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Vestigia in mendacio por BellatrixBlack25

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Notas del capitulo:

Los personajes de Harry Potter no me pertenecen son de J.K Rowling.

Summary: Harry es un niño con una inteligencia, astucia y actitud que muchas personas no esperaban en él, además de que poco a poco se va dando cuenta que los hechos y las personas no son como se dan a conocer, dejando detrás de ellos rastros de mentiras que Harry va descubriendo. Luchando también contra las personas que quieren controlarlo y matarlo solo por ser quien es.

Parsel- "Hola"

Hechizos- Accio

Recuerdos- [Hola]

He reeditado los capis anteriores por lo que para las que no lo lean de nuevo le cambié el nombre a la serpiente de Harry quise darle un nombre original y Callidus me gusto porque significa Astucia o Inteligencia bueno eso es todo disfruten del capi.

Capítulo 10 Primer Ataque y el partido.

Pov Harry

Llegó octubre y un frío húmedo se extendió por los campos y penetró en el castillo. Madame Pomfrey, la enfermera, estaba atareadísima debido a una repentina epidemia de catarro entre profesores y alumnos. Su poción Pepperup tenía efectos instantáneos, aunque dejaba al que la tomaba echando humo por las orejas durante varias horas. Draco fue uno de los que enfermo, igual que Blaise.

Recibí un mensaje de Nicholai, me dijo que investigaría y que no comentara nada. Lo comprendo, sé que es raro ya que nadie más la escucha. No pienso mostrar esa debilidad, mande a Callidus a investigar, no quiero tropezarme con ninguna sorpresa.

Cuando llegó Halloween, el resto del colegio estaba preparando la fiesta; habían decorado el Gran Comedor con los murciélagos vivos de costumbre, las enormes calabazas de Hagrid habían sido convertidas en lámparas tan grandes que tres hombres habrían podido sentarse dentro, y corrían rumores de que Dumbledore había contratado una compañía de esqueletos bailarines para el espectáculo. Sigue sin gustarme que tomemos las costumbres muggles, es algo estúpido e innecesario, pero no es como si nosotros pudiéramos hacer algo al respecto.

Al acabar el banquete, íbamos de regreso a la sala común, los chicos iban hablando emocionados, cuando escuche de nuevo esa voz.

— "... Desgarrar... Despedazar... Matar... deseado... durante tanto tiempo...matar... Es la hora de matar... ... huelo sangre... ¡Huelo Sangre!" — Fue la misma voz, la misma voz fría, asesina, que había oído, me puse nervioso y tropecé al detenerme, tuve que sujetarme al muro de piedra. Escuché lo más atentamente que pude, al tiempo que miraba con los ojos entornados a ambos lados del pasadizo pobremente iluminado. Al acercarnos, vimos algo que nos paralizo la sangre.

Delante de nosotros, algo brillaba en el muro. Nos aproximamos, despacio, intentando ver en la oscuridad con los ojos entornados. En el espacio entre dos ventanas, brillando a la luz que arrojaban las antorchas, había en el muro unas palabras pintadas de más de un palmo de altura.

LA CAMARA DE LOS SECRETOS HA SIDO ABIERTA.

TEMAN, ENEMIGOS DEL HEREDERO.

—¿Qué es lo que cuelga ahí debajo? —pregunto Daphne, con un leve temblor en la voz.

Al acercarnos más, casi resbalo por un gran charco de agua que había en el suelo. Blaise y Draco me sostuvieron, y juntos nos acercamos despacio a la inscripción, con los ojos fijos en la sombra negra que se veía debajo. Los tres comprendimos a la vez lo que era, y dimos un brinco hacia atrás.

La Señora Norrisla gata del conserje, estaba colgada por la cola en una argolla de las que se usaban para sujetar antorchas. Estaba rígida como una tabla, con los ojos abiertos y fijos.

—Vámonos—dijo Theo serio, sin pensarlo dos veces corrimos a la mazmorra, antes de que los demás alumnos, llegaran y nos culparan, cuando entramos a nuestra sala común, respiramos con tranquilidad.

—Eso fue intenso, debemos de tener cuidado y no mencionar que vimos esto a nadie, después de todo lo primero que harán es culparnos—dijo Pansy con disgusto.

—Tienes razón, será mejor que nos vayamos a dormir, mañana hablaremos mejor de esto—respiré profundo y me dirigí a mi habitación con Draco detrás de mí. Mañana será un día muy alocado.

Historia de la Magia era la asignatura más aburrida de todas. El profesor Binns, que la impartía, era el único profesor fantasma que teníamos, y lo más emocionante que sucedía en sus clases era su entrada en el aula, a través de la pizarra. Viejo y consumido, mucha gente decía de él, que no se había dado cuenta de que se había muerto. Simplemente, un día se había levantado para ir a dar clase, y se había dejado el cuerpo en una butaca, delante de la chimenea de la sala de profesores. Desde entonces, había seguido la misma rutina sin la más leve variación.

Aquel día fue igual de aburrido. El profesor Binns abrió sus apuntes y los leyó con un sonsonete monótono, como el de una aspiradora vieja, hasta que casi toda la clase hubo entrado en un sopor profundo, sólo alterado de vez en cuando el tiempo suficiente para tomar nota de un nombre o de una fecha, y volver a adormecerse. Llevaba una media hora hablando cuando ocurrió algo común en cualquier clase menos en esta: Granger alzó la mano.

El profesor Binns, levantando la vista a mitad de una lección horrorosamente aburrida sobre la Convención Internacional de Brujos de 1289, pareció sorprendido.

—¿Señorita...? —pregunto con duda.

—Granger, profesor. Pensaba que quizá usted pudiera hablarnos sobre la Cámara de los Secretos —dijo con voz clara. Dean Thomas, que había permanecido boquiabierto, mirando por la ventana, salió de su trance dando un respingo. Lavender Brown levantó la cabeza y Longbottom se le resbaló el codo de la mesa. El profesor Binns parpadeó. Los Gryffindor sí que saben disimular, pensé con sarcasmo.

Nos enteramos por lo Slytherin mayores lo que paso anoche después de que nos fuimos, al parecer a los minutos Granger y Weasley se toparon con la misma sorpresa que nosotros, pero lo muy idiotas se quedaron paralizados, en ese momento se toparon con todos los estudiantes que salían de cenar, en pocas palabras fueron culpados por lo ocurrido.

—Mi disciplina es la Historia de la Magia —dijo con su voz seca, jadeante.

—Me ocupo de los hechos, señorita Granger, no de los mitos ni de las leyendas. En septiembre de aquel año, un subcomité de hechiceros sardos... —se aclaró la garganta con un pequeño ruido que fue como un chirrido de tiza, y prosiguió, se detuvo de nuevo, en el aire, se agitaba la mano de Granger.

—¿Señorita Grant? —levante una ceja ante el cambio de apellido, pero no dije nada, tengo curiosidad por saber que pasara ahora.

—Disculpe, señor, ¿no tienen siempre las leyendas una base real? —El profesor Binns la miraba con tal estupor, supe que ningún estudiante lo había interrumpido nunca, ni estando vivo ni estando muerto.

—Veamos, sí, creo que eso se podría discutir—Miró a Granger como si nunca hubiera visto bien a un estudiante.

—Sin embargo, la leyenda por la que usted me pregunta es una patraña hasta tal punto exagerada, yo diría incluso absurda... —dijo lentamente el profesor Binns.

—Muy bien, veamos... la Cámara de los Secretos... Todos ustedes saben, naturalmente, que Hogwarts fue fundado hace unos mil años, no sabemos con certeza la fecha exacta, por los cuatro magos y brujas más importantes de la época. Las cuatro casas del colegio reciben su nombre de ellos: Godric Gryffindor, Helga Hufflepuff, Rowena Ravenclaw y Salazar Slytherin. Los cuatro juntos construyeron este castillo, lejos de las miradas indiscretas de los muggles, dado que aquélla era una época en que la gente tenía miedo a la magia, y los magos y las brujas sufrían persecución—dijo despacio se detuvo, miró a la clase con los ojos empañados y continuó:

—Durante algunos años, los fundadores trabajaron conjuntamente en armonía, buscando jóvenes que dieran muestras de aptitud para la magia y trayéndolos al castillo para educarlos. Pero luego surgieron desacuerdos entre ellos y se produjo una ruptura entre Slytherin y los demás. Slytherin deseaba ser más selectivo con los estudiantes que se admitían en Hogwarts. Pensaba que la enseñanza de la magia debería reservarse para las familias de magos. Lo desagradaba tener alumnos de familia muggle, porque no los creía dignos de confianza. Un día se produjo una seria disputa al respecto entre Slytherin y Gryffindor, y Slytherin abandonó el colegio—El profesor Binns se detuvo de nuevo y frunció la boca, como una tortuga vieja llena de arrugas. Bueno lo de la confianza es comprensible, estaban en época de caza de brujas, es lógico que no quiera a ningún hijo de muggle, ya que, por culpa de ellos se podrían enterar de la existencia de un colegio donde habitaban magos y brujas, serían capaces de atacarlo sin importarle que hubiera niños dentro.

—Esto es lo que nos dicen las fuentes históricas fidedignas, pero estos simples hechos quedaron ocultos tras la leyenda fantástica de la Cámara de los Secretos. La leyenda nos dice que Slytherin había construido en el castillo una cámara oculta, de la que no sabían nada los otros fundadores —dijo tranquilamente.

—Slytherin, según la leyenda, selló la Cámara de los Secretos para que nadie la pudiera abrir hasta que llegara al colegio su auténtico heredero. Sólo el heredero podría abrir la Cámara de los Secretos, desencadenar el horror que contiene y usarlo para librar al colegio de todos los que no tienen derecho a aprender magia—Cuando terminó de contar la historia, se hizo el silencio, pero no era el silencio habitual, soporífero, de las clases del profesor Binns. Flotaba en el aire un desasosiego, mire con cautela alrededor y bufe molesto al ver las miradas de miedo y odio hacia nosotros. Entrecerré los ojos al ver la sonrisa satisfecha de Granger. Ahora comprendo, la estúpida buscaba esta reacción desde un principio.

—Por supuesto, esta historia es un completo disparate. Naturalmente, el colegio entero ha sido registrado varias veces en busca de la cámara, por los magos mejor preparados. No existe. Es un cuento inventado para asustar a los crédulos—añadió ya molesto. Granger volvió a levantar la mano.

—Profesor..., ¿a qué se refiere usted exactamente al decir el horror que contiene la cámara? —dijo sonriendo con falsa inocencia.

—Se cree que es algún tipo de monstruo, al que sólo podrá dominar el heredero de Slytherin —explicó el profesor Binns con su voz seca y aflautada. La clase entera intercambió miradas nerviosas y nos miraron con cautela, como si alguno de nosotros fuera el responsable de todo lo ocurrido.

—Pero ya les digo que no existe. No hay tal cámara ni tal monstruo —añadió el profesor Binns, revolviendo en sus apuntes.

—Pero, profesor, si sólo el auténtico heredero de Slytherin puede abrir la cámara, nadie más podría encontrarla, ¿no? —comentó Seamus Finnigan.

—Tonterías, O'Flaherty, si una larga sucesión de directores de Hogwarts no la han encontrado... —repuso el profesor Binns en tono algo airado.

—Pero, profesor, probablemente haya que emplear magia negra para abrirla... —intervino Parvati Patil, una niña de rasgos hindú de Gryffindor

—El hecho de que un mago no utilice la magia negra no quiere decir que no pueda emplearla, señorita Patati. Insisto, si los predecesores de Dumbledore... —le interrumpió el profesor Binns. En eso tiene razón, la magia la puede utilizar cualquiera.

—Pero tal vez sea preciso estar relacionado con Slytherin, y por eso Dumbledore no podría... —apuntó Dean Thomas, pero el profesor Binns ya estaba harto.

—Ya basta. ¡Es un mito! ¡No existe! ¡No hay el menor indicio de que Slytherin construyera semejante cuarto trastero! Me arrepiento de haberles relatado una leyenda tan absurda. Ahora volvamos, por favor, a la historia, a los hechos evidentes, creíbles y comprobables —dijo bruscamente. Y en cinco minutos, la clase se sumergió de nuevo en su sopor habitual

Después del desastroso episodio de los duendecillos de Cornualles, el profesor Lockhart no había vuelto a llevar a clase seres vivos. Por el contrario, se dedicaba a leernos pasajes de sus libros, y en ocasiones representaba alguno de los momentos más emocionantes de su biografía. El muy idiota había querido usarme de ayudante, pero desistió cuando empecé a interrogarlo sobre cada cosa que mencionaba, desacreditándolo, ya que es imposible que las hubiera hecho.

Desperté pronto el sábado por la mañana y me quedé un rato en la cama pensando en el partido de quidditch. Seria nuestro primer partido, todos estábamos nerviosos, después de todo si no ganábamos, es a nosotros a quien culparían. Cuando faltaba poco para las once, el colegio en pleno empezó a dirigirse hacia el estadio de quidditch. Hacía un día bochornoso que amenazaba tormenta.

—Estoy nervioso, si perdemos contra Gryffindor, seremos la burla de nuestra casa—dijo Blaise con una sonrisa forzada.

—No perderemos, podemos ser más jóvenes y nuevos en esto de jugar un partido, pero somos buenos—dijo con una sonrisa confiada Theo.

—Los de Slytherin tenemos mejores escobas y jugadores —dijo Draco son soberbia, le sonreí con complicidad.

Cuando salimos al campo, observe que las aclamaciones de Hufflepuff y de Ravenclaw, eran para Gryffindor cuyos miembros y seguidores estaban deseosos de ver derrotado a nuestro equipo, aunque la afición de Slytherin también hizo oír sus abucheos y silbidos. La señora Hooch, hizo que Flint y Wood se dieran la mano, y los dos contrincantes aprovecharon para dirigirse miradas desafiantes y apretar bastante más de lo necesario.

—Cuando toque el silbato: tres..., dos..., uno... —dijo la señora Hooch. Me eleve buscando desde un comienzo la snitch.

—¿Todo bien por ahí? —me gritó Draco, saliendo disparado por debajo de mí, no tuve tiempo de contestar. En aquel preciso instante iba hacia mí, una bludger negra y pesada; faltó tan poco para que me golpeara, que al pasar me despeinó.

—¡Por qué poco, Harry! —me dijo Vin, pasando por su lado como un relámpago, con el bate en la mano, listo para devolver la bludger contra Gryffindor. Vi a Greg darle un fuerte golpe a la bludger dirigiéndola hacia Oliver Wood, pero la bludger cambió de dirección en medio del aire y se fue directa, otra vez, contra mí.

Descendí rápidamente para evitarla, y Greg logró golpearla fuerte contra uno de los gemelos Weasley. Una vez más, la bludger viró bruscamente como si fuera un bumerán y se encaminó como una bala hacia mi cabeza. Aumenté la velocidad y volé hacia el otro extremo del campo. Escuche la bludger silbar a mi lado. ¿Qué ocurre? Como es posible que me ataquen solo a mí, alguien debe de estarlas manipulando, busque la snitch, quería atraparla y acabar el partido, los chicos ya han anotado muchos puntos.

Vincent aguardaba en el otro extremo, me agache para que Vin golpeara la bludger con todas sus fuerzas.

—¡Ya está! —gritó contento, pero se equivocaba: como si fuera atraída magnéticamente por mí, la bludger volvió a perseguirme y me vi obligado a alejarme a toda velocidad.

Había empezado a llover. Notaba las gruesas gotas en la cara. No tuve ni idea de lo que pasaba con los otros jugadores hasta que oí la voz de Lee Jordan, que era el comentarista, diciendo: Slytherin en cabeza por quince a cero. Sonreí ante lo dicho íbamos ganando, por lo que me tengo que apresurar y acabar el juego.

Estaba claro que la superioridad y destreza que poseemos, daba sus resultados, y mientras tanto, la bludger loca hacía todo lo que podía para derribarme. Greg y Vin se acercaban tanto a mí, uno a cada lado, que no podía ver otra cosa que sus brazos, que se agitaban sin cesar, y le resultaba imposible buscar la snitch, y no digamos atraparla.

—Alguien... está... manipulando... esta... bludger... —gruñó Greg, golpeándola con todas sus fuerzas para rechazar un nuevo ataque en mi contra.

—Hay que detener el juego —dijo Vin, intentando hacerle señas a Flint y al mismo tiempo evitar que la bludger me partiera la nariz. Flint captó el mensaje. La señora Hooch hizo sonar el silbato nosotros bajamos al césped, todavía tratando de evitar la bludger loca.

—¿Qué ocurre? —preguntó Flint, cuando el equipo se reunió, mientras la afición de Gryffindor nos abucheaba.

—Alguien la ha manipulado..., no dejará en paz a Harry, no ha ido detrás de nadie más en todo el tiempo. Los de Gryffindor deben de haberle hecho algo—murmuro molesto Blaise.

—Pero las bludger han permanecido guardadas en el despacho de la señora Hooch desde nuestro último entrenamiento, y aquel día no les pasaba nada... —dijo Flint, perplejo.

La señora Hooch iba hacia nosotros. Detrás de ella, vi al equipo de Gryffindor que nos señalaban y se burlaban, bueno todos excepto los gemelos, ellos se veían pensativos.

—Escuchen, con ustedes dos volando todo el rato a mi lado, la única posibilidad que tengo de atrapar la snitch es que se me meta por la manga. Vuelvan a proteger al resto del equipo y déjenme que me las arregle solo con esa bludger loca—les dije mientras ella se acercaba.

—No seas tonto, te partirá en dos—dijo Theo serio. Flint nos miraba sopesando las probabilidades, sabe que tengo razón.

—Flint esto es una locura, no puedes dejar que Harry se las apañe solo con la bludger. Esto hay que investigarlo—dijo Draco enfadado.

—¡Si paramos ahora, perderemos el partido! ¡Y no vamos a perder frente a Slytherin sólo por una bludger loca! ¡Venga, Flint, diles que dejen que me las apañe yo solo! —argumente, no pienso soportar las burlas de Gryffindor.

—Esto es culpa tuya ¡Atrapa la snitch o muere en el intento! ¡Qué idiotez decir eso! —dijo Blaise a Flint, enfadado, justo cuando llegaba a la señora Hooch.

—¿Listos para seguir? —preguntó a Flint. Me contempló, al ver mi expresión absolutamente segura, supe que me iba a apoyar.

—Bien Goyle, Crabbe ya lo han oído..., deja que se enfrente él solo a la bludger—dijo con frialdad, la lluvia volvió a arreciar. Al toque de silbato de la señora Hooch, di una patada en el suelo que me propulsó por los aires, y enseguida oí tras de mí, el zumbido de la bludger. Ascendí más y más. Giraba, daba vueltas, me trasladaba en espiral, en zigzag, describiendo tirabuzones. Ligeramente mareado, mantenía sin embargo los ojos completamente abiertos. Puedo oír las risas de la multitud; sé que debía de parecer idiota, pero la bludger loca pesaba mucho y no podía cambiar de dirección tan rápido como yo. Inició un vuelo a lo montaña rusa por los bordes del campo, intentando vislumbrar a través de la plateada cortina de lluvia los postes de Gryffindor, donde Draco intentaba pasar a Wood.

Un silbido en mi oído indicó que la bludger había vuelto a pasarme rozando. Di media vuelta y volé en la dirección opuesta.

—¿Haciendo prácticas de ballet, Potter? —me gritó el buscador de Gryffindor, Cormac McLaggen, un chico de tercero bastante engreído, cuando me vi obligado a hacer una ridícula floritura en el aire para evitar la bludger. Escape, pero la bludger me seguía a un metro de distancia. Y en el momento en que dirigí a McLaggen una mirada de odio, vi la dorada snitch. Volaba a tan sólo unos centímetros por encima de la oreja izquierda de McLaggen... pero estaba muy ocupado riéndose de mí, por lo que no la había visto.

Me había quedado quieto un segundo. La bludger me alcanzó por fin, me golpeó en el codo, y sentí que me había roto el brazo. Débil, aturdido por el punzante dolor del brazo, desmonte a medias de la escoba empapada por la lluvia, manteniendo una rodilla todavía doblada sobre ella y mi brazo derecho colgando inerte. La bludger volvió para atacarme de nuevo, y esta vez se dirigía directa a mi cara. Me concentré en la snitch, la empecé a seguí con McLaggen pegado a mis talones, el dolor en el brazo es insoportable, McLaggen me miro aterrorizado pensando que lo estaba atacando, cuando me gire en su dirección.

—¿Qué...? —exclamó en un grito ahogado, apartándose del rumbo donde me dirigía.

Cometí la estupidez de soltarme de la escoba e hice un esfuerzo por coger la snitch, la cual tome entre mis dedos, pero solo sujetaba la escoba con las piernas, la multitud grito cuando empecé a caer, intente no perder el conocimiento.

Con un golpe seco choque contra el barro y salí rodando, ya sin la escoba. El brazo me colgaba en un ángulo muy extraño. Sintiéndome morir de dolor, oí, como si me llegaran de muy lejos, muchos silbidos y gritos. Mire la snitch que tenía en su mano buena.

—Ajá, hemos ganado—dije sin fuerzas y me desmayé. Cuando recupere la conciencia, todavía estaba tendido en el campo de juego, con la lluvia cayéndome en la cara. Alguien se inclinaba sobre mí. Draco me miraba preocupado, junto a él está el idiota de Lockhart con varita en mano.

—¡Oh, no, usted no! —gemí mirando con suplica a los chicos, ellos comprendieron al instante y lo alejaron de mí.

—¿Por qué no me envían a la enfermería? —masculle molesto, al verme todavía tendido en el barro.

—Así debería hacerse, profesor —dijo Flint, lleno de barro y sin poder evitar sonreír, a pesar de que estoy herido.

—Fabulosa jugada, Harry, realmente espectacular—por entre la selva de piernas que me rodeaba, vi a Pansy y Daphne, quienes se acercaban molesta, seguidas de Madame Pomfrey.

—Apártense —dijo Madame arremangándose su túnica verde jade. Convoco una camilla y me guio a la enfermería, después de arreglarme el brazo, se fue dejándome solo con los chicos.

—Me gustaría saber cómo trucó la bludger —dijo Pansy intrigada y molesta.

Habían llevado pasteles, dulces y botellas de zumo de calabaza; se situaron alrededor de mi cama y ya estaban preparando lo que prometía ser una fiesta estupenda, cuando se acercó la señora Pomfrey gritando.

—¡Este chico necesita descansar! ¡Fuera! ¡Fuera! —me dejaron solo, sin nadie que me distrajera de los horribles dolores de mi brazo inerte.

Horas después, desperté sobresaltado en una total oscuridad, dando un breve grito de dolor: sentía como si tuviera el brazo lleno de grandes astillas. Por un instante pensé que era aquello lo que me había despertado. Pero luego me dio cuenta, con horror, de que alguien, en la oscuridad, me estaba poniendo una esponja en la frente. Respiré aliviado cuando vi a Callidus, es realmente graciosa viendo como toma la esponja con su cola y la pone en mi frente. No la había visto desde hace rato.

—"Hola hermosa, ¿Encontraste algo?" —susurre cansado.

—"Es un basilisco maestro, hable con ella, al parecer un brote de magia la despertó, y decidió por su cuenta cumplir con lo que su amo le mando, está loca, al parecer estar encerrada e invernando tanto tiempo le afecto"—agradecí estar acostado, un basilisco, me mantendré lejos de esa voz, soy demasiado joven para morir. Justo en ese momento apareció Dobby y supe quien era el culpable de mi accidente, lo mire con frialdad, tengo que buscar una forma de que deje de fastidiarme. Los ojos del tamaño de pelotas de tenis del elfo doméstico me miraban desorbitados a través de la oscuridad. Una sola lágrima le bajaba por la nariz larga y afilada. Fue lo único que evito que lo hechizara, ya que al parecer piensa que me protege.

Se sonó la nariz con una esquina del sucio almohadón que llevaba puesto; su aspecto era tan patético que sentí que se me pasaba el enojo, aunque no quería. Lo convencí de que se fuera, hablaría con el mas tarde. Justo en ese momento se escucharon ruidos fuertes.

Dumbledore entró en el dormitorio, vestido con un camisón largo de lana y un gorro de dormir. Acarreaba un extremo de lo que parecía una estatua. La profesora McGonagall apareció un segundo después, sosteniendo los pies. Entre uno y otra, dejaron la estatua sobre una cama.

—Traiga a Madame Pomfrey —susurró Dumbledore, y la profesora McGonagall desapareció a toda prisa pasando junto a los pies de mi cama, estoy inmóvil, haciéndome el dormido. Oí voces apremiantes, y la profesora McGonagall volvió a aparecer, seguida por la Madame Pomfrey, que se estaba poniendo un jersey sobre el camisón de dormir.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Madame Pomfrey a Dumbledore en un susurro, inclinándose sobre la estatua.

—Otra agresión. Minerva lo ha encontrado en las escaleras—explicó Dumbledore.

—Tenía a su lado un racimo de uvas. Suponemos que intentaba llegar hasta aquí para visitar a Potter. —dijo la profesora McGonagall, no pude evitar hacer una mueca de disgusto, que tiene que estar buscándome. Un rayo de luna le caía sobre el rostro. Era Colin Creevey. Tenía los ojos muy abiertos y sus manos sujetaban la cámara de fotos encima del pecho.

—¿Petrificado? —susurró la señora Pomfrey.

—Sí, pero me estremezco al pensar... Si Albus no hubiera bajado por chocolate caliente, quién sabe lo que podría haber... —dijo la profesora McGonagall.

Los tres miraban a Colin. Dumbledore se inclinó y desprendió la cámara de fotos de las manos rígidas de Colin.

—¿Cree que pudo sacar una foto a su atacante? —le preguntó la profesora McGonagall con expectación. Dumbledore no respondió. Abrió la cámara.

—¡Por favor! —exclamó Madame Pomfrey.

Un chorro de vapor salió de la cámara. Yo que me encontraba tres camas más lejos, me llegó el olor agrio del plástico quemado.

—Derretido, todo derretido... —dijo asombrada Madame Pomfrey.

—¿Qué significa esto, Albus? —preguntó apremiante la profesora McGonagall.

—Significa que es verdad que han abierto de nuevo la Cámara de los Secretos—contestó Dumbledore, Madame Pomfrey se llevó una mano a la boca. La profesora McGonagall miró a Dumbledore fijamente.

—Pero, Albus..., ¿quién...? —la profesora estaba impactada.

—La cuestión no es quién; la cuestión es cómo—dijo Dumbledore, mirando a Colin. Yo también quiero saber cómo. Y a juzgar por lo que pude vislumbrar de la expresión sombría de la profesora McGonagall, ella no lo comprendía mejor que él.


Pov Nicholai

Despues de ir personalmente a ver a cada seguidor que tengo en cada país, para darle a conocer mi regreso decidí dirigirme a Hogwarts, quiero saber porque el basilisco está despierto, es imposible, así que tendré que preguntarle personalmente. Me dirigí a la parte trasera de la cámara secreta por donde el basilisco debe de estar saliendo para cazar y alimentarse.

Al entrar lo encontré durmiendo, lo mire con cautela, que su mirada no me haga nada no quiere decir que sea inconsciente, pero necesito saber qué es lo que está pasando.

 "Despierta" sisee, me tense cuando un ojo se abrió viéndome fijamente. Agradezco ser el heredero de Merlín sino en este momento estaría muerto.

 "Maestro ya empecé con lo que su antecesor me ordeno" me miro orgullosa de lo que está haciendo, en otro tiempo me hubiera emocionado, pero en este momento no, menos ahora que veo el brillo desquiciado en sus ojos, Harry puede estar en peligro si no lo resuelvo.

 "¿Quién te despertó?" sisee tranquilamente.

 "Una onda mágica, no muy poderosa, pero si lo suficiente para perturbar mi sueñosiseo algo molesto.

 "Ya veo" no pienso quebrarme la cabeza, simplemente la matare, cuando vio que no dije nada más cerro de nuevo los ojos, transfigure una roca que está cerca en un gallo, me aleje lo suficiente y con imperius le ordene que cantara, cuando lo hizo el basilisco abrió los ojos bruscamente, para que después quedaran sin vida, una vez resuelto el problema, me dirigí a la salida, no quiero que el vejete ese me vea, y me reconozca. Ahora solo tengo que escribirle a Harry informándole de la situación y que ya lo resolví. Pero antes tengo que invocar a mis seguidores de Inglaterra, aun no estoy seguro que Severus este de mi lado por lo que por el momento lo dejare fuera, en esta ocasión no puedo permitirme ningún fallo.

Notas finales:

Bueno chicas espero que les haya gustado el capi, agradezco a todas sus reviews, ya estoy a la mitad del próximo.

Nos seguimos leyendo

Bella.


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