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Impensable por Marion_SxN

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Notas del capitulo:

Llegó el segundo capítulo para la muchachada. Me costó un poco terminarla pero aquí esta, me cuesta hacer varias cosas al mismo tiempo (sorry).

Espero que les guste.

Gracias a Desinaru la única muchacha que me dejó un review.

Besos.

Siempre me gustó la vista desde el enorme ventanal de la empresa de mi padre, era evidente el crecimiento empresarial de Tokio, los edificios altos de departamentos que se veían la distancia y que tenían cientos de oficinas en cada piso desde donde operaban las empresas. Carteles gigantes con propagandas adornaban las cimas de las edificaciones y las caras de cientos modelos publicitarios eran las joyas de estos.   

 Aunque eran las siete de la mañana las personas caminaban a pasos apurados guiándose con el ritmo de sus agitadas vidas, los autos se movían por la avenida deteniéndose en los semáforos y doblando por las esquinas. La primera nevada de invierno había cubierto las veredas de blancura helada, los camiones había pasado rociando sal a las calles para evitar accidentes y permitían que los vehículos circulen con seguridad. Afortunadamente por qué no era el mejor conductor del mundo.

Mientras miraba la ciudad vi mi reflejo en el vidrio espejado, se me nota cansado, acomodé mi flequillo y peiné mis cabellos hacia atrás. Un bostezo que había estado contenido me sacudió en  cuanto mi padre salió de la oficina. Froté mi nuca tratando de alejar la somnolencia, tenía mucho sueño. Había vuelto del hotel alrededor de las cuatro de la madrugada y como de costumbre “papá” me despertó a las seis para asistir a una reunión ya que uno de sus socios había faltado y necesitaba tener la mesa completa. Apoyé la frente en el vidrio y recordé el apetitoso muchacho con el cual había rodado en la cama, el chico sin nombre se me había acercado a él en el bar y después de una escasa charla nos fuimos al hotel más cercano.

Volví a bostezar por séptima vez en la mañana, sequé mis lágrimas con el dorso de mi mano y apoyé mis manos en el marco inferior de la ventana estirando el cuello hacia atrás. Estaba realmente cansado, recientemente comenzaba a recuperarme de la temporada de exámenes universitarios y el stress aún no se iba. Metí la mano dentro del saco y saqué una cajetilla de plata, tomé un cigarrillo y lo puse entre mis labios. El encendedor estaba mi otro bolsillo, amo mi zippo y lo encendí aspirando profundamente. Guardé todo en el bolsillo interior de la chaqueta soltando el humo que saboree en mis papilas gustativas, el sabor de los cigarrillos de menta era me encantaba. Me froté el ojo derecho con el índice y suspiré.

Mi celular comenzó a vibrar, sostuve el cigarrillo entre los labios mientras lo buscaba en todos los bolsillos. Cuando di con el aparato vi el nombre de alguien a quien no quería volver a ver, corté y lo guardé nuevamente.

Me recargué contra el ventanal y observé mis palmas. Había cometido la estupidez de acostarme con mi mejor amigo, habíamos tenido sexo en infinidad de ocasiones, sabía que estaba poniendo ciertas esperanzas en un caso totalmente perdido por que el chico estaba enamorado de alguien más, alguien que no hacía nada más que lastimarlo y decepcionarlo. Creí que con el tiempo quizás conseguiría algo más de él pero no pasó nada, solo le era de utilidad cuando teníamos sexo y si necesitaba un pañuelo con el cual secaba sus lágrimas. Y con todo el dolor del alma tomé la decisión de alejarme y aunque hice todo lo posible solo me quedó huir.

-Gaara- Mi padre se asomó por la puerta. Me detuve uno segundo esperando que me hablara pero solo me envió la mirada más desaprobadora que tenía, me acerqué al escritorio y apagué el cigarrillo contra el cenicero- La reunión empieza en dos minutos.

-Ya voy- caminé hacia la puerta para seguir a mi padre hacia la sala de reunión.

Mi padre me presionaba más a mí que a cualquiera de mis hermanos, sobre todo con respecto a mi futuro, estaba más que decidido a que me haga cargo de la empresa. Era asido a llevarme a  comisiones administrativas preparándome para mi puesto de jefe en la petrolera Suna, adiestraba mis conocimientos ganados en la universidad para que los aplique en las reuniones con el comité ejecutivo. Había pagado una colegiatura en una universidad privada, obviamente que nunca le prestó atención a lo que deseaba estudiar, me inscribió a administración de empresa, lo único que me tranquilizaba era solo me quedaban dos años para terminar con mi infortunio.

El piso tenía una larga alfombra de tela plástica en color azul y la pared de placas de yeso tenían algunas pinturas en ellas para darle más sobriedad. Las puertas de madera llevaban los nombres de los socios y sus puestos administrativos. Nos detuvimos frente a una puerta de vidrio opaco e ingresamos, las personas dentro se pararon para recibirnos con una exagerada reverencia para luego sentarse nuevamente. Mi padre caminó hacia el extremo de la mesa donde se sentó y con una sola mirada me indicó que me sentara junto a él, quise sentarme más cómodo pero no era educada mi forma de acomodarme por lo que opté por unir mis dedos y esperar que comenzara la conferencia. Sinceramente estaba aburrido hasta las cejas y en particular esa mañana, solo quería que la “cosa” terminara rápido para poder marcharme de aquí, tirarme en la cama y dormir hasta el otro día.

Escuché el sonido de la puerta de entrada y levanté la vista, un grupo de hombres ingresó, todos ellos ataviados con costosos trajes de diseñadores, quise reírme pero mi padre tenía puesto sus ojos sobre mí. Algunos levaban sonrisas bobas y otros tenían sus rostros contraídos en pánico, los vi andar a pasos lentos e inseguros mientras pasaban la puerta. Todos eran hombre mayores e increíblemente aburridos para ser hombres asalariados, suspiré con fastidio y vi al último sujeto pasar. De repente sentí que mis pulmones habían dejado de trabajar, si hubiera estado parado hubiera necesitado de un apoyo para mantenerme erguido. Mi boca secó como un desierto y parecía que mis sentidos habían sido arrollados por el shinkansen.

¿Estaba soñando o desvariando? Era la única explicación para esa visión que acababa de atravesar  la puerta. Tragué duro y me contuve de pararme por la impresión.

Sin la más mínima intención de ocultar mi labor deslicé mis ojos por el cuerpo del hombre haciendo un camino desde sus zapatos negros Hush-Puppies pasando por sus pantalones Dior que se ajustaban perfectamente en los lugares precisos. El saco cubría la zona de su cadera ciñéndose en su grácil torso, una corbata naranja ajustaba ligeramente sobre la camisa en la base de su cuello que se extendía hasta unirse con el más hermoso rostro que vi. No perdí ni un segundo en memorizar las características de sus gestos, mentón ligeramente redondeado, pómulos suaves, mejillas que tenían tres marcas en cada una y nariz respingada, pero cuando me sentí delirar fue en el momento en que fijé mi mirada en sus orbes. Tenía unos rasgados ojos almendrados del color del cielo rodeado de pestañas del mismo color que las hebras del delicioso hombre: rubios como el sol. Dios, el tono de su piel, tenía el color del verano que no hacía más que sobresaltar aún más el color de sus ojos y cabello.

Lo vi caminar al interior de la habitación con una mortífera sonrisa en sus labios. No podía despegar los ojos del hombre, se sentó en el extremo contrario de la mesa con movimientos gráciles, colocó un maletín marrón sobre la mesa y no dejó ese glorioso gesto en su rostro. Estaba expectante, quería escuchar su voz, ver como se movía en la junta, saber su nombre, quería saber todo lo que correspondía a ese bello espécimen de hombre.

-Uzumaki-san- la voz de mi padre me envió de regreso a la reunión. Súbitamente fui consciente que estaba en la junta, tenía el torso inclinado y noté que algunos de los miembros del comité me miraban con curiosidad. Me sentí un poco avergonzado cuando me di cuenta que había tenido la boca abierta- ¿Está usted preparado?

-Sí, señor- el tono barítono se extendió por mí erizándome la piel del placer. Era exactamente como lo había imaginado.

La hermosa mirada del rubio se detuvo unos segundos en la mía haciéndome delirar del gusto. Era impresionante como con solo un vistazo mi corazón palpitaba con rapidez. Me sentía un inexperto, como si fuera la primera vez que experimentaba estos sentimientos de ansiedad hormonal.

 

 

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La reunión había terminado media hora después, el melado se había expresado con seguridad y elocuencia, finalmente me había recargado en una de mis manos observándolo detenidamente. Grababa en mi memoria cada movimiento, estudiaba como su boca se movía con cada palabra mostrando de vez en cuando la hilera de brillantes dientes perlados cuando sonreía. Me encantaba ver como sus parpados se abrían y se cerraban batiendo sus pestañas casi blancas como si fueran alas de mariposas. No escuché nada lo que había dicho solo me limité a observarlo y memorizarlo.

Un murmullo de aceptación cortó mis pensamientos, vi alrededor y encontré a los empleados susurrarse entre ellos. Noté que la conferencia había terminado y Uzumaki se había sentado nuevamente en el extremo de la mesa esperando paciente las palabras de mi padre. Se enderezó en su silla y lo miró mientras se mantenía en silencio, quizás, pensando en que decirle al muchacho.

-Estoy muy complacido con la presentación- agració levantándose de su asiento y sonriendo cortésmente. Sonreí ligeramente- Cumplió con cada uno de los términos que pedí. Bueno, creo que todos están de acuerdo con el producto ¿verdad?

Rumores de afirmación se elevaron una vez que terminó de hablar. Deslicé mis ojos al rubio y noté que sonreía con suavidad y sus hombros tensos se relajaron. Se apoyó del todo contra el respaldo de la silla con una clara satisfacción en su rostro. Pasaron unos cinco minutos en que los ejecutivos miraban el cuadernillo con los gráficos y seguían comentando la presentación.

-La reunión se da por finalizada- papá se paró y seguido de su movimientos el de todos en la mesa, siempre fueron unos lambiscones y esperaban que su jefe se retirara primero. Pasé junto a algunos de los hombres que me saludaron con un meneo de cabeza, como soy alguien educado los saludé con un movimientos. Cuando llegamos al extremo de la sala donde estaba el comité del precioso rubio, mi padre se detuvo frente a éste el cual se erguió y esperó.

-Excelente presentación, Uzumaki-san- el blondo tomó rápidamente la mano que se le ofrecía mientras sonreía. Me mantuve un poco alejado mientras observaba los hoyuelos que se formaban en las mejillas trigueñas.

-Muchas gracias, señor director- sus ojos celestes que estaban fijos en el director pero se deslizaron hacia mí sutilmente para luego volver al empresario. Jadeé nuevamente al sentirme el objetivo de esos orbes desconcertantes.       

-Permítame presentarle a mi hijo- comentó mi padre, volví a prestar atención cuando me señaló con una de sus manos- Sabaku no Gaara, está estudiando administración de empresas en la Universidad de Tokio- esperaba que me presentara al encantador rubio- Uzumaki Naruto, se encarga de la división de marketing de la empresa.

-Mucho gusto en conocerlo, Uzumaki-san- le tendí una mano esperando que no se notara en mi rostro las ansias de saber si esa piel era tan suave como parecía.

-Igualmente, Sabaku-san- me devolvió el apretón con respeto y con una leve inclinación. Se me calentaron las pelotas cuando toqué su piel- Su padre ha hablado mucho de usted.

-Por favor, Uzumaki-san- agregué retirando la mano no sin antes acariciar con mi pulgar la porción de piel que estaba a disposición- No es necesario que sea tan formal. Llámeme Gaara, sin el san.

-De acuerdo, Gaara-kun- definitivamente el hombre era encantador. Podía babear sobre él hasta quedarme sin saliva y aún seguiría haciéndolo.

-Bueno, Uzumaki-san- mi padre sonrió ocasionando que los orbes cian lo miraran - Espero recibir los informes y que acuda a la reunión establecida para la semana que viene.

-Por supuesto, presidente- hizo una leve reverencia.

Mi padre inclinó la cabeza y caminó a través de la puerta. Me quedé detrás para saludar al rubio que se rascó la mejilla izquierda, en ese simple movimiento noté la alianza en su dedo anular.

Por supuesto que el hombre era solo para observar, ya había pasado por una mala experiencia amorosa donde no tenía oportunidad e ilusionarme con un hombre heterosexual estaba totalmente fuera de sus límites. Frunció la boca y se retiró.

Era decepcionante que el hombre estuviera casado, seguramente estaba casado con una hermosa mujer y tendría una docena de rubiecitos correteando a su alrededor. Cuando mi padre me dijo que ya no me necesitaba comencé a marcharme, bajé por elevador y cuando llegué a la planta baja saludé al guardia de la puerta. Cuando pisé el exterior del edificio miré hacia arriba, descubrí había comenzado a nublarse, froté mis manos y me estremecí, con sueño encima la mañana era una verdadera pesadilla. Fui hacia el estacionamiento al lado de la empresa y le quité el seguro a mi Audi rojo, abrí la puerta y me deslicé al interior. Encendí el auto y comencé la marcha hacia la zona residencial cerca de la universidad, en el trayecto estaba pensando en la suavidad de mi cama y dormir profundamente hasta la noche.  Llegué a la residencia departamental, estacioné el auto y me dirigí a la puerta de vidrio, el portero estaba ahí y me abrió. Lo saludé con una inclinación de cabeza y comencé a subir la escalera hasta el segundo piso, justo al lado de estas estaba mi departamento, abrí la puerta con llave y la cerré detrás de mí. Dejé la llave en un bol junto a la entrada, dejé mi saco en una silla y aflojé mi corbata mientras andaba hasta el sofá. Me tiré sobre el sillón boca abajo y cerré los ojos quedándome inmediatamente dormido.

Me desperté cuando estaba oscuro, me levanté con las manos y entorné la mirada. Mi departamento estaba en penumbras, me acerqué al borde el sillón y tantee la ficha del velador. Cuando se encendió, me senté y froté mis ojos. Tenía la boca seca y estaba famélico, había dormido desde que llegué, me saltee el almuerzo y aparentemente la merienda. Miré el reloj de la pared descubriendo que eran las nueve.

Me paré y caminé al panel de luces para encender la del living. Recogí el saco y caminé hacia mi habitación para ducharme y salir a comer. Abrí la puerta y prendí la luz, me acerqué al ropero y saqué una percha para colgar el saco, abrí uno de los cajones y saqué la ropa interior. Abrí el que estaba debajo de ese y tomé una camisa sin botones color rojo. Lo dejé sobre la cama mientras extraía unos pantalones de jeans uno de los estantes en el interior del mueble dejándolo junto a la camiseta.

Fui hasta el baño, agarré una toalla y abrí el agua caliente de la ducha. Me miré al espejo y me pasé la mano por el mentón sonriendo cuando descubrí que no tenía la necesidad de rasurarme. El baño se inundó de vapor y me introduje bajo el agua gimiendo de gozo cuando esta me acarició la espalda. Me bañé lentamente, disfrutando de la ducha y relajándome. Perdí la noción del tiempo y tuve que apurarme al cambiarme, la habitación afortunadamente estaba climatizada y mientras me cambiaba en la habitación no me congelé.

Cuando acabé de ponerme toda la ropa fui al baño y peiné con los dedos mi cabello rizado. Sonreí de forma aprobadora cuando me vi en el espejo, estaba radiante y la siesta me había caído de diez.

En la habitación fui al mueble donde tenía los perfumes y rocié mi favorito en el cuello. Froté mis muñecas con el perfume y me coloqué un arete de brillante en el lóbulo derecho, cuando me separé del espejo sonreí coqueto y agarré una chamarra mientras andaba hasta la cocina para alcanzar la billetera en mi bolso. Metí la mano en el bolsillo escondido y no encontré nada, me detuve un segundo pensando, rebusqué en el bolsillo exterior y tampoco estaba ahí. Solté un gruñido y saqué lo poco que había dentro del bolso. Me paré con el morral aun en la mano preguntándome donde podía haberlo dejado.

Una repentina imagen fantasma me hizo gemir de frustración, la última vez que lo había sacado fue en la oficina de mi padre cuando me había dado una tarjeta de presentación de su nuevo abogado. Arrojé el bolso y me acerque a la puerta, tomé las llaves de mi automóvil con decisión, tenía pensado pasar por la oficina y de ahí marcharme a cenar.

 

 

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Detuve el vehículo en la puerta de SunaCorp, miré por el ventanal para ver si había alguien y me alegré cuando vi al guardia de seguridad sentado en el escritorio. Dejé el auto encendido y casi corrí hasta la puerta, pegué la cara a la puerta y la golpeé. El hombre de seguridad giró la cabeza en mi dirección y se paró para ir hasta la puerta, abrió la puerta con un gesto de interés:

-Joven Sabaku-san- entré cuando dejó la puerta abierta para pasara- Son casi las diez.

-Lo sé, pero hoy cuando me fui me olvidé la billetera en la oficina de mi padre- solté un suspiro mientras el hombre sonreía suavemente.

-Suba entonces, estaba a punto de cerrar las puertas principales.

-Gracias, Yamato- caminé rápido hacia el ascensor presionando el botón del último piso. Las puertas se cerraron y me apoyé contra uno de los laterales escuchando la estúpida melodía.

Era un día de semana pero seguramente habría algunos chicos lindos en la ciudad, sonreí al pensar que iba a llevarme a otro chico a un hotel. El ascensor hizo un “ting” cuando llegó al último piso, la puerta se abrió y caminé a la oficina de mi padre. A penas y las luces alcanzaban a proyectar una sombra, me detuve frente a la puerta con la placa que decía director y la abrí.

Me acerqué al escritorio y encendí la luz de velador, me disponía a buscar cuando lo encontré tirado en el suelo. Suspiré relajado, por suerte no se lo había llevado mi padre o me lo había olvidado en otro lugar.

Lo aguardé en el bolsillo trasero de mis jeans y salí por la puerta, cuando volvía el sonido de la máquina de imprimir llamó mi atención. Entorné los ojos ligeramente y vi pasar una mata blonda, me acerqué curioso sin hacer ruido y me incliné por el marco aprovechando que el sonido de la impresora cubría el de mis pasos.

Ahí lo vi de nuevo, el rubio precioso estaba parado junto a la maquina, tenía los codos apoyados en el aparato y observaba a través de la ventana. Tragué saliva cuando rodé mis ojos por su espalda, esta vez no había ningún saco que tapara su norte y... Mierda que tenía el mejor culo que había visto, no podía despegar la vista de sus dos montes.

Quise seguir viéndolo pero la maquina había dejado de imprimir haciendo que el hombre se moviera, lamentablemente se dio vuelta y me vio. Fijó su mirada en mis ojos y sentí de nuevo el sacudón de excitación de esta mañana, sonreí de lado tratando de ser cortés mientras me acercaba.

-Buenas noches, Uzumaki-san- traté de no sonar tan ansioso.

-Igualmente, Sabaku-kun- uf, ese tono de voz ligeramente grave era un pecado. Me introduje del todo en la sala y me aproximé. Nuevamente la alianza brilló en su mano, fruncí el gesto con un poco de contrariedad, seguía sin gustarme esto de acercarme a alguien casado pero solo me deleitaría la vista. Solo un poco.

-¿Haciendo horas extras?- caminé hasta la ventana y me giré viéndolo. Había algo en como caminaba, como se movía que era magnifico.

-Iba a ir a casa pero recordé que mi esposo está en un viaje de negocio- golpeó las impresiones de canto en la mesa acomodándolas. Me quedé helado, estaba casado, el sujeto era precioso, gay pero lamentablemente estaba casado.

-¿Un viaje de negocio?- traté de sonar casual. Apoyé mi espalda en la impresora mientras lo veía engrapar las impresiones- ¿Un asalariado?

-Mejor, es vicepresidente- acomodó las hojas en un escritorio y se acercó hacia mí. Tragué saliva con la cercanía, se detuvo a mi lado y habló con voz baja- ¿Puedes alcanzarme mi abrigo detrás de ti?

-Claro- me sentí un idiota, definitivamente este hombre me ponía idiota. Lo tomé y se lo entregué, rápidamente se lo colocó. Tomó la valija que había llevado a la reunión y comenzó a caminar hacia la puerta. Me dispuse a hacer lo mismo.

-¿Cuántos años tienes, Sabaku-kun?- me sorprendió la pregunta, estábamos yendo al ascensor y mientras esperábamos que subiera simplemente la soltó.

-Diecinueve- contesté mientras nos introducíamos al elevador, nos paramos mirando hacia las puertas- ¿Usted?

Soltó un sonido ahogado de risa y se cubrió la boca mientras reía. Tenía una risa suave y grácil, sus hombros se movían levemente.

-Eres un niño- lo vi secarse las lágrimas de risa- Lo lamento pero estoy sorprendido, estas adelantado ¿Quieres cenar?

-De acuerdo- acepté la invitación. Realmente quería pasar aunque sea un segundo más a su lado.                                                                                                                                                             

 

Notas finales:

¿Y? Espero que les haya gustado. Cambié el punto de vista de la historia para sea más personal. Es la primera vez que escribo un fic desde el punto de vista de primer persona, espero que les haya parecido interesante.

Kisses y nos vemos prontillo.


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