En esa noche HyunSeong se disponía hablar con KwangMin, seriamente del qué le daría, no era una solución fácil ni mucho menos una buena decisión la que tomaría.
—¿Has pensado en dar lo que más quieres? —el emperador le preguntaba al rey.
—Si, le daré mi reino, es una de las cosas que más amo, no pienso darle a mi familia —KwangMin estaba pensativo.
—¿Si no lo acepta? —era una buena pregunta —. No podrías dar la vida de YoungMin porque morirías de amor, si das tu vida YoungMin moriría por ti.
—¿Entonces? —el rey ya no sabía que hacer.
—Yo me ofrezco como tributo para él, estoy dispuesto a que me irme a él —HyunSeong dejó de sonreír para mostrar una mirada de melancolía.
—No hermano, no podría hacerlo ni siquiera pedirtelo, no, simplemente no —le devolvió la misma mirada.
Una sensación de frío los hizo volver a la normalidad y a lo que se enfrentaban, JeongMin llegó con una sonrisa en su hermoso rostro, subiendo las escaleras para ubicarse a sus lados.
—¿Qué me vas a dar? —JeongMin miraba todo el lugar, para regresar su vista al rey.
—Te daré mi reino —fue su propuesta, JeongMin negó con la cabeza.
—No, cosas materiales no, dame algo más valioso —de verdad que era un desgraciado sin corazón.
—Te daré mi vi... —suspiró y tomó aire pero su hermano mayor lo interrumpió.
—Yo me iré contigo o haz de mi lo que quieras —el emperador tomó su hombro para que el hechicero se diera la media vuelta.
—¡KwangMin! —YoungMin corría a los brazos de su prometido —. ¡Gracias! ¿qué es lo que le ofreciste? ¿dinero? ¿oro?
—Nada de eso cariño, me dio a tu hermano mayor, más bien se ofreció de voluntario —JeongMin sonrió con una que mostraba victoria.
—¿HyunSeong? —YoungMin lo abrazó.
—Es hora de que nos vayamos, HyunSeong vienes conmigo, si quieren recuperar a su hermano me tienen que dar algo más valioso o matarme —bajó las escaleras —. ¡Ahora!
—Esta bien, adiós hermanos, cuidense, los amo mucho por eso hice esto es hora de que me vaya, nos volveremos a ver después —los abrazó y besó sus cabezas con amor —. Me despiden del reino y de DongHyun también de MinWoo.
—¡Vámonos! —gritó.
Una vez más en el puente del palacio donde se encontraba un auto de los más caros del mundo esperaba por sus dueños. Pasaron el puente que tenía río pasando por debajo de ellos, un sirviente de JeongMin abrió la puerta para el asiento trasero una vez adentro el auto se puso en marcha.
—Desde ahora eres mi esclavo, eres de mi propiedad, serás leal a mi —el auto pasaba por los grandes edificios de Seúl.
—No tengo por qué discutir, lo sabía, para eso me tienes ¿no? —HyunSeong dijo.
—No volverás a ver a tu familia —era cruel con eso.
—¿Por qué? —le reclamó —. No puede hacer eso, seré esclavo pero ningún prisionero sin libertades.
—Sólo después del año —JeongMin habló —. También te casarás conmigo.
—¿Para qué quiere casarse conmigo? —el príncipe tomó al hechicero tomándolo de los hombros para que se miraran —. Yo rechacé el reino no me pertenece.
—Lo sé muy bien, pero sigues siendo de suma importancia, eres un emperador y si me caso contigo yo seré también emperador —JeongMin se acercó al príncipe que así le gustaba que le llamaran.
—No me casaré contigo —retó y el auto se detuvo con fuerza.
—Si no lo haces tu hermano volverá a dormir para siempre y esta vez yo no mantendré con vida al príncipe, también quemaré parte de tu reino, tus cosechas para que no coma tu población, ¿dime, quieres eso? —arqueó una ceja, tenía ganada la pelea.
—Si me caso contigo, ¿dejarías vivir tranquilo toda la población y después del año me liberarías? —buscaba una forma de negociar.
—Dejaría vivir tranquila a la población que quieras, cumpliría algunas cosas que pidieras pero nunca te dejaría libre porque perdería mi título, es algo que jamás haré, ¿aceptas el trato? —el príncipe asintió miró su reino, JeongMin tomó su rostro y lo besó —. Piensas con inteligencia.
—Hay veces en que tenemos que sacrificarnos —el auto se puso en marcha.