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Out Of My League por AnnaShizael

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Notas del fanfic:

Esta historia ya había sido publicada, pero la borre por razones personales. 

Notas del capitulo:

Esperó que me apoyen en esta idea que tengo en la cabeza desde hace un año. :) 

Capitulo 1. 

 

La brisa era delicada, como un ave recién nacida que meneaba aquel cabello del color del crepúsculo tan lacio que asimilaba haber salido del agua.

 

 

Con unas mejillas poco rosadas y fundidas de pecas había llenado de deseo y desesperación al joven de cabello azabache que lo presenciaba desde la parte más desolada del salón. La banca junto a la ventana

 

 

Aquella cara en forma ovalada estaba acompañada con unos lentes de armazón negro un poco gruesos para esos espléndidos ojos pardos en donde predominaba el verde esmeralda. Esos preciosos ojos estaban opacados por los lentes de gran tamaño.

 

 

Su piel.  Con ese tono tan claro daba la sensación de que era un hijo de la luna que había sido besado por el sol dando luz a ese fino cabello pelirrojo.

 

 

Con esas características había cautivado a él joven de cabello azabache que recibía el nombre de Steven, estaba tan deleitado por todas sus peculiaridades que si alguna vez había prestado atención a clase, toso eso se había acabado.

 

 

A pesar de ser un chico nuevo en la escuela tenía una sonrisa muy entusiasta pero a través de aquella fachada de gesto Steven se dio cuenta de que tanto se forzaba. La sonrisa del pelirrojo era solo una falsedad.

 

 

—Soy Andrew Eldridge, vengo desde Lightless queda al norte del país por si no lo saben. Es un gusto conocerlos a todos

 

 

Su voz era una dulce melodía, tan clara como el agua, tan segura y pacífica como ninguna otra. Lo que hizo que el azabache se preguntará como sonaría al estar enojado.

 

 

Tras recibir indicaciones del profesor de Lengua, el joven pelirrojo tomo dirección al asiento vació que se encontraba a la derecha del azabache que atentamente observaba cada movimiento del menor.

 

 

Steven estaba tan interesado en el nuevo estudiante. No era sus atributos lo que principalmente le llamaban su atención si no la simple necesidad de hacer una falsa sonrisa ante la gente nueva. Y haría lo que fuera por ver una sonrisa verdadera de Andrew.

 

                                                                                      ***

 

Al tomar asiento Andrew pudo sentir las miradas cálidas y algunas fulminantes de sus nuevos compañeros. 

 

 

El joven pelirrojo sintió que un coraje se apoderaba de su persona pero no podía permitirse mostrar una mueca ante la gente por la misma razón que había fingido una sonrisa en frente de todo.

 

 

Por qué daría una mala impresión.

 

 

Tan obsesionado por ser perfecto había creado en Andrew una personalidad tan falsa y llena de mentiras.

 

 

Sumido en sus pensamientos pudo recobrar su conciencia cuando un papelito húmedo había sido disparado en su nuca.

 

 

Instintivamente giro su cabeza en dirección donde había salido disparada aquella bolita de papel que el pensamiento del por qué estaba mojada hacia que le provocaran nauseas.

 

 

El joven de cabello azabache se encontraba sonriendo de cachete a cachete haciendo que sus pómulos sobresalieran en su piel bronceada y  entrecerrara aquel par de ojos de los cuales Andrew solo podía notar una pizca de azul eléctrico.

 

 

Su cabello era tinta comparada con la piel de Andrew. Tan negro como una noche de soledad.

 

 

Andrew dejo toda la repugnancia que había sentido para comportarse con buena educación aunque el azabache no la mereciera.

 

 

—¿Se te ofrece algo?—Pregunto atentamente el pelirrojo

 

 

—Sí, quiero que comas conmigo en el comedor. Invito cortésmente pero directa el mayor. Aunque más que una invitación sonaba a una orden.

 

 

Era una oportunidad muy buena para el pelirrojo de hacerse fama de chico bueno, pero su instinto le decía que no había de fiarse de Steven.

 

 

—Por supuesto. Sonrió de vuelta el pelirrojo para causar una buena impresión en el azabache

 

 

—¿Cuál es tu última clase antes del receso?— Pregunto Steven

 

 

—Tengo taller de lectura y redacción. Respondió el menor susurrando para que el profesor no se diera cuenta de que hablaba en clase.

 

 

—Igual que yo, te veré entonces.— Comento Steven con aquella sonrisa en la que entrecerraba sus ojos y dejaba a notar aquellos dientes blancos como unas perlas.— Ah y por cierto, la vieja morsa— Señaló al profesor que actualmente se encontraba parado de puntas escribiendo en lo más alto del pizarrón — Nunca escucha que hablamos en clase, así que no te preocupes — Agrego el azabache.

 

 

El pelirrojo mostro sorpresa ante la falta de respeto que había dicho el azabache, aunque algo que le causa mayor asombro fue la observación de Steven. Lo cual lo dejo pensando en que debía tomar medidas si se llegaba a enterar de cuál era su verdadera personalidad, por qué eso significaba que Steven podía arruinar su objetivo de convertirse en un chico perfecto en los ojos de su madre.

 

 

Ignoró sus pensamientos para que al  final se pudiera concentrar en clase y que en cierto momento pudiera echar un vistazo al joven azabache que se encontraba acostado con los brazos recargados en la banca evidentemente descansando. Eso causo desilusión en Andrew ya que lo había dejado con la intención de presenciar más aquellos ojos azules. El pelirrojo pudo captar el reflejo del sol en uno de los tres piercing que adornaban la parte superior de la oreja derecha de aquel azabache que nunca se había presentado.

 

 

Su cara se mostraba serena y pacífica, como un ángel plácido a la luz de la luna y como una alarma en la cabeza Andrew recordó una metáfora sobre un ángel

 

 

>>Las lágrimas de un ángel son mucho más perturbadoras que la risa de un demonio. <<

 

 

Y se preguntó si aquel ángel que había conocido, alguna vez lloraría.

                                                                         

                                                                                    ***

 

El disturbio en el comedor de la escuela Lermand era presente con tantos murmullos en el aire. El aroma de la comida era presente haciendo que los estudiantes se comportaran desesperadamente por el deseo de comer.

 

 

Protestas y gritos retumbaban en los oídos de Andrew, que se sentía aliviado por no sufrir aquella experiencia en la fila de la cual provenía todos los quejidos escandalosos

 

 

El pelirrojo seguía obedientemente a Steven, y se percató de que cuando estaba alrededor de las personas tenían un aire de superioridad lo cual fatigaba a Andrew internamente.

 

 

Steven paro de golpe lo cual hizo que Andrew se sobresaltara y maldijera en sus adentros.

 

 

El ojiazul dio paso a un costado y con un ademán propio de un caballero presentando al príncipe, señalo  la mesa que se encontraba al frente del pelirrojo.

 

 

Delante de Andrew se encontraba un singular par de gemelos; Con los mechones de cabello castaño cayendo como cascadas y aquellos peculiares ojos que contenían un iris violeta claro a la luz del sol que nunca en su vida olvidaría.

 

 

Aquellos rasgos eran los que más acaparaban la atención del ojiverde, aquella piel que se notaba más bronceada en los brazos que en su cara; las mejillas con un tono rosado tan suave; todo eso estaba de más comparado con los ojos de aquel par.

 

 

 —Les presento a Andrew Eldríiiiich—  Steven presento al pelirrojo a lo cual  el pelirrojo se mostró molesto con el hecho de que el mayor descaradamente había asesinado. No. Él no había asesinado. Había mutilado, degollado, exterminado, ejecutado todo su apellido, el cual lo hacía llenarse de orgullo.

 

 

El pelirrojo oculto su enfado con una sonrisa tímida que había puesto en práctica la mayor parte del tiempo aquel día para esconder su desagrado y atraer enemistades en su primer día.

 

 

—¿Me puedo sentar?— Preguntó Andrew con la voz más amable que pudo para dar una buena impresión ante ese par.

 

 

Los gemelos intercambiaron miradas y como si de palabras se tratara en cuestión de segundos habían abierto un espacio y cada quien de un jalón tomo una de las manos de Andrew, son un fuerte estruendo el pelirrojo había quedado aprisionado entre los gemelos de cabello castaño.

 

 

El pelirrojo reprimió su enojo por la brusca acción en una ridícula sonrisa que nadie notó a excepción del azabache que sospechaba el porqué de esa incomoda sonrisa.

 

 

La curiosidad de Steven hacia Andrew era inmensa. Como un fuego en potencia que se extendía Steven quería indagar en cada asunto que se relacionaba con Andrew, desde gestos, hasta el porqué de su cabello rojizo.

 

 

Nunca perdía de vista a Andrew. A pesar de haberlo conocido en unas horas se había percatado de que mientras descansaba en las clases el menor lo miraba de reojo con cierta melancolía. Era observador e inteligente. Y con mucha paciencia.

 

 

Los gemelos Rivers que estaba sentada en lado de Andrew no solamente eran conocidos por su gran parentesco si no que por la manera en la que podían desesperar a alguien.  Era cuestión de segundos para que Andrew se levantara de la mesa desesperado por la actitud del par.

 

 

—Yo soy Dominic Rivers, y él es Klaus Rivers. El gemelo de la derecha señalo a su hermano que sonreía energéticamente al pelirrojo.

 

 

—Mucho gusto. Logró musitar

 

 

—Un placer en conocerte, espero que disfrutes tu estadía en Lermand, así que si me disculpas mi hermano hablara de la escuela mientras yo trato de saber más sobre ti, jícama con chile. El gemelo que recibía el nombre de Dominic habla tan rápido que le sorprendió el hecho de que no había tomado una bocanada de aire.  Andrew era tan orgulloso que no pudo haber pasado por alto aquel apodo que había optado por llamarle Dominic, pero se mordía la lengua para que su insolencia no se diera a luz.

 

 

Miro de reojo a Steven que se encontraba sentado delante de él mirándolo fijamente y con su sonrisa torcida que ya era tan típica de él.  Lo había notado. Su insolencia.

 

 

—Pues bien amigo mío, como bien te dijo mi hermano yo soy Klaus, un gusto, si tienes dudas de la escuela puedes decirme, aunque a lo que veo el capitán está haciendo un trabajo muy bueno.-—Ladeo su cabeza en dirección al azabache que en estos momentos se encontraba mordiendo una roja manzana que había tomado de un chico que había pasado por ahí.- De todos modos yo te ayudare, te recomiendo entrar al club de básquet en donde mi hermano y el jefe están, es lo mejor del mundo, sin contar que […]

 

 

Klaus seguía parloteando velozmente sin importar que Andrew ya no mostrara ni una pizca de atención en la conversación. Lo único que había llamado su atención fueron las palabras con las que se refería al ojiazul, lo que le daba a entender que era el capitán del equipo de bastquetball.

 

 

Y como si hubiera oprimido algún botón Dominic volvió a hablar con constantes preguntas acerca de Andrew; ¿Cuántos años tienes? ¿De dónde eres? ¿Eres pelirrojo natural? ¿Qué tinte usas? ¿Me lo recomiendas?

 

 

A medida que las preguntas aumentaban sin conseguir una respuesta, cada gemelo fue acercándose cada vez más, haciendo que el sudor frío recorriera la espina dorsal de Andrew. Se estaba alterando, y él se forzaba a sí mismo a resistir todo ese contacto sólo por ser agradable a la vista de las personas.

 

 

El odiaba el contacto. Le disgustaba desde que tenía memoria. Todos aquellos saludos de mano, abrazos y besos no hacían nada más que darle ganas de vomitar al pelirrojo. No podía tolerarlo al punto de qué ni siquiera dejaba que su madre le diera el beso de buenas noches.

 

 

Steven se dio cuenta de cómo Andrew se comportaba de una manera incomoda y como esta vez sí podía ser notada por los demás. No dudo en tomar las riendas del asunto y exclamó:

 

 

—Klaus, Dominic, no sean un par de estúpidos y vayan a joder a alguien más. Y sonrió sarcásticamente

 

 

Al instante los gemelos obedecieron aunque rechistaron algunas monosílabas mientras guardaban distancia del pelirrojo que ahora solo inhalaba y exhalaba tranquilamente.

 

 

Aunque no le agradaba la idea, tenía que agradecerle a Steven el hecho de que había parado aquella situación.

 

 

—Oye tú.—Murmuró Dominic refiriéndose al azabache que había alzado la mirada en su dirección.—Ahí viene la rubia.

 

 

De un sopetón Andrew alzó la mirada en la dirección en donde Dominic había ladeado su cabeza para encontrar a una joven.

 

 

Con unos bucles rubios dorados hasta la cadera; con una tez tan pálida como la luna; los ojos de un mismo dorado que su cabello y una ropa coqueta. Sonreía alegremente hacia los gemelos y se apresuraba con un paso rápido.

 

 

Aquella chica había acaparado toda la atención del pelirrojo, sus rasgos y su actitud –que por sus gestos era muy buena persona-  describían a la chica perfecta.

 

 

A la chica que sus padres alabarían si fuera su novia.

 

 

Cuando percibió un suspiro pudo encontrarse con el azabache que se notaba fatigado mirando hacia otra dirección que no fuera la rubia.

 

 

Tan pronto llego se abalanzo contra Steven en un abrazo en donde rodeaba el cuello del ojiazul dejándolo sin respirar. Ella depositaba diversos besos en su cabello hasta que noto al pelirrojo estupefacto por la confianza entre esos dos.

 

 

Y como de un reflejo se tratara,  se separó de golpe del azabache algo sonrojada.

—¡Mucho gusto, amigo!— Se presentó muy entusiasmada mientras se recogía un mechón de cabello y lo depositaba atrás de su oreja.— Soy Kristanna Wolkings, puedes llamarme Kris, o Anna, o Kristy, por mí no hay ningún inconveniente.

 

 

Extendió su mano en forma de saludo al pelirrojo, la cual se quedó en el aire sin ninguna respuesta.

 

 

—No pierdas tu tiempo Kris, a él no le gusta el contacto.

 

 

Si Andrew antes desconfiaba de Steven ahora lo odiaba a muerte. Con esa aura de confianza que tenía a su alrededor la mayor parte del tiempo; Tan observador como ninguna otra persona que había conocido; Y la relación con Kristanna, hacían del azabache la persona más tediosa en el mundo.

 

 

—No era mi intención fastidiarte.— Lamento Kristanna

 

 

—No importa, Kristy. Y sonrió, como si esos sentimientos de odio no hubieran pasado nunca por su mente.

 

 

—Quisiera hablar más contigo, ¡en serio! pero tengo que llevarme a Steven.— Tomo la mano del ojiazul mientras lo separaba gradualmente del pelirrojo.— ¡Nos vemos luego!— Y se despidió.

 

 

—¡Andrew nos vemos la siguiente clase!— Gritó Steven mientras era llevado de la mano por la rubia.

 

 

Andrew estaba echando humo. Lo había dejado cuando él lo había invitado a comer y para acabarla lo dejo por la rubia que el pelirrojo anhelaba supuestamente.

 

 

Todos sus pensamientos de rencor hacia Steven fueron interrumpidos por una guerra de comida entre los dos gemelos. Su paciencia se estaba desmoronando.

 

 

—Me sorprende como Steven no ha rechazado a Kristy después de tanto tiempo.—Comento Dominic mientras se quitaba una rodaja de pepinillo de la mejilla.

 

 

Aquel comentario había calmado su antipatía por Steven de alguna manera.

 

 

                                                                          ***

 

 

El patio principal de Lermand constaba de diversas bancas donde los estudiantes descansaban después de una jornada de estudios y mucho jardines que eran decorados por distintos tipos de claveles y rosas que despedían un aroma que inundaban las fosas nasales del pelirrojo que se encontraba sentado bajo un árbol que gracias a las hojas que abundaban en las ramas no daba paso a ningún rayo de sol.

 

 

El día había acabado de la mejor manera posible. Todas las metas de Andrew se habían cumplido. Desde dar una buena impresión en todas las clases hasta conocer a una muy buena chica que sería la envidia de todos.

 

 

Sólo había un inconveniente. El azabache. Si se involucraba con él sabía que algo iba a salir mal tarde o temprano. Parecía amable pero eso sólo irritaba a Andrew, si fuera más enfocado en sus estudios el azabache sería una amenaza para Andrew que deseaba con todas sus ganas ser perfecto para la gente que lo rodeaba.

 

 

No sabía cuándo se había desarrollado aquel impulso por convertirse en una persona perfecta, lo único que tenía en mente es que tenía que serlo a toda costa.

 

 

Finalmente decidió levantarse para dirigirse a su casa lo más pronto posible y sacar de sus pensamientos al ojiazul.

 

 

Después de bajar una calle tan empinada llamada Mellbrun, se dio cuenta de que ni siquiera sabía la dirección de su casa. Maldijo en silencio su falta de orientación mientras se aproximaba a un parque que tenía el nombre de “Pilsbury”.

 

 

Ya adentro del parque se quedó impresionado por el número de álamos y sauces que se alzaban imponentes sobre el cielo. Algunos tan altos como edificios y tan viejos como el mismo Ravenbull hacían de aquel parque una obra de arte por tanta biodiversidad presente.

 

 

En una de las esquinas del parque no había ni una sola alma corriendo o platicando, lo cual hacía que la paz y la armonía se pusieran de acuerdo para hacer una atmosfera única.

 

 

Una fuente en forma de flor se encontraba en el centro y a sus alrededores cuatro bancas para dos personas de las cuales sólo una estaba ocupada por una persona que probablemente dormía.

 

 

Se sentó en una banca sólo para sacar su celular y llamar a su tía cuando aquella persona que estaba durmiendo plácidamente se levantó y no pudo ser nada menos que aquel azabache.

 

 

El pelirrojo se quedó pasmado al ver como el ya mencionado azabache sonreía de mejilla a mejilla sin apartar la vista de Andrew.

 

 

—Parece que no puedes vivir una hora sin mí.— Comento el azabache haciendo que Andrew se mordiera la lengua para no contestar de la manera más insolente posible.

 

 

—Lo que tú digas.— Dijo el pelirrojo manteniéndose al margen del chico bueno.

 

 

—No tienes que fingir conmigo Andy, sé honesto contigo, si hay algo que te incomode házmelo saber.—

 

 

Gustoso por la invitación y por la oportunidad que se había presentado sin ninguna persona a su alrededor lo escupio todo.

 

 

—Me parece bien. Eres la persona más repulsiva que he conocido, eres un tío que se cree que es el mejor pero déjame decirte que no.—Tomo un descanso para ver su reacción pero no había cambiado en nada.— Tú y tu confianza hacen que me den ganas de vomitar, y tu falta de respeto hacia las otras personas hace que me quiera arrojar de un precipicio. Me desagradas como quieras que te llames saco de basura.— Acto seguido cruzo los brazos en su pecho y frunció el ceño.

 

 

Se sentía aliviado por primera vez en el día. Descargando todos sus pensamientos sobre una persona era lo que le faltaba, sabía muy bien que al hacer eso podría poner en riesgo su imagen de niño perfecto pero por una vez en la vida no le importo.

 

 

— Matthew Steven Witherspool.— Contesto con toda la calma del mundo como si no hubiera sido  insultado hace unos momentos.

 

 

—¿¡En serio!? ¡Te acabo de ofender y tú solo me dice tu nombre! ¿¡Qué es lo que pasa por tu cabeza!? ¿AIRE?— Resalto la última palabra furioso.

 

 

—¿Qué es lo que pasa por mi cabeza? Bueno, a mí solo me molesta que no seas honesto con las personas. Y lo que acabas de hacer significa que confías en mí.— Y sonrió como la primera vez que lo había visto. Entrecerrando los ojos y con su sonrisa de cachete a cachete.

 

 

Andrew lo odio. Porque probablemente tenía la razón.

 

 

—En fin, primor, parece que estás perdido. Te puedo acompañar a casa si quieres, ya sabes para que no te pierdas.— Sugirió Steven

 

 

Andrew no quería acostumbrarse a la manera tan poco sutil en la que el azabache se refería a él pero lo dejo pasar sólo por su amabilidad.

 

 

Steven parecía poder leer los pensamientos del pelirrojo sin ningún problema, a lo cual no hizo falta una respuesta para que se asegurará que Andrew llegara sano y salvo a su casa. 

 

***

Notas finales:

POR FAVOR NO SABEN LO CONTENTA QUE ME PONDRÍA UN COMENTARIO DE VUESTRA PARTE.


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