Capítulo I: La resistencia se presenta
- Cuanta agua nos queda, Nagisa? – le pregunté al pequeño rubio que revisaba las provisiones.
- No podremos cubrir la cuota de hoy, lo siento.
Mi nombre es Makoto Tachibana, y soy parte “los Free’s”, un grupo de hombres y mujeres de la ciudad de Iwatobi que combate día tras día contra las fuerzas del malvado Faraón, y de esa forma podemos abastecer al pueblo con el recurso más importante en este desierto: el agua.
- Compañeros, acérquense por favor… - les dije a las alteradas mujeres que venían con sus fuentes para recibir un poco del cristalino líquido – Lamentablemente, hoy no tenemos para darle aguas a todos, pero…
- QUEEE!!??
- Cómo qué no hay agua!?
- Es el fin…!
- Si el Faraón se entera que estamos aquí nos va a…
Este espectáculo cada día es más común: la gente de desespera y comienza una algarabía terrible, que usualmente acaba con los soldados del faraón asechándonos y nosotros huyendo como ratas…
- Por favor, cálmense! – gritaba Goro-sama, nuestro carismático capitán y líder al mando de toda la zona este – vamos a repartir agua ahora, así que mantengan la fila!
La resistencia vive al límite, no solo porque nos enfrentamos al ejército imperial, sino también porque está lleno de traidores entre los nuestros…
- Malditos! Traidores del Faraón! Pagarán con sangre! – gritó una persona entre la multitud, para luego salir de entre las torretas, las murallas, del cielo y del infierno un grupo de soldados, comandados por quién era nuestro eterno adversario: El general Nitori.
- Es la ley! Corran!
- Ayuda!
- Sálvense quien pueda! El agua!!!
- Detengan a esa mujer!
- Qué me caigo!
- Vaya, vaya, vaya… - Nitori había logrado capturar, entre la confusión, a nuestro capitán, quien se había tropezado con una mujer – Pero si es Goro, uno de nuestros queridos traidores… - Nitori reía suavemente.
- Has pensado dedicarte a otro trabajo, Nitori? – se burlaba el viejo – tu voz no te acompaña…
- Si-Silencio! >///< El Faraón te tiene preparada una agradable sorpresa… una tortura como pocas se han visto en nuestra amada tierra.
No es fácil perder a uno de los nuestros, en especial cuando se sacrifica para que podamos huir… El albino de ojos claros no tuvo piedad en su misión, y comenzó con el castigo para el temerario capitán.
- N-Noo… No por favor! – gritó Goro, desesperado, al ver las herramientas que rosarían su cuerpo – todo menos eso, por favor!!!!
- Soldados! Sin piedad!
Y lentamente vimos como nuestro apreciado capitán era consumido por un mar de lágrimas y… risas.
- Jajajaja!!! Noo!! Parad por favor!! Me voy a hacer pipii ¡!
- Jeje! No hay mejor tortura que hacer cosquillas en los pies y cuello con plumas – se mofaba tontamente Nitori – muahahah!! cuchicuchicuuchi~
“En serio? -.- Esas son las terribles torturas del Faraón!?” Pensé. Pero ya no había retorno: Nagisa y yo tuvimos que dejar atrás a Goro-sama y ocultarnos en nuestro refugio con toda el agua que pudimos rescatar: una casa abandonada en las afueras de la ciudad, donde un peliazul nos esperaba impaciente…
- Cómo nos fue hoy? – preguntó Rei.
- Buaaaaaaaaaaaa!!!! Reiii-chaaan!!! – Nagisa se lanzó sobre el aludido a llorar-
- Mal – le respondí – nuevamente quedó mucha gente pendiente… Y… El capitán, Goro Sasabe, fue capturado por el enemigo.
- No puede ser! D: ! Y qué vamos a hacer, Makoto-sempai? – me dijo Rei mientras dejaba al rubio en un rincón sucio.
- No lo sé… - le dije tratando de calmar al par – ya pensaremos en algo…
Rei y Nagisa son nuestros miembros más jóvenes: ingresaron este año a la resistencia y fueron puestos por ordenes de los superiores a mi cuidado para entrenarlos. Ellos son mi equipo, aunque bastante inexpertos: Nagisa suele llorar mucho y es muy inquieto; mientras Rei es activo y muy inteligente, pero le falta bastante destreza.
-Si pudiéramos generar una especie de flexo cóncavo dentro de la defensa enemiga podríamos crear una debilidad evidente que tocaría incluso a los más profundos límites del Faraón – murmuraba Rei.
- Qué se supone que significa eso, Rei? ^^” – le pregunté un tanto confuso.
- Oh! Yo sé! – saltó el pequeño rubio, secando sus lágrimas – Un plan para infiltrarnos en las líneas enemigas!
Nuestro panorama es el siguiente: El Faraón, máximo gobernante de la ciudad de Iwatobi, ha decidido aumentar los precios del agua a un valor imposible para el pueblo, por lo que los ciudadanos deben quedar en la ruina para sobrevivir, o morir bajo las áridas arenas del desierto. Nosotros nos hemos rebelado, y otorgamos agua gratis a los que no tienen, pero cada día es más difícil…
- Exacto! – agregó Rei – Necesitamos a alguien que pueda pasar desapercibido ante el enemigo! Un completo extraño que nos ayude a ganar esta batalla!
- Cómo si la solución a todos nuestros problemas llegara y tocara la puerta… - suspiré - Más que un plan, necesitamos un milagro….
Es curiosa la vida, pues en ese momento el milagro llegó a nosotros.
**Toc Toc**
- Ehh? – dijeron Nagisa y Rei al unísono.
“Mierda, nos habrán seguido los guardias?” pensé.
- Shh… - susurré – yo me encargo…
Tomé un palo de madera que estaba botado en el suelo, sin importar el polvo ni las arañas que pudiera tener, y abrí la puerta de golpe. Grande fue mi sorpresa pues no eran los soldados, ni Nitori, ni algo así… Era un chico hermoso, de unos profundos ojos azules, y un cabello negro como la noche, que se había desplomado en frente de mí.
- Qué caraj…
- Aguaa….
- Nagisa, Rei! Traigan agua, rápido!
En ese momento no sabía que ese desconocido era la luz de esperanza que todo Iwatobi necesitaba…