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The Teacher por MMadivil

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—Es mi día libre, es domingo, recuérdame qué mierda hago aquí —dijo Byron de mala gana.


—Nuestro querido William nos pidió terminar el sucio papeleo, así que deja de quejarte y trae tu trasero a la sala, Byron. Lo único que has hecho desde que llegaste es invadir mi cama y leer —lo regañó Jeremy, quien se encontraba rodeado de papeles y con la mesa de centro rebosante de carpetas.


El rubio le había enviado un mensaje a Byron el día anterior recordándole que tenían que encargarse del papeleo que les había pedido el director, debían entregarlo a la coordinación académica la siguiente semana y ninguno de los dos tendría tiempo para terminarla si lo dejaban para último momento.


Y aunque Byron se había ido con él desde que recibió el mensaje, no pasó la noche ahí y regresó por la mañana, por lo que no había hecho absolutamente nada. Se había dedicado a terminar de leer un título de su larga lista de libros, se encargó del correo electrónico e inclusive contestó algunos. Cualquier cosa menos el papeleo.


—William necesita más lacayos, así no tendría que encargarnos esa basura. Tengo cosas más importantes que hacer —respondió el de cabello azabache mientras dejaba su libro a un lado.


—Tú nunca tienes nada mejor que hacer para la humanidad, Byron. Y te recuerdo que esta basura paga tus caprichos, tu sueldo y todo lo que nunca comes —Jeremy lo fulminó con la mirada y señaló de mala gana la barra de la cocina con frutas.


—No tengo hambre.


Byron se incorporó hasta quedar sentado, pero separarse de la comodidad de la cama era algo que su cuerpo no estaba dispuesto a hacer, así que volvió a recostarse cinco segundos después.


Era verdad, lo único que tenía que hacer era escribir el resto del manuscrito del libro que tenía que entregar en tres meses y justo ahora no le apetecía recorrer medio campus de regreso a su celda para quebrarse la cabeza, así que esa opción quedó descartada al instante. Siempre le dejaba a Jeremy el trabajo del papeleo, y aunque jamás se sentía culpable por ello, el viejo tenía la mala manía de checar minuciosamente si Byron había trabajado en ello también, por eso se pasaba algunos días en la “cuna de las flores” como suele llamar al dormitorio de Jeremy.


El lugar estaba exactamente igual distribuido que el suyo, pero la diferencia podía notarse a millas de distancia, todo en la habitación de Jeremy era colorido y alegre, y la pequeña cocina siempre estaba repleta de comida —generalmente bocadillos simples—, debido los famosos antojos del rubio.


A diferencia de Byron que a penas y conservaba algo de café.


Volteó a ver a ricitos de oro de reojo, tenía unas ojeras muy marcadas y se veía bastante cansado, estaba tomando su tercera taza de café cargado esa mañana y no era normal ver a ese tipo tan desaliñado. Si hay algo que más le importaba a Jeremy, era el aspecto físico, y el de él siempre debía ser impecable… a su manera. En cambio, esta vez llevaba los rizos recogidos en una pequeña coleta desordenada, algunos caían a los costados de su rostro pero igual y parecía no importarle.


Decidido a interrogarlo, el de cabello azabache se acercó a la pequeña sala de estar y se sentó en el sofá más largo, justo enfrente de Jeremy y tomó algunos formularios de forma despreocupada.


—¿Y bien? ¿Desde cuándo decidiste volverte una prostituta a tiempo completo? —inquirió Byron sin despegar la vista de sus hojas.


Jeremy casi escupe todo el café.


—¿¡Podrías no decir ese tipo de cosas de forma tan despreocupada!? —alzó la voz mientras tosía un poco— Algún día me ahogaré con ese tipo de preguntas… ¿¡Y por qué me dices eso!?


—No estoy acostumbrado a ver a ricitos de oro en su versión recién salida de un bar. Llevas días sin dormir Jeremy —señaló Byron mirándolo a los ojos.


—He estado muy ocupado con mi vida y la disfruto, gracias —concluyó mirando de nuevo a sus papeles.


—Te creería si no tuvieses ese humor de mierda. Eso siempre es un indicador de cuánto sexo has tenido en la semana, y por lo que veo… no ha sido mucho.


Jeremy gruñó y se deslizó hasta sentarse en el suelo y ocultar el rostro entre sus rodillas. Byron suspiró, hoy trabajaría como psicólogo otra vez.


—Escúpelo Jeremy.


—¡No es nada! Es solo que llevo días yendo al maldito salón de música, termino las clases más tarde y aún así no lo encuentro… —respondió molesto, comenzando a mascullar cosas que Byron no entendió.


—Ricitos, no estoy entendiendo nada…


—Es una larga historia… —dijo alzando el rostro para mirar a su amigo.


—Tenemos todo el maldito día, hazme más llevadero el papeleo —contestó lanzándole una bola de papel que había arrugado, robándole una sonrisa al rubio.


Jeremy le contó sobre una extraña experiencia que había tenido, quería conocer a un violinista que no había vuelto a escuchar y creyó estarse volviendo loco al no encontrarse con él nuevamente. Había ido todas las noches restantes de esa semana, inclusive se quedaba a trabajar ahí hasta muy tarde pero ninguno de esos días había tenido éxito, inclusive le comentó a Byron el plan que tenía con la tinta que le había prestado.


No le extrañaba que Jeremy tuviese un interés tan fuerte, él siempre había tenido una gran debilidad por los violinistas, Byron lo sabía. Y lo sabía mejor que nadie. Once años soportando a ese cabeza hueca no habían pasado en vano. Sin embargo, estaba algo preocupado de que aquel nuevo violinista removiera el pasado de Jeremy, y eso no estaba tan dispuesto a permitirlo.


Aún así de ojos azules le parecía divertido que Jeremy se estuviese desesperando de aquella manera, tal vez un cambio a su rutina sexual le haría bien.


—Entonces has estado yendo cada noche a encontrarte con algo que pudo haber sido tu imaginación y por eso no te has acostado con nadie, estás de malhumor y no has dormido bien —resumió Byron.


El rubio solo asintió e hizo una especie de puchero infantil. Ese tipo sí que era un niño.


—¿Y no te has puesto a pensar en que probablemente él sepa que estás ahí? —inquirió Byron, y ante la mirada sorprendida de su infantil amigo, prosiguió— Solo piénsalo: Te lo encontraste cuando habían terminado las clases y no había nadie, si estuviste cerca solo fue por casualidad. Quien quiera que sea, tiene medidos los horarios en los que el salón está vacío.


—¿Entonces qué? ¿Tengo que dejar de ir para que él lo haga? —preguntó el rubio mientras hacía a un lado los papeles que había terminado de revisar.


—Idiota, ¿dónde estabas cuando lo escuchaste tocar?


Jeremy parpadeó un par de veces después de pensar detenidamente lo que había dicho Byron, se levantó del suelo y fue a sentarse junto a él.


—Te odio Byron.


—De nada.


Ambos se rieron al escucharse y Byron agradeció haberle levantado el ánimo al rubio, podía ser muy molesto si se la pasaba siempre de malhumor.


—Ahora que te has molestado en armar planes absurdos… ¿Qué piensas hacer cuando lo encuentres?


—Quedármelo. O acostarme con él, no lo sé. No, acostarme con él no —ricitos hizo una mueca y frunció el ceño— No, definitivamente no me acostaré con él.


—Ahora eso sí es nuevo, ¿ya te estás volviendo casto?


—Idiota —respondió dándole un leve empujón con el hombro a Byron, quien solo se reía—. Tal vez suene estúpido pero… yo lo he escuchado tocar, y te puedo decir que no me atrevería a corromperlo. Hay personas a las no deberían acercarse demonios como nosotros…


Byron iba a salir con otro de sus sátiros comentarios respecto al hecho de ser un demonio por naturaleza, pero el rostro de aquel chico de ojos verdes atravesó su mente en ese instante y toda idea desapareció.


Maldita sea, otra vez estaba pensando en Ethan.


—Me refiero a que… —prosiguió el rubio al no recibir respuesta alguna— no quiero acostarme con ese chico, me gusta lo que hace y solo quiero conocerlo, acercarme a él como lo hago con los demás… arruinaría todo.


—No lo conoces…—dijo Byron en voz baja.


—No lo necesito, simplemente lo sé, hay personas que no necesitan conocerse mucho Byron… simplemente está ese “algo” —respondió encogiéndose de hombros.


Y ambos suspiraron.


Byron no estaba en la posición de negarle algo, esta conversación era como si Jeremy fuese su subconsciente, es lo que tanto se negaba a aceptar sobre Ethan. Era diferente, a Byron lo divertía y le parecía interesante.


El chico le interesaba.


Le interesaba como alumno y resultó ser alguien bastante inteligente. El día que había pasado a solas con él había descubierto que el problema de Ethan a la hora de aprender no era su capacidad de memoria, él tenía un razonamiento diferente. Le veía el lado opuesto a las cosas que Byron enseñaba, tenía la mente abierta y era por ello que se le dificultaba cerrarse a las ideas de la edad media y el profesor jamás había estado tan intrigado por una mentalidad como esa.


Era difícil para él dejar de pensar en ese chico. Le molestaba la idea de que sus gestos estuviesen grabados tan bien en su mente, en sí Ethan era como un libro abierto y podía adivinar con facilidad cada una de sus sutiles expresiones: La forma en la que fruncía el ceño cuando estaba enojado y aquella otra en la que juntaba ligeramente las cejas porque estaba dudando. Cuando se contenía al hacer una pregunta apretaba los labios, y cuando no sabía la respuesta se los mordía. Entrecerraba los ojos al leer para concentrarse más y los hacía rodar de una forma llamativa cuando se frustraba por alguno de sus comentarios sarcásticos. Byron perdió la cuenta de las veces en las que se encontró a sí mismo encantado con las facciones del chico.


Y otra vez estaba pensando en él. Demonios.


—Escúpelo Byron —dijo Jeremy en el mismo tono que había utilizado con él antes, se había dado cuenta del rostro pensativo que había puesto Byron.


Pero él negó con la cabeza mientras sonreía.


—No, olvídalo.


—¡Yo te lo conté todo! Así que dímelo o te alimentaré con todo lo que haya en mi cocina, así tenga que hacerlo por la fuerza —amenazó Jeremy haciendo amago de levantarse para dirigirse a la barra, pero Byron lo detuvo con una sola mano.


—Eres horriblemente persistente.


—Dime lo que estabas pensando o te voy a meter una manzana por…


—¿El violinista tiene algo que ver con lo que sucedió cuando éramos estudiantes? —inquirió finalmente. No era en lo que había pensado, pero era una excelente forma de evitar la pregunta.


Jeremy abrió la boca pero ningún sonido salió de ella, parecía que Byron había tocado una fibra sensible en su mente que el rubio pretendía olvidar e inmediatamente el profesor se arrepintió.


—Lo siento, es solo que quería estar seguro de que no fuese así… —dijo en voz baja, y al ver el rostro de Jeremy, le pasó el brazo por los hombros para estrecharlo.


—Está bien… ya soy todo un hombre que… debió superarlo hace mucho ¿No crees? —escuchó argumentar al rubio y adivinó que tenía una sonrisa en su rostro. Una sonrisa eternamente falsa.


—Eres ricitos de oro, si puedes entrar a una casa llena de osos sin ser comido, puedes hacer cualquier cosa —respondió en un intento de levantarle el ánimo.


Y a juzgar por el cojín que en ese momento aterrizó en su cara, podía estar seguro de que lo había logrado.


—Cállate, tú eres el oso enorme que hace que no me guste nada —dijo haciéndose el superado, pero le sonrió con mayor honestidad a su amigo—. Eres odioso, aún no entiendo por qué seguimos siendo amigos.


—Eres masoquista, eso explica toda nuestra relación.


En el fondo Byron agradecía que ambos pudiesen cambiar de humor tan rápido, ya habían pasado esa extraña etapa en la que ambos se metían en problemas por sus propios recuerdos.


—Bueno, ya que hablamos de masoquismo, no puedo ser el único que sufra todo el tiempo —indicó Jeremy levantándose finalmente del sofá y acercándose a la cocina.


—Olvídalo Jeremy, no pienso comer absolutamente nada que salga de este lugar —señaló Byron abriendo desmesuradamente los ojos cuando Jeremy se acercó con un extraño panecillo.


—¡Exijo venganza! Además, me hiciste pasar un mal rato, es lo mínimo que podrías hacer por mí.


—No fueron ni diez minutos, eso no puede contar como un mal rato… —masculló Byron comenzando a correrse hasta una de las esquinas del sofá, inconscientemente alejándose de Jeremy.


—No me importa, soy capaz de alimentarte a la fuerza —el rubio se colocó frente a él y colocó el panecillo justo frente a sus ojos.


—Pensándolo bien, eres como la bruja de Hansel y Gretel.


—Voy a engordarte para comerte, ahora trágatelo.


—Odio esas cosas… —Byron hizo una mueca de desagrado y se alejó del panecillo lo más que pudo.


El rubio suspiró y se pasó una mano por los rizos que caían en su rostro, echándolos hacia atrás sin mucho éxito, y finalmente miró a Byron de forma más calmada.


—Vamos Byron, no has comido nada desde anoche, no esperes que yo pueda cargar tu enorme cuerpo de metro ochenta y algo hasta el hospital si terminas medio moribundo aquí —reprochó.


Byron bufó y finalmente le arrancó el panecillo de las manos.


—No sería la primera vez que lo haces… —volvió a mascullar, dándole una gran mordida muy a su pesar— Esta mierda está salada.


—No soy muy predilecto a las cosas dulces —agregó Jeremy arrugando la nariz.


~*~


Bastante entrada la tarde, habían terminado todo el papeleo y Byron solo había ayudado lo necesario, casi todo el trabajo lo había hecho Jeremy y éste —aunque no estaba muy feliz al respecto—, estaba satisfecho con haber conseguido que Byron se alimentara más de lo habitual.


A pesar de ser domingo, nadie en la universidad tenía permitido salir hasta pasados seis meses y eso incluía a los profesores. Una verdadera estupidez. Pero no podía hacer algo al respecto, solamente se limitaba a disfrutar del sufrimiento de los alumnos que jamás habían estado encerrados en un mismo lugar un fin de semana. Lo mejor se veía cuando habían pasado tres meses y la desesperación se sentía en el aire, nunca faltaban los idiotas que intentaban escapar. Para su desgracia, ellos mismos eran los que pagaban el mantenimiento del mejor sistema de seguridad del país con sus cuotas de ingreso.


Definitivamente eran idiotas.


—Llevémosle estos papeles al viejo de una vez —dijo Byron dispuesto a salir de una vez de aquella cuna de flores.


—Byron, es domingo… ni siquiera sabemos si William está en su oficina —respondió Jeremy.


—Que se joda, eso le pasa por ponernos a trabajar todo el día. Es su turno de quebrarse la cabeza en su día libre.


—El “ponernos” es manada, Byron —reclamó el rubio.


Puso los ojos en blanco para restarle importancia al asunto y se dirigió junto con Jeremy a la oficina de William, después de todo ninguno de los dos tenía algo mejor que hacer y era una buena oportunidad para ir a molestar lo suficiente al viejo, eso siempre ponía a Byron de buen humor.


Ambos iban “peleando” sobre el asunto del crédito al trabajo, era una conversación que no llegaba a ningún lado pero los hacía reír a pesar de haber trabajado todo el día.


En el momento en el que ambos se encontraron en la recepción, vieron a dos alumnos salir de la oficina de William.


Y esto ya era el colmo de la ironía.


—Profesor Byron… buenas tardes —saludó Ethan con una sonrisa amable, sus ojos brillaron al ver a su profesor.


—Buenas tardes señor Collins —respondió lo más indiferente que pudo.


Byron hizo hasta lo imposible por no examinarlo de pies a cabeza, pero estaba muy seguro de que no lo había logrado. Igual y no duró mucho tiempo cuando reparó en el otro chico que acompañaba a Ethan, a él no lo conocía de nada pero al parecer, ricitos de oro sí.


—Profesor Wild, buenas tardes —saludó el chico moreno de lentes, era más alto que Ethan y su mirada era más fría.


Y no solo era él, parecía que Jeremy también quería atravesarlo con la mirada. Byron se sintió desubicado, normalmente Jeremy ya se habría puesto a coquetear con su propio alumno sin pensarlo, un par de guiños y un saludo más cercano, ese era el profesor Wild.


—Buenas tardes, señor Wayne —respondió sin una sola sonrisa.


Ethan miraba de reojo a su amigo de la misma forma en la que Byron miraba al rubio. Inclusive la atmósfera se sentía extraña.


—Eh… bueno, nosotros tenemos que irnos, fue un gusto verlo profesor —comentó Ethan en un intento de cortar esa sensación de incomodidad.


A Byron le sorprendió que le molestara la forma en la que el chico de ojos verdes tomó a su amigo del brazo para llevarlo lejos del lugar.


—Lo mismo digo… —respondió simplemente sin detenerlo, recibiendo una sonrisa por su parte, la cual correspondió de forma inconsciente.


Ni Jeremy ni el otro chico se dignaron a despedirse debidamente, y cuando aquellos estudiantes desaparecieron, Byron no tardó en volver a interrogar al rubio.


—¿Es algún tipo de método nuevo que utilizas para amarrar a tus alumnos? —preguntó con socarronería, pero Jeremy solo puso los ojos en blanco.


—Es uno de mis estudiantes de la clase de arte… Pero para ser honesto, no sé qué diablos hace ahí —respondió de mala gana, cruzándose de brazos.


—Es lo que yo me pregunto todos los días con mis alumnos, sé más específico.


—No lo entenderías… es cosa de artistas. Ahora olvida eso y vamos a entregarle esos papeles a William.


—Bueno artista, ilumíname —argumentó Byron mientras tocaba a la puerta de la oficina principal.


—Claro, solo tienes que explicarme la mirada que le dedicaste a ese chico, el tal Collins —declaró Jeremy—. Porque “esa” sonrisa es imposible pasarla por alto.


—¿Estás celoso, ricitos de oro?


—No sé si es más peligroso agradarte o ser ignorado como el resto…


Y aunque ambos sonrieron, los rostros de sus alumnos no podían salir de sus mentes, aunque por motivos infinitamente distintos.

Notas finales:

¡Es lunes! Y es un pesado comienzo de semana... así que he decidido actualizar para hacerlo más llevadero ;)

"El capítulo no tiene gran cosa" ¡Quien lo haya pensado cuando terminó el capítulo, que levante la mano y se declare culpable!

No les daré todas las pistas, pero hice este capítulo pensando especialmente en la relación que tienen Jeremy y Byron, que no es naada superficial. Estos dos tienen un vínculo muy importante, y les ASEGURO que querrán regresar a este capítulo cuando se enteren de todo lo que ha sucedido.

Por cierto, Sebastian y Jeremy no parecen llevarse bien. ¿Alguna idea del por qué?

En fin, tengo que hacer un espacio para agradecer tanto amor en los reviews ;u; ustedes son increíbles <3 Hay personitas a las que ya les tengo preparado un regalo especial en capítulos especiales, así que no duden dejar un review con algún comentario o teoría interesante, también les puede tocar ;)

¡Disfruten su semana chicos! Y aliméntense correctamente, no sean Byron.


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