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Todo por una llamada. (Rubelangel) por PinketDiana

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Notas del capitulo:

Por fin voy a puvlicar el Fic y con ello dar por finalizada esta pequeña historia <3.

Capítulo 10: Siempre tuyo... (Epílogo). 

 

 

 

 

-Quieta ahí- Gritó Rubén corriendo detrás de la pequeña niña castaña, de cuatro años -casi cinco-, quién intentaba escapar de él aún con la galleta en la mano. 

 

 

-¡No papi, no!- Pedía entre risas. 

 

 

-Ana, no des un paso más - Tras unos minutos corriendo de habitación en habitación, por todas las de la primera planta, consiguió atraparla cuando estaba escondida debajo del mueble de la entrada.- Te he dicho antes, que hasta que no venga papa, no puedes comer ninguna galleta- Aunque al ver la carita que su hija había puesto, le permitió quedarse con esa.- Bueno, pero solo esa- La soltó y la mandó al salón mientras el seguía arreglando las cosas para la cena.

 

 

Suspiró mientras pensaba en su pequeña niña. Niña que había adoptado con Mangel. Recuerda perfectamente como llegó al orfanato y se encontró a esa pequeña en la habitación con tan solo dos añitos. Una pequeña niña, que según las personas que trabajan allí, era una niña solitaria, tímida y con un gran corazón. Lo tuvieron claro en cuanto la vieron. Por lo que Mangel y Rubius intercambiaron miradas, y solo eso bastó para saber quién sería la niña de sus ojos, a quién amarían más que a nada en el mundo. Esa era Ana.

 

 

Se fue a seguir con sus cosas, mientras su hija se sentó en el sillón y empezó a jugar. 

 

 

-Mira papi, como tú- Canturreó la niña, bastante feliz. 

 

 

-No, como papi no.- Su hija hizo una mueca, y Rubén no pudo evitar reír al ver lo realmente adorable que era su pequeña princesita -como él la llamaba-.- Tú lo haces mejor que papi, cariño.- Le alborotó el pelo y se fue a la cocina. 

 

 

Cuando ya pasó bastante rato, y se acercaba la hora de que 'El hombre de la casa' -según él- llegara, la pequeña Ana, se empezó a impacientar. Ella amaba las galletas, y si su papa no llegaba pronto, 'trollearía' a su papi -esa palabra le encantaba, sus padres se la habían enseñado- para conseguir sus amadas galletas. 

 

 

-¿Cuándo llegará papa, papi?- Le dijo. 

 

 

-Ya mismo tiene que estar al venir- Ni tan siquiera le dió tiempo a continuar la frase cuando la puerta de la entrada se escuchó. 

 

 

-Ya ehtoy en casa- Como siempre, él llegaba feliz. 

 

 

-Papa- Como era habitual, la pequeña Ana corría a los brazos de su padre. 

 

 

-Hombre, ya era hora- Gritó Rubén desde la cocina.- Tenías a tu hija impaciente. 

 

 

-Claro, me ehtraña cuando no ehtoy. Normal, soy al que mah quiere- El Noruego no pudo más que reír ante las ocurrencias del andaluz. 

 

 

-Claro.- Se acercó y le dió un tierno beso en los labios que provocó una pequeña corriente eléctrica en ambos. Lo miró durante unos segundos y no pudo evitar volver a reír.- Neh, lo que realmente quería era sus galletas- Y apuntó a la pequeña Ana, quién se acercaba sigilosa a la mesa de la cocina para alcanzar las galletas.- Ana...- Advirtió el mayor. 

 

 

Mangel, fingiendo decepción, se volvió hacía su pequeña.

 

 

-¿Eh eso verdad?- Puso una mueca triste en su rostro, sabiendo que su hija no podía resistirse a eso. 

 

 

-Eres un chantajista emocional.- Le picó Rubén, mientras su hija se acercaba a Mangel. 

 

 

-No, papa.- Le hizo un gesto a su padre, para que la cogiese en brazos y besó su mejilla.

 

 

Rubén se enterneció ante la escena que se le presentaba, aunque esta era bastante habitual. Eran felices, y no tenía duda, que aunque les había costado mucho conseguir llegar hasta ese punto, todo estaría bien, siempre y cuando, claro, permanecerían juntos. Porque su pequeña Ana, y su amado Mangel le regalaban la felicidad que él necesitaba. Él era feliz solo por tenerlos en su vida, no quería nada más.

 

 

Tras preparar la mesa y servir la cena -la cuál transcurrió entre risas, bromas y anécdotas de los tres; Mangel de su trabajo en la empresa de videojuegos, Rubén- quién trabajaba de vez en cuando en cosas relacionadas con viajes y videojuegos- de su día en casa, y Ana, de cómo le había ido en la escuela- recogieron todo y se fueron a dormir. 

 

 

Como siempre hacían, acompañaron a la pequeña hasta su habitación y tras acostarla se quedaron para contarle un cuento, aunque esta vez, sería algo especial.

 

 

-No, eso no, papi- Replicó la pequeña al ver que el Noruego había cogido el cuento de 'Caperucita Roja'.

 

 

-No, eho no papi- Lo remeó Mangel quién reía. Siempre pasaba lo mismo cuando le tocaba a Rubén contar la historia. 

 

 

-Cállate, retrasado- Susurró para después sacarla la lengua en un infantil gesto.- ¿Entonces?- Le preguntó a su hija. 

 

 

-Esta vez...- La niña pensó. No todos los días tenía la oportunidad de elegir, sobre todo si su papi contaba la historia- Quiero la historia de como papa y papi se conocieron. Mis amigas hablan de ello, y yo no lo se.- En realidad si que lo hacía, sus padres se lo habían contado mil veces -aunque siempre agregando nuevos detalles-, pero a la pequeña le encantaba. 

 

 

-Esta bien...- Concordaron los dos mayores a la vez. 

 

 

Y así, otra noche más, le contaron a su hija la fantástica historia de como se conocieron. De como sus vidas se conectaron, de como se encontraron y al final, como terminaron juntos -claramente, omitiendo algunos detalles-. 

 

 

Cuando la pequeña se quedó profundamente dormida, salieron silenciosos y caminaron hacía su habitación. 

 

 

-Te amo- Le susurró Mangel nada más entrar. Eso hizo estremecer a Rubén. Siempre acababa haciéndolo cuando el pelinegro tenía esos arrebates. 

 

 

-Yo también- Se rodeó y pasó sus brazos por el cuello entrelazando sus manos por encima de este, para segundos después, unir sus labios en un corto y casto beso lleno de amor. 

 

 

-¿Creeh que lo hemoh hecho bien?. ¿Creeh que nuestra historia tiene un final feliz?- Preguntó el andaluz. 

 

 

-¿Un final?- Interrogó Rubén.- Mangel, esto nunca tendrá un final. Siempre seré tuyo, eso no puede terminar.- Lo volvió a besar, esta vez más apasionadamente. 

 

 

-¿Siempre mío?- Preguntó Mangel mientras se tumbaba encima de Rubén, y empezaba a acariciar su cuerpo dulcemente. 

 

 

-Siempre tuyo.- Y volvió a unir sus labios en otro beso, el cual transmitía los sentimientos que tenía hacía el otro. 

 

Notas finales:

Y aquí está. El final de este pequeño Mini-fanfic Rubelangel. ¿Qué les pareció?. *Llora*

 

 

Espero que les haya gustado tanto como a mi el escribirlo. Me costó bastante, ya que había veces que no sabía como continuar -y ni hablar del epílogo-.

 

Debo agradecer a las personas que han seguido la historia y... bueno, decir que sin vosotros, no me seguiría animando a subir las historias, ya que nunca habría sido capaz de hacerlo... pero, como vi que os gustaban o algo así -aunque yo siempre digo que a mi no me gustan, porque escribo bastante mal xD- me alegra de que a vosotros os agraden. Prometo esforzarme cada vez más y bueno... de nuevo, agradecer. 

 

 

 

Gracias, de verdad. 

 

 


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