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PARADISE por MallowSJ

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Notas del capitulo:

Creo que es el fanfic que más he disfrutado escribir...

enjoy

***

 

Fue un sábado de junio en que Hangeng se recuperó completamente de su fractura. Caminaba por las calles de Hongdae sin apuros, ignorando el calor que acechaba sin piedad sobre las cabezas de los peatones ajetreados. Las chicas llevaban quitasoles y faldas cortas, los chicos gorros, tal como él.  Fue en un semáforo en rojo cuando se detuvo por fin a observar la ciudad. Seoul era muy hermosa, era su sueño desde pequeño. Observó con mucha atención la publicidad rebosante que parecía llenar cada rincón libre. Pensó que era un exceso, pero después de todo, ese era el mundo que él quería y soñaba. No hacer publicidad precisamente, tampoco promocionar productos aunque sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo si deseaba convertirse en Idol. Pero Hangeng quería ser más que eso. “Una fuerte de inspiración para los jóvenes, alguien por quién  Padre y madre se sientan orgullosos”  Había dicho a Heechul alguna vez, cuando le preguntó por qué quería entrar a la SM. Recordó que Heechul lo escuchó atentamente pero no dijo nada más. Hangeng se sintió triste porque la única persona con la que podía hablar de aquello en un país desconocido no le diera ni siquiera una palabra de aliento.

Fue en un semáforo en verde cuando vio a Heechul en la pantalla más grande de toda la avenida. Promocionaba a Coca Cola en corea.

Hangeng se quedó inmóvil en medio de la calle viendo el comercial. Sin querer creerlo estiró la mano en el aire en dirección a la luminosa imagen. Un auto frenó en seco a su lado pero él ni siquiera se percató.

Volvió a la realidad cuando un anciano lo regañó  y le dio un bastonazo en el trasero por estar haciendo el tonto en medio de la calle y no dejar avanzar a la muchedumbre que cruzaba. Miró rápidamente la hora en su anticuado teléfono móvil, iba muy tarde a su nuevo trabajo así que caminó apresurado arreglándose la gorra.

Ese  mismo día utilizó el ordenador que tenía a  disposición en su puesto cajero para buscar información. Tecleó torpemente: ‘Heechul coca cola’.  El resultado fueron un par de imágenes y  noticias que leía a paso de niño de primaria ya que todavía no dominaba bien el Hangul. Era un lío pero pudo entender que  ‘Kim Heechul de la banda Paradise de SM entertainment  promocionaba coca cola en corea’

SM entertainment, SM entertainment… no podía ser cierto. Estaba tan asombrado de que el “tipo” que le había hecho tal daño a su dedo por accidente fuera un famoso, sobre todo que no se lo hubiera dicho cuando él le había confesado su sueño de entrar a tal empresa.

Hangeng pudo sentir envidia, rabia, celos o incluso decepción. Pero no sintió nada de eso.  Por el contrario, se echó a reír a carcajadas. Investigó un poco más mientras el idioma le permitía entender, pero era inútil. Rendido se sentó y de vuelta a la monotonía de esperar que alguien se sirviera un café mientras el termómetro marcaba treinta grados a la sombra, pensó que quizás debería contactar de nuevo a Heechul, aunque no tuviera excusa esta vez. Mordió su labio con algo de frustración y espero a que el reloj por fin diera las once.

***

La noche era fría en Seúl y Heechul se había ido a un bar.

En realidad no era tan solo Heechul, si no que toda la banda Paradise, nada más y nada menos que junto a sus archirrivales Nine Tail.

“Te dije que no era buena idea, Heechul Hyung”  RyeoWook estaba muy pegado a JongWoon, como consecuencia, el vocalista tenía una cara de “MATENME”.

“Lindo Sungmin, ellos se ven bien juntos  ¿no crees?” Sungmin volteó la cabeza para mirarlos por segunda vez y se sintió confundido porque realmente se veían bien ¿Cómo tenía tan buen ojo su hyung para éstas cosas?

Donghae y Eunhyuk tarareaban la canción que sonaba de fondo y se veían con ánimos de bailar. Heechul entró en pánico cuando RyeoWook muy animado para ser recién las doce de la noche se había puesto de pie y obligado a JongWoon a ir con él. Seguidos fueron EunHyuk Y Donghae. Sungmin se había perdido por ahí y eso era muy curioso, ya le preguntaría después. Lo malo de todo aquello fue que para cuando se dio cuenta estaba solo con Siwon, el baterista de Nine Tail y Heechul definitivamente NO quería bailar con él.

Pensó que era demasiado fuera de onda mirarlo con una ceja alzada y morderse el labio inferior en modo de ’coqueta invitación a bailar’.

“Aigo~ quien me manda a venir acá” Se paró de su asiento y como era de costumbre, decidió perderse por ahí. Salió a la calle aburrido, había sido su idea ir a Gangnam solo porque ver ligar a su amigo JongWoon le parecía demasiado divertido, ya que en todos los años que lo conocía nunca había podido tener una relación “normal”.  Heechul tenía la ligera idea que JongWoon tenía una especie de repelente depresivo de parejas. 

Suspiró pensando si pasar tanto tiempo con JongWoon le hubiera contagiado el mal  y de pronto se sintió angustiado al descubrirse hilando profundos pensamientos en torno a Kibum.

Pensó en palabras que no debieron ser dichas y en situaciones que no debieron ser escondidas. Pensó en cuando se les había acabado el tiempo y sintió una inmensa tristeza al darse cuenta que Kibum ya era cosa del pasado.

La última vez que se vieron fue al quedar seleccionados como nuevo grupo pronto a debutar en SM entertainment. Cuando les dieron la noticia celebraron con un extraño sentimiento que involucraba la alegría y la tristeza. Kibum estaba presente, haciendo brindis junto a ellos y sin embargo, él no era ni sería parte de esto en el futuro. No habría más de él en la vida de Heechul.

Cuando los demás se fueron a dormir Kibum había llorado una hora en silencio y Heechul se dio cuenta pero no fue a consolarle. Solo miraron la ciudad desde el balcón de su viejo departamento, como incontables veces  después de hacer el amor. Heechul siempre miraba el paisaje como si Kibum no estuviera a su lado y esta vez no fue la excepción, de hecho, no hubo un “Seguiremos un contacto”, “La vida de Idols no nos cambiará”…  Porque sabía que serían palabras vacías, Heechul estaba seguro que todo cambiaría desde ese día en adelante.

Kim Kibum había sido su amante infinitas veces, pero Heechul siempre había cuidado de no dejar huellas de su relación. Nadie, excepto ellos sabían y tenían claro que ‘eso’ no era nada más que un pequeño desliz que ninguno de los dos podía explicar qué significaba,  y para ahorrar dolores de cabeza lo mantenían oculto.

Sin embargo una vez Kibum había dicho un tímido “te quiero” camuflado tras suspiros y sábanas blancas. Pero Heechul pretendió estar dormido.

~

Encendió un cigarrillo caminando por las calles de Gangnam atestadas de bares y chicas con vestidos cortos de brillantes. Su noche de juerga ya se había ido a la condenada mierda gracias a sus recuerdos. No era doloroso, pero era molesto vivir con una especie de culpa en el pecho. Kibum no se merecía esto, no se merecía ser olvidado y haber sido ignorado tres años. Quizás… quizás debería contactarle. Un despreocupado ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida? Nunca estaban de más aunque Heechul sabía muy bien que no sería bien recibido después de seis meses, pero de todos modos sintió un pequeño impulso.  Luego de unos minutos que parecieron horas en los que debatió mentalmente si lo que haría tenía sentido o no, y se preguntó también si quizás había bebido de más, se decidió finalmente. Fue en una esquina más o menos alejada del bar donde sacó su móvil y se animó a marcar su número y preguntarle si podían quedar.

Al sonar el primer tono su pecho se apretó un poco, no estaba seguro. Finalmente cortó en el segundo tono. Se armó de valor nuevamente y de nuevo fue a los contactos que últimamente eran muchos debido a la gran cantidad de personas que conocía diariamente.

Pero estaba escrito en su destino que tenía que desviar su atención mientras bajaba en los contactos hacia uno muy particular. El que había guardado una vez hace meses,  riendo a carcajadas como si fuera lo más gracioso del mundo registrarlo con el nombre de “Han Mulan”

 

 ***

“Cuando pierdes a alguien importante miras a las estrellas y puedes poner tu mente en paz”

“Tu frase no tiene sentido”

Heechul se rio ante la cara de extrema preocupación de Hangeng, quien al parecer estaba poniendo mucho esfuerzo en aprender bien el idioma. “Una broma, si tenía sentido… demasiado”

Hangeng sonrió por fin triunfante. Sus ojos brillaban y la luz de la luna a través del cristal  parecía reflejarse en ellos, Heechul pensó por una milésima de segundo si los ojos del extraño chico brillaban a causa de él, como había visto brillar los ojos de sus fans desde abajo del escenario mientras miraban el show como hipnotizadas. Después consideró que era éstupido, su mirada no era como la de las fans, la de Hangeng era ‘verdadra’. La llamó así simplemente porque era diferente a todo el mundo de apariencias que ahora le rodeaba.

Hangeng había ido a encontrarle tan casualmente que Heechul no sabía si reír, llorar o sentirse estúpido porque él para salir tenía que ponerse un arsenal de camuflaje, todo para no ser reconocido y estar en paz. El chico chino solo usaba un buzo gris deportivo y su cabello esta vez estaba revuelto, lleno de sudor. Se veía cansado y con prominentes ojeras, peor aun así miraba a Heechul con una sonrisa y esos ojos brillantes que quizás le comenzaran a cautivar. “¿pedirás algo para comer?”

“Son las tres de la mañana”

“¿Entonces por qué viniste?”

Hangeng había estado desde el mediodía  pensando en cómo contactar a Heechul ahora que todo el asunto del dedo estaba resuelto, se sintió un poco frustrado por no poder hacer nada, no podía simplemente ir al frente del edificio de SM con un cartel y buscarlo porque  lo más seguro era que lo vetara de su vida para siempre pensando que sería un fanboy loco y eso tenía que evitar toda costa. Pero de la nada, a eso de las una de la madrugada, recibió una llamada en la que lo saludaron con un tosco “Hola, soy Heechul, ¿quedemos ahora?”

Hangeng quedó estático sosteniendo el teléfono aun en su oído. Las gotas de sudor todavía caían por su frente pero era demasiado creyente del destino y todas las supersticiones del mundo como para dejar pasar éste acontecimiento. “Voy” Cortó la música que llenaba su improvisada sala de baile y corrió por las calles en busca de la dirección que le había dado el mayor.

 “Vivo cerca… estaba despierto, ensayando” 

“Ah… SM entertainment?” La mirada de Heechul era afilada, Hangeng siguió haciéndose el tonto.

“Si, esa fue la razón de venir a Corea”

“Es mejor que te olvides de ello”

Hangeng abrió los ojos y quedó en silencio

Heechul no había querido decir eso, no tenía intención de entrometerse en la vida de  Hangeng, pero por algún motivo sintió que aquel chico era demasiado especial para formar parte de ese círculo.

 “No es tan grandioso como parece”

Comieron el resto de la repentina cena en silencio. El local 24hrs de la gasolinera era cómodo pero había demasiada gente para el gusto del baterista así que apenas atravesaron la puerta de entrada, Heechul comenzó a ‘camuflarse’, Hangeng no preguntó nada porque ya sabía la razón, sintió pena de que fuera plena noche de verano en Seúl y Heechul tuviera que  llevar lentes de sol, mascarilla para la boca y un gorro.

 Hangeng pensó que salir a pasear disfrazado de esa forma era miserable.

Sintió empatía por Heechul, al mismo tiempo se dio cuenta que esa emoción que lo acechaba y que  había tenido pensando varios días en el mayor comenzaba a tomar forma. “Si quieres puedes venir a mi casa”

El mundo de las casualidades es muy grande, el mundo de las probabilidades lo contiene. Hangeng pensó en cuál era la probabilidad de encontrarse con Heechul a días de haberse  enterado que era una estrella en Corea. Si hay cincuenta millones de habitantes en todo el país y diez millones en Seoul, de esos diez millones hay diez mil chinos. De los diez milones el 0,001% Es un Idol. Por lo tanto, para diez mil chinos entre diez millones de personas ¿Cuál era la probabilidad de encontrarse con esos cien Idols correspondientes al 0,001%?

 ‘¿Sería una completa estúpidez todo esto?’ ‘¿Estaré volviéndome loco?’

Luego de razonamientos  y cálculos mentales que duraron todo el transcurso del camino hacia su hogar, llegó a la conclusión la respuesta era el 0,00098%.

Pero Hangeng tenía su propia teoría. La casualidad también podía ser llamada destino cuando la probabilidad era menor a la milésima.

 

***

Le había prometido a su madre que se iba a cuidar, le había visto llorar con miedo y culpa al dejar a su hijo marcharse a un país desconocido en busca de un sueño imposible- según ella-. Hangeng le prometió que tendría cuidado, que no se metería en problemas, que sería responsable de sí mismo. Y ahí se encontraba dejando entrar a un desconocido a su pequeño apartamento rentado, si es que se le podía llamar así. Se trataba de un cuarto desaliñado donde apenas cabía una cama, un par de muebles, un pequeño cuarto de baño y una cocina improvisada en un rincón. Uno de los muros tenía un espejo donde se podía reflejar el cuerpo completo. La pintura del techo estaba desgastada, todo se veía muy viejo dentro y Heechul se dio cuenta que hace algún tiempo que no estaba en lugares así. Con su banda antes de convertirse en Idols, podían fácilmente tener una fiesta en un lugar como el departamento de Hangeng, sin embargo ahora las cosas eran diferentes… él gustaba de otro ambiente.

Pero la mugrosa habitación del chino se iluminaba por sí sola.

“Mañana trabajo, tengo que dormir”

“¿No me vas a preguntar por qué te llamé?” Hangeng se encogió de hombros, si quería preguntarle, pero realmente no moría por hacerlo. Una de las mayores virtudes del joven era ser paciente. A Heechul le intrigó de sobremanera este hecho, ya que él no podía ser así ni aunque se lo propusiera.

“A veces las personas nos sentimos solas…”

Otras veces sentirse solo es demasiado egoísta teniendo a Hangeng al frente. Estaba tan sorprendido cuando él lo abrazó sin ningún preámbulo. Avanzó tres pasos en el pequeño pasillo que quedaba entre la cama y un guardarropa  y envolvió a Heechul con  brazos fuertes pero suaves entre sus hombros. Heechul no supo que decir o qué hacer. Le temblaron las piernas y su corazón palpitaba tan intensamente que sentía cada bombeo en sus oídos, tan claramente como la voz de Hangeng susurrándole algo en chino que no supo qué significaba hasta mucho tiempo después.

***

Heechul reía bajo las sabanas, reía como nunca antes lo había hecho. Su mirada era tan infantil como sus movimientos desesperados intentando zafarse de las cosquillas que le propinaba Hangeng.

Era una tibia mañana de septiembre, el sol se colaba tímidamente entre las cortinas oscuras que cubrían la pequeña ventana a su lado. No era temprano, debían ser algo así como las once de la mañana y Heechul tenía millones de llamadas perdidas en su teléfono.

“El manager debe estar tomando su medicina para el autocontrol ahora mismo”

Hangeng rio atrayendo el delgado cuerpo de Heechul hacia el suyo. La primera vez que Heechul desapareció para colarse en el departamento de Hangeng sin dar ninguna explicación de por qué llego dos horas tarde al día siguiente a su  grabación para Star King, el manager lo había amenazado de muerte –en broma o eso creía-. Ahora prácticamente le daba igual, sabrían arreglar el asunto y grabar el programa de radio sin él. Daba gracias a que Donghae y Eunhyuk estuvieran tomando relevancia y sus esporádicas ausencias tuvieran menor número de reproches.

“Uhm, sigues tan delgado Hangeng” Heechul besó la sobresaliente clavícula del menor. Era su parte favorita aunque le costara admitirlo porque pensaba que sonaría algo freak.  “Creo que debemos concentrarnos en comer de ahora en adelante, cada vez que te visite” Su mirada se desvió apenada hacia la mesita para dos personas ubicada tras la cama. Hangeng la había preparado especialmente para ellos dos, había cocinado él mismo una cena que se veía deliciosa. Heechul podía imaginar al más alto poniendo todo en su lugar y encendiendo cuidadosamente  las velas que ahora permanecían apagadas tras la larga noche.

Comer se había vuelto una tarea difícil de cumplir, no era la primera vez que desperdiciaban comida deliciosa por culpa de que cada vez que Hangeng abría la puerta, Heechul sacaba su mascarilla negra  tirándola por algún lugar y se lanzaba directamente hacia los labios del más alto con tanta ansiedad que era prácticamente imposible de detener, y realmente no era como si Hangeng quisiera detenerlo.

“Pero si comemos… a nosotros mismos” Heechul quedó con la boca abierta, definitivamente su Hannie –como lo había bautizado- NO decía esas cosas sucias. Lo miró con ojos entrecerrados un momento y luego se sentó en la cama y comenzó a darle juguetones golpes con la almohada. “¡Él desvergonzado aquí soy yo!” 

***

 

Continuará

Notas finales:

Está raro, lo sé, igual me gusta hasta la locura!


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