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Encerrona extra por Ahobaka

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Notas del fanfic:

Kuroko no basket no me pertenece (por desgracia)

Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Este escrito entra en la convocatoria del grupo de Facebook AominexKagami. Decir que este one-shot va dedicado a Ana Laura Abarca. Disculpen si hay algún error ortográfico.

El día había amanecido oscuro. Unas finas gotas de agua cayeron de forma disimuladas sobre sus cortos cabellos. Caminaba de manera vaga, llevándose una mano a la boca para bostezar ampliamente, emitiendo un rugido, mientras dos lagrimillas asomaban por el filo de sus ojos.

Aomine Daiki se dirigía desganado hacia lo que ahora era su universidad. Hacía escasamente un año que había entrado a estudiar en ella. Sinceramente, ni él mismo sabía cómo había logrado entrar a aquella prestigiosa universidad. Bueno, en parte era gracias a la grata ayuda recibida, de forma incondicional, por su mejor amiga, Momoi Satsuki.

A día de hoy, agradecía el haber soportado durante años todas las riñas y caprichos de la chica, aunque no es como si fuese el final ni nada parecido. La joven había decidido seguirle hasta la universidad, así que aún tendría que seguir aguantándola.

Y, hablando del diablo...le esperaba en la puerta de su casa. Sí, la recogía cada día, ya que vivía en la residencia vecina.

- Mooh...Dai-chan, llegas tarde.- La pelirrosa hizo un ademán de enfado que pasó desapercibido por el de cabellos azules.

- He llegado, eso es lo que importa –dijo con una clara indiferencia.

La chica pelirrosa, infló sus mofletes y soltó el aire de ellos con resignación. Tampoco le extrañaba en absoluto que el moreno llegase tarde, a fin de cuentas, siempre lo hacía. Ambos caminaron hasta la facultad y una vez entraron se separaron para ir a sus respectivos salones.

Durante las horas de clase se la pasó vagueando, o dormía, como acostumbraba a hacer, o simplemente su mente no se encontraba en el acto central de aquella concentración. El ambiente era demasiado pesado. Estaba seguro que si había aprobado los duros exámenes para entrar en la universidad, también lo haría estando en ella, ya que, eran más sencillos. Tampoco había perdido la costumbre que tenía cuando estaba en Tõõ. Había días que se pasaba durmiendo en la azotea.

Así era el día a día del peliazul. Él lo definía como aburrido. Cuando las clases acababan, normalmente iba al club de básket del lugar. Algo de lo que Momoi estaba realmente sorprendida. Cierto era, que desde aquella derrota en la Winter Cup, pareciera que había cambiado en cuanto a básket se trataba, pero aun así, seguía faltando a prácticas, aunque de manera menos regular.

Salir del club de básket e ir a su casa. Algún día que otro paraba en el Maji Burguer a pedir comida. De vez en cuanto, se saltaba las prácticas y aprovechaba ese tiempo para tumbarse a echar la siesta en algún lugar tranquilo. Sin más, esa era la vida diaria de Aomine Daiki.

FLASHBACK

- ¡Dai-chan! -gritó la pelirrosa al momento de abrir de golpe la puerta de la habitación de su amigo.

- Satsuki... ¿qué leches haces entrando a mi cuarto? -Éste, que aún dormía, abrió un poco los ojos, hablando con desgana y molestia.

- Vístete. Nos vamos -dijo claramente emocionada, acercándose a la cama donde yacía el chico para tirar de sus mantas-

-¿Huh? -la cara de Aomine se había transformado en una incógnita, solo que ni él sabía resolverla- Olvídalo -tiró de las mantas y se las echó por encima, recostándose de nuevo en la cama- No voy a ir a ningún sitio.

-¡Aomine-kun! -Momoi sonaba notoriamente irritada. Agarró las mantas y tiró de éstas con fuerza hasta dejarlo totalmente al descubierto, dejando las mismas en el suelo- ¿...Eh...? ¿...EH...? ¿!AAAHHH!? -Momoi se tapó la cara a dos manos, dándole la espalda, estando bastante ruborizada- ¡TÁPATE ESO! ¡PERVERTIDO!

- ¿Hah? -el moreno arqueó una ceja- Pero si has sido tú la que me has quitado las mantas -dijo de manera vaga- ¿¡Y qué quieres decir con pervertido!?

- ¡V-Vístete! ¡T-Te espero fuera! -dijo más que cohibida ante la imagen del miembro viril que acababa de visualizar.

Aomine aún no entendía a lo que se refería la chica. Claro que, acabado de despertar y, de aquellas maneras, el cerebro del chico aún estaba procesando donde estaba.

Al rato, salió de la habitación, vestido como normalmente solía hacer y ambos salieron de casa del ojiazul. No sabía dónde se dirigía y, cuando al fin llegaron a su destino, Aomine miró a la chica con cara de pocos amigos.

- ¿Qué mierdas hacemos aquí?

- Vas a tomar clases extras.

- ¿Huh?

FIN FLASHBACK

Así era, el año escolar estaba por terminar y Aomine, aunque aprobaba a duras penas, había una asignatura en la que era especialmente torpe: Inglés.

Fueron unas semanas demasiado agotadoras mentalmente para el chico. Momoi se encargaba de darle tareas y explicarle la gramática. Incluso ya era el mismo Aomine el que antes de que la chica le buscase, iba al salón de clases que ella especialmente pidió para ese tipo de clases extras. No era porque le gustase dar clases en su tiempo libre ni mucho menos, era por el hecho de que tanto Momoi como el club de básket le habían advertido de que si sus notas bajaban lo sacarían del equipo.

Era viernes al mediodía y, como otros tantos días, el peliazul esperaba a la chica tirado sobre su mesa. Hoy era un día de esos en los que estaba especialmente vago. Sus ojos se posaban en la ventana perdiendo la mirada en el azul del cielo mientras rodaba el bolígrafo con los dedos. Se sentía aburrido. El tiempo transcurría y éste se volvía cada vez más ansioso. La principal causa de este sentimiento era que echaba de menos algo que removiese su interior. Efectivamente, sabía de lo que se trataba, se iba a cumplir dos semanas y no había podido ir a sus one and one con Kagami. No es que se muriese de ganas por echarlo, pero eso se había convertido en el ritual de los viernes. Después de todo le gustaba ver la cara frustrada del pelirrojo cuando perdía contra él.

- Tch...qué molesto... -refunfuñó cerrando los ojos.

Mientras tanto, la pelirrosa caminaba tranquilamente en dirección a su encuentro portando una gran sonrisa. La chica venía de hacer unos recados y, de casualidad, pasó por el Maji Burguer donde, desde fuera, pudo ver en una de las mesas que daban a los ventanales a su querido Tetsu-kun y a su compañero de equipo, Kagami Taiga. Ambos vestían el uniforme de su universidad. Era algo más…arreglado, por así decirlo, en comparación con los de su facultad.

Sin pensárselo entró por las puertas y gritó el nombre del chico de pelo celeste totalmente eufórica, mientras se dirigía corriendo hacia ambos varones con la mano levantada. Como era de esperar, la pelirrosa se colgó del cuello de Kuroko, aplastándolo con sus senos.

- Momoi-san –dijo a modo de saludo, con su cara inexpresiva ante la mirada pasmada de Kagami.

- Tetsu-kun ¿cómo estás? -la chica miró al pelirrojo sin soltar al jugador fantasma- Hola Kagamin.

- Ah...hola Momoi –el pelirrojo miró hacia la ventana y siguió comiendo sus hamburguesas. Le parecía extraño, pues rara era la vez que la veía sola. Siempre iba acompañada de ese ser que tanto le sacaba de quicio.

Mientras tanto, Aomine dormía sobre su mesa. Llevaba más de media hora esperando a la chica y, como era normal en él, el sueño se hizo dueño de su cuerpo. Durante ese tiempo, Momoi no se despegó de ambos chicos y esperó a que terminasen de comer para convencerles de acompañarla. Kuroko fue el que preguntó por Aomine y Momoi se hizo un poco la remolona para no decir exactamente donde se encontraba el peliazul. Una vez acabaron, tomaron sus respectivas maletas y fueron allá donde la chica de ojos rosados les llevaría. Por el camino, Kagami iba en segundo plano, solo se dedicaba a caminar al lado de ellos en silencio, pues la chica atosigaba al peliceleste con sus brazos, pero la sombra apenas decía nada. Estaba acostumbrado a ello.

- Esto... -fue Kagami el que habló.

Se encontraban en las puertas de la prestigiosa universidad donde estudiaban Momoi y Aomine. No era para menos que la cara de Kagami luciese confundida ¿Qué hacían ellos allí? La chica no les había dicho dónde irían, pero nunca esperó encontrarse donde ahora lo estaba haciendo.

- ¡Vamos, vamos! -Momoi tiraba de la mano de su querido peliceleste y éste simplemente se dejaba llevar. Kagami, por su parte, aún desconcertado, les siguió de cerca. El trío se adentró en el recinto. Kagami miraba curioso cada lugar por el que pasaban. Así que ese era el sitio donde estudiaba ese tipo arrogante de Aomine.

- ¡Ya estamos aquí! -gritó con alegría la chica, cuando deslizó la puerta del aula donde se encontraba el peliazul, pero su rostro se transformó, portando una sonrisa tétrica, más un aura oscura que cubría parte de su rostro.

- Aomine-kun -dijo con voz lúgubre mientras se acercaba donde dormitaba el chico, el cual que, seguro, por propia flojera, ni se había molestado en quitarse las gafas para dormir- ¡Levanta de una vez! -dio un golpe en la mesa que hizo que el ojiazul diera un salto hacia atrás y que su espalda chocase con el respaldo de la silla.

- Joder Satsuki... -se quejó el más alto, haciendo una mueca de desagrado mientras llevaba una mano a rascarse el cogote.- Eh... -miró hacia la puerta, encontrándose con dos figuras bastante conocidas- Tetsu y... -entrecerró los ojos- Bakagami -aquel nombre salió de forma indiferente de sus labios- ¿Qué están haciendo aquí?

- Momoi-san nos pidió que la acompañásemos -contestó el peliceleste, desviando la mirada hacia Kagami.

- Como sea -habló el más alto, levantándose de su asiento y colgándose la mochila en un hombro- Me largo de aquí. Ya he perdido suficiente mi tiempo. Bakagami juguemos un one and one.

Kagami permanecía en silencio, observando al chico insolente y arrogante que tenía delante. Es más, incluso un bufido se pudo escuchar proveniente de él. De verdad que no soportaba esa actitud. Aomine tenía sus momentos en los que se podía hablar tranquilamente con él, momentos que mayoritariamente disfrutaban Momoi y Kuroko, incluso…Kise. Arrugó el entrecejo al retumbarle el nombre del rubio en la cabeza. Para él solo tenía palabras de superioridad y cinismo y eso era algo que realmente le molestaba, sobretodo cuando observaba la buena relación que el susodicho mantenía con Kise. Aunque Aomine no es que fuese una persona especialmente sociable. En sus one and one siempre salía victorioso el que fue el cinco de Touhou y, como era de esperar Aomine le regalaba alguna que otra joyita llena de prepotencia. Pero eso no era lo que más le molestaba…hacía tiempo atrás se había dado cuenta de que no le desagradaba del todo la compañía del moreno, al menos no como antes e incluso había aprendido a sobrellevarlo. Disfrutaba cada vez que jugaba contra él, sentía la adrenalina de poder enfrentarse a él y la sensación de perder ante un rival fuerte...no era del todo malo. Eso solo le daban más ganas de jugar. Aquello le indignaba pero aun así no podía negarse a cuando recibía esos mensajes diciendo que bajara a la cancha callejera en cinco minutos. Alguna vez que otra terminaban su día comiendo hamburguesas en el Maji, momento en el que el pelirrojo se dedicaba a observarle sin que el ajeno se percatase. Lo sabía, sabía que Aomine movía algo en él que nadie más había conseguido. Se dio cuenta cuando ansiaba que llegara el fin de semana y solo deseaba verle y jugar con él, cuando el moreno le mostraba esa actitud de superioridad, cuando prefería quedar con él antes que con Kuroko, cuando... ¿desde cuándo? ¿desde cuándo estaba enamorado? Realmente ni él lo sabía, quizás fue desde la primera vez que se enfrentaron o después de ver que Aomine tenía también un lado humano tras derrotarle junto a Seirin o tal vez siempre lo estuvo, desde la primera vez que se encontraron.



- ¿Eh?- Momoi echó a correr hacia Kuroko, el cual estaba en la puerta del salón.- Hoy toca pronunciación y Kagamin se ha ofrecido a ayudarte.

-¿¡HAH!? -ambos varones gritaron al unísono, mirándose con los ojos abiertos y las cejas juntas.

Enseguida empujó al chico pelirrojo, prácticamente sin moverlo, pero haciéndolo lo suficiente como para que entrase dentro. Cerró rápidamente y tiró de Kuroko para salir de la universidad.

- Momoi-san, creo que Kagami-kun no parecía de acuerdo. -dijo siendo arrastrado-

- Estarán bien. Kagamin vivió en América durante algunos años ¿no? y Aomine-kun... -las siguientes palabras las dejó en el aire pero Kuroko y su poder de observación podían deducir que nada bueno estaba por suceder.



En el salón de clases, ambos chicos se miraron a la cara, estupefactos por lo que se les echaba encima. Por una parte, Aomine, que pensaba que no se dejaría ayudar por lo que él consideraba un cabeza hueca, y por otro lado, Kagami, que veía imposible hacer que el cerebro del moreno entrase en razón.

- Eh...esto...Aom-

- Me largo -se apresuró a decir el moreno, cortándole la palabra al de doble ceja. Se veía a leguas que andaba molesto.

- E-Espera –sin darse cuenta, una mano se había dirigido a intentar pararle pero se percató de ello y la apartó enseguida. Alzó una ceja y soltó una sonora carcajada- ¿Eres tan cobarde cómo para salir corriendo? -cruzó los brazos- ¿Tan idiota eres? Quién lo diría...siempre supe que lo eras Ahomine, pero no que fueras una gallina.

El moreno se quedó estático. La vena de la frente se le marcó debido a que su ceño se frunció y sus dientes se apretaron. Sus manos estaban cerradas en un puño mientras el pelirrojo lo miraba en silencio con una sonrisa triunfal. Sabía que lo había picado. Al fin se escuchó un chasquido y una risa baja. El peliazul giró sobre sus pies y clavó la mirada en él.

- Hasta en esto te patearé el culo, Bakagami- Soltó su mochila sobre la mesa y se sentó en la silla con los brazos cruzados y la espalda dejada caer sobre el respaldo de la misma. - Bien, adelante Kagami, muéstrame lo que sabes. -dijo con una sonrisa de medio lado.

- ¡Eso debería decirlo yo! – Rechinó los dientes y se volteó para coger de su mochila las gafas de vista y ponérselas.

- Hm…interesante –Aomine se tocaba la barbilla con los dedos, mientras observaba al chico, al que casualmente las gafas le quedaban demasiado bien.- ¿Vienes de una cita? –Esa pregunta tan directa pilló desprevenido al pelirrojo.

- Eso no te importa. Además, acabas de verme venir con Kuroko ¿de dónde sacas que vengo de una cita? –Sin darse cuenta eso del “no te importa” lo había dejado a un lado cuando explicó que había venido con el peliceleste.

- ¿Has tenido una cita con Tetsu? –volvió a formular una pregunta parecida a la anterior.

- No digas tonterías, Ahomine- Kagami bufó, se fue hacia el pizarrón para coger una tiza y escribirle algo para que leyera, pero no había ninguna a la vista.- Hey, ve a buscar tizas, aquí no hay.

- ¿A mi qué me cuenta? Esa es responsabilidad suya, sen-sei –Sonreía con altivez, con una clara expresión de burla en su rostro.

El pelirrojo se ruborizó al instante al escucharle llamarle de esa manera. Sabía que el muy maldito solo lo hacía para reírse de él- Ahomine, ¡bastardo! ¡No me llames así!

Mascullando cosas por lo bajo se fue hacia la mesa del profesor para buscar en los cajones de ésta. Abrió el primero y nada, solo un montón de papeles a la vista. Rebuscó entre éstos, revolviéndolos y no consiguió su objetivo. Kagami empezaba a ponerse nervioso ¿Cómo demonios iba a ir él en busca de tizas cuando ni siquiera se conocía esa facultad? Para colmo el otro solo lo miraba con esa arrogante sonrisa y eso no ayudaba mucho para tranquilizar al pelirrojo. Cuando fue a abrir el cajón de abajo, tiró de él pero éste no se abrió. ¿Qué mierdas…? Comenzó a tirar de éste. Claro, el idiota de Kagami había pasado por alto que ese cajón tenía una pequeña cerradura en una de las esquinas y aun así, siguió tirando hasta que consiguió sacarlo. Su cara de estupefacción al ver lo que había dentro de dicho cajón no pasó desapercibida para el moreno.

- Oe, Bakagami, deja de poner cara como si hubieses visto un fantasma.

- Esto es mucho mejor –terminó por sonreír. Una sonrisa que, a ojos de Aomine le resultó un tanto extraña, tal vez… ¿traviesa? Sacó de éste una tiza– Si te portas mal te castigaré.

Ahora era Aomine al que le habían entrado escalofríos al ver al pelirrojo andar hacia él agarrando por el mango una fusta y dándose pequeños golpes con el extremo de ésta en la palma de su otra mano.

- ¿De dónde mierdas has sacado eso?

- Aomine esas no son formas de hablarle a un profesor –dijo con seriedad.

Espera...¿Qué demonios estaba pasando? Hace un momento Kagami se comportaba como normalmente solía hacerlo y ahora…ahora estaba actuando raro, demasiado raro. Y lo más importante de todo ¿¡Qué tipo de profesor tenía que guardaba esas cosas en un sitio como ese!?

- Es hora de comenzar –Se volteó, yendo hacia la mesa para coger la tiza. Se fue hacia el pizarrón y escribió varias frases, las que a regañadientes fueron leídas por el peliazul, siendo algunas corregidas por el "profesor".

- Lee ésta –ordenó el más bajo, señalando con la fusta la mencionada.

- ¿Eh? –el moreno hizo una mueca divertida- Siempre supe que te caía bien, Bakagami.

- Mi paciencia no es eterna. Date prisa. –dijo con el ceño fruncido.

Aomine bufó, descruzó los brazos, dejándolos apoyados en la mesa y arqueó una ceja

- Eh....He is a nice pehson

- Aomine, la erre, te lo he dicho antes. Tienes que pronunciarla.

- ¿¡Y qué crees que hago!?

Kagami rechinó los dientes, se dio la vuelta y se dirigió de nuevo hacia el peliazul con un tic en la ceja. Alargó la fusta hasta situársela en el mentón para alzárselo.

- No estoy para juegos idiota.

- Tsk, aparta eso de mi –dijo dándole un golpe a la fusta con la mano y moviendo la cabeza hacia un lado. Kagami, que veía toda reacción del moreno como exagerada e infantil azotó la mesa con la fusta y luego la llevó a la mano del moreno para darle un pequeño toque con ésta.

- ¡ARG! ¡BASTARDO! ¿QUÉ MIERDAS CREES QUE HACES?

- Estás aquí para aprender imbécil. Los modales es algo que también debería enseñarte.

Aomine se frotaba donde le había dado. A pesar de darle un leve toque, eso había picado. Debía admitir que le estaba gustando ese Kagami demandante y autoritario que veía, aunque le pareciera extraño en un principio. Podría decirse que se veía sexy… Espera, espera, ¿qué acabo de decir? No es como si ese idiota fuese sexy. ¡No tiene pechos!

- Como si tú los tuvieras –murmuró por lo bajo, desviando la mirada.

Ahora que se fijaba…Kagami tenía buen cuerpo. Atlético y robusto, incluso más que él. Con el pelirrojo de espaldas, sus ojos viajaron por todo su cuerpo, desde la cabeza, pasando por sus anchos hombros, su fornida espalda, que, aunque no la veía sabía que así era y terminó parándose en su trasero. No sabía por qué, pero su vista no iba más abajo. Redondo y sumamente apetecible. Le daban ganas de atraparlo entre sus dedos y… ¿Y? ¡Y nada, demonios! Agitó la cabeza, golpeándose mentalmente por toda la sarta de estupideces que se le venían a la mente.

- ¿Lo has entendido?

- ¿Eh? –Preguntó alzando la mirada a sus ojos. Por lo visto el pelirrojo había seguido hablando y éste inmerso en el trasero del ajeno no se había siquiera percatado.

- No tengo todo el día para que estés tonteando, Ahomine.

- Nadie te pidió que lo hicieras –se defendió el cinco de Touhou.

- ¡Fui obligado a hacerlo! Arg...déjalo. Sigamos.

De nuevo, se volteó ante la mirada curiosa del moreno. Sí, curiosa de ver más de lo que veía a simple vista. Sin darse cuenta, su cuerpo se movió solo y ahora estaba justo detrás del de Kagami, prácticamente pegado al de él.

- ¿Por qué mejor no me enseña su francés, sen-sei? –le susurró cerca de su oído.

El pelirrojo dio un bote al sentir el cálido aliento sobre su oído. Más que asustado estaba sorprendido. Sabía que a Aomine le gustaba molestarlo de esa manera, pero su nerviosismo crecía por momentos al percibir la presencia del moreno invadiendo su espacio personal.

- Yo no sé fr... –dijo volteando el rostro hacia él. De pronto cayó en la cuenta de a lo que se refería el chico de tez morena y su cara se tiñó de un rojo intenso. Kagami desvió el semblante hacia un lado. Sentía su cara arder. La cercanía del moreno lo ponía bastante inquieto. Dios…¡casi pudo rozar sus labios!- ¡D-deja de decir estupideces!

El más alto no dejó escapar el detalle del sonrojo que se dejaba ver por debajo de sus gafas. Se le hizo demasiado adorable. El de ojos azulados pasó una mano por la cadera del diez de Seirin y con la otra agarró el mango de la fusta que descansaba en el soporte para las tizas.

- Puedo enseñarte –dijo con esa voz ronca que, a oídos de Kagami era condenadamente sexy. Pasó el extremo de la fusta por su sedoso cuello. Se moría de ganas por probarlo. A simple vista, se le hacía irresistible. Deseaba poder devorar a su antojo a ese jodido pelirrojo, pero…¿desde cuándo? ¿Desde cuándo Aomine Daiki había olvidado su obsesión por los grandes pechos para fijarse en alguien que no rellenaba ni la copa más pequeña?

Alguna vez que otra se había sorprendido en medio de sus encuentros fijándose en el cuerpo de su rival y en cómo sonreía cada vez que conseguía detenerle antes de que encestara. También había advertido como su cuerpo reaccionaba a esos roces que se efectuaban en tales quedadas. Debido a la reacción involuntaria de su cuerpo, fueron muchas las noches que se pasó pensando en eso sin llegar a ninguna conclusión coherente.

Ante esos actos por parte de Aomine, Kagami se mostró reacio y se dio la vuelta para apartar al de piel canela, pero el contrario aprovechó ese movimiento para acorralarle entre la pizarra y su cuerpo, pegándose al de él. Dejó la fusta por encima de la cabeza del de hebras rojizas.

- ¡Aomine! ¿¡Q-Qué haces!? ¡Apártate! –el pelirrojo intentaba empujar al moreno sin éxito alguno, pues éste no se movía un ápice. Por alguna extraña razón, no empleaba toda su fuerza en intentar apartarle.

Por su parte, Aomine miraba detenidamente el rostro de Kagami. No es como si no lo hubiese visto en otras ocasiones, para ser más exactos, estaba harto de verlo, pero, sinceramente, esta era la primera vez que lo veía tan de cerca. Sus carnosos labios, ahora entreabiertos, sus ojos denotando nerviosismo, incluso su mandíbula, la que estaba en tensión. De cerca todo se veía mejor.

Se inclinó con una soberbia sonrisa y le susurró con un sugerente tono- I want to fuck you.

Un ligero escalofrío recorrió el cuerpo del más bajo abriendo desmesuradamente los ojos al escuchar tales palabras. No creía lo que había escuchado. No podía ser verdad. Era totalmente imposible que alguien como Aomine le dijera algo como eso a un hombre y mucho menos a él.

- ¿A-Acaso sabes lo que acabas de decirme?

El moreno alzó una ceja y luego chasqueó los labios dibujando una sonrisa en ellos. Adelantó su cadera, provocando un intenso roce entre ambas entrepiernas, haciéndole saber a Kagami las reacciones que provocaba en él. ¿Era en serio? pero...¿por qué él...? Que no tenía pechos y que apenas se soportaban. El más bajo se encendió como los tomates, su cuerpo se estremeció ligeramente a ese roce, ocasionando que soltase un jadeo que intentó acallar llevándose ambas manos a la boca.

Demasiado tarde. Aomine lo había oído.

Una risa proveniente del peliazul pudo ser percibida perfectamente por Kagami, el cual se quitó las manos del rostro y las llevó hacia los hombros ajenos, intentando apartarle mientras el moreno, el cual había realizado otro movimiento, deslizaba su lengua por el cuello del más bajo haciendo que el cuerpo del pelirrojo se sacudiera levemente.

- Será mejor que me preste atención, sensei. Así podrá resolver mis problemas – Podía jurar que el muy cretino estaba sonriendo. Le miraba de reojo, con los dientes apretados e hincándole los dedos en los hombros.

- ¡Oye Ahomine, bast-...! -su garganta se cerró cuando de nuevo sintió al moreno frotarse contra su cuerpo. Reunió toda la fuerza de voluntad del mundo para empujarle bruscamente y apartarle, pero Aomine con agilidad y rapidez atrapó ambas manos del pelirrojo y se las puso por encima de su cabeza, aguantándole las muñecas con una sola mano. Con la otra paseaba la fusta por encima de su uniforme hasta pararse en la entrepierna del ajeno.

- Ya veo que no soy el único que necesita atención -le sonreía con malicia y Kagami simplemente desvió la mirada hacia un lado, avergonzado de que el ojiazul hubiese descubierto que se encontraba en las mismas condiciones que él. Soltó la fusta, la cual descansó en el suelo y su mano viajó hasta los pantalones ajenos, colándose por debajo de éstos, traspasando su ropa interior, rozando con sus dedos la erección del más bajo. Soltó una severa risa nasal.

-Al parecer es cierto que te caigo bastante bien.

- Yo...Aomine, maldito..., suéltame y no toq...ah !toques ahí! -se sacudía fieramente, sin conseguir resultado, pero, para desgracia o suerte de Kagami, el moreno cerró los dedos en torno a su extensión y deslizó la mano arriba y abajo- ¡Nh...!

El moreno miraba hacia abajo pero al escuchar el jadeo salir de los labios del pelirrojo, subió la mirada hasta ellos y, por puro instinto se abalanzó hacia los labios de su rival, devorándolos con salvajismo y deseo.

Kagami abrió los ojos en símbolo de sorpresa, ahogando una queja en la cavidad ajena, queja que por supuesto, no fue escuchada. El interior del pelirrojo era un revoltijo de sentimientos y sensaciones. Su cabeza, su razón le decía que parara, pero su cuerpo pedía todo lo contrario, todo estaba caliente y las zonas por donde pasaban los labios y manos del moreno, ardían. En sus noches más solitarias había imaginado como sería ser tocado por Aomine, como de cálido sería, a qué sabrían esos labios que tantas veces observó, pero aquello era mucho mejor de lo que jamás pensó. Él era simplemente rozar la perfección. ¿Cuántas veces había imaginado tocar su morena espalda? ¿Pasear sus manos por ella hasta cansarse? Pero... ¿a qué venía eso? Kagami no esperaba ni por asomo que fuese el mismo Aomine el que se atreviese a besarlo. Se supone que un beso era algo más íntimo ¿no? Algo que solo compartían las parejas o ¿es que acaso Aomine iba besando por ahí a quién se le diera la gana? Sin darse cuenta estaba correspondiendo la demanda del moreno y además lo hacía de la manera más ansiosa y anhelante, como si se tratase de un desesperado, convirtiéndose aquello en una unión lujuriosa y llena de lascivia por parte de ambos.

La mano del más alto hizo presión en el miembro de Kagami, el que dio una leve sacudida – Ahh...Aomin... - musitó al momento de separarse, pero el moreno atrapó de nuevo sus labios no dejándole terminar de pronunciar su nombre, el cual salió con un tono de súplica. Se apartó de sus labios, observando al Kagami jadeante, con labios entreabiertos y mirada cautivadora que tenía delante. Bajó la mirada hacia su cuello, ese que hacía un momento había probado y ladeó la cabeza para saborear cada porción expuesta con su boca, lamiendo y chupando esa piel, la que inconcebiblemente era más suave que muchas de las de las mujeres que había degustado. Sabía realmente delicioso, además, su olor, el olor de Kagami simplemente le atraía y le incitaba a devorarle hasta no dejar prueba alguna de su delito.

El cinco de Touhou bajó la guardia, aflojando el agarre de las muñecas del pelirrojo y éste lo aprovechó para bajar los brazos y aferrar sus manos al uniforme del más alto, teniendo el mentón alzado para dejar paso a esos besos y lametones que el moreno repartía por su piel.

Por su parte, Aomine no se imaginaba que Kagami supiese así de dulces, ni que se encendiera de esa manera con un cuerpo masculino y mucho menos, que las expresiones de un hombre le pareciesen eróticas y sexys, pero Kagami había superado ese nivel con creces. Había conseguido llamar su atención, la cual de por sí, era díficil de requerir, sin embargo, él la tenía toda.

La mano del más alto no paraba de moverse, frotaba con el pulgar el glande del pelirrojo el cual debido a todas esas atenciones no paraba de gimotear. Inclusive su cadera se movía por inercia, buscando más contacto.

- Ahh...mnh...Ao...mine -cerró los puños, agarrando la camisa del basketbolista, el que seguía entretenido mordiendo sensualmente su cuello, sin dejar de acariciar la zona baja de Kagami. Subió hasta su oreja, donde acarició el lóbulo de ésta con la lengua.

- Adelante, tigre – susurró para al instante después acelerar el ritmo de su mano, ganándose por parte de Kagami un gruñido que pronto fue opacado por la voz ronca de sus sollozos. El pelirrojo bajó la cabeza, pegando la frente al pecho del moreno y con los ojos apretados, por todos los medios trataba de no dejar salir su voz, pero la mano experta de Aomine hacía que eso fuera prácticamente imposible.

- N-No...ahh... !Mhn! - por un segundo permaneció con los ojos cerrados hasta que los abrió al no creerse que se había entregado al placer de aquella forma, con ese hombre tocándolo, con ese hombre que tanto deseaba.

Ambos quedaron quietos, hasta que Aomine, que sonreía vencedor, sacó la mano de entre sus pantalones. Echó la mirada hacia abajo, viendo el sonrojo del más bajo, el cual le llegaba hasta las orejas y cambió su expresión a una más seria.

- ¿Por qué no me llamaste?

Kagami, que aún estaba en shock, reaccionó al oír esas palabras, zafándose de su agarre y con rapidez empujó al moreno con fuerza. En su cabeza solo rondaba que, por mucho que desease que Aomine le hiciera todo aquello, aquello solo era un juego para el peliazulado. Un maldito juego en el que él sería el perjudicado. Los pies del más alto retrocedieron unos pasos y, con el ceño arrugado por tal reacción, se sacó del bolsillo un pañuelo para limpiarse los restos que Kagami había dejado sobre su mano.

- No tenía por qué hacerlo – se excusó sin mirarlo a la cara, yéndose rápido a coger sus cosas e ir directamente a la puerta del salón.

El moreno que no le quitó la vista de encima, apretó el pañuelo y fue tras él, tomándolo del brazo – ¿Dónde crees que vas?

- Suéltame – forcejeó dando un tirón, haciendo que el otro le soltase de inmediato- ¿qué rayos crees que haces?

- Me gustas – soltó de manera simple, escueta y directa. Solo como él sabía serlo.

- ¡Eres un imbécil! – gritó frustrado - ¡Y un jodido mentiroso!

- Me gustas cuando gritas y te cabreas cuando pierdes contra mi y también me gusta esas cejas raras que tienes – Aomine había hecho oídos sordos a las palabras del pelirrojo.

- ¡No son raras! - dijo indignado.

- Son dobles. – dijo soltando una risa- Además, -prosiguió antes de ser interrumpido- últimamente tú eres el único que aparece en mis sueños guarros.

- !...¡

- Rayos...¿qué está mal contigo? Yo también te gusto – dijo convencido de sus palabras.

- Eso...no es verdad – El pelirrojo había desviado la mirada hacia un lado con una mueca.

- ¿Me estás diciendo que te pones así con cualquiera y que dejas que te toquen así de fácil?

Esa pregunta le dejó totalmente conmocionado. No era así. Él no era así. – No...

- ¿Entonces que hay de malo en hacer esto? - encogió los hombros – Eres mío.

- ¿Hah? -alzó una ceja- Oe, ¿qué estás diciendo? ¡Yo no soy t...!

Un beso del moreno no dejó que terminase de hablar y Kagami sintió como humo salía de sus orejas - E-Eres un idiota.

Aomine carcajeó y fue a recoger su mochila, ante la mirada baja de Kagami. Se encaminó hacia la puerta y le miró desde ahí.

– Continuemos la clase en mi casa – le sacó la lengua y echó a correr hacia la salida.

- ¡IMBÉCIL! -se fue a recoger sus cosas y desvió la mirada hacia un lado viendo la fusta en el suelo. La tomó y la metió en la maleta para salir a correr detrás de él. Kagami se vengaría del que ahora era su...¿novio? Bah, como fuese, se vengaría igual por lo que le había hecho.



Notas finales:

Espero que os haya gustado. Estoy abierta a todo tipo de críticos, sean buenas o malas. No tomates, ni lechugas, ni objetos punzantes porfavor. Es mi primer fic XDDDD. En un principio no iba a ser así e iba tener un lemon más extenso (ya sabéis, penemine en acción) pero al final decidí dejarlo así. Besitos a tod@s. Nos leemos!!!


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