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Out Of My League por AnnaShizael

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Capítulo 3. When the summer stops

Desesperado. Era así  como se sentía Steven en ese momento.

Hace un día había conocido al pelirrojo pero eso no justificaba la necesidad que sentía el azabache cuando Andrew estaba ausente, lo había sentido el primer día y lo sentía constantemente. El necesitaba a Andrew. Era algo precipitado tener esos sentimientos por una persona que acabas de conocer, pero a él no le importaban siempre y cuando tuviera la calidad presencia –que en realidad de cálida no tenía nada- de Andrew.

El arome que emanaban los alimentos viajaban por las fosas nasales de Steven lo cual provocaba cierto placer en cuanto aspirabas.

Desesperado y con hambre.

Andrew no se encontraba por ninguna parte del comedor los cual ponía a Steven en un estado de ansias muy crítico.

Estaba seducido por la idea de subirse a una mesa y empezar a gritar su nombre como loco, no le importaba lo que opinaría la gente de él siempre y cuando supiera en donde estaba Andrew.

Agobiado por la desaparición había empujado a un alumno de su banca para subirse a la mesa y gritar a todo pulmón.

Poco falto para dar un grito porque Klaus aprovechó toda la velocidad que llevaba al correo para taclear a Steven el cual amortiguo la caída para el menor de los gemelos.

-¡Pedazo de animal hijo de tú put…!- Dominic cortó la oración de Steven regándole un jugo de uva encima de su cabeza

-Tranquilo tigre, él sólo quería evitar que hicieras una pendejada en frente de todos.

Steven no hacía caso a las palabras del gemelo ya que se encontraba ocupado succionando todo el líquido de su jersey azul que había tomado una un tono azul oscuro.

-¿¡Qué quieren estúpidos!? Que no ven que estoy ocupado.

-Sólo queremos informarle al estúpido jefe que tenemos, que sabemos en donde esta Andrew.- La reacción de Steven cambió a una de felicidad al momento de la mención del nombre del pelirrojo

-¿¡En serio!?- Exclamo feliz.- ¡Llévame con él!- Ordeno como buen jefe el azabache

-Claro que no, todavía que nos tomamos la molestia de venir a decirte a donde esta me recibes con unas tiernas palabras.- Klaus a veces optaba por ocupar su rol como hermano menor necio y mimado lo cual hacia que Steven perdiera los estribos pero no era momento para eso.- Además no creo que te interese, él está ayudando a un profesor.- Steven siguió esperando una respuesta con la misma reacción. A él no le importaba si estaba con una o dos personas, mientras lo pudiera ver todo estaban bien.

-Dominic dime donde está la zanahoria.- Ordeno Steven

-En el salón de Lengua.- Contesto rendido.

Al escuchar las cinco palabras el joven azabache se retiró velozmente del comedor sin importarle que oliera a uva y que la azúcar se quedara pegada a su piel.

-¿Crees que al jefe le guste Andrew?- Preguntó seriamente Dominic

-Yo pienso lo mismo, pero creo que es algo temporal.- Klaus seguía tendido en el suelo y parte del líquido que no había caído en Steven estaba traspasando la tela de su pantalón vaquero

-No lo creo, ni siquiera a Kristanna la ha tratado así, y Kris lleva enamorada 3 o 4 años.- Dominic le tendió la mano a su gemelo para que se levantara del suelo, el cual la acepto sin ningún comentario.-Ojala que sea temporal como dices.-

***

Multiplicaciones, divisiones, sumas, entre otras operaciones matemáticas pasaba por la mente del pelirrojo. No le importaba hacer todo esto pero le fatigaba el hecho de no haber ayudado con las tutorías.

Había desayuno muy bien gracias a Sabrina y es por eso que no sentía ningún apetito en ese momento pero no era muy agradable el pasar el receso haciendo sumas entre otras cosas, aunque la verdad era que tampoco era agradable pasar el rato con Steven.

A los ojos de Andrew, Steven era una perfecta imagen sobre la persona que quiere ser, que ÉL quiere ser. Despreocupado, confiado, haciendo todo por mera diversión. Lo odiaba porque él tenía todo lo que él quería, no lo soportaba ver como él perdía el tiempo interesándose en personas como Andrew. Pero eso era cuando lo veía por qué cuando Steven se daba cuenta de su presencia el solía optar esa actitud de niño molesto que llama la atención y que interfiere en las actividades de Andrew.

-Rosita Fresita ¿Por qué te escondes?

El bufón de roma hacia su presentación en el salón.

Esa era la actitud que más fatigaba al pelirrojo, los apodos podría acostumbrarse pero su confianza lo ponía es un humor no muy delicado.

-No me importa que digas o hagas, no te voy hacer caso.- El ojiverde estaba cansado de lidiar con la personalidad del azabache así que estaba resignado a hacerle caso.

Steven, por su parte no se mostraba desilusionado o algo. El ver a Andrew era como el peso de una pluma en el pecho, con la misma delicadeza solamente que te provocaba el sentimiento de fraternidad, el querer proteger. Sin contar la curiosidad que lo mataba por dentro 

Su hiperactividad lo dominaba y no tardo en empezar a saltar o subirse a las bancas y saltar de una en otra.

Esto terminaba con el humor de Andrew no podía trabajar en esas condiciones. Necesitaba un respiro

-Me voy por una manzana así qu-

-¿Quieres que te acompañe?-Pregunto Steven muy atento

-¡QUÉ NO!- Contesto bruscamente y tomo camino hacia la cafetería.

Steven se sentía un poco dolido por la actitud de Andrew al momento de responder. Llevaba un día conociéndolo y no lo había visto sonreír o decir gracias de manera directa al azabache, fue cuando la fugaz idea de ayudarlo apareció en su mente como una alarma.

Steven era muy inteligente, llegaría hacer el primer lugar en toda la escuela si se lo propusiera pero siempre se decía que era mucho trabajo. Estaba seguro que un par de cuentas eran juego de niños. Tomo un lápiz y se colocó en el escritorio en el que hace unos momentos el pelirrojo escribía cuenta a diestra y siniestra.

No había pasado un minuto en que se había puesto a escribir cuando notó las gotas que se escurrían por su cabello. El jugo de uva.

Él no lo había notado pero ahí estaba, manchando el trabajo de Andrew. Cinco hojas, todas ellas con gotas de uva. Andrew lo iba a matar, iba a joder su estatus social pero lo iba a matar.

Iba a volver en cualquier momento y lo iba a matar. Se quitó su jersey, tomo todas las hojas las arrugo y las escondió en su propio jersey, de todo modos ya estaba mojado.

Andrew no tardó en aparecer, lo cual hizo que el azabache quisiera desaparecer. No se había sentado cuando noto la ausencia de su trabajo.

-Steven dame mis hojas, si me las das ahora no me voy a enojar.- y suspiro. En ese momento ninguna emoción dominaba en su cara, pero en cualquier momento iba a explotar

-Niño chipocludo, zanahoria, lavagirl, fuegito, ¿Sabía que el mundo es grade y fuerte y redondo y muy grande?- Desesperado lo único que necesitaba era tiempo antes de que el pelirrojo explotara.

-Steven….- Sonaba tranquilo y sereno.- ¡DAME LAS PUTAS HOJAS, NO SOY TAN ESTÚPIDO COMO PARA SABER QUE UN IDIOTA COMO TÚ LAS TOMO, DAMELAS!

Y ahí estaba, la explosión.

-Okey, okey, okey, eres un mentiroso, Andy, bueno este es gracioso lo que paso sabes no miento y pues era alg-

-¡DAME LAS HOJAS! Exclamo desesperado Andrew

-Okey bueno ten.- Y le arrojo el jersey azul en el cual estaban enrolladas todas las hojas.

Y como agua recorriendo su espina dorsal recordó que su jersey no estaba mojado esta empapado de jugo y que era lo que le pasaba a las hojas con mucho contacto al agua.

Andrew está desenrollando el jersey cuando noto las hojas mojadas bajo sus manos, estas se disolvía completamente. La escritura ya no era visible para el ojo humano.

-Perdón en serio.- Susurro el azabache

-Lárgate de aquí.- Tenía la cabeza agachada lo cual le preocupaba a el ojiazul ya que no podía ver su expresión.- Steven lárgate.- Estaba seguro de que estaba presionando sus dientes.

-¡Que te largues he dicho!- Alzo su mirada.

Steven se congelo, no creía que Andy fuera del tipo de persona que lloraba de coraje pero ahí estaba escurriendo lágrimas por su blanca barbilla llena de pecas. Steven no pudo haberse sentido peor cuando dejo a el pelirrojo solo y llorando en el salón.

***

-Fue todo mi culpa, profesor.-  Sus ojos eran fríos, nos mostraba en absoluto las lágrimas que habían recorrido su rostro redondo hace unas horas a causa del coraje.

Andrew estaba de pie en frente del escritorio del catedrático. El profesor de corta estatura no veía a el pelirrojo de manera decepcionada o nefastamente, en su lugar aún tenía su sonrisa de “todo está bien” en la que cerraba los ojos y los lentes rectangulares se deslizaban por la gruesa y ancha nariz. El menor hubiera preferido que lo despreciara a presenciar aquella sonrisa que lo fatigaba.

-hijo, sé que tu no lo hiciste, sé que estas cubriendo a alguien. Lo sé. Pero en cambio tu estas aquí esperando un castigo

Jodido Steven me hizo un favor

La situación empezaba a sonreírle. Como una vil serpiente había enfrentado al profesor con el propósito de que el formara la impresión de que Andrew es un chico comprometido que se hacía cargo de lo que había causado  ¡Pero esto! Ahora solo tenía que afirmar y no solo sería responsable a ojos del maestro si no que el pensaría que es tan buena persona como para hacer parecer que el tenía la culpa cuando lo que en realidad sentía eran las ganas de degollar al azabache lenta y dolorosamente  por hacerlo trabajar al doble, pero con la situación actual eso había cambiado, pero en su mente aún seguían las cenizas del ardiente fuego que sintió cuando descubrió lo que Steven había hecho a propósito (según su criterio) por un fugaz momento el mero pensamiento de que una persona lo iba a despreciar e iba impedir su propósito de ser perfecto y amado.

Hizo que se sintiera que el mundo se estuviera tambaleando y cayendo a pedazos.

-Está en lo correcto, pero no delatare al que lo hizo.- Admitió mientras movía la cabeza negativamente.- Estoy aquí para recibir el castigo que merezco.

-Si eso es lo que quieres.- Se enderezo en su silla giratoria de oficina y engroso la voz.- Te quedaras hasta que termine el horario de los clubs deportivos.

-¿Me quedaré aquí sin hacer nada?- Preguntó incrédulo el pelirrojo.- Puedo volverlo hacer, todo e incluso más.- Insistió

-Sólo necesito las listas, hijo.- Y volvió a sonreír. Aquella sonrisa de confianza tenia los mismos rasgos que la sonrisa de Steven; el entrecerrar los ojos; el bajar ligeramente las cejas; mostrando sus blancos y relucientes dientes. Solo faltaba algo. Sus tiernos y pequeños hoyuelos.

Una oleada de nostalgia muy cálida abrazo la mente de Andrew hasta que se sorprendió a sí mismo de pensar de aquella manera sobre el joven de ojos azules.

***

Acaba de correr como si no hubiera final y el sudor en su nuca y en su frente se escurría, este se sentía frio debido al movimiento que hacía que el aire pegara la transpiración a su cuerpo.

La playera sin mangas que tenía el número cero siete en la espalda se pegaba en el cuerpo bien formado del azabache

Klaus había insistido en que se cambiara pero la urgencia de ver y disculparse con el pelirrojo lo atormento durante todo el entrenamiento y tan pronto término la práctica lo busco por toda la escuela

Cuando asomo la mirada en el salón de lengua su corazón se detuvo al verlo rechistar mientras limpiaba la zona en la que había trabajado.

Aunque lo que más había acaparado la atención del capitán del equipo de basquetball era la imagen de Andrew sin lentes. Cautivado por su pelirrojo, dudo en abrir la puerta por miedo a lo que se encontrara adentro de ella.

Después del incidente su mente hacia lo que podía por quitar las palabras de Andrew y también aquella imagen del menor llorando.

Quiso protegerlo, ayudarlo, pero la confianza entre ellos era tan poca que nunca tuvo la oportunidad de decirle que fue un accidente.

Blandió su valentía como si se tratara de una espada y abrió la puerta ignorando las voces de su mente.

Toda la furia que sintió cuando descubrió lo que el azabache había hecho regreso más fuerte que una tormenta de nieve, con fuerza y nadie que logre pararla. Aunque trato de reprimirla lo más que pudo,

-¿Qué es lo que quieres?- Soltó con  desdén.

-Yo sólo vengo a….- Las palabras no salían ¿A que había venido? Sonaba apagado, como si se acabara de levantar pero esa voz tenía un toque de arrepentimiento.

-No digas ni una sola palabra.-Seguía hablando con desdén.- Eres de lo que no hay ¡Vaya! No pensé que fueras de esa manera.- Negaba con la cabeza repetidamente

-Didi, en serio yo no pen-

-¿Didi?- Pregunto incrédulo.-¿¡Didi!?- Volvió a preguntar exasperado.- Lavagirl, eldrích, didi, ¡Deja de llamarme como si fuéramos amigos de toda la vida!- Esta última frase resalto un completo odio por parte de Andrew.

-Perdóname, en serio.- Susurró Steven tan bajo que ni siquiera el pelirrojo habría escuchado si estuviera calmado.

-¿Qué es lo que tengo que tanto odias?- Pregunto mientras alzaba los brazos como si recibiera un abrazo.- ¿Acaso es el color de mi cabello?- Y con una mano se sujetó el cabello bruscamente haciendo desaparecer aquella perfecta melena lacia.- Me odias tanto hasta el punto de arruinar lo que hago.- Señalo un conjunto de hojas que hacen apiladas en el escritorio.- ¿¡Y sabes algo!?- El volumen de su voz había había convertirse en grito.- ¡TE ODIO, eres la peor persona que he conocido!- Estas palabras dejaron sin aire al azabache.

El tiempo se había congelado.

Las palabras de Andrew fueron tan poderosas que se quedaron en el aire haciendo del ambiente algo pesado.

El pelirrojo estaba recuperando el aire perdido por sus gritos mientras que Steven no tenía ninguna expresión en la cara. Ya obtenido el aire que hacía falta en sus pulmones, Andrew recobró la postura e hizo el además de componer sus lentes, los cuales no estaban.

-Tienes unos ojos preciosos.-

El pelirrojo miro confundido y estupefacto al mayor, que como las pisadas de un gato no había hecho silencio al acercarse,

-Cuando te fuiste, tenía el propósito de ayudarte con el trabajo y no había prestado atención a que mi jersey seguía chorreando jugo y cuando me acerque para ayudar, las hojas ya estaban mojadas, llegaste y me asuste tanto que escondí las hojas y eso lo empeoro todo. Quería disculparme pero me sacaste del salón.- Declaró Steven tan bajo que apenas su vos era audible a pesar de eso el pelirrojo había oído cauda una de las palabras.

Entonces Andrew se preguntó si el capitán del Titanic se había sentido de la misma manera que él cuando supo que el impresionante e imponente Titanic se iba hundir.

Se le había caído el alma.

 Desconcertado. Sorprendido. Fatal.

En ese momento le pareció ver a un niño de no más de siete años que lo único que quería era ayudar y el universo se hubiera puesto de acuerdo para hacerlo parecer como una travesura.

Había malinterpretado la situación y nunca le pidió a Steven el que explicara qué fue lo que paso. Sólo se alteró y a cambió había logrado esto.

Steven no podía ser tan vil a final de cuentas.

***

-Entonces agarro el balón y lo único que veo es al tipo de dos metros viniendo hacia mí a toda velocidad.- Steven movía sus manos alegremente para interpretar la situación mientras narraba la anécdota

-¿Y qué fue lo que hiciste?- Preguntó Andrew que sonreía ante el azabache

-Me fui al baño de niños con el balón.- Susurró avergonzado. Al momento de escucharlo Andrew estalló es carcajadas.- Tenía 8 años y el monstruo media dos metros ¡Dos metros!- Recalcó.

El menor había estado tan avergonzado, que lo único que se le ocurrió en ese momento fue en acompañar a casa al azabache. A pesar de haber estado tan apagado en ese momento, Steven acepto alegre.

Yacían caminando la calle Mellbrun en donde las cansadas y empinadas era cada vez más frecuentes. El par de jóvenes no dudo en tomar un descanso en el parque Pilsbury, y se sentaron en la misma banca en donde se había encontrado al ojiazul durmiendo la última vez.

-¡Fuck!- Soltó inesperadamente el azabache mientras depositaba su mochila en un costado de la banca.- Rosita fresita, se que acepte que me acompañaras pero se me olvido que hoy me toca el turno de la tarde y en-Andrew cortó sus palabras

-¿Trabajas?- Preguntó sorprendido.

-Sí, de hecho trabajo haya.- Señalo un local que tenía mesitas altas afuera junto con unas sillas del mismo alto de madera. Arriba de la puerta había un cartel de madera que sobresaltaba con letras naranjas grandes “Cafetería Pilsbury”.

El mayor trato de decir algo pero sus palabras fueron cortadas por la música que provenía del celular del pelirrojo el cual no tardo ni un minuto en contestar.

A pesar de estar discutiendo en inglés, Steven pudo entender cada una de las palabras sin dificultad. Tenía un don para los idiomas. A lo que había escuchado se suponía que Andrew tenía clases de violín la próxima semana pero por alguna razón tenían que empezar hoy.

La llamada telefónica no se llevó más de 2 minutos, al final el menor no presentó ninguna queja aunque su cara decía lo contrario.

-Steven yo tam-

-Es mi turno de interrumpirte. No tienes que decirme nada lo comprendo, tus clases, van a venir por ti y sobre… ¿tu tía?- Pregunto alzando una ceja

-Es una historia que luego te contare.- Eso lleno de felicidad a Steven porque significaba que Andrew quería volver hablar con él y no era porque lo odiaba.

Steven agarró su mochila, sacó algunas libretas y mientras la hojeaba un rectángulo muy llamativo de papel se deslizó gracias al aire. Andrew lo tomo y se sorprendió por lo que decía.

-Cupón para un café americano gratis. Cafetería Pilsbury.- Leyó el joven.- ¿Para que un cupón?- Pregunto mientras meneaba el pedazo de papel.

-Tómalo como una disculpa.- Y sonrió. Hipnotizado por esa sonrisa, el pelirrojo sonrió sin razón alguna. Si no hubiera sonreído no hubiera perdido la oportunidad de rechazar aquel cupón.

-Como quieras.- Un claxon sobresalto al par el cual hizo que Andrew se enderezara y tomara camino al carro que había emitido aquel sonido.

Apenas había dado un paso cuando Steven tomo su mano y lo atrajo hacia él. La sensación de sus suaves y rosados labios bajo su mejilla era vagamente similar que a la de su sueño. El beso no había sido mojado ni asqueroso como describía el contacto Andrew si no que fue cálido, como siempre que pensaba en Steven.

-Anda con cuidado.- Susurró el azabache tiernamente.

El beso en su sueño pudo haber sido un presagio pensó Andrew en todo el día


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