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The Teacher por MMadivil

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Sencillamente no podía creer lo que había pasado la noche anterior.

 

Ethan había tomado varios libros prestados de la biblioteca, debido a que no prestó un ápice de atención a la clase del profesor Byron y tuvo que repasar por sí mismo lo que habían visto ese día, aquello le había costado mucho trabajo y no entendió ni la mitad de lo que decía el libro. Por eso cuando se encontró al profesor en el elevador estuvo a punto de decirle “Yo no presté atención en clase” y se mordió la lengua inmediatamente, la vergüenza le ganó de solo pensar que el profesor lo supiera. Es decir, no podía simplemente revelarle: “Estaba demasiado ocupado viéndolo a usted, por eso no escuché nada”.

 

Hundió el rostro entre las manos de solo recordarlo y sintió su cara arder nuevamente, no podría decirle eso al profesor aunque estuviese en su lecho de muerte. Nunca. Además no era nada apropiado que un estudiante dijese algo como aquello, cualquiera podría malinterpretarlo.

 

Se dispuso a terminar de hacer la cama y lavarse la cara, su celular sonó en alguna parte de la habitación y fue en su búsqueda, solo para encontrarse con un mensaje de Sebastian donde le decía que se verían en el primer piso con Simon para ir a desayunar juntos. No lo pensó dos veces, terminó de vestirse y dejó sus libros a mano, ya vendría a buscarlos después de comer, el solo andar sin el uniforme por la universidad ya era un alivio.

 

Mientras Ethan se dirigía a la primera planta, pensó en lo desesperante que debía de ser para la mayoría de los alumnos el estar encerrado en Haverville por un mínimo de seis meses, sobre todo cuando se imaginaba que eran el tipo de chicos que estaban acostumbrados a salir los fines de semana, a los bares o las fiestas, era algo normal. No era como si él no estuviese familiarizado con ello, pero nunca tuvo una verdadera necesidad por salir a alguna parte, principalmente porque no tenía ni el tiempo ni el dinero y cuando Sebastian dejó la ciudad, vivió un tiempo encerrado en su habitación, ya que no se resignaba a su partida, probablemente eso causó estragos en su forma de ser y ahora el estar afuera o adentro le daba completamente igual.

 

Sonrió al ver a Sebastian y a Simon peleando nuevamente en el lobby del primer piso. Discutían algo respecto a las bebidas con sabor a miel y azúcar, por supuesto, Sebastian decía que su existencia era una completa aberración y que era culpa de esas bebidas que los niños crecieran más hiperactivos.

 

Ethan soltó una carcajada.

 

—Vaya forma de comenzar el día, discutiendo por las bebidas dulces —dijo el de ojos verdes colocándose junto a ellos.

 

—Deberías estar a mi favor Ethan, Simon no acepta que el azúcar es el motivo por el cual ahora es un idiota —dijo Sebastian.

 

—¡El azúcar no puede causar algo como eso! —respondió Simon exasperado.

 

—Tienes razón, tu idiotez debe ser de nacimiento —concordó el moreno mientras comenzaba a caminar rumbo a la cafetería.

 

Él solo se rió sin apuntar a ningún bando en particular, de vez en cuando era gratificante no ser el que peleaba con Sebastian, la mayoría de las veces salía perdiendo.

 

Cuando entraron a la cafetería se veía ligeramente más llena de lo habitual, siempre había asientos libres, pero esta vez el bullicio era más intenso debido a que probablemente todos los estudiantes de la universidad estaban ahí, lo único diferente era la falta de uniformes y que ahora era un servicio buffet, pues los meseros no se darían abasto.

 

—Ethan, ¿quieres ir con nosotros al edificio sur después de comer? Escuché que habrá una gran reunión con los superiores y esas siempre terminan en fiesta —ofreció Simon entusiasmado mientras se servía generosas porciones de comida.

 

—Eh… gracias, pero quedé de ir a la biblioteca, tengo algo que hacer —respondió Ethan.

 

No tenía motivos para ocultarles la verdad, simplemente podría decirles que el profesor Byron accedió a darle una clase, pero por alguna razón prefirió no decirlo. Después de todo, Simon también tomaba esa asignatura.

 

—¿Pero qué cosas dices Ethan? —dijo Simon alarmado— Ya me dijo Sebastian que eres como un adicto al estudio, pero vamos, es fin de semana y el infierno universitario está casi todos los días, deberías disfrutar un poco.

 

—Déjalo Simon, ninguno de nosotros quiere que Ethan sea como tú —Sebastian le dio un ligero golpe a la nuca y Simon le gruñó—. Ya mañana nos encargaremos de que no se acerque a un solo libro.

 

Simon siguió parloteando acerca de lo importante que es el descanso, pero Ethan aprovechó que no los miraba para agradecerle el apoyo a Sebastian, quien le correspondió con un guiño. Solo él sabía de su beca en la universidad, por lo tanto no detenía a Ethan cuando se trataba de estudiar.

 

Sin embargo, parece que al único que pudo engañar en cuanto a ir solamente a estudiar, fue a Simon.

 

—Después me contarás a quién viste en la biblioteca —dijo Sebastian en un murmullo para que solo él lo escuchase.

 

¿¡Es que acaso todo el mundo podía saber lo que pensaba!?

 

Tenía que practicar seriamente su forma de mentir.

 

Cuando terminó la hora del desayuno, Ethan se retiró antes y se despidió de los chicos diciéndoles que los vería cuando terminara sus asuntos, se apresuró a llegar a su edificio para tomar las cosas de su dormitorio y miró el reloj, estaba justo de tiempo.

 

En el fondo se preguntaba el por qué de su nerviosismo, iba a tomar clases particulares en un día libre con un profesor insoportable, probablemente se irritaría y se esforzaría por tratar de no matarlo. Y aquí estaba, hasta el último cabello de nervios cuando se encontró en la planta baja frente a la enorme puerta de la biblioteca. Inclusive decidirse a abrirla requirió de un esfuerzo mental.

 

Pero inesperadamente, estaba vacía.

 

La biblioteca era solo lo suficientemente grande para tres largas mesas de estudio y libros de todas las materias posibles que ocupaban el espacio de las paredes, inclusive había de esas escaleras corredizas que Ethan solo había visto en las películas para alcanzar los libros. Lo único que interrumpía la larga fila de escritos que ocupaban el espacio del piso hasta el techo era una puerta de tamaño normal, era de madera pero siempre estaba cerrada, pues ésta tenía un sistema de clave numérica como llave, así que Ethan se imaginaba que era una especie de almacén.

 

Al no ver rastros de su profesor, pensó en esperarlo mientras probaba suerte con aquella puerta, lo único que mataba el aburrimiento era la curiosidad. Extrañamente esta vez la cerradura cedió sin presionar un código y lo que vio al entrar hizo que sus mejillas se tiñeran suavemente de rojo.

 

Byron estaba sentado con las piernas cruzadas y un libro en las manos, el cabello azabache generalmente peinado hacia atrás ahora estaba ligeramente desarreglado, con un par de mechones lacios cayendo hacia el frente, dándole un aspecto más casual; tenía unos sencillos lentes de descanso enmarcando sus intensos ojos azules y como no tenía puesto el traje de la universidad, su camisa blanca de botones enmarcaba aún más su proporcionada figura.

 

Cuando el profesor reparó en la presencia de Ethan, pareció examinarlo de pies a cabeza, gesto que cohibió al de ojos verdes sin motivo aparente. ¿Estaba mal vestido? Solo llevaba unos sencillos jeans y una camisa del color del césped sin nada especial. Pero el chico se dio cuenta de algo que estuvo mal, así que antes de que el profesor abriera la boca, él se adelantó.

 

—¡Espere, espere! —Ethan alzó una mano para detenerlo, se alejó un paso y cerró la puerta. Después dio dos golpes a ésta y la abrió nuevamente— Profesor, ¿Puedo pasar?

 

Byron lo miró como si hubiese perdido la cabeza, pero Ethan logró su cometido cuando éste sonrió de lado y asintió.

 

—Señor Collins, llega tarde —lo reprendió el profesor.

 

—Disculpe profesor, no suelo buscar puertas para Narnia… —respondió Ethan señalando la puerta. Se dio cuenta de que el profesor trataba de contener su sonrisa.

 

—¿No sabías que las bibliotecas tienen un salón privado? —inquirió Byron en su lugar.

 

—Ni siquiera sabía que teníamos biblioteca…—murmuró muy bajo, pero el profesor pudo escucharlo.

 

—¿Debería preguntar cómo es que conseguiste llegar a tus clases el resto de la semana? —preguntó, indicándole a Ethan que tomara asiento frente a él.

 

—No, mejor no lo haga. Hago milagros todos los días… —admitió Ethan haciendo caso a su invitación.

 

Miró a su alrededor sin poder evitarlo, el lugar era acogedor al ser pequeño y tenía la iluminación suficiente con una ventana de tamaño natural. Era la habitación menos “extravagante” que había visto desde que llegó a Haverville, había una mesa de caoba con varios libros y papeles encima, detrás de ella estaba su profesor en un sofá de una persona que se veía realmente cómodo, parecido al que ocupaba Ethan pero más grande, y las paredes estaban cubiertas de estanterías con libros debidamente ordenados. El lugar tenía muchas cosas, pero todas tenían su respectivo lugar.

 

No sabía cómo explicarlo pero… la mirada relajada de su profesor y su semblante tranquilo lo hacían pensar que la habitación era completamente ajena al mundo en el exterior.

 

—¿Todos los salones privados son así? —preguntó Ethan con curiosidad.

 

—No. Fue modificado hace varios años —respondió el profesor dejando su lectura a un lado y haciendo un espacio en el escritorio para los libros y apuntes de Ethan—. ¿Piensas que es pequeño?

 

—Pienso que me gusta —dijo el casi-rubio sin pensar, recibiendo inmediatamente la mirada del mayor—. E-es decir… nunca me ha gustado la extravagancia de toda la universidad, todo es demasiado elegante, lujoso, grande y…

 

—Exagerado —completó Byron mirándolo con unos ojos brillantes.

 

¿Por primera vez alguien más pensaba que toda la universidad era una exageración?

 

—Sí… exacto —concordó Ethan con una sonrisa.

 

El silencio que se formó no fue incómodo, era indescriptible la sensación que tenía por la forma en la que no dejaban de mirarse. Pero Byron no tardó en romper el momento.

 

—Cambiando de tema, pareces ser masoquista Collins, es el primer fin de semana de este curso y estás aquí dispuesto a que siga poniendo en duda tu inteligencia —remató el profesor.

 

Ethan sabía que se había tardado demasiado en molestarlo y prácticamente suspiró sabiendo lo que se avecinaba.

 

—Tal vez soy masoquista desde que decidí presentar mi perfil para entrar a Haverville —coincidió, pero no estaba dispuesto a dejar que el profesor se saliera con la suya—. Pero está bien quitarle el lugar a alguien que iba a pagar millones sabiendo que… —Ethan iba a terminar la frase, pero la voz se le apagó cuando recordó algo.

 

Se lo habían advertido. Nadie, absolutamente nadie debía de saber que él era un becado, mucho menos los profesores. El director se lo había pedido personalmente y ahora él por su soberbia estaba a punto de mandar todo al caño.

 

—“Sabiendo que” no pagaste un solo centavo porque eres un becado —completó Byron con una satisfactoria sonrisa.

 

Ethan se puso pálido.

 

—E-espere… usted… usted sabía que yo… —comenzó a decir a punto de levantarse del asiento, pero el profesor alzó una mano indicando que no se moviera del lugar.

 

—Lo supe desde el primer día Collins, nadie en mi clase tiene una nota como la suya. No, peor aún, casi nadie en la universidad tiene un “sobresaliente” —aseguró el profesor en un tono tranquilizador—. Si estás pensando que voy a hacerte sufrir por eso, me estás sobreestimando. Te haré la vida imposible simplemente porque, aunque tienes esas notas, aún no puedes aprenderte una lección tan sencilla de Platón.

 

Ethan miró maravillado a su profesor y lo que escuchó consiguió que apenas pudiese respirar. Había pasado tanto tiempo pensando que, si alguien descubría la forma en la que llegó a la universidad, lo menospreciarían por ello. Pero ahí estaba Byron, regañándolo en el tono que utilizaba en una clase normal porque no responde correctamente y mostrándole siempre los errores que cometía para que aprendiera de ellos.

 

No tenía forma de mostrarle lo agradecido que se sentía.

 

—Profesor yo… —comenzó a decir el chico, pero el profesor volvió a hacerlo callar.

 

—Si no vas a decir algo relacionado con el mundo de las ideas de Platón, haré que no saques la nariz de este libro durante toda la semana —amenazó abriendo el libro.

 

Abrió y cerró la boca un par de veces pero la mirada dominante de Byron le prohibía decir una sola palabra.

 

—Gracias —susurró casi retándolo, pero bajó la cabeza con una sonrisa.

 

Ahora estaba completamente seguro de que no podía arrepentirse de nada.

 

~*~

 

Las horas pasaron sin que Ethan o el profesor se diesen cuenta, ambos perdieron la noción del tiempo desde el momento en el que se pusieron serios con el estudio. Al estar completamente solos, Ethan se sentía mejor expresando sus dudas y comentarios, resultó ser más parlanchín de lo que pensaba con respecto a la materia, debía admitir que era muy interesante.

 

O tal vez solo era su profesor quien lo hacía interesante.

 

No sabía si era por el lugar, el momento, o porque ahora no tenían un horario límite, pero el profesor Byron se veía más ensimismado en su propia materia que en cualquier otra de sus clases, la pasión que emitía por la filosofía antigua hacía que lo expresara de una forma tan emocionante que el de ojos verdes no podía despegarse ni un momento de sus palabras.

 

Ethan lo interrumpía ocasionalmente para hacer alguna pregunta, pero a Byron no parecía importarle e inclusive se le notaba un brillo particular en la mirada al escuchar al casi-rubio. Y en ese lapso de tiempo, se había dado cuenta de muchas cosas.

 

Pequeños gestos que hacían de su profesor una persona bastante particular, entre ellos estaba la forma en la que se pasaba una mano por el cabello, lo hacía sin cuidado y solo conseguía despeinarse más, pero a Ethan le molestaba un poco el hecho de que eso solo lo hiciera ver más atractivo. Si él intentase algo como eso, lo único que obtendría sería un cabello de duende de las mazmorras. Ya tenía suficiente con ser el alienígena de cabello raro.

 

Aunque ahora lo regañaba directamente al ser la única posible víctima de todos sus comentarios sarcásticos, eso significaba que le prestaba el doble de atención a sus necesidades y eso en cambio hacía bastante feliz al chico. Una parte de su cabeza le recriminaba el hecho de que buscara formas de acercarse más al profesor ¿Por qué quería hacer algo como eso? Si bien era un hombre interesante, el hecho de que quisiera estar con él más de lo estrictamente necesario le parecía aterrador inclusive a él mismo.

 

Solo era la primera semana y ya veía señales de convertirse en un acosador.

 

En un momento de silencio mientras Ethan resolvía un ejercicio sencillo, miró hacia la agenda cerrada de Byron, con su nombre adornando una esquina. Y aunque tenía la vaga esperanza de cruzarse con su nombre completo, se encontró con el mismo “M. Byron” que le picaba la curiosidad siempre.

 

—Profesor…—comenzó a decir Ethan.

 

—Si me dices que no puedes hacer ese ejercicio, realmente voy a pensar que eres idiota —respondió Byron sin despegar la vista de su propio libro, en algún punto él se había puesto a leer mientras Ethan trabajaba.

 

—No, no es eso —Ethan rodó los ojos ante el comentario, y sin dejar de trabajar, prosiguió— Me preguntaba por qué no nos deja saber su primer nombre. ¿Trabaja para una organización secreta o algo así?

 

—¿Trabajar en Haverville no te parece suficiente? —respondió con su sarcasmo habitual.

 

El de ojos verdes se rió, pero en cuanto terminó el ejercicio y se lo pasó al profesor, siguió presionando.

 

—¿Por qué? He pensado que tal vez es porque no le gusta que se tomen muchas confianzas con usted, pero ocultárselo a toda la universidad es llegar bastante lejos —comentó apoyando los brazos en la mesa sin dejar de mirarlo.

 

—Nunca confíes en la universidad, Collins. Es la madre de todos los infiernos —comentó con ingenio mientras corregía el trabajo.

 

—O tal vez no le gusta su nombre… —siguió Ethan, tratando de descifrar la mirada impenetrable de su profesor.

 

—Mi nombre es perfecto, igual que yo.

 

—¿Es impronunciable?

 

—Entonces no tendría sentido ocultarlo, ni siquiera podrían mencionarlo.

 

—¿Alguien malo también tiene su nombre?

 

—Inclusive si me llamase Hitler no lo veo como un factor importante.

 

—¿Su ego es tan grande que cree que nadie merece llamarlo por su nombre?

 

—Preguntas demasiado, Collins —el profesor dejó de corregir y le enseñó el ejercicio a Ethan. Esta vez tuvo mucho menos errores—. No es malo, pero no está bien.

 

El chico suspiró y entrecerró los ojos, tratando de utilizar otro método.

 

—Profesor Byron, si llego a adivinar su nombre, ¿me diría por qué lo oculta?

 

El aludido alzó una ceja y apoyó el mentón en una de sus manos, inclinándose ligeramente hacia adelante,  era como ver una versión moderna del pensador.

 

—¿Por qué te interesa tanto? Puedes vivir perfectamente sin saberlo, Collins.

 

—Curiosidad. Prometo no decirle a nadie si llego a saberlo, además usted no pierde nada porque… las posibilidades son… ¿nulas? Y en caso de que yo quisiera abrir la boca, usted sabe lo de mi beca.

 

—Entonces ¿por qué te molestas en intentarlo?

 

—Quiero hacerlo, quiero saber más.

 

—¿De qué?

 

—De usted.

 

Ambos permanecieron en otro breve silencio en el que Ethan maldijo a su cerebro mil y un veces, había dicho eso de forma inconsciente y ahora luchaba con esa vergüenza que tornaba sus mejillas en manzanas.

 

—No tienes ninguna oportunidad, Collins —le advirtió el profesor.

 

—Lo sé, pero al menos usted tiene que ser honesto si llego a adivinar —pidió Ethan.

 

—De acuerdo, pero no podrás molestarme con más de tres intentos en un día, así que tendrás que pensarlo bien —accedió extendiéndole la libreta de sus notas.

 

—¿Solo tres?... De acuerdo, supongo que es justo —Ethan hizo una mueca y tomó la libreta, rozando de forma muy leve la mano de su profesor.

 

Una corriente eléctrica recorrió su piel al sentir el contacto de Byron, provocando que Ethan se estremeciera y soltara la libreta por puro reflejo.

 

—L-lo siento, se me resbaló —compuso rápidamente y tomó con velocidad la libreta para poder regresar a su lugar.

 

El profesor parecía seguir con la misma postura, pero el chico sentía una mirada más intensa encima de él, solo esperó a que fuese su imaginación.

 

—Entonces… ¿Matthew? —dijo Ethan para romper ese momento incómodo.

 

Byron parpadeó un par de veces.

 

—¿Estás empezando a…?

 

—¿Mikael?

 

—No. Y solo te queda un…

 

—¡Murphy!

 

—Demonios, no —respondió finalmente el profesor con una risa ligera.

 

Ethan por su parte ya había comenzado a reírse sin importarle nada más.

 

—¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer?

 

—Gasté todas mis oportunidades, lo sé —admitió sin borrar su sonrisa—. Solo quería cerciorarme de que me dijera la verdad cuando le preguntara.

 

—¿Y cómo sabes que te digo la verdad? —inquirió Byron.

 

—No lo sé, supongo que no lo sé, usted es quien hace que piense que así es —respondió encogiéndose de hombros.

 

El profesor parecía a punto de decirle algo, pero en ese instante su celular comenzó a sonar. Probablemente era un mensaje importante, pues al leerlo, Ethan lo vio fruncir ligeramente el ceño y rodar los ojos con una mueca.

 

—Bueno señor Collins, me temo que hasta aquí ha llegado nuestra clase de hoy, tengo que retirarme —explicó Byron sin ese entusiasmo de hace un par de segundos.

 

Ethan también se sentía algo abatido por la idea de tener que irse.

 

—Es verdad… Supongo que, gracias por su tiempo profesor —sonrió suave y le tendió la mano cuando se levantó.

 

El profesor se la estrechó después de pensarlo por unas fracciones de segundo y, como Ethan sospechaba, esa corriente volvió a recorrerle el brazo entero. Era una sensación alucinante, y esta vez fue más clara. El tacto de su profesor se sentía cálido y suave, su piel era aún menos dura de lo que imaginaba.

 

Esperen…¿Se había estado imaginando la suavidad de su piel?

 

Ethan se sonrojó hasta sentirse completamente idiota por pensar ese tipo de cosas, él definitivamente estaba mal, y era de otro planeta. Sí, eso debía de ser.

 

—Nos vemos en clase, señor Collins.

 

—E-entonces… nos vemos el lunes… profesor —volvió a despedirse, tropezando un poco con el asiento.

 

—Señor Collins…

 

—¿Sí? —preguntó girándose levemente para encararle.

 

—Si alguien le pregunta por esta sala, diga que está cerrada y que no hay nadie —le dijo Byron con un tono serio.

 

—De acuerdo…

 

—Y… señor Collins —repitió con el mismo tono—. Si aún tiene dudas el próximo sábado, además de que será un idiota, venga nuevamente a la misma hora, y no llegue tarde o cerraré la puerta.

 

Ethan solo asintió sin poder evitar su sonrisa y se apresuró a salir de ahí antes de tropezarse con alguna otra cosa, o aún peor, con sus propios pies, así que atravesó la pequeña biblioteca rápidamente para salir al lobby.

 

Cuando se ponía nervioso, acostumbraba a mirar el suelo para ocultar lo más posible su rostro sonrojado, pero eso lo llevó a chocar con el hombro de alguien, y eso claramente lo asustó, pues no se esperaba que alguien más estuviese en dirección a la biblioteca.

 

—Lo lamento, no veía por donde… —comenzó a decir, pero el chico rubio con el que se había tropezado ni siquiera se dignó a detenerse.

 

Era Darrell Bloom, y él también parecía estar hospedado en el mismo edificio, solo eso explicaría el hecho de que estuviese en dirección a la biblioteca. A Ethan siempre le pareció alguien antipático, el típico creído que salía en las películas donde el chico de gafas era el héroe, capitán del equipo de futbol y esas cosas. Ethan no tenía gafas.

 

Aunque no acostumbraba a juzgar a la gente, no dejaba de preguntarse lo que hacía Darrell en ese lugar, pensó que debería de tenerle una especie de fobia a los libros o tal vez pensaría que las bibliotecas son un tipo de Martini. Se rió de sus propios pensamientos y comenzó a dirigirse a su habitación, ahí se encargaría de comunicarse con Sebastian o Simon.

 

Cuando las puertas del elevador se abrieron, Ethan se hizo a un lado para dejar pasar a alguien más, pero esa persona se detuvo al verlo.

 

—Disculpa, ¿Tú no estás… en la clase del profesor Byron? —preguntó aquel chico de ojos profundamente castaños al igual que su cabello, cortado hasta la barbilla, desordenado y oscuro.

 

A Ethan solo le molestaba la idea de tener que mirarlo levemente hacia arriba, sin embargo, al parecer también lo conocía.

 

—Eh… sí, así es, mi nombre es Ethan —respondió lo más amigable que pudo.

 

Si bien reconocía al chico aunque no supiera su nombre, no tenía una buena impresión de él. Después de todo, era uno de los estudiantes que más destacaba por las malas contestaciones que le había dado al profesor Byron los primeros días de clase.

 

—Oye, sé que no nos conocemos de nada y solo te he visto en clase, pero perdí las copias que nos entregó el profesor ayer y… realmente no quiero que vaya a cortarme el cuello —dijo pasándose la mano por el cabello y tirando de él un poco, se veía algo preocupado.

 

—De acuerdo pero… tendrás que regresármelas pronto —pidió Ethan sin estar muy seguro de ayudarle, a pesar de que quería hacerlo.

 

—¿Eh? ¡No, no! No tienes que dármelas, solo quiero fotografiarlas y así puedo volver a imprimirlas —compuso el chico rápidamente al darse cuenta de que el casi-rubio lo había malentendido-. Es que… de las personas que conozco, casi todos perdieron esas hojas en una fiesta anoche y hoy hay otra así que… prefiero asegurarme de no perderlas esta vez.

 

—¿Tú también te hospedas en este edificio? —inquirió alzando una ceja.

 

—Sí, en el segundo piso, la habitación del final. Demonios es terrible, me da mucha más flojera asomarme al lobby… Y si es por miedo a que me desaparezca con tus copias, te aseguro que no será así, pero de verdad las necesito…

 

Ethan rió al verlo tan preocupado y asintió, entrando al elevador e indicándole al chico que no saliera.

 

—Está bien, tranquilo. Vamos a mi dormitorio y puedes tomarles la foto ahí —accedió, presionando el botón del cuarto piso.

 

—¿¡Enserio!? Gracias amigo —el chico le dio una palmada amistosa en la espalda, se veía más relajado—. Se nota que no tienes una buena impresión de mí, pero no voy a colocar tu cabeza en algún lavabo, aunque tenga la apariencia.

 

—No suelo juzgar a la primera a las personas… —dijo Ethan recordando al profesor— Pero es verdad que la primera impresión tuya no fue muy buena.

 

—Lo sé, yo mismo me arrepentí de ello después —el chico desvió la mirada y al de ojos verdes le pareció que el rostro de éste luchaba por no tornarse de color rojo.

 

—Bueno, siempre se puede cambiar de opinión —aseguró Ethan con una sonrisa— Por cierto, no me has dicho tu nombre.

 

—Oh lo siento, ¿Y me repites el tuyo? No tengo una buena memoria —el chico se rascó un poco la cabeza con otra mueca, tendiéndole la mano libre.

 

—Me llamo Ethan, Ethan Collins —dijo riendo por lo bajo, estrechándole la mano.

 

No se sintió esa corriente eléctrica tan extraña.

 

—Ethan… Ethan, Ethan… ¡Bien! Creo que ya lo tengo, o eso espero —finalmente se colocó las manos en los bolsillos y miró al frente mientras se abría la puerta del elevador—. Mi nombre es Luke Avery.

Notas finales:

¡LO SIENTO!

No pude actualizar la semana pasada porque (finalmente) me fui de vacaciones y... sí, olvidé la laptop. Y como el capítulo solo había que terminarlo pues... ugh. Volver a escribirlo no era una opción.

Y con el regreso al mundo real (; ;) no tuve mucho tiempo para actualizar el lunes así que aquí estamos. Por eso traigo una mala noticia, como he estado ocupada con mis estudios y se avecina una gran jornada de trabajo, dudo actualizar tres capítulos semanales, pero prometo por lo menos uno o dos. Esta vez sin fecha de cuándo, al menos por las siguientes dos semanas. Paciencia c': 

¡Muchas gracias por sus reviews, saben que los amo con el alma y son mi pan de cada día! Si no fuera por eso, no actualizo(??) Mentira, aún así lo hago. Pero comenten ; ; 

¡Espero les haya gustado este especial de solo-Ethan para empezar a ver lo obsesionado que puede llegar a estar con Byron! Es medio acosador mi niño...

Recuerden en pensar cuál es su verdadero nombre!! Tienen tres oportunidades por review B) Nos vemos (espero por el yogurt) el viernes~~

PD: Debido a que tengo dudas sobre los días en los que actualizaré próximamente, pueden mantenerse al tanto desde mi cuenta de twitter: @MMadivil ahí trato de mantenerlos al corriente sobre si habrá capítulo o no. ¡Y ya tengo portada! "The Teacher" ha sido publicado en wattpad (naturalmente no tengo muchas visitas y eso (por no decir ninguna)) pero al menos está la increíble y sensual portada de nuestro profesor y su odiada corbata. Ahí también pueden encontrarme como MMadivil. De hecho, así estoy en la mayoría de las redes sociales so... sip.

Un abrazote nivel: Luke Avery no debería cruzarse con Ethan.

Bueno, eso es lo que había pedido el viejo William... ¿Recuerdan?


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