Prologo
Hace mucho, mucho tiempo, una princesa vivía encerrada en un enorme castillo, que aun siendo un hogar digno para una princesa este más bien parecía una prisión, que mantenía cada parte de su alma encerrada. Como si su tragedia no fuera suficiente esta pobre dama estaba custodiada por un monstruo que asemejaba a un humano, este monstruo fue nombrado "Dragón" por tener la habilidad de lanzar fuego por su gran boca y por sacar unas alas escamosas de su ancha espalada, las cuales le ayudaban a volar y a hacer más fácil su tarea de derrotar a quien osara acercarse al castillo para intentar liberar a la frágil damisela. Sin duda era una criatura sin corazón y sin una pizca de piedad.
Es extraño como los humanos nos damos la tarea de ver a una persona y por su aspecto juzgarla, eso sin duda le pasaba a aquel "monstruo", quien muy a su pesar mataba a personas. Sé que suena raro "¿un monstruo que posee culpa?". Pero no podemos culparlo, fue la tarea que se le encomendó desde que nació, fue lo que su padre le dijo que hiciera y siempre quiso complacerlo, para que sintiera por él una pizca de orgullo. Lamentablemente para nuestro pobre dragón su padre jamás fue capaz de decir aquellas palabras que tanto anhelaba, pues lamentablemente su padre fue asesinado por un humano, quienes para el eran creaturas horrorosas e insensibles y aunque después de asesinarlos tuviera culpa, cada una de las gotas de sangre que derramaba era por su padre.
Pero por otra parte este singular cuadrúpedo anhelaba más que nada la compañía de alguien a quien poder llamar amigo, o a alguien a quien poder "amar", si, sé que suena un poco extraño, pero ser considerado como "bestia" no significa que actúa o tenga lo sentimientos de una, es más, podría jurar que posee un corazón casi-humano, algo que no deja de emocionarle pero a la vez no deja de asustarle pues como bien sabe el corazón de un humano es tan frágil como ellos.
Aun contadas las leyendas de esta temible bestia muchos aún se atrevían a desafiarlo para poder conseguir el amor de la princesa, claro que el protagonista de esta historia no se iba a quedar atrás, él tomaría su espada, su casco y su armadura y terminaría de una vez por todas a aquella bestia y liberaría a la dama para ganarse su amor, estaba más que decidido en derrotar al Dragón.
Pero si algo sabemos es que el destino es impredecible. Porque aun después de que muchos sucesos hayan pasado es extraño como el destino juega con nuestras vidas y hace que todo lo que planeábamos salga mal, bien, o al revés. Porque aun con toda esa decisión encontrada por parte de aquel guerrero y con todo aquel rencor que poseía el corazón de aquella bestia, no pudieron evitar que al hacer contacto con los ojos un sentimiento extraño naciera en aquellos corazones, quedando enamorados uno del otro.
Y es así como comienza nuestra historia…
Había una vez un príncipe que buscaba liberar a una joven princesa de la custodia de un horrible Dragón, pero en lugar de quedar perdidamente enamorado de la belleza de la princesa… este quedo profundamente enamorado de los ojos que poseía aquella bestia.
Capítulo 1- Aquellos ojos
Era una mañana como cualquier otra en un pequeño pueblo llamado Berk, sin duda uno de los pueblos más fuertes en toda la edad media, pues toda la isla estaba repleta de los hombres más robustos, fuertes y valientes que se podrían encontrar en cualquier otra tierra… o bueno casi toda la isla era algo así. Pues el hijo del Rey de esta tierra no era considerado ni la mitad de un caballero, más bien era como la vergüenza de todo Berk, flaco, debilucho y un tanto miedoso.
Si, Hiccup Horrendous Haddock III era todo un enclenque que sin lugar a dudas podría competir con la belleza de algunas de las mujeres de todo el pueblo, pues aunque era considerado la vergüenza de todo Berk, él era poseedor de una belleza inigualable pues tenía unos ojos color verde vida como un bosque que jamás ha sido corrompido por el hombre, una cabellera castaña rojiza un color bastante peculiar en aquel pueblo, un rostro fino pero sin llegar a ser muy femenino lleno de pecas que hacían que resaltara el tono blanco como porcelana que mantenía en su piel, y unos labios rosados pequeños pero carnosos y claro que si a todo esto le sumamos su voz totalmente amable y cariñosa tenemos un tesoro entre tesoros. Pero claro, como cualquier tesoro él era codiciado por una persona tan adicta a él que haría cualquier cosa por hacerlo suyo. Pero ese es un tema a parte del que nos preocuparemos más tarde ahora concentraremos en la historia feliz que desarrolla esta linda creatura.
Él aun sabiendo que era poseedor de una de las bellezas más extenuantes, quería algo más… el aprecio de su padre. Si, era su padre y como su padre quería lo mejor para su hijo pero, aun así no podía evitar sentirse bastante avergonzado, Stoik el soberano más fuerte y vasto de esa tierra y de cualquier otra poseía como hijo a una miniatura, a un debilucho. ¡Él era el Rey de Berk! he Hiccup era el sucesor al trono y como tal tenía que convertirse en alguien fuerte ¡en alguien digno del puesto!, en cambio Hiccup era… Hiccup, y no evitaba sentirse frustrado, cada día se preguntaba que hizo mal como padre.
Y es por eso que Hiccup se sentía tan acomplejado pues jamás fue mirado como cualquier otra persona en el pueblo y en lo único en lo que era bueno era en la herrería, y como mínimo en este lugar se sentía apreciado pues Gobber era como su segundo padre, más bien era como el padre quien realmente le apreciaba por lo que era, de hecho era con el único con el que se sentía cómodo y apreciaba eso ya que no era mirado como el enclenque era. Por eso estaba más que decidido a terminar con esa fama suya de debilucho (que si bien era verdad aun así lo intentaría), así que iría a aquel castillo, derrotaría a él Dragón y trataría de ganarse el amor de la damisela encerrada.
-¿A dónde crees que vas Hiccup?-Pregunto Gobber quien estaba parado en la entrada de la herrería- Por lo que veo, no estás aquí para afilar las espadas.
Hiccup se encontraba guardando varios de los objetos que necesitar para aquel viaje, porque efectivamente no se encontraba ahí para afilar espadas sino más bien para alistarse para enmendar un viaje que le podría costar la vida pero si lo llevaba a cabo de la manera correcta podría ganarse el orgullo de su padre y posiblemente uno que otro regaño pues su padre no tenía n idea de este viaje ya que si se daba por enterado Hiccup podría jurar que no lo dejaría salir de su alcoba lo que resta de su vida.
- Creo que ya conoces la repuesta Gobber.
- No puedes ir Hiccup, es peligroso.
- Pero necesito hacerlo, necesito que se sienta orgulloso.
- Estas tratando d convertirte en alguien que no eres, y posiblemente pierdas todo tratando de cambiar.
- Tal vez.
- Hiccup no creo…
-Por lo menos lo intentare.
- Sabes que ese no eres tú.
- Es que yo… yo solo quiero ser uno de ustedes.
Y esa fue la última conversación que entablaron aquella noche, ya que Hiccup decidido irse antes de que Gobber pudiera reclamar antes de convencerlo de no partir.
Así como lo dijo Hiccup, viajo a lejanas tierras para probar de una vez por toda su valentía. El viaje normalmente duraría 12 días y 11 noches pero Hiccup, gracias a las anécdotas de su padre logro contemplar otras opciones de caminos que le ayudaron a reducir su travesía a la mitad.
Hiccup llego en el amanecer a aquella extraña tierra, de hecho era una tierra hermosa. Cualquiera se detendría en el tramo en el que él se encontraba pero Hiccup había descansado bastante bien la noche anterior además se sentía realmente entusiasmado, así que estaba más dispuesto a cruzar aquella reja pero…
-¡Vete!
Una voz realmente gruesa y masculina proveniente del otro de la reja evito que siguiera caminando y no pudo evitar sentirse curioso cuando un pequeño escalofrió le recorrió toda la espina dorsal. ¿Qué era aquella sensación tan extraña que aquella voz le había provocado? No le dio importancia y siguió caminando.
-Lo digo en serio ¡vete!
Esta vez el dueño que aquella voz hizo presencia. Se trataba de un chico aproximadamente 18 años, con un cuerpo delgado pero no por eso no era musculoso, al contrario se notaba a mares que mantenía en su cuerpo unos músculos muy bien formados, su postura era derecha y dominante, poseía una cabellera larga negra como la noche y sus ojos… tenía unos ojos verde toxico que mantenían una mirada que exigía obediencia. Cualquiera que tuviera contacto con esa mirada tendía a voltear o correr, cualquier cosa solo para no tener que seguir mirando esos ojos que hacían que hasta el más valiente caballero de la edad media se hundiera en un miedo que no cualquiera lograba infundirles, pero aquel pez parlanchín (como alguna vez le habían llamado en el pueblo) fue diferente, el no dudo en toparse con la mirada de aquel muchacho y cuando lo hizo en lugar de voltear o retroceder por miedo… él se quedó hipnotizado por la extraña belleza que mantenían ese par de iris, por alguna razón no podía despegar la vista, en cierta manea le gustaba mantenerla, le gustaba ver los deslumbrantes luceros de aquel chico desconocido.
Hiccup aunque no lo supiera había quedado profundamente enamorado de aquella persona, aun si no lo conocía, aun si ni quiera sabia su nombre Hiccup… quedo totalmente prendado a aquel sujeto.