Todo transcurría con normalidad, aún nadie más sabía que dentro de aquel escandaloso y molesto pitcher había vida. Era tratado como siempre, a excepción de Kuramochi, quién dejó aplicarle llaves y pegarle patadas.
Ya habían pasado unos cuatro días desde que Sawamura le había dicho a Miyuki, en realidad en ese momento no lo hablaron lo suficiente, fue más que todo consuelo y comprensión, pero era evidentemente necesario. Aún no había escuchado “Estoy tan feliz de que vayamos a ser padres” ni tampoco aquellas palabras que en realidad nunca se habían dicho, “Te amo”; aunque comprendía que éstas últimas tenían un peso mayor, y claro que si no lo sentía no eran necesarias. Pero en el fondo él lo sentía y quería saber si el catcher pasaba por lo mismo.
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Había terminado la práctica de la tarde así que ya podían hacer lo que quisieran el resto de la noche, Kuramochi estaba decidido a tener una platica con aquel tipo que le había robado a su “hermano”, tenía que dejarle en claro que quisiera o no, tendría que cuidar de ambos, tanto del bebé como de Sawamura.
“¡Hey Miyuki!” exclamó el peliverde, “¿Qué sucede”?, “Vamos, tenemos que hablar”. Ambos tomaron rumbo por la parte trasera de los dormitorios, en donde practicamente nadie los escucharía
“Sawamura... tu acaso le dijiste lo feliz que estabas, suponiendo que estás feliz ¿no?, a pesar de que sé que no lo hiciste, ni tampoco han hablado en serio con respecto a ello, ¿qué estás esperando?” preguntó directamente el más bajo. El de gafas de inmediato se incomodó, todavía no lo había asimilado del todo, no era nada sencillo, más porque aun estaban en la preparatoria, apenas tienen 16 y 17 años. Pero ya era momento de parar esas vueltas que se estaban haciendo en su cabeza.
“Bueno... me conoces bien Kuramochi, en el momento en que me dijo que íbamos a tener un hijo mi mente quedó en blanco, pensé en la escuela, en el baseball y en el futuro, pero a la vez pensé en como se sentía Sawamura. Fue algo que ambos cometimos, no hay vuelta atrás, tampoco estoy diciendo que esto es un error. Tengo que en definitiva hablar con él, lo quiero eso no lo dudes” , sentenció con una expresión de seriedad.
“Sabía que eras idiota, pero no para tanto ¡Kyaha!” dijo el peliverde mientras golpeaba la espalda del más alto, y con una cara llena de picardía preguntó “Oye y desde ¿cuando salen?, ¿cómo se declararon sus sentimientos? Kyaha, simplemente me puedo imaginar lo tonto que te veías diciéndole [te quiero]”.
“No molestes” exclamó con un leve rubor “ahh...ahora que lo dices, no estamos saliendo formalmente...haha hahaha” rió tontamente, mientras era agarrado del cuello de la camisa y sacudido “¿Qué te pasa, vas a ser padre y ni tan siquiera estás saliendo con él?”.
“Haha es porque soy un idiota”, “¡Pues deja de ser tan idiota y ve a decirle todas esas cosas importantes!, ¡Joder!”... La conversación no fue tan seria como Kuramochi hubiese querido, porque al hablar se dio cuenta que Miyuki quiere de verdad a su escandaloso hermanito, lo deja todo en sus manos confiando en que todo va a salir bien.
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Era de noche ya, el pitcher se dirigía hacía la máquina expendedora, eligió la bebida y metió la moneda, y antes de que pudiera agarrarla una mano se extendió y la tomó. “¡Furuya!” gritó, “¿¡Qué haces!? ¡esa es mi bebida!”.
“Tú” dijo sereno como siempre el más alto, “¿Por qué no has vuelto a correr con las llantas?”. “¿Eh?” ciertamente él no había pensado en que poco a poco los demás iban a notar que su manera de entrenar era diferente, y tampoco que en algún momento su abdomen crecería y todos lo notarían, que tarde o temprano iban a saberlo.
Dudó un poco antes de responder, no sabía si contarle en ese momento o esperar a que se notara “Pues...yo...no las voy a usar por un tiempo”, “¿Por qué?” preguntó curioso, “Emm... ¡que importa!, no tengo porque darte explicaciones” dicho esto le arrebató la bebida a Furuya.
El más alto lo miró por un momento, era difícil saber lo que pensaba, por el momento lo único que quería Sawamura era que ese tipo lo dejara solo. Gracias a esto se dio cuenta que llegará el momento donde todos sabrán que él y Miyuki han hecho ese tipo de cosas, el tan solo imaginarlo era suficiente para que su rostro se pusiera completamente rojo. El contrario notó la rara expresión, dio media vuelta y se fue. “Hmm, ahora que lo pienso es raro que Furuya me haya preguntado eso, ¡HAHA!” , rió escandalosamente “de seguro se siente muy solo ya que no tiene con quién más correr”.
“Yo no estaría tan seguro” escuchó una voz que provenía del otro lado de la máquina, no era necesario verlo para saber quién era, puesto que ya la conocía a la perfección. Su rostro se iluminó al ver a su catcher, desde el día que le contó, no habían vuelto a hablar, por lo tanto se sentía muy emocionado.
“Hola” dijo el mayor mientras se acercaba y tomaba asiento frente al más bajo quién se encontraba de pie. Lo miró, extendió sus brazos tomándole las manos para acercarlo. Esto no era nuevo para él pero su corazón se sentía tan acelerado que pensó que se desmayaría. Cuando lo tuvo lo suficientemente cerca le abrazó por la cintura acomodando su cabeza en el vientre del menor.
“¡Waa! Miyuki-senpai, ¿Qué haces?, alguien nos podría ver”, “No importa, después de todo, siempre se darán cuenta” respondió con una sonrisa. “Lo sé pero, todavía no quiero que lo sepan, si no me molestaran desde ya” manifestó haciendo puchero, “Haha pero sería divertido” dijo el mayor riendo un poco, “¿Ehh? ¡Claro que no!” dijo intentando salirse del agarre del de gafas. “Haciendo esa expresión te ves adorable”, “¡Ya basta, deja de burlarte” exclamó el menor con un notorio rubor en sus mejillas.
El catcher aprovechó la oportunidad y lo besó, de una forma apasionada, el contrario no se resistió, después de todo ya le hacía falta. Separaron sus labios y se miraron “siéntate quiero saber más sobre nuestro hijo”, el contrario obedeció y se sentó a su lado. Estaba muy feliz de que al fin Miyuki quisiera conversar del tema, era necesario decirle cuanto llevaba de gestación, como fue cuando se dio cuenta, entre esas cosas. “Bueno entonces aquí va...”.