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The Goddess Test por banglolove25

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Young Jae estaba acurrucado en un rincón de su habitación, sin ni siquiera un rasguño, pero en la cama, la sangre permanecía como todo lo que quedaba del cuerpo de Jong Up. Un olor pútrido llenaba la habitación, y yo apreté la mano sobre mi nariz, pero no parecía molestarle a Yong Guk mientras examinaba el cadáver.

Sun Hwa y Ji Eun no vinieron con nosotros, optando por permanecer en un ala separada de la casa con Dae Hyun. Estaba herido, pero no era fatal, por lo que Ji Eun había descrito. Así que podía esperar.

Al parecer, para las personas que viven en la Mansión Edén, pasar hacia el más allá era lo mismo que la muerte en el mundo exterior. Era tanto un final para ellos como lo era para los vivos, nunca llegarías a ver a tus seres queridos hasta que pasaran al más allá también. Jong Up se había ido, estaba perdido para el mundo terrenal, y la única persona que podía encontrarlo ahora era Yong Guk. Luché con el conocimiento de que éste no era el fin real de las cosas, y que podría perder a Young Jae de nuevo, junto con todos los amigos que había hecho desde septiembre, y esta vez no volverían a aparecer. Esta muerte era el paso final para la gente de la Mansión Edén, esta vez no había intermedio para Jong Up. A pesar de la dolorosa pérdida y vacío que dejaba Jong Up en la casa, tomé un poco de consuelo al saber que este lugar era parte de un mundo al que todavía comprendía. Un cuchillo con sangre era algo significativo, y mucha sangre significaba la muerte.

– ¿Young Jae? –le dije mientras me acercaba a él. Parecía como un animal asustado, listo para saltar ante el mínimo movimiento.

–Yo no quise que pasara –susurró él, las lágrimas corrían por su rostro. Había manchas de sangre debajo de sus ojos, donde debía haber borrado las lágrimas de sus mejillas–. Yo… yo pensaba             que no quería volver a verme, y Jong Up estaba allí, y yo…

–Está bien –le dije, aunque era todo lo contrario. Yo estaba mareado y casi sin poder evitar estar enfermo ante la vista de toda la matanza, pero me aparté de ello, centrándome en Yong Jae–. Tenemos que limpiarte.

La ayudé a entrar al cuarto de baño, mientras que Yong Guk continuaba su inspección. Una vez que estuve seguro de que él no iba a perder el conocimiento, le encontré ropa para usar y me ocupé de remover la sangre de piel y de su cabello en el lavabo. Los dos estábamos callados. No quería saber los detalles, y él estaba demasiado alterado para decir algo. En el momento en que estuvo seco, asomé la cabeza hacia la habitación, evitando pasar los ojos por la horrible escena en la cama.

– ¿Qué quieres que haga con él? –le dije.

Yong Guk no se había movido desde que lo había dejado.

–Los guardias lo escoltarán a otra habitación, donde permanecerá hasta que hayamos decidido si merece un castigo.

Palidecí.

– ¿Es esto… es esta otra prueba?

Él estuvo a mi lado en un instante, más rápido de lo que nadie podría moverse.

–No –dijo–. Jong Up ha pasado. Ahora ven, Young Jae será cuidado.

Yong Guk me tapó para que no tuviera que mirar el cuerpo de Jong Up y me llevó hacia la puerta. Al salir, estaba una mujer vestida con uniforme, pero apenas me fijé en ella.

– ¿Adónde vamos? –dije, respirando una bocanada de aire limpio, una vez que llegamos al pasillo.

–A ver a Dae Hyun. –Él me guió de vuelta en la esquina, y yo seguí sin protestar. Mi estómago se sacudió con la idea de en qué condiciones Dae Hyun podría haber estado, pero me negué a pensar en ello. Por lo que sabía, él estaba bien.

Pero en el momento en que entramos en su habitación, era obvio que no lo estaba. Sun Hwa estaba junto a la cama de su hermano, con su rostro demacrado y manos temblorosas. Cuando Yong Guk y yo entramos, ella me miró, y me detuve al pie de la puerta.

– ¿Cómo está? –dijo Yong Guk, de pie al extremo de la cama de Dae Hyun. Él estaba inconsciente.

–Hay una herida profunda en el pecho que me preocupa, pero todo lo demás es superficial. Sin embargo, ha perdido mucha sangre –dijo Sun Hwa, con su voz áspera.

– ¿Se despertará pronto? –No hubo compasión o preocupación en la voz de Yong Guk. En su lugar, estaba hueco y vacío, lo que me asustó más que nada de lo que había visto esa mañana.

Sun Hwa negó con la cabeza.

–No sé.

– ¿Será capaz de manejar el dolor si lo despierto?

Ambos nos le quedamos mirando. Yo buscaba algún rastro del Yong Guk al que había besado la noche anterior, pero él ya no estaba allí. Una gran parte de mí se sintió aliviado; esta capa fría no era alguien de quien quisiera enamorarme. Pero otra parte se preguntaba cuál parte era realmente él.

–S-sí –dijo Sun Hwa, apartando la mirada tras unos segundos–. Él lo va a manejar.

Incluso yo podía oír la incertidumbre en su voz, pero al parecer esa era toda la confirmación que Yong Guk necesitaba. Soltó mi mano y dio un paso más cerca de la cama, por encima de Sun Hwa.

Un momento después, sin ninguna pretensión o señal de que algo había cambiado, Dae Hyun se quejó. Sus ojos estaban tan hinchados que casi no podía abrirlos, y tosió débilmente. Hubo un sonido de confusión en su pecho que me hizo hacer una mueca de dolor.

– ¿Qué pasó? –dijo Yong Guk con frialdad.

Dae Hyun tenía dificultades para responder, abriendo y cerrando la boca varias veces.

– ¿Young Jae?

–Él se ha ido –dijo Sun Hwa con una voz sorprendentemente tierna–. Nunca tendrás que volver a verlo.

En vez de ser consolado por esto, los ojos de Dae Hyun se ampliaron y luchó por sentarse.

–No –dijo con voz entrecortada, e incluso desde el otro lado de la habitación me di cuenta de cuánto dolor esto le causaba–. Yo no quería… no quería hacerlo.

–Él aún está aquí –dijo Yong Guk, y Sun Hwa lo miró, con pánico–. Jong Up se ha ido.

Dae Hyun se dejó caer sobre la cama, con los ojos cerrados.

–Él me atacó –murmuró–. Yo fui a desearle una Feliz Navidad a Young Jae y los encontré juntos. Jong Up… él debe haber olvidado las reglas. Pensó que quería pelear con él. Sacó su espada y la giró hacia mí, y… tuve que luchar.

Él estaba sufriendo. ¿Por qué Yong Guk le estaba haciendo pasar por esto cuando podría fácilmente esperar a preguntarle una vez que se sintiera mejor? Yo no sabía, mejor aún, ¿por qué no lo curaba como me había sanado a mí? De alguna manera dudaba que su capacidad se limitara a los tobillos.

–Cálmate –dijo Yong Guk, asintiendo con la cabeza a Sun Hwa, que puso una taza en los labios de Dae Hyun. Él bebió, aunque la mayor parte salpicó en su pecho. Sun Hwa lo limpió con una toalla de forma metódica, como si se tratara de algo que estaba acostumbrada a hacer, aunque su ceño estaba fruncido profundamente. A pesar de lo poco que había tragado, lo que sea que fuera, trabajó con rapidez. Unos segundos más tarde, Dae Hyun volvió a relajarse.

– ¿Ésa es tu historia, entonces? ¿De que no tenía malas intenciones hacia Jong Up, y que él era el agresor? ¿Qué no estabas más que protegiéndote?

–Y a Young Jae –dijo Dae Hyun, con sus ojos revoloteando cerrados–. Pensé que iría tras Young Jae.

Yong Guk esperó mientras Dae Hyun volvía a dormirse. Una vez que su respiración se estabilizó, Yong Guk se acercó a mí y puso su mano en mi espalda, guiándome fuera de la habitación.

– ¿Está diciendo la verdad? –le dije.

Yong Guk me miró con una expresión aún carente de cualquier rastro de la humanidad que había visto la noche anterior.

– ¿Qué piensas tú?

Tragué saliva, sintiendo como si de repente me hubiera zambullido de cabeza en el centro de un largo profundo, sin una superficie a la vista.

–Creo que necesito hablar con Young Jae.

*******************************

Yong Guk me dejó ir a la habitación solo, aunque él y dos guardias se quedaron junto a la puerta, sin duda capaces de oír todo lo que dijera. No me importaba: sacarle la verdad a Young Jae era mi prioridad, no su privacidad. Si Dae Hyun estaba siendo honesto, entonces él no había hecho nada malo, ¿verdad? Sin embargo, Jong Up se había ido, y eso era algo que no podía ser ignorado.

Yacía en medio de una gran cama, con las rodillas contra el pecho. Cautelosamente, me senté en el borde del colchón, llegando a tocar su mano.

– ¿Estás bien? –La respuesta era obvia, pero era lo único que se me ocurrió decir.

–No –dijo con voz ahogada–. Jong Up está muerto.

–Él ya estaba muerto –le dije tan suavemente como pude–. Él acaba de pasar al siguiente nivel de las cosas, eso es todo.

Young Jae estaba en silencio. Yo pasé los dedos por su pelo color trigo, todavía húmedo por el lavado de la sangre.

– ¿Te duele algo? ¿Es necesario consultar a un médico?

–No –murmuró–. Estoy bien.

Estaba claro que él no tenía nada, pero el dolor de perder a Jong Up no negaba la posibilidad de que hubiera algo más que hacer por él.

– ¿Qué pasó?

Él vaciló y, por un segundo, yo no esperaba que dijera nada. Cuando lo hizo, habló en voz tan baja que tuve que esforzarme para oírlo, a pesar de que la sala estaba en silencio.

–No sé. Yo sólo me desperté, y Dae  Hyun estaba allí, mirándome fijamente y luego a Jong Up… no sé.

Me mordí el labio.

– ¿Fue Dae Hyun quien atacó a Jong Up, o Jong Up atacó a Dae Hyun?

–No lo sé. Me desperté, vi una espada, grité, y corrí hacia la esquina. Yo no estaba mirando. Sólo… –Rodó sobre su espalda y me miró, con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas–. Había sangre y yo estaba gritando, y ellos se estaban insultando y no sé lo que pasó, ¿de acuerdo?

Asentí con la cabeza. Mis puños cerrados, y mis uñas clavadas dolorosamente en mis manos.

– ¿Hay algo más que me puedas decir? ¿Cualquier cosa que vieras o escucharas?

–No. –Rodó lejos de mí–. No importa de todos modos, ¿no?

No estaba seguro de lo que pasó, pero algo dentro de mí debe de haberse roto. Yo había pasado meses, años, tratando de impedir que la gente que me importaba muriera, y Young Jae no podía reunir la suficiente compasión por alguien que decía amar para descubrir lo que había sucedido.

Me levanté rápidamente y, de repente, la habitación parecía mucho más pequeña que antes.

– ¿No lo entiendes, Young Jae? Jong Up está muerto. Real y verdaderamente, nunca va a volver aquí, está muerto. Y ahora, todo apunta a que Dae Hyun le asesinó porque te metiste en la cama con él.

Esto lo hizo prestar atención. Girándose alrededor, él me miró con la boca abierta.

–Así es como va –dije con vehemencia–. Cualquiera de los dos, o Dae Hyun es inocente y Jong Up fue quien lo atacó, o Dae Hyun es culpable y Jong Up se defendía. ¿Siquiera te importa, o simplemente estás molesto porque perdiste un juguete?

Hirviendo, comencé a pasearme de arriba abajo en la habitación. No podía recordar la última vez que estuve así de enojado en mi vida.

–Lo entiendo, estás muerto, tu vida terminó y te diviertes mientras puedes. Pero esto ya no es divertido, no para nadie más que tú, estás jugando con estos chicos como si estuvieran aquí para entretenerte. Actúas como si nadie más importara en la relación excepto tú consiguiendo lo que quieres, y ahora Jong Up está muerto por ti.

– ¿Me estás culpando? –dijo–. Pero yo no lo maté.

–Tú no lo cortaste en pequeños trozos, pero eres la razón de que ocurriera. –Me detuve frente a la cama, corriendo mis dedos por mi pelo–. Sun Hwa quiere que te vayas. Francamente, si todo lo que vas a hacer es perder el tiempo durmiendo con todos los chicos en la casa y a actuar como que el mundo gira a tu alrededor, entonces yo también lo quiero. Eres inútil aquí. Lo único que has hecho es discutir con Sun Hwa y matar a Jong Up.

En el momento en que lo dije, me arrepentí, pero no podía retirarlo. Era la verdad, o por lo menos una exageración de la misma. Pero cuando miré a Young Jae, vi a un chico asustado que era mi amigo, no al dios prostituto, egoísta que había pintado. Mi estómago se retorció, y la culpa me inundó tan rápido que sentí que me estaba ahogando.

–Yong Guk te permitió permanecer aquí porque somos amigos –logré decir, y cuando estuve más tranquilo, mi voz tomó lo frío de la acusación–. Y lo somos, Young, o al menos eso creí. Pero él corrió ese riesgo por mí, y todo lo que has hecho es conseguir que uno de sus hombres muriera y volver a otro un asesino. ¿Tienes alguna idea de lo terrible que me hace sentir?

Young Jae me miró fijamente, su labio inferior temblaba.

–Estás celoso –susurró–, porque estás atascado con Yong Guk para toda la vida, mientras que yo puedo estar con quien yo quiera. Reconoce que la única razón por la que estás actuando de esta manera es porque yo tengo una opción y tú no.

Lo fulminé con la mirada, tratando de ignorar la forma en que sus palabras resonaron en mi mente. ¿No había estado pensando en lo mismo unos meses antes? Pero yo no iba a dar a Young Jae la satisfacción de pensar que tenía razón. No la tenía, ya no.

–No trates de voltear esto hacia mí –le dije–. Yo tenía una opción, y ya decidí. Más importante, estoy feliz con mi decisión, y estoy haciendo todo lo posible para vivir conforme a ella. No estoy celoso de ti. Young Jae. Me das vergüenza.

El dolor en sus ojos era horrible de ver, pero me obligué a seguir. Él tenía que comprender que había límites, y hasta que dejara de hacer daño a otros, yo no podía mantenerme al margen y sólo observar como lo hacía.

–Quédate en Edén el tiempo que quieras, pero no te atrevas a acercarte a mí, o Sun Hwa, o a Dae Hyun, o a cualquier otro hombre en este lugar de nuevo, ¿me entiendes? Déjalos en paz. Déjame a en paz. Tengo suficiente a lo que hacer frente en este momento sin tener que asegurarme de que no mates a nadie.

Me hubiera arrepentido si lo hubiese mirado, así que salí de la habitación y pasé a Yong Guk, que me siguió sin palabras hasta mi habitación. Querría cerrar la puerta, pero él estaba detrás de mí. Totomato y Cerberus se acurrucaban aún juntos en el suelo, y la almohada que pateé no los golpeó por unos centímetros.

– ¿Y ahora qué? –Dije, dirigiéndome a Yong Guk–. ¿Nos sentamos aquí y hablamos sobre lo que pasó? ¿Somos los jueces? ¿El jurado? ¿Qué pasa ahora?

–Nada –dijo, rascando a Cerberus detrás de las orejas–. Ya has tomado tu decisión.

Hice una pausa.

– ¿Qué?

–Young Jae no tendrá ningún contacto romántico con los hombres, ni tendrá ningún contacto contigo o con Sun Hwa –dijo Yong Guk, y se sentó en la cama–. En cuanto a Dae Hyun, no puedo pedirte que hagas un juicio. Todavía no.

– ¿Por qué no? –dije, mi garganta seca con la idea de que no volvería a ver a Young Jae otra vez. Después de todo lo que habíamos pasado desde septiembre, me sentí como si le hubiera fallado. Pero en cierto modo, él mismo se había fallado, ¿no? En realidad sabía que no era su culpa, no podía haber previsto que esto pasaría. Sin embargo, había sido descuidado, y yo estaba allí, y lo dejé serlo. Esto estaba sobre mis hombros, también. Pero no importa de quién era la culpa, Jong Up todavía estaba muerto.

–Debido a que aún no tienes la capacidad de ver a través de una mentira. –Caminó hacia mi armario, y empezó a recoger la ropa como si estuviéramos hablando del tiempo o algo mundano.

Levanté las cejas.

– ¿Tú sí?

Él no me hizo caso.

–Tampoco tienes el poder para ir al Inframundo y preguntarle a Jong Up. Afortunadamente, eso no será necesario. Ya sé lo que pasó.

Abracé a Totomato contra mi pecho, encontrando consuelo en su cuerpo caliente. No quería preguntar, temiendo la posibilidad de que Dae Hyun fuera culpable. Yong Guk podría buscar a través de mi armario para siempre, y me diría tarde o temprano, así quisiera oírlo o no.

Pasó un minuto y, finalmente, puso un par limpio de jeans y un suéter blanco en la cama.

–Dae Hyun está diciendo la verdad y, por lo tanto, no va a ser procesado legalmente. Tu castigo para Young Jae es apropiado, y no hay necesidad de que yo intervenga. Voy a instruir a los demás para asegurarme de que sigan tus restricciones, y eso será el final de todo.

Asentí con la cabeza, aturdido. Dejando a Totomato en el suelo, me quité la ropa detrás del biombo en la esquina. No había nada más que hablar, y el peso de mi juicio caía pesadamente sobre mis hombros. ¿Había hecho lo correcto, o había reaccionado con ira? ¿Y cómo Young Jae que ya estaba tan solo en esta casa sobreviviría al ser separado de Dae Hyun y de mí así?

–Te veré en el desayuno entonces –dijo Yong Guk, aunque el pensamiento de la comida fue suficiente para hacerme tener náuseas.

Oí la puerta abrirse, pero no cerrarse. Todavía distraído por la idea de lo que había hecho a mi único amigo en la Mansión Edén, me abroché los vaqueros y salí de detrás del biombo, sólo para ver que Yong Guk seguía allí. Tenía los hombros agobiados por alguna carga invisible, y él se metió las manos en los bolsillos, luciendo tan similar a cómo había estado en la habitación de Perséfone, que una sacudida de miedo me recorrió el cuerpo. Pero sus ojos no estaban amortiguados como lo habían estado tantas semanas atrás, estaba cansado, pero no se había dado por vencido.

–Lo que hiciste hoy nunca es fácil –dijo–, pero era necesario. No me puedo imaginar lo difícil que es para ti, especialmente si consideras a Young Jae tu amigo.

–Era mi amigo –le susurré, pero no estaba seguro de si él me escuchó.

–No te sientas culpable por ello. Sus acciones no son tuyas. No me arrepiento de haberlo invitado aquí, sabiendo que él, hasta ahora, había sido buena compañía. Tu seguridad y felicidad son lo que más me importa.

Asentí con la cabeza y él se fue. Echando un vistazo a la reflexión que me había dado, ahora sentado sobre mi mesa de noche, me sentía aún más culpable que antes. No importaba cuán culpable fuera él, si ni siquiera podía proteger a Young Jae, ¿cómo iba a poder hacer lo mismo por Yong Guk?

Incluso si esto no había sido una prueba, todavía había varias por venir. La palabra incorrecta, la idea errónea, la acción equivocada, y todo habría terminado. La vida de Yong Guk no era menos frágil que la de Jong Up, o incluso la de mi madre, y sentí que comenzaba a agrietarme bajo el peso de luchar por él. Yong Guk se mantenía al margen porque yo le había obligado, yo le obligaba a prestar atención, pero no podía hacer que le importara. Yo era el único luchando por él, y ya no estaba tan seguro de estar preparado para el reto.


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