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Para Akihiko, mi pequeño amor platónico por Himiko Hirisashi

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Notas del capitulo:

Hola chicas de nuevo, aquí publicando en martes 3 de marzo :D  espero que les guste este mini regalo para Akihiko!!! n.n nos leemos al final!

—Tanaka-san, soy yo— susurró Hiroki bajito mientras se acomodaba la gran mochila sobre sus hombros y se frotaba sus manos esperando afuera de la mansión Usami.  Guardó el teléfono e inmediatamente Tanaka abrió la enorme puerta.

—Buenos días Kamijou-sama— respondió el joven con una amable sonrisa

—Shhh nos van a escuchar, y ya te dije que solo "Hiroki" está bien— volvió a susurrar y Tanaka estuvo a punto de reír pero, como buen mayordomo  que era, se limitó a asentir y dejó pasar al invitado sorpresa.  Hiroki por su parte sonrió aliviado que Tanaka asintiera y hablara bajito pues así su sorpresa no sería descubierta o al menos la primera parte que estaba llevando a las seis de la mañana.

El lunes había terminado de preparar la lista que incluía hablar con Tanaka y comprar un par de globos y serpentinas que, según Google, era la forma común occidental de celebrar cumpleaños por lo que a penas llegaron de puntitas al cuarto de Akihiko, Hiroki abrió su enorme mochila sacando cuanto globo le cabía en las manos y dándole una buena cantidad a Tanaka para que lo ayudara.  Por un momento el mayordomo se quedo sorprendido del pequeño moreno delante suya que se había esmerado por el cumpleaños de Akihiko, y no pudo dejar de sentir ternura ante el acto noble del primer y único amigo del peliblanco y seguramente  la única persona que se había tomado tantas molestias para esa fecha que ni siquiera el propio Akihiko consideraba importante.

Un par de minutos después y Hiroki con las mejillas rojas de tanto soplar, había terminado de colocar los globos estratégicamente, unos unidos para hacer una flor, cortesía de Tanaka, y otros cuantos inflados con un botecito de helio que hacia de su mochila el doble de pesado que su pequeño cuerpo.

Una sonrisa triunfante se instaló en su rostro en cuanto vio toda la habitación estampada de globos, ya podía marcar como "hecho" en su pequeña lista que había empezado el fin de semana, así que a penas se despidió Tanaka de él, se dispuso a despertar a la bella durmiente que abraza a  Suzuki posesivamente

—Akihiko— susurró moviendo su hombro un poco, pero no obtuvo respuesta alguna por lo que delicadamente volvió a tocarlo...—Hey, Akihiko—  bufó bajito, seguía sin obtener respuesta alguna…

—Akihiko— y ésa era la enésima vez que lo llamaba, Hiroki hizo una mueca de fastidio mientras cruzaba los brazos, le bastó empujarlo un poco más fuerte para llegar a una absurda conclusión: mientras bakahiko tenia sueño pesado Hiroki tenía un sueño estúpidamente ligero cada que dormía con él. 

Lo miró enojado pero luego cambió su expresión… por fin era hora de no dejarlo dormir a él, la pequeña venganza por apretujarlo cada vez que se quedaban a dormir juntos.  Por lo que como gato sigiloso se subió a la cama dibujando en su rostro una pequeña sonrisa maliciosa uno... dos... ¡tres!

—¡Feliz Cumpleaños!— gritó mientras saltaba en la cama y se dejaba caer al lado de un no tan agitado peliblanco que se había hecho el dormido desde la primera vez que Hiroki lo llamó; Akihiko sonrió para sí,  no podía evitar esos pequeños momentos en que se divertía al hacerle sacar un hermoso puchero enojado al moreno por lo que abrió los ojos y esperó ver la cara de sorprendido de  Hiroki al verlo tan calmado pero apenas enfoco su vista y reparó en su cuarto decorado, el quien tuvo el gusto de verlo sorprendido fue el futuro profesor que no pudo mas que sonreír ante la expresión que Usami tenía en esos momentos; sí, esa cara no tenía precio

Sin embargo le bastó un par de segundos en que Akihiko recorrió el lugar con la vista para luego posar sus orbes violáceas sobre Hiroki

—Hiro-ki…— pronunció Akihiko tallando sus ojos para despavilarse completamente y estar seguro que aquel no era un sueño.  Desde que tenía memoria cada año intentaba pasar la fecha por desapercibida, al igual que sus padres lo hacían por lo que aquel día para él era como cualquier otro, o al menos lo hubiera sido de no ser por su cuarto rebosando de serpentinas y globos por doquier junto con su moreno amigo inclinado sobre su cama y con la vista baja y sus mejillas sonrosadas, tal vez porque su plan de asustarlo había fallado.  De pronto vio como esa hermosa Mirada achocolatada lo volteaba a ver

—Yo…—  Su mente se quedó en blanco con la vista de Akihiko sobre él, su corazón traicionero comenzó a palpitar al doble del ritmo que el reloj el cual era el único sonido que se escuchaba en la habitación.  —etto…—  pero la sonrisa que Akihiko dibujó en su rostro lo hizo sonreír también; era esa misma sonrisa que hacía en la base secreta cuando saludaba a las aves que se colaban por los árboles y llegaban a donde ellos estaban.  —Feliz cumpleaños bakahiko— se atrevió a decir, pérdido en esa expresión de ángel tan característica del pequeño peliplateado.

—Gracias— fue todo lo que alcanzó a decir Akihiko, acercandose a Hiroki, un pequeño conjuro en ese día no caería mal, pensó, por lo que acercó su rostro al del moreno pero a penas y pudo rosar aquellos labios cuando sintió que su cama perdía peso y Hiroki se iba de espaldas al suelo…

—¡No me agradezcas aún, todavía falta!—se levantó Hiroki como pudo teniendo una excusa para evitar aquel beso lo cual logró ya que Akihiko tenía una pequeña sonrisa, seguramente de risa contenida que logró sacarle a Hiroki un mohín de enojo y a Akihiko una risa más amplia…

A penas llegaron al colegio, Hiroki abrió los ojos de par en par y mentalmente se felicitó por ser tan ordenado y tener una lista que incluía ser el primero en felicitarlo pues en ese momento practicamente todo el salon de clases estaba alrededor del peliplateado felicitándolo y aquello incluía  a todas las chicas que le regalaban entre dulces, que demás estaba decir que Akihiko no le gustaban los dulces, y chicos que lo invitaban a pasar el día después de clases a jugar lo cual Akihiko rechazaba amablemente, y demás estaba decir que Akihiko y el tenían la promesa de siempre ir a la base secreta,

Por ello aunque a Hiroki le frustrara la excesiva atención que le ponían al ojivioleta, por otra parte le agradaba que no se comparara con lo que el le había hecho y lo que tenía planeado para ese día, aunque por un segundo volteó a ver hacia su regalo guardado en su mochila y se preguntó si le gustaría…  Suspiró bajito, la verdad ni siquiera él mismo se había podido autoengañar diciendo que cualquiera haría algo así por su mejor amigo;  pero debía admitir que Akihiko era especial, y no como ese especial que todo mundo dice siempre para felicitar a alguien o hacerle un cumplido.  

A sus largos, según él, diez años de vida, Hiroki tampoco había tenido ningún amigo porque era un casi imposible que hubiese alguien que amara los libros como él, que tuviera las mismas excelentes calificaciones que él, que le gustara el silencio como lo hacía él, que hubiera visto la belleza del cielo azul y blanco entre los árboles que se movían por el viento como lo vio él… pero al parecer esa personita sí existía y se había vuelto lo más importante en su vida porque Akihiko era especial, porque no llevaban ni un año de conocerse y ni un día sin que no pudieran estar juntos, porque ahora que lo pensaba era casi imposible pensar su vida si que estuviera él…  y como si su mente hubiera divagado en esas cavilaciones, escuchó el timbre de salida del colegio y con ello su mente volvía a hacerse un manojo de nervios al siquiera pensar en su plan “para nada romántico” como solía llamarlo y sin más recogió sus cosas y se dirigió hacia la salida en donde siempre Tanaka los esperaba en la limusina.

—Hoy estuviste callado— comenzó hablando Akihiko al, por fin hallarse a solas con Hiroki de camino de regreso a casa.

—Hai, lo siento…— fue su escueta escusa pero luego voltió su carita varias veces al reparar en que no era el momento en que su mente le jugara una trampa sino que debía major, prestarle toda la atención a su mejor amigo, era hoy su cumpleaños después de todo —¡Cierto! Como mejor amigo debo hacer que hoy te lo pases bien— sonrió desviando por un instante todos los pensamientos negativos de su cabeza y enfocandose en Akihiko que lo vio sorprendido pero logró discimularlo bien

—Umm, aunque me debes mi conj—

—¡Mira allí está Tanaka!— Hiroki no puso la más minima atención al ojivioleta apenas visualizó a su cómplice en ese día, y sin pensarlo mucho tomo la mano del peliplata y comenzó a correr hacia el auto que los esperaba, tenían toda la tarde para ir a aquel lugar y si había algo que Hiroki ahora tenía claro era que ese Bakahiko a quien llevaba a rastras lo consideraba su mejor amigo y tenía un pequeño y hermoso día planeado para que los dos por lo menos una vez al año se comportaran no como adultos que leen todo el tiempo sino como lo que eran, niños de diez años yendo al parque de diversiones.

—Buenas tardes Bocchan, Kamijou-sama—

—A donde te mencioné por favor— comentó Hiroki ampliando su sonrisa mientras Akihiko miraba a ambos dudoso y era subido al carro por Hiroki.  Sintió un pequeño vuelco en el corazón apenas escuchó lo que Hiroki le dijo a Tanaka, ¿en serio lo iba a llevar a algún lado?  Cuando Hiroki mencionó en la mañana que faltaba más, pensó en un regalo o pastel pero no ir a algún lugar por lo que aún sin habla solo pudo observar como Hiroki con una de sus no tan frecuentes sonrisas miraba por la ventana.  “Lo hace por mí” esa frase impregnada en su mente aunado a que no era observado por cierto amor platónico que seguía viendo a la ventana, lo hizo esbozar una sonrisa y permitirse sonrojarse al siquiera imaginar que era la primera vez que en verdad iba a pasar un feliz cumpleaños.

Llegaron a la feria en el parque central de Tokio, la cual se encontraba concurrida a pesar de ser entre semana.  Los dos pequeños se acercaron a la ventana para contemplar la entrada del enorme lugar y cuando el auto estacionó ambos bajaron hacia la entrada.

—Akihiko, ahorita regreso solo olvidé algo en el auto de Tanaka— mintió el ojicafé para dirigirse al adulto que pacientemente esperaba en el auto a que ambos niños entraran seguros al parque.

—Kamijou-sama, no se preocupe ya tengo todo listo— dijo apenas vio a Hiroki siquiera abrir la boca lo que dejó a Hiroki más tranquilo pues la primera impresión de Tanaka-san fue la del hombre malo del cual Akihiko se escondía, pero definitivamente esa primera impresión no contaba pues le había ayudado desde guardar el secreto hasta ayudarle con las compras y aconsejarle que pastel comprar—

—Gracias Tanaka-san— articuló Hiroki y el mayordomo inclinó la cabeza y luego le extendió dos pequeños suéteres, uno amarillo claro y uno azul a los cual le esbozó una cara de duda.

—¿A las siete de la noche los recojo verdad?— Hiroki bufó un poquito, por muy extraño que pareciera a veces consideraba a Tanaka como una segunda mamá tal vez una más estricta, pero supuso era normal verlo así, después de todo, era como la segunda mamá de Akihiko también… —¿Kamijou-sama?—

—Ah, sí sí, perdón, esa hora está bien— se disculpó Hiroki y aceptó las prendas de vestir que le ofrecía. Para luego disponerse a ir con Akihiko.

—¿Entramos?— preguntó Hiroki a penas vio a su ojiplateado amigo parado frente a la entrada pero lo que visualizaba Akihiko solo lo hizo retroceder un paso hacia atrás.  Aquellos ojitos violáceos miraban hacia la gran montaña rusa y su construcción empinada que puso blanco al pelicafé para luego sentir una fría mano contra la suya y ser prácticamente halado al interior del centro; inconscientemente apretó la mandíbula… parte de su plan era que Akihiko se la pasara bien, pero no imaginaba que él no se la pasaría tanto…

—Sí—

—No—

—Sí—

—No es no—

—Esta sí es de mentiras—

—¡Pero ya subí  obligado a la montaña rusa!, ¡tengo derecho a decir que no!— estaba temblando, ¡al carajo los ojos de ángel a la par suya! ¡No iba a entrar a esa mansión ni por todos los conjuros de los labios rosas de su mejor amigo!.  Odiaba las casas embrujadas porque le recordaba prácticamente una cosa:  La mansión de Nakamura, un escalofrío le recorrió su espalda tratando de olvidar el Halloween pasado en que vestidos ridículamente de princesas fueron a pedir dulces a aquella casa habitada por la anciana demente pero sobre todo ¡¿qué no se acordaba de que después de muerta entraron a la mansión de Nakamura?! Esa experiencia definitivamente no la quería repetir y la jodida atracción llamada “mansión embrujada” no le hacía mucho el favor.

—No, no tienes derechos—

—¡¿Eh!? ¿y y por qué no?— volteó su vista de la entrada hacia la carita sonriente pícara de Akihiko.

—Porque es mi cumpleaños— y le volteó la mirada arrastrando al moreno hacia aquel tétrico lugar que a pesar de las experiencias que habían tenido ambos, al menos a Akihiko poco le importaba.

Conforme la tarde pasaba el peliblanco iba ensanchando su sonrisa a medida que Hiroki salía desventajoso en más de una ocasión pero para sincerarse el mismo, ¿ése  Akihiko con el que estaba? Supuso que antes, podía preguntarse si Akihiko era como un robot porque sus expresiones si no es que nulas, eran perfectamente disimuladas, pero ahora mientras era nuevamente arrastrado por el peliblanco podía con toda razón tragarse sus palabras ante la sonrisa ajena que la intentaba evitar para no mostrar sus sonrojos que le hervían la sangre y delataban sus sentimientos.

—¿Qué es eso?— de pronto sintió como Akihiko detuvo su caminar ajustando sus dedos entrelazados con los del moreno que miraba en la dirección del peliblanco y esbozaba una sonrisa igual a la que minutos atrás tenía su mejor amigo

—Ven—  ahora el que era arrastrado era Usami que miraba expectante el pequeño templo que tenía al lado izquierdo una caseta llena de flores y al lado derecho un pequeño camino que se perdía entre el bosque del parque.

—Una por favor— dijo inmediatamente Hiroki al dueño de la tienda a la par del templo, que se encontraba abarrotada de hermosas imitaciones de flores de cerezo del tamaño de las palmas de sus manos juntas, hehas con papel de arroz. 

—¿Ésta?—

—No, la blanca con las puntas rosadas— pidió Hiroki viendo la variedad de flores rosas que tenía el señor en la tienda y a penas la recibió se volteó hacia su amor secreto y le entregó la flor y un pequeño pincel negro.

—¿Para que es?— preguntó Akihiko recibiendo ambos presentes mientras Hiroki ingresaba al templo, seguido por el.

—Te explico, la feria es para preparación del Equinoccio de Primavera, donde florecen los árboles de cerezo y la que tienes en la mano es una imitación de ellas solo que mucho más grande— le devolvió la sonrisa mientras se sentaban en el suelo junto con otras pocas personas enfrente de estatuas de varios dioses, —la tinta es para que escribas una petición a los dioses para que te la cumplan y como es tu cumpleaños puedes pedir lo que quieras— le susurró mientras Akihiko volteaba a ver a las demás personas que en silencio escribían dentro de los pétalos de la hermosa flor por lo que asintió quedito y comenzó a escribir siendo visto por el pelicafé

—Oye, no mires— hizo una pequeña muequita que Hiroki catalogó de infantil

—Ya sé ya sé, me vas a decir que no tengo por qué mirar ya que es tu cumpleaños— repitió las palabras que Akihiko venía diciéndole desde que entraron para obligar a hacer a Hiroki todo lo que el quería.

—No precisamente por eso, es… porque si no, no se cumple— La verdad, ni siquiera sabía si eso podía ser cierto pero necesitaba una excusa para que Hiroki no viera su nombre escrito en la curiosa flor. 

—¿Listo?—

—Hai—  Ambos se levantaron y Hiroki llegó al centro del templo agarrando una pequeña velita de las tantas con fuego que adornaban el lugar y poniéndola con cuidado en el centro de la flor que cargaba el peliblanco.

—Bien, ahora sí vamos—  la pequeña lucecita adornaba todo la flor resaltando el rosa que brillaba por la luz de la candela.  Akihiko se quedo ido un momento contemplando la termosa flor pero sintió pronto la mano de Hiroki entre la suya que lo obligó a salir del templo y dirigirse por el camino del bosque que era, juzgando por la posición de este, el siguiente paso de la que estaba seguro no podía llamarse atracción.  

El frío viento se colaba entre los árboles pero la luz no hizo siquiera el ademán de apagarse pues los petalos semiabiertos la protegían en todo momento, siguieron caminando hasta llegar a un puente y bajo este un riachuelo.

—Bien ahora te toca dejarla ir en el río— Akihiko ladeo la cabeza viéndolo fijamente y Hiroki no pudo evitar sonreír y colocar una mano tras su cabello —¡gomen, se me olvido explicarte!  Mira, este río le da la vuelta a todo el parque y la tradición es que debes dejar ir la flor con tus peticiones en el río para que los dioses la escuchen y se cumpla—

—Hai— Akihiko le devolvió la sonrisa, volteando a ver la flor en sus manos… no conocía mucho de la cultura japonesa y todo aquello era de por sí muy mágico para ser cierto pero aún así, y aunque no conociera siquiera el nombre de los dioses, cerró sus ojitos muy fuerte y aspiro hondo mientras se agachaba y colocaba la flor en el agua que lentamente se comenzaba a alejar con la pequeña vela en el centro. —¿Y cuando se cumple?—

—No lo sé, supongo que cuando ellos lo digan, yo el año pasado le pedí que ganara el concurso de caligrafía y se cumplió— respondió feliz el morocho y Akihiko le sonrió, esas sonrisas que había tenido todo el día y que Hiroki aún no le daba credibilidad a sus ojos, se comenzó a sonrojar, esa vista exclusiva del peliplateado viéndolo feliz era lo que valía la pena cada segundo del día y máxima cuando él mismo podía atribuirse el hecho de hacer feliz a su mejor amigo.  No pudo aguantar la mirada del ojivioleta y pronto la desvió algo nervioso al fijarse el silencio entre ambos y las miradas que segundos atrás habían estado conectadas. 

—Ummm, espero que se cumpla el mío entonces—  volteó a ver al lago mientras la corriente se llevaba la hermosa flor lejos de ambos mostrando su mirada cristalina reflejada por el lago y su sonrisa leve…—¿Hiroki’?— el aludido se sonrojo ante el comentario del ojivioleta que lo había sorprendido viéndolo fijamente

—¡Hai! Sabes… aunque no sé qué pediste, estoy seguro que se va a cumplir— respondió viendo como la flor se perdía entre el río cuyas vertientes quedaban ahora fuera de su vista.  El sol se estaba ocultando, significaba que ya era tarde y pronto los irían a traer por lo que quedaba poco tiempo, tal vez el justo pensó Hiroki, —Hey Akihiko, ¿quieres ver dónde desemboca la flor?

—Umm— respondió el peliblanco extendiéndole su pequeña mano blanca,  Hiroki abrió sus ojos y estuvo a punto de reclamar pero la pequeña sonrisa de Akihiko y sus palabras escritas en la frente de “es mi cumpleaños y haces lo que digo” terminaron convenciendo al futuro profesor de juntar su temblorosa manita con la ajena para guiarlo hacia el lago. 

El pequeño bosque iba desapareciendo a medida que caminaban y volvían a visualizar a lo lejos los juegos mecánicos y las luces que se prendían en la feria y el bullicio que apenas se podía distinguir debido a la lejanía del lugar.  El silencio reinaba entre ambos quienes seguían sujetados de las manos caminando a la par del otro; pero aquel silencio acompañado de sus respiraciones no era en absoluto incómodo, era igual al silencio que ambos disfrutaban al estar en la base secreta, donde leían por horas o simplemente se quedaban sentados en el respaldo de un árbol viendo hacia el cielo, sintiendo el viento entre los árboles, escuchando a las aves y las hojas moverse y la respiración del otro y sintiendo la compañía de la única persona que les importaba. Akihiko volteó a ver a Hiroki, ése era su primer cumpleaños que no la pasaba solo…

—¡Woah! Allí está— señaló Hiroki hacia el frente y los ojos de Akihiko se abrieron de par en par ante la vista que tenía delante: el lago brillaba. Parpadeó varias veces mientras la mano de Hiroki lo apretaba y el pequeño moreno comenzaba a caminar más rápido rodeando el gran lago para que ambos pudieran ver con detalle los  cientos de flores de diferentes tonos entre blanco y rosas que iluminaba en agua haciendo que el lago se viera iluminado.

—Son muchas peticiones— susurró Akihiko mientras se sentaban a unos metros de la orilla del lago.

—Eso es porque se cumplen y la gente lo sabe… dicen que cuando la flor se desintegra en el agua es cuando los deseos se elevan a los dioses— mencionó Hiroki sentándose a la par y dejando por fin caer la pequeña mochila a sus espaldas que le recordó que aún faltaba algo por hacer.

—Oye Hiroki… en verdad gracias— Akihiko posó su violácea vista en las orbes chocolates de Hiroki —sabes, este día no era especial para mí—

—Eh.. pero ¡tiene que serlo! Hoy es tu cumpleaños— Hiroki lo vio dudoso y por un momento creyó ver tristeza en los ojos de su acompañante pero desvió la mirada hacia su mano que volvía a ser tomada por el peliblanco.

—No, pero tú lo volviste especial— Hiroki por un segundo estuvo tentado a preguntar pero las palabras de su mejor amigo eran definitivamente más de lo que pensaba escuchar como agradecimiento y esa sonrisa dirigida solo a él, solo lo hacían reafirmar aquel pensamiento que una vez pidió a las estrellas en aquel campamento escolar  “quisiera estar al lado de Akihiko siempre”

—Yo ehh, bueno ¡ah sí! Todavía falta— terminó diciendo mientras agarraba la mochila que había llevado con el todo el trayecto mientras sacaba de ésta una caja con una moña roja sobre esta.  —Ahora sí, feliz cumpleaños— le sonrió entregándole el presente

—¿en serio?—

—¡Claro que sí! No sería un feliz cumpleaños si tienes un regalo de cumpleaños y un deseo de cumpleaños— respondió autoritariamente mientras Akihiko habría el envoltorio y miraba el libro que le habían regalado; esbozo una ligera sonrisa al contemplar la portada,  había un enorme árbol de cerezo atrás de los personajes levanto su vista hacia el lago y concluyo que tal vez la escena del libro era un poco similar a como estaban ambos frente a las flores de cerezo illuminadas.  Tal vez no fuera de romance pero si Hiroki se lo regalaba estaba seguro que le gustaría.

—Gracias, aunque… te falta cumplir mi deseo de cumpleaños—

—¿Eh?— Hiroki desvió la vista hacia Akihiko que despegaba su vista de libro

—Tú lo dijiste, no sería un feliz cumpleaños sin un deseo de cumpleaños—

—Pero lo pediste en la flor de…

—Eso fue petición a los dioses no un deseo de cumpleaños—recalcó Akihiko

—Bueno en eso tienes razón, así que un deseo de cumpleaños, hm, y… ¿qué deseas?— respondió dudoso el ojichocolate

—Que me hagas un conjuro—

—un.. conju ¡¿Eh?!- a penas terminó de procesar aquellas palabras su cara palideció, ¿un conjuro? —pero…— Hiroki abrió los ojos de par en par al ver que Akihiko hablaba en serio, como siempre... —pe,pero son-son solo para de-dejar de de llo-rar—  intentó excusarse el ojicafé

—Pues yo quiero uno para desearme feliz cumpleaños-

—Pero si ya te lo…—

—Es mi cumpleaños— sonrió con una pizca de picardía que cualquiera hubiera ignorado por ver su rostro de ángel pero Hiroki podía notar su sonrisa triunfante de aquí a un kilómetro de distancia.

—Um.. de-de acuerdo— movió su cabeza afirmativamente y detuvo por un segundo su aliento para acercarse con cautela cerrando levemente los ojos y vuelto una bola roja de nervios que intentó vanamente controlar.  Akihiko hizo lo mismo y acercó su rostro al del moreno acercando a un más la distantica y sintiendo la respiración levemente agitada del moreno; Akihiko tragó en seco, ya no podía esperar más realizar aquel acto secreto y adictivo que amaba hacer con el moreno por lo que iba a acercarse para iniciar él el conjuro pero no pudo moverse al sentir que Hiroki fue quien unió sus labios quedándose así un par de segundos que para ambos se hicieron eternos y que Hiroki por nerviosismo hizo ademan de retroceder pero Akihiko tomó su mano que estaba reposada en el pasto y lo detuvo brevemente mientras se inclinaba un poco hacia adelante para evitar separar sus labios del tierno castañito que se encontraba paralizado ante el acto. 

Aquel supuesto conjuro se extendió un poco más y Hiroki de apoco dejo de contener la respiración para poco a poco acomodarse a esa sensación que no desaparecía, cerrando los ojos y sintiendo la piel ajena contra la suya en un beso eterno que Hiroki no podía ni quería quitar.

Se separaron y Hiroki había quedado hipnotizado, eran esos momentos en que su razón no funcionaba del todo y su mente que le gritaba que era incorrecto era opacada por los suaves labios de Usami que de nuevo volvían a topar los suyos, abría un poquito los ojos y la cercanía de Akihiko le erizaba la piel pero su contacto tan cálido, tan perfecto, le impedían querer terminar lo que habían empezado; Akihko se separó y Hiroki inconsciente lo volvió a besar lo que hizo que Akihiko quisiera sonreír abiertamente pero eso seguro interrumpiría el beso por lo que solo se dedico a sentir los cálidos labios del moreno que no oponía resistencia y que se separaban de vez en cuando para tomar aire y volver a juntarlos, como si fueran mil conjuros para no separarse nunca y desear en cada conjuro otro beso que inmediatamente se cumplía.

Finalmente se separaron lentamente y Hiroki bajó la vista para sentir luego que Akihiko pasaba su pequeña manita por la mejilla de Hiroki que lo vio avergonzado.  Akhiko sonrió y de nueva cuenta le dio un último beso, un ligero toque de labios que hizo que ambos se quedaran en silencio volviendo su vista para el frente, donde las flores de cerezo seguían encendidas y el cielo tornasol bajó de intensidad para darle paso a la noche. 

Ambos quedaron viendo el lago, sin querer verse el uno al otro con el corazón a mil por segundo pero apenas pasó un segundo Hiroki volteó a ver de reojo a Akihiko y la hermosa sonrisa de éste mientras se encontraba concentrado viendo las flores lo que lo hizo sonreír automáticamente.  De pronto sintió sus dedos siendo entrelazados y Akihiko volteándolo a ver.  Y por ese pequeño lapso de tiempo en que sus miradas se encontraron Hiroki volvió a desear con todo su corazón que el pequeño niño frente a él se quedare a su lado para siempre.  Tal vez entre tantos conjuros de esa noche ese deseo algún día se cumpliría. 

A lo lejos aún podía verse unas cuantas flores de cerezo, ya que varias se comenzaban a deshacer en el agua, y con ellas una de un pequeño niño de once años y una única petición a los dioses “Que Hiroki se quede a mi lado siempre”.

Notas finales:

Bueno y hasta aquí llegó mi pequeño fanfic de mucho amor hacia la pequeña e inocente pareja; si llegaste hasta aquí en verdad mil gracias por leer n.n  solo termino con unas pequeñas aclaraciones

1.  Hay un fanfic llamado “¿Y dónde está el príncipe?” por Krissia Snnchez que me dio permiso de incluir parte de su relato en donde ambos se visten de princesas para Halloween así que están invitados a leer ese hermoso minimum si gustan n.n

2.  Lo del campamento sale en el manga de Nakamura *O*

3. Si alguien logró ver referencias con otras de mis historias hay me lo dicen xD (lo siento siempre quise hacer eso jajajaja)

En fin a todas mil gracias por leer uno de mis peques mínimum fic!!! :D 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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