El emperador entrenaba en uno de los jardines sin una playera que cubriese parte de su cintura hasta su cuello, el hechicero sólo lo observaba desde una de las ventanas. Sin embargo sus miradas se encontraron haciendo sonrojar a JeongMin, pero no lo aceptaría.
—Me gustaría saber de mis hermanos —HyunSeong dijo cuando comían, habían estado en silencio.
—Te contaré ... —sonrió —. Serás tío, aun no sé el sexo pero tendrá un sobrino o en su caso sobrina. En éstos momentos KwangMin se ha desmayado por la noticia.
—Deberías decir que seremos tíos, recuerdas que estás casado conmigo —se levantó de su asiento y lo abrazó, abrazo que JeongMin correspondió sintiéndose seguro en los brazos del emperador.
En el reino Shim el doctor revisaba al rey YoungMin, pues se había enterado que llevaba un bebé en él.
—¡KwangMin! —el guerrero lo sacudía —. ¿Cómo te atreves a desmayarte ahora? ¡Amigo! —DongHyun se reía un poco.
—Ya despertará —YoungMin sobaba su vientre con amor y le habló —. Papá se desmayó de la emoción.
—¡Rey! —MinWoo lo abofeteaba un poco fuerte e intentaba despertarlo —. ¿Cuánto durará así doctor?
—Hasta que pase la impresión —dijo para salir de la alcoba —. Por favor cualquier cosa me avisan. Estaré al pendiente.
—KwangMin, mi cielo despierta —poco a poco reaccionaba a semejante noticia.
—¡Young. Seremos padres! —lo abrazó emocionado y al mismo tiempo feliz —. Gracias por darme un hijo Young.
—No hay de qué —los dos se abrazaron y se dieron un beso apasionado.
—¡Ejem! Hay presentes —DongHyun provocó su tos.
—Pueden retirarse —KwangMin los corría para volver a aquellos labios que lo volvían loco.
Los otros dos sólo abrieron la boca con asombro y se fueron.
—MinWoo... —sostuvo su mano para que no se marchara —. Necesitamos hablar.
—Ya se lo dije guerrero nunca me enamoraré de usted y de nadie —quitó su mano con brusquedad —. Por favor entiéndalo, en mi vida aceptaré a alguien.
—¿Por qué mientes? —el guerrero suspiró con tristeza, el hombre que amaba le rompía sus esperanzas.
—¿Mentir? ¿acaso cree que yo miento? —el acompañante del rey sólo quería escapar.
—Pareciera que sí, ¿o acaso usted intenta cubrir con sus palabras lo que realmente siente por mi? —la figura masculina mayor le hablaba seriamente haciendo quedar mudo a MinWoo —. ¡Habla!
—No sé que ideas se habrá metido a la cabeza pero yo nunca le corresponderé así que déjeme en paz, si antes éramos amigos ahora cada quien debe tomar su camino, para no volvernos a encontrar —se dio la media vuelta pero sintió unas manos rodear su cintura.
—Si realmente es lo que quieres está bien, pero mírame a los ojos —la figura menor se dio la media vuelta miró los ojos del guerrero para apartar la vista que lo hacía enamorarse —. Aunque no sea verdad lo que quieres lo respetaré, antes deme un beso.
—¿Para qué? —no quiso romper aquella posición.
—Para dejarte libre —sin más los dos se besaron, fue dulce para los dos y romántico poco a poco se separaron —. Gracias, mañana no me volverás a ver, me iré a la guerra y te prometo que ganaremos pero yo no regresaré —lo soltó y para desaparecer corriendo entre las escaleras de caoba.
Los reyes disfrutaban de su amor en aquella habitación, en su cama, estando sin ropa debajo de las sábanas de seda con una fuerte pasión.
—Te amo KwangMin —YoungMin le entregó a su rey todo de él.
—Te amo YoungMin —KwangMin se encontraba arriba de su esposo.
—Gracias —el príncipe tomó al rey del rostro para besarlo —. Soy muy feliz a tu lado, el bebé que esperamos es fruto de nuestro amor, del amor que nos tenemos, ninguno de los dos debe fallar.
—Ni que lo digas, no encontraría mejor persona que tú, eres más de lo que deseaba —rozaron sus narices con cariño.
Alguien entró a la habitación.
—¡Ahh! —MinWoo gritó a tal escena —. No era mi intención hacer eso.
—¡Buenos días! —dijeron los otros sin pena.
—Alteza tiene que despedir a sus guerreros que lucharan en su honor —ignorándolos habló —. Sus guerreros lo esperan —salió de la habitación.
Estando en la plaza real, en una zona alta KwangMin con un tono alto habló.
—Yo sé que estando en el siglo XXI todavía usemos la fuerza como un método de ganancia ante otros está mal pero mi intención de enviar a mis valerosos guerreros no es para pelear sino para arreglar las cosas de una forma civilizada por el ataque que nos hicieron —informó e hizo pausa para continuar —, no podemos dejar que esto se quede así, que ellos saqueén nuestras tierras, se burlen y abusen de nuestras mujeres si ellos no entienden utilizaremos la fuerza.
Todos aplaudieron las palabras de su rey, iban a la región norte de Corea del Sur aquellos orgullosos guerreros, el rey bajaba para desearle suerte a todos sus guerreros.
—Buena suerte DongHyun —KwangMin le entregaba una máscara dorada —. Eres como mi hermano.
—Gracias mi rey, pero si esto se vuelve violento yo no regresaré buscaré mi propia muerte —el rey abrió los ojos casi fuera de sus orbes.
—¿Pero por qué? —KwangMin le quitaba la máscara para que no hiciera tal tontería —. Un nuevo príncipe ha llegado al reino y tú quieres morirte.
—Es una decisión que ya tomé —tomó su máscara y se la puso —. Adiós mi rey, despidame de todos, de YoungMin, de la gente que me quiso y de .... no tiene caso —su caballo se dispuso a correr.
Cuando el caballo de DongHyun ya iba a varios metros, KwangMin despertó del trance en donde estaba por las frases dichas.
—¡Detengan a ese caballero! —señaló. Los demás siguieron a su comandante quien ya había cruzado los portales, la manera de regresarlo se escapaba sus manos.
El palacio parecía un poco vacío sin sus guardias aún así tenía la protección de los habitantes.
—¿DongHyun dijo eso? —YoungMin estaba sentado acariciando el cabello de su amante que este se hallaba hincado posando parte de su cabeza en las piernas de su esposo.
—Si, mi mejor amigo planea morir, no sé por qué lo hace —KwangMin estaba triste —. Mi bebé no conocerá a dos de sus tíos, también lo he considerado un hermano.
—No entiendo por qué esa decisión, dejarse morir, DongHyun no es un guerrero que pueda morir fácilmente vaya ni con una gran arma sería herido, él es un valeroso guerrero, pero ahora él quiere morir.
Escuchando en la puerta MinWoo mantenía entre sus manos una vasija llena de agua para darle de beber a su rey, lo tiró y se llevó una mano a la boca para no gritar.
—Dígame mi rey que DongHyun no hará eso, él no puede morir o suicidarse —MinWoo derramó unas cuantas lágrimas.