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Las vacaciones de primavera por HaruhiKitamura

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Un ruido se escucha y un pequeño quejido suena. Tú, inconscientemente, te despiertas medio dormido. Abres los ojos, pero no te mueves de tu lugar; logrando ver un techo con una lámpara colgando en él. Y caes en la cuenta que estas en una habitación, pero no en la tuya; sino en la de tu novio.

 

Una risita se escapa de tus labios al reconocer perfectamente donde están todas las cosas, reconoces cada agujero y cada lugar en el que sus ropas son ocultadas para que los padres no levanten sospechas de lo sucedido.

 

—Somos como Romeo y Julieta~ – Dices en voz baja, casi para ti mismo mejor dicho. La sonrisa en tu rostro todavía no desaparece, y no solo porque eres extremadamente feliz; sino porque te das cuenta de lo cliché que sonó eso.

 

Tu mente poco a poco se llena de unos recuerdos que son difíciles de olvidar, y aunque lo hicieran, recorrerías todo el mundo buscándolos. El momento en el que empezaste a salir con Sawamura Daichi. Si tendríamos que abreviarlo en una palabra seria patético. No lo piensas de mala forma, sino que fue algo muy cliché y vergonzoso.

 

 

En tu segundo año de preparatoria, no pudiste evitar notar algunos cambios en el ambiente del club de Volleyball. No solo hablas de que ahora pasaste a segundo y que los que estaban anteriormente ahora estaban en tercero; sino que hablas de tus responsabilidades y la de los demás.

 

En primero, no toda la responsabilidad caía sobre tus hombros; pero ahora siendo de segundo tienes que enseñarle a los cuervos de primero a “preparar sus alas”. Siempre te han dicho que tienes un aura maternal corriendo por tus venas, aun siendo menor que otros; pero es así, y Sawamura no pierde un segundo en recalcarte eso.

 

Volviendo de la escuela siempre viajan contigo Asahi y Sawamura, pero al momento en el que se quedan los dos solos, hay cierta tensión en el aire y él usa esa técnica para “romper el hielo”. A medida que los días pasaban, notabas que el ambiente que los rodeaba se volvía cada vez más tenso; y sabes muy bien el porqué de eso.

 

Te gusta y… ¿Tú le gustas? Bueno, eso no sabrías decirlo ya que siempre ha sido así; tan amable contigo hasta el punto en el que el amor y la amistad no se logran diferenciar. Uno de esos días tan “normales”, los caminos entre ustedes dos y el de Asahi se dividen, quedando ustedes solos a la luz de la luna -sin contar las personas que los rodean-.

 

— Da-Daichi…

 

—¿Si, Koushi?

 

 

Y un sonrojo aparece en sus caras al verse a los ojos. Llamarse por sus apellidos ya era una carga, pero por sus nombres… Vaya, parece que el límite de la vergüenza ha llegado su fin. Ambos ríen de forma pura, como si la vergüenza de tantos meses haya desaparecido al dejarla salir volando.

 

—¿Quieres tomar un helado? Me sobro un poco de dinero del almuerzo. – Dices con una sonrisa en tu rostro, a pesar de que se notan tus nervios en ella. Rápidamente tu amigo capta que te costó pedir eso, así que luego de reír en voz baja una vez más te responde.

 

—Sí. – Te dice con un leve sonrojo en sus mejillas y comienza a caminar hacia ti, se pone a tu lado y comienza a caminar. Deseas fielmente no encontrarte con ninguno de la escuela, no porque te podrían arruinar el momento o te desagraden; sino porque la vergüenza sería la más grande de todas las razones.

 

Por lo que resta del trayecto, ninguno de los dos habla. Bueno, haber dicho sus nombres en pleno momento inesperado ya era un avance; pero no suficiente. Poco a poco la calle se va llenando de mucha más gente, logrando que la incomodidad sigue presente pero gran parte de ella se retire por la puerta.

 

 

Ambos piden el mismo sabor de helado y ahí es cuando captas que tienen algunos gustos parecidos, logrando que tu mente se llene de posibilidades. Piensas que podrían compartir el mismo cono, la misma ropa; hasta la misma cama. Y venga, lo último que has pensado no ha tenido nada que ver con lo que pensabas; pero te entra curiosidad como seria eso si llegaran a ser más que amigos.

 

Daichi se te queda mirando al ver que todo lo que estabas pensando logran arder tu rostro otra vez. Te hace una pequeña seña, diciéndote que deberían continuar el recorrido hacia sus casas. La noche va volviéndose más oscura y los adultos desaparecen rápidamente.

 

—Tener un trabajo debe ser duro…

 

—Sí, pero no deberíamos pensar en eso.

 

—¿Eh? ¿Por qué?

 

—Porque la noche aun es joven. –Te dice como si fuera un casanova, pero logrando el efecto contrario. Supones que lo que quería era que te sonrojaras aún más, pero solo ha logrado hacerte estallar a carcajadas. —¡Oye, no te rías!

 

—¡Lo siento, es que eso fue muy cliché y vergonzo.. – Sin dejarte terminar la frase, se acerca a ti y deposita un beso medio torpe en tus labio- ¡Espera! ¡Te ha besado y tú no has explotado! Tu instinto y tu mente se fusionan con el deseo de seguir; logrando que tú le correspondas el beso.

 

Finalmente ambos se separan y se quedan mirando a los ojos, hasta que Daichi te sonríe y te habla.

 

—Sabe a vainilla~

 

—¡Cállate, Romeo idiota!

 

—No, mi deber es molestar a mi amada Julieta~

 

Si algún día me preguntaran cual es la pareja más cliché y vergonzosa que he conocido, vaya que los nombraría a ustedes.

 

 

El sonido de un pequeño golpecito llama tu atención y te hace volver al planeta Tierra.

 

—Toc, Toc.

 

—Diablos Daichi, ya me preguntaba dónde te habías metido~ – Dices mientras tu novio se acerca a ti con una taza de café en cada mano, acercándote una de ellas y sentándose a tu lado. —Gracias~

 

—¿Y bien? ¿Cómo amaneciste?

 

—Bien… ¿Tus padres regresaron? – Haces una pequeña pausa antes de preguntar, tomando un pequeño sorbo de la taza de la cual ya parecía ser personalmente tuya.

 

—No lo sé, cuando me desperté no estaban así que supongo que no. Parece que escondimos la ropa para nada.. – Te dice acercándose a tu rostro, depositando un suave beso en tu mejilla.

 

—Era mejor prevenirlo, quien sabe qué pensarían si veían nuestras prendas tiradas en el piso.

 

—Supongo que pensarían lo que en verdad paso.

 

—Idiota~ –Ahora eres tu quien ataca, solo que esta vez apuestas un poco más y atacas sus labios.

 

 

Ah~ Cuando se es adolescente no hay tiempo que perder.


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