---POV LOVINO---
-Mierda…-le susurré lo suficientemente alto para que volteara su mirada hacia a mi- ¡¿Por qué demonios tenemos que tomar el subterráneo para regresar a casa?! ¡Y peor aún, a estas horas de la tarde!
-¡Tú fuiste el que no quiso regresarse en el auto de Gilbo con Francis!- me contestó el tonto español mientras intentaba ser empujado por la multitud de gente
Esto es lo que sucedía cuando entras a la hora pico al subterráneo. Peor aún, cuando vas en el vagón lleno de puros hombres que solamente saben hacerte emparedado entre tantas personas a tu alrededor. A esta hora, ya era común reservar los primeros vagones para mujeres y niños, mientras que nosotros teníamos que aplastarnos y sufrir en los demás vagones.
¡Si al menos estuviera rodeado de chicas! Pero no crean que yo sea un maldito pervertido como cierto francés. Simplemente me gustan las mujeres. Delgadas, con linda y tersa piel, pequeñas, guapas y siempre oliendo a un bonito aroma de shampoo o algún tipo de perfume…todo lo opuesto a lo que estoy viviendo justo ahora, rodeado de lo que parece ser un grupo de gorilas que simplemente no saben lo que significa la palabra “no-me-aplastes-hijo-de-puta”
Una vez que llegamos a la siguiente parada las puertas abrieron, pero en lugar de que la gente se bajara, mas personas fueron las que subieron, haciendo que el tumulto de gente casi me asfixiara.
-¿Estás bien Lovi? No faltan muchas paradas así que tendremos que resistir- A causa de los empujones no me quedaba de otra que pegarme al (buen formado) cuerpo de Antonio. Está bien que había sido todo un don Juan en mis años de preparatoria, pero apenas había ingresado a la universidad, este bastardo había logrado hacerme su novio, supongo que habían sido los extraños giros del destino los que se habían encargado de juntarnos, y ahora éramos como dos tontos enamorados que se dan de besos, se toman de las manos y tienen sexo pasional durante las noches.
Antonio lograba mantenerse en equilibrio ya que se sostenía con su mano derecha de un tubo mientras que a mí no me quedaba más que agarrarme de su otra muñeca. El tren enfrenó levemente pero a consecuencia de este movimiento sentí como una palma ajena me tocaba…esperen, ¡¿¡¿me estaban tocando el trasero?!?!
Aun cuando ya había vuelto a retomar el ritmo el tren, esa mano no dejaba su lugar, de hecho podría jurar que comenzaba a masajearme aquella parte y bajaba con lentitud.
-¿¡Pero qué mierdas?!- volteé lo mas que pude para ver al pervertido que estuviera excitándose con mi trasero: Cabello rubio levemente largo, ojos verde vivo, llevaba una pegada playera color rosa y unos vaqueros que se ajustaban demasiado a sus piernas-¡Deja de estarme toqueteando, marica!
-¡Hay amor!- dijo en un gritito sobre exagerado- Ni que estuvieras tan bueno como para cogerte aquí mismo mi vida, o sea aquí como que hay muchos otros traseros que masajear además del tuyo-Antes de poderle contestar con cualquier palabra altisonante, el chico (afeminado) vio cómo se libraba un asiento algo apartado, pero sin importarle demasiado lo que pudieran pensar de él solamente gritó “¡las damas primero!” y fue a intentar plantar su trasero en el maldito asiento
-¿Estás bien Lovi?- debido al ruido del traslado y de la gente, tal vez Antonio no pudo oír del todo mi pequeña discusión
-Olvídalo, solo quiero llegar a nuestra estación y llegar a casa- Antonio me contestó con una breve sonrisa. Unos minutos más tarde llegamos a una estación más, donde la gente luchaba por bajar mientras que la de afuera intentaba entrar.
Tengo que admitirlo, no cuento con mucha fuerza física por lo que la gente me arrastraba en contra de mi voluntad fuera del vagón. Con la pequeña ranura de las puertas fui empujado y casi tropiezo fuera, aunque alguien impidió esto jalándome de mi brazo desde atrás
Ese había sido Antonio, quien aprovechó los temporales espacios para pegarme a la pared y protegerme con su cuerpo. ¿Han visto ese ridículo meme sobre un chico acorralando a una chica con sus dos manos (o a veces piernas) a lado de su rostro (o cuerpo)? Maldita sea me sentía tan estúpido por dejarme acorralar de una manera semejante.
-L-lo siento Lovi, ya casi llegaremos a nuestra estación- Antonio se sonrojó levemente, pero aunque quisiera apartarse de mí la gente una vez más nos rodeaba completamente, cada vez que alguien se movía otro alguien era empujado y así sucesivamente, creando un bizarro efecto dominó
El cuerpo de Antonio lo sentía cada vez más cerca. El movimiento del vagón tampoco ayudaba ya que podía sentir como su estomago se pegaba al mío, sus piernas se colaban entre las mías y mi rostro quedaba justo a la altura de sus hombros, cerca del cuello. Podía ver casi perfectamente cada uno de sus poros y respirar su colonia.
-B-bastardo deja de pegarte tanto- Mis manos intentaban evitar el contacto pero era imposible. Calor, calor, calor ¡ahí cada vez hacia más calor! En una pequeña vuelta su pierna resbaló un poco, rozando muy levemente mi parte baja pero lo suficiente como para hacerme sentir un poco mareado.
Pasamos unos 10 minutos en aquella posición antes de poder salir del tren y llegar a nuestra estación.
-Maldita sea, me siento un asco- intentaba abanicarme un poco con mi propia mano, aliviado de ya no sentir mi espacio personal invadido- Necesito llegar a darme una ducha
-Lovi- Antonio tomó mi mano- Yo solo quisiera llegar para ponerte más sudoroso y pegajoso de lo que estas- Y como si estuviese hablando del clima soltó una risita después de su comentario
-¿¡Q-q-que tonterías estás diciendo?! ¡¡Estúpido pervertido!! ¡Vete al infierno!- giré mi cabeza para evitar mirarle y comenzamos a caminar hacia la salida. No nos soltamos las manos en ningún momento, y en alguna parte de mi mente estaba deseando llegar a casa para cumplir con aquella fantasía pervertida que había mencionado Antonio.
------------FIN------------