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The Goddess Test por banglolove25

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Notas del capitulo:

Nuevo capitulo n.n 

Espero que lo disfruten :D

No podía respirar.

Mis pulmones quemaban y mi cuerpo me dolía por el esfuerzo de correr. Estaba en el medio del bosque ahora, aunque todavía dentro de los límites de la propiedad de Yong Guk. Las paredes de contención estaban a la vista, pero eso no era lo que estaba buscando. Quería encontrar el río.

Siete puntos por debajo de lo que necesitaba… siete preguntas que eran la diferencia entre el éxito y el fracaso, quedarse e irse, la vida y la muerte de mi madre. Vida y muerte para Yong Guk. No importa cuán cómodo estaba o no, o si no me gustaba estar alrededor de él. Si él sólo hubiese querido a alguien para pasar el tiempo podría haber elegido a cualquiera, pero me había elegido –dependía de mí–, y ahora le había fallado. La única razón por la que estaba aquí era para pasar las pruebas, y ni siquiera podía manejar eso.

No sé cuánto tiempo me llevó, corriendo a través del bosque. Mis pies estaban sangrando y golpeados, y más de una vez me tropecé, lastimando mis tobillos, codos y rodillas, pero aun así seguí adelante.

Yo había fallado. Todo había terminado, y no tendría otra oportunidad.

Necesitaba ver a mi madre antes de que muriera. Necesitaba decirle adiós, incluso si ella no me podía oír en ese cuerpo más. Lo tenía que hacer aunque… había roto mi parte del trato y, por lo tanto, Yong Guk no tenía ninguna razón para mantener el suyo. No había garantía de la volviera a ver si me dormía, y tenía que decirle adiós antes de que fuera demasiado tarde.

Finalmente lo encontré el río donde todo este lío había comenzado. Cojeando por una torcedura de tobillo, seguí río arriba hasta que apreció la abertura en el seto. Parecía más pequeño de lo que recordaba, y no tenía idea de cómo iba a llegar al otro lado, pero tenía que hacer esto. Me gustaría pedirle disculpas a Yong Guk después.

Limpié mis mejillas sucias y llenas de lágrimas con el dorso de la mano, puse mis pies descalzos en el agua y jadeé. Hacía mucho frío. La corriente era fuerte, y sabía que si me resbalaba, no sería capaz de nadar hasta ponerme a salvo. No esta vez. Sin embargo, tenía que intentarlo. Un pie delante del otro, eso es todo lo que tomaría.

–Jun Hong.

Casi me lancé hacia delante con el sonido de la voz de Yong Guk. Yo estaba a pocos metros de la orilla, equilibrándome precariamente en las mismas rocas resbaladizas que habían matado a Young Jae, y apenas logré mantenerme.

–Déjame solo. –No sonó ni de cerca como la voz feroz que había previsto.

–Me temo que no puedo hacer eso.

–Fracasé. –No me atrevía a correr el riesgo de voltear a mirarlo.

–Sí, Ha Na me lo dijo. Eso todavía no explica por qué estás arriesgando la vida y las extremidades para pasar a través de un agujero en el seto. Si quieres salir, la puerta de entrada es mucho más conveniente.

Mis pies estaban entumecidos, haciéndome incluso más torpe que antes.

–Necesito ver a mi madre.

Sin previo aviso, el brazo de Yong Guk estaba envuelto alrededor de mi cintura, tirándome en su contra. Antes de que pudiera protestar, mis pies tocaron tierra.

– ¡Déjame ir!

Me sostuvo el tiempo suficiente para recuperar el equilibrio. Me aparté de él, temblando, aunque si era a causa del frío o de lo furioso que estaba, no lo sabía.

–Si te vas –dijo pacientemente–. Tu madre morirá. No pensé que quisieras eso.

Abrí y cerré la boca.

–Pero… pero fracasé.

Me miró con curiosidad.

–No soy tan estricto como para castigar el fracaso con la muerte.

–Pero nuestro trato… dijiste que mantendrías a mi madre viva mientras estuviera aquí. No puedo estar más aquí, no cuando fallé en la prueba.

Yong Guk estaba inmóvil, y entonces su expresión se suavizó, como si finalmente entendiera.

–Jun Hong… ¿es de eso de lo que todo esto se trata?

–Dijiste que no podía fallar ninguna de las pruebas –le dije con incertidumbre.

–No puedes fallar en ninguna de las siete pruebas que el consejo te ponga. El examen que Ha Na te dio no era una de ésas. –Sonrió huecamente–. Hasta ahora, lo estás haciendo bastante bien.

Mi boca se secó.

– ¿Hasta ahora?

–Sí. –Él parecía divertido, y no estaba seguro de si sentirme aliviado o limpiar la mirada de suficiencia de su cara–. Hasta ahora, te has enfrentado a tres. Sólo una está completa, pero eres impecable.

¿Cómo era posible que ellos estuvieran poniéndome a prueba sin mi conocimiento? Cuando abrí la boca para preguntar, cuidadosamente me interrumpió.

–Te debes estar congelando… aquí. –Pasó su abrigo sobre mis hombros, y me aferré a él, sumergiéndome en su calor–. Vamos a volver, ¿no?

Asentí con la cabeza, mi histeria llegando a su fin. Yong Guk me envolvió con delicadeza, como si tuviera miedo de que me rompiera.

 –Cierra los ojos –murmuró, y lo hice.

Esta vez, cuando los abrí, estaba sólo un poco sorprendido de encontrarme en mi dormitorio. Yong Guk estaba a mi lado.

–Veo que te estás adaptando a la forma en que viajo.

–Uh-huh. –Tragué. Todavía era desconcertante–. Yo debería… um… –Hice un gesto hacia mi kimono. Estaba roto y cubierto de barro.

–Parece que está en ruinas. Tal vez deberíamos encontrarle un remplazo.

–Tengo toneladas, de verdad. –Miré hacia mi armario, palideciendo–. Sun Hwa probablemente no se dará cuenta.

–No discutas –dijo Yong Guk–. Cámbiate y pon hielo sobre tu tobillo por unos minutos. Volveré pronto a buscarte.

Suspirando interiormente, decidí que era inútil. Al igual que Sun Hwa, él parecía estar determinado a mantenerme tapado hasta las orejas con esos kimonos que daban picazón. No podía esperar para que llegara el verano, no por otra razón que ser finalmente capaz de usar los jeans de nuevo.

Antes de salir por la puerta, Yong Guk se volvió.

– ¿Jun Hong?

Fruncí el ceño hacia abajo, al laberinto de nudos que se alineaban en el kimono en ruinas, mis dedos aún temblaban mientras trataba de deshacerlos.

– ¿Si?

–Yo sólo obtuve 164.

*******************

Al final, necesité ayuda de Sun Hwa para desabrochar la monstruosidad en que me había obligado a entrar en la mañana. Aunque parecía triste al verlo irse, yo no podía estar más feliz, hasta que vi lo que tenía la intención de reemplazarlo.

Cojeando por el pasillo de un ala desconocida, me apoyé en Yong Guk por apoyo e hice mi mejor esfuerzo para no arañar la áspera tela. Era totalmente injusto. Yong Guk podía llevar pantalones –incluso Young Jae tenía la opción, si quería–, pero con Sun Hwa a cargo de mi armario, me quedé atrapado en el vestuario de la Edad Media. Sun Hwa podía haber pensado que eran hermosos, pero yo hubiera preferido una toga a los instrumentos de tortura. Por más que los usara no me iba a hacer como ellos. Nunca. Y Sun Hwa lo sabía. Y por eso lo hacía, estaba seguro de eso.

Mientras me preguntaba si sería o no una marca en mi contra que estuviera por ahí en ropa interior, Yong Guk abrió la puerta de una habitación en la que yo nunca había estado antes. Al principio no podía ver mucho desde detrás de él, pero cuando se hizo a un lado, quedé boquiabierto, y la nube de la miseria que me había perseguido desde haber visto mi puntaje disipó.

La suite estaba repleta de ropa colgando de los bastidores, organizadas por el tamaño y el color, y sólo sabe Dios qué más. Abarcaban tantas épocas que parecía una tienda de disfraces, y había vestidos, zapatos, mantas y…

Mis rodillas se debilitaron.

Suéteres y jeans.

–Sun Hwa mencionó que no te sentías cómodo con la ropa que eligió para ti –dijo Yong Guk–. Como premio por fallar en una prueba con una puntuación más alta que la mía, creo que un nuevo guardarropa está a la orden.

Lo miré fijamente y después a Sun Hwa, que me dio una extraña sonrisa. ¿Eran de verdad?

– ¡Oh, Dios mío!

No fui el único en decirlo. A su vez un chillido agudo salió por detrás de mí, y cuando me di la vuelta, Young Jae estaba con la boca abierta. Ji Eun se quedó cerca, mirando tan excitado como yo me sentía.

– ¿Son todos estos para ti? –exclamó Young Jae, pasando a Sun Hwa para estar junto a mí.

–Creo que sí –dije con una sonrisa–. ¿Quieres algunos?

Me miró como si me hubiera crecido otra cabeza.

– ¿Qué si quiero?

Reí y miré a Yong Guk.

– ¿Él puede?

–Por supuesto.

Eso era todo lo que necesitaba oír. En un instante había desaparecido, seleccionando a través de los kimonos arcaicos que yo no tenía intención de tocar. En lugar de unirme a él, me dirigí a Ji Eun y Sun Hwa.

–Ustedes dos pueden tener lo que quieran, también –dije, mirando a Yong Guk–. Si está bien contigo, quiero decir.

Él asintió con la cabeza. Al igual que Young Jae, Sun Hwa y Ji Eun se precipitaron en la habitación, dejándome detrás a mí con Yong Guk. Él hizo un gesto hacia mi tobillo.

– ¿Eres capaz de atravesar la habitación sin ayuda?

–Estaré bien –le dije, mirando los montones de suéteres. Incluso desde la distancia, hicieron señas. Por mucho que me gustara estar cerca de Yong Guk, me daba vergüenza todavía mi ruptura, y no quería que pensara que era incapaz de pasar el día sin él, a pesar de que parecía saber exactamente cómo hacer mejor las cosas.

Fui cojeando hasta la mitad de la habitación antes de darme cuenta que él estaba detrás, a unos pocos metros. Mirando por encima de mi hombro, fruncí el ceño.

–Yong Guk, de verdad, estoy bien. Ni siquiera estoy herido.

–No tengo ninguna intención de ayudarte a caminar –dijo en una voz inocente que no me creía–. Sólo iba a ofrecerme a llevar tus cosas.

–Si tú lo dices. –Arqueé una ceja, pero al mismo tiempo no quería que supiera que estaba agradecido de que estuviera allí.

Esa noche, mucho después de que Yong Guk me dejara, yo estaba al borde del sueño, cuando un suave golpe en mi puerta me alejó. Gimiendo, me froté los ojos y me levanté de la cama, cojeando hasta la puerta. Había pasado toda la noche esperando para decirle a mi madre que había pasado una prueba y no había decepcionado a Yong Guk todavía, así que quien sea que estuviera en el otro lado de la puerta tendría que tener una muy buena razón para interrumpir.

– ¿Qué? –dije mientras abría la puerta, entrecerrando los ojos contra la luz del pasillo.

Era Young Jae.

– ¿Todavía estás despierto? –susurró, y me miró.

–No, soy sonámbulo.

–Oh. –Él me miró como si estuviera tratando de averiguar si estaba diciendo la verdad o no–. Mientras te despiertas, vamos… quiero mostrarte algo.

Alargó el brazo para tomar mi mano, y me mantuve firme.

–El único lugar adonde quiero ir es a la cama.

–Es una lástima. –Young Jae se apoderó de mi mano con tanta fuerza que si trataba de alejarme probablemente terminaría con dedos rotos, y ya estaba teniendo bastantes problemas con mi tobillo–. Te voy a devolver a la cama antes que salga el sol, lo prometo.

No era la garantía más reconfortante, pero él no me estaba dando mucho para elegir. Finalmente, resoplando con fuerza para que él se diera cuenta, lo seguí, la alfombra áspera contra mis pies descalzos.

– ¿Adónde estamos yendo? –dije, pero Young Jae me hizo callar al doblar la esquina. Había guardias apostados arriba y abajo por los pasillos que conducían a mis habitaciones, y al menos tres de ellos nos habían visto hasta ahora, así que no tenía idea de por qué sintió la necesidad de andar furtivamente alrededor.

El dolor sordo en mi tobillo se convirtió en un dolor agudo, y yo luchaba por mantenerme a la par de él, pero no redujo la velocidad. Al final, cuando llegamos a un pasillo oscuro, se detuvo y señaló una puerta a tres metros de distancia.

Era diferente a las otras en la casa, de madera oscura con tallas ornamentales que creaban una escena que no podía descifrar. La luz se derramó desde el otro lado, y Young Jae se puso de puntilla, haciendo un gesto para que lo siguiera.

Esta vez no hice ninguna pregunta. Me moví con él torpemente, mantenido una mano contra la pared para no tropezarme y anunciar nuestra presencia a quien estaba al otro lado de la puerta. Mientras más nos acercábamos, más clara se convirtió la escena en la puerta, y pronto me di cuenta de lo que era. En la mitad superior de la puerta había un hermoso prado, con péqueñas flores talladas en la madera y árboles a cada lado. De alguna manera el artista había logrando hacer que se viera soleado, y me recordó con tanta fuerza a Central Park que un nudo se formó en mi garganta.

Pero en el fondo, la escena cambió. Una capa de tierra separaba la pradera de un río oscuro que corría por debajo y, junto a él, había un delicado jardín. En lugar de crecer desde la tierra, crecía desde una piedra irregular. Los árboles no eran árboles; estaban hechos de algo sólido, y aunque sólo era una obra de arte, me di cuenta de que no estaban destinados a estar vivos. Y en el centro de la imagen estaban pilares de joyas que formaban un arco por encima de una flor, diminuta y débil en su entorno.

Tan hechizado como lo estaba por los hermosos tallados, escuché voces que se escapaban a través de la rendija de la puerta. Al principio no pude distinguir bien, pero Young Jae me dio un codazo acercándome y, reuniendo valor, me asomé a la habitación.

Yong Guk estaba de espaldas a mí, con los hombros encorvados mientras miraba a algo que yo no podía ver. Se volvió lo suficiente para que pudiera ver su perfil, y algo dentro de mí dolió cuando vi que tenía los ojos rojos.

Pero él no era el único hablando. La segunda voz era más alta que la suya, pero todavía masculina y familiar, y quienquiera que era habló en palabras susurradas mezcladas con urgencia y frustración.

–No lo puedes mantener aquí. –No podía ver quién estaba hablando, pero estaba seguro de que reconocía su voz–. Eso era parte del trato. No lo puedes obligar a que se quede si él no quiere.

Me acerqué un poco más. Debajo de mí el piso crujió y me congelé. Desde mi punto de vista podía ver a Yong Guk todavía, y mi corazón latía tan fuerte que estaba seguro de que él debía haber sido capaz de escucharlo. Pero después de unos tensos segundos, habló y yo exhalé.

–No quería irse –dijo con voz cansada–. Él pensó que nuestro trato había terminado porque no pasó el examen.

–Todavía la detuviste –dijo la segunda voz. Era dolorosamente familiar, pero hablaba tan bajo que era difícil de ubicar –. Él te dijo dos veces que lo dejaras solo, y lo ignoraste.

–Debido a que él no entendía. –Yong Guk miró por encima del hombro a un lugar detrás de la puerta donde estaba el otro.

–No importa. –Habló con rencor, y miré a Young Jae, pero él estaba en la esquina ahora–. Le impediste salir.

–Puedo argumentar semánticamente contigo toda la noche, pero el hecho es que él no ha salido de la propiedad –dijo Yong Guk–. No tienes derecho de pedirles a los otros miembros del consejo que den por terminado el acuerdo.

–Lo hago, y lo haré. –Pasó una sombra sobre mí, y me eché hacia atrás–. No voy a dejarte forzarlo para que se quede como lo hiciste con Perséfone. Él no es tu prisionero, y tú no eres su guardián. No puedes manipularlo en esta situación y luego actuar sorprendido cuando él te odie tanto que quiera irse.

Malicia goteaba de sus palabras y su voz estaba llena de veneno. A través de la sala Yong Guk se puso tenso, pero no dijo nada. La urgencias de hablar por él era abrumadora, y quería tan desesperadamente decirle a quienquiera que fuera que era un idiota y que me quedaba  porque quería ayudar a Yong Guk, no porque me estuviera forzando, pero las palabras murieron en mis labios. Había pasado meses sin respuestas. No podía renunciar a cualquier oportunidad que pudiera tener finalmente de conseguirlas.

–Déjalo ir –dijo la voz, más tranquila esta vez–. Perséfone no te amo, y no puedes reemplazarla por mucho que trates. Incluso si se pudiera, Jun Hong no es esa persona.

–Él podría serlo. –Las palabras de Yong Guk salieron ahogadas–. Mi hermana piensa que lo es.

–Mi tía está demasiado cegada por la culpa y la determinación de ver la situación con claridad. Por favor, Yong Guk.  –El piso crujió de nuevo mientras él dio un paso hacia Yong Guk. Podía distinguir su brazo ahora, y llevaba una chaqueta negra que se veía demasiado delgada para noviembre–. Deja que se vaya antes de que muera, también. Los dos sabemos que es sólo cuestión de tiempo, y si te preocupas por él de verdad, lo dejarás ir antes de que se convierta en otra víctima. –Hizo una pausa, y contuve la respiración–. Once chicas ya han muerto por tu culpa. No conviertas a Jun Hong en el duodécimo debido a tu egoísmo.

El sonido de cristales rotos explotó a centímetros de mí. Di un grito ahogado y me tambaleé hacia atrás, y mi tobillo se torció debajo de mí otra vez. Grité, cayendo al suelo. La puerta se abrió, y la sangre huyó de mi cara cuando vi quien estaba en el otro lado.

Him Chan.

Notas finales:

Nos vemos la proxima.

:D


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