"Esto no puede estar pasando" Era la milésima vez que esas palabras recorrían su mente, se sentía agotado, su mente se estaba desmoronando por los malos pensamientos.
Volvió a pasar su mano sobre aquella pálida frente, sentía su piel cada vez más caliente, y eso obviamente era algo malo. Después de que Near se había desmayado Mello ya no tenía ni una sola alternativa, lo llevó a su casa, a su maldita casa, no quería ni imaginarse cómo diablos reaccionarían sus padres si entraran a la habitación de Mello y vieran a ese pequeño mocoso acostado en su cama.
Intentó no pensar más en eso y tomó un pañuelo con agua fría y lo colocó delicadamente en la frente de Near, ahora sí que su vida no podía empeorar, y ahora ese enano estúpido escogió un mal momento para que le diera fiebre.
"Sabiendo que su cuerpo es tan sensible y se le ocurre salir en plena lluvia, será idiota" Pensó mientras se sentaba a los pies de la cama.
Observó a Near un buen rato, su rostro se veía diferente, además de las mejillas teñidas de un fuerte color rojo, tenía una ligera expresión de dolor, su respiración era más rápida, parecía que le costaba respirar. Mello volteó hacia la mesa y observó la ocarina, su color azul casi no se notaba gracias a las manchas de tierra húmeda, estiró su mano y la tomó, con la manga de su camisa la limpió volviendo a revelar el brillante color azul marino del pequeño instrumento, lo observó detenidamente.
"Se ve complicado de tocar" Pensó al notar que el instrumento tenía muchos agujeros.
No sabía porqué, pero su boca se acercaba lentamente hacia la punta del instrumento, intentaría tocarlo, si Near podía, él también podría intentarlo. Sopló con un poco de fuerza, pero no soltó ni un solo sonido, recordó la manera en la que Near la sostenía, y supo que debía cubrir ciertos agujeros para hacer las notas. Volvió a soplar esta vez haciendo un pequeño pero agudo sonido, volvió a mirar a Near y sonrió.
"Haces que tocarla parezca muy sencillo"
Sus ojos no se apartaban del rostro del menor, pero ahora su rostro no se veía tan mal, eso le pareció bien, porque era señal de que la fiebre comenzaba a disminuir, volteó a mirar el reloj, faltaban unos minutos para las cinco, Mello no había dormido en toda la noche, pero no quería descansar, tenía que cuidar al albino al menos hasta que se despertara, sintió un pequeño movimiento y volteó rápidamente hacia Near, sus ojos comenzaban a abrirse, sintió un enorme alivio y felicidad.
—¿Mello?
Near miraba a Mello no solo confundido, sino sorprendido, observó sus alrededores y el lugar no se le hacía familiar, eso le preocupó un poco.
—Finalmente despiertas, ¿como te sientes?
—¿Dónde estoy? —Preguntó levantandose con un poco de dificultad.
—En mi casa —Respondió quitando el pañuelo de la frente de Near y pasando su mano en su frente.
Near lo miró con una enorme sorpresa, y Mello pudo notar en esos grandes ojos una sensación de miedo, mucho miedo.
—¿Qué? —Preguntó algo alarmado.
—Estás en mi casa —Repitió.
—¡¿Porqué me haz traído?! —Gritó asustado.
—Cállate imbécil —Susurró Mello cubriendo la boca de Near con su mano —, si mis padres se despiertan será el fin para ambos.
Mello retiró la mano de la boca de Near lentamente, respiró hondo y respondió.
—Tenía que hacerlo, te habías desmayado ¿qué querías que hiciera? ¿que te dejara ahí tirado?
Near se quedó callado, Mello tenía un buen punto, apretó sus puños y se inclinó hacia atrás recostandose en la cabecera de la cama sintiendo un mareo.
—Debes descansar, aun estás a muy alta temperatura.
—Pero no puedo quedarme aquí, sería un problema para ambos.
—¿Y qué sugieres que haga?
—No lo sé —Near comenzaba a hablar más despacio, se colocó una mano en la frente sintiendo su temperatura aumentar.
—Tu fiebre está subiendo —Mello paró por un momento para pensar —, te llevaré a tu casa.
Es lo único que el rubio podía hacer, pero, por el estado de Near, no podría caminar bien, solo haría que su estado empeorara, tendría que llevarlo de la misma manera en la que lo trajo, y eso le resultaba realmente incómodo, pero era la única alternativa.
—¿Cómo?
(...)
Si sus cálculos no le fallaban, podría jurar que ya casi eran las seis de la mañana, y aun así el cielo seguía viéndose oscuro a causa de las negras nubes que amenazaban con próxima lluvia y el aire frío se colaba en su ropa dándole escalofríos, los casi nulos rayos de luz que se asomaban tímidamente por las nubes le ayudaban a avanzar, y también ayudaba al pequeño niño que estaba sobre su espalda a saber en qué dirección ir. Esa era la única manera en la que el rubio podía llevarlo, sobre su espalda, pero no le molestaba mucho, Near es más liviano de lo que parece, y su cuerpo en su espalda se sentía, de alguna extraña manera, se sentía suave.
Near cerraba sus ojos de vez en cuando apoyando su cabeza sobre el hombro del rubio, quedándose dormido por unos minutos, hasta que el rubio elevaba su hombro incómdo despertándolo.
—Ahí es —dijo Near señalando una vieja casa de madera.
Mello al observar aquella casa tan deteriorada que parecía que se fuese a derribar con la más delicada brisa, sintió un sentmiento de lástima hacia Near, su vida parecía ser peor que la suya, y en su opinión, él no se merecía eso.
—¿Seguro de que quieres volver ahí?
—Seguro.
—Pero si regresas solo te harán más daño.
—No tengo alternativa, no hay sitio en donde quedarme y no quiero ser una carga para Mello.
Near dibujó una pequeña sonrisa fuera de la vista de Mello, mientras que éste comenzaba a volver a sentir esa sensación de incomodidad.
Cuando entraron la casa no se veía tan deplorable como aparentaba, subieron las escaleras de la manera más sigilosa que fuera posible y entraron a la habitación de Near. Mello al observar el lugar, sintió ira, la habitación de Near era mil veces peor que la de él, el sentimiento de furia crecía inexplicablemente, y Mello quería hacer algo al respecto, pero no podía, ¡no podía! si no podía hacer algo para él, menos haría algo para Near.
Recostó a Near en la cama con una delicadeza casi inhumana y volvió a cruzar su mano sobre su blanca frente.
—Gracias —Dijo Near sonriendo.
—No hay problema —Mello le regresó la sonrisa —, ahora descansa.
Near asintió sintiendo como sus ojos volvían a cerrarse por sí solos. Mello se dio cuenta de que ya era hora de irse y dejar que Near se recuperara. Salió de la habitación lenta y silenciosamente para no despertar a Near, bajó por las escaleras y salió de la casa sin ser visto o escuchado, observó el cielo, aún se veía oscuro mientras que el sonido de los truenos se hacía presente Mello salió corriendo para no mojarse en la pronta lluvia torrencial.
Llegó a la entrada de su casa, no podía entrar por su ventana, la había cerrado para que si lloviera el agua no inundara su habitación, cuando entró a la casa y observó a la persona que estaba al frente esperándolo sintió como si su corazón se detuviera y se maldijo por ser tan tonto en haber cerrado la ventana...