Era una noche del siglo XVI, un invierno intenso en Europa oriental, las copas de los altos pinos se cubrían por una ligera escarcha de nieve, el viento soplaba con gran fuerza.
Dentro de un enorme castillo edificado en la orilla de un risco se encontraba una hermosa joven, su tez era tan blanca que podría confundirse entre la nieve, pero su cabello tan negro era como la negra noche. La joven vivía con su padre, quien era el conde de aquel lugar, y sus tres tías, tenían un secreto en la oscuridad, eran vampiros, pero temían que fuera revelado.
Su padre regresó de un largo viaje y se disponía a pasar la noche con su única hija. Entrando a la sala de estar de su castillo, descubrió a su hija en el suelo inconsciente.
El conde tomó a la joven muchacha en brazos y la llevó al cuarto, estaba preocupado por saber lo que tenía la joven, pues aunque sabía que la chica estaba embarazada, temía que su única hija muriera antes de poder dar a luz a su único nieto, muriendo también la cría de la joven.
La recostó en una de las camas cuando en eso, se percató de un extraño movimiento en el vientre de su hija. El conde llamó a sus hermanas para que la cuidaran mientras él investigaba el acontecimiento, pero cuando ellas llegaron, vieron como el vientre de la joven comenzaba a desgarrarse, el conde regresó a su lado de inmediato y tomó la mano de su hija pero se percató que la joven había muerto.
Furioso, el conde salió del cuarto y se dirigió al bosque. Las hermanas se mantuvieron en el cuarto, pero enseguida, el conde regresó a ver a su amada hija, la cual estaba completamente destrozada. El conde sintió como el corazón se le destrozaba al ver a su hija en mil pedazos pero luego recordó que la joven se había embarazado de "la servidumbre" y tenía pensado eliminar a la cría de aquel amor, que a pesar de haber sido verdadero, creía que era una burla, pues ahora tenía que cuidar al hijo de la joven que lo desobedeció con un vampiro mestizo. Deshacerse del bebé sería más fácil que, cuando cinco meses atrás, se había encargado de matar al bastardo que desgració a su hija.
El conde vio que una de sus hermanas estaba a punto de agarrar a la cría, por lo que intercedió y tomó al bebé, aventado a su rubia hermana. El conde se dirigió al bosque con el bebé en brazos, dejándolo en el piso. El conde miró por última vez al bebé, pero antes de retirarse, no apartó la vista de la mirada del bebé, sus ojos eran grandes y estaban llenos de brillo, por lo que el conde se sintió conmovido y regresó.
Tomó al bebé en brazos y de sus ojos comenzaron a rodar lágrimas, el conde veía en el bebé la mirada de su joven y fallecida hija, y con temor a perderlo de la misma manera, el conde abrió una herida en su pecho, haciendo que el bebé bebiera de su sangre.
El conde regresó a casa con el bebé en brazos, mandó llamar a la legión de vampiros para presentar al nuevo bebé y futuro rey de los vampiros, llevando por nombre Dav Vladislav, el primero era el nombre que su hija deseaba ponerle y el segundo era nombre del conde.
Los vampiros no podrían creer que el conde dejaría su puesto a un bebé, pero sentían que el conde en realidad jamás dejaría su puesto, pues era un vampiro, pero aún y así se alegraron al saber que su raza se expandiría. El conde parecía ser ablandado por su nieto, mientras que con los vampiros era violento, tanto cariño le tenía al bebé que incluso lo llamó "Bebek".