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Infinite Power por Moonie

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Notas del capitulo:

"Todo poder humano se forma de paciencia y de tiempo."  


 Ralph Waldo Emerson

   Su garganta y boca completamente secas fueron las que lo hicieron despertarse súbitamente. Woohyun abrió sus ojos con todas sus fuerzas y luego trató de siquiera tragar saliva, pero estaba tan deshidratado que dolía un infierno el esfuerzo. Moverse también era dificultoso, sus músculos parecían entumecidos. Tardó en darse cuenta que sobre su mandíbula había una especie de máscara, por la que había estado respirando algún gas a través de la boca, la razón por la que ahora estaba tan seca. Se concentró únicamente en retirarla, por lo que logró elevar su brazo derecho y llevarla hasta su rostro. Su mano no paraba de temblar, por lo que sacarse aquel artefacto llevó unos cuantos segundos que parecieron eternos. En cuanto pudo la arrancó de su rostro, pero esto había sido una mala idea. Por alguna razón no podía pasar aire ni por su nariz ni por su boca. La desesperación lo abatió y comenzó a sacudirse, tratando de creer que ese estado duraría solo un minuto. Pero nada pasaba. Apretó con fuerza  las sábanas pensando que finalmente había llegado su hora.

 

  Ya en su mente comenzaban a suceder los recuerdos de su vida, cuando de la nada vio una mano que rápidamente volvía a colocar la máscara en su lugar, con tanta presión que le hizo doler, pero para nada en vano al sentir que volvía a respirar nuevamente. Movió sus ojos para saber a quién pertenecía aquella mano salvadora. Era el joven doctor. Con una cara de profunda furia.

 

-¿Acaso eres estúpido? ¡Necesitas esto para respirar!- Con un grave suspiro retiró la mano de su rostro, observándolo aún con el ceño fruncido-. Al fin despiertas. Obviamente no lo sabes pero tu sistema respiratorio falló prácticamente a la mitad de todo este tiempo que estuviste inconsciente por lo que te conectamos a este respirador que te envía oxígeno a los pulmones directamente sin que tu cuerpo haga nada. Debes de tener sed.

 

 Era mucho más que obvio para Woohyun no saberlo ¿A qué se refería conque a la mitad del tiempo que estuvo inconsciente?  ¿Cuánto era eso exactamente? ¿Y cómo un sistema que él no controlaba como el respiratorio había fallado? ¿Qué es lo que estaba pasando? Los recuerdos de la inyección que le habían dado lo atacaron repentinamente. Tenía miedo debido a que no comprendía nada de lo que estaba sucediendo.

 

 -Supongo que tienes muchas preguntas.

 

  ¨Y sería bueno que alguien las explicara¨, pensó Woohyun.

 

-Te lo contaré todo, pero no es conveniente que sea ahora. Verás, si sufres algún tipo de conmoción fuerte lo que te hemos dado se activará y no es conveniente que eso pase. De cinco sujetos que activaron antes de las 24 horas, solo uno sobrevivió. Aunque ese es  un caso extremadamente especial, siendo que se activó exactamente un minuto después de la inyección.

 

 El joven doctor se dio cuenta que no había sido lo mejor mencionar la palabra "sobrevivir" en sus oraciones, ya que el individuo allí postrado pareció alterarse más. Suspiró  avergonzado de su torpeza y aliviado de que nada sucedió excepto por la aceleración del pulso del experimento.

 

 - Como sea, tendrás que esperar un poco más. Te advierto que no serán horas fáciles. La mayoría reacciona de distinta manera, pero sería bueno que te prepares para cambios anormales de temperatura, dolores de cabeza y de músculos, alucinaciones y quizás vómito. Esas son las más comunes. Yo me quedare aquí y hare lo que pueda para que sufras lo menos posible.

 

Woohyun lo observó perplejo, queriendo haber no oído tales reacciones futuras, de solo pensarlas podría jurar que ya las comenzaba a sentir. Vio alejarse al joven doctor hasta un escritorio en donde había una gran computadora, completamente equipada y de última generación, ya que veía que el joven doctor tocaba la pantalla para manejarla en vez de un teclado y un ratón. No distinguía que es lo que hacía exactamente, pero parecía que movía recuadros sobre el monitor. Se imaginó que serían fotografías, aunque no sabría adivinar de qué.

 

  Volvió su cabeza hacia arriba, para dejar de forzar su cuello en una mala postura. Encima suyo estaban esas luces que lo habían cegado la primera vez que había abierto los ojos... ¿Cuándo habría pasado eso? El doctor loco dijo cuando despertó por primera vez que había estado bastante tiempo inconsciente, por lo que habrán sido a lo sumo un día, como mucho tal vez dos. A él de la universidad lo habían secuestrado el viernes. Haciendo cuentas y esquemas mentales supuso que sería domingo o lunes. De la hora del día no adivinaría nunca: en la habitación que estaba no había ni ventanas por las que pasaran la luz del sol o de la luna, ni relojes. Sus pensamientos se mantuvieron en la universidad; si fuera domingo estaría como trastornado estudiando, y si fuera lunes estaría con los nervios al tope debido a uno de sus últimos exámenes decisivos en su carrera. Era casi como un mal chiste que, luego de tantos años de duro esfuerzo y sin nada que alterara sus fechas de examen, el destino haya hecho que, justo en las últimas y las más importantes, unos locos decidieran secuestrarlo y experimentar con él. Él siempre había sido una persona muy bromista, pero esto era demasiado. Para terminar de rematar su mala suerte, sabía que sus padres tardarían un par de semanas en darse cuenta que no mandaba un mísero mensaje, y tal vez otro par más en contactar a la policía. Se maldijo por llenarle la cabeza a ambos de que, en época de examen, nadie lo molestara, ni llamara, que ni siquiera mandaran mensajes; en cuanto recibiera su nota, él mismo llamaría. Tal vez algún profesor o compañero notara la ausencia, pero difícilmente alguno contactaría con sus familiares.

 

  Seguía divagando (siendo lo único que podía hacer), cuando la primera reacción apareció: la temperatura de su cuerpo descendió abruptamente. Comenzó a tiritar con completa desesperanza, porque sabía que no podía hacer nada para evitar esa horrible sensación, ni siquiera podía mover sus brazos para abrazarse a sí mismo. El poco tiempo que duró ese estado pareció eterno pero, gracias a todo lo bueno y tecnológico, el joven doctor  rápidamente notó su estado y colocó encima de él alguna manta seguramente electrónica que rápidamente le brindó calor a su congelado cuerpo.

 

Se sintió agradecido, aunque internamente no quería estarlo porque la causa de que sufriera en ese momento era de aquel mismo que lo estaba ayudando. A pesar de que fuera por acatar órdenes, las únicas manos que sostuvieron aquella maldita aguja fueron las mismas que habían puesto esa manta sobre él. Internamente quiso odiarlo con todas sus fuerzas, así cuando llegara el momento, sería lo suficientemente valiente como para golpearlo y escapar de aquel horrible lugar. Pero no pudo.  

 

Fueron muchas las horas que transcurrieron, en las que el joven doctor no se despegó un minuto de su lado. Cuando el frío había pasado le retiró la tela que se encontraba encima suyo. Luego de aquello ocurrieron los mareos intensos; si hubiera estado parado habría caído al suelo en un llanto de dolor. Los golpes en su cabeza eran muy fuertes y sus ojos parecían nublarse. El joven doctor se limitó a pasarle algún tipo de anestesia por el suero conectado a su muñeca, que rápidamente le hizo efecto. No es que se sintiera muchísimo mejor, sobretodo porque no había habido mejoría en sus pulmones y sentía la garganta extra seca, pero por alguna razón estaba tranquilo, sin saber si era por el efecto de los analgésicos o por la presencia de Sungkyu, el cual le transmitía paz, sin ponerse nervioso en ninguno de sus movimientos. Woohyun comprendió que no era la primera vez que hacía algo así ¿Había más personas como él en aquel lugar? ¿Incautas, que han sido atrapadas con un destino que no esperaban como era el convertirse en un experimento forzado? ¿No debería estar cuidando también de esas personas? O tal vez…esas personas ya no necesitaban cuidados. Habrían pasado a esa parte de ¨activarse¨, como había dicho el joven doctor. Woohyun sintió miedo, deseaba estar entre los brazos de su madre, como desde hacía muchísimo tiempo que no pasaba, y no a merced de esos lunáticos que aún no sabía que esperaban de él.

 

    Ya cuando creía que nada peor podía sucederle, comenzó a sentir que la piel de sus piernas ardía, como si se la estuvieran arrancando brutalmente de su cuerpo. Como pudo  se sentó y vio con sus ojos algo que no esperaba. Efectivamente, su piel se estaba desintegrando, dejando su carne al descubierto. La imagen lo horrorizó y comenzó a gritar desesperado, lo cual causó que su garganta se dañara en el proceso de tan seca que estaba. Sungkyu se acercó y sus pequeños ojos se abrieron grandemente, evidentemente descolocado. Ante la paranoia de Woohyun,  corrió en busca de vendas, desenrollándolas para que quedara un pedazo bien grande de tela y la llenó de algún líquido marrón. Pero al acercarse el experimento este comenzó a dar patadas nuevamente, dañándose aún más en su desesperación. Sungkyu no tuvo otra opción. Lo tomó de la mano firmemente y le pidió que lo mirara a los ojos.

 

-Mírame ¿Sí? Mantén tus ojos en mí-. Woohyun primero vio sus manos unidas y luego los ojos del otro. Como si estos fueran una droga, se tranquilizó y dejó sus piernas tranquilas.

 

Sungkyu vio ante él como Woohyun derramaba lágrimas; más que de dolor, de pura confusión y terror. Los labios del experimento formularon una única pregunta sin que fuera dicha en voz alta: ¨ ¿Por qué?¨.

 

El joven doctor mantuvo su mirada y decidió no contestar aquello:

 

- Lo siento.

 

Sungkyu apretó la palma del otro y una pequeña chispa surgió entre las manos enlazadas. Woohyun se desmayó al instante. El de bata lo soltó entonces, acariciando lentamente la zona que había quedado marcada con una línea negra y de la que salía un leve humo, como si se hubiera quemado.

 

Sungkyu suspiró y se alejó un poco para colocar las vendas sobre las piernas que seguían perdiendo piel. Le pareció extraño ya que no era un evento común, pero no duraría mucho tiempo, pensó.

 

Ya que Woohyun  dormía, arregló un poco los cables conectados a él, se aseguró que su temperatura y valores fueran normales y salió de la habitación para hacer una ronda por los demás ¨pacientes¨, como prefería llamarlos él. Al salir de ese cuarto, había únicamente un largo pasillo con paredes blancas y piso gris, con muchísimas puertas a lo largo. En las más cercanas se leían ¨Sala de Control¨  en una placa y un cartel con letras más grandes y rojas: ¨Acceso Restringido¨. Él había salido de una de esas. A partir de la cuarta puerta todas tenían delante un gran cartel con la palabra ¨EXPERIMENTOS ¨ y diversos números grabados sobre ella. Caminó por el pasillo y giró a la derecha, pasando al lado de diversos guardias uniformados que se detenían al verlo y lo dejaban caminar libremente. Decidió dirigirse primero a uno en especial que estaba dándole más de un problema desde el minuto que había entrado. Seguía caminando con paso tranquilo hasta que su teléfono sonó. Vio de quién era la llamada: ¨Cámaras¨. Genial, alguien había sido atrapado haciendo algo que no debía ¿Cuándo iban a comprender que eran vigilados las 24 horas del día?

 

Descolgó.- Hola ¿Qué ha sucedido?- preguntó deteniendo su paso.

 

-Lo usual. #090 lo ha vuelto a hacer-. La voz del otro lado era monótona, sin mucha energía.

 

-¿De nuevo?- Sungkyu se frotó la sien, derrotado- ¿Es grave?-

 

-Ambos brazos. ¿Llamo a un médico?- preguntó aquella voz, que no parecía interesado mínimamente en lo que ocurría.

 

-No, tardaríamos mucho. Llama a un guardia que retire al #091 Y que lo lleve al cuarto del #090 Yo iré yendo, para que no cometa otra locura-. Se giró del rumbó que estaba tomando y dio media vuelta hacia el otro lado.

 

-Imposible. Ese experimento no comete locuras, está loco. Mira que veo cosas raras en estas cámaras usualmente, pero este tipo es especial-. Sungkyu no pudo evitar darle la razón en su mente, pero no respondió nada.- Ok, como digas. Yo me encargo-.  Y colgó como si nada hubiera sucedido.

 

Sungkyu guardó su celular y apresuró el paso hasta ese cuarto que estaba un poco más alejado de los que usualmente se utilizaban. Llegó y se detuvo ante esa puerta donde solo había un número grabado en ella: #090. Al abrirla vio lo que esperaba exactamente: el experimento saltaba mientras gritaba y agitaba sus brazos.  Cuando vio a Sungkyu sus gritos parecieron aumentar.

 

-¡AHHH Sungkyu! ¡Mis brazos se queman! ¡Ayúdame! ¡AAAHHHHHH!- Sungkyu se cruzó de brazos y observó como el experimento no parecía dispuesto a calmarse.

                                                        

-Cálmate Dongwoo. Hoya está viniendo hacia aquí.- El de pelo colorado se detuvo unos segundos para girarse y  mirarlo con una enorme sonrisa, pero al reaccionar siguió gritando y corriendo por aquel cuarto completamente blanco, solo provisto por una cama. Sungkyu rodó los ojos, para luego ser más directo con el tema: -¡#090, siéntate de una vez!- el saltarín se frenó en su lugar y lo miró asustado, para luego obedecer y sentarse en la cama.

 

Sungkyu, un poco apenado, se acercó y le tomó ambas manos para darlas vuelta y ver el estado de sus brazos. Completamente quemadas. El hombre en bata tomó una gran bocanada de aire y exhaló viendo  al que lo miraba con ojos de niño al que encontraron haciendo travesuras.- Dongwoo, ya hemos hablado de esto…-

 

El menor se revolvió en su lugar, zafándose de esas manos.- ¿A qué te refieres?- El que antes parecía completamente alterado, ahora permanecía quieto y (aparentemente) tranquilo.

 

El doctor bajó la voz lo suficiente como para que solo Dongwoo escuchara.-Que ambos sabemos bien que esto no te causa ningún dolor…-

 

Antes de que Dongwoo pudiera contestar la puerta se abrió. Un guardia ataviado en un traje especial de pies a cabeza traía del brazo a un muchacho joven de pelo oscuro consigo, que al ver a Dongwoo se soltó bruscamente de la mano que lo tenía prisionero y corrió al lado del pelirrojo, arrodillándose en frente de él y tomándolo de las manos.  El guardia se enfureció pero Sungkyu le hizo un gesto con la mano de que podía retirarse. En cuanto se fue vio a los que tenía a un lado: el recién llegado miraba preocupado los brazos del otro mientras que Dongwoo solo tenía una enorme sonrisa en el rostro mientras lo observaba.

 

-¡Dongwoo! ¿Otra vez? ¡Eres un peligro!- Sus brazos eran impresionantes, casi negros de la quemadura que habían recibido. En cuanto levantó la vista hacia Dongwoo este se mostró serio, borrando rastros de esa felicidad que le iluminaba los ojos.

 

-Eso ya lo sabemos Hoya ¿Puedes arreglarlo?- le preguntó Sungkyu y el menor lo miró, asintiendo.

 

Soltó las manos del pelirrojo y las posicionó sobre las heridas, con un poco de miedo de sujetarlas fuerte y que sufriera más. Cerró los ojos y calmó su respiración. Debajo de sus manos la piel de Dongwoo comenzó a brillar, con un resplandor puro, blanco. Se mantuvo alrededor de un minuto así hasta que la luz desapareció. Al retirarlas los brazos de Dongwoo estaban completamente sanos, sin marcas ni nada que probara de que siquiera alguna vez hubiera estado en un estado semejante como el de hacía unos minutos. Luego ambos involucrados se miraron directo a los ojos, queriendo poder hablar libremente pero evidentemente sin poder hacerlo.

 

-Has mejorado- dijo Dongwoo, con una pequeña sonrisa y rompiendo el contacto visual, para observar sus brazos.- No me ha quedado ni una marca… eres genial-.

 

-Gracias…-

 

-Es cierto, Hoya. Tus curaciones son prácticamente 100% efectivas. Aunque supongo que es gracias a este idiota, que necesita de ti a cada canto de gallo- intervino Sungkyu, mirando desaprobatoriamente a Dongwoo-. Podremos comenzar con otro tipo de pruebas-. Hoya lo observó, con ojos angustiados. Pero Sungkyu solo terminó por decir:- Tienen cinco minutos. Charlen bajo-. Esto último también fue dicho con poco volumen para que no fuera captado por alguno de los micrófonos y cámaras de aquel cuarto.

 

Dongwoo no quiso desaprovechar el tiempo y sujetó firmemente las manos de Hoya para acercar ambos rostros y que estos estuvieran los suficientemente cerca para que pudieran escucharse sin problemas.

 

-¿Estás bien? ¿No te han hecho nada?- le preguntó preocupado.

 

-No, solo sigo con las pruebas de siempre. Son difíciles para mí…no soporto ver gente herida, me pone nervioso- confesó el menor, asustado por el ¨otro tipo de pruebas¨ que había mencionado Sungkyu.

 

-Relájate, solo hazles caso en lo que te digan y tal vez salgamos de aquí pronto- le comentó el mayor con una sonrisa.

 

-No sé qué tan verdadero sea eso, pero me aferraré a esas palabras…-Hoya por primera vez le sonrió levemente-. Pero tú también tienes que aprender a controlarlo. No puedes seguir cometiendo la tontería de quemarte, nunca te pasarán a un cuarto con otros y comenzar las verdaderas pruebas- le regañó.

 

Dongwoo solo apoyó su cabeza sobre las muñecas de Hoya—. Yo no quiero estar con otros…yo solo quiero estar contigo-. Las orejas de Hoya tomaron un color parecido al del pelo de Dongwoo mientras miraba como el otro estaba recostado tranquilamente sobre sus manos, tal como un pequeño gatito sobre su mantita.

 

-Dongwoo…

 

-Lamento interrumpir pero ya es tiempo, Hoya. Hay que volver-. Ambos amigos lo miraron y soltaron sus manos lentamente. Hoya se levantó y le dirigió una última mirada antes de acercarse a la puerta seguido de Sungkyu, el cual miró a Dongwoo-. Mas tarde volveré a pasar para que terminemos nuestra conversación.

 

 El aludido solo asintió y se quedó en su lugar, observando a su amigo hasta el último centímetro en que la puerta estuvo abierta.

 

Ya afuera, Sungkyu y Hoya caminaron por los pasillos lentamente. El doctor vio al joven que tenía a su lado, el cual volvía a parecer apagado como siempre que era separado de Dongwoo. Les daba compasión. Los dos eran amigos y habían sido raptados juntos ya que la casualidad de la vida hizo que ambos fueran aptos para el experimento. Fueron inyectados incluso al mismo tiempo, pero Dongwoo era peligroso, por lo que tuvo que ser aislado del resto de experimentos. Aún no podía manejarse bien, mas siendo tan hiperactivo como era, se había convertido en  una amenaza para cualquiera. Así que tuvieron que ser separados, cosa que había sido mala para ambos, pero que con el tiempo habían superado, sobre todo por la treta de Dongwoo.

 

Solo caminaron unos metros más hasta que encontraron a unos guardias, a los cuales Sungkyu les pidió que escoltaran al #091 a su cuarto. Estos obedecieron y Sungkyu tomó un camino distinto, a donde había estado yendo en un principio. Caminó por los pasillos hasta llegar delante de una puerta, también algo apartada de otras. En todo el recinto sólo había dos experimento aislados: el #090, o sea Dongwoo y el que estaba delante de él, el #121.

 

Abrió la puerta e ingresó, encontrándose con otra escena ya prevista: un muchacho acostado en la única cama del cuarto, el cual se notaba que era bastante alto incluso en esa posición, con la mirada fija hacia la pared.  Sungkyu carraspeó.

 

-Ajam, buenos días, #121-. El aludido no contestó, por lo que Sungkyu insistió.- #121, estoy hablando contigo-.

 

El experimento solo movió un poco su cabeza y habló.- No quiero hablar-. Su voz sonaba grave y amenazadora.- Y ese no es mi nombre-.

 

-Si hablas conmigo dejaré de llamarte como un número-. El que estaba recostado se irguió de repente, girándose y enfrentándose a Sungkyu.

 

-En realidad no importa cómo me llames. No importa que de tu boca salga el nombre de un rey cuando te diriges a mí. Para ti, sigo siendo un maldito número, como para todos los que trabajan en este horrible lugar, y así es para todos los que estamos condenados a ella. Nos tratan verdaderamente como el número de una hoja de un fichero: completamente desechable en cuanto no se necesita, fácilmente borrable de la faz dela tierra si resultamos ser un error. Por lo tanto, te advierto que dejes de intentar algo conmigo. Yo no les daré lo que quieren.

 

 Sungkyu solo se quedó en su lugar, a pesar de que el otro se había acercado peligrosamente y lo miraba desde arriba.

 

-Si no cedes te obligarán a hacerlo- le respondió simplemente. El experimento rio con sorna.

 

-¿Hay algo peor que lo que he estado pasando desde que llegué aquí? Aunque lo haya, ya no me importa. Elimínenme de su fichero si quieren, estoy cansado de ser un número- así como dijo esas palabras, dio media vuelta y volvió a recostarse en su cama.

 

Sungkyu lo observó unos segundos antes de salir de la habitación. Ya afuera, abrió una aplicación de su celular y buscó el nombre  ¨Sungyeol¨ en una larga lista que se desplegaba allí. Todos los nombres de allí eran de sus pacientes, los cuales él nunca había puesto con un número, sino con su nombre real. Al encontrarlo, cerca del final de la lista, lo abrió y comenzó a teclear: ¨Día 61 del paciente: A dos meses de la activación, sin respuesta y con negativa a entrenar nuevamente. Al haberse cumplido el plazo, se tomarán nuevas medidas. Hablar con el doctor Lee-¨

 

Guardó esa nueva entrada y guardó su celular mientras volvía a la sala de control donde había dejado a Woohyun. Esperaba que esa reacción hubiera pasado finalmente y no fueran señales de algo que rondaba su mente desde que al nuevo experimento le habían fallado los pulmones. Llegó a la habitación y tecleó la clave de acceso antes de poder ingresar. Woohyun seguía tendido e inconsciente. Se acercó y con sumo cuidado tomó las vendas que cubrían sus piernas, con algo de temor de retirarlas y descubrir que habían sucedido con ellas.

 

Ambas manos tiraron de aquellos vendajes y su corazón se detuvo al ver lo que temía desde lo más fondo de su ser: donde había estado la piel que se había desintegrado, unas escamas comenzaban a aparecer.

 

 

 

 

Notas finales:

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Denle amor al fic con sus reviews <3 ¿Dónde están Inspirits?


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