a eso, no le serviría de nada, sus ojos decían, “razona” era todo lo que quería. El rubio primero no parecía hacer el menor caso, pero después…entristece, bajando la mirada, luego la cabeza, deprimido, sus ojos clavados en otro punto del cuarto, sumamente apenado.
 
Recordando, sus ojos se cristalizan de frustración.
 
Eleva el rostro, cargado de ira, jala a Ronald hacia sí, y le da un rodillazo en el estómago, Ronald se cubre quejándose, solo para que Luciano le golpeara también con el mango de la daga, haciéndolo caer sobre Danny, la gorra azul, al igual que el broche, sale por el aire, cayendo lejos, extrañamente, sobra la liga del parche blanco.
 
-          ¿Cuál es tu problema?…estoy… ¡ESTOY TRATANDO DE PROTEGERNOS A TODOS NOSOTROS!, ¡¿ENTONCES POR QUÉ?!-
 
Luciano ya estaba al límite, al borde de la locura. Ronald y Danny se quedan en el suelo, el chico de cabellos marrones oculta al menor tras de sí, quien aún con rostro asustado, observaba al rubio, este coloca una expresión más que enterrada bajo la ira, sepultada en la desesperación, eleva la daga, y esta vez, les apunta a los dos, amenazándolos aún de pie viéndose superior, la luz del fuego se reflejaba en el filo, los dos en el suelo, no sabían que hacer.
 
-          Si tanto quieres protegerlo…TE MATARÉ JUNTO A ÉL-
 
“Mírame entonces, estoy dispuesto, a morir junto al ser que…que amo, adelante”, piensa, el que tenía los cabellos marrones, y los ojos castaños, Danny se oculta más tras el cuerpo del chico.
 
La casa se quemaba, el humo salía de cada lado del techo, la tormenta eléctrica del cielo aumentaba de intensidad.
 
Ronald y Danny miran.
 
Luciano les mira. Y una sombra negra pasa por sus ojos.
 
 
 
Un enorme rayo con un sonido ensordecedor cae sobre la casa, la luz blanca cubre todo el alrededor, los grandes ventanales en las escaleras imperiales, revientan, quebrándose en pedazos, siendo iluminados por la luz blanquecina azulada.
 
Los tres chicos voltean impactados.
 
Pues todos los vidrios, se dirigían con fuerza descomunal, hacia ellos.
 
La luz los ciega…
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Las gotas de cristal se rompían al caer contra el suelo, tenuemente iluminado por el sol de la tarde que ya se ocultaba, el cielo era de un bello color naranja, pero las cosas no iban tan bien para aquella persona que emitía gemidos de dolor y tristeza, las lágrimas mojaban el suelo al lado de una lata vacía de soda, “estúpido…” exclama la voz, la voz dura, pero en ese momento quebrada, enojada.
 
Luciano tenía un rostro de furia, pero al mismo tiempo deprimido, con lágrimas saliendo de sus ojos cerrados, llevaba puesto el uniforme escolar, su mochila había caído a un lado, luego de que la soltara al no poder contener más su tristeza, “estúpido…hermano” dice entre dientes, con voz temblorosa, a punto de romper en llanto, pasa su brazo por su rostro secándose las lágrimas, que no paraban de salir.
 
-          ¡Estúpido!- grita al aire con todas sus fuerzas, de la ira pateando esa lata vacía que vuela por el aire, luego cayendo, y golpeando a alguien.
 
-          ¡AU!- el rubio se altera al oír el quejido, la lata había golpeado la cabeza  de esa silueta, dejando de llorar y preocupándose.
 
-          ¡Lo siento!, ¿estás bien?-
 
Grita preguntando, apresurándose a llegar con la persona a la que había golpeado con la lata accidentalmente, cortando el camino bajando por la colina que iba desde la acerca de arriba hasta la que pasaba al lado del gran río de Empher iluminado por la luz de la tarde. Al ser algo empinada la bajada, su pie se dobla hacia adelante, logra colocar el otro en frente, aun así no controló su velocidad o equilibrio, acabando por saltar varias veces con el mismo pie con el que se tropezó, “ay, ay, ¡AH!” hasta que se le va y cae hacia adelante, estrellándose contra el suelo rebotando un par de veces hasta quedar boca abajo en la hierba adolorido.
 
-          ¿Estás bien?- escucha una voz preguntarle, una voz amable, bella, suave, que con solo oírla, sus ojos se abrieron nuevamente.
 
Al elevar su cabeza y ver hacia arriba para ver de quien provenía esa voz. Una mano le es extendida para ayudarle, notando que era un chico, que se agacha para estar más cerca, y sonreírle, su piel era blanca y clara, de cuerpo delgado, vestido con…
 
…ahora recordaba…
 
…vestido con un traje…un traje, muy formal, incluyendo camisa blanca, corbata azul a rayas más claras, suéter amarillo, saco gris verdoso y pantalón negro con zapatos cafés. Ese rostro, era simplemente perfecto, al parecer, el chico venía de alguna ceremonia, quizás un matrimonio, un nacimiento, un bautizo…o…un funeral.
 
-          Mucho gusto, soy Daniels Ronald-
 
Luciano no podía dejar de verle. Ahí estaban los dos, uno en el suelo sobre el césped, y el otro arrodillado extendiéndole la mano izquierda con una sonrisa, con el fondo de lagua del río de un color amarillo por el sol.
 
El rubio eleva su mano derecha, dispuesto a aceptar el agarre, duda por un segundo, pero esas dudas desaparecen, disponiéndose a tomar la mano de Ronald…se toman de la mano…
 
La mano del recuerdo, ahora estaba estampada contra la madera, varios vidrios clavados a su alrededor.
 
Ronald le ayuda a levantarse, con amabilidad, se sueltan de las manos, Luciano observa cada detalle de aquel chico, el cual nunca había visto hasta ese momento.
 
-          No eres de Norte de Empher- el chico niega.
 
-          No, soy de Sidney, en Australia- explica, con una cálida sonrisa.
 
-          Ah- baja la mirada un poco, notando que el chico sostenía…una gorra azul, en su mano izquierda.
 
-          ¿Cómo te llamas?- el rubio vuelve a la realidad.
 
-          Ah…Luciano Riverso…Rivers…Luciano Rivers- al decir esto, sus ojos se humedecen, cristalizándose, empezando a soltar lágrimas que resbalaban silenciosas por sus mejillas.
 
-          ¿Te duele algo?, ¿te lastimaste?- pregunta preocupado.
 
La sangre se derramaba de la mano derecha estampada, con la palma hacia la madera, y vidrios incrustados a los lados.
 
-          No…- niega sollozando –alguien a quien yo quería…falleció- dice con dolor.
 
Por la pierna, la sangre caía en hilos, como ríos oscuros, los vidrios, estaban clavados a cada lado.
 
Ronald parece sorprenderse, borrando su sonrisa, cambiándola por un semblante algo triste.
 
-          Ah….…entonces………………estamos iguales-
 
“Estamos iguales”
 
Se repite en su mente, al recibir el golpe de recuerdos, ahora claros, los ojos avellanas oscuros se relajan, casi cerrándose, lo sabía, si había conocido a ese chico antes, mucho antes de iniciar ese año escolar, por una parte se alegra, por otra…en realidad…no podía sentir nada.
 
Por entre sus ojos avellanas oscuros, corre un mar de sangre, por el lado izquierdo de su cabeza igual, un río de sangre cae, y con estos, la vida se iba del cuerpo.
 
Luciano estaba, literalmente, clavado a la gran pieza de madera que formaba una especie de pared, empelado, los vidrios que habían sido disparados desde el ventanal, le habían atravesado el cuerpo, la cabeza, el hombro, los brazos, las muñecas, las piernas, y principalmente, tenía tres enormes pedazos de cristal, hundidos en su estómago y vientre, de cada parte atravesada, la sangre salía a montones, y aquel último pedazo, no muy grande pero si mortal, estaba clavado justo en el símbolo de la escuela, Norte de Empher, en su saco, y también atravesando su corazón.
 
Ronald y Danny miran horrorizados, el primero habiendo cubierto al segundo, se levanta, sin aliento, Danny se queda en el suelo, observando, emite un alarido de horror, y de tristeza, abre ambos ojos, en especial, ese ojo de muñeca.
 
Luciano estaba clavado a la madera por los vidrios, y alrededor de su silueta, algo flotaba, emanaba del rubio, un color oscuro, sombrío, uno que no podía describir, no le gustaba verlo, era triste, todo lo que podía ver, era el cuerpo paralizado del rubio, la sangre que salía de su carne, los vidrios incrustados, y el color emanando, todo alrededor era negro, siniestro, macabro, el color, no sabía cómo explicarlo, pero sí como llamarlo.
 
El color de la muerte.
 
 
Ronald deposita suavemente e Luciano en el suelo, luego de haber retirado cada pedazo de vidrio de su magullado cuerpo, el rubio tenía un rostro de cansancio, adormecido, en cualquier momento sus ojos se cerrarían.
 
-          Hace año y medio- empieza a hablar, viendo al chico de cabellos marrones, con un rostro de tristeza, y pena –yo…te golpeé con una lata vacía… ¿lo recuerdas?- su voz salía baja y débil, Ronald se extraña ante la pregunta.
 
Niega con la cabeza, con las llamas incendiando la madera de fondo arriba de su cabeza en el techo de la casa, con su rostro, el que tanto encantó a Luciano, esa era la última imagen que vería.
 
-          …en verdad que eres horrible- sonríe con pena, una lágrima sale de su ojo derecho –se supone que debes decir que lo recuerdas…incluso si no es verdad-
 
Solloza, y cierra sus ojos, para siempre.
 
-          ………. ¿Luciano?- mueve el cuerpo del rubio, esperando una reacción, nada.
 
Una explosión se hace presente, Ronald se levanta, tomando su gorra del suelo, debía salir de ahí, más explosiones se desatan, el fuego arrasa con lo que quedaba de la casa, el techo empieza a caer, las ondas expansivas terminan por mover el cuerpo de Luciano, y unos maderos que caen del techo lo aplastan, Ronald se cubre con sus brazos.
 
Desde afuera, la tormenta eléctrica dejaba caer sus yaros, los truenos eran ensordecedores, los relámpagos daban una fiera luz blanca cegadora, mientras la casa se llenaba de fuego, los muros caían, se consumían, las cenizas se acumulaban, el humo del incendio cubría el firmamento sobre la gran instalación, que pronto no sería más que un simple recuerdo. Tres enormes estallidos acaban por derrumbar por completo varias partes de la gran casa, el estrépito dejaba toda la edificación sobre el suelo. Dentro de la casa, Ronald apenas podía ver, todo lo que distinguía era fuego ardiente y escombros cayendo y cubriendo el suelo. Voltea, y se espanta al no encontrar a Danny, se había ido, se agacha tomando el parche blanco, lo mira en su palma, luego cerrándola, apretando fuertemente.
 
Un rayo cae en un gran árbol en el patio trasero de la casa, la zona afectada se empieza a quemar, y finalmente cae, golpeando la pared de la estructura llevándose consigo más escombros.
 
 
-          ¡DANNY!-
 
Llamaba el chico, caminando entre el fuego, las brasas y llamaradas.
 
-          ¡DANNY!-
 
Nadie le contestaba, saca su celular del bolsillo, aliviándose luego de sorprenderse, al ver que tenía cobertura, luego de verificar la hora y fecha, marca el número de Danny, colocando el aparato contra su oído.
 
12:00 de la mañana, 2 de Diciembre del 2008
 
“Por favor, contesta” pide escuchando timbrar la línea, las llamaradas a su alrededor quemaban su piel, pero no le interesaba, las heridas en su cuerpo dolían, no le importaban, sus emociones estaban hechas un lío, no lo arreglaría en ese momento, solo quería oír la voz del niño.
 
-          …-
 
Contestan, nadie habla durante los primeros tediosos y largos segundos, hasta que oye esa dulce y suave voz del otro lado, una que le calmó enormemente el corazón.
 
-          ¿Ronald?-
 
-          ¡Danny!, ¿estás bien?-
 
-          Sí-
 
-          ¿Dónde estás?-
 
-          En el patio de atrás-
 
-          ¿Estás herido?-
 
-          Estoy bien…pero…en realidad no puedo moverme- al oír eso último se aterroriza, ¿acaso se había dañado la columna?, ¿estaba delirando?, ¿algo peor?
 
-          Voy para allá, ¿de acuerdo?, voy a estar ahí así que…- empieza a correr, pero.
 
-          No vengas- la repentina voz del menor le frena su carrera.
 
-          ¿Por qué?- no entendía.
 
-          No vengas aquí, Ronald-
 
-          Pero, ¿por qué?-
 
-          ……….yo……….- la voz del menor no sonaba bien -………..tengo que detenerlo- Ronald abre los ojos.
 
-          Danny…acaso tú… ¿quién es?- pregunta, pues estaba seguro que Danny, se refería a que debía matar a la persona extra, o sea que, la persona muerta estaba con él.
 
-          Si vienes……………te arrepentirás…………..por eso……………….no vengas………..por favor-
 
 
La llamada se corta.

Notas finales:

Luciano Riverson (Q.E.P.D) (1 de Diciembre del 2008)

 

Ya quedan pocos capis

Por cierto tengo dibujados a Danny y Ronald (y al resto de estudiantes de la clase 3 también) pero irónicamente no tengo ni idea de como postear una imagen aqui, cuando averigue como lo hare si es que quieren claro

en fin

comenten si lo desean

gracias por leer


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