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Vestigia in mendacio por BellatrixBlack25

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Notas del capitulo:

Los personajes de Harry Potter no me pertenecen son de J.K Rowling.

Summary: Harry es un niño con una inteligencia, astucia y actitud que muchas personas no esperaban en el, además de que poco a poco se va dando cuenta que los hechos y las personas no son como se dan a conocer, dejando detrás de ellos rastros de mentiras que Harry va descubriendo. Luchando también contra las personas que quieren controlarlo y matarlo solo por ser quien es.

Parsel- “Hola”

Hechizos- Accio

Recuerdos- [Hola]

 

Capitulo 3 El pasar Del tiempo

Han pasado seis años, dentro de dos semanas cumpliré once, con el transcurso del tiempo me di cuenta que no todo sería tan sencillo, conocí a una persona que considere mi abuelo. El me enseño muchas cosas, también me informo del antiguo compañero de Callidus, fue una verdadera sorpresa. He cambiado mucho ya no soy el niño ingenuo de antes, aún recuerdo cómo fue que todo comenzó.

[Estaba terminando de hacer mis deberes, lo más rápido que mis pequeñas manos me permitían, tenía pensado terminarlo todo, ya que no sabía cuánto tardaría en volver y no podía arriesgarme a que tío Vernon me golpeara de nuevo.

Escúchame fenómeno, más vale que la casa este intacta para cuando regresemos sino... —gruño tío Vernon, lo dejo incompleto pero el solo hecho que levantara el puño me dejo claro lo que me pasaría.

Cuando estuve seguro que los Dursley se habían ido, me dirigí a la habitación de Dudley, de ahí saque una chaqueta negra con capucha que me ayudaría a ocultar mi identidad, me quedaba enorme como toda su ropa, pero en esta ocasión me beneficiaba.

—"Callidus ¿Cómo iremos al Callejón de diagon?" —pregunte mientras subía el cierre de la chaqueta.

—"Yo solo conozco una forma joven maestro, por la chimenea"podría usar la de la vieja de los gatos, solo espero que ella sepa cómo se usa.

—"Si uso la chimenea de la vieja squib ¿qué tendría que hacer?"—mientras me dirigía al jardín para observar si la vieja se encontraba cerca, usualmente a esta hora siempre va de compras por lo que esperaba que no cambiara su costumbre.

—"Solo tiene que decir caldero chorreante fuerte y claro mientras lanza unos polvos"entiendo, cruce la cerca y entre a la casa llena de gatos por todos lados, me dirigí a la chimenea y busque los polvos que Callidus menciono, cuando los encontré entre a la chimenea, estaba muy nervioso ya que nunca había viajado a ningún lado de esta forma.

Caldero chorreantedije mientras lanzaba los polvos me pareció que lo succionaban por el agujero de un enchufe gigante y que estaba girando a gran velocidad. El bramido era ensordecedor, intente mantener los ojos abiertos, pero el remolino de llamas verdes me mareaba. Algo duro me golpeó en el codo, así que lo sujete contra mi cuerpo, sin dejar de dar vueltas y vueltas. Luego fue como si unas manos frías me pegaran bofetadas en la cara. A través de las gafas, con los ojos entornados, vi una borrosa sucesión de chimeneas y vislumbre imágenes de las salas que había al otro lado, sentía que la poca comida se revolvía en mi estómago. Cerré los ojos de nuevo deseando que aquello cesara y entonces, caí de bruces sobre una fría piedra y las gafas se me rompieron.

Mareado, magullado y cubierto de hollín, me puse de pie con cuidado y me quité las gafas rotas. Estaba en un pub oscuro y destartalado.

— "¿Qué hago ahora Callidus?" —siseé muy bajo para que nadie me escuchara. Callidus estaba enrollada en mi cuello, parecía un collar debido a que se encogió muy pequeñita.

—"Hay que ir a la parte trasera, ahí hay una pared de ladrillos detrás de ella se encuentra el callejón, joven maestro"hice lo que me dijo, pero al estar frente a la pared me quedé frente a esta como idiota.

—"Y ahora ¿Qué hago? "— me sentía estúpido estar repitiendo lo mismo siempre, pero el no saber algo me desconcertaba y eso no me gustaba, al ver que esta no se movía no me quedaba de otra más que preguntar.

—"Se tiene que tocar los ladrillos en un patrón que no recuerdo, lo lamento"dijo arrepentida solo pude suspirar y pensar en una solución, si esta entrada la usan muchos magos quiere decir que alguno tendrá que venir, tendremos que esperar. Me escondí detrás de unos cubos de basura, ya habían pasado quince minutos y estaba perdiendo la esperanza, cuando vi a dos magos acercarse, uno toco los ladrillos con su varita me aprendí el patrón con la esperanza de poder abrirlo yo mismo la próxima vez, aunque esperaba que la varita no fuera indispensable sino tendría que hacer esto siempre.

El ladrillo que había tocado se estremeció, se retorció y en el medio apareció un pequeño agujero, que se hizo cada vez más ancho. Unos segundos más tarde estaban contemplando un pasaje abovedado lo bastante grande, un paso que llevaba a una calle con adoquines, que serpenteaba hasta quedar fuera de la vista.

Sonreí con asombro y entre en el pasaje, miré rápidamente por encima de mi hombro y vi que la pared volvía a cerrarse. El sol brillaba iluminando numerosos calderos, en la puerta de la tienda más cercana. «Calderos - Todos los Tamaños - Latón, Cobre, Peltre, Plata - Automáticos - Plegables», decía un rótulo que colgaba sobre ellos.

Desee tener ocho ojos más. Movía la cabeza en todas direcciones mientras iba calle arriba, tratando de mirar todo al mismo tiempo: las tiendas, las cosas que estaban fuera y la gente haciendo compras. Una mujer regordeta negaba con la cabeza en la puerta de una droguería cuando pasamos, diciendo: -Hígado de dragón a diecisiete sickles la onza, están locos...- era realmente fascinante todo lo que había aquí.

Un suave ulular llegaba de una tienda oscura que tenía un rótulo que decía: «El emporio de las lechuzas. Color pardo, castaño, gris y blanco». Varios chicos más grandes que yo, pegaban la nariz contra un escaparate lleno de escobas. -Miren -oí que decía uno, la nueva cometa, la más veloz- señalando una escoba que estaba en exhibición.

Algunas tiendas vendían ropa; otras, telescopios y extraños instrumentos de plata que nunca había visto. Escaparates repletos de bazos de murciélagos y ojos de anguilas, tambaleantes montones de libros, plumas y rollos de pergamino, frascos con pociones, globos con mapas de la luna. Ni en mis más locos sueños podría imaginar nada de lo que estoy viendo en este momento. Vi una librería la cual estaba ubicada al lado del emporio de las lechuzas.

Entre y un montón de libros me recibieron era como estar en el paraíso, me acerqué al estante y escogí uno de los libros de los cuales podía alcanzar, Pociones para principiante se veía interesante así que me puse a leer. Desde ese día empezaron mis escapadas en ocasiones iba en la mañana en otras hasta en la tarde dependiendo de si podía, ya había pasado un mes y me había leído la mayoría de los libros, hasta ahora mis preferidos son los de pociones, defensa contra las artes oscuras y el de criaturas mágicas, me he dado cuenta de que son libros que usaron los estudiantes porque la mayoría son donados, también me he leído cuentos, tengo que admitir que mi favorito son los cuentos de Beedle el Bardo, aunque el de los animales fantástico no está mal. También he leído sobre muchos magos famosos como Nicolás Flamel quien creó la piedra filosofal. Lo más desconcertante fue leer un libro sobre mi "vida". Otra cosa de la cual me di cuenta es que todos estos libros son demasiada luz por decirlo de alguna manera critican a familias que al parecer se relacionaron con el señor oscuro como los Malfoy, Black, Nott, Parkinson entre otros y hablan maravillas del Ministerio, yo que solo soy un niño sé que los gobiernos son corruptos y este no es la excepción. De igual forma no pienso que esas familias sean blancas palomas, pero sé que no todo lo que está aquí es cierto.

—"Joven maestro si quiere saber las opiniones de ambos lados podemos ir a la biblioteca que frecuentaba mi antiguo maestro, está en el callejón Knockturn, cuando entremos ahí tomare una forma un poco más grande para que nadie intente hacerle daño"dijo Callidus después de todo, desde que empecé a venir, ha estado como un collar en mi cuello.

Nos dirigimos donde Callidus me dijo y ahora comprendo porque quería tener un tamaño más intimidante,Sujetándome delante de la cara las gafas rotas, ya que la cinta adhesiva no las sostenía bien, mire en torno. Había salido a un lúgubre callejón que parecía estar lleno de tiendas dedicadas a las artes oscuras. Borgin y Burkes, parecía la más grande, pero enfrente había un horroroso escaparate con cabezas reducidas y dos puertas más abajo, tenían expuesta en la calle una jaula plagada de arañas negras gigantes. Dos brujos de aspecto miserable me miraban desde el umbral y murmuraban algo entre ellos. Me aparte asustado, procurando sujetarme bien las gafas y seguir por donde Callidus me guiaba. Había también una tienda en la que vendían velas envenenadas. Intente tranquilizarme y recordar que ella me protegería de cualquier cosa o persona.

— ¿No estarás perdido, cariño? me dijo una voz al oído, haciéndome dar un salto.

Tenía ante mí a una bruja decrépita que sostenía una bandeja de algo que se parecía horriblemente a uñas humanas enteras. Me miraba de forma malévola enseñando sus dientes sarrosos. En ese momento Callidus salió mostrando sus colmillos provocando que la bruja se asustara y todas sus uñas se cayeran. La ignoré y con miedo seguí mi camino hasta quedar de pie frente a lo que parecía una librería, aunque no tenía muy buen aspecto. Cuando entre vi a un anciano muy bajo y su mirada no era nada amistosa.

Buenos díasfue lo único que dije antes de dirigirme a los estantes que estaban más cerca de mí, aquí había libros de todo tipo, tanto oscuros como de la luz, no pude evitar emocionarme y quedar encantado con esta librería. Han pasado ocho meses desde que descubrí este nuevo mundo, a pesar de gruñirme, el anciano no se molesta que venga solo a leer y no le compre nada, tengo que conseguir una forma de ganar dinero ya que las escapadas por la chimenea de la vieja de los gatos se me están complicando, según uno de los libros que leí, hay otro transporte que se llama autobús noctambulo, a pesar de que se use la varita para solicitarlo si una persona lo deseara aparecería, pero cobran cierta tarifa por llevarte. Por suerte los Dursley no se han dado cuenta de mis escapadas ya que siempre llego antes de que tío Vernon regrese del trabajo y a tía Petunia no le importa mientras haga todos mis deberes.

Disculpe señor, me preguntaba si me podría dar trabajo aquí, puedo ayudarle a limpiar y acomodar los librosdije con firmeza, después de todo el me conoce desde hace casi un año. Vi que me observo ceñudo, como analizándome. Sé que es ilegal contratar niños, pero el callejón de Knockturn es conocido por su ilegalidad.

— ¿Cómo te llamas niño? —no pude evitar ruborizarme al darme cuenta que no me había presentado. A pesar de venir hace mucho no me atrevía a hablarle.

Henryfue lo único que dije, no podía decir mi verdadero nombre porque se daría cuenta quien soy y nadie debe de enterarse que he estado en el mundo mágico.

Bien soy Robert, te contratare solo porque me puedes ser útil, no quiero que le digas a nadie que trabajas aquí se supone que no debemos de contratar niños, te pagare un galeón al día gruño el señor Robert, solo pude sonreír feliz. Desde ese entonces pasaron los años más felices de mi vida.

— ¿Te puedo llamar abuelo? —pregunte un día esperanzado, acababa de cumplir siete años sería el mejor regalo de mi vida.

— ¿Acaso no tienes abuelo? ¿Por qué quieres llamar así a un viejo chocho como yo? gruño molesto.

No, eres la única persona a la cual quiero como una familia y sería el mejor regalo de cumpledije cohibido bajando la mirada esperando ser rechazado de nuevo, ya había dejado de considerar a los Dursley mi familia al punto que hay ocasiones en que olvido decirles tío lo que ocasiona que Vernon me golpee y Petunia me abofetee por irrespetuoso, sé que el señor Robert es diferente porque a pesar de que me gruñe puedo ver cariño en sus ojos.

Bien como quieras mocoso, ahora ponte a trabajarsolo pude sonreír feliz, vi que apartaba la vista, pero no me importaba.

Gracias abuelo Robbiemientras que corrí a limpiar los estantes, alcance a escuchar mocoso impertinente, pero lo decía con cariño. A los meses me entere de quien era en realidad el antiguo compañero de Callidus, después de que se la presentara a pesar que según Callidus ya lo conocía ese día también le conté mi verdadera identidad, aunque él me dijo que ya lo sabía, debido a que un día que quebré mis gafas de nuevo y estas se cayeron, al buscarlas me golpee en la cabeza, el abuelo me tuvo que sanar y dijo que en ese momento vio mi cicatriz pero que no dijo nada esperando que yo le tuviera confianza y le contara. Le conté como ha sido mi vida, de cómo me entere de que soy un mago y el motivo por el que quería aprender. Él se enojó mucho con los Dursley queriendo saber dónde viven para maldecirlos por suerte lo calme desde ese entonces nuestro lazo se fortaleció.

Al día siguiente empezaron mis lecciones: política, arte, música, danza, me enseño todo sobre la magia que sabía, a utilizar máscaras, manipular, todo lo que pensó que necesito. Al ver mi rostro de sorpresa por todo su conocimiento, me dijo que su familia antes era rica y al ser sangre pura aprendió todas estas cosas desde niño, debido a una mala inversión. Su familia perdió todo su dinero, sus padres tuvieron que vender todo excepto los libros, que eran los que tenía el en posesión.

Su nombre era Lycoris Black II, un squib fiel seguidor del señor oscuro, pero no mortífago por obvias razones. Un erudito que le gustaba experimentar, Callidus es uno de sus experimentos. A pesar de no poder hablar Parsel, siempre quiso tener una serpiente poderosa como la que el Lord oscuro tenia. Tengo que admitir que lo consiguió, no se verá una serpiente como ella, ni con las habilidades que esta posee. Debe ser el destino que haya llegado a ti. Sabes yo tengo muchos de los libros que el llego a publicar pero que fueron confiscado por el Ministerio catalogándolo como oscuros, hay algunos que son únicos que él me obsequiodijo con una sonrisa, yo solo pude asentir emocionado además de mis clases de etiqueta y magia, las cuales practicaba con su varita, los hechizos no me salían bien pero dijo que mejoraría mucho cuando tuviera mi propia varita, también practique magia sin varita esta me costaba aún más pero al menos lograba varios hechizos de primer año, empezamos a entrenar con Callidus para que ella pudiera usar sus habilidades al máximo. El abuelo también insistió en comprarme ropa de calidad y arreglarme la vista porque según él, ser miope era una desventaja si mis gafas eran rotas.

Así que juntos fuimos al callejón de diagon donde me compro mucha ropa, todas eran de tonos oscuros y luego fuimos a un establecimiento que se llama «Tenga mejor vista que un dragón» fue doloroso ya que según el mago que nos atendió, dependiendo del problema de la vista seria la intensidad del tratamiento en mi caso la miopía.

Era feliz a pesar de seguir viviendo con los Dursley, ahora tenía una pequeña familia con mi abuelo y Callidus, pero todo cambio un día, justamente en mi cumpleaños número diez, cuando entré a la tienda del abuelo esta estaba completamente vacía, no había ningún libro a la vista empecé a pensar lo peor.

—"Joven maestro, su abuelo está arriba en su habitación"ahora Callidus podía identificar la firma mágica de cada mago y bruja si estaba a mí alrededor mucho tiempo, no había acabado de hablar cuando empecé a subir las escaleras de dos en dos. Al entrar el escenario que me recibió fue el más horroroso, mi querido abuelo estaba en cama mortalmente pálido y todo ensangrentado, vi como movía su mano para que me acercara.

— ¿Qué te paso abuelo? —dije con voz quebrada y tratando de contener las lágrimas.

— El viernes después de que te fuiste hubo una redada, al parecer los Aurores pensaron que uno de los bandidos se había metido en mi establecimiento cuando baje a ver qué pasaba. Dos de ellos me lanzaron hechizos uno era cortante y el otro daño mis órganos internos, debido a que escucharon explosiones afuera no les importo dejarme tirado, me desmaye. Al despertar llame a mi elfo gracias a su ayuda quien me transporto a San Mungo logre sobrevivir lo suficiente para poder verte mi niño. Ya era demasiado tarde solo pudieron curar mis heridas, pero mis órganos estaban totalmente dañados, si los Aurores me hubieran enviado a San Mungo al instante probablemente los Medimagos hubieran logrado hacer algodijo con voz entrecortada y resentida, le di un poco de agua para que se le calmara.

Te he estado esperando mi niño, no me quería irme sin darte unos últimos consejosgruño de dolor con una sonrisa triste.

No digas eso abuelo, ya verás que te pondrás biendije llorando.

Sabes que no es así eres muy inteligente Harry, escúchame mi niño, con las pocas fuerzas que me quedaban fui a Gringotts y deje lo que he ahorrado en toda mi vida a tu nombre. Les pedí que te lo entregaran apenas yo muera, no es mucho, pero te servirá para comprarte tus cosas, ves ese baúl de alládijo señalando un hermoso baúl color negro con bordes metálicos en plata, vi que tenía mis iniciales.

Es un baúl de cinco compartimentos, dependiendo de las piedras que toques aparecerá un compartimento. Este posee una habitación, una biblioteca, un laboratorio de pociones, un boticario y un salón de duelos, todo bien equipado. Dentro de la biblioteca están todos los libros que estaban en la tienda, tienes que echar tres gotas de tu sangre al igual que a las bolsitas de cuero de color negro y verde que están sobre este, hazlo mi niño ya te diré para que sonhice lo que me pidió eche tres gotas de sangre tanto en el baúl como a las bolsitas de cuero para luego acercarme de nuevo donde mi abuelo.

Muy bien mi niño, las bolsitas de cuero te permitirán sacar dinero, el bolsito verde es el muggle y el negro el mágico, solo debes de pedir la cantidad que necesites, ahora nadie podrá abrir ese baúl ni tampoco moverlo, para encogerlo solo debes de tocarlo con tu mano y desearloacabo tosiendo sangre me alarme y le di más agua, desde que llegue no he dejado de llorar.

Abuelo ¿porque los Aurores no te ayudaron? —pregunte con la voz quebrada aprovechando que ya no me daría más indicaciones.

Mi pequeño ángel, personas como yo solo somos escoria para la sociedad, creo que estuvieron felices de que me muriera desangrandodijo con una sonrisa triste, como si esto ya le hubiera pasado antes.

— Escucha me hubiera gustado decirte esto cuando ya entraras a Hogwarts, ya que sabría en que casa quedarías, pero debido a la circunstancia te lo diré ahora, tus posibilidades son Slytherin o Ravenclaw, si quedas en la casa de las águilas no te costara adaptarte, recuerdas lo de las máscaras que te enseñesolo pude asentir, ya que él me enseño como camuflarme acorde a la situación.

Utiliza la que te convenga para que los puedas analizarlos y ver que son de confianza, que se acercan a ti por tu persona y no tu famavolví asentir porque las palabras no me salían.

Si quedas en la casa de las serpientes, no muestres vulnerabilidad en nada, ellos usaran eso en tu contra. Además de que es probable que muchos sean hostiles ya que tú eres el niño que vivió. Delante de los profesores se el alumno modelo, simpático, no trates de destacar recuerda que no quieres atraer más de lo necesario la atención de las personas, con tu fama lo consigues sin desearlo, lamentablemente si quedas en Slytherin será repudiado por las otras casas, pero veras que cuando te acepten en Slytherin eso no te importara porque a pesar de que se ven fríos y prejuiciosos son leales con los suyos debes de aprender a ganártelos, para ellos lo importante es el poder y dinero. Tu mi niño tienes las dos cosas demuéstraselos y sentirás Hogwarts como tu casa y tus compañeros de Slytherin como familia se supone que me dirá todo esto cuando este en Hogwarts no me lo tiene que decir ahora.

Y lo principal mi niño, mi hermoso ángel, no confíes en Albus Dumbledoredijo con mucha seriedad, solo asentí sabiendo a que se refería. Hemos estado investigando y descubrimos que Dumbledore me puso con los Dursley, el abuelo piensa que es para que yo fuera un niño vulnerable anhelante de afecto y familia, lamentablemente para él, no contaba que yo fuera inteligente y empezara a planear un mejor futuro para mí y que encontrara a mi querido abuelo en el proceso.

-No lo hare abuelito-dijo sollozando.

-Te amo, eres una luz que llego a mi vida en un momento de oscuridad, cuídate-dijo con una sonrisa.

-Yo también te amo abuelito, pero ya verás que te pondrás bien no te preocupes- me miro con tristeza para luego dar su último suspiro. Lo llame y llame, pero no me escuchaba, Callidus trataba de consolarme, pero no lo conseguía me quede dormido, cuando me di cuenta había pasado todo el día y noche al lado de su cama.

-Amito, mi nombre es Rossi soy elfa del amo Robert, me dejo indicaciones para que preparara su entierro, solo me queda llevarlo-dijo Rossi, solo asentí.

- ¿Dónde lo enterraras? -pregunte con voz ronca de tanto llorar.

-En el cementerio del Valle de Godric, la familia del amo Robert ha sido enterrada ahí por generaciones y él me pidió que hiciera lo mismo, además de ahora en adelante seré su elfa doméstica, por lo que cada vez que me llame estaré para usted amito Harry-dijo mientras tocaba el cuerpo del abuelo y desapareció. Me quede viendo la cama manchada de sangre como una hora, me dirigí al baúl que me dejo guarde las dos bolsas en el compartimento de la habitación y desee que se encogiera cuando lo hizo lo guarde.

Después de que murió, sentí tanta rabia y odio contra los Aurores, esta sociedad que no aceptan a las personas, solo porque prefieren algo que ellos llaman oscuro, por los Dursley ya que por culpa de ellos me separe de mi abuelo y no lo pude ayudar y cuidar cuando más me necesitaba. Al llegar a la casa Vernon me recibió con un fuerte golpe en el rostro que me tiro al suelo. Pero ya no permitiría que estos estúpidos muggles me trataran de esta forma, al abuelo no le gustaría.

— ¿Dónde estabas maldito mocoso? ¿Y quién te compro esa ropa tan costosa y rara? nos has estado robando —rugió furioso, desde que el abuelo me las compro solo las usaba en el mundo mágico cuando venía aquí me las cambiaba, las tenía escondida en mi "cuarto" y como ninguno de ellos entraba, nunca la vieron.

—"Callidus, muéstrate en tu verdadera forma y enróllate en el"sisee furioso, vi con deleite como ella crecía y se enrollaba en él, escuche a Petunia gritar y Dudley palidecer hasta que se desmayó.

Escúchenme bien porque no lo repetiré de nuevo, si vuelven a ponerme un dedo encima se arrepentirá, hare que Callidus se coma al gordo de su hijo. Para que vivamos tranquilo tendrán que aceptar mis condiciones en realidad es muy simple déjenme vivir en paz, no hare más quehaceres de la casa y quiero que me den el segundo cuarto de Dudley, no tienen que darme los tres platos de comida, con solo el desayuno me basta. Si se les ocurre decirle a alguien sobre esto lo lamentaransisee furioso lo último, podría comer en Londres muggle ahora que mi abuelo me dejo sus ahorros.

Desde ese día mi vida cambio por completo me volví frio, sarcástico y solitario, no confiaba en las personas porque me di cuenta que no todos eran lo que decían ser, una prueba clara era esa vieja de los gatos que pareciera que se preocupara por mí, pero nunca hizo nada para remediar el infierno de vida que llevo. Callidus era la única en la que podía confiar, por el momento. Fui a Gringott para firmar los documentos necesarios que me hacían heredero de mi abuelo, él decía que no era mucho, pero para mí quinientos mil galeones era demasiado, pero la herencia que más me gusto y que atesorare por siempre son sus libros.]

—Tienes correspondencia—dijo Petunia indiferente haciéndome volver a la realidad, desde que les mostré a Callidus esta se paseaba por la casa recordándoles nuestro "acuerdo". La tomé y vi que era la carta de aceptación de Hogwarts, mi rostro no reflejaba nada, pero por dentro me sentía intrigado y emocionado.

Señor H. Potter

Segundo cuarto de Dudley Dursley

Privet Drive, 4

Little Whinging

Surrey

Lo abrí para ver su contenido y saber qué movimiento realizar ahora.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA

Director: Albus Dumbledore

(Orden de Merlín, Primera Clase,

Gran Hechicero, Jefe de Magos,

Jefe Supremo, Confederación

Internacional de Magos).

Querido señor Potter:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall

Directora adjunta

Busque una hoja de papel de mi cuaderno ya que sería sumamente raro que respondiera con mi pergamino.

Querida Subdirectora McGonagall:

Agradezco su invitación, con mucha emoción acepto asistir, pero tengo dudas con respecto al material que debo de llevar me podría informar ¿Dónde lo tengo que comprar?

Se despide cordialmente

Harry J. Potter

Me asome por la ventana para ver si estaba la lechuza cerca, al verla levante la mano para que se acercara al hacerlo, le ate la nota y se la mande a McGonagall. Si se sorprendían por como supe enviar la respuesta, puedo decir que mi adorable tía me dijo.

Los días pasaron sin tener noticias, estaba en mi habitación platicando con Callidus cuando escuchamos fuertes golpes, le pedí que se encogiera y baje para ver quién era, delante de mí estaba la persona más grande que he visto en toda mi vida. Petunia estaba pálida, pero lo hizo pasar rápido antes de que los vecinos lo vieran. Me puse analizarlo antes de bajar por completo.

Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.

—Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil—Se desparramó en el sofá, haciendo que este chirriara por su peso, donde Dudley estaba petrificado de miedo.

—Levántate, bola de grasa—dijo el desconocido. Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba agazapada detrás de Vernon.

— ¡Ah! ¿Y dónde está Harry? —dijo el gigante. Me acerqué donde estaban todos vi como el gigante me miró fijamente algo sorprendido.

—La última vez que te vi eras sólo una criatura —dijo el gigante, juntando sus manos mostrando un tamaño.

—Te pareces un poco a tu padre, pero tienes los ojos y el cabello de tu madre excepto por el color, ella era pelirroja, aunque veo que tienes algunos mechones-dijo el gigante algo dudoso. Vernon dejó escapar un curioso sonido.

— ¡Le exijo que me diga enseguida, que hace aquí señor! —exclamo Vernon, una mirada fría de mi parte y cerró con un tecleo la boca.

—Bah, cierra la boca, Dursley, grandísimo majadero—dijo el gigante, yo no comente nada deje que pensara que se había callado porque él se lo dijo.

—De todos modos, Harry—dijo el gigante, dando la espalda a los Dursley.

—Te deseo un muy Feliz cumpleaños Tengo algo aquí. Tal vez lo he aplastado un poco, pero tiene buen sabor—Del bolsillo interior de su abrigo negro sacó una caja algo aplastada. La abrí. En el interior había un gran pastel de chocolate pegajoso, con «Feliz Cumpleaños, Harry» escrito en verde. No pude evitar sonreír fríamente, mi abuelo siempre me compraba un pastel y juntos lo celebrábamos, pero desde su muerte mi cumpleaños es todo menos feliz, ya que fue el día en que el murió. Observe al gigante que me miraba risueño él no tiene la culpa, además mi abuelo me enseño ser cortes.

—Gracias ¿Quién es usted? —pregunte después de agradecer su gesto.

—Es cierto, no me he presentado. Rubeus Hagrid, Guardián de las Llaves y Terrenos de Hogwarts—dijo estirando su gigantesca mano la cual estreche por cortesía no sentía que él fuera malicioso.

Tenía pensado decir que no sabía nada sobre mis padres, pero sería tedioso escuchar de nuevo la explicación, así que solo le pregunte sobre la muerte de mis padres, quería saber que me diría.

—Comienza, supongo, con... con una persona llamada... pero es increíble que no sepas su nombre, todos en nuestro mundo lo saben... — estaba balbuceando lo que hacía que me costara entenderle.

— ¿Quién? — pregunte insistente a pesar de que ya sabía.

—Bueno, no me gusta decir el nombre si puedo evitarlo. Nadie lo dice— bien eso es estúpido, pero seguí haciéndome el confundido.

— ¿Por qué no? — dije curioso, después de todo supuestamente ya estaba muerto, aunque el abuelo siempre pensó que seguía vivo.

—Gárgolas galopantes, Harry, la gente todavía tiene miedo. Vaya, esto es difícil. Mira, estaba ese mago que se volvió malo. Tan malo como te puedas imaginar. Peor. Peor que peor. Su nombre era… — Hagrid tragó, pero no le salía la voz.

— ¿Quieres escribirlo? —sugerí al ver que le costaba.

—No, no sé cómo se escribe. Está bien, Voldemort. —Hagrid se estremeció, yo solo espere que continuara.

—No me lo hagas repetir. De todos modos, este... este mago, hace unos veinte años, comenzó a buscar seguidores. Y los consiguió. Algunos porque le tenían miedo, otros sólo querían un poco de su poder, porque él iba consiguiendo poder. Eran días negros, Harry. No se sabía en quién confiar, uno no se animaba a hacerse amigo de magos o brujas desconocidos... Sucedían cosas terribles. Él se estaba apoderando de todo. Por supuesto, algunos se le opusieron y él los mató. Horrible. Uno de los pocos lugares seguros era Hogwarts. Hay que considerar que Dumbledore era el único al que Quien-tú-sabes temía. No se atrevía a apoderarse del colegio, no entonces, al menos—dijo tartamudeando en algunas partes.

—Ahora bien, tu madre y tú padre eran la mejor bruja y el mejor mago que yo he conocido nunca. ¡En su época de Hogwarts eran los primeros! Supongo que el misterio es por qué Quien-tú-sabes nunca había tratado de ponerlos de su parte. Probablemente sabía que estaban demasiado cerca de Dumbledore para querer tener algo que ver con el Lado Oscuro.

Tal vez pensó que podía persuadirlos... O quizá simplemente quería quitarlos de en medio. Lo que todos saben es que él apareció en el pueblo donde ustedes vivían, el día de Halloween, hace diez años. Tú tenías un año. Él fue a su casa y.… y... — tartamudeando de pronto, Hagrid sacó un pañuelo muy sucio y se sonó la nariz con un sonido como el de una corneta.

—Lo siento—dijo con tristeza, una que lamentablemente yo no compartía, al menos no la misma tristeza que el experimenta sino una menor, no es que no los quiera, agradezco el que me hayan salvado la vida, pero nunca los conocí, aunque me hubiera gustado se ve que eran increíbles. Cuando le pregunte al abuelo si era malo no experimentar esa tristeza cuando me hablaba de ellos, me dijo que era normal, ya que al no conocerlos no tengo ese sentimiento de pérdida.

—Pero es tan triste... pensar que tu madre y tu padre, la mejor gente del mundo que podrías encontrar...Quien-tú-sabes los mató. Y entonces... y ése es el verdadero misterio del asunto... también trató de matarte a ti. Supongo que quería hacer un trabajo limpio, o tal vez, para entonces, disfrutaba matando. Pero no pudo hacerlo. ¿Nunca te preguntaste cómo te hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando una poderosa maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu padre y la casa, pero no funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry. Nadie a quien él hubiera decidido matar sobrevivió, nadie excepto tú, y eso que acabó con algunas de las mejores brujas y de los mejores magos de la época, los McKinnons, los Bones, los Prewetts... y tú eras muy pequeño. Pero sobreviviste—algo muy doloroso estaba sucediendo en mi mente.

Mientras Hagrid iba terminando la historia, vi otra vez la cegadora luz verde con más claridad de lo que la había recordado antes y por primera vez en mi vida, me acorde de algo más, de una risa cruel, aguda y fría.

Hagrid me miraba con tristeza. Es un sueño que siempre he tenido, solo que antes de que me contaran con detalle todo, ya que Callidus se podría decir que me lo conto encimado no me había vuelto acordar de él. Pero miles de preguntas se me acumularon, ¿Cómo fue que sobreviví? ¿Qué fue lo que en verdad paso esa noche? Eran dudas que no podía pasar por alto.

—Pero ¿qué sucedió con Vol... ¿Perdón, quiero decir con Quién-usted-sabe? — dije para que dejara de verme así.

—Buena pregunta, Harry Desapareció. Se desvaneció. La misma noche que trató de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio, sabes. Se estaba volviendo más y más poderoso. ¿Por qué se fue? Algunos dicen que murió. No creo que le quede lo suficiente de humano para morir. Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento, pero no lo creo. La gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron como de un trance. No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara. La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte, pero que perdió sus poderes. Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque algo relacionado contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no contaba con que sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe... Pero algo relacionado contigo lo confundió—dijo Hagrid mirándome con respeto y afecto, no me ayudo en mucho, el abuelo ya me había contado esto. El en realidad pensaba que había más de lo que se sabía porque un bebe de un año podría sobrevivir a una maldición que nadie nunca en la historia había logrado sobrevivir.

Hice estas preguntas porque sería sospechoso que apenas enterándome no preguntara nada y por la forma en que Hagrid mencionó a Dumbledore debe de admirarlo mucho por lo que no podre confiar en él, aunque hiciera las cosas sin darse cuenta.

Después de platicar, nos dirigimos al callejón de diagon yo me puse a leer los materiales que pedían.

LIBROS

Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

— El libro reglamentario de hechizos (clase 1), Miranda Goshawk.

— Una historia de la magia, Bathilda Bagshot.

— Teoría mágica, Adalbert Waffling.

— Guía de transformación para principiantes, Emeric Switch.

— Mil hierbas mágicas y hongos, Phyllida Spore.

— Filtros y pociones mágicas, Arsenius Jigger.

— Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Newt Scamander.

— Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentin Trimble.

RESTO DEL EQUIPO

1 varita.

1 caldero (peltre, medida 2).

1 juego de redomas de vidrio o cristal.

1 telescopio.

1 balanza de latón.

Los alumnos también pueden traer una lechuza, un gato o un sapo.

SE RECUERDA A LOS PADRES QUE ALOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.

Cuando llegamos al caldero chorreante experimente por primera vez en mi vida lo que era ser famoso y no me gustó nada, que tantas personas hipócritas que no me conocen me traten con tanta familiaridad.

— ¿Lo de siempre, Hagrid? —dijo el dueño del lugar, por suerte él nunca había visto mi rostro cuando venía.

—No puedo, Tom, estoy aquí por asuntos de Hogwarts —respondió Hagrid, poniendo la mano en mi hombro y obligándome doblar las rodillas.

—Buen Dios— dijo el cantinero, mirándome atentamente.

— ¿Es éste... puede ser...? —El Caldero Chorreante había quedado súbitamente inmóvil y en silencio.

—Válgame Dios— susurró el cantinero.

— Harry Potter... todo un honor—Salió rápidamente del mostrador, corrió hacia mí y me estrechó la mano, con los ojos llenos de lágrimas.

—Bienvenido, Harry, bienvenido— no sabía qué decir. Todos me miraban. La anciana de la pipa seguía chupando, sin darse cuenta de que se le había apagado. Hagrid estaba radiante. Y yo realmente molesto, no soporto estar rodeado de tanta gente.

Entonces se produjo un gran movimiento de sillas y al minuto siguiente me encontré estrechando la mano de todos los del Caldero Chorreante.

—Doris Crockford, Harry. No puedo creer que por fin te haya conocido —yo intentaba retroceder para escabullirme.

—Estoy orgullosa, Harry, muy orgullosa—escuche el siseo irritado de Callidus que estaba conteniéndose para no empezar a morder.

—Siempre quise estrechar tu mano... estoy muy complacido—claro ahora todos quieren conocerme, pero a nadie le importo que paso conmigo los últimos once años.

—Encantado, Harry, no puedo decirte cuánto. Mi nombre es Diggle, Dedalus Diggle—dijo un hombre bajo y gordo, se me hacía conocido.

— ¡Yo lo he visto antes! —exclame antes de que me diera cuenta. Mientras Dedalus Diggle dejaba caer su sombrero a causa de la emoción.

—Usted me saludó una vez saliendo de la escuela—dije recordando como el desconocido simplemente se me acerco.

— ¡Me recuerda—¡Gritó Dedalus Diggle, mirando a todos!

- ¡Se acuerda de mí! - recuerdo un hombre loco en ese entonces pensé que era un pedófilo, eso fue antes de que supiera que era mago.

Un joven pálido se adelantó, muy nervioso. Tenía un tic en el ojo, me dio mala espina, no confiaba en él.

— ¡Profesor Quirrell! —dijo Hagrid obviamente emocionado sin notar mi irritación por este asunto.

—Harry, el profesor Quirrell te dará clases en Hogwarts— solo lo mire sin darle importancia que sería mi profesor.

—P-P-Potter —tartamudeó el profesor Quirrell, apretándome la mano.

—N-no pue-e-do decirte l-lo contento que-e estoy de co-conocerte— si es posible mi molestia aumento al pensar que alguien como él sería mi profesor y lo peor es que tenía que tratar de comprender lo que dijera.

— ¿Qué clase de magia enseña usted, profesor Quirrell? —pregunte por cortesía, tratando de aplacar mi molestia hubiera preferido venir solo.

—D-Defensa Contra las Artes O-Oscuras —murmuró el profesor Quirrell, como si no quisiera pensar en ello.

—N-no es al-algo que t-tú n-necesites, ¿verdad, P-Potter? —Soltó una risa nerviosa, adulación por favor con quien cree que está hablando.

—Estás reuniendo el e-equipo, s-supongo. Yo tengo que b-buscar otro l-libro de va-vampiros. —Pareció aterrorizado ante la simple mención.

Pero los demás, no permitieron que el profesor Quirrell me acaparara. Pero yo no soportare más que me estrechen las manos, le ordene a Callidus que asustara a las personas, ella se deslizo, sin que nadie se diera cuenta.

—Tenemos que irnos. Hay mucho que comprar. Vamos, Harry—dijo Hagrid al ver el alboroto que se produjo.

—Te lo dije ¿verdad?, Te dije que eras famoso. Hasta el profesor Quirrell temblaba al conocerte, aunque te diré que habitualmente tiembla—contuve un bufido por su exuberante emoción y nos acercamos a la entrada del callejón de diagon. Vi como tocaba el patrón para abrir acceso. El ladrillo se estremeció como de costumbre, hasta mostrar el pasaje.

—Bienvenido—dijo Hagrid emocionado.

—Al callejón de diagon—dijo fingí sorpresa y me puse a ver todo como la primera vez que vine.

—Ahora ¿Qué?, no tengo dinero—dije con intensión según lo me dijo el abuelo mi guardián mágico debe tener las llaves de las bóvedas que mis padres dejaron para mí, quería confirmar mis sospechas.

—Gringotts—dijo Hagrid cuando llegamos al familiar edificio blanco, cuando entramos vi a los Goblins, ellos me reconocieron, pero no dijeron nada con anterioridad había previsto esta visita y les pedí el favor que actuaran como si no me conocieran.

—Buenos días, hemos venido a sacar dinero de la caja de seguridad del señor Harry Potter—dijo Hagrid a un Goblin desocupado.

— ¿Tiene su llave, señor? —pregunto viéndonos con desconfianza.

—La tengo por aquí— dijo Hagrid, y comenzó a vaciar sus bolsillos sobre el mostrador, desparramando un puñado de galletas de perro sobre el libro de cuentas del Goblin. Éste frunció la nariz. Y no lo culpaba esas cosas apestaban.

—Y también tengo una carta del profesor Dumbledore —dijo Hagrid, dándose importancia

—Es sobre lo-que-usted-sabe, en la cámara setecientos trece—El Goblin leyó la carta cuidadosamente.

—Muy bien—dijo, devolviéndosela a Hagrid.

— Voy a hacer que alguien los acompañe abajo, a las dos cámaras. ¡Griphook! — Griphook era otro Goblin. Cuando Hagrid guardó todas las galletas de perro en sus bolsillos, seguimos a Griphook hacia una de las puertas de salida del vestíbulo.

— ¿Qué es lo-que-usted-sabe en la cámara setecientos trece? —pregunte con curiosidad.

—No te lo puedo decir —dijo misteriosamente Hagrid.

—Es algo muy secreto. Un asunto de Hogwarts. Dumbledore me lo confió— si como sospeche es muy leal a Dumbledore. Cuando llegamos a mi bóveda no pude evitar impresionarme había montones de monedas de oro, plata y Knuts de bronce.

—Todo tuyo—dijo Hagrid sonriente, yo solo me irrite y enoje porque teniendo todo este oro, he estado como elfo domestico de los Dursley y usando la ropa vieja de Dudley si no es por mi abuelo en estos momentos yo estaría dando un aspecto lamentable, no solo físicamente sino también intelectualmente que es algo que en verdad odio, la ignorancia. Después de coger una buena cantidad para lo que necesitaba comprar.

—Te explicare como funciona para que no te confundas Las de oro son galeones, Diecisiete sickles de plata hacen un galeón y veintinueve Knuts equivalen a un sickles, es muy fácil. Bueno, esto será suficiente para un curso o dos, dejaremos el resto guardado para ti— explico Hagrid solo asentí a pesar de que ya sabía. Vi cómo se guardaba mis llaves, se supone que me las tiene que entregar.

—Hagrid mis llaves—dije estirando mi mano y con inocencia.

—Lo siento, pero el profesor Dumbledore dijo que se las llevara—dijo con una sonrisa, pero estaba equivocado si pensaba que se lo iba a permitir, vi que se había guardado dos quiere decir que la otra debe ser de la bóveda principal como dijo el Goblin, si no las recupero ahora tal vez nunca lo haga.

—Pero Griphook me dijo que yo debía tenerlas, debido a que entre al mundo mágico por primera vez, cumpliendo los requerimientos que ellos piden, ya no sería necesario que él las tuviera en posesión—dije dándole una mirada al Goblin para que me apoyara, esos requerimientos los hice con mi abuelo que es demostrar mi verdadera identidad y firmas los papeles que me hacen activo ahora que mis cuentas han sido descongeladas. Hagrid no es malo solo confiado y usare eso a mi favor.

-Lo que el señor Potter dice es lo correcto, usted puede informárselo a Dumbledore-dijo Griphook serio, vi como Hagrid las sacaba y me las daba aun con dudas.

—Pero cuídalas—fue lo único que dijo, solo asentí. Nos dirigimos a la cámara setecientos trece donde solo había un pequeño paquetito.

—Tendrías que comprarte el uniforme —dijo Hagrid, señalando hacia «Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones».

—Oye, Harry; ¿te importa que me dé una vuelta por el Caldero Chorreante? Detesto los carros de Gringotts. —Todavía parecía mareado, solo asentí sin darle importancia.

Madame Malkin era una bruja sonriente y regordeta, vestida de color malva.

— ¿Hogwarts, guapo? —dijo, cuando entre, empezó a hablar, como siempre. El abuelo uso glamour en mí, para que nadie me reconociera cuando compramos todo mi guardarropa.

—Tengo muchos aquí. En realidad, otro muchacho se está probando ahora—En el fondo de la tienda, un niño de rostro pálido y puntiagudo estaba de pie sobre un escabel, mientras otra bruja le ponía alfileres en la larga túnica negra. Madame Malkin me puso en un escabel al lado del otro, me deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado.

—Hola— dijo el muchacho, por su porte un sangre pura eso es seguro.

— ¿También Hogwarts? —pregunto lo obvio, pero me limité a responder.

—Sí —respondí con sequedad.

—Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros, y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas— dijo el chico. Tenía voz de aburrido y arrastraba las palabras, pero sus ojos delataban lo emocionado que estaba.

—Luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carrera. No sé por qué los de primer año no pueden tener una propia. Creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera—en cierta forma me recuerda a Dudley, pero solo en lo caprichoso.

— ¿Tú tienes escoba propia? —continuó el muchacho.

—No— dije aburrido, había leído el deporte se veía interesante pero nunca pude montar en escoba, el negocio del abuelo era pequeño y no queríamos que lo libros se dañaran.

— ¿Juegas al menos al Quidditch? —este niño es un parlanchín y yo un antisocial, nunca he tenido la oportunidad de charlar con otros niños por lo que no sé cómo comportarme.

—No he tenido la oportunidad—dije, esperaba poder hacerlo en Hogwarts.

—Yo sí. Papá dice que sería un crimen que no me eligieran para jugar por mi casa, y la verdad es que estoy de acuerdo. ¿Ya sabes en qué casa vas a estar? —dijo orgulloso.

—Probablemente en Slytherin o Ravenclaw—dije tranquilamente sabiendo que esas eran las más segura.

—Bueno, nadie lo sabrá realmente hasta que lleguemos allí, pero yo sé que seré de Slytherin, porque toda mi familia fue de allí. ¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece? —dijo el chico.

—Mmm, no lo sé, pero sé que no quedare ahí —dije aburrido deseando poder conversar sobre algo más interesante.

— ¡Oye, mira a ese hombre! —dijo súbitamente el chico, señalando hacia la vidriera de delante. Hagrid estaba allí, sonriéndome y señalando dos grandes helados, para que viera por qué no entraba. Solo asentí como dije es demasiado bueno.

—Ése es Hagrid, trabaja en Hogwarts—dije viendo a la chica que ya estaba terminando mi túnica por lo que suspiré aliviado.

—Oh— dijo para nada impresionado.

—He oído hablar de él. Es una especie de sirviente, ¿no? – solo asentí, ya que eso fue lo que él me dijo.

—Es el guardabosque –dije tranquilamente.

—Sí, claro. He oído decir que es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha. Trata de hacer magia y termina prendiendo fuego a su cama—oficialmente esta conversación es la más tediosa que he tenido.

—Sinceramente, no lo conozco lo suficiente para saber su manera de vivir, lo poco que lo he tratado me ha parecido una persona común y corriente— dije con frialdad, más grande pero común.

— ¿Eso crees? — preguntó el chico en tono burlón.

— ¿Por qué está aquí contigo? ¿Dónde están tus padres? — pregunto intrigado.

—Están muertos—respondí en pocas palabras. No tenía ganas de hablar de ese tema con él.

—Oh, lo siento —dijo, aunque no pareció que le importara, y no lo esperaba es muy difícil que otras personas sientan algo cuando ni siquiera lo conocieron, yo lamentablemente me siento igual, me duele más la muerte de mi abuelo.

—Pero eran de nuestra clase, ¿no? — dijo viéndome fijamente.

—Eran un mago y una bruja, si es eso a lo que te refieres—dije cortante, molesto por su interrogatorio.

—Realmente creo que no deberían dejar entrar a los otros ¿no te parece? No son como nosotros, no los educaron para conocer nuestras costumbres. Algunos nunca habían oído hablar de Hogwarts hasta que recibieron la carta, ya te imaginarás. Yo creo que debería quedar todo en las familias de antiguos magos. Y a propósito, ¿cuál es tu apellido? — ni siquiera me ha preguntado mi nombre, así como existen magos idiotas que critican por usar magia oscura también existe personas que discriminan por el estatus hasta cierto punto los comprendo los hijos de muggles están erradicando las costumbres y atrayendo la atención de los muggles.

—Ya está listo lo tuyo, guapo—dijo Madame entregándome el paquete pague y me baje del escabel.

—Bien, te veré en Hogwarts, supongo— dijo el muchacho. Hagrid cuando asomo la cabeza para mostrarme el helado escucho que hablábamos de las casas y dijo que era mejor que estuviera en Hufflepuff que en Slytherin porque ahí solo salían magos perversos. Yo solo asentí el abuelo ya me había advertido de esto después de todo él estuvo en Slytherin. Después de hacer todas las compras por fin nos dirigíamos a comprar lo que tanto he estado esperando desde que comenzó todo, mi varita. Por suerte volví a entrar solo cuando me toco comprar el baúl, cuando salí del establecimiento solo con un bolso del mismo estilo que el baúl que compro mi abuelo con las iniciales y seguridad incluida, le dije a Hagrid que el vendedor lo encogió para mí.

—Sólo falta la varita... Ah, sí, y todavía no te he buscado un regalo de cumpleaños—dijo Hagrid lo mire un poco sorprendido.

—No tienes que—dije tranquilamente.

—Sé que no tengo que hacerlo. Te diré qué será, te compraré un animal. No un sapo, los sapos pasaron de moda hace años, se burlarán y no me gustan los gatos, me hacen estornudar. Te voy a regalar una lechuza. Todos los chicos quieren tener una lechuza. Son muy útiles, llevan tu correspondencia y todo lo demás—dijo Hagrid más emocionado el que yo. Veinte minutos más tarde, salimos del Emporio de la Lechuza, que era oscuro y lleno de ojos brillantes, susurros y aleteos. Llevaba una gran jaula con una hermosa lechuza blanca, medio dormida, con la cabeza debajo de un ala. Le agradecí sinceramente el regalo ya que la lechuza es hermosa.

—Ni lo menciones— dijo Hagrid con aspereza.

—Ahora nos queda solamente Ollivander, el único lugar donde venden varitas, y tendrás la mejor—solo asentí y lo seguí. La última tienda era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía: «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.». En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita.

Cuando entramos, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla larguirucha donde Hagrid se sentó a esperar. Me sentía algo extraño, como si hubieran entrado en una biblioteca muy estricta. Me trague una cantidad de preguntas que se me acababan de ocurrir y en lugar de eso, mire las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo. Por alguna razón, sentí una comezón en la nuca. El polvo y el silencio parecían hacer que le picara por alguna magia secreta.

—Buenas tardes— dijo una voz amable.

Di un salto por la sorpresa. Hagrid también debió de sobresaltarse porque se oyó un crujido y se levantó rápidamente de la silla. Un anciano estaba ante ellos; sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra del local.

—Hola –dije con molestia.

—Ah, sí—dijo el hombre al verme.

—Sí, sí, pensaba que iba a verte pronto. Harry Potter. —No era una pregunta

—Tienes los ojos de tu madre. Parece que fue ayer el día en que ella vino aquí, a comprar su primera varita. Veintiséis centímetros de largo, elástica, de sauce. Una preciosa varita para encantamientos—El señor Ollivander se me acercó. Aquellos ojos plateados eran un poco lúgubres.

—Tu padre, por otra parte, prefirió una varita de caoba. Veintiocho centímetros y medio. Flexible. Un poquito más poderosa y excelente para transformaciones. Bueno, he dicho que tu padre la prefirió, pero en realidad es la varita la que elige al mago—El señor Ollivander estaba tan cerca que nuestras narices casi se tocaban. Podía ver mi reflejo en aquellos ojos velados.

—Y aquí es donde— El señor Ollivander tocó la luminosa cicatriz de mi frente, con un largo dedo blanco, bien tuve suficiente de esta invasión a mi espacio personal. Le aparte el dedo con un manotazo suave.

—Lamento decir que yo vendí la varita que hizo eso—dijo amablemente y alejándose de mí al ver la molestia en mi rostro.

—Treinta y cuatro centímetros y un cuarto. Una varita poderosa, muy poderosa, y en las manos equivocadas—dijo después de su interesante conocimiento sobre varitas, buscamos la mía la cual estaba tardando en aparecer y según veo, el único emocionado con esto es el anciano, al final salí con mi varita acebo y pluma de fénix, veintiocho centímetros muy flexibles y con una nueva información, al parecer mi varita es la hermana de la de Voldemort lo que me sorprendió e intrigo en partes iguales.

Al atardecer regrese donde los Dursley, muy pronto conocería mi nuevo hogar.

Notas finales:

 


 Este es el capi más largo que he hecho, no sé si los otros serán iguales pero ya veremos.


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