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Notas del capitulo:

Esta es mi primera publicación aquí, espero les guste. 

Es algo dramático, empezó como un trabajo escolar y terminó acá. o/

Disfruten(?). c8

—¿Qué has dicho? —su voz era grave, firme y siniestra.

Bajé la mirada, no podía verle a los ojos.

—Na… nada… —susurré, mi voz era temblorosa, expresando mi inseguridad.

De inmediato él me tomó de la barbilla, levantando mi rostro al suyo.

—¡No te atrevas a negarlo! Dijiste algo —colocó más fuerza en la presión que su mano hacía—, quiero escuchar qué fue lo que salió de esa boquita.

Una lágrima de escapó de mis ojos, su mano presionaba con más fuerza cada segundo.

—Pedí que… —tragué saliva—, que si podía salir por un rato.

Su fuerza disminuyó, mas no soltaba mi barbilla. Su mirada me buscaba los ojos.

—¿Salir? —él susurró—. ¿Para qué quieres salir?, ¿acaso no disfrutas este lugar? —calló por un segundo, tragándose el dolor que parecía sentir—. ¿Acaso no te satisface todo lo que he hecho por ti? ¿No agradeces lo que he soportado para que te sientas cómodo? —desviaba la mirada, no soportaba verlo a los ojos mientras decía todo aquello.

—No es eso —mis palaras chocaban entre ellas.

—¿Entonces qué? —alzó la voz—. ¿Qué es lo que necesitas para que disfrutes estar aquí?

—Yo… quiero salir —las lágrimas empezaban a aparecer—, hace meses que no salgo. Quisiera visitar otros lugares, conocer nuevas personas…

—¡¿Nuevas personas?! —exclamó—. ¿Para qué quieres conocer nuevas personas?, ¿acaso yo… MÍRAME A LOS OJOS MIENTRAS TE HABLO —ordenó, la presión de su mano contra mi barbilla era insoportable. Aplicó más fuerza, obligándome a girar mi mirada—. ¡¿Acaso quieres abandonarme?! Si no fuera por mí, tú seguirías en la calle, buscando comida en basureros y clientes en cada esquina de esta asquerosa ciudad —acercó su rostro al mío, sus verdes y felinos ojos, llenos una cegadora oscuridad, se paseaban por mis facciones—. Sin mí… tú estarías muerto —soltó mi barbilla con brusquedad, haciendo que cayera al suelo, débil por la desaparición de aquella presión lastimosa—, ¿y así es como me lo agradeces? ¿Pidiéndome salir para “conocer” a nuevas personas?

Mi cuerpo se inclinaba en el frío suelo. Mi mirada, borrosa por contener las lágrimas, se dirigía a los oscuros y encerados azulejos del lugar.

—No quise referirme a eso —sollocé—, quisiera hacer algo más… Averiguar si soy bueno en algo.

—¿Bueno? —su gesto expresaba una ligera burla—. Pero si ya sabes para qué eres bueno —alcé la mirada. Su definido cuerpo se acercó a donde él me había tirado, colocando una rodilla en el suelo, mientras que la otra pierna se doblaba con el apoyo del pie en el suelo. Levantó mi cabeza con delicadeza, admirando las marcas de fuerza que su gruesa mano había causado en mi barbilla—. Sólo sirves para una cosa.

Lo miré, la oscuridad en sus ojos había disminuido, mostrando el atractivo verde esmeralda que poseía su mirada. Mis ojos estaban hinchados, mi rostro tieso y adolorido.

—¿Para qué? —susurré.

—Para complacerme. —Su nariz se acercó a mi rostro, inhaló suave,  impregnando sus fosas nasales con mi aroma corporal a fina y dulce colonia, sudor y temor— Tu único propósito en la vida es servirme, satisfacerme.

Sus labios se pasearon por el contorno de los míos, su lengua rozó la hendidura derecha de mis labios.

—Tú eres mío, y no puedes hacer nada que no esté relacionado conmigo.

Mis ojos se cerraron, aceptando mi derrota. Él soltó mi barbilla, se levantó y alejó de mi cercanía.

Hacía casi quince años que vivía en esas condiciones, mi cuerpo estaba fríamente acostumbrado a ese trato. Antes de cumplir siete años, mis padres se deshicieron de sus cinco hijos, abandonándolos en los inseguros barrios bajos de aquella ciudad. Cada hermano decidió ver por sí mismo, dejando a su hermano menor en la penumbra mientras ellos trataban de sobrevivir.

No tengo idea de qué pasó con ellos. Quizá el hambre los mató, o el frío, o quizá un extraño hombre los ayudó a salir de la calle, prometiéndoles amor y seguridad.

JongHyun me encontró una noche de julio, días antes de mi posible fecha de cumpleaños. Me tragaba la vida en las calles del lugar, buscando clientes dispuestos a satisfacer ciertas necesidades con mi cuerpo. La paga variaba, pero servía para una merienda por día. Él me vio subir al automóvil de un robusto hombre, rápidamente tomó al hombre del cuello, advirtiéndole dejarme ir con él o lo mataría en ese mismo instante. El cliente, borracho y nervioso, se metió a su coche y arrancó tan rápido que la puerta trasera se quedó abierta.

Desde aquel día he vivido con él. Todos estos años me ha dado más de lo que necesito para sobrevivir, me ha consentido, y amado a su manera.

—Nadie podrá lastimarte mientras estés a mi lado, TaeMin —me repetía todas las noches, rodeando mi delgado y pequeño cuerpo con el suyo. En ese entonces, lo único que podía percibir en su mirada era sinceridad, jamás me perdía de vista, y siempre halagaba los cambios que mi cuerpo comenzó a tener al llegar a la pubertad.

Los golpes comenzaron al cumplir 19 años. Una noche, cuando él llegó de la oficina, me encontró recostado en la cama y trató de despertarme. Me pidió prepararle una taza de té, pero yo me negué por el cansancio que acumulé durante el día. Inesperadamente él me alzó con fuerza de la posición en la que estaba y, entre gritos y quejas, su mano alcanzó mi rostro, dejando la marca de una bofetada en mi mejilla derecha. No recuerdo si se disculpó por lo sucedido. Mi cuerpo estaba atónito y distraído por el impacto que recibió.

Poco a poco el dolor fue en aumento. De bofetadas a golpes, de golpes a patadas. El atractivo hombre que me había salvado de las calles se había convertido en el dueño de mis sonrisas, llantos, pesadillas, gritos de auxilio y dolor.

«Sin mí estarías muerto», repetía con cada lastimosa acción hacia mi cuerpo. Y aunque me dolía aceptarlo, él tenía razón. Si no fuera por JongHyun, mi cuerpo formaría parte de la basura putrefacta que se impregna en las aceras, mi esencia pasearía con los vientos de la tarde. Gracias a él puedo respirar.

Sin embargo, estoy seguro que no sólo es agradecimiento lo que siento por él. Oculto entre todas mis emociones de desprecio y dolor se encuentra un profundo amor hacia él. Amo su delgado pero definido y musculoso cuerpo, sus firmes brazos y espalda triangular, su color tostado, brillante con su sudor. Su cabello lacio y platinado que resalta esos siniestros ojos, verdes esmeralda, que oscurecen con la lluvia y su repugnante maldad. Su voz, grave y ronca, su sensual acento al cantar por las noches.

Me levanté del suelo donde todo había terminado. Con un ritmo lento y adolorido me dirigí a la habitación principal, él estaba ahí. Estaba de frente al espejo, permitiéndome apreciar su descubierta espalda desde la puerta del cuarto.

—TaeMin —dijo sin voltear a verme—, cambia tus sucias prendas, es hora de dormir.

A favor de su petición caminé al armario, saqué un pantalón de pijama de franela negra, y una vieja camiseta con cuello en v. Zafé mi torso de la camisa que llevaba puesta y, con el torso descubierto, JongHyun me llamó.

Se recostó en la cama, apoyando su cabeza en la cabecera de ésta.

—Voltea a verme —ordenó. Yo obedecí. Él sonrió—. Acércate.

Ante él, mi delgado cuerpo avanzó con lentitud. Ya enfrente de la cama, él gateó sobre el colchón para acercarse a donde yo estaba. Él dormía con un delgado pantalón estilo pijama, siempre con el torso descubierto.

Se hincó frente a mí, la altura del colchón le lograba tener mi altura de pie. Su mano se paseó por mi estómago, gozando de las rosadas y gruesas marcas que él había realizado. Llegó a mi nuca, rodeándola con suavidad. Su mirada disfrutó de la imagen que tenía en frente, sabía lo mucho que le gustaba mi rostro, mis gruesos y claros labios sin expresión alguna. Mi cabello negro, tan largo como el suyo, oculta mis ojos y muerta expresión. Y mi piel, clara como sus finas camisas blancas, sensible a cualquier sanguinaria tortura que se le ocurriera aplicarme.

Llevó la otra mano a mi clavícula, sumergiendo un dedo en el espacio entre ésta y mi cuello. Sostuvo mi barbilla y la acercó a sí.

—Entonces… —me susurró coquetamente— ¿ya conoces tu propósito en la vida?

Acepté mi derrota. Quizá no era necesario que yo averiguara quién era en la vida, aceptaba que alguien más lo decidiera por mí.

—Servirte.

 

**

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado.


Por favor dejen review, así me ayudarán mucho a corregir mi manera de escribir.


n.n


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