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Intercambio cultural por ninnae

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Notas del capitulo:

Saint Seiya ni sus persaonajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Bien, se que dije que actualizaría el próximo viernes, pero como termine de escribir el segundo capítulo, decidí subirlo.

Espero les guste :)

Pd: Nos leemos el proximo miércoles.

Capítulo 2: Encuentros no tan casuales


—Sigo sin estar de acuerdo con todo esto Mu.


—Ya déjalo estar Kanon, recuerda que estamos colaborando en la felicidad de Milo.


—Pero ni siquiera sabemos si ese chico siente algo por mi primo.


Mu emitió una sonrisa socarrona. Algo le decía al gemelo que Mu no le había dicho todo de lo que estaba enterado.


—Tu sabes algo, ¿cierto?


—Puede ser —respondió el tibetano misteriosamente. Con una sonrisa grande que desconcertó al gemelo.


—En ocasiones me das miedo Mu, puedes llegar a ser tan maquiavélico como Milo.


—Bueno, aprendí de él.


—Demasiado bien diría yo. Pero así te amo.


—También yo Kanon —Mu tomó de la mano al gemelo menor, buscando sentir la calidez de su tacto—. Y por eso agradezco tu ayuda, y estoy seguro que juntos podremos hacer algo por Milo


—Espero que esto funcione bien, no quiero que mi primo terminé con el corazón roto.


—No lo hará, todo saldrá como lo esperamos.


A decir verdad Mu sonaba seguro, pero en su interior tenía tantas dudas como Kanon, al final el resultado no dependería de ellos, sino de lo que Milo y Camus hicieran.


~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~


—¿Por qué se supone que tengo que ayudar?, yo no soy alumno de intercambio.


—No me contradigas Milo, solo son órdenes.


—¿De quién? —el griego menor estaba bastante molesto, quizás cabreado era la palabra correcta, ya tenía suficientes problemas entre sus estudios fallidos y su amor no correspondido, para que ahora Kanon viniese a encajarle una actividad extra.


—El director de tu carrera pidió gente para ayudar con el montaje de todos los stands de la feria de intercambio cultural.


—Pero, ¿por qué yo?


—Pues porque pareces un zombi, y una distracción no te vendría mal.


—Pero mis exámenes….


—Todos los que ayuden tendrán créditos extras para sus asignaturas más problemáticas.


Créditos extras, la ayuda le vendría bien, no le quedaba más opción que aceptar.


—De acuerdo Kanon, tú ganas.


—Te será de ayuda Milo y de paso le harás un favor a tus compañeros de Facultad.


—Como sea, ¿Qué es lo que debo hacer?


—Como dije ayudarás con el montaje de los stand, Shura un estudiante de intercambio español está a cargo de la organización del evento, te pondrás a su disposición.


—¿Para cuándo me necesitan?


Una sonrisa adorno el rostro de Kanon todo parecía ir bastante bien, quizás el plan de Mu si funcionaría.


—Deberás presentarte por la tarde después del cuarto bloque clases en el salón de conferencias de la Facultad.


—Solo espero que esto salga bien —Milo suspiró, no estaba del todo seguro con ese proyecto de la feria cultural, pero créditos son créditos.


—Créeme Milo, lo mismo espero yo.


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—Gracias Mu, necesitaremos toda la ayuda posible.


—No hay de que Shura, sé que este año no pude participar ni ayudar, pero lo menos que podía hacer es conseguir algunas personas que los apoyaran.


—No sabes lo atareados que estamos con todos los preparativos.


—Me lo imagino, es bastante desgastante todo esto.


—Sí, pero vale la pena —una sonrisa de orgullo invadió el rostro del español, desde que había llegado a Grecia él había sido el encargado de organizar la feria y siempre había sido un éxito—. A todo esto, ¿Cuántos vendrán?


—Unas cuatro personas, no te preocupes, son todos conocidos míos.


Shura asintió.


—¡Shura! —ambos jóvenes voltearon cuando escucharon el grito. Un chico de cabellos aguamarina se acercaba a toda carrera donde estaban ellos dos.


—Camus, ¿Qué sucede?


—¿Recuerdas el cambio de folletos que hicimos?


—Sí, ¿Por qué?


—La imprenta se equivocó y mandó a copiar el pedido anterior, además de que cambiaron la posición de las actividades en el programa.


—¡Demonios!, esos idiotas.


—No te enojes Shura —Mu intervino deteniendo la sarta de insultos que el español estuvo por proferir—. Recuerda que hace unos años sucedió algo similar, todavía se puede arreglar, solo deben pedir un reembolso o que les hagan todo de nuevo, tiempo les queda, aún falta una semana.


—No creo que quieran aceptar —Shura hizo una mueca de disgusto.


—Manda a Aldebarán, el suele intimidar con solo verlo y también al mafioso de Death, te aseguro que no fallaran.


Camus observaba en silencio la interacción de ambos jóvenes, el chico se le hacía conocido, después de observarlo un rato se percató de quien era, Shura le había dicho que su nombre era Mu, el que se supone es el mejor amigo de su amada obsesión.


—Gracias a los cielos por tus ocurrencias Mu, es una lástima que este año no estés con nosotros.


El aludido solo se encogió de hombros. —Muchos deberes, solo eso.


—De todas formas es bueno tenerte de visita, y más ahora con tus amigos que vienen a ayudarnos, se nos facilitará más el montaje.


—Si no te preocupes, Milo y los demás vendrán por la tarde.


Camus se sobresaltó ante el nombramiento de griego. ¿Milo los ayudaría?, eso lo colocó nervioso, no sabría cómo actuar al estar cerca de él.


—Gracias de nuevo Mu —Shura le pego una mirada de reojo Camus, este se veía inquieto, y como no, si pronto el griego estaría trabajando palmo a palmo con ellos. Y por supuesto que él se encargaría que el griego de cabellos azules se quedara con Camus; esto se colocaría más interesante de lo que hubiera imaginado.


—No hay de que —Mu iba a hablar cuando escuchó el tono de su teléfono celular, con rapidez observó la pantalla y una sonrisa apareció en su rostro, la razón de todo ese show estaba llamándolo.


—Milo —contestó fuerte su teléfono para que el francés y el español pudiesen escucharlo. Mu escuchó con toda la parsimonia la perorata de su amigo, le contó lo que Kanon le había pedido y lo que tendría que hacer—. Si, lo sé Kanon me lo dijo, bueno —un nuevo lapsus del charlatán de su amigo. —¿Cómo no sabes dónde queda la sala de conferencias de la facultad? —Mu suspiró. —Ahora mismo estoy allí, voy darte las indicaciones para llegar, ¿Dónde estás tú?... —otro rodeo más. —La cafetería, bien entonces escucha, ven ahora mismo para que después en la tarde no te pierdas. Para llegar más rápido ingresa por la entrada trasera de la facultad, al final del pasillo hay una escalera, bajas un piso a la mano derecha verás la entrada de la sala de conferencias —un agradecimiento por parte del heleno. —No me agradezcas Milo, solo ven ahora, te esperaré —sin más el tibetano colgó, Milo era todo un caso.


—¿Vendrá ahora tu amigo? —Shura intentó mantener la compostura y no reír de la expresión atónita del francés.


—Sí, el muy despistado no sabía dónde quedaba la sala de conferencias, estando ya tres años en la carrera —Mu movió la cabeza con resignación—. Milo tiene muy mala orientación y es muy distraído.


—Será interesante conocerlo, ¿verdad Camus?


El sujeto que se había quedado quieto desde la mención de Milo reaccionó ante las palabras de Shura.


—Eh, si toda la ayuda será bienvenida —la voz de Camus presentaba un temblor de nerviosismo.


—Creo que no nos hemos presentado —Mu habló mirando al galo—. Mi nombre es Mu Ladak, he trabajado con Shura en las ferias anteriores.


Con la voz algo forzada Camus intentó responder. —Eh, si me ha hablado de ti, resiente bastante tu ausencia.


—Lo sé, me hubiera gustado ayudar este año también, pero mis obligaciones han aumentado y casi no tengo tiempo libre.


—Comprendo.


—Mu tu amigo debe ya estar por llegar, desde la cafetería hasta la facultad no hay tanta distancia —mencionó Shura mirando hacia el exterior de la puerta.


—¡Mu!


El nombrado sonrió, sabía cómo era su amigo. —Ahí está el escandaloso de mi mejor amigo.


Shura observó el comportamiento de Camus, estaba agitado, moviendo sus manos intranquilamente, nada parecido al frío y poco expresivo francés de siempre.


—Dentro de la sala Milo —Mu se había percatado de todo el comportamiento del galo, ya anteriormente había hablado con el español y este por casualidad le había mencionado algunos comentarios de lo que sentía Camus por Milo, si bien no había sido claro, tenía sospechas, las cuales se corroboraron al prestarle mayor atención al francés, ahí se dio cuenta de que Camus por algunas casualidades siempre estaba cerca cuando Milo rondaba por ahí.


Camus esperaba con una ansiedad latente en su interior, desde que había visto al griego jamás había estado tan cerca de él, nunca se lo había cruzado en ninguna clase, su única interacción era verlo a lo lejos cuando lo hallaba en los jardines o en otra parte del Campus.


Milo entró a la sala de conferencias sin imaginarse que iba a encontrarse con otras dos personas aparte de Mu. Estaba algo fastidiado con todo, la conversación de Kanon, el estudio y miles de ejercicios extras que su primo forzosamente le había obligado a hacer, el cansancio lo gobernaba, pero tenía que cumplir con sus deberes.


Ingresó con calma por la puerta azul de la sala de conferencias, el primer rostro que divisó fue el de su amigo a quien sonrió afablemente. Sin embargo al mirar alrededor con más atención sus movimientos se detuvieron al instante, la sonrisa abandonó sus labios y fue reemplazado por una expresión de sorpresa y nerviosismo.


—M-Mu —su voz raramente espesa y casi arrastrada, tenía deseos de preguntar al tibetano por la presencia de ambos jóvenes, en especial por la de francés que solía robarle el aliento.


—¿Pareciera que te has quedado de piedra Milo? —Mu miró a Milo con cierta burla en los ojos—. No seas mal educado y acercarte a saludar.


Milo reaccionó al momento, se aproximó hasta Mu.


—Solo me pillaste de sorpresa, no pensé que estarías con alguien más.


—No tienes de que preocuparte, ellos dos serán tus compañeros en la feria —Milo se sobresaltó ante esta información—. Espero puedas llevarte bien con ellos y conocerse mejor —una sonrisa socarrona adorno el rostro de Mu, Milo se dio cuenta de que todo esto había sido una treta de su querido amigo, él en raras ocasiones colocaba esa expresión, pero cuando lo hacía es porque algo se traía entre manos.


Milo solo hizo un rictus con su boca, no expresando nada, pero ya se vengaría.


—No tendré problemas Mu, sabes que suelo llevarme bien con las personas —Milo forzó la mejor sonrisa que pudo, entre medio de su exaltación.


—De acuerdo —la expresión burlona se mantenía en el rostro del tibetano, que si bien disfrutaba el gesto turbado de su amigo, interiormente deseaba que pudiera aprovechar esta oportunidad. Aunque no podía evitar dejar salir ese pequeño deje de maldad que en ocasiones salía a relucir, quizás si estaba pegándosele una parte de la personalidad del griego—. Déjame presentarte —la expectación de los dos observadores creció, especialmente la del francés—. El pelinegro de cabello corto y expresión severa es Shura.


El aludido bufó en desacuerdo con su descripción.


—Mi expresión no es severa Mu —el pelinegro se acercó a Milo y le extendió la mano para estrechársela—. Un placer, soy el encargado de organizar la feria, espero podamos llevarnos bien.


Milo aceptó el gesto, fuera de toda la situación, el español le había caído bien.


—Será un gusto trabajar contigo.


Mu continuó con su presentación al ver tan ansioso al galo.


—El de mi derecha es Camus, está trabajando con Shura este año.


Un tenso silencio se vivió entre ambos, Milo elevó la mirada hacia los zafiros del galo, por segundos se quedó viéndolo, el francés al momento que sus ojos se encontraron quedó prendado de las turquesas de Milo. Más fue el griego quien acabo con aquella atmósfera.


—Un gusto, soy Milo, espero que nos podamos llevar bien —mencionó Milo con una gran sonrisa.


Camus se ruborizó al instante, pero con algo de dificultad pudo regresar el saludo del griego.


—Tamb-bién es un gusto, e igual espero que nos llevemos bien —Camus emitió una sonrisa tímida, que no hizo más que enamorar a Milo.


Shura observó a Mu, quien veía complacido el encuentro entre ambos, él comprendió que todo este encuentro no había sido casual, y seguramente el tibetano tenía que ver.


—Ya que ustedes dos están aquí, quiero que trabajen juntos —al final Shura intervino entre los dos enamorados, si Mu los había juntado es porque sabía que pasaba algo entre esos dos, al menos el conocía los sentimientos de Camus, por lo que no estaría de más ayudarlos—. Camus quiero que trabajes junto con Milo en los detalles de la feria, al menos durante los primeros días, ya que después todos tendremos que encargarnos del montaje de los puestos.


Camus solo asintió, estaba encantado con la presencia del griego a su lado, aunque también estaba preocupado, no sabía cómo actuar en su presencia, su preciado autocontrol se había ido por el caño en el momento que lo vio entrar por esa puerta.


—Será mejor que me vaya, me están esperando para almorzar —Mu llamó la atención de los presentes.


—Dile al idiota de mi primo que Saga y la abuela lo estarán esperando por la tarde.


Mu parpadeó antes de mirar a Milo, había un brillo en sus ojos, algo de malicia se había instaurado en ellos.


—Se lo diré Milo, nos vemos luego.


—Claro Mu.


Una idea se le había formado a Milo en la cabeza, Mu no podía estar solo en todo, fue Kanon quien le dijo lo de la feria, ya se las pagaría ese gemelo manipulador. Empezaría con el mayor, y después se las vería con Mu.


—Yo también debo irme, quede de ir con los directivos de la Facultad para encontrar el mejor lugar para colocar la feria —exclamó Shura—. Camus dale los detalles del trabajo a Milo, mientras más pronto empiecen será mejor —el español desvió su vista hacia el griego—. Sé que te dijeron que comenzarías en la tarde, pero ya estás aquí y necesitamos toda la ayuda posible.


—No hay dilema Shura, colocaré todo mi esfuerzo.


Mu y Shura salieron de la sala dejando solos a Camus y Milo, ambos tenían dudas de sobre cómo actuar o que decir.


—Milo… —Camus logró sobreponerse de la vergüenza inicial—. Bueno es hora del almuerzo, podríamos ir a comer juntos, si quieres claro; ahí podremos hablar de la feria —el galo termino con las mejillas enrojecidas.


Una sonrisa de ternura apareció en el rostro del griego, ver a Camus ruborizado y algo nervioso se le hacía una imagen exquisita.


—Me encantaría, me muero de hambre.


El corazón de Camus latió fuerte, finalmente podría compartir algo más una mirada alejada con la persona quien lo había hechizado hasta un punto impensable, el griego había llegado a robarle el sueño y se había instaurado en cada uno de sus pensamientos. Tenía una oportunidad de estar a su lado y estaba agradecido por eso, solo esperaba que no se decepcionara de su persona, pues eso le rompería el corazón.


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